I Pedro 1 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 25 versitos |
1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos extranjeros de la dispersión del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,
2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en la santificación del espíritu para la obediencia y la aspersión de la sangre de Jesucristo: la gracia y la paz os sean multiplicadas.
3 “Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,
4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los cielos
5 a los que por el poder de Dios habéis sido guardados mediante la fe para la salud que está dispuesta a manifestarse en el tiempo último.
6 Por lo cual exultáis, aunque ahora tengáis que entristeceros un poco en las diversas tentaciones,
7 para que vuestra fe probada, más preciosa que el oro, que se corrompe aunque acrisolado por el fuego, aparezca digna de alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo,
8 a quien amáis sin haberlo visto, en quien ahora creéis sin verle, y os regocijáis con un gozo inefable y glorioso,
9 recibiendo el fruto de vuestra fe, la salud de las almas.”
10 Acerca de la cual inquirieron e investigaron los profetas que vaticinaron la gracia a vosotros destinada,
11 escudriñando qué y cuál tiempo indicaba el Espíritu de Cristo, que en ellos moraba y de antemano testificaba los padecimientos de Cristo y las glorias que habían de seguirlos.
12 A ellos fue revelado que no a sí mismo, sino a vosotros, servían con esto, que os ha sido anunciado ahora por los que os evangelizaron, movidos del Espíritu Santo, enviado del cielo, y que los mismos ángeles desean contemplar.
13 Por lo cual, ceñidos los lomos de vuestra mente y apercibidos, tened vuestra esperanza completamente puesta en la gracia que os ha traído la revelación de Jesucristo.
14 Como hijos de obediencia, no os conforméis a las concupiscencias que primero teníais en vuestra ignorancia,
15 antes, conforme a la santidad del que os llamó, sed santos en todo,
16 porque escrito está: “Sed santos, porque santo soy yo.”
17 Y si llamáis Padre al que sin acepción de personas juzga a cada cual según sus obras, vivid con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación,
18 considerando que habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros padres, no con plata y oro, corruptibles,
19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha,
20 ya conocido antes de la creación del mundo y manifestado al fin de los tiempos por amor vuestro;"
21 los que por El creéis en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le dio la gloria de manera que en Dios tengamos nuestra fe y nuestra esperanza.
22 Pues por la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para una sincera caridad, amaos entrañablemente unos a otros,
23 como quienes han sido engendrados no de semilla corruptible, sino incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios,
24 porque toda carne es como heno, y toda su gloria, como flor de heno. Secóse el heno y se cayó la flor,
25 mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta palabra es la que os ha sido anunciada.

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Introducción a I Pedro

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Primera Epístola de San Pedro.

Introducción.

El Apóstol San Pedro.
Su nombre primitivo era Simón, hijo de Juan! Era oriundo de Betsaida de Galilea 2 y, con su hermano Andrés, ejercía el oficio de pescador en el lago de Tiberíades 3. En un principio ambos hermanos fueron discípulos de San Juan Bautista 4. Pero pronto siguieron a Jesucristo 5, del cual recibió Simón el nombre de Pedro 6.
Hacia el año 42-43, San Pedro abandonó Jerusalén con motivo de la persecución de Herodes Agripa 23. ¿Se fue entonces a Roma? Así lo afirman varios autores antiguos: Eusebio 24, San Jerónimo 25, Orosio 26, y muchos autores modernos 27. Sin embargo, los testimonios de la tradición no son muy fuertes, ya que San Jerónimo y Orosio parecen depender de Eusebio; y la frase de Act 12:17: Y salió, yéndose a otro lugar, es demasiado vaga para apoyarse en ella. Lo más probable es que el apóstol no se haya alejado de Palestina, contentándose con salir de las regiones que pertenecían a Herodes Agripa. Sabemos que vivió durante cierto tiempo en Antioquía 28, de donde una antigua tradición le hace obispo 29. De todos modos, en el año 49-50 estuvo presente en el concilio de Jerusalén 30.
La venida y el martirio de San Pedro en Roma son probables. Se discute el año en que llegó, la duración de su permanencia y la fecha precisa de su muerte. Hoy varios autores piensan que Pedro llegó a Roma bajo el emperador Nerón (54-68). La fecha de su martirio debió de ser probablemente el año 67 32, aunque hay autores que piensan más bien en el año 64. La tradición parece inclinarse más por el año 67, ya que señala el año 14 de Nerón como fecha del martirio de San Pedro y San Pablo 33.

Los Destinatarios de la 1 Pe.
No sabemos si San Pedro había visitado las cristiandades del Asia Menor, a las cuales dirige su primera carta. No existen indicios de que el apóstol conociese personalmente a los destinatarios.
La carta va dirigida a los cristianos que habitaban en diversas regiones del Asia Menor: Ponto, Galacia, Capadocia, Asia proconsular, Bitinia42. Diversos indicios de la carta demuestran que los lectores eran en su mayoría convertidos del paganismo: les dice que vivían en la ignorancia de Dios43, lo cual no se podría decir de los judíos; que fueron llamados de las tinieblas a una luz admirable 44; que en un tiempo no eran pueblo de Dios ni habían conseguido misericordia 45. También supone que antes no eran hijos de Abraham 46; y en 4:355 recomienda a sus lectores el dejar de hacer, como en otro tiempo, la voluntad de los gentiles 47.
Varias de las regiones nombradas en el encabezamiento de la carta fueron evangelizadas por San Pablo y sus discípulos48. De Pedro no sabemos que haya predicado en aquellas regiones. Tal vez Pedro haya sabido por Silvano 49 las grandes dificultades por las que pasaba aquella Iglesia. Y, por razón de su autoridad apostólica, les haya escrito para exhortarlos y confirmarlos en la fe. Los destinatarios debían de pertenecer en su mayor parte a la clase social más humilde, como se desprende de las amonestaciones que dirige a los esclavos 50. En cambio, faltan las amonestaciones correlativas dirigidas a los patronos. Los cristianos son muy probados 51; pero, al mismo tiempo, saben que los demás cristianos del mundo entero han de sufrir del mismo modo 52. No parece que esto suponga que las persecuciones del Imperio romano ya hubieran empezado. Por la epístola se ve que se trata de vejaciones, de calumnias, no de persecuciones 53.

Ocasión y Finalidad de la 1 Pe.
Las pruebas que los cristianos tenían que sufrir de parte de los paganos y de los judíos, ponían en peligro su fe 54. Injurias, calumnias, vejaciones de todo género, debilitaban la fe de muchos, que podían volver a la vida disoluta anterior a su conversión 55. Por eso, la finalidad de la epístola es exhortar a los cristianos a ser fieles a su fe. Para esto les recuerda su incomparable dignidad 56 y el inmenso favor que el Señor les había hecho al llamarlos a su fe 57. Les exhorta a que cumplan con todo cuidado los deberes para con todos los hombres; que vivan piadosamente, para que, de este modo, puedan desenmascarar las calumnias de los enemigos.
La ocasión que motivó la 1 Pe debió de ser la situación difícil por la que atravesaban las comunidades cristianas del Asia Menor, perseguidas, calumniadas, injuriadas por los paganos y judíos 58. Pero ¿por qué no fue San Pablo el que escribió a dichas Iglesias, evangelizadas por él? Posiblemente porque San Pablo en aquel momento estaba ausente de Roma, empeñado en su viaje a España después Je ser liberado de su primera cautividad.

Fecha y lugar de composición de la 1 Pe.
Teniendo en cuenta ciertos indicios de la misma epístola, se puede colocar su composición hacia el año 63-64. No pudo ser escrita antes del año 60, es decir, antes del tercer viaje apostólico de San Pablo (54-58), ya que la epístola 59 supone que la religión cristiana había sido propagada en casi todas las provincias del Asia Menor. Además, hay en la 1 Pe reminiscencias de la epístola a los Romanos (57-58) y de la epístola a los Efesios (61-63). El hecho de que no se manden saludos de San Pablo en esta epístola de San Pedro, escrita desde Roma, hace suponer que San Pablo no se encontraba en Roma cuando fue escrita. Ahora bien, el Apóstol fue liberado en la primavera del año 63. Luego no pudo ser escrita antes del año 63. Tampoco pudo ser escrita después del año 64, ya que no se alude para nada a la persecución de Nerón, que estalló en el otoño de aquel año. Así piensan Felten60, Meinertz61, Holzmeister 62 y Teófilo García de Orbiso63.
En todo caso, la misma epístola se opone a una composición demasiado tardía, como el fin del siglo I o el siglo II. Los destinatarios pertenecen a la primera generación cristiana, ya que San Pedro les dice que no vuelvan a los errores paganos que han abandonado 64. La parusía es contemplada como próxima65. La organización jerárquica es todavía rudimentaria: las comunidades son gobernadas por presbíteros66.
El lugar de composición fue Roma, como se ve por la expresión Os saluda la Iglesia de Babilonia 67. Babilonia es un nombre simbólico que designa la Roma pagana, que era ciudad grande, rica, soberbia, adoradora de falsos dioses, perseguidora de los santos, como había sido la Babilonia de Mesopotamia. Así lo afirman escritores muy antiguos, como Papías, Clemente Alejandrino68, San Jerónimo 69 y otros. Este modo de ver es confirmado por el Apocalipsis 70 y por escritos apócrifos que emplean un simbolismo semejante71. Tiene muy poca probabilidad la opinión de algunos que piensan que la epístola fue escrita en Babilonia de Mesopotamia. En aquel tiempo, Babilonia estaba destruida, y en su lugar sólo existía un pueblecito medio desierto. Menos probabilidad tiene aún la teoría de otros que colocan la composición de la 1 Pe en Babilonia de Egipto, cerca de El Cairo. En el siglo i era tan sólo una estación militar.

Autor de la 1 Pe.
San Pedro se sirvió de la ayuda de Silvano para la composición de la epístola72. Silvano, llamado Silas en Act 15:22.32, era colaborador de San Pablo y había intervenido eficazmente en la expansión del cristianismo en Asia Menor. Conocía bien, por consiguiente, el ambiente de las comunidades cristianas del Asia Menor, a las que quería escribir San Pedro. Probablemente Silvano no fue un simple amanuense, sino un redactor fiel de las ideas de Pedro. En cuyo caso hay que suponer en el redactor el carisma de la inspiración, por haber intervenido de un modo considerable en la redacción de la carta.
El estilo de la epístola tiene reminiscencias paulinas. Esto se explica fácilmente si tenemos presente que Silvano redactor de la epístola era discípulo de San Pablo. De ahí las semejanzas entre la 1 Pe y las epístolas a los Romanos y a los Efesios principalmente; y algunas diferencias estilísticas entre la i y la 2 Pe, que pudo ser escrita por otro redactor. Las ideas de ambas epístolas son de Pedro, pero la lengua y el estilo pertenecen a dos redactores diversos 73.

Lengua y estilo de la 1 Pe.
La epístola fue escrita en griego, como admiten todos los autores. La opinión de San Jerónimo de que originariamente había sido escrita en arameo 74 es hoy día abandonada de todos. Los caracteres fundamentales de la lengua y del estilo de la 1 Pe se encuentran en los demás escritos neotestamentarios pertenecientes a la corriente petrina (2 Pe, discursos de San Pedro en los Hechos de los Apóstoles, evangelio de San Marcos). Su vocabulario, fraseología, etc., tienen bastante de común75.
El estilo de la 1 Pe es claro, sencillo y gramaticalmente correcto. La característica del estilo afirma Verdunoy es la frase invertebrada, sin continuación lógica exterior, pero dotada de una lógica interior real76. Un caso bien típico lo tenemos en la interminable frase de 1:3-12, en la que se amontonan preposiciones subordinadas, que hacen difícil una traducción literal. La influencia de la versión de los LXX es manifiesta, pues de 62 hapax del Nuevo Testamento que se encuentran en nuestra epístola, 34 se hallan en los LXX. Ciertos semitismos y algunas incorrecciones de estilo, como la omisión demasiado frecuente del artículo 77, el uso de la partícula ìç con participio en lugar del oú clásico 78, la ausencia de las conjunciones Üñá, ãå, Ýðåß, åðåéäÞ, ôå, äç, ðïõ, ðþò, áí, denuncian un autor no griego. La circunstancia de que en la 1 Pe no se empleen las partículas Que acabamos de indicar hace decir a Bigg 79: Este solo hecho hasta para demostrar que el autor no era un griego. San Pedro era, en efecto, un hombre sin instrucción 80. Sin embargo, el vocabulario de la epístola es rico, sus frases son flexibles, y sus expresiones, felices. El autor conoce las antítesis verbales elegantes 81 y atestigua un sentido agudo de la estructura rítmica 82. Por lo cual se ve que San Pedro se ha servido de un redactor.
El estilo de San Pedro es rico en imágenes, en metáforas. Sin embargo, ordinariamente, no son originales, sino ya conocidas de la Biblia. Expresa sus sentimientos con entusiasmo y con afecto, cautivando y encendiendo el alma de cada cristiano en deseos de imitar al divino paciente 83.
El estilo epistolar es más marcado que en la epístola de Santiago. Sin embargo, las exhortaciones morales le dan más bien el aspecto de una homilía, con ciertos rasgos epistolares. Las numerosas alusiones al bautismo 84 indican que el autor se ha servido para redactar su carta de expresiones e ideas provenientes de la catequesis bautismal85.
Hay serios indicios que prueban la dependencia de la 1 Pe respecto de la epístola de Santiago: encabezamiento semejante, empleo de las mismas palabras raras, las mismas citas del libro de los Proverbios 86.

Autenticidad y canonicidad de la 1 Pe.
La autenticidad petrina de la epístola ha sido negada o puesta en duda, desde principios del siglo XIX, por muchos acatólicos (H. von Soden, H. Gunkel, R. Knopf, Jülicher-Fascher). Los católicos, en cambio, a los que se unen también muchos acatólicos, defienden enérgicamente la genuinidad de la epístola.
En la tradición patrística no se encuentra la menor traza de duda acerca de la autenticidad y canonicidad de la carta. El primer testimonio canónico se encuentra en la 2 Pe, en donde se dice: Esta es, carísimos, la segunda epístola que os escribo. 87 Tanto en la Iglesia oriental como en la occidental abundan los testimonios explícitos sobre la autenticidad petrina de la epístola. San Ireneo cita varias veces de modo explícito la epístola 88. Lo mismo hacen Clemente Alejandrino 89, Orígenes 90, Tertuliano 91 y Eusebio, según el cual la 1 Pe pertenece a los libros llamados homologúmena (ôá üìïëïãïýìå-íá), ï sea los que son recibidos por todos sin ninguna oposición 92. Por eso puede decir Tricot: No hay libro en todo el Nuevo Testamento que tenga testimonios más antiguos o más explícitos que la 1 Petri.
La omisión de la 1 Pe en el Canon de Muratori teniendo presente el consentimiento unánime de la tradición de la Iglesia no ha de sorprender demasiado, pues podría explicarse por una mutilación o una corrupción del texto. Tanto más cuanto que el Pastor de Hermas conoce la 1 Pe 93 y fue muy utilizada en el decurso del siglo II Se encuentra también en todas las versiones antiguas: Siríaca, Vetus Latina, Cóptica, etc., y en los cánones antiguos de los libros sagrados.
El testimonio externo es confirmado por razones internas tomadas de la misma epístola. El autor se llama a sí mismo Pedro apóstol 94, testigo de la pasión de Cristo 95. Habla de Marcos como de su hijo 96, que, según una antiquísima tradición, era compañero y amanuense de Pedro. Alude con frecuencia, como testigo ocular, a los sermones y a los hechos de Jesús 97.

Doctrina de la 1 Pe.
Aunque la epístola se propone como finalidad esencial el exhortar y atestiguar 98, contiene, sin embargo, una gran riqueza doctrinal. Es importante observar que la 1 Pe recuerda frecuentemente las expresiones y los puntos doctrinales de los discursos de Pedro, que nos han sido transmitidos por los Hechos de los Apóstoles . Sin embargo, la enseñanza cristiana de la epístola ya no pertenece al estadio arcaico de la predicación apostólica.
Las principales ideas doctrinales de la epístola son las siguientes:
Dios es considerado como sabio 100, misericordioso 101, santo 102, padre 103, fiel104, juez universal y justo 105, creador 106, poderoso 107 y salvador108. El misterio de la Santísima Trinidad es profesado con bastante claridad 109.
Cristo es llamado Señor en diversos lugares 110. Lo considera como preexistente m, puesto que iluminaba a los profetas antiguos 112. San Pedro aplica a Cristo todo cuanto en el Antiguo Testamento es dicho de Yahvé 113. Jesucristo, siendo totalmente inocente 114, padeció y se sacrificó por nosotros 115. Sus sufrimientos y su muerte, que nos han de servir de modelos 116, han expiado por todos los pecados de los hombres 117. Después que Cristo murió en la cruz, fue a anunciar la salvación a los espíritus de los justos prisioneros en los infiernos 118. Resucitó 119, subió al cielo y está a la diestra de Dios 12°. Al final de los tiempos tendrá lugar la parusía de Cristo para juzgar a los vivos y a los muertos 121.
El hombre era pecador 122, pero había sido predestinado a la santidad 123. Por eso fue regenerado por Cristo mediante la fe 124, la sumisión a Dios 125 y el bautismo 126. El bautismo fue prefigurado por las aguas salvadoras del diluvio 127. El Espíritu nos regeneró y nos santificó 128. Por este motivo, el hombre puede esperar una vida bienaventurada en el cielo 129. Pero para obtenerla ha de despojarse de todos sus vicios y pecados 130, luchar contra el demonio 131 practicar la candad fraterna 132, imitar la santidad de Dios 133 y unirse a Jesucristo para dar a Dios el verdadero culto 134.
La Iglesia, o mejor, la doctrina eclesiológica, tiene mucha importancia en la I Pe. Los cristianos son entre sí hermanos 135 y miembros de Cristo 136. Constituyen un edificio viviente, cuyas piedras son ellos mismos, y la base, Jesucristo 137. Los cristianos han venido a formar el verdadero pueblo de Dios 138. Cristo los gobierna como supremo pastor 139. Los pastores visibles son los apóstoles y los presbíteros, los cuales han de mostrarse en su gobierno vigilantes, desinteresados, celosos, amables, ejemplares 140.

División de la 1 Pe.
Siendo nuestra epístola casi en su totalidad par enética o exhortativa, resulta difícil hacer una división perfecta. Si exceptuamos la introducción 141 y la conclusión 142, lo demás es una continuación ininterrumpida de exhortaciones morales, estrechamente asociadas a consideraciones doctrinales que las justifican. La preocupación dominante de la epístola es la vida cristiana como fuente de valor y de esperanza.
1) Encabezamiento (1:1-2).
2) Acción de gracias por la regeneración bautismal (1:3-12).
a) La salud de los cristianos (1:3-9).
b) La esperanza de los profetas (1:10-12).
3) Exhortación a la santidad (1:13-2:10).
a) Exhortación a la vigilancia (1:13-21).
b) A la caridad (1:22-25).
c) A la simplicidad (2:1-3).
d) El nuevo sacerdocio (2:4-10).
4) Diversas obligaciones de los cristianos (2:11-3:17).
a) El buen ejemplo entre los paganos (2:11-12).
b) Sumisión a las autoridades (2:13-17).
c) Deberes de los siervos respecto de sus señores (2:18-25).
d) Deberes mutuos de los esposos (3:1-?)·
e) Deberes de candad fraterna (3:8-12).
f) Comportamiento cristiano en el sufrimiento (s.^-1?)·
5) La resurrección y el descenso a los infiernos (3:18-4:6).
6) Proximidad de la parusía (4:7-1 1).
7) Síntesis de la epístola (4:12-19).
8) Advertencias a los diversos miembros de la comunidad (5:1-11).
a) Advertencias a los presbíteros (5:1-4).
b) Advertencias a los fieles (5:5-11).
9) Últimos avisos y saludos (5:12-14).



Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Pedro 1,1-25

Capitulo 1.

Encabezamiento, 1:1-2.
1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos extranjeros de la dispersión del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en la santificación del espíritu para la obediencia y la aspersión de la sangre de Jesucristo: la gracia y la paz os sean multiplicadas.

En este prólogo, el autor sagrado indica su nombre, su categoría dentro de la Iglesia y los destinatarios. Entre todas las epístolas católicas es aquí el único lugar donde el autor hace uso de su título apostólico. Pedro = Pétros es la forma griega del arameo Kefas-(= roca), nombre impuesto por Jesucristo a Simón.
Y puesto que sus lectores probablemente no le conocían personalmente, hace mención de su categoría de apóstol de Jesucristo 3, a fin de que le obedezcan y acepten sus enseñanzas.
Los destinatarios de la epístola son los elegidos extranjeros de la dispersión (v.1). Todos los cristianos son elegidos a la fe y a la gracia, porque han sido objeto de una elección especial y gratuita por parte de Dios. Pero esta elección no es una predestinación definitiva, sino inicial, pues ha de ser consumada en el cielo 4. Por este motivo, los destinatarios son considerados por el apóstol como peregrinos, como extranjeros en este mundo. El término griego ðáñåðßäçìïò se dice propiamente de los que habitan en un país extranjero temporalmente, sin convertirlo en su residencia continua, fija. Pero aquí tiene un sentido místico y espiritual. El autor sagrado ve en la vida terrena una morada provisoria, una especie de peregrinación hacia la vida eterna 5. Los cristianos, a los cuales se dirige el apóstol, son considerados como ciudadanos de la Jerusalén celestial 6. La idea de que la vida del hombre en este mundo es como un continuo peregrinar se encuentra ya en el Antiguo Testamento 7.
El término dispersión o diáspora designa ordinariamente todas las regiones en que vivían los judíos fuera de Palestina 8. En este sentido emplea diáspora Santiago en su epístola 9. Sin embargo, San Pedro aplica este término a los cristianos que, como desterrados en medio de un mundo hostil, vivían dispersos entre los paganos. Las cinco provincias romanas enumeradas: Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, representan toda el Asia Menor, excepto la Cilicia. Todas ellas estaban situadas en la zona central y septentrional de la Anatolia actual. Algunas de las regiones que nombra San Pedro fueron evangelizadas por San Pablo y por sus discípulos 10. En otras, el cristianismo debió de ser predicado por los judíos y prosélitos convertidos por San Pedro el día de Pentecostés n. Por una carta de Plinio el Joven al emperador Trajano, sabemos que el cristianismo estaba muy floreciente en Bitinia hacia el año 111. El procónsul se muestra preocupado propter periclitantium numerum. Multi enim omnis aetatis, omnis ordinis. vocantur in periculum. Ñeque civitates tantum, sed vicos etiam atque agros superstitionis istius contagio pervagata est.12
Los cristianos han sido elegidos y llamados a la fe según la presciencia 13 de Dios Padre (v.2). La vocación o elección de los cristianos tiene por principio la previsión de Dios Padre, el cual, en virtud de un decreto eterno, providencial y misericordioso, nos eligió gratuitamente ab aeterno 14. San Pablo insiste sobre esta misma idea en la epístola a los Romanos 15 y a los Efesios 16. Dios Padre es, pues, la causa eficiente de nuestra elección. La ejecución en el tiempo de la elección hecha ab aeterno por el Padre se cumple por medio de la santificación (causa formal) 17, que obra en nosotros el Espíritu Santo 18 infundiendo en nuestra alma la gracia santificante. San Pedro atribuye, por apropiación, la santificación a la tercera persona de la Santísima Trinidad. Esta santificación se opera inicialmente en el bautismo, se va desarrollando en la vida cristiana y terminará en la gloria del cielo.
El efecto o el fin inmediato de la elección del cristiano es doble: los cristianos son elegidos para que obedezcan a la fe en Jesucristo, es decir, para que le estén sometidos y practiquen sus preceptos. El cristiano muestra su obediencia a Dios al abrazar el Evangelio. Al mismo tiempo, los cristianos son elegidos para recibir la aspersión de la sangre de Jesucristo, o sea para obtener la remisión de los pecados, participando de los frutos de la muerte salvadora de Cristo. La aspersión de la sangre de Jesucristo, que constituyó la sanción oficial de la Nueva Alianza 19, recuerda la aspersión de la sangre de las víctimas hecha por Moisés para renovar la alianza en el Sinaí 20. La idea de muerte expiatoria de Cristo y de la alianza son familiares a la 1 Pe 21. Por eso parece natural ver aquí una alusión esa muerte expiatoria, y no una simple alusión como creen bastantes autores a las abluciones del templo de Jerusalén y al agua de la aspersión 22.
Es digno de notarse que en este v.2 son mencionadas las tres divinas personas. Al Padre se atribuye la predestinación, al Espíritu Santo, la santificación, y al Hijo, la redención 23. Una fórmula trinitaria análoga la encontramos en la 1Co_13:13.
San Pedro termina el saludo deseando a sus lectores que la gracia y Ia Paz les sean multiplicadas. Gracia incluye todo favor y todo don divino que nos puede ayudar a conseguir la salvación. La paz es un efecto del amor de Dios por las criaturas 24. San Pedro desea que estos bienes y dones divinos se acrecienten cada día más en los fieles 25.




Acción de Gracias por la Regeneración, Bautismal,1Co_1:3-12.
Después de saludar a los cristianos, San Pedro comienza dando gracias a Dios por el beneficio de la salvación concedido a los cristianos. Y lo hace con una especie de doxología rica en conceptos dogmáticos, que recuerda el exordio de la epístola a los Efesios 26.



La salad de los cristianos,1Co_1:3-9.
3 Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, 4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los cielos 5 a los que por el poder de Dios habéis sido guardados mediante la fe para la salud que está dispuesta a manifestarse en el tiempo último. 6 Por lo cual exultáis, aunque ahora tengáis que entristeceros un poco en las diversas tentaciones, 7 para que vuestra fe probada, más preciosa que el oro, que se corrompe aunque acrisolado por el fuego, aparezca digna de alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberlo visto, en quien ahora creéis sin verle, y os regocijáis con un gozo inefable y glorioso, 9 recibiendo el fruto de vuestra fe, la salud de las almas.

Gracias a la inmensa misericordia de Dios, los cristianos han sido hechos participantes de los méritos de la pasión y de los frutos £ la resurrección de Cristo. Han sido reengendrados 27 por medio del bautismo, que les ha comunicado una nueva vida 28, constituyéndolos hijos adoptivos suyos. Esta nueva vida ha infundido en el corazón de los cristianos una viva esperanza de la vida eterna. El fundamento de esta esperanza es la resurrección de Jesucristo, la cual es el modelo y causa de nuestra resurrección, porque del mismo modo que Jesús resucitó, así resucitaremos nosotros 29. La nueva vida conseguida en el bautismo obtendrá a los fieles la salvación definitiva, que todavía es considerada como futura. Pero la esperanza de conseguirla es una esperanza viva, que no engaña, sino que sostiene y conduce a la vida eterna 30.
La regeneración divina, que ha producido en los cristianos una nueva vida, confirió a éstos una esperanza viva de conseguir una herencia imperecedera y segura (v./j.). He aquí el objeto principal de nuestra esperanza. Por el hecho de ser hijos de Dios tenemos derecho a la herencia, que consiste en el reino de los cielos; pues, como dice San Pablo, si somos hijos, también seremos herederos, herederos de Dios, coherederos de Cristo. 31 Pedro describe con tres epítetos la excelencia de esta herencia: es incorruptible, incontaminada e inmarcesible, en cuanto que está libre de toda corrupción, de toda mancha, de toda marchitez. Siempre está llena de suavidad inefable y como reservada en los cielos, esperando el tiempo oportuno para ser revelada. Este tiempo es el día de la manifestación de Jesucristo, es decir, el día del juicio 32.
La herencia que está reservada a los cristianos difiere totalmente de la herencia terrena, que se puede perder y fácilmente se mancha con pecados cometidos en su adquisición o en su uso. Por eso, no es raro que produzca tedio y aborrecimiento por parte de los que la poseen 33. Dios ha preparado para los cristianos esa herencia desde el principio del mundo 34, y, además, la ha preparado en el cielo, es decir, en un lugar seguro, en donde ni la polilla ni el orín la corroen y donde los ladrones no horadan ni roban. 35
Dios tiene gran cuidado de los cristianos, y los defiende, como en una fortaleza, de todo peligro mediante la fe (í.5), por la cual el fiel puede superar las insidias del diablo. Gracias a la fe, los cristianos escapan a los peligros que amenazan su salvación y logran llegar a las realidades invisibles de la esperanza cristiana 36. Por el hecho de que Dios defiende poderosamente a los cristianos, éstos deben tener una esperanza ciertísima y viva de que llegarán a poseer la herencia que les tiene reservada en el cielo, pues nadie podrá arrebatar de la mano de Dios lo que él tiene.
La fe y la esperanza de la gloria futura anima y alegra, al presente, a los cristianos (v.6) en medio de las dificultades y tentacioes de la vida terrena. Porque saben que Dios se sirve de las aflic para instruir a sus verdaderos hijos 37 y se dan cuenta que la tribulación será breve; en cambio, el fruto será abundantísimo y terno .38 Jesucristo, en el sermón de la Montaña 39, también habla ¿e la alegría de aquellos que son insultados y perseguidos, porque saben que su recompensa será grande en los cielos. Santiago también tiene expresiones parecidas sobre la alegría en el dolor40. El sentirse alegre en medio del dolor y de las persecuciones ha de ser una de las características del verdadero cristiano41. La 1 Pe habla con frecuencia del tema del dolor42, sin que parezca aludir a una persecución, sino a las pruebas comunes a todos los cristianos.
Las pruebas y tentaciones de la vida presente servirán para perfeccionar nuestra fe; porque, saliendo victoriosa de la lucha, será purificada y aparecerá incomparablemente más preciosa que el oro perecedero que ha pasado por el crisol (v.7) 43. Una tal fe purificada y perfeccionada por el sufrimiento será nuestro título de gloria en el día de la manifestación del Señor 44.
El triunfo de los fieles sobre las pruebas de esta vida supone un gran mérito, porque aman al Señor sin haberle visto45 nunca y creen 46 en El sin haberle contemplado 47. Esta fe les hace sentir un gusto anticipado del gozo inenarrable que experimentan los bienaventurados en el cielo. Y, al mismo tiempo, les hace saber que conquistan, mediante su fidelidad, el fin mismo de la fe, que es su propia salvación (v.8-9). La fe se ordena a la salvación del alma, que ya es iniciada en este mundo por la gracia y será consumada en la gloria. Por eso, los cristianos pueden alegrarse ya al presente, porque poseen en germen lo que esperan alcanzar en el cielo.



La esperanza de los profetas,1Co_1:10-12.
10 Acerca de la cual inquirieron e investigaron los profetas que vaticinaron la gracia a vosotros destinada, 11 escudriñando qué y cuál tiempo indicaba el Espíritu de Cristo, que en ellos moraba y de antemano testificaba los padecimientos de Cristo y las glorias que habían de seguirlos. 12 A ellos fue revelado que no a sí mismo, sino a vosotros, servían con esto, que os ha sido anunciado ahora por los que os evangelizaron, movidos del Espíritu Santo, enviado del cielo, y que los mismos ángeles desean contemplar.

En estos versículos muestra el apóstol la excelencia del misterio de nuestra redención, que llevó a cabo Cristo, por el hecho de que ya en el Antiguo Testamento fue el objeto principal de todos los oráculos y profecías. Y hasta los mismos ángeles lo deseaban contemplar 48. Los profetas se mostraban particularmente ansiosos por conocer el tiempo y las diversas circunstancias en que tendría lugar la pasión y glorificación del Mesías49. Este celo por penetrar el misterio de Cristo pone de relieve la ventaja de los cristianos, que son los beneficiarios inmediatos. A éstos ha sido revelado de una manera especial el misterio de Jesucristo, que permaneció, en cierto sentido, oculto a los justos del Antiguo Testamento.
Los profetas no veían claro la sucesión de los tiempos sus visiones suelen ser cuadros sin perspectiva ni conocían las circunstancias en que habían de suceder aquellas cosas que les revelaba el Espíritu de Cristo (v.10-11)50. Este Espíritu divino, que guiará e iluminará a los apóstoles en el Nuevo Testamento 51, moraba ya en los antiguos profetas y los dirigía hacia el conocimiento de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, que les era revelada de un modo misterioso 52. Los sufrimientos y triunfos del Mesías habían sido predichos en el Antiguo Testamento 53; pero sólo se comprendieron plenamente cuando Jesús cumplió en su persona aquellos oráculos 54. El Espíritu de Cristo testificaba a los profetas los padecimientos de Cristo y la gloria que les seguiría (v.11). Con esto quiere San Pedro consolar a los cristianos que se encontraban en la tribulación: lo mismo que Cristo, serán ahora atribulados, pero después serán, como El, glorificados 55.
El recurso al Antiguo Testamento para probar que Jesús debía sufrir, morir y resucitar es frecuente en los primeros discursos de San Pedro 56 y manifiesta la preocupación por evitar el escándalo de la cruz. Para los apóstoles, ambos Testamentos están en perfecta continuidad y Jesucristo es su más auténtica explicación 57.
A los profetas les fue revelado que ellos no serían los testigos de las maravillas que anunciaban 58. La teología judía enseñaba que la venida del Mesías era el secreto de Dios y que sería cosa vana el querer computar rigurosamente el tiempo59. La misión de los profetas era preparar la obra de Cristo y trabajar en beneficio de los cristianos. Los destinatarios de la epístola son los beneficiarios del don que deseaban los profetas 60.
La revelación que recibieron los profetas había de servir principalmente a los cristianos, que fueron evangelizados por hombres movidos por el Espíritu Santo (v.12). La evangelización del mundo fue obra del Espíritu Santo, que se derramó abundantemente sobre los apóstoles y sobre toda la Iglesia primitiva 61. Los apóstoles, impulsados por el Espíritu Santo 62, predicaron la buena nueva y revelaron al mundo las maravillas del misterio cristiano, cuya 63 contemplación extasía a los mismo ángeles. San Pablo dice que la contemplación de los misterios de la redención manifiesta a los ángeles la multiforme sabiduría de Dios 64 y constituye una gracia 65 que acrecienta la bienaventuranza angélica66. Lo mismo que los profetas deseaban saber el tiempo en que debía empezar la obra mesiánica, así los ángeles desean conocer el tiempo de su consumación.
La inspiración profética es atribuida (cf. v.11) a Cristo preexistente, que ya en la antigua economía, antes incluso de la encarnación, desempeñó un papel de suma importancia. Esta idea se encuentra ya en los apologistas cristianos67, que se esfuerzan por dar realce a la perfecta armonía y continuidad de ambos Testamentos con el fin de oponerse a los primeros ataques de la gnosis.



Exhortación a la Santidad, 1:13-2:10.
Después de una introducción de carácter más bien dogmático, el autor sagrado pasa a exhortar y a inculcar la práctica de las virtudes cristianas.



Exhortación a la vigilancia, 1:13-21.
13 Por lo cual, ceñidos los lomos de vuestra mente y apercibidos, tened vuestra esperanza completamente puesta en la gracia que os ha traído la revelación de Jesucristo.14 Como hijos de obediencia, no os conforméis a las concupiscencias que primero teníais en vuestra ignorancia, 15 antes, conforme a la santidad del que os llamó, sed santos en todo, 16 porque escrito está: Sed santos, porque santo soy yo. 17 Y si llamáis Padre al que sin acepción de personas juzga a cada cual según sus obras, vivid con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, 18 considerando que habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros padres, no con plata y oro, corruptibles, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha, 20 ya conocido antes de la creación del mundo y manifestado al fin de los tiempos por amor vuestro; 21 los que por El creéis en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le dio la gloria de manera que en Dios tengamos nuestra fe y nuestra esperanza.

Por el hecho de ser tan grande la excelencia de la herencia, qué está reservada a los cristianos, San Pedro les exhorta a hacerse dignos de ella. Para progresar en la vida cristiana es necesario trabajar en la perfección, disciplinando nuestros pensamientos y sentimientos para que no nos impidan servir a Dios libremente. El autor sagrado se sirve de una metáfora tomada de las costumbres orientales: cuando un oriental se dispone a un viaje o a un trabajo fatigoso, se levanta un tanto la amplia túnica y la ciñe a la cintura con el fin de que los movimientos sean más fáciles 68.
San Pedro aplica la imagen al cristiano: la santificación es una labor ardua que exige que el espíritu esté libre de las preocupaciones terrenas y preparado para emprender el largo camino hacia el cielo. Con este mismo fin no han de preocuparse de los intereses y placeres de este mundo, sino poner toda su esperanza en la gracia que ha traído la revelación de Jesucristo (v.13). La gracia (÷Üñéâ) de que habla aquí la epístola es la gloria, la entrada definitiva en la herencia celestial. En esta primera epístola de San Pedro, ÷Üñéâ significa todo favor divino o el título que se tiene a los beneficios divinos. San Pablo y San Juan, en cambio, emplean ÷Üñéò para designar la gracia santificante.
Un motivo que debe impulsar a los cristianos a la santidad es el hecho de ser Dios santo (v. 15-16). Como hijos que en todo se muestran obedientes a la voluntad del Padre, los fieles se han de mostrar ajenos a las concupiscencias y malos deseos que habían tenido antes de convertirse, cuando se encontraban en las tinieblas del paganismo y desconocían a Dios, para tributarle el honor debido (v.14). Esto presupone que los destinatarios de la 1 Pe procedían del paganismo al menos en su mayoría. San Pablo también recuerda la ignorancia y las pasiones desenfrenadas de los paganos 69.
Los cristianos han de imitar la santidad de Dios70 porque tal es su voluntad 71. El ideal supremo de la vida cristiana es la santidad misma de Dios, el cual es, por esencia, todo bondad y justicia. A los cristianos se impone, más todavía que a los israelitas, la máxima del Levítico: Sed santos, porque santo soy yo, Yahvé, vuestro Dios 72. San Pedro había insistido ya en varias ocasiones en proclamar a Jesús el Santo de Dios73, el santo y justo Siervo del Señor, del que nos habla Isaías 74. La santidad implica la separación de las pasiones y de todo elemento profano e impuro. Esta separación se inicia por la vocación a la fe 75 y por la incorporación a Cristo mediante el bautismo. Pero la santidad exige un esfuerzo continuado durante toda la vida del cristiano. Por eso, los cristianos han de esforzarse por imitar la santidad de Cristo, ya que es su más perfecto modelo. Si la imitación de Cristo ha de ser la norma suprema de la moral cristiana, es porque la vida de Jesús es la manifestación humana más perfecta de la santidad de Dios 76.
También el santo temor del Dios-Juez (v.17) ha de ser un es eficaz para trabajar por adquirir la santidad 77. Aunque los cristianos invoquen a Dios como a su Padre, según la enseñanza del mismo Cristo 78, han de mantenerse siempre en una actitud de temor reverencial. Al mismo tiempo, no han de olvidar que es un Dios justo, que dará a cada uno según sus obras 79, sin hacer distinción ¿e personas 80. Por eso hay que vivir cristianamente, según el ideal de la santidad divina, manteniéndose ajenos a todo lo que pudiera desagradar al Padre celestial. Hay que tener confianza en la providencia paternal de Dios; pero, al mismo tiempo, hay que temer al Juez que puede precipitar el alma en la gehenna, como decía el mis-mo Jesús 81. Entre los antiguos la idea de paternidad evocaba no sólo el amor, sino también el temor reverencial que se debía tributar a los padres 82.
La verdadera patria del cristiano está en el cielo. Por eso, ha de trabajar por librarse de todo lo que le pudiera apartar de la meta durante su peregrinación por este mundo 83.
El apóstol recuerda un tercer motivo que ha de incitar a los fieles a la santidad: han sido rescatados con un altísimo precio, con la sangre preciosa de Cristo (v. 18-19). La sangre de Cristo es llamada justamente preciosa dice San Ambrosio porque es sangre de un cuerpo inmaculado, porque es sangre del Hijo de Dios, que nos ha rescatado no sólo de la maldición de la Ley, sino también de la muerte perpetua 84. Por eso, los cristianos han de recordar que fueron rescatados 85 del vano vivir que les habían transmitido sus padres. El autor sagrado se refiere evidentemente al culto de los ídolos 86, supremas vanidades de los paganos. Durante siglos y siglos sus padres fueron esclavos de la idolatría y de los vicios que llevaba consigo. Pero ahora Dios los ha rescatado no con plata y oro, sino con la sangre del cordero sin mancha. Es un precio infinito, divino87. San Pedro tal vez aluda al cordero pascual, que debía ser sin defecto, y cuya perfección física era figura de la perfección moral de Cristo y de la inmunidad de todo pecado 88. La representación de Cristo como cordero pascual era cosa conocida y corriente entre los primeros cristianos 89. De igual modo, el valor expiatorio de la sangre de Cristo formaba parte de la tradición primitiva cristiana.
El plan de la redención del mundo había sido decretado antes de la creación del mundo, desde la eternidad. Pero el cumplimiento estaba reservado al fin de los tiempos, es decir, a los tiempos mesiánicos (v.20), que eran considerados como la última etapa de la historia, como la plenitud de los tiempos 90. Semejante manifestación y redención de Cristo ha de excitar a los cristianos a la confianza y moverlos a la santidad, ya que Dios llevó a cabo la obra de la redención por amor de ellos 91. Los primeros cristianos tenían conciencia de esta predilección y se sentían objeto y centro de toda la historia de la redención 92.
La fe que poseen los fieles es obra también del Cordero inmaculado 93. Dios Padre, después de aceptar el sacrificio de su Hijo, inmolado por los cristianos, le resucitó de entre los muerto y le dio la gloria (v.21) para sostener la fe y la esperanza de esos fieles. Porque creyendo que Dios resucitó y glorificó a Jesús, también esperarán resucitar y ser glorificados, pues por su conversión han venido a ser miembros del Cuerpo de Cristo. Pedro presenta la resurrección de Cristo como fundamento de nuestra fe 94. La resurrección es el objeto principal de la fe cristiana en la primitiva Iglesia, porque mostraba a Cristo en su gloria más plena 95.



Exhortación a la caridad, 1:22-25.
22 Pues por la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para una sincera caridad, amaos entrañablemente unos a otros, 23 como quienes han sido engendrados no de semilla corruptible, sino incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios, 24 porque toda carne es como heno, y toda su gloria, como flor de heno. Secóse el heno y se cayó la flor, 25 mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta palabra es la que os ha sido anunciada.

Después de hablar de los motivos de nuestra santificación, el autor sagrado pasa a tratar de la caridad fraterna. Supone que la fe ha obrado tan eficazmente sobre sus lectores, que ha purificado sus almas de motivos egoístas por la obediencia a la verdad 96 y ha dado origen en ellos a un sincero amor para con sus hermanos. La santidad del cristiano presupone como postulado fundamental el amor fraterno. El amor fraterno debe constituir el distintivo del cristiano 97. Por eso, San Pablo afirma que la caridad fraterna ha de ser preferida a todos los carismas 98. San Juan también habla de la unión en la caridad como señal de la santidad cristiana.
Por la obediencia a la verdad, es decir, al Evangelio 100, han purificado sus almas. Esta purificación tiene aquí sentido moral y ritual: por el bautismo han sido limpiados de sus pecados y han iniciado, de este modo, la vida de la santidad. Esta santificación se ordena no solamente a una perfección meramente personal, sino que también se ordena al amor fraterno. La idea de santidad como dice el P Spicq es, pues, fundamentalmente comunitaria, eclesiástica101
La razón por la cual han de amarse tan íntimamente es la de haber sido engendrados sobrenaturalmente a una nueva vida (v.23). Son hermanos en Cristo; y como hermanos, engendrados por un mismo Padre, han de quererse sinceramente. La vida sobrenatural la han recibido no de un padre terreno, sino del mismo Dios 102, mediante un semen incorruptible e inmortal, que es su palabra divina, es decir, el Evangelio. Esta palabra de Dios es viva, en cuanto comunica la vida sobrenatural103, y permanente, porque es eternamente eficaz 104. Tiene un poder divino, creador y eterno. Sólo esta virtud divina es capaz de fecundar el alma humana y hacer florecer el germen divino de la vida de la gracia 105. Algunos autores 106 prefieren ver en el semen de que habla la epístola una alusión al Espíritu Santo, considerado como fuente inmediata de nuestra divinización.
San Pedro pone de relieve en los v.24-25 el valor eterno y la eficacia inexhaurible de la palabra de Dios, contraponiéndola a la caducidad e inestabilidad de las cosas de este mundo. La cita con la que ilustra este pensamiento está tomada de Isa_40:6-8, según los LXX. Santiago en su epístola 107 aduce también este texto de Isaías.

1 Cf. Jua_1:42; ver Me 3:16; J. M. Bover, El nombre de Simón Pedro: EstEcl 24 (1950) 2 Mat_16:16-18. 3 El término apóstol fue sustituyendo paulatinamente al más primitivo de ios Doce. Cf. Erfaux, Pour l'histoire du títre Apostóles dans le T.N. 4 RSR 48 (1960) 76-92. 5 4.15-19; cf. 2Pe_1:10. 6 2:11. 7 Jua_3:20; Heb_12:228.cf· 2 Cor 5.6; Efe_2:19; Heb_11:13. Filón (De agricultura kpatr Çí' 2'108) Va decía que toda alma sapiente considera realmente el cielo como Por esrf' tler.ra como un destierro, y que posee la morada del cuerpo como una cosa extraña. se considera peregrina (ðáñåðéäçìåÀí) sobre la tierra. 8 Mac 1:27; Jua_7:35. 9 Stg_1:1. 10 Hec_16:7; Hec_18:2; Hec_19:1-10. 12 Epist. ßï ad Traianum 96:95.6. 11 Act 2:9- 13 El término ðñüãíïïóéò es una expresión petrina, que se encuentra sólo aquí y en Hec_2:24. Esta presciencia no implica únicamente un mero acto intelectual, sino que también supone el decreto y la intención divinas en orden a la elección y a la salud eterna de los cristianos. 14 Gf. Hec_2:23. 15 8:28-30. 16 1:4s. 17 Según el texto griego, åí Üãéáóìþ sería in sanctificatione, noín sanctificationem de la Vulgata, e indicaría el medio o el instrumento por medio del cual se ejecuta una acción. 18 Efe_1:3-4; 2Te_2:135. 19 Mat_26:28; Heb_12:24. 20 Exo_24:1-8. 21 lPe 2:9-10; 22 Num_19:9.13.20. 23 propósito de estas fórmulas trinitarias se puede consultar J. Lebreton, Histoire du ne de la Trinité (París 1927) vol.1 P-353S, y E. G. Selwyn, The First Epistle ofSt. Peter. monal Notes: The Trinitarian formula in 1:2 p.247-250. 24 3:18. 25 Tn 14:27' 26 U- Holzmeister, Exordium prioris Epistolae Sti Petri: VD 2 (1922) 209-12. 27 13:15·Sa ( áÕåííÞóáâ) término propio de San Pedro (1:23), pero que expresa la misma idea que Juan cuando habla del nuevo nacimiento del cristiano: Jua_3:3-5; 1Jn_2:29; 1Jn_3:9. 28 Cf. Gal_6:15; Tit 3:5- 29 Rom_6:3-4; Rom_8:11; 1Co_15:16-19; 1Te_4:13. Véase S. Lyonnet, La valeur sotériolo-gique de la résurrection: Gregorianum 39 (1958) 295-318; J. M. González Ruiz, Muerto po* nuestros pecados y resucitado por nuestra justificación: Bi 40 (1959) 837-858. 30 Rom_5:51 Tit_1:2; 3:7- 31 Rom 8:17; Gal 4:7- 32 Cf. Jua_6:39. 33 Teófilo García De Orbiso, Praelectiones exegeticae de Novo Testamento (Roma 1958) p. 696. é 34 Mat_5:34. l! 35 Mat_6:20. 36 Cf. Heb_11:1. 37 Heb_12:6-8. 38 2Co_4:17. 39 Mat_5:11-12. 40 Stg_1:2-3. 41 Cf. Hec_5:41; Rom_5:35; 2Co_6:10. 42 1Pe_1:6-9; 1Pe_2:20; 1Pe_3:13-17; 1Pe_4:12-19; 1Pe_4:5.9. 43 Cf. Sal_66:10; Pro_17:3; 1Co_3:13; Rev_3:18. 44 Mat_25:21.34; 1Co_4:5. 45 El códice B, las versiones Peshitta, Sahídica, Vetus Latina, Vulgata, Armena y los Padres San Policarpo y San Ireneo tienen el partic. aoristo éäüíôåò; en cambio, APL(K) y otros teñen el perfecto åúäüôåò. 47 Cf. Jua_20:29 48 M. Sales, o.c. p. 535. 49 Cf. Mt 13:17- 50 Lo que aquí llama el autor sagrado el Espíritu de Cristo es llamado en el v.12 Espíritu Sanio. Es llamado Espíritu de Cristo porque procede de El y es enviado por El. Este texto vale, por lo tanto, para demostrar que el Espíritu Santo procede también del Hijo. 51 Cf. Jua_14:16-18; Jua_16:13. 52 Cf. Epíst. de Bernabé 5:6; San Ignacio Mártir, Ad Magn. 8:2; Ad Philad. 5:2. 53 Is 52:13-53:12; Sal 22. 54 Luc_24:26-27. Cf. A. M. Vitti, La conoscenza del vero messianesimo dei vaticini presso é Profeti: Gregorianum 18 (1937) 30-51. 55 Cf. 2 Txim 2:5.ns. 56 Hec_2:23-36; Hec_3:18. 57 A. Charue, o.c. p. 446. 58 Cf. Num_24:17; Deu_18:15. 59 J. Bonsirven, Le Judaisme. I p.386s. 60 Mat_13:16-17; Luc_10:24. 61 Cf. G. Kittel, Theol. Wórterbuch G. í.Ô. 62 p.401-413. 63 Cf. 2Pe_1:20. 64 La Vulgata supone la lección åéò ä = in quem, que está poco atestiguada. Es más segunda Acción åéò Ü = in quae, es decir, en aquellos bienes anunciados por los profetas, que los anseles desean ver. 65 1Co_2:7-11. 66 cf. Tomás, Suma Teol i q.57 3.5. 67 Epíst. de Bernabé 5:6; el Pastor de Hermas, Sim. 9:12:1-3; San Ignacio Mártir, Ad n. 8:2; Ad Philad. 5:2; San Justino, Apoí. I 31-36. 68 Exo_12:11; Tob_5:5; Efe_6:145. 69 Hec_17:30; Rom_1:18.243; Efe_4:18. 70 Mat_5:48. 71 1Te_4:3. 72 Lev_19:2s; cf. 11:443; 20:7-8. 73Jn_1:6 :x69. 74 Hec_3:14; Hec_4:27-30; cf. Is 52:13-53:12. 75 Efe_4:1. 76 A. Gharue, o.c. p-447. 77 Cf. 1Co_9:27; 2Co_5:10; Flp_2:12; Heb_12:28. 78 Mt 6:x9;cf. Dídaje'Mat_8:3. 79 1Co_4:45; 2 Cor 5,ios. 80 San Pedro emplea aquí el término raro ïðôñïóùôôïëÞìôùâ = sine acceptatione perso-narum, que ya había sido usado por él mismo en el discurso al centurión Cornelio (Hec_10:34; cf. Stg_2:1). 81 Mt 10:28; Luc_12:4-5. 82 Cf. Lev_19:3; Eco_3:1-16. 83 Cf. 1Pe_1:1. 84 Lib. VII in Lucam c.12. 85 El término Ýëõôñþ·9çôå, de ëõôñïþ, significa redimir dando un precio, dejar en libertad a un esclavo, o a un prisionero, después de pagar el precio del rescate. 86 El vano vivir = ìïôôáßáâ es una expresión que se aplica en los LXX y en el Nuevo Testamento al culto de los ídolos: Lev_17:7; Jer_8:19; Jer_10:14; Sab_13:1ss; Hec_14:15; 1 Tes 87 Cf. 1Co_6:20. Si ením homo dice Pelagio (In 1 Cor 6:20: PL 30:734) a servo para la Pecunia comparato continuam exigit servitutem, quanto magis ille, qui nos sua morte re- 88 Exo_12:5; cf. Lev_14:10; Lev_22:18; Is 53; Jua_1:29.36. Cf. de Ambroggi, La salvezza nelle Were di S. Pietro: Scuol. Catt. 61 (1933) I 431-446. 89 1Co_5:7; Jua_19:36. 90 Gal_4:4. 91 Cf. Lev_22:20; Gal_2:20. 92 Cf. 1 Cor io,n. 93 En v.21, BA y Vg leen ðéóôïýò = fideles; SCTR y sir. = ðéóôåýïíôáò: creyentes; el cod.33 = ðéóôåýóáíôáò. * 94 Hec_2:32-36; Hec_2:3,15-17; Hec_4:10. 95 Flp_2:9-11. 96 La Vulgata, la Siríaca y la Bohaírica leen: oboedientia caritatis. Sin embargo, todos los códices griegos tienen oboedientia veritatis, que ha de ser preferido. En la segunda parte del v.22 leen con BA, Vg y algunos minúsculos: åê êáñäßáò = entrañablemente. 97 Jua_13:345; 1Jn_3:14. 98 1 Cor 13. 99 1Jn_4:16s; 1Jn_5:1. 100 2Te_2:13.14. 101 G. Spicq., ágape vol.2 (París 1959) p.315 nota 3. 102 Jua_1:13. 103 Cf. 1Pe_1:3. 104 Cf. Santi.15. 105 Bonnetain, Gráce: DBS III 1097; J- Starcky, Logos: DBS V 49?ss. 106 Así G. Thils, L'ensegnement de S. Fierre (París 1944) P-77- 107 Stg_1:1ï-éé.