I Juan 1 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 12 versitos |
1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocando al Verbo de vida, —
2 porque la vida se ha manifestado y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó —,
3 lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros. Y esta comunión nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
4 Os escribimos esto para que sea completo vuestro gozo.
5 Este es el mensaje que de El hemos oído y os anunciamos, que Dios es luz y que en El no hay tiniebla alguna.
6 Si dijéremos que vivimos en comunión con El y andamos en tinieblas, mentiríamos y no obraríamos según verdad.
7 Pero si andamos en la luz, como El está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.
8 Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros mismos y la verdad no estaría en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad.
10 Si decimos que no hemos pecado, le desmentimos y su palabra no está en nosotros.
11 Mijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo.
12 El es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.

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Introducción a I Juan

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Primera Epístola de San Juan.

Introducción.

Autenticidad y canonicidad de la epístola.
a) Testimonio de la tradición. Las tres epístolas de San Juan presentan, sin duda alguna, grandes semejanzas con el cuarto evangelio. Las analogías son evidentes en lo referente a la doctrina, al vocabulario y al estilo. Estos escritos nos muestran un mundo de ideas y un lenguaje que sólo ha hablado y escrito San Juan Apóstol. Un lenguaje sencillo y sublime, al mismo tiempo que transmite un mensaje de verdad, de luz, de pureza y de amor. Toda la ideología teológica es de San Juan l.
Por este motivo, la mayoría de los escritores admiten que el autor de los escritos joánicos es el mismo San Juan Apóstol. Y para los que admiten que el cuarto evangelio es obra de San Juan Apóstol no hay ninguna dificultad en reconocer que también San Juan Apóstol es el autor de estas epístolas. Esto mismo se deduce del acuerdo frecuente entre los argumentos internos de dichos escritos y los testimonios más antiguos de la tradición.
En efecto, entre las epístolas católicas, la primera epístola de San Juan es, con la i Pe, la mejor atestiguada por la tradición. Era ya conocida y recibida en un círculo bastante amplio a mediados del siglo II después de Cristo. Y algunos de los testimonios provienen de iglesias bastante distantes de la iglesia a la cual San Juan dirigió inmediatamente su carta.
El testimonio más antiguo es el de San Policarpo (f 155), discípulo del mismo San Juan, que en su Epístola a los Filipenses 2 alude claramente a 1 Jn 4:2-3, y también a 2Jn_1:7 . Eusebio 3 afirma que Papías había utilizado la 1 Jn. También es muy probable que la haya conocido San Justino (f entre 163-167), como se ve por las citaciones o reminiscencias que se encuentran en sus obras4. Al final del siglo u o comienzos del siglo ðé tenemos el testimonio explícito del Fragmento de Muratori (lín.26-31), que cita el comienzo de la 1 Jn 1:1-4. También se encuentra en las antiguas versiones, como la Vetus Latina (s.11). Es atribuida a San Juan explícitamente por San Ireneo (f 203)5. Clemente Alejandrino (f 211) comentó la 1 Jn en las Hypothyposeis y atribuye muchas veces la epístola al apóstol Juan en sus Stromata6. Dionisio de Alejandría se funda en la 1 Jn para hacer observaciones críticas acerca del Apocalipsis 7.
También es atribuida a San Juan por Tertuliano (f 245) 8 y por Orígenes (f 254) 9. Por eso, dice Eusebio que, además del cuarto evangelio, la 1 Jn es recibida por todos como auténtica 10. De igual modo, San Jerónimo afirma que era considerada como canónica por todos los hombres competentes de la Iglesia 11. Y lo mismo enseña, todavía con mayor energía, San Agustín 12.
Se encuentra asimismo en todos los cánones de las diversas iglesias, tanto orientales como occidentales: así lo demuestran el canon de Mommsen; el canon que nos han transmitido Orígenes y San Atanasio; el canon de Eusebio; el de los concilios de África de fines del siglo IV (Hiponense, Cartaginense III y IV) y la Epístola a Exuperio, del papa Inocencio I.
b) Semejanzas con el cuarto evangelio. Las pruebas de crítica interna que confirman la atribución de 1 Jn al mismo autor del cuarto evangelio, son igualmente abundantes y convincentes. Las semejanzas entre ambos escritos, en lo referente al estilo, a la estructura de las frases, a la repetición de locuciones joánicas, al vocabulario, a la teología, son muy estrechas y acentuadas. El parentesco es tan estrecho dice Vogels cuanto es posible: ambos escritos son todavía más hermanos que no lo son, entre ellos, Le y Act, 1 y 2 Tes, Gal y Rom, Ef y Col. La semejanza es tal, que debe provenir no sólo del mismo ambiente, sino de la misma pluma. 13
La fraseología de la 1 Jn es muy parecida a la del cuarto evangelio. Existen frases semejantes en ambos que no se encuentran en otros escritos del Nuevo Testamento: hacer la verdad; dar testimonio de; permanecer en Dios, en el Hijo, en el Padre (en sentido místico); haber nacido de Dios, de la verdad, del mundo, del diablo; guardar los mandamientos, la palabra. Se encuentran frases enteras semejantes en 1 Jn y en Jn 14.
El estilo también es, en uno y otro escrito, de carácter semítico muy acentuado: proposiciones que comienzan por todo o por kccí, como en hebreo; tendencia al paralelismo, a la antítesis y a la inclusio. El estilo también parece demostrar que el autor de la 1 Jn y el del cuarto evangelio es el mismo. W. F. Howard 15 ha mostrado, en contra de C. H. Dodd 16, que las concordancias de estilo y vocabulario son tan frecuentes y unánimes, que no se puede dudar de la unidad de autor. Las diferencias existentes son de poca importancia, y menos frecuentes que entre las mismas cartas de San Pablo.
Las ideas doctrinales principales manifiestan también un estrecho parentesco. En ambos escritos, Cristo es llamado Logos, fyíonogenes, Salvador 17. Se insiste especialmente sobre su venida en la carne y se afirma que logró borrar el pecado mediante su encarnación 18. La conversión al cristianismo es considerada como un nuevo nacimiento, como un paso de la muerte a la vida. Se encuentran las mismas antítesis: luz y tinieblas, verdad y mentira, vida y muerte, amor y odio, Dios y el mundo, los hijos de Dios y los hijos del diablo, los discípulos y el mundo. Se da mucha importancia a la caridad o amor fraterno, llamado mandamiento nuevo. La 1 Jn y el cuarto evangelio dan gran relieve al oficio de iluminador atribuido al Espíritu Santo 19. Por todo lo cual podemos concluir que en los puntos esenciales en el terreno doctrinal coinciden plenamente la 1 Jn y el cuarto evangelio.
c) Diferencias de la 1 Jn con el cuarto evangelio. Por otra parte, entre ambos escritos existen diferencias importantes, que han hecho dudar a algunos autores sobre su unidad (J. Reville, J. Wellhausen), y a otros les han llevado a negarla (C. H. Dodd). Algunas expresiones características del cuarto evangelio no se encuentran en la 1 Jn: nacer de arriba, ser de abajo, juzgar y juicio, Espíritu Santo, Escritura y Ley (en el sentido de Sagrada Escritura), salvar y salvación, gloria y glorificación, perder y pérdida, buscar, enviar. Por el contrario, ciertos términos propios de la 1 Jn no son empleados por el cuarto evangelio: negar el Padre, negar el Hijo, tener el Padre, tener el Hijo, comunión, parusía, propiciación, germen de Dios, anticristo, victoria, mensaje, unción. Además, el estilo de la 1 Jn es bastante menos semítico que el del evangelio.
Por otra parte, el nombre de Paráclito, dado en el cuarto evangelio al Espíritu Santo, es atribuido en la 1 Jn a Cristo 20. En la epístola se espera la llegada de la parusía, y esta perspectiva dirige la vida moral 21. En cambio, en el cuarto evangelio apenas se encuentra semejante idea. La imagen de expiación por la sangre de Cristo 22 no se encuentra bajo esta forma en el evangelio 23.
d) Conclusión. No obstante estas diferencias, creemos que la tesis tradicional se impone fuertemente. La razón es que tiene en su favor el testimonio unánime de la tradición antigua, el peso de las afinidades verbales y, sobre todo, las semejanzas doctrinales. Las enseñanzas teológicas son, en ambos escritos, fundamentalmente las mismas, y las diferencias son más bien secundarias y de poca importancia. Por lo cual sostenemos que el apóstol San Juan es el autor de ambos escritos: 1 Jn y cuarto evangelio.
Las particularidades propias de la 1 Jn se pueden explicar por las diversas circunstancias que motivaron la composición de la carta, especialmente la necesidad de luchar contra los errores doctrinales, que comenzaban a pulular entonces.

Destinatarios de la 1 Jn.
La epístola no tiene encabezamiento. Por eso no sabemos con certeza a quiénes fue dirigida. Sin embargo, de la misma 1 Jn se desprende que los lectores debían de tener relaciones muy estrechas con el autor. Llama a sus lectores hijitos míos (nueve veces), carísimos (seis veces); conoce la firmeza de su fe 24, sus disposiciones íntimas 25, las luchas que han de sostener 26. La falta de toda indicación concreta de personas y de lugares, que se advierte en la 2.a y 3.a epístolas de San Juan, sugiere que la 1 Jn va dirigida a las iglesias de alguna región y no a una comunidad particular. Por otra parte, sabemos que los lectores eran convertidos del paganismo 27 desde hacía tiempo 28 y que estaban expuestos a recaer de nuevo en la mentalidad pagana. Algunos ya habían apostatado abiertamente, convirtiéndose en anticristos 29. Estas defecciones dejaban vestigios dolorosos en la comunidad. Ante esto, San Juan se decidió a intervenir, componiendo una epístola de carácter pastoral para preservar a los fieles de los peligros.
La tradición antigua afirma que San Juan Apóstol pasó los últimos años de su vida en Efeso, en donde escribió el evangelio 30 y desde donde habría desarrollado una intensa labor apostólica 31 en favor de las comunidades cristianas de la provincia proconsular de Asia. A estas mismas iglesias habría dirigido San Juan su primera epístola, así como su evangelio. El elogio que hace la 1 Jn de la fe de los destinatarios corresponde bien a la situación de las iglesias a las cuales van dirigidas las cartas del Apocalipsis 32. Algunas merecían, sin duda, el ser amonestadas por haber decaído en su fervor primitivo; pero el conjunto era fiel a la ortodoxia.
San Agustín 33 y otros autores latinos antiguos intitulan la 1 Jn de una forma un tanto extraña: Epístola loannis ad Parthos. Como no sabemos que San Juan haya tenido relación con los partos, los autores tratan de explicar este extraño título de diversas maneras. Para unos existiría la confusión con ôôñüâ ôôÜíôáò = ad omnes, que presupondría en la 1 Jn una carta encíclica. Para otros, el origen de la confusión habría que buscarlo en el hecho de que Clemente Alejandrino, en su obra Adumbrationes, presenta la 2 Jn como escrita ðñïò ðáñâÝíïõâ ad virgines. Algún copista habría abreviado la expresión, y, en lugar de ôõñüò ôôáñ3Ýíïõâ, habría escrito ðñïò ðÜñéïõò = ad Parthos. El título así modificado habría pasado de la 2 Jn a la 1 Jn.

Ocasión y finalidad de la 1 Jn.
Es frecuente entre los autores ver en la 1 Jn una carta que habría escrito San Juan para acompañar la publicación del cuarto evangelio y servirle como de prefacio. A esto parece aludir el Canon de Muratonii (1Jn.27ss) y Clemente Alejandrino 35. Sin embargo, la mayoría de los autores prefieren ver en la 1 Jn un suplemento del cuarto evangelio. Todos, desde luego, reconocen que la 1 Jn está estrechamente vinculada al cuarto evangelio tanto por la época de composición como por su finalidad.
Por la misma epístola se ve que en las Iglesias a las cuales va dirigida habían surgido falsos doctores, falsos profetas, anticristos 36, entregados a toda suerte de desórdenes morales, a errores doctrinales. Afirmaban amar a Dios 37, y odiaban a sus hermanos 38; pero más bien amaban al mundo, porque eran del mundo 39. Pretendían conocer a Dios con un conocimiento especial y permanecer en El sin observar sus preceptos 40. Y llegaba su locura hasta considerarse sin pecado41. Negaban la encarnación de Cristo42 y afirmaban que Jesucristo no era el Mesías ni el Hijo de Dios 43. Rechazaban, por consiguiente, la verdadera redención por la sangre de Cristo derramada realmente en la cruz 44. Con estas doctrinas trataban de seducir a los fieles. Por eso, San Juan, con el fin de oponerse a estas tendencias corruptoras del verdadero cristianismo, confiesa claramente que Jesús era Hijo de Dios y que había derramado su sangre, que es la que nos purifica de todo pecado y lo constituye en propiciación nuestra y de todo el mundo45.
¿Quiénes fueron estos falsos profetas y doctores? Algunos escritores antiguos, como San Ir éneo 46, creen que San Juan alude en esta carta a los errores de Cerinto. Este enseñaba que Jesús no era el Hijo de Dios, pues el Verbo habría habitado en él sólo transitoriamente. Jesús había nacido según él de María y José, conforme al orden natural, y en el bautismo el Verbo había descendido sobre él, permaneciendo con él hasta la pasión, y después le abandonó. Por otra parte sabemos que San Juan se encontró con Cerinto en Efeso 47. Por eso, tal vez San Juan Apóstol se proponga en esta epístola confutar dichos errores y confirmar a los cristianos en la fe. Otros autores, como Bonsirven y Schnackenburg48, piensan que San Juan combate en su primera epístola las diversas formas de gnosticismo, que ya habían comenzado a difundirse a fines del siglo i y que se desarrollarán plenamente en el siglo II.
La finalidad de la 1 Jn es, por lo tanto, la misma que la del cuarto evangelio 49: probar que Cristo es Dios y que en Cristo encontramos la vida eterna y quedamos unidos por medio de El a Dios 50.

Tiempo y lugar de composición.
El tono de la epístola dice Charue es el de un anciano que se dirige a generaciones más jóvenes, de un meditativo que ha penetrado profundamente y vivido largamente la revelación del Maestro y la enseñanza de la Iglesia primitiva. Todo, en la doctrina y en su expresión, manifiesta que estamos en la época del cuarto evangelio, sin duda un poco después de la publicación de éste.51 La razón es que los temas teológicos que se encuentran en la 1 Jn están más desarrollados que los del evangelio e incluso parece que el autor de la epístola supone conocido el evangelio por sus lectores. La 1 Jn ha de ser considerada como uno de los escritos más tardíos del Nuevo Testamento. Es una obra de larga maduración y meditación, en donde están reunidos los datos esenciales del dogma, de la moral y de la mística cristiana 52.
La composición de la 1 Jn habría que colocarla en una época posterior a la redacción del Apocalipsis, porque la situación creada por la herejía parece haber mejorado en la epístola con relación al Apocalipsis 53. La fecha de composición, por consiguiente, se podría fijar entre la redacción del Apocalipsis (entre 90-96) y la muerte de San Juan (hacia el 100).
Como lugar de composición suele señalarse Efeso, la ciudad en donde vivió y murió el apóstol. Sin embargo, no existen argumentos positivos.

Doctrina de la 1 Jn.
La 1 Jn puede considerarse como un resumen de la teología de San Juan. Merece ser tenida como el prototipo de la teología espiritual cristiana. La riqueza doctrinal de esta epístola es notable. El apóstol expone en forma práctica las verdades más importantes del Evangelio, que le sirven de base para su instrucción moral.
Para San Juan, Dios es luz 54. Los cristianos han de caminar en esta luz si quieren tener comunión con El55. Dios es santidad56. Para ser hijos de Dios hay que evitar el pecado y ser santos 57. Dios es amor 58. Y para participar del amor de Dios es necesario amar a los demás cristianos 59.
Jesucristo es el punto central de su doctrina: El es el Verbo que se manifestó al mundo 60; El es el Hijo de Dios, el Unigénito, el Verbo de vida61. El que niegue esto tendrá el espíritu del anticristo 62. El Padre envió a su Hijo al mundo para manifestar su amor por la humanidad 63. Jesucristo se entregó a la muerte para redimirnos 64, nos purificó del pecado por medio de su sangre 65, y se convirtió en nuestra propiciación 66, mereciéndonos la unión con Dios y el poder ser hijos de Dios 67. En Cristo está la vida eterna, y si nos unimos a El por medio de la gracia, conseguiremos la vida eterna 68.
En la 1 Jn se insiste particularmente sobre la divinidad de Cristo. Este aparece más trascendente que en el cuarto evangelio. Se le atribuyen todas la prerrogativas del Padre, porque con El tiene una misma naturaleza y actividad.
La 1 Jn también nos habla de la vida nueva del cristiano. Los cristianos han nacido de Dios, y son hijos de El 69. En la vida presente gozan de una íntima unión con Dios, de modo que Dios mora en ellos70, y después de esta vida verán a Dios tal como es71. Los cristianos han de practicar la caridad fraterna 72, porque sin ella no serán hijos de Dios, sino que caminarán en tinieblas 73. El que no ama a sus hermanos no puede amar a Dios 74.

Lengua y estilo de la 1 Jn.
La 1 Jn es considerada como epístola por la Vulgata y por la mayoría de los autores antiguos. Sin embargo, hablando en sentido estricto, no es una carta, pues le faltan elementos formales externos propios del género epistolar: el encabezamiento, los saludos iniciales y la despedida. Por otra parte, como la carta contiene trozos pare-néticos75, sería mejor considerarla como una especie de carta homilética dirigida a las iglesias del Asia Menor conocidas de San Juan.
El estilo y la lengua de la 1 Jn son muy parecidos a los del cuarto evangelio. El autor sagrado expresa las grandes verdades de la vida divina, sobrenatural, con un vocabulario reducido y una frase muy sencilla. Aunque escribe el griego Koiné con suficiente corrección, se advierte inmediatamente que es un semita hablando arameo el que escribe. Esto explica la tendencia al paralelismo y a las antítesis: luz y tinieblas, amor y odio, Dios y el diablo 76. También emplea la ¿ndusio, a la manera semítica 77. La mayoría de las proposiciones son unidas por êáé, como se hace en hebreo por medio del wau; en cambio, escasean las partículas äå y yáp. Las preposiciones varían poco. Emplea sobre todo dos: åí y åê. Usa con bastante frecuencia la expresión ðÜò ó con el participio, y el artículo seguido del participio (47 veces) 78.
San Juan es un místico contemplativo que imprime significación profunda a las palabras más sencillas. Con una impresionante simplicidad sabe producir efectos admirables y comunicar majestad y grandeza a sus escritos. El paralelismo, la uniformidad de las frases, la repetición de las palabras, la predilección por el estilo directo, la yuxtaposición de sentencias sencillas y precisas, el énfasis que da a ciertas palabras e ideas, todo impresiona vivamente el espíritu y la imaginación del lector79. Tiene las ideas fundamentales siempre presentes al pensamiento. A veces las deja para volver después sobre ellas. Es un estilo que progresa en forma que podríamos llamar circular: un estilo de ondas concéntricas, en que las ideas se suceden progresivamente. Juan como dice el P. Alio completa lentamente su idea. Primero la da en conjunto; después la analiza, variando un poco o repitiendo sus expresiones. Se diría que el evangelista no ha agotado jamás sus conceptos, tan vastos son, mientras que son tan restringidos sus medios de expresión. 80 Por eso, generalmente no hay ilación lógica de pensamiento en la 1 Jn; sin embargo, se puede percibir un desarrollo coherente. La solemnidad y la unción con que está escrita esta epístola hacen que sean impresionantes las amonestaciones del apóstol81.

Integridad de la 1 Jn.
El texto griego ofrece pocos problemas textuales. Sin embargo, la Vulgata nos presenta un pasaje que plantea un grave problema de crítica textual. El texto suena así: Quoniam tres sunt qui testimonium dant in cáelo: Pater, Verbum et Spiritu Sanctus, et hi tres unum sunt. Et tres sunt qui testimonium dant in térra: Spiritus et aqua et sanguis, et hi tres unum sunt. 82 Las palabras subrayadas han recibido el nombre de Comma loanneum. Este texto no se encuentra en ningún manuscrito griego, excepto en cuatro tardíos. Falta también en todas las versiones orientales antiguas. Y aunque se encuentra en la mayor parte de los manuscritos latinos, sin embargo, falta también en los mejores y más antiguos Mss de la Vetus Latina y de la Vulgata. Los códices más antiguos de la Vulgata (AmiatinuSy Fuldensis, Armachanus, Sangermanensis, Vallicellanus) no tienen el Comma. Lo tienen, en cambio, los códices posteriores al siglo IX (Cavensis, Lemovicensis, Complutensis, Toletanus). Por lo dicho se puede suponer con fundamento que el Comma no se leía en la Vulgata primitiva.
Antes de Prisciliano, obispo de Avila (f 380), ningún Padre de la Iglesia, sea griego o latino, aduce este texto; lo cual resultaría inexplicable si se hallase en la 1 Jn, ya que lo habrían utilizado, a no dudarlo, en las controversias trinitarias.
La primera atestación segura del Comma se encuentra en un escrito priscilianista español llamado el Líber Apologeticus, atribuido a Prisciliano por muchos autores 83; otros, siguiendo a dom G. Morin 84, lo atribuyen a Instancio, discípulo de Prisciliano. En el texto priscilianista los testimonios terrestres están delante de los celestes: Sicut lohannes ait: tria sunt quae testimonium dicunt in térra aqua, caro et sanguis, et haec tria in unum sunt, et tria sunt quae testimonium dicunt in cáelo Pater, Verbum et Spiritus, et haec tria unum sunt in Christo lesu.85 Después de Prisciliano los tres testimonios celestes son citados frecuentemente en los documentos españoles y africanos.
Los estudios modernos sobre la autenticidad del Comma llevan a las conclusiones siguientes:
a) El Comma no es auténtico, sino una interpolación en el texto latino de la Vulgata. En la Iglesia primitiva era desconocido tanto en Oriente como en Occidente.
b) En Oriente nunca fue aceptado; en cambio, en Occidente, sí. Pero hay que distinguir dos épocas: en la primera época es desconocido por todos los testimonios (Vetus Latina, Tertuliano, San Cipriano, San Hilario, San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín, Lucífero Cal.), excepto en España, en donde comienza a aparecer.
c) En España revistió dos formas: una ortodoxa, a través de la Vetus Latina, y otra con elementos heréticos, bajo la influencia de Prisciliano. La forma priscilianista tal vez dependa de la exégesis alegórica de San Cipriano, sobre los tres testigos terrestres nombrados por San Juan.
a) Al principio debió de ser probablemente una nota marginal existente en los manuscritos latinos de la 1 Jn. Hacia mediados del siglo IV pasó del margen al texto en algún códice de la Vetus Latina copiado en España. En el siglo í entró en la Vulgata, como nota marginal, en la recensión de San Peregrino. En el siglo VII San Isidoro de Sevilla lo trasladó del margen al texto. A partir del siglo XII fue introducido en las demás recensiones de la Vulgata debido a la influencia y difusión del texto hispánico de la Vulgata, a la autoridad de un prólogo a las epístolas católicas atribuido falsamente a San Jerónimo y a la naturaleza teológica del texto, de tanta utilidad para las demostraciones escolásticas 86.
Sobre la autenticidad del Comma se comenzó a disputar ya en el siglo xvi. Erasmo de Rotterdam lo suprime en las primeras ediciones de su Nuevo Testamento griego (1516-1519). Pero la controversia se agudizó sobremanera en el siglo xix cuando todas las ediciones críticas del Nuevo Testamento lo excluían basándose en razones críticas. Muchos católicos, sin embargo, lo defendían, apoyándose en razones teológicas, principalmente en el decreto del concilio de Trento, según el cual han de ser recibidos todos los libros íntegros, con todas sus partes, tal como se leen en el texto de la Vulgata 87.
La Iglesia católica, ante las dudas de algunos católicos, respondió con un decreto del Santo Oficio (13 de enero de 1897), en el que declaraba que no se podía negar tuto sin peligro, ni siquiera poner en duda la autenticidad del texto de la 1 Jn 5:7. Sin embargo, seis meses después, el cardenal Vaughan, deseoso de pacificar ciertos ambientes ingleses excitados por la decisión del Santo Oficio, obtuvo de personas autorizadas la seguridad de que la Sagrada Congregación no había intentado cerrar el debate 88. Y, en efecto, varios autores católicos prosiguieron el estudio crítico del Comma. El arzobispo de Friburgo, en Brisgovia, concedió el Imprimatur para la publicación de una memoria de K. Künstle 89 en la que negaba el origen joánico del Comma y lo atribuía a Prisciliano. Las discusiones continuaron. Y, finalmente, el 2 de junio de 1927 el Santo Oficio publicaba una interpretación oficial del decreto de 1897, en la que precisaba: Este decreto fue dado para frenar la audacia de los doctores privados que se arrogaban el derecho de rechazar enteramente la autenticidad del Comma joánico, o, al menos, la ponían en duda con un juicio definitivo. No quiso de ninguna manera impedir que los escritores católicos examinaran el asunto más profundamente y se inclinaran, después de haber ponderado bien en todas sus partes los argumentos con la moderación y prudencia que requiere la gravedad de la cuestión, hacia la sentencia contraria a la autenticidad, con tal de que se mostrasen dispuestos a someterse al juicio de la Iglesia, a la cual fue confiado por Jesucristo el encargo no sólo de interpretar las Sagradas Escrituras, sino también el de custodiarlas con fidelidad. 90 Con esta declaración la controversia quedó resuelta. Y hoy día los exegetas se pronuncian unánimemente en contra de la autenticidad joánica del Comma. El decreto del concilio de Trento, que define sagrados y canónicos los libros íntegros con todas sus partes en la medida en que fueron usados por la Iglesia en el decurso de los siglos y pertenecen a la Vulgata Latina 91, no se opone a la manera de pensar de los escrituristas. En efecto, la Iglesia griega y las Iglesias orientales nunca admitieron el Comma. Y éste no se encontraba en la verdadera Vulgata de San Jerónimo.

Plan de la 1 Jn.
Muchas han sido las divisiones propuestas por los autores, sin que ninguna sea satisfactoria. La epístola no sigue un plan lógico, sino más bien analítico. El P. F. M. Braun 92 la divide de este modo: una corta introducción (1:1-4); cuatro grandes temas, que son presentados en dos partes (1:5-2:28 y 2:29-4:6), correspondiéndose paralelamente. Una tercera parte (4:7-5:12), sobre la fuente de la caridad y de la fe, completa las dos anteriores. Sigue la conclusión (5:13) y dos complementos (5:14-17 y 5:18-21).
1) Introducción: Testimonio sobre el Verbo, principio y fuente de vida (1:1-4).
2) Primera parte: El cristiano ha de caminar en la luz (1:5-2:28). Principio: Caminar en la luz (1:5-7).
a) Romper con el pecado (1:8-2:2).
b) Observar los mandamientos (2:3-11).
c) Guardarse del mundo (2:12-17).
d) Desconfiar de los anticristos (2:18-28).
3) Segunda parte: El cristiano ha de vivir como hijo de Dios (2:29-4:6). Principio: Vivir como hijos de Dios (2:29-3:2).
a) Romper con el pecado (3:3-10).
b) Observar los mandamientos (3:11 -24).
c) Guardarse del mundo (3:13; 4:5-6).
d) Desconfiar de los falsos profetas (4:1-4).
4) Tercera parte: La fuente del amor y de la fe (4:7-5:12).
a) Hay que amar, pues Dios es amor (4:7-5:4).
b) Hay que creer, pues no hay nada más grande que el testimonio de Dios (5:5-12).
5) Conclusión: Objeto del escrito (5:13).
6) Apéndices:
a) La oración por los pecadores (5:14-17).
b) Resumen de la epístola (5:18-21).

1 Cf. R. M. Díaz, Les epistoles catoliques, en La Biblia de Montserrat vol.22 p.164. 2 7,i :PG 5:1012. 3 Hist. Eccl. 3:39:17: PG 20:300. 4 Gf. Apología I 32:8 = 1 Jn 2:11; 3:9; Apología II 6:5 = 1 Jn 3:8; Dial, con Trifón 123, I Jn 3:1.22; 2:3; 5:3- 5 Adv. haer. 3:16:5:8: PG 7:925.927. 6 Stromata 2:15:66; 3:4:32; 5:44; 6:45. 7 Eusebio, Hist. Eccl. 7:25:7-8. 8 Adv. Prax. 15; Scorp. 12; Adv. Marc. 5:16. 9 In lob 5:3, citado por Eusebio, Hist. Ecd. 6:25:10: PG 20:584; In lesu Nave 7:1. 10 Hist. Ecd. 3:24:17: PG 20:268. 11 San Jerónimo dice textualmente: ab universis ecclesiasticis et eruditis viris probari (De viris illustr. 9: PL 23:655). 12 In 1 4:8; De doctrina christ. 2:8. 13 Einleitung in das N.T. p.232. 14 Compárense, por ejemplo, 1 Jn 1:6 con Jn 12:35; 1 Jn 1:8 con Jn 8:44; 1 Jn 2:15 con Jn 5:42; 1 Jn 4:16 con Jn 6:69; 1 Jn 5:9 con Jn 5:34. Cf. Chaine, o.c. p, 10453. 15 W. F. Howard, The Common Authorship ofthe John Cospel and Epistles: JTS 48 (1947) 12-25. 16 C. H. Dodd, The First Epistle and the Fourth Cospel: BJRL 21 (1937) 129-56. 17 1 Jn 1:1 = Jn 1:1; 1 Jn 5:20 = Jn 1:1; 20:29; 1 Jn 4:9 == Jn 1:18. 18 Cf. 1 Jn3:5 y Jn 1:29. 19 Cf. A. Feuillet, Les Épitres Johanniques, en Introduction a la Bible, de A. Robert-a., II (Tournai 1959) p.695s; A. Charue, Vie, lumiére et glorie chez S. Jean, en Goliat. Namurcenses (1935) 65-77.229-241. 20 1 Jn 2:1. 21 1 Jn 2:18-28; 3:2ss. 22 1 Jn 2:2; 4:10. 23 Cf. A. Feuillet, o.c. II 9.6965. 24 1 Jn 2:20; 3:15 25 1Jn_2:12 SS. 26 1 Jn 2:26; 4:1. 27 1 Jn 5:21. 28 1 Jn 2:7.24; 3:11. 29 1 Jn 2:19. 30 San Ireneo, Adv. haer. 3:1:1. 31 Cf. F. M. Braun, en La Sainte Bible de Pirot-Clamer, vol.io p.sois. 32 Ap 1:4-3:22. 33 San Agustín, Quaest. evang. II 39: PL 35:1353. Lo mismo dicen San Beda Ven. (PL 93:9-10), los comentaristas Posidio, Idacio Claro, Casiodoro (PL 70:1369-1370) y el tratado Contra Varimadwn, de Virgilio de Thapse (PL 62:359). 34 Cf. J. Chaine, o.c. p. 123-124. 35 En Eusebio, Hist. Eccl 7:25. 37 I Jua_2:18 ; 4:1. 1 Jn4:20. 38 1 Jn 2:9-ii. 40 Í Jn2:456.4'5' 42 1 Jn 4:2s. 43 1 Jn 2:22; 4:3.145. 44 1 Jn5:6. 45 1 Jn 1:7; 2:2; 4:10. 46 Adv. haer. 1:26: PG 7:686. 47 Cf. San Ireneo, Adv. haer. 3:3. 48 R. Schnackenburg, Herders Theologischer Komrnentar zum N.T. (Friburgo in Br. *953J p.20; J. Bonsirven, L'Épitre premiére de S. Jean: Verbum Salutis2 (París 1954). 49 Cf. 1 Jn 1:3-4; 5:13 y Jn 20:31. 50 Cf. M. Sales, Le Lettere degli Apostoli vol.2 (Turín 1914) p.5?i. 51 A. Charue, o.c. p-5p8. 52 F. M. Braun, Les Épitres de Saint Jean, en La Sainte Bible de Jénisalem?· (París 1960) P.209. 57! Jn3:2S. 53 A. Charue, o.c. p.soS. 54 1 Jn 1:5. 55 1Jn_1:6 . 56 1 Jn 2:29. 57 1 Jn5:11. 58 1 Jn 4:8. 59 1 Jn4:7. 60 1 Jn 1:1.2. 61 1 Jn 2:22; 4:9. 62 Un 4:3. 63 1 Jn4:9- 64 1 Jn3,16. 65 1 Jn 1:7. 66 1 Jn 2:2. 67 1 Jn 3:1-2. 68 4:7-12; 4:19-5:3· 69 1 Jn 2:29; 3:1; 4:7; 5:1. 70 1 Jn 2:5s. 71 1 Jn 3:2. 72 1 Jn3:23- 73 1 Jn 2:9ss; 3:10.173. 74 1 Jn 4:20. 75 Cf. 1 Jn 2:15-17; 3:11-24; 76 Emplea el paralelismo en 1:5-10; 2:10-11; 4:7-8; la antítesis en 3:7-10; 4:4-6; 5:18-19· 77 1 Jn 2:18; 3:9; 5:10. 78 Se puede ver un estudio muy detallado del léxico y del estilo de la 1 Jn en J. Chaine, Ñ-104-113, en donde lo compara con el léxico y el estilo del cuarto evangelio. 79 Cf. R. M. díaz, o.c. p.iÓ7. 80 E. B. Allo, Apocalypse* (París 1933) p.CCXVIII. 81 Cf. H. Willmering, Epístolas de S. Juan, en Verbum Dei vol-4 (Barcelona 1959) P-440. 82 1 Jn 5:7b-8a. 83 El Líber Apologeticus ha sido publicado por Sheps en el Corpus Scriptorum Ecclesias-ticorum Latinorum (CSEL) 18. 84 Études, Textes, Documents I (París 1946) 440-444. 85 Tractus 1:4: CSEL 18:6. 86 A estas conclusiones llega Teófilo Ayuso Marazuela en su trabajo Nuevo estudio sobre el Comma /ohanneum, acompañado de la edición crítica del cap. 5 de la primera epístola de S.Juan: Bi 28 (1947) 83-112.216-235; 29 (1948) 52-76; cf. De Ambroggi, o.c. p.212; M. Del Álamo, Los tres testificantes de la i Ep. de Juan: CultBi 4 (1947) 11-14; DBS 2:67-73; W. Thie-Le, Beobachtungen zum Comma lohanneum (i Jn 5:7â)'- ZNT W 50 (1959) 61-73. 87 Cf. EB 58-60. 88 Cf. RB(1898)p.149. 89 Das Comma lohanneum auf seine Herkunf untersucht (Friburgo in Br. 1905). Véanse otros trabajos citados por E. Tobac en su estudio Le Comma lohannis: Collectanea Mechli-niensia (1930)p.5ss. 90 EB 136. 91 EB 60; 0784 92 F. M. Braun, Les Épitres de Saint /âáç, en La Sainte Bible de Jérusalem2 (París 1960) p.aios.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Juan 1,1-10

Capitulo 1.



Introducción.
C omienza la 1 Jn con un prólogo en el que se expone el objeto de la epístola. El autor sagrado quiere hablar a los cristianos del misterio de Jesucristo, que se hizo hombre y vino al mundo para dar a los hombres la vida eterna. San Juan mismo fue testigo de la manifestación del Verbo en el tiempo, y ahora quiere dar testimonio de ese acontecimiento extraordinario para que los fieles puedan participar más plenamente de la comunión con Cristo.



Testimonio sobre el Verbo, principio y fuente de vida,
1:1-4.


1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocando al Verbo de vida, 2 porque la vida se ha manifestado y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó , 3 lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros. Y esta comunión nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. 4 Os escribimos esto para que sea completo vuestro gozo.

El prólogo de esta epístola es solemne y majestuoso como el del cuarto evangelio y tiene estrecho contacto con él. El pensamiento central de ambos prólogos la encarnación del Verbo es el mismo. También presentan semejanzas en cuanto al fondo y a la forma. Ambos prólogos designan a Cristo con el nombre de Verbo = Logos; ambos comienzan con la expresión al principio; en los dos se da mucha importancia a la vida.
El autor sagrado, contrariamente a la costumbre de los antiguos y de los escritores del Nuevo Testamento, comienza su carta prescindiendo del saludo. También omite su nombre y título, como sucede en el cuarto evangelio, pero afirma su carácter de testigo de la manifestación del Verbo. El comienzo ex abrupto da a esta epístola la traza de una homilía.
La introducción de la 1 Jn constituye un evidente paralelo del prólogo del cuarto evangelio. Presenta de modo más sucinto la misma teología. El autor sagrado quiere hablar de Jesucristo como Verbo de Dios, el cual se encarnó por amor a los hombres. Vino al mundo con el fin de procurar la vida eterna a la humanidad. El apóstol va a revelar ahora a sus lectores este gran misterio. Lo que era desde el principio (v.1). El pronombre neutro lo que (quod = Vulgata) designa la persona del Verbo, y será precisado poco después con las palabras el Verbo de vida. San Juan ha querido designar al Hijo de Dios por medio de un giro impersonal y abstracto, porque la persona del Verbo desborda los estrechos moldes de las categorías humanas. Para el discípulo amado la existencia sin principio ¿el Verbo era (çí) siempre actual.
Evidentemente, San Juan alude a las primeras palabras del cuarto evangelio 2: Al principio era el Verbo. El autor sagrado comienza afirmando la eternidad del Verbo, para pasar en seguida a afirmar la divinidad de Jesucristo. El Verbo invisible de Dios se hizo visible un día tomando carne humana. Los apóstoles pudieron verlo, oírlo, palparlo y tratarlo con íntima familiaridad. La elección y gradación de estos verbos debe ser consciente y está llena de sentido. La encarnación y aparición del Verbo en figura humana es una extraordinaria revelación que Dios ha hecho a los hombres. Los apóstoles le siguieron y oyeron sus palabras de vida, creyendo firmemente en su divinidad.
San Juan expresa la gran familiaridad que acompañaba al trato cotidiano que tenían los discípulos con el Maestro, afirmando: nuestras manos palparon al Verbo de vida, es decir, al Logos 3, a la segunda persona de la Santísima Trinidad, en la cual estaba la vida4, que es comunicada a los hombres. Posiblemente San Juan se refiere a situaciones determinadas en que merecieron ver y tocar de una manera muy especial a Jesucristo 5.
Teniendo en cuenta el paralelo del prólogo del cuarto evangelio, la expresión Verbo de vida no se ha de interpretar de la palabra viviente, es decir, del Evangelio, sino del Verbo, persona divina. Se trata del Logos preexistente y eterno, que se encarnó por amor a los hombres.
A continuación el autor sagrado introduce un paréntesis (v.2) para explicar cómo ha podido ver, oír y tocar al Verbo de vida. La Vida se ha manifestado en forma sensible en el Verbo encarnado y resucitado, con el cual habían convivido los apóstoles. Las palabras de la 1 Jn son como un comentario del prólogo del cuarto evangelio, en donde se dice que en el Verbo estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.6 Esta vida es la vida misma de Dios, de la divinidad poseída por el Verbo, descrita aquí como vida7, que se manifestó en la encarnación para comunicarse a los hombres por la gracia y luego por la gloria. El Padre es la fuente de la vida y la posee sin limitaciones. El Hijo nos revela esa vida y nos la comunica 8.
El concepto de Vida eterna usado por San Juan para describir la divinidad debía de ser mucho más comprensible para sus lectores que el concepto abstracto de ser perfectísimo, preferido por los filósofos. La palabra Vida es uno de los términos favoritos de San Juan, que emplea frecuentemente tanto en las epístolas como en el evangelio 9.
Cristo, al encarnarse, nos manifestó el misterio hasta entonces oculto de la verdadera Vida, que sólo se encuentra en Dios. El Verbo fue la más auténtica manifestación de la esencia oculta de Dios. Pero el Logos se manifestó no únicamente a través de las palabras, sino sobre todo por medio de hechos, de obras, que descubren de un modo especial algo de lo que es la esencia divina 10.
Los apóstoles tuvieron la dicha de ver la manifestación de la vida divina. Por eso dan testimonio de esa verdad, para producir y reafirmar en los fieles la fe en la vida eterna (v.2). Cristo es llamado aquí explícitamente la vida eterna en cuanto que es el portador de esa vida divina y, al mismo tiempo, el Mediador de esa vida para comunicarla a los hombres. El Verbo es la vida eterna que estaba en el Padre, y se manifestó a los hombres en la persona de Jesús. La vida eterna tiene, pues, un sentido personal, lo mismo que en el v.1 el Verbo de vida.
San Juan, después del paréntesis en el que ha explicado cómo ha podido ver y oír al Verbo, vuelve a hablar de la realidad misteriosa de la divinidad de Cristo: lo que hemos visto y oído, es decir, el Verbo encarnado, os lo anunciamos (v.3). San Juan insiste sobre esto porque quiere que sus lectores tengan una fe firme en esta verdad negada por los falsos profetas. La fe en la divinidad de Jesucristo hará a los fieles participantes de la vida divina y les reunirá en una misteriosa comunión vital. De este modo los que no le han visto, ni oído, ni tocado participarán también del gran beneficio que nos ha traído Cristo, o sea la unión con Dios. El apóstol escribe no para conseguir la comunión 1J que ya posee, sino para hacer participantes a sus lectores de la experiencia de los que vivieron con Cristo, con el fin de introducirlos en el corazón de la unidad cristiana, en la comunión con el Padre y el Hijo. Los apóstoles son el trámite por el cual los fieles pueden conseguir la comunión con las personas divinas.
Tener comunión con Dios significa participar de los bienes divinos, de Dios mismo, mediante la participación de la naturaleza divina por ja gracia 12. Pero el cristiano ha de tener también comunión con el Hijo de Dios, Jesucristo, pues la unión con el Padre sólo se puede alcanzar por medio de su Hijo.
El autor sagrado afirma claramente que Jesucristo es el Hijo de Dios. De esta manera se proclama la igualdad y distinción entre el Hijo y el Padre, verdades que tendrán mucha importancia en las luchas cristológicas posteriores.
La comunión de los cristianos con Dios es, al mismo tiempo, una comunión entre ellos mismos, porque, estando unidos al Padre y al Hijo, los fieles están unidos entre ellos, están animados por la misma vida. Esta comunión será expresada bajo diferentes formas: el cristiano permanece en Dios y Dios en él 13, ha nacido de Dios 14, es de Dios 15, conoce a Dios 16. Al Padre llegamos por el Hijo. Y la comunión con el Padre y con el Hijo supone el acuerdo y la unión con los apóstoles, es decir, con la jerarquía y con toda la Iglesia. Por eso afirmaba San Beda el Venerable que, para obtener la comunión con Dios, es necesario conservar la unión con los apóstoles y sus sucesores. Y San Cipriano escribía por su parte: No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por madre.17
Sin la comunión de los fieles con Dios y la unión con los apóstoles, la alegría de San Juan sería incompleta (v.4) 18. La alegría más grande del apóstol consiste en difundir la gracia del Evangelio y en hacer vivir las almas en la comunión íntima y vital con Dios, fuente de todo gozo. Y esta alegría redunda ante todo en gozo personal suyo al saber que los fieles están íntimamente unidos a Dios 19. San Juan expresa en el v.4 la alegría del apostolado. Su alegría proviene de la comunión de los fieles con Dios y entre sí; es, por consiguiente, análoga a la que Cristo experimenta en su unión con el Padre 20.




Primera parte: el Cristiano ha de caminar en la Luz, 1:5-2:28.
San Juan explica a continuación a los fieles en qué condiciones pueden permanecer en comunión con el Padre y el Hijo. Y desarrolla este tema bajo la imagen del caminar en la luz. Primeramente enuncia un principio general: es necesario caminar en la luz (1:5-7); después añade cuatro condiciones prácticas (1:8-2:2; 2:3-11; 2:12-17; 2:18-28), que examinaremos más tarde.



Principio: Es necesario caminar en la luz, 1:5-7.
5 Este es el mensaje que de El hemos oído y os anunciamos, que Dios es luz y que en El no hay tiniebla alguna. 6 Si dijéremos que vivimos en comunión con El y andamos en tinieblas, mentiríamos y no obraríamos según verdad. 7 Pero si andamos en la luz, como El está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.

El mensaje que San Juan ha recibido del Verbo es que Dios es luz (í.æ). Con esto no intenta darnos una definición filosófica de Dios, sino que pretende designarlo en un aspecto que cuadra perfectamente a su intento. Esta definición de Dios se asemeja a aquellas otras: Dios es amor 21, Dios es espíritu 22. El apóstol lo enuncia como una nueva revelación. Sin embargo, la idea de que Dios es luz y de que el Mesías es la luz de las naciones es ya conocida en el Antiguo Testamento 23. La luz es el símbolo de la gloria y de la majestad de Dios Padre. En los Evangelios es también empleado para designar a Cristo 24, que tuvo como misión el disipar las tinieblas del error y del pecado. San Juan dice de El que era la luz verdadera que. ilumina a todo hombre25. La luz se manifiesta en Cristo, que es el resplandor de la gloria del Padre, y a su vez resplandece en la revelación cristiana 26.
Si San Juan presenta la idea de que Dios es luz como una nueva revelación, la razón hay que buscarla en la acepción profunda en que toma dicho concepto. Al decir Dios es luz, quiere expresar la suma perfección de Dios, que excluye todo lo que puede suponer imperfección, tinieblas. Porque Dios es espíritu puro, inteligencia perfecta, fuente de la luz y de la verdad que ilumina a los hombres y los conduce a la vida divina.
La idea de que Dios es luz ha de entenderse como se deduce del contexto en un sentido más bien moral que intelectual: la luz permite ver la senda por donde se camina, para no apartarse de los caminos de Dios 27. Una luz puramente intelectual sirve poco para caminar hacia la santidad y la perfección cristianas.
San Juan corrobora la misma idea de que Dios es luz por un segundo miembro de paralelismo antitético: Y en El no hay tiniebla alguna. Del mismo modo que la luz es símbolo de la verdad y del bien, las tinieblas son el símbolo del error y del mal 28. El pecado es obra de las tinieblas 29.
Tinieblas, en lenguaje joánico, significa ausencia de verdad y de bondad moral, predominio del error y del pecado 30. La lucha entablada entre la luz y las tinieblas es una idea característica de San Juan. Pero el discípulo amado no admite el dualismo ontológico de los persas o de los gnósticos, sino que acentúa la absoluta superioridad de Dios sobre el mal 31.
Si en Dios no puede haber tinieblas, por ser la luz y la verdad rnisma, el que vive en comunión con El (v.6) no puede caminar en tinieblas 32. El pretender poseer la comunión con Dios y caminar, al mismo tiempo, en tinieblas es un contrasentido, una cosa imposible. Y el que se atreva a decirlo, miente. Porque la verdad no está unida jamás a las tinieblas. Una vida de pecado no puede conducir, de ninguna manera, a la unión con Dios.
Andar en tinieblas y no hacer la verdad son dos expresiones hebraicas que repiten y subrayan, siguiendo el paralelismo semítico, el mismo concepto. La verdad se opone a la mentira, a las tinieblas y el mal. Obrar la verdad es amoldar nuestra vida y conducta a las normas del Evangelio; es cooperar con Dios, que obra en nuestra alma 33; es, en definitiva, imitar a Cristo, siguiendo fielmente la doctrina que El nos enseñó 34.
Los documentos de Qumrán hablan igualmente de caminar en la luz y en las tinieblas, del espíritu de error y del espíritu de verdad 35.
San Juan parece que quiere reaccionar como se verá por el resto de la epístola contra algún error doctrinal que consideraba el pecado como cosa indiferente. En los capítulos 2-4 nos habla el apóstol de ciertos herejes que participaban tranquilamente en las orgías de los cultos paganos por creerse investidos de una gnosis o conocimiento superior a la doctrina cristiana que les garantizaba la impunidad. De los gnósticos provenían probablemente los valen-tinianos, que en el siglo n presumían de ser espirituales por naturaleza, y, en consecuencia, no necesitaban seguir una buena conducta 36.
A caminar en las tinieblas opone el apóstol el andar en la luz (v.7). Caminar en la luz 37 es llevar una vida buena y santa. Dios es luz 38 y está siempre en la luz; por eso, nosotros debemos caminar también en la luz 39. Por el hecho de ser Dios luz y amor40, el que está unido a El no podrá menos de llevar una vida de luz y de amor, guardando sus preceptos, especialmente el del amor fraterno41. Participando de la luz, participamos de la vida de Dios y nos unimos a El, al mismo tiempo que nos unimos a los demás fieles. Para la comunión con Dios es indispensable la comunión con los fieles que creen en Jesucristo y observan sus palabras. Porque, si los cristianos están unidos entre sí, es gracias a la participación que tienen en la vida del Padre. La unión mística con Dios y entre los fieles es la consecuencia del caminar en la luz. San Juan insiste en esta idea para oponerse a los herejes, que se gloriaban de una unión personal e inmediata con Dios.
En el v.3 ya nos ha hablado San Juan de la unión saludable con Dios y con Jesucristo mediante la comunión previa de los fieles con los apóstoles. Para tener comunión con Dios hace falta antes tener comunión con los fieles. La comunión eclesiástica dice A. Charue , asegurada por la fidelidad de todos a las mismas directrices, es la condición y la prenda de la obra auténtica de la gracia en los fieles42. Cuando los fieles mantienen esta comunión, entonces la sangre redentora de Jesús tiene su plena eficacia, sobre los cristianos. La sangre derramada en sacrificio expiatorio sobre el Calvario nos purifica de todo pecado. Se trata de la purificación cada día más íntima de las almas que caminan en la luz, pero que no logran evitar todo pecado. El cristiano tiene necesidad de una purificación constante de las malas inclinaciones y de los pecados actuales que continuamente comete. Jesucristo, derramando su sangre en la cruz, satisface por nuestros pecados y nos merece su perdón43.
La importancia de la sangre de Cristo en la obra de la salvación parece haber impresionado vivamente a San Juan. En el Apocalipsis ensalza el poder expiatorio de la sangre del Cordero inmolado por los hombres44.
El apóstol, probablemente, se vio obligado a insistir sobre el misterio de la sangre redentora, porque herejes como Cerinto le negaban toda eficacia salvadora, ya que enseñaban que Jesús no era Dios. San Juan afirma categóricamente que es la sangre del Hijo de Dios, porque, al hacerse hombre y tomar la naturaleza humana, a causa de la unidad de persona, se puede llamar con razón sangre del Hijo de Dios45. De aquí procede su eficacia expiatoria y salvadora.



Romper con el pecado, 1:8-2:2.
8 Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros mismos y la verdad no estaría en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad. 10 Si decimos que no hemos pecado, le desmentimos y su palabra no está en nosotros. O i Mijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo. 2 El es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.

El apóstol, que ha dicho que la sangre de Cristo nos purifica de todo pecado, quiere ahora mostrar que todos tenernos necesidad de purificación. Ciertos herejes o algunos miembros descarriados de la Iglesia debían de sostener que no cometían pecados. Los gnósticos, sobre todo, se dejaban llevar de una orgullosa autosuficiencia y afirmaban que el creyente que llegaba a la gnosis no pecaba. 48.
A esos pretenciosos declara San Juan que quienquiera que tal piense no está guiado por la verdad, sino que es víctima del propio engaño. Nadie puede afirmar que está libre de pecado. La universalidad del pecado es una doctrina que se encuentra ya en el Antiguo Testamento47 y es reafirmada en el Nuevo Testamento48 y definida por el concilio de Trento 49.
Parece ser que San Juan se refiere como se deduce del contexto (v.9) a pecados personales, actuales, graves o leves, todavía no perdonados. Aún no han sido perdonados porque hay que confesarlos, y son pecados personales y actuales por el hecho de que todos caemos en muchos pecados50. El concilio Milevitano II da la interpretación de los v.8 y 9 contra los pelagianos, declarando excomulgado al que interpreta las palabras de San Juan simplemente como una expresión de humildad y no como la afirmación de una verdad51.
El que realmente pretenda no tener pecado, se engañará a sí mismo y la verdad no estará en él (v.8). La autosuficiencia lleva también al autoengaño. Al pretender ser impecables, nos seducimos, nos engañamos a nosotros mismos. Y al obcecarnos no podremos ver la verdad.
En lugar de negar los pecados hay que reconocerlos y confesarlos (v.9). De la misma manera que en la epístola de Santiago52, también aquí parece referirse San Juan a una práctica de confesión en uso entre los judíos, corno lo fue también muy pronto entre los cristianos 53. Muchos autores han querido ver en este versículo de la 1 Jn una alusión a la confesión sacramental, ya que es el mismo San Juan quien recuerda el poder de perdonar los pecados conferido a los apóstoles 54. Existiría entre nuestro pasaje y el texto evangélico un paralelo verbal evidente. Según esto, se podría ver aquí una alusión a la confesión sacramental, pues San Juan sabía que los apóstoles habían recibido el poder de perdonar los pecados.
Sin embargo, la exégesis antigua (Teofilacto, Ecumenio, San Agustín, San Beda) ha visto aquí únicamente la acusación humilde e interior de los pecados delante de Dios55. El concilio Tridentino, al hablar de la institución del sacramento de la penitencia, aduce 1Jn_1:9 junto con Stg_5:16, pero sin definir el sentido exacto de los textos 56. A partir del siglo XVII, muchos teólogos, siguiendo a San Roberto Belarmino, han visto en este versículo de la 1 Jn una mención de la confesión sacramental. Esto tal vez sea precisar demasiado y dar al pensamiento de San Juan más de lo que en realidad contiene. Probablemente sería más exacto decir que el apóstol afirma la necesidad de confesar nuestros pecados, pero sin especificar el dónde y cómo.
Dios otorga el perdón de los pecados a aquel que sincera y humildemente pide perdón, porque Dios es fiel y justo. Es decir, Dios se muestra justo, porque sus sentencias son siempre justas 57; y es fiel, porque siempre cumple lo prometido 5S. Dios es misericordioso para con el que llora sus pecados y, al mismo tiempo, muestra su justicia al dar a cada uno lo merecido. Dios desea que confesemos nuestros pecados para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad. Esta es la intención misericordiosa de Dios. Este perdón nos ha sido conseguido por la sangre redentora de Cristo59.
Todos somos pecadores e incurrimos continuamente en pecados aun después de la justificación. Decir lo contrario sería tratar a Dios de mentiroso (v.10), pues repetidas veces se afirma en la Sagrada Escritura que el hombre es pecador60. El hombre que no se reconoce culpable se priva de la luz que le comunicaría la palabra de Dios, la enseñanza divina del Evangelio, que es la que confiere al alma la verdad y la hace verdaderamente libre61. El apóstol se refiere a toda clase de pecados actuales.

1Jn_1:1-18. 2Jn_1:1 :1. 3 El término Logos era ya bien conocido por los fieles y formó parte de la catequesis primitiva antes de ser consignado en la Sagrada Escritura. Sobre el origen del Logos, cf. M. J. lagrange, évangile selon Saint Jean7 (París 1947) p.CLXXIII. 4 Cf. Jua_1:4; Jua_11:25; Jua_14:6. 5 El verbo contemplamos (Ý3åáóÜìå3á) tal vez se refiera a ciertos momentos en que San Juan vio a Cristo de un modo más elevado (cf. Mat_17:1-13; Mar_9:1-13; Luc_9:28-36; Jua_1:14. 34; Hec_1:11). El tocar parece una alusión al caso de Tomás (Jua_20:27), ° al momento en que Jesús les dice: Palpad (Lev_24:39). 6 Jn 4 7 1Jn_5:20. 8 Jua_5:26. 9 El término vida es empleado 37 veces en el cuarto evangelio y 13 veces en las epístolas joánicas. A propósito de la literatura acerca del concepto de vida en San Juan, cf. J. Bonsirven, építres de Saint Jean, en Verbum Salutis 9 (París 1936) p.77-?8; J. B. Frey, Le concept de Vie dans l'évangile de St. Jean: Bi i (1920) 37-58.211-239; B. Bardessono, La vita eterna· in S. Giovanni: DivThom (Piacenza) 39 (1936) 15-34-1 13-142; J. Vosté, Studia loannea (Roma 1930) ñ-30-100. 10 El verbo öáíåñïõí = se ha manifestado, en los escritos joámcos, designa una revelación por medio de hechos principalmente (Jua_2:11; Jua_2:17.6; 1Jn_4:9). 11 El ut. societas nostra sit cum Patre de la Vulgata parece querer significar que ban Juan escribe para tener la comunión con las personas divinas. Es mejor comenzar un nuevo período con êáé Þ êïéíùíßá y sobrentender åóôßí. Cf. S. Muñoz Iglesias, Concepto bíblico de êïéíùíßá:SemBiEsp 12 2Pe_1:4. Cf. F. J. Rodríguez Molero, Epístolas de San Juan, en La Sagrada Escritura Nuevo Testamento III (BAC, Madrid 1962) p.353 13 (Madrid 1954)p.211ss; H. Seesemann, Der Begrifjêïéíùíßá im N.T.: Suppl. 14 de ZNTW (Giessen 1933)· 15 1Jn_2:5.6.24.27; 1Jn_3:6.24; 1Jn_4:12.13.15. 16. 1Jn_2:29; 1Jn_3:9; 1Jn_4:7; 1Jn_5:1.1 17 De unitate Ecclesiae: PL 4:508. 18. 1Jn_2:16; 1Jn_3:10; 1Jn_4:4.6; 1Jn_5:19. 1 Mn 2:3.13-14; 3:6; 4:7-8. Hay dos lecturas en los Mss: unos tienen vuestro, otros nuestro. Los códices crieeos y los latinos AFDZB leen nuestro. 19 Cf. 2 Jn 4; 3Jn_1:4; 1Te_2:19; Flp_2:2. 20 Qf. Jua_15:105. 21 1Jn_4:16. 22Jn_1:4 :24. 23 2Sa_22:29; Isa_10:17; Isa_42:6; Isa_49:6; Isa_60:19-20; Sab_7:26. 24 Lev_1:785; Lev_2:32; Jua_1:45; Jua_8:12; Jua_9:5; Jua_12:353.46. 25 Jua_1:9. 26 Cf. W. Grossouw, Pour mieux comprendre St. Jean (Malinas 1946) p.34-35- 30 1Jn_2:8s11; Jua_1:5; Jua_8:12. 31Jn_2:13; 1Jn_3:9; 1Jn_4:4; 1Jn_5:4 32 Cf. Efe_5:8ss. 33Jn_1:1 :17; Efe_8:32.44. 34 A propósito del concepto obrar la verdad se pueden consultar: R. Bultmann, Unter-suchungen zum Joh.-Evang.: ZNTW 27 (1928) 113-153; M. Zerwick: VE 18 (1938) 338-341. 373-377; A. J. Trepat, San Juan. Ideas características. La Verdad: CultBib 3 (1946) 355-356. 35 Cf 15 36 1:5; 5:3; 8:2. 37 Cf. Rom_13:13. 38 1Jn_1:5. 39. Ireneo, Adv. haer. 1:6:2: PG 7:505; Clemente Alej., Stromata 3:4: PG 8:1156 40 1Jn_4:8. 41 1Jn_2:105; 1Jn_3:10; 1Jn_4:8.16. 42 A. Charue, o.c. p.523. 43 Cf. Tomás, Suma Teol. 3 q.48 a.6; q.so a.6. 44 Cf. Rev_1:5-6; Rev_5:9-10; Rev_7:14; Rev_7:12, n. También la epístola a los Hebreos (Rev_9:12.14) nos habla del poder purificador de la sangre; y la 1 Pe (Rev_1:2.19) insiste en el valor salvífico de la sangre preciosa de Cristo. 45 La muerte y la sangre de Cristo derramada por nosotros no nos rescataría ni libraría del pecado si no fuera la sangre del Hijo de Dios. Cf. San Beda : PL 93:88. 46 En algún tiempo se atribuyó esta idea a Clemente Alejandrino: Eglogue ex scripturis 'opheticis 15: PG 9:706. Hoy, sin embargo, ya no se atribuye a Clem. Alej. Cf. Bardy, Clent d'Alexandrie (París 1926) 246-288. 47 1Re_8:46; Job_4:17; Job_15:14; Pro_20:9; Ecl_7:20; Eco_19:17; Sal_143:2. 48 Mat_6:12; Rom_3:9-18; 49 Stg_3:2. 50 1Co_4:4; Stg_3:2. 51 D 106. 52 Sant 5:16. 53 Cf. Mar_1:5; Didajé 4:14; 14:1. 54 Jua_20:23. 55 Así piensa B. Poschmann, Paenitentia secunda (Bonn 1940)Jua_68:1; en cambio, otros, como R. Seeberg, Die Sünden und die Sündenvergebung, en Festschrift Ihmels (1928) 22, ven en nuestro texto uno de los testimonios más antiguos en favor de la confesión sacramental. 56 Ses.14:5: D 899. 57 Rev_16:5-7. 58 Heb_10:23; . 59 1Jn_1:7; 1Jn_2:2. 60 Gen_6:5; Gen_8:21; 1Re_8:46; Sal_14:3; 1Jn_51:2ss; Sal_53:2; Job_4:17; Job_15:14-16; Pro_20:9; Eco_19:17; Rom_3:10; Stg_3:2. 61 Como se ve claramente, en los v.8-10 existe verdadero paralelismo. Los v.8 y 9 desarrollan un paralelismo antitético, y el v.10 repite el v.8.