Judas 1 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 25 versitos |
1 Judas” siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los amados en Dios Padre, llamados y conservados en Jesucristo;"
2 la misericordia, la paz y la caridad abunden más y más en vosotros.
3 Carísimos, deseando vivamente escribiros acerca de nuestra común salud, he sentido la necesidad de hacerlo, exhortándoos a combatir por la fe, que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos.
4 Porque disimuladamente se han introducido algunos impíos, ya desde antiguo señalados para esta condenación, que convierten en lascivia la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro, Jesucristo.
5 Quiero recordaros a vosotros que ya habéis conocido todas las cosas, cómo el Señor, después de salvar de Egipto a su pueblo, hizo luego perecer a los incrédulos;"
6 y cómo a los ángeles que no guardaron su dignidad y abandonaron su propio domicilio, los tiene reservados en perpetua prisión, en el orco, para el juicio del gran día.
7 Cómo Sodoma y Comorra y las ciudades vecinas, que, de igual modo que ellas, habían fornicado, yéndose tras los vicios contra naturaleza, fueron puestas para escarmiento, sufriendo la pena del fuego perdurable.
8 También éstos, dejándose llevar de sus delirios, manchan su carne, menosprecian la autoridad y blasfeman de las dignidades.
9 El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo contendiendo sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir un juicio de blasfemia, sino que dijo: “Que el Señor te reprenda.”
10 Pero éstos blasfeman de cuanto ignoran; y aun en lo que naturalmente, como brutos irracionales, conocen, en eso mismo se corrompen."
11 Ay de ellos, que han seguido la senda de Caín y se dejaron seducir del error de Balam por la recompensa y perecieron en la rebelión de Coré!
12 Estos son deshonra de vuestros ágapes; banquetean con vosotros sin vergüenza, apacentándose a sí mismos; son nubes sin agua, arrastradas por los vientos; árboles tardíos sin fruto, dos veces muertos, desarraigados;"
13 olas bravas del mar, que arrojan la espuma de sus impurezas; astros errantes, a los cuales está reservado el orco tenebroso para siempre."
14 De ellos también profetizó el séptimo desde Adán, Henoc, cuando dijo: “He aquí que viene el Señor con sus santas miríadas
15 para ejercer un juicio contra todos y convencer a todos los impíos de todas las impiedades que cometieron y de todas las crudezas que contra El hablaron los pecadores impíos.”
16 Estos son murmuradores, querellosos, que viven según sus pasiones, cuya boca habla con soberbia, que por interés fingen admirar a las personas.
17 Pero vosotros, carísimos, acordaos de lo predicho por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.
18 Ellos os decían que a lo último del tiempo habría mofadores que se irían tras sus impíos deseos.
19 Estos son los que fomentan las discordias; hombres animales, sin espíritu."
20 Pero vosotros, carísimos, edificándoos por vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna,
22 Cuanto a aquéllos, a unos reprendedlos, pues que todavía vacilan;"
23 a otros salvadlos, arrancándolos del fuego; de los otros compadeceos con temor, execrando hasta la túnica contaminada por su carne."
24 A aquel que puede guardaros sin pecado y haceros ante su gloria irreprensibles con alegría,
25 el solo Dios, salvador nuestro, por Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, la magnificencia, el imperio y la potestad desde antes de los siglos, ahora y por todos los siglos. Amén.

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Introducción a Judas

Times New Roman ;;;

Epístola de San Judas.

Introducción.

Personalidad del autor.
El autor de esta epístola se presenta a sí mismo como Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago (v.1). El nombre solo de Judas no permite una identificación precisa, pues hay varios personajes de la Iglesia primitiva que tenían este nombre 1. En cambio, la expresión hermano de Santiago nos hace pensar inmediatamente en Judas pariente del Señor, lo mismo que su hermano Santiago, obispo de Jerusalén 2. El que aluda a Santiago, sin más explicaciones, para presentarse a sus lectores, indica que dicho Santiago era bien conocido de las comunidades. Este no podía ser otro que Santiago, obispo de Jerusalén y hermano del Señor. San Pablo nos habla de él3 como de la personalidad más representativa de la iglesia de Jerusalén.
Judas, el autor de esta epístola, ¿fue apóstol? Así lo cree la tradición antigua 4, aunque no unánimemente, la cual lo identifica con el apóstol Judas Tadeo. Se apoya en los textos de Mc 3:18 y Mt 10:3, en donde Santiago, el de Alfeo, y Tadeo van juntos. Lucas, en cambio, designa a Judas apóstol con la expresión Éïýäáò Éáêþâïõ, dándole el sentido de Judas hermano de Santiago. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, cuando se trata de parentesco expresado por un genitivo después de un nombre, se quiere designar una relación no de fraternidad, sino de paternidad. Judas en el Evangelio, es hijo de Santiago; por lo tanto, un individuo distinto de nuestro Judas, hermano de Santiago. Por consiguiente, Judas autor de nuestra epístola y hermano de Santiago es probable que no sea apóstol, como el mismo Santiago 6.
Los hermanos del Señor parece que no eran apóstoles, pues siempre son distinguidos, tanto en los Evangelios7 como en los Hechos 8, de los Apóstoles. Además, en la literatura patrística se dan fluctuaciones y dudas acerca de la identificación de Judas, principalmente en algunos escritores de la iglesia antioquena 9. Por otra parte, la misma epístola de Judas no dice que su autor formase parte de los Doce. Todo lo contrario, parece distinguirlo del grupo apostólico, cuya enseñanza coloca .en .el pasado (Jud_1:17).-Sin embargo, aunque no fuera apóstol, su parentesco con Jesucristo le aseguraba una altísima consideración en la Iglesia naciente.
Según una tradición antigua, dos nietos de Judas que eran simples labradores fueron llevados ajuicio durante la persecución de Domiciano 10. La tradición le hace predicar primero en Palestina, después en Siria, Mesopotamia, Persia, Arabia. Habría muerto en Edesa 11.

Autenticidad y canonicidad de la epístola.
La utilización de la epístola en los primeros siglos es un tanto incierta, pues los testimonios que se han querido encontrar en los escritores del siglo n no son bastante claros. Si se admite la prioridad de la epístola de Judas sobre la 2 Pe y la dependencia de ésta respecto de aquélla, habría que admitir que la 2 Pe es el primer testimonio en favor de San Judas. El Fragmento Muratoriano (fin del s.u) coloca la epístola de Judas entre los escritos canónicos 12. En el siglo ni tenemos a Tertuliano, que cita la epístola del apóstol Judas, considerándola como canónica 13. Clemente Alejandrino escribió un comentario a la epístola de Judas 14. Orígenes atribuye la epístola a Judas apóstol, la admite en el canon y la cita con frecuencia 15. Después, muchos otros Padres, como San Atanasio, Dídimo, San Cirilo de Jerusalén, San Agustín, San Jerónimo, San Epifanio, la consideran como canónica.
Sin embargo, hay otros escritores de esta época que rechazan su autenticidad. La objeción más grave contra su autenticidad era la cita que hace la epístola del Libro de Henoc (Jud_1:14-15 = Henoc 1:9), como nos lo dice expresamente San Jerónimo: ludas, frater lacobi, parvam quae de septem catholicis est epistolam reliquit; et quia de libro Enoch, qui apocryphus est, in ea assumit testimo-nium, a plerisque reiicitur; tamen auctoritatem vetustate iam et usu meruit, et ínter sanctas Scripturas computatur16. Eusebio de Cesárea la coloca entre los antilegómena, es decir, entre los escritos discutidos 17.
A pesar de estas fluctuaciones, en el siglo IV y V se multiplican los testimonios en favor de la autenticidad de la epístola. La carta de Judas se encuentra también en todos los catálogos de los concilios y cánones (excepto el Mommsenianus), y será admitida por todos hasta los tiempos del protestantismo, en que vuelven a surgir las dudas. El concilio de Trento, teniendo en cuenta la tradición, definió su canonicidad 18.

Destinatarios.
El encabezamiento de la epístola: a los amados en Dios Padre, llamados y conservados en Jesucristo 19, es de lo más genérico y nada os dice sobre quiénes eran esos destinatarios. Algunos autores 20 han pensado que se trataba de una epístola dirigida a toda la Iglesia Sin embargo, el tenor del escrito indica que el autor mira a una situación bien precisa, que no puede convenir a todas las comunidades. Los falsos doctores no se encontraban en todas las iglesias; el tenor de los v. 17-18 se ve que hace referencia a un grupo bien determinado.
La mayoría de los autores creen que la carta fue dirigida a convertidos judío-cristianos, como parece insinuarlo el uso intensivo del Antiguo Testamento y las alusiones a tradiciones judías extra-bíblicas. También la referencia a Santiago se comprendería mejor en una carta dirigida a iglesias especialmente influenciadas por el obispo de Jerusalén. Una comunidad judío-cristiana de la región de Antioquía se adaptaría perfectamente a la índole de la epístola 21. Otros autores, Wikenhauser, Holzmeister, Chaine, Leconte, Cantinat, sin embargo, piensan que la epístola fue dirigida a cristianos convertidos del paganismo, sin que se pueda precisar la iglesia a la que pertenecían. El antinomismo y los vicios impuros que tratan de introducir los falsos doctores se comprenderían mucho mejor si se tratase de cristianos provenientes del paganismo. Un ambiente judío, por el hecho de ser más rígido, hubiera sido impermeable a tales infiltraciones. Además, parece que a los lectores a los cuales se dirigía les interesaban poco las vicisitudes de la nación judía, pues nada dice de la caída de Jerusalén del año 70.

Fecha y lugar de composición.
Muchos autores sostienen que Judas escribió su epístola antes del año 70. Su estilo tiene color semítico; sus citas de los apócrifos judíos probarían que se dirigía a los judíos. Por otra parte, si hubiera escrito después del año 70, no hubiera dejado de aludir a la ruina de Jerusalén. No obstante, hay que procurar no exagerar el alcance de estos indicios. El estilo semitizante y las citas de la literatura rabínica y apócrifos suponen únicamente que Judas había recibido una educación judía. Que no diga nada sobre la ruina de Jerusalén se explicaría bien si se admite que Judas se dirige a cristianos venidos del paganismo, los cuales se interesarían poco de lo acaecido a los judíos.
La carta supone ya un tanto lejana la predicación de los apóstoles (v.17). El hecho de que la epístola coloque en el pasado las predicciones de los apóstoles relativas a la venida de los herejes 22 se explicaría perfectamente colocando su composición después del año 70, es decir, entre el 70 y el 8o, cuando los apóstoles ya habían muerto. Creemos, por lo tanto, probable que la epístola de Judas, en la cual se inspira la 2 Pe, fue compuesta en los últimos años de la edad apostólica, entre el 70 y el 8p 23. El lugar de composición de la epístola nos es desconocido. Judas debía de estar bastante lejos del país de los destinatarios, puesto que nada dice de que les irá a visitar.

Ocasión y finalidad de la epístola.
El motivo que indujo a San Judas a escribir esta carta fue la nefasta actividad de los falsos doctores, los cuales comenzaron a esparcir doctrinas contrarias a la fe. Judas quiere prevenir a los fieles para que no se dejen seducir por los falsos doctores y los exhorta a conservar intacta la fe recibida. Los adversarios combatidos por Judas parecen ser los mismos que los de la 2 Pe.
Los errores combatidos en la epístola de Judas son semejantes a los combatidos en la 2 Pe. Lo que más ha escandalizado a los cristianos son los vicios impúdicos de los falsos doctores (v.4.8. 11.13). También les ha causado muy mala impresión el interés por el dinero y la glotonería que manifiestan (v. 11.12.16). Por otra parte, reniegan de Cristo (v.4), desconocen su soberanía (v.8), tratan los seres superiores con poca reverencia (v.5b.10).

Doctrina.
Orígenes dice a propósito de nuestra epístola: Judas escribió una carta muy breve, pero toda penetrada de divina sabiduría 24. Aunque es uno de los escritos más breves de la Biblia, contiene datos doctrinales de interés: Dios es único (v.25), Padre y salvador (v.1.s), poderoso (v.25), fuente de gracia (v.4), de caridad (v.21) y de justicia vindicativa (v.5ss). Los fieles también conocen la Trinidad (v.20-21). Jesucristo es el único Maestro y Señor (v.4). Fue enviado por el Padre para operar nuestra salvación (v.25). Es el que habla por sus apóstoles (v.17). El guarda a los cristianos (v.1) y tendrá piedad de ellos para que obtengan la vida eterna (v.21). El Espíritu Santo está presente en el alma del fiel, y en él ha de ser hecha la oración (v.20) 25.
Los ángeles existen. Unos son buenos, como San Miguel (v.9); y otros malos, como el diablo y los que han sido castigados por haber pecado (v.6.9). El cristiano ha sido llamado por Dios. La fe constituye el fundamento de la vida cristiana (v.20). El cristiano ha de luchar por conservarla (v.3) y no ha de separarla de la caridad (v.21). Si esto hace, recibirá la vida eterna (v.21), para la cual está destinado (v.16). En cambio, si se deja llevar del libertinaje (v.4b. 8.10) y del amor del dinero (v. 12.16), perderá su fe (v.4.8) y sufrirá el castigo divino (v. 4.11.145).
Judas también cree en la unidad del Antiguo y Nuevo Testamento y en el valor figurativo de la Ley Antigua (v.5.62Cr_7:11) 26·

Lengua y estilo.
El estilo es correcto y de estructura sencilla y regular. Es también de notable viveza y rico en imágenes. El vocabulario es variado, y se distingue por la búsqueda intencionada de palabras poco comunes (contiene por lo menos 12 hapax legómenon), poéticas y sonoras. La gramática es correcta y se acerca al buen griego. Emplea alguna vez el optativo, el superlativo y construcciones participiales subordinadas. Incluso muestra que conoce expresiones clásicas. Por consiguiente, la epístola nos manifiesta un serio conocimiento de la lengua griega, que sólo un buen judío helenista podía poseer. Sin embargo, contiene semitismos y el tono es de tipo semítico. Por eso la hipótesis de una colaboración redaccional no tiene nada de improbable 27.

Uso de la literatura apócrifa.
Es algo propio de esta epístola el tomar sus argumentos no sólo de la Biblia, sino también de tradiciones judías extrabíblicas. La cita que hace del Libro de Henoc (Jds v.14-15 = Henoc 1:9; cf. Jds v.7 = Henoc 9:8; 10,11; 12:4) es explícita y no admite ninguna duda. Existen, además, otros textos que presentan reminiscencias y paralelos con la Asunción de Moisés (Jds v.9.16 = Asunc. Moisés 5-5) Y con los Testamentos de los XII patriarcas (Jds v.6s).
Estas citas indujeron a bastantes escritores antiguos a rechazar la canonicidad de la epístola de Judas, como nos lo dice San Jerónimo 28. Otros, en cambio, como Tertuliano y, en cierto sentido, San Agustín 29, admitieron la inspiración de los Libros de Henoc.
Esta manera de juzgar provenía, sin duda, de una falsa noción del concepto de inspiración. El que un autor sagrado se sirva de la literatura judía o pagana no es contrario, de ningún modo, a la inspiración bíblica. Judas, como todo escritor, era tributario del tiempo y del ambiente en que vivía. Sería muy difícil que al escribir no dejase traslucir - mediante verdaderas citas o vagas reminiscencias - su conocimiento de la literatura judía. Judas no intenta hablarnos de la autoridad de los apócrifos, sino que quiere simplemente poner de relieve la culpabilidad de los herejes y la severidad del castigo que les espera. La expresión que emplea la epístola: De ellos también profetizo (ÝðñïöÞôåõóåí). Henoc, no significa que considere a Henoc como profeta. El verbo profetizar, lo mismo que el título de profeta, puede también entenderse en sentido amplio. San Pablo también da el título de profeta a un autor pagano: Bien dijo de ellos su propio profeta: Los cretenses, siempre embusteros, bestias malas y glotones.30 Se trata de Epiménides (hacia 600 a. C.), al cual nadie jamás ha considerado como profeta, en sentido propio.

1 Cf. Me 3:19; 6:3; Act 1:13; 15:22. - 2 Cf. Me 6:3. - 3 Gal 2:9. - 4 Orígenes, Ad Rom. 5:1: PG 14:1016; De principiis III 2:1: PG 11:303; Tertuliano, Decultufem. 1:3: PL 1:1308. - 5 Luc_6:16; Act 1:13. - 6 Cf. Introd. a la epístola de Santiago p.7ss. - 7 Mt 12:46-50; Me 3:31-35- - 8 Hch_1:14; cf. 1 Cor 9:5- - 9 Cf.RSR (1939) 335-351. - 10 Cf. Hegesipo, citado por Eusebio, Hist. Eccl. 3:18-20:PG 20:252-3. - 11 Nicéforo, Hist. Eccl. 2:40: PG 145:863; Eusebio, Ht'st. Eccl. 1:13: PG 20:124. - 12 Cf. EB6. - 13 Cf. Decultufem. 1:3: PL 1:1308. - 14 Cf. Eusebio, Hist. Eccl. 6:14: PG 20:549. - 15 Comm. in Mí. 10:17: PG 13:877; In los. homil. 7:1: PG 12:857. - 16 De viris illustr. 4: PL 23:61355. - 17 Hist. Eccl. 3:25: PG 20:269. - 18 Ses.4 (8 abril 1546) Decretum de canonicis Scripturis: EB 59. 19 Jd i. - 20 Ermoni (DB III col. 1808) y Calmes. - 21 Cf. Act 11:22ss; 15,iss. Ver A. Charue, o.c. 0.567. - 22 Jud_1:18.19. - 23 Cf. R. Leconte, Les Epítres catholiques, en La Sainte Bible de Jérusalem (París 1953) P-49- - 24 In Matth 10:17: PG 13:877. - 25 Cf. Rom. 8:15.26; 1 Cor 12:3. - 26 Cf. Cantinat, o.c. p.óogs; Leconte, o.c. p.46. - 27 Cf. R. M. díaz, Epistoles catoliques, en Biblia Montserrat XXII p.148. - 28 De viris illustr. 4: PL 23:61355. - 29 De dv. Dei 15:23: PL 41470. - 30 Tit 1:12.


División de la Epístola.
La epístola, con sus veinticinco versículos, presenta los elementos esenciales de una carta, la cual se desarrolla con un orden bastante preciso en sus dos partes principales:
1) Encabezamiento y saludo (v.1-2).
2) Ocasión de la carta (v.3-4).
3) Primera parte: los falsos doctores (v.5-16). a) El castigo que les amenaza (v.5-y). b ) Sus blasfemias (v. 8 -11). c) Su perversidad (v. 12-16).
4) Segunda parte: exhortación a los fieles (v. 17-23).
a) La enseñanza de los apóstoles (v. 17-19).
b) El deber de la candad (v.20-23).
5) Doxología final (v.24-25).

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Judas 1,1-25


Encabezamiento y saludo, 1-2.
1 Judas siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los amados en Dios Padre, llamados y conservados en Jesucristo; 2 la misericordia, la paz y la caridad abunden más y más en vosotros.

Judas
era un nombre muy frecuente entre los judíos por haber sido el nombre del hijo principal de Jacob. A pesar de que el autor de nuestra epístola era un pariente del Señor, sin embargo, pasa en silencio este título tan honorífico, presentándose humildemente como siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, obispo de Jerusalén, muy conocido en la Iglesia primitiva. Dirige su carta a los que Dios, en su amor, llamó a la fe y los preservó uniéndoles a Jesucristo. Los fieles han sido el objeto de un llamamiento divino. La iniciativa de este llamamiento pertenece a la voluntad amorosa de Dios Padre 1. Los fieles, una vez llamados, son conservados en Cristo, incorporados a él, como los miembros del Cuerpo místico. En cambio, los herejes, los falsos doctores, se han separado de Dios y de Cristo.
Judas desea a sus lectores una triple bendición divina: la misericordia de parte de Dios, la paz del alma con El, tal como Cristo la había prometido a sus discípulos 2, y la caridad para con el prójimo (v.2). Las semejanzas que presenta el saludo de Judas con el saludo de la 2 Pe 3 y con otros escritos apostólicos parecen indicar que tales fórmulas eran frecuentes en la Iglesia primitiva.



Ocasión de la carta, 3-4.
3 Carísimos, deseando vivamente escribiros acerca de nuestra común salud, he sentido la necesidad de hacerlo, exhortándoos a combatir por la fe, que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos. 4 Porque disimuladamente se han introducido algunos impíos, ya desde antiguo señalados para esta condenación, que convierten en lascivia la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro, Jesucristo.

De estos versículos parece deducirse que Judas tenía pensado escribir una epístola general acerca de nuestra común salud (í.â), para exhortar a los cristianos a ser más fieles a Cristo. Pero llegaron repentinamente noticias alarmantes sobre la actividad de los falsos doctores. Y, ante la inminencia del peligro, escribió esta carta-epístola, que es una carta de combate y, en su mayor parte, una diatriba contra los falsos doctores. En ella les exhorta a combatir por la fe, es decir, a luchar por conservar intacto el conjunto de verdades dogmáticas y morales que ha sido dado a los santos (v.3). La fe es considerada como ya transmitida de una vez para siempre. Forma ya una tradición que no cambia, un depósito que se ha de conservar intacto4. Esto no excluye el progreso dogmático, sino que condena toda heterodoxia. Santos designa a los cristianos.
El peligro para la fe de los lectores de Judas procede del hecho de que hombres perversos se han ido introduciendo disimuladamente entre los fieles y siembran entre los hermanos doctrinas subversivas con el fin de destruir su fe (v.4). San Ignacio Mártir conocía también predicadores ambulantes que esparcían doctrinas contrarias a la fe, de los cuales hay que huir como de las bestias salvajes 5. Su suerte ya está decidida desde antiguo. Están prefigurados en los severos castigos infligidos a los impíos, de que nos habla la Sagrada Escritura. En el v.5-y recordará algunos de estos terribles castigos. Se señalan dos inculpaciones principales contra esos falsos doctores: abusan de la gracia de Dios y de la libertad evangélica para entregarse a la lascivia y a la intemperancia y por su conducta inmoral niegan prácticamente la autoridad de Dios y de Jesucristo. El autor sagrado emplea el término äåóðüôçò, empleado ordinariamente para designar a Dios, atribuyéndolo a Cristo juntamente con el título de Êýñéïò. De donde se deduce que Judas reconoce claramente la divinidad y el supremo dominio de Cristo.




Primera Parte: Los Falsos Doctores, v.5-16.
P ara poner en guardia a los lectores contra las ideas corrosivas de los falsos doctores, les recuerda que esos malvados no escaparán a la justicia divina. Aduce tres ejemplos famosos de castigos que se leen en el Antiguo Testamento.



El castigo que amenaza a los falsos doctores, 5-7.
5 Quiero recordaros a vosotros que ya habéis conocido todas las cosas, cómo el Señor, después de salvar de Egipto a su pueblo, hizo luego perecer a los incrédulos; 6 y cómo a los ángeles que no guardaron su dignidad y abandonaron su propio domicilio, los tiene reservados en perpetua prisión, en el orco, para el juicio del gran día. 7 Cómo Sodoma y Comorra y las ciudades vecinas, que, de igual modo que ellas, habían fornicado, yéndose tras los vicios contra naturaleza, fueron puestas para escarmiento, sufriendo la pena del fuego perdurable.

Judas trae a la memoria algunos ejemplos, muy conocidos ya de los cristianos, en los que Dios infligió un severo castigo por el pecado. El primero está tomado de Num_14:1-36, en donde se nos dice que Dios hizo perecer en el desierto a los israelitas incrédulos, sin que pudieran llegar a la tierra prometida. La lección que los cristianos han de sacar de este hecho 6 es que no deben presumir de sus privilegios, ya que los israelitas, que habían sido liberados de Egipto mediante una serie de portentosos milagros, murieron, no obstante, en el desierto a causa de su incredulidad. Es digno de tener en cuenta que en nuestro texto, como en el de 1Co_10:4-9, los sucesos del éxodo son atribuidos a Cristo preexistente, que opera en la historia del mundo. El paralelismo con la 1 Cor autoriza para considerar a Jesús como sujeto, aunque se prefiera la lección Señor.
El segundo ejemplo se refiere a la caída de los ángeles y al castigo que Dios les infligió (v.6). Los ángeles habían sido creados sublimes entre todos los seres de la creación. Dios les había encomendado el gobierno del cosmos7 y les había dado la misión de interceder por los seres humanos 8. Pero ellos se rebelaron contra Dios, y entonces fueron arrojados del cielo, en donde habitaban con Dios, y aherrojados en las regiones tenebrosas del infierno. En el orco tenebroso están reservados en perpetua prisión hasta el día del juicio final, cuando los ángeles rebeldes recibirán su sentencia definitiva. En la 2Pe_2:4 se encuentra un pasaje paralelo. Ciertas expresiones de Judas pueden ser esclarecidas por textos del Libro de Henoc 9, tan estimado por nuestro autor.
El tercer ejemplo alude a la destrucción de las ciudades de la Pentápolis (v.7), que es narrada en Gen_19:455. Además de Sodoma y Comorra, la tradición había conservado el recuerdo de otras dos ciudades, Adama y Seboím, que habían desaparecido en la misma catástrofe 10. Acerca de la expresión ôïí äìïéïí ôñüðïí ôïýôïéò - simili modo (NÁc.-CoL.: de igual modo que ellas), algunos autores (Calmes, De Bruyne, Leconte) afirman que Judas asimila la falta de los sodomitas a la cometida por los ángeles, inspirándose en la interpretación sexual de Gen 6. Otros autores (Chaine, Nácar-Colunga, etc.) creen que la comparación se hace entre las ciudades secundarias de la Pentápolis y las nombradas en el texto sagrado, en cuyo caso ôïýôïò se referiría a los habitantes de Sodoma y Comorra. Pero también ôïýôïéò podría hacer referencia a los falsos doctores del v.4. A nosotros, sin embargo, nos parece más probable que Judas, influenciado por el Libro de Henoc y la literatura apócrifa, haga referencia a la idea, muy extendida entonces, de que ciertos ángeles habían pecado con mujeres n. Judas menciona juntamente el pecado de los ángeles (v.6) y el de Sodoma, como lo hacen los apócrifos judíos; por ejemplo, los Testamentos de los XII patriarcas. Los ángeles de que nos habla Gen_6:2-4 se habían aparecido en forma corporal, como los que visitaron a Abraham y a Lot. Por eso, el pecado con las mujeres sería un pecado contra naturaleza, por no ser los ángeles de naturaleza humana. Del mismo modo, Judas dice que los sodomitas habían fornicado yéndose tras los vicios contra naturaleza (v.7). El autor sagrado haría referencia aquí al hecho de que los habitantes de Sodoma, según Gen_19:1-11, quisieron infligir un trato infame a los ángeles que habían venido a visitar a Lot. Los sodomitas quisieron pecar con una carne que no era humana, que era diferente a su naturaleza. De ahí que Judas hable de los vicios contra naturaleza. Sin embargo, la mayoría de los autores entienden los vicios contra naturaleza de los pecados de sodomía.
Las ciudades de la Pentápolis, manchadas con tan abominables pecados, fueron terriblemente castigadas, sufriendo la pena del fuego perdurable (v.7). Ya el Deu_29:22ss consideraba las ruinas de estas ciudades pecadoras como tipo de los castigos reservados a los enemigos de Dios. La región donde estaban esas ciudades está constituida por tierras improductivas, quemadas; en donde las emanaciones bituminosas y de azufre, así como los vapores de fuentes de agua caliente, hacen pensar en el fuego eterno 12.



Las blasfemias de los falsos doctores, 8-11.
8 También éstos, dejándose llevar de sus delirios, manchan su carne, menosprecian la autoridad y blasfeman de las dignidades. 9 El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo contendiendo sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir un juicio de blasfemia, sino que dijo: Que el Señor te reprenda. 10 Pero éstos blasfeman de cuanto ignoran; y aun en lo que naturalmente, como brutos irracionales, conocen, en eso mismo se corrompen. 11 Ay de ellos, que han seguido la senda de Caín y se dejaron seducir del error de Balam por la recompensa y perecieron en la rebelión de Coré!

Aquí tenemos la aplicación de los ejemplos a los falsos doctores. A pesar de los terribles castigos, los falsos doctores se conducen del mismo modo que los grandes culpables a los cuales Dios castigó: manchan su carne, entregándose a la lujuria más degradante, como los sodomitas; menosprecian la soberanía y blasfeman de las glorias (v.8). Los falsos doctores rechazan la soberanía de Cristo, nuestro Señor, no haciendo caso de sus ordenaciones y entregándose a una vida licenciosa y a especulaciones heréticas. Además injurian a las glorias, es decir, a los ángeles, en los que se refleja la majestad divina. Aquí, a diferencia de 2Pe_2:10, los ángeles no son considerados como malos, sino como buenos. La blasfemia contra los ángeles caídos no constituiría un grave pecado al lado de los pecados de lujuria y de rebelión contra la soberanía del Señor.
En contraste con la ultrajante conducta de los falsos doctores, está la moderación que San Miguel muestra en su disputa con el diablo a propósito del cuerpo de Moisés (v.9). Mientras aquéllos injurian a los ángeles buenos, el arcángel San Miguel no osa siquiera insultar al demonio. Judas parece depender aquí del apócrifo Asunción de Moisés, según dicen expresamente Orígenes 13 y Clemente Alejandrino 14. Sin embargo, en los fragmentos de la Asunción de Moisés llegados hasta nosotros no se encuentra este pasaje. Las especulaciones judías posteriores sobre la muerte de Moisés se apoyan en Deu_34:6, en donde se atribuye al mismo Yahvé el enterramiento de Moisés. Filón atribuye a los ángeles el enterramiento de Moisés 15. La Asunción de Moisés lo atribuye a San Miguel. Cuando es enviado por Dios para enterrar a Moisés, el diablo se le opone. Satán reclama el cuerpo de Moisés, pues se considera señor de la materia. Una tradición referida por Ecumenio 16 narra que el diablo se oponía a una sepultura honorable de Moisés por considerarlo asesino, ya que había matado a un egipcio 17. La discusión con Satanás terminó con la réplica del arcángel San Miguel: Que el Señor te reprenda. Esta especie de imprecación se parece a aquella otra pronunciada por el ángel de Yahvé contra Satán en el libro de Zacarías 18: ¡Que Yahvé te reprima, ¡oh Satán!; que Yahvé te reprima, pues El ha elegido a Jerusalén!19
Los falsos doctores están en el polo opuesto de la discreción de San Miguel. Incapaces de elevarse hasta el conocimiento del mundo espiritual y hasta las realidades de la fe, blasfeman de cuanto ignoran (v.10). Por lo que se refiere al mundo material, aunque lo conocen, lo conocen a la manera de las bestias irracionales; es decir, siguiendo las inclinaciones de la naturaleza corrompida, las pasiones sensuales, que los arrastran y les causan la ruina moral y después la eterna 20.
Después los falsos doctores son comparados con tres personajes del Antiguo Testamento, que son como los prototipos de los grandes pecadores: Caín, Balam, Coré. La idea que quiere exponer Judas es que los falsos doctores son tan criminales como ellos. Porque imitan la conducta homicida de Caín, matando espiritualmente a los hermanos con sus perversas doctrinas y licenciosa vida21. Como Balam, permiten que la codicia ahogue la voz de la conciencia e incitan a toda clase de obscenidades 22.
A ejemplo de Coré, los falsos doctores no obedecen, siguen sus propias ideas 23. Por eso, les aguarda un terrible castigo en el fuego eterno.



Perversidad de los falsos doctores, 12-16.
12 Estos son deshonra de vuestros ágapes; banquetean con vosotros sin vergüenza, apacentándose a sí mismos; son nubes sin agua, arrastradas por los vientos; árboles tardíos sin fruto, dos veces muertos, desarraigados;13 olas bravas del mar, que arrojan la espuma de sus impurezas; astros errantes, a los cuales está reservado el orco tenebroso para siempre. 14 De ellos también profetizó el séptimo desde Adán, Henoc, cuando dijo: He aquí que viene el Señor con sus santas miríadas 15 para ejercer un juicio contra todos y convencer a todos los impíos de todas las impiedades que cometieron y de todas las crudezas que contra El hablaron los pecadores impíos. 16 Estos son murmuradores, querellosos, que viven según sus pasiones, cuya boca habla con soberbia, que por interés fingen admirar a las personas.

Judas utiliza una serie de metáforas tornadas de la naturaleza para describir el deplorable estado en que se encuentran los falsos doctores. Participan en los ágapes de la comunidad, cuando los cristianos se reunían para comer juntamente los alimentos que llevaban como signo de unión y de mutuo amor 24. Pero ellos, con su conducta escandalosa y de crápula, se convertían en escollos 25 que hacían naufragar la fe de los que se reunían con ellos. Su arrogancia, su doctrina está vacía de todo significado. Es engañosa como las nubes que prometen agua, pero que luego son arrastradas por el viento 26. Su vida está vacía de obras virtuosas. Por eso son semejantes a los árboles otoñales que debieran estar cargados de frutos, pero son estériles. Los falsos doctores, considerados como desarraigados (v.1a), no forman ya parte de la comunidad. Están dos veces muertos, porque, viviendo espiritualmente muertos antes de su conversión, han vuelto a morir a la gracia de Cristo; o bien porque, estando muertos al presente por el pecado, han incurrido ya en la segunda muerte, en la condenación 27.
La conducta impetuosa y obscena de estos malvados es comparada a las furiosas olas del mar, que arrojan a la costa impurezas y fango (v.13). Así también ellos arrojan sobre los fieles sus vergonzosas doctrinas y pésimos ejemplos. Pretenden ser lumbreras, pero no son sino extraviados que, al apartarse de la sana doctrina, se asemejan a una estrella fugaz que desaparece en la oscuridad para siempre. Las estrellas o los cometas simbolizan aquí a los falsos doctores que aparentaban ser buenos cristianos, pero que no tardaban en apartarse de Dios, y que serán arrojados para siempre en las tinieblas del infierno. Quizá se aluda a una leyenda antigua, según la cual los planetas habrían abandonado el puesto que tenían señalado 28.
La alusión al castigo que aguarda a los falsos doctores lleva al autor sagrado a citar un texto del libro de Henoc, que hace referencia al castigo final de los impíos (v.14). Henoc es llamado el séptimo patriarca desde Adán. O sea, en la serie de patriarcas antediluvianos, Henoc ocupa el séptimo puesto (Adán, Seth, Enos, Cainan, Malaleel, Yared, Henoc). El autor sagrado precisa de este modo para impedir que se confunda con el tercero llamado Enos 29. Además, el número siete implica perfección, y es indicio, símbolo, de predilección del patriarca por parte de Dios. En efecto, por el Gen_5:22-24 sabemos que anduvo constantemente en la presencia de Dios, y desapareció, pues se lo llevó Dios. 30
La expresión profetizo hay que tomarla en sentido amplio y en conformidad con las costumbres literarias apocalípticas de la época en que fue compuesto Henoc. Aunque la cita no sea una auténtica profecía, sin embargo, contiene una doctrina verdadera. Del uso que hace Judas del libro de Henoc no se sigue que lo haya considerado como canónico e inspirado. El texto citado es Henoc 1:9. Chaine 31 compara varias recensiones de este texto y concluye que Judas introduce algunas modificaciones, citando el texto de memoria. En él se describe el juicio divino como universal, y anuncia la suerte terrible reservada a los impíos en el gran día del Señor, cuando Cristo aparezca rodeado de sus santas miríadas, es decir, de sus ángeles 32. Entonces todo será conocido y retribuido, no sólo las obras impías, sino también las palabras ultrajantes contra Dios (v.15). Porque los falsos doctores cometen pecados análogos a los de Caín, Balam y Coré (cf. v.11): son murmuradores y querellosos (v.16), descontentos siempre de su suerte, se quejan de la Providencia, viven a su antojo, cuyo lenguaje es presuntuoso, pero que por interés condescienden con la adulación.




Segunda parte: Exhortación a los fieles, 17-23.
L a segunda parte, en claro contraste con la primera, tiene carácter exhortativo. Inculca la fidelidad a la enseñanza de los apóstoles, y recomienda las tres virtudes teologales como medio de conseguir la vida eterna.



La enseñanza de los apóstoles, 17-19.
17 Pero vosotros, carísimos, acordaos de lo predicho por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 Ellos os decían que a lo último del tiempo habría mofadores que se irían tras sus impíos deseos. 19 Estos son los que fomentan las discordias; hombres animales, sin espíritu.

Los fieles no han de admirarse de la presencia de los falsos doctores en la comunidad cristiana. Han de recordar las palabras que los apóstoles les habían dicho acerca de esto. Sin duda que todos los apóstoles en sus instrucciones al pueblo les habían prevenido contra los impíos que habían de surgir (v. 17-18). El autor se expresa como si él mismo no fuera apóstol. Sin embargo, tomadas las palabras en sentido estricto, pudieran entenderse en el sentido de que algunos apóstoles, no todos, habían muerto 33. Con todo, creemos que este versículo de Judas, así como la ausencia del título de apóstol en el v.1, constituye un argumento en favor de la no identificación de Judas hermano del Señor y Judas apóstol 34.
Las enseñanzas apostólicas que recuerda Judas no son palabras escritas, sino la enseñanza transmitida por la catequesis oral. La autoridad apostólica constituye el sólido fundamento de la Iglesia de Cristo 35. Este versículo de Judas hace ver la importancia fundamental para la Iglesia de la tradición apostólica, fuente de la revelación.
Una vez más el autor sagrado vuelve a mencionar a los falsos doctores, tratándoles de fomentadores de discordias 36, de hombres animales, sin espíritu (v.18). Los falsos doctores, con su maligna propaganda, introducen cismas y divisiones en la comunidad 37; y es posible que traten a los demás de hombres carnales. Judas se revuelve contra su orgullosa pretensión, tratándolos de hombres carnales, que se guían únicamente por los deseos malignos de la carne, pues son hombres sin espíritu, es decir, no tienen en sí el Espíritu Santo, no son movidos por el Espíritu Santo 38. Hay, sin embargo, autores que creen que aquí espíritu no se refiere al Espíritu Santo, sino que Judas compara simplemente estos herejes a bestias sin razón. Por las epístolas paulinas sabemos que psíquico se opone a pneumático, y designa a los que no son guiados por el Espíritu Santo 39.



El deber de la caridad, 20-23.
20 Pero vosotros, carísimos, edificándoos por vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, 21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna, 22 Cuanto a aquéllos, a unos reprendedlos, pues que todavía vacilan; 23 a otros salvadlos, arrancándolos del fuego; de los otros compadeceos con temor, execrando hasta la túnica contaminada por su carne.

Después de una última crítica contra los falsos doctores, Judas se vuelve a los fieles para indicarles el camino que han de seguir. Les propone un programa de vida cristiana: mientras los herejes destruyen poco a poco la Iglesia de Cristo, los verdaderos fieles han de apoyarse cada día más firmemente en la fe. Para esto han de impetrar en la oración la ayuda del Espíritu Santo, que les hará permanecer en el amor de Dios y les obtendrá misericordia para la vida eterna (v.20-21).
La fe es considerada como el fundamento del edificio de todas las virtudes y prácticas cristianas. La fe de la que aquí se habla es la fe objetiva, pero la invitación a apoyarse sobre ella mira a la fe subjetiva. Los fieles, una vez integrados en el edificio de la Iglesia, en el Cuerpo místico de Cristo, son vivificados por el Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia, y los dispone para el cumplimiento de obras saludables. Estas obras se dividen en dos grupos: por una parte, la oración en el Espíritu Santo 40; por otra, el esfuerzo ascético mediante el cual cada uno trata de perseverar en el amor y en la gracia de Dios. Toda la vida cristiana consiste en la observancia de los preceptos del Señor para permanecer en el amor de Cristo y del Padre41. Y el que permanece en este amor puede esperar con alegría el juicio del Señor misericordioso. Es digno de notarse la doctrina trinitaria de los v.20-21.
En los v.22-23 seguimos la lección larga de los códices A y Í - (S), y Vgta, que menciona tres clases de delincuentes. El cód. B. prefiere el texto corto de dos cláusulas: Tened de los unos, de los que vacilan, salvadlos, arrancadlos del fuego; en cuanto a los otros, tened piedad de ellos. En estos versículos, el autor sagrado recomienda la prudencia caritativa para con todos. Judas señala la conducta a seguir con los cristianos seducidos más o menos por la herejía. Distingue tres clases: Los que vacilan como los neófitos, etc., deben ser instruidos por los que conozcan mejor la doctrina apostólica. La segunda clase estaba en peligro más grave: habían flaqueado ya, pero aún podían ser rescatados. Estaban envueltos en llamas, pero todavía podían ser socorridos. Con los de la tercera clase, que son hombres manifiestamente depravados y sin esperanza de ser salvados, han de portarse con temerosa misericordia y mantenerlos a distancia por temor a contaminarse42.



Doxología final, 24-25.
24 A aquel que puede guardaros sin pecado y haceros ante su gloria irreprensibles con alegría, 25 el solo Dios, salvador nuestro, por Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, la magnificencia, el imperio y la potestad desde antes de los siglos, ahora y por todos los siglos. Amén.

Judas concluye su epístola con una solemne doxología dirigida a Dios Padre, Salvador, por Jesucristo nuestro Señor. La doxología tiene cierto aire litúrgico, ya que, como las oraciones litúrgicas de la Iglesia, se dirige al Padre per Christum Dominum nostrum. El autor sagrado pone de relieve cuatro atributos divinos en el v.25: la gloria, la magnificencia, el imperio y el poder. La expresión, el solo Dios, o bien, el único Dios, aparece con frecuencia en boca de autores judíos y cristianos. Por eso no parece necesario ver aquí una indicación contra los gnósticos, que admitían diversos eones salvadores. San Pablo emplea la misma frase en su doxología de la epístola a los Rom_16:27.
El v.24 es importante desde el punto de vista doctrinal. San Judas afirma que sólo con el auxilio de la gracia de Dios podrán los fieles mantenerse firmes en la fe. Dios es el único que podrá conservarlos sin tacha y sin pecado, a fin de que puedan presentarse ante la majestad divina totalmente irreprensibles.

1 Cf. Jua_15:16. - 2Jn_14:27. - 3 2Pe_1:1; cf. 1Pe_1:1. - 4 J. Chaine, o.c. p.295. Es un cuerpo de doctrina, como en Gal_1:6-9; Rom_10:8. - 5 AdEph. 7:1; 9:1. - 6 Cf. Sal. 95.7-10 - 7 Cf. Henoc 43:2; 60:10-23:82:7-20. - 8 Gf. J. Bonsirven, Le Juda'isme palestinien I p.231-233. - 9 6:7; 10:4-13; 13:1-2; 15:2-3. En Henoc 21,2ss se describe el pecado de los ángeles. - 10 Deu_29:22; Ose_11:8. - 11 Esta idea se encuentra en Henoc 7; Ose_9:8; Ose_10:11; Ose_12:4; Ose_15:4-12; Ose_19:1-2; Ose_19:69; 86; en los Jubileos 4:15.22; 9 -10; enlos Testamentos de los XII patriarcas (Rubén 5; Neftalí 3); en Josefo Flav., Anf. iud. 1:3:1; en los textos rabínicos (cf. strack-bill., III 781-783), y también en muchos Padres, como San Cipriano (De habitu virginum 14), San Ambrosio (Apología prophetae David 1:4). Cf. J. chaine, o.c. p.304; A. Robert, Les fus de Dieu et les filies de l'homme: RB (1895) 348-366; A. Dubarle, Lepéchédesangesdansl'építredejude: Mém. Chaine, p.145-148- - 12 Cf. Sab_10:7-8. - 13 De principiis 3:2:1: PG 11:303. - 14 Adumbrat. in Epist. Iud.: PG 9:733. - 15 De vita Moisis 2:291. - 16 Jn epist. ludae: PG 119:713. - 17 Exo_2:12. -Exo_18 3:1-2. - 19 Cf. P. Joüon: Bíblica 6 (1925) 318-321. - 20 Cf. 2Pe_2:12. - 21 Gen_4:7; Sab_10:3. - 22 Num_22:7; cf. 2Pe_2:15. Según Josefo Flavio (Ant.iud. 4:6:6-9), fue Balam el que aconsejó a Balac de incitar a los israelitas a la idolatría mediante las mujeres madianitas. - 23 Núm 16. Cf. G. H. Boobyer, The Verbs injud 11: NTS 5 (1958-59) 45ss. - 24 Cf. 1Co_11:20s. - 25 Vg: maculae; Nácar-Colunga: deshonra. - 26 Tal vez haya una alusión a Pro_25:14 : Nube y viento sin lluvia es el hombre que se jacta de vana liberalidad. - 27 Cf. 2Pe_2:20-22; Rev_2:11; 20:Rev_6:14; Rev_21:8. - 28 Cf. Henoc 18,14ss; Rev_21:3. - 29 Gen_5:6. - 30 Cf. Eco_44:16; Heb_11:5. - 31 O.C. p.322. - 32 Cf. Dan_7:10; Mat_25:21. Cf. J. Azpiazu, Las profecías de Henoc en San Juan: Razón y Fe 42 (1915) 17-27- - 33 Cf. 2Pe_3:2. Es posible que Judas se refiera al testimonio primitivo y más colegial de los apóstoles. - 34 J. Chaine, o.c. p.327. - 35 Cf. 1Co_3:4-7; 1Co_15:9-11; Efe_2:20; Efe_3:5. - 36 Vg: segregarit semetipsos; en el griego no se encuentra el semetipsos. - 37 Cf. 2Pe_2:1. - 38 Cf. Rom_5:5; Rom_8:11-15; 1Co_2:13-15; 1Co_3:16. Cf. 1 Cor 2:13-3:3; - 39 15:44-46. - 40 Cf. Rom_8:26. - 41Jn_15:9-10. Cf. U. Holzmeister, Compendium officiorum christianorum a S. luda 20s propositum: VD 5 (1925) 367-369. - 42 Cf. 1Co_5:5; 1Ti_1:20.