Josué 18 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 28 versitos |
1 Se reunió en Silo toda la asamblea de los hijos de Israel y alzaron allí el tabernáculo de la reunión. El territorio estaba sometido.
2 Quedaban siete tribus, de entre los hijos de Israel, que todavía no habían recibido su heredad.
3 Josué dijo a los hijos de Israel: “¿Hasta cuándo vais a ser negligentes en apoderaros de la tierra que Yahvé, Dios de vuestros padres, os ha dado?
4 Elegid tres hombres por cada tribu, y yo los enviaré para que vayan a recorrer la tierra y hagan de ella una descripción, con vistas a la distribución que hay que hacer, y me la traigan.
5 La dividiréis en siete partes: Judá quedará dentro de sus fronteras, al mediodía, y la casa de José dentro de las suyas, al norte.
6 Describid, pues, la tierra en siete partes, traedme la descripción, y yo haré el sorteo de ella para vosotros, aquí ante Yahvé, nuestro Dios;"
7 pues para los levitas no ha de haber parte en medio de vosotros, por ser el sacerdocio de Yahvé su heredad; Gad, Rubén y media tribu de Manases han recibido ya su heredad al otro lado del Jordán, a oriente, la que les dio Moisés, siervo de Yahvé.”
8 Levantáronse los hombres y se pusieron en camino, y al partirse para hacer la descripción de la tierra, les dio Josué sus órdenes, diciendo: “Id, recorred la tierra, describidla y volved a mí, y yo os haré el sorteo aquí ante Yahvé, en Silo.”
9 Partieron, pues; recorrieron la tierra, la describieron en un rollo según sus ciudades, dividiéndola en siete partes, y volvieron a Josué, al campo en Silo."
10 Josué les hizo el sorteo en Silo, en presencia de Yahvé, y distribuyó allí la tierra entre los hijos de Israel, según sus familias.
11 La parte de la tribu de Benjamín fue sacada a suerte según sus familias, y el territorio que les tocó en suerte tenía sus fronteras entre los hijos de Judá y los hijos de José.
12 Del lado del norte partía su frontera del Jordán, subía al norte sobre la vertiente de Jericó, se elevaba por la montaña a occidente y terminaba en el desierto de Bet Aven;"
13 de allí iba a Luz, al mediodía, que es Betel; luego bajaba a Atarot Adar por la montaña que hay al mediodía de Betorón de Abajo."
14 Del lado de occidente se prolongaba la frontera, volviendo hacia el mediodía, desde la montaña situada frente a Betorón, al sur, y terminaba en Quiriat Baal, que es Quiriat-Jearim, ciudad de los hijos de Judá; esto por el lado de occidente."
15 Por el lado del mediodía partía del extremo de Quiriat-Jearim hasta la fuente de aguas de Naftoaj;"
16 bajaba al extremo de la montaña que está frente al valle de Ben Hinón y al norte del valle de Refaím, y bajaba luego por el valle de Hinón hacia el límite meridional de los jebuseos, hasta la fuente de Rogel;"
17 volvíase al norte y pasaba luego por En Semes, seguía por Guelitot, que está frente a la subida de Adomim, y bajaba a la peña de Boén, hijo de Rubén;"
18 pasaba por la vertiente septentrional, frente al Araba; bajaba al Araba,"
19 y seguía por la vertiente septentrional de Bet Jogla, para morir en el extremo norte del mar de la Sal, hacia la desembocadura del Jordán, al mediodía.
20 Esta era la frontera meridional. El Jordán era el límite de la frontera oriental. Esta fue la heredad de los hijos de Benjamín con todas sus fronteras, según sus familias.
21 Las ciudades de la tribu de Benjamín, según sus familias, eran: Jericó, Bet Jogla, Emec Casis,
22 Bet Araba, Semaraím, Betel,
23 Avim, Afara, Ofra,
24 Quefar Emora, Ofni y Gaba; doce ciudades con sus pueblos."
25 Gabaón, Rama Berot,
26 Misfe, Cafira, Amosa,
27 Requem, Jirfel, Tárela,
28 Sela, Eíef, Jebús, que es Jerusalén; Gabat y Quiriat; catorce ciudades con sus pueblos. Esta fue la heredad de los hijos de Benjamín según sus familias."

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Introducción a Josué

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José.

Introducción.

Título.
En el texto masorético lleva el título de Yehoshua, que la versión de los LXX conserva, adoptando, sin embargo, la forma nominal más reciente de Yesua (Neh 8:17). San Jerónimo reproduce el encabezamiento hebraico y griego del libro al escribir: Josué Bennun, id est lesus Nave.
En el canon judío el libro de Josué ocupa el primer lugar entre los de la segunda clase, llamada Profetas anteriores, e inicia en el canon eclesiástico la serie de los libros históricos del Antiguo Testamento. Este lugar destacado en el canon se ha mantenido constantemente a través de los siglos y en todos los manuscritos por razón del prestigio que alcanzó Josué entre los hebreos por estar íntimamente unido a Moisés, del cual fue asiduo colaborador y fiel ministro (mesharet) envida (Ex 17:8-16; 24:13; 33:11; Núm 14:30-38) e inmediato sucesor suyo al morir sobre el monte Nebo, en los umbrales de la tierra prometida.

Argumento y División.
El argumento desarrollado en el libro de Josué es claro y directo. Antes de morir transmite Moisés toda su autoridad a Josué (Núm 27:18-23), Que pasa a ser el caudillo indiscutible de Israel en la empresa de la conquista de la tierra prometida y de su distribución entre las doce tribus. Estaba lleno del espíritu de sabiduría, pues había puesto Moisés sus manos sobre él (Deut 34:9). Moisés le confió la misión de velar por la estricta observancia de la Ley, conducir al pueblo en la conquista de Canaán y distribuir su territorio entre las tribus.
El libro se divide en dos grandes partes: conquista de la tierra de Canaán (c.1-12) y distribución de la misma entre las tribus (c. 13-21). Siguen al final del libro (c.22-24) algunos apéndices.

Texto.
El libro de Josué fue escrito originariamente en hebreo. Al cotejar el texto hebraico con el texto griego de los LXX se encuentran diferencias sensibles. De ahí que haya surgido entre los críticos cierta discrepancia tocante a la valoración de ambos textos. Unos se declaran abiertamente en favor del texto griego (Humme-lauer, Clamer, Schulz), otros por el hebraico (Noth, Dillmann, Cales). La posición más aceptable es la de aquellos que rehuyen los apasionamientos y proceden en cada caso de un modo ecléctico, de conformidad con las reglas de crítica textual, interna y externa. El texto griego está muy lejos de presentarse uniforme, y las variantes se acentúan a propósito de los nombres geográficos. Es tanta a veces la diferencia entre los diversos códices que A. Rahlfs2 ha publicado en un cuadro sinóptico los capítulos 15 y 19 de los códices B, A. Algunos críticos han contribuido eficazmente a dilucidar los problemas que ofrece el texto griego de Josué3. Después de los estudios de Margolis, los autores más recientes se inclinan por el texto masorético.

Autor.
El título del libro y el texto de Eccli 46:1 Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés en la dignidad profética dieron ocasión de atribuir a Josué el libro que lleva su nombre. Sin embargo, el título se refiere al contenido del mismo, no a su autor. El mencionado texto de Eccli 46:1 dice solamente que Josué sucedió a Moisés en la misión profética (Ex 24:13; 33:11; Núm 11:28; Jos 1:1). Una antigua tradición talmúdica (Baba Bathra 140), según la cual Josué escribió su libro y los últimos ocho versos de la Ley, tuvo poco eco en la tradición cristiana primitiva, rechazándola Teodoreto 4, el seudo Atanasio5, y San Jerónimo6. La sentencia de que Josué escribió su libro es rechazada unánimemente por los autores modernos, y los argumentos aducidos en su favor carecen de sólido fundamento 7.
A falta de argumentos externos que decidan la cuestión de autor, vale la pena recurrir a argumentos de índole interna. Del examen del libro aparece que en su redacción actual se refieren hechos sucedidos después de la muerte de Josué (15:13-19; 19:47; 13:30). La observación de 4:14: Y éstos (los israelitas) le respetaron como habían respetado a Moisés todos los días de su vida, y la frase tantas veces repetida: hasta el día de hoy, sugieren que hubo un intervalo de tiempo entre los hechos que se refieren y su redacción por escrito. Decisivo es el siguiente testimonio de 24:31: Israel sirvió a Yahvé durante toda la vida de Josué y durante toda la vida de los ancianos que le sobrevivieron y conocían cuanto había hecho Yahvé en favor de Israel.
Cada pueblo conserva tenazmente los hechos más salientes de su historia nacional, que se recuerdan y comentan con orgullo. Aparte de la inspiración de los poetas y profetas, que los exaltan y revisten con detalles pintorescos, existe la consignación desapasionada de los mismos encaminada a servir de lección y estímulo para las generaciones posteriores. No puede determinarse el tiempo preciso en que las tradiciones orales se fijaron por escrito. Algunos quieren que parte del libro fue escrita antes de Salomón (16:10, comparado con 1 Re 9:16) y aun antes de David (15:63, comparado con 2 Sam 5:6-8).
En el exilio, Israel se reconcentró en sí mismo y reflexionó acerca de las causas que lo motivaron. Un examen filosófico-teológico de la historia demostraría a Israel que era él mismo el que se había ganado su ruina a causa de su infidelidad al Pacto de la alianza. El libro de Josué es un capítulo de esta historia, en la cual se prueba que Dios cumplió todas sus promesas hechas a los patriarcas (Gen 12:7) de dar a su descendencia la tierra de Canaán, venciendo a todos los pueblos que en ella habitaban (24:18). Para el autor sagrado, la conquista de Canaán por los israelitas no es un acontecimiento profano, sino teológico.

La Fecha del Éxodo.
Dos son las sentencias sobre esta cuestión: i) unos colocan el Éxodo en tiempos de Amenofis II (c.1450-1425); 2) otros en el reinado de Mernefta (1234-1224). Los argumentos que aportan los patrocinadores de la primera sentencia se basan en la cronología bíblica (1 Re 6:1), en los resultados arqueológicos de las excavaciones practicadas en Jericó y Hai, en la presencia de los Khapiru en la carta de Abdikhiba a Amenofis III y en la mención de Israel en la estela de Mernefta. Pero todos estos argumentos no tienen valor, según ha demostrado Drioton 11.
La historia de Moisés y del Éxodo debe colocarse en un tiempo en que los faraones residían en la zona del Delta, donde llevaron a cabo grandes construcciones. Ahora bien, estas circunstancias solamente se dieron en tiempos de la 19 dinastía. La ciudad donde trabajaban los hebreos llamábase Ramsés (Gen 47:11; Ex 1:11), del ríombre del faraón Ramsés II (1298-1232), ciudad que estuvo emplazada o bien en Tanis, como quiere M. Montet, o en Qantir, a 25 kilómetros al sur de Tanis. El resultado de las excavaciones arqueológicas de Montet son favorables completamente a la fecha del Éxodo bajo el Ramsés que creó la ciudad que lleva su nombre 12.
Un argumento decisivo se encuentra en el panorama político de Siria y Palestina desde 1500-1200. Únicamente en un período de debilidad política y militar de Egipto pudo producirse la conquista de Canaán por Josué. Ahora bien, esta decadencia egipcia se acentuó al fin de la XIX dinastía y se mantuvo bajo la XX, coincidiendo con la ruina del imperio hitita. Ni Josué ni los Jueces fueron nunca molestados por los faraones de Egipto, replegados en su territorio, lo que no sucedía en tiempos de Tell el-Amarna. Además, los reinos de Moab y Edom, que encontraron los israelitas en su viaje a Palestina, se fundaron en el siglo XIII. Terminamos diciendo que la entrada en Canaán se produjo en un momento en que Egipto, dividido interiormente, perdió su influencia sobre Palestina. Este momento fue o durante los últimos años de Mernefta o durante el reinado de Ramsés III (1 198-1166)13.
Los israelitas salieron de Egipto camino de Palestina. Intentaron penetrar en el territorio por la región de Cades, pero los rechazaron los cananeos de Tell Arad (Núm 14:45; 21:1). Algunos grupos de calebitas y quenitas penetraron por el sur directamente 14. No está fuera de lugar suponer, dicen Lemaire-Baldi, que los motivos que aconsejaron a los israelitas renunciar a su plan primitivo de penetrar en Palestina por el sur se basaban en la acción de Mernefta y Ramsés III en Palestina, ocupados en atajar la marcha de los pueblos del mar hacia Egipto. Al entrar los israelitas en Palestina, el territorio estaba habitado por varios pueblos y razas. Quedaban restos de los antiguos cananeos, amorreos, jebuseos, fereceos. En cuanto a los hititas, bajo la presión de Salmanasar I (c. 1266-1236) caminaban hacia su ruina. Después de la muerte de su rey Hattusil perdieron todo el territorio de Mitanni y poco después las regiones del alto y medio Eufrates. En Palestina quedaron algunos islotes de hititas; los de Gabaón y otras tres ciudades inventaron una estratagema para evitar el ataque militar de Josué y de su ejército.
La conquista fue lenta y duró muchos años. En la llanura fueron inferiores a sus enemigos, equipados con carros de combate tirados por caballos; en las montañas, y al amparo de los bosques, se creían más fuertes y seguros. Si la campaña no fue tan brillante como da a entender una lectura superficial del libro de Josué; si muchas ciudades resistieron a su empuje, más que a su inferioridad técnica debe achacarse a la infidelidad del pueblo para con Dios. Ahí debe buscarse la raíz más honda de los fracasos de que se habla en el libro de los Jueces (c.1). Yahvé es ciertamente un Dios poderoso, es Yahvé Sebaot (Sal 24:8-10), que combatía por Israel (Jos 10:14); pero su intervención efectiva en la campaña era mayor o menor según la conducta del pueblo para con El.

Ambiente Cultural y Religioso.
Los exploradores enviados por Josué a la tierra prometida quedaron atónitos al contemplar sus riquezas naturales, el grado de cultura y la altura de sus habitantes (Núm 13:28-34). A estas riquezas naturales se juntaba un grado de cultura muy desarrollado, que se manifestaba en la construcción de las ciudades grandes y amuralladas. El fondo de esta cultura era cananea, hitita, con influencia egipcia y egea. Palestina ocupaba un punto neurálgico en la confluencia de tres continentes y era lugar obligado de tránsito de los mercaderes egipcios y de los otros pueblos del Próximo Oriente. Las modernas excavaciones han puesto al descubierto la civilización de Canaán en tiempos de la conquista, desenterrando plazas fuertes con magníficos servicios hidráulicos para resistir largo tiempo en caso de sitio; ricos santuarios, cerámica trabajada al torno y decorada, así como objetos y utensilios caseros que deslumbraban al pueblo israelita proveniente del desierto (c.7).
La religión cananea contrastaba fuertemente con la severidad del culto yahvístico. Baal y Astarté eran las divinidades máximas del panteón cananeo. En los santuarios construidos en lugares altos (bamoth) o entre la frondosidad de los bosques había altares para el sacrificio y emblemas masculinos y femeninos que simbolizaban la presencia de la divinidad. El culto iba acompañado con orgías, danzas frenéticas, incisiones, sacrificios humanos y prácticas obscenas. A pesar de las exhortaciones de Josué, no pudo evitarse completamente que el culto cananeo fascinara a los israelitas,y se convirtiera en fuente de desventuras para el pueblo escogido15.

Género Literario-Histórico del Libro.
No es el libro de Josué una historia científica escrita de conformidad con las reglas de la historiografía moderna, sino una colección de datos que el autor sagrado, bajo el influjo de la divina inspiración, ha recogido y seleccionado con el fin de poner de relieve el profundo significado religioso de la fidelidad de Dios en cumplir su promesa de entregar la tierra de Canaán a su pueblo escogido. El autor no sacrifica la historia de los hechos a su tesis, sino que basa ésta sobre la veracidad de aquéllos. Todo el libro, incluso las áridas y frías listas de nombres geográficos, deben considerarse desde el punto de vista religioso.
Yahvé, que tan severo se muestra frente a los pueblos paganos de Palestina, se reviste de entrañas de misericordia para con Israel. Dios habla a Moisés y le dicta el modo como debe comportarse en los trances difíciles. Símbolo de su presencia en medio de su pueblo es el arca de la alianza. Otro concepto religioso que se desenvuelve en el libro es la santidad de Dios, que reclama adoradores santos, puros, prontos a poner en práctica todo cuanto prescribe la Ley, fuente de prosperidad y bienestar (1:7-9; c.22), mientras que su inobservancia acarrea desórdenes y calamidades.
Los Santos Padres han visto en la lucha por la conquista de la tierra prometida una figura del combate para la conquista del reino de los cielos. También ven ellos en Josué una figura de Cristo. Así como Josué destruyó a los enemigos de Yahvé e introdujo a su pueblo en la tierra prometida, de la misma manera, Jesucristo, después de librarnos del yugo del pecado, nos introduce en el reino de los cielos (Baldi).

1 M. Lambert, Les premiers et les derniers prophétes: Revue des Etudes Juives, 66 (1913) 136-138.
2 Septuaginta (Stuttgart 1935).
3 Véanse A. Margolis, Specimen of a new Edition of the Greek Yeshua: Jewish Studies in memory of Israel Abrahams. The Álexander Kohut Memorial Foundation (New York 1927) 307-323; Ídem, The Book of Joshua in Greek (New York 1931-1938; incompleto, ed. crítica del texto de Josué 0.1-19.31); Ídem, Corrections in the Apparatus of the Book of Joshua in Cambridge Septuagint: Journal of Biblical Literature, 49 (1930) 234-264; O. Pretzl, Die griechischen Handschriftengruppen im Buche Josué untersucht nach ihrer Eigenart una ihrem Verhditnis zueinander B 9 (1928) 377-427-; Ídem, Der hexaplarische und tetraplarische Sep-tuagintatext des Orígenes in den Büchern Josué und Richter: Byzantinische Zeitschrift, 30 (1929-1930) 262-268. Para un estudio comparativo entre el texto hebraico y griego, véanse: S. Holmes, Joshua. The Hebrew and Greek text (Cambridge 1914); ch. D. Benjamín, The variations between the Hebrew and Greek text of Joshua c.i-9 (Philadelphia 1921). Después de los estudios de Margolis, los autores más recientes se inclinan por el texto masorético.
4 Quaest. in los. 14: PG 80,473.
5 Synopsis 10: PG 28,309.
6 Epist. 53: PL 22:546.
7 H. Hopfl-Miller-Metzinger, Introductio specialis in Vctus Testamentum (Roma 1946) 124-125; B. Mariani, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 123-124.
8 M.-J. Lagrange, Le livre des Juges (París 1903) 26.
9 Das Sysíem der Zwolf Stamme Israels (Stuttgart 1930); Studien zu den historisch-geographischen Dokumenten des Josuabuches: Zeitschrift des deutschen Palástina Vereins, 58 (i935) 185-255; Das Buch Josua (Tübingen 1938),
10 R. De Vaux: RB 47 d938) 462-463-
11 E. Drioton, La date de l'Exode: Revue d'Histoire et de Philosophie religieuse, 35 (1955) 36-49.
12 P. Montet, Les nouvelles fouilles de Tanis (1929-1932; París 1933); Ídem, Le árame de Aavaris (París 1940); B. Couroyer, La résidence ramesside de Delta et la Ramsés biblique: RB 53 (1946) 75-98.
13 Véase R. De Vaux, La Palestine et la Transjordanie au LTe millénaire et les origines israélites: Zaw 38 (1938) 225-237; W. F. Albright, The Israelite conquest of Canaán in the Light of Archeology: Basor 74 (1939) 11-23; E. Drioton, La date de l'Exode l.c.; H. Cazelles, Données géographiques sur l'Exode: Rhphr 35 (i955^ 51-58; Ídem, Les locali-sations de l'Exode et la critique littéraire: RB 62 (1955) 321-364: Lemaire-Éaldi, l.c.
14 Jue 1:16-17, comparado con Núm 21:3; Jue 1:9-15, comparado con Jos 15:13-19. (Véase Delorme, 399.)
15 H, Vincent, Canaán d'aprés l'exploration récente (París 1907) 152-205.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Josué 18,1-28

Segunda Distribución en Silo (c.18-19).

El tabernáculo en Silo (18:1-10).
1Se reunió en Silo toda la asamblea de los hijos de Israel y alzaron allí el tabernáculo de la reunión. El territorio estaba sometido. 2Quedaban siete tribus, de entre los hijos de Israel, que todavía no habían recibido su heredad. 3Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo vais a ser negligentes en apoderaros de la tierra que Yahvé, Dios de vuestros padres, os ha dado? 4Elegid tres hombres por cada tribu, y yo los enviaré para que vayan a recorrer la tierra y hagan de ella una descripción, con vistas a la distribución que hay que hacer, y me la traigan. 5La dividiréis en siete partes: Judá quedará dentro de sus fronteras, al mediodía, y la casa de José dentro de las suyas, al norte. 6Describid, pues, la tierra en siete partes, traedme la descripción, y yo haré el sorteo de ella para vosotros, aquí ante Yahvé, nuestro Dios; 7pues para los levitas no ha de haber parte en medio de vosotros, por ser el sacerdocio de Yahvé su heredad; Gad, Rubén y media tribu de Manases han recibido ya su heredad al otro lado del Jordán, a oriente, la que les dio Moisés, siervo de Yahvé. 8Levantáronse los hombres y se pusieron en camino, y al partirse para hacer la descripción de la tierra, les dio Josué sus órdenes, diciendo: Id, recorred la tierra, describidla y volved a mí, y yo os haré el sorteo aquí ante Yahvé, en Silo. 9Partieron, pues; recorrieron la tierra, la describieron en un rollo según sus ciudades, dividiéndola en siete partes, y volvieron a Josué, al campo en Silo. 10 Josué les hizo el sorteo en Silo, en presencia de Yahvé, y distribuyó allí la tierra entre los hijos de Israel, según sus familias.

No nos dice el texto cuándo y cómo el tabernáculo de la reunión (Deu_31:14) fue trasladado de Caígala a Silo. A la sombra del tabernáculo se reunió toda la asamblea de los hijos de Israel. A falta de unidad política, Yahvé servía de lazo de unión entre todas las tribus. Josué había
repartido en Caígala la heredad a las tribus de Judá y de José; quedaban siete que no habían recibido terreno alguno. Josué les hizo el sorteo en Silo, en presencia de Yahvé, y, según la suerte, entregaba a cada uno su porción. Esta distribución tuvo lugar en un tiempo que el texto no señala. El cuartel general de los hijos de Israel trasladóse de Caígala a Silo, al norte de Betel Que 21:19), en el lugar llamado hoy Seilun, a unos diez kilómetros al sur de Siquem y a cuarenta al norte de Jerusalén. Excavó el lugar una misión danesa, a las órdenes de H. Kjaer, desde 1926-1929, y Schmidt (1932), dando como resultado el conocimiento de la vida próspera de la ciudad durante los siglos XII y X antes de Jesucristo.
Parece que el lugar fue abandonado durante los años 1000-300 a.C., lo que corresponde a los datos históricos sobre la destrucción de Silo por los filisteos (1Sa_4:11-22; Jer_7:14) l.
Por el texto sabemos que las siete tribus que no habían recibido todavía su heredad se mostraban negligentes en apoderarse de la tierra que Josué les tenía reservada. Es el lider del pueblo quien les impulsa a obrar, señalándoles la suerte a cada uno. Manda que se elijan tres hombres por cada una de estas siete tribus con la misión de recorrer la tierra y describirla con vistas a una distribución equitativa. La dificultad para nosotros es saber cómo pudieron estos comisionados recorrer las tierras que todavía se encontraban en manos de los cananeos. Pero no debemos perder de vista el carácter marcadamente esquemático del libro. Quizá por encontrarse Silo en el centro de la tierra prometida, y por haberse efectuado en su recinto la distribución de las tierras, fue considerado más tarde como lugar de peregrinación (Jue_18:31); allí fue Samuel consagrado al servicio de Yahvé (1 Sam c.1-4).

Lote de Benjamín (Jue_18:11-28).
11La parte de la tribu de Benjamín fue sacada a suerte según sus familias, y el territorio que les tocó en suerte tenía sus fronteras entre los hijos de Judá y los hijos de José. 12Del lado del norte partía su frontera del Jordán, subía al norte sobre la vertiente de Jericó, se elevaba por la montaña a occidente y terminaba en el desierto de Bet Aven; 13de allí iba a Luz, al mediodía, que es Betel; luego bajaba a Atarot Adar por la montaña que hay al mediodía de Betorón de Abajo. 14Del lado de occidente se prolongaba la frontera, volviendo hacia el mediodía, desde la montaña situada frente a Betorón, al sur, y terminaba en Quiriat Baal, que es Quiriat-Jearim, ciudad de los hijos de Judá; esto por el lado de occidente. 15Por el lado del mediodía partía del extremo de Quiriat-Jearim hasta la fuente de aguas de Naftoaj; 16bajaba al extremo de la montaña que está frente al valle de Ben Hinón y al norte del valle de Refaím, y bajaba luego por el valle de Hinón hacia el límite meridional de los jebuseos, hasta la fuente de Rogel; 17volvíase al norte y pasaba luego por En Semes, seguía por Guelitot, que está frente a la subida de Adomim, y bajaba a la peña de Boén, hijo de Rubén; 18pasaba por la vertiente septentrional, frente al Araba; bajaba al Araba, 19y seguía por la vertiente septentrional de Bet Jogla, para morir en el extremo norte del mar de la Sal, hacia la desembocadura del Jordán, al mediodía. 20Esta era la frontera meridional. El Jordán era el límite de la frontera oriental. Esta fue la heredad de los hijos de Benjamín con todas sus fronteras, según sus familias. 21Las ciudades de la tribu de Benjamín, según sus familias, eran: Jericó, Bet Jogla, Emec Casis, 22Bet Araba, Semaraím, Betel, 23Avim, Afara, Ofra, 24Quefar Emora, Ofni y Gaba; doce ciudades con sus pueblos. 25Gabaón, Rama Berot, 26Misfe, Cafira, Amosa, 27Requem, Jirfel, Tárela, 28Sela, Eíef, Jebús, que es Jerusalén; Gabat y Quiriat; catorce ciudades con sus pueblos. Esta fue la heredad de los hijos de Benjamín según sus familias.

La porción que cupo en suerte a Benjamín estaba aprisionada entre Judá, al mediodía, y la tribu de Efraím, al norte; al oeste confinaba con la tribu de Dan y al oriente con el Jordán. La tribu de Benjamín era la más pequeña de todas, pero cobró celebridad a causa del ardor bélico de sus miembros, justificando con ello la comparación que empleó Jacob al decir: Benjamín es lobo rapaz, que a la mañana devora la presa y a la tarde reparte los despojos (Gen_49:27). Diezmados los benjaminitas por el acto brutal de Gueba, pronto tomaron nuevo vigor (Jue c.20-21). En los v.15-17 se traza la línea fronteriza meridional, que concuerda con la septentrional de Judá, omitiéndose algunos nombres.