Judith 15 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 14 versitos |
1 Llegada la noticia a los que estaban en las tiendas, quedaron fuera de sí por lo sucedido,
2 apoderándose de ellos el temor y el espanto, tanto, que ya no se vio hombre al lado de su compañero, porque todos a una se dispersaron, huyendo por los caminos del llano y de la montaña.
3 Los que estaban acampados en la montaña en torno de Betuiia se dieron a la fuga; y entonces los hijos de Israel, todos sus guerreros, se lanzaron sobre ellos."
4 Envió Ocias mensajeros a Betmastai, a Coba y a todos los confines de Israel que comunicasen lo sucedido, para que todos se lanzasen sobre los enemigos hasta acabar con ellos
5 Cuando esto oyeron los hijos de Israel, todos a una se echaron sobre ellos, y los desbarataron hasta Coba; y asimismo los que habían venido de Jerusalén y de toda la montaña, porque t: bien a ellos había llegado la noticia de lo acontecido en el campo enemigo. Los habitantes de Galaad y de Galilea les infligieron una gran derrota, hasta pasar de Damasco y sus confines."
6 Los restantes moradores de Betuiia cayeron sobre el campamento de los asirios y lo saquearon, enriqueciéndose grandemente.
7 Los hijos de Israel, al volver de la persecución, se adueñaron de lo restante, y las aldeas y las alquerías que había en la montaña y en el llano se apoderaron de mucho botín, porque era éste enormemente grande.
8 Joaquín, sumo sacerdote, y el senado de los hijos de Israel, que moraba en Jerusalén, vinieron para contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel y para ver a Judit y darle la enhorabuena.
9 En cuanto entraron en su casa, todos a una le aclamaron, diciendo: “Tú, orgullo de Jerusalén; tú, gloria de Israel; tú, honra de nuestra nación;"
10 por tu mano has hecho todo esto; tú has realizado esta hazaña en favor de Israel. Que se complazca Dios en ella. Bendita seas tú del Señor omnipotente por siempre jamás.” Y todo el pueblo respondió: “Amén.”
11 Por espacio de treinta días estuvieron saqueando el campamento. A Judit le dieron la tienda de Holofernes, con toda la argentería, y los lechos, y los cojines, y todos los muebles. Ella lo tomó y puso sobre la muía, y, unciendo los carros, lo cargó sobre ellos.
12 Todas las mujeres de Israel se reunieron para verla y aclamarla, y organizaron danzas en su honor. Cogió tirsos en sus manos y se los dio a las mujeres que iban con ella,
13 todas coronadas de olivo, y a cuantos las acompañaban. Delante de todo el pueblo, guiando la danza de las mujeres iba Judit, y todos los hombres de Israel la seguían armados] ceñidas las sienes con coronas y cantando himnos.
14 (TEXTO OMITIDO)

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Introducción a Judith

Times New Roman ;;;

Judit
Introducción.

División del libro y texto.
Dos partes cabe distinguir en el libro: 1) Antecedentes al asedio de Betulia (c.1-6). 2) Victoria del pueblo judío (c.7-16).
El texto hebreo o arameo, en que fue escrito originariamente el libro, se perdió desde muy antiguo. Orígenes no lo conoció y San Jerónimo afirma que revisó la antigua versión latina basándose en un ejemplar escrito en arameo.
El texto griego se ha conservado en tres formas principales: 1) la de las unciales  A S; 2) forma peculiar de los códices 19 y 108; 3) texto del manuscrito 58 (Vaticano Reginense), del que dependen los textos de la Vetus Latina y Pesitta. Los manuscritos 19 y 108 representan el texto de Luciano, y en ellos se inspiran la versión aramea y la Vulgata. San Jerónimo, a instancias de sus amigos, tradujo el libro precipitadamente, fijándose más en el sentido que en la letra del texto. Quiso él acabar con la multiplicidad viciosa de manuscritos - no dice si eran griegos - y pone en latín lo que encontró en un texto aramaico. Huic (ludit) unam lucubratiuncu-lam dedi, magis sensum e sensu, quam ex verbo verbum transfe-rens. Multorum codicum varietatem vitiosissimam amputavi; solum ea, quae intelligentia integra in verbis Ghaldaeis invenire po-tui, Latinis expressi (Trae, ad Jdt: PL 29:39). Se sospecha que el texto aramaico utilizado por San Jerónimo era más una paráfrasis de estilo targúmico que una simple versión del texto hebreo primitivo.
Se conocen tres textos hebraicos de Judit con carácter midrástico, que de ninguna manera pueden identificarse con el texto hebreo primitivo. Dos de ellos fueron publicados por A. Yellineck 1, y el tercero por M. Gaster 2. Este último coloca la historia de Judit en la época del sitio de Jerusalén por Seleuco, no mencionándose a Nabucodonosor ni Holofernes 3. El texto de nuestro comentario se ajusta al texto griego publicado en la edición que hizo Sixto V del texto de los LXX, teniendo asimismo a la vista el texto editado por A. Rahlfs 4.

Autor y fecha de composición.
Llámase libro de Judit por ser ella la protagonista, no por haberlo escrito. No podemos determinar quién fue su autor ni fijar la fecha de su composición. Se ha dicho que su autor lo fue también del libro del Eclesiástico5, lo que nos confirma todavía más en nuestra impresión de que el libro fue escrito en tiempos posteriores al destierro. Las razones que se aducen para una fecha anterior a la cautividad carecen de valor 6. Grintz fija la data de la composición en el período persa. Dos testimonios explícitos tenemos en el libro que hablan de la cautividad como de un acontecimiento histórico: 4:2-3; 5:19. Por consiguiente, se excluye toda fecha de composición anterior a Darío.
En el libro se vislumbran no pocos elementos persas. En efecto, la frase que se aplica a Nabucodonosor de gran rey, señor de toda la tierra, es el título que se daba a los reyes persas. La invocación de Dios como Dios del cielo es peculiar de los persas (Esd 5:6; papiros de Elefantina); el ejército invasor era persa (16:10); Holofernes y Bagoas son nombres de origen persa. Las armas que utiliza el ejército (akinakés, 13:6; 16:9) tienen el mismo origen, así como la expresión preparar la tierra y el agua (2:7).
Pero el mismo examen revela la presencia de elementos helenísticos. Alejandro fue el primer monarca que se arrogó, aun en vida, honores divinos. Su ejemplo fue seguido por los seléucidas, especialmente por Antíoco Epifanes, que mandó colocar en el templo de Jerusalén la estatua de Júpiter Olímpico y grabar en sus monedas las palabras Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo. Una costumbre helenista es la de adornarse con coronas de laurel (3:7; 15:13)·.
La importancia que se da a las observancias legales, más minuciosas que en la Ley misma (10:5); la devoción hacia Jerusalén, al templo y al sacerdocio; la moda de los arcaísmos, sugieren la época de Ben Sirach (180 a.C.) o la de los Macabeos. Estos indicios, unidos a las analogías que presentan con los apócrifos, jubileos y Salmos de Salomón, pueden situar al autor y la fecha de composición del libro hacia el año 70. Aventurando todavía una hipótesis, cabe conjeturar que el autor escribió su libro a instancia de los fariseos, deseosos de glorificar con el seudónimo de Judit a su bienhechora, la reina y viuda Alejandra (76-67 a.C.). Que el autor escribió su libro en Palestina, está fuera de duda.

Finalidad del libro.
El autor del libro de Judit se propuso una finalidad concreta al escribirlo. Quien lo lea de corrida y superficialmente creerá que su autor no tuvo otro empeño que el de narrar una serie de hechos históricos. Pero detrás de esta corteza histórica se perfila claramente una idea religiosa directriz, que acaso ocupa el primer plano en la mente del autor sagrado, conducente a demostrar la providencia y fidelidad divinas hacia su pueblo escogido. Dios sometió a Israel al crisol de la prueba (8:27) con el fin de tantear hasta dónde llegaba su fidelidad. Permitió que éste se encontrara al borde del abismo, pero intervino en el momento crítico y lo salvó.

¿Judit libro histórico?
Hemos dicho que bajo la corteza histórica se vislumbra en el libro el desarrollo de una tesis religiosa. Pero cabe preguntar: ¿Tiene solidez esta corteza o más bien es una pantalla de que se sirvió el autor como de medio apto para proponer una enseñanza religiosa? En otras palabras: Los hechos que figuran en el libro, ¿corresponden en todo o en parte a una realidad objetiva o deben considerarse como ficción creada por el autor? Estas preguntas no están lanzadas al azar, sino que las sugieren las múltiples antinomias históricas y geográficas del libro. Sabido es que las dificultades de por sí no son suficientes para que dudemos inmediatamente de la historicidad de un libro bíblico, que aparentemente se presenta como tal; pero son un toque de atención que obliga al exegeta a un examen más detenido del texto.
Las dificultades históricas de mayor relieve del libro de Judit son las siguientes: 1) De Nabucodonosor, que reinó en Babilonia desde 604 hasta 562, se dice que era rey de los asirios. 2) Se afirma que el mencionado monarca reinó en Nínive, capital de Asiría, que fue destruida el año 612 por la acción combinada de Nabopolasar y Ciaxares. 3) Dícese (1:5) que Nabucodonosor combatió y derrotó a Arfacsad, rey de los medos. 4) Por el texto se deduce que en los días de la invasión de Holofernes no había rey en Israel; un sumo sacerdote, Joaquín, asistido por un consejo de ancianos, ejercía el poder supremo. 5) Hacía poco que los judíos habían subido de la cautividad de Babilonia y habían edificado el templo (538-458). 6) El general en jefe del ejército de Nabucodonosor es llamado Holofernes, nombre de origen persa, no babilónico; dígase lo mismo del nombre del eunuco Bagoas. ¿Cómo pudo Nabucodonosor reinar sobre Nínive, destruida antes de subir él al trono? ¿Por qué se llama rey de los asirios, cuando en realidad lo fue de Babilonia? ¿Cómo pudo combatir a Arfacsad, monarca que no figura en el catálogo de los reyes medos y persas? Sabido es que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y al templo, enviando a los judíos a la cautividad de Babilonia; ahora bien, ¿cómo puede armonizarse esta noticia con la de que habían los judíos reedificado la ciudad y el templo y de que habían subido hacía poco del cautiverio? ¿Cómo se explica que un rey de Babilonia reine sobre los asirios, en Nínive, y tenga como generalísimo de su ejército a un persa?
A estas dificultades de orden histórico se juntan otras de carácter geográfico y topográfico. El libro de Judit, escribe De Vaux, demuestra una arrogante indiferencia por la historia y la geografía. El itinerario del ejército de Holofernes (2:21-28) es un desafío a la geografía. Ante las dificultades mencionadas, y teniendo en cuenta los modos de decir y narrar empleados por el autor sagrado, pierde terreno la sentencia tradicional, que admitía la historicidad total del libro, y cobran actualidad las opiniones de los partidarios de una exégesis más libre y más ajustada a lo que realmente quiso decir y expresar el autor.
El pensamiento actual sobre el género literario de Judit lo resume Lefévre en estos términos: Solamente pueden darse dos hipótesis: o los hechos se ocultan cuidadosamente por el empleo de seudónimos, o el autor escribe, con una finalidad didáctica, una historia ficticia, utilizando para ello elementos sacados de épocas muy distintas7. Existe una corriente entre los exegetas que tratan de encajar dentro de un marco histórico determinado los hechos y el ambiente general que se supone en el texto. A este fin se han hecho tentativas para identificar al personaje que se esconde bajo el nombre de Nabucodonosor. Se han barajado más de quince nombres, que abarcan un período de unos mil años, desde Adadnirari III (787 a.C.) hasta Adriano (138 d. C.) 8.
Puede ser que, al utilizar el autor sagrado el nombre de Nabucodonosor, quisiera reunir en él los rasgos más salientes de todos y cada uno de los antiguos monarcas orientales y griegos, cuyo distintivo era el orgullo, la impiedad, la ambición y el odio hacia Yahvé y a su pueblo elegido. Para el autor, Nabucodonosor es una figura sintética, ejemplar, simbólica y apocalíptica. Es el adversario poderoso e impío del pueblo de Israel. Es un monarca que sobrevive a sí mismo, ya que ataca a Israel incluso en los tiempos posteriores a la cautividad. Es un personaje de todos los tiempos y de ninguno en particular. No es nombre concreto; es una fuerza, una idea encarnada. Es el orgullo personificado, es Satanás (Stein-Mann, 24). Aquior, lo mismo que Nabucodonosor, tiene en el texto función de tipo (Cazelles).
En cuanto al personaje central, Judit, se identifica en 16:4 con la nación judía. Según De Vaux, Judit, palabra que significa la judia, representa el partido de Dios, identificado con el de la nación 9. Es probable que Judit no sea otra que Jael de Jue 4:5, transformada, primeramente por los de Elefantina y últimamente por los judíos de Leontópolis, en la heroína que conocemos con el nombre de Judit. 10
Como escribimos en otro lugar n terminamos este apartado diciendo que con datos extraídos de la historia de la lucha secular de los pueblos paganos contra Israel compuso el autor sagrado una narración, en la que hechos sucedidos en diversos períodos históricos forman unidad por razón de la identidad de fines que les atribuye. Se barajan nombres, reales o fingidos, de personajes, con preferencia de tiempos antiguos. Según el P. Guillet, una de las leyes del género apocalíptico es la de sintetizar la historia en visiones globales 12. Son muchos actualmente los que clasifican a Judit entre la literatura apocalíptica. Lo que ésta proclama con lenguaje pro-fético, lo dice nuestro autor empleando el estilo simple de un relato 13.

Valor doctrinal de Judit.
Es un libro fundamentalmente religioso. La tesis central del mismo se plantea en 5:20-21. Especial providencia de Dios por el pueblo de Israel mientras éste le sea fiel, no solamente rechazando la idolatría, sino evitando aun las más leves transgresiones legales. Puede permitir Dios que le sobrevengan grandes calamidades, pero aun entonces debe Israel esperar en Dios, que permite estos males para probar su fidelidad, no para castigarle.
El pecado es el gran enemigo de la alianza. El mayor de todos es la idolatría; pero también otras faltas menos graves debilitan los lazos de la alianza. Quienes juzgan las acciones de Judit con un enfoque moderno, le achacan varios pecados: mentira, seducción, acción voluntaria de ponerse en peligro próximo de pecar, asesinato de Holofernes, utilización de medios ilícitos para lograr un bien. Pero no es el de Judit un libro de casos de conciencia, ni aun de edificación, sino más bien un tratado teológico. Ningún pecado le recrimina el autor sagrado, que ve en ella un instrumento débil del que se sirve Dios para castigar a los enemigos de su pueblo. Por el hecho de que su pureza salió ilesa de las provocaciones de Holofernes, a quien decapitó, algunos teólogos consideran a Judit como figura de la Inmaculada Concepción. A María se aplican las palabras de 15:9.

Canonicidad.
Se clasifica entre los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Según Orígenes 14 y San Jerónimo 15, los judíos leían el libro. Muchos Padres de los siglos n y ni consideran el libro como parte integrante de la Biblia 16. Por dudar de su canonicidad, San Jerónimo no puso mucho esmero en su traducción o revisión de un texto aramaico. Pero el mismo santo Doctor cambió de parecer (Epist. 65: PL 12:623; 25:1394) al verse libre de los prejuicios rabínicos. Afirma San Jerónimo que el concilio de Nicea in numero sanctarum scripturarum computasse al libro de Judit (PL 39,39) 17·

1 Beth ha-Midrasch (Leipzig 1853),
2 An Unknown Hebrew versión of the history of Judith: Proceedings of the Society oí d blical Archaeology, 16 (1893-94) 156-163.
3 C. Meyer, Zur Entstehungsgeschichte des Buches Judith: B 3 (1922) I93-2O3·,
4 Stuttgart 1952. Sobre la cuestión textual véase A. M. dubarle, Les textes diverse Uvre de Judith: VT 8 (1958) 344-373·
5 A. Jansen, Der verschollene Verfasser des Buches Judith: Theologie und Glaube, 4 U912) 269-277.
6 B. Mariahi, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 277-278,
7 Introduction a la Bible I (1957) 1747.
8 Véase Soubigou, Miller; G. Brunner, Der Nabuchodonosor des Buches judith (Berlín 1959).
9 Bible de Jérusalem (1956) 493-494.
10 J. Edgar Bruns, The genealogy of Judith: The Catholic Bibljcal Quarterly, 18 (1956) Ú9-22; Judith orjael: ibid., 16 (1954) 12-14.
11 Verdad y Vida, U.
12 Thémes Bibliques (París 1951) 137-38-
13 Lefévre, Judith: DBS 1319; arnaldich, l.c., 99-100.
14 Epist. ad lulianurri Africanwn 13: PG 11:80.
15 Praefatio in Libr. ludith: PL 29:3?
16 Clemente De Alejandría, Strom. 2:17: PG 8:969; orígenes, De oratione i32: PG 11:452.
17 Véase A. M. Dubarle, La mentían de Judith dans la littérature ancienne, Juíve et cnn~ tienne: RB 66 (1959) 514-549·


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Judith 15,1-14;;

El ejército invasor, desbaratado (15:1-3).

1 Llegada la noticia a los que estaban en las tiendas, quedaron fuera de sí por lo sucedido, 2 apoderándose de ellos el temor y el espanto, tanto, que ya no se vio hombre al lado de su compañero, porque todos a una se dispersaron, huyendo por los caminos del llano y de la montaña. 3 Los que estaban acampados en la montaña en torno de Betuiia se dieron a la fuga; y entonces los hijos de Israel, todos sus guerreros, se lanzaron sobre ellos.

Aunque algo pudieron contribuir a esta desbandada espectacular las noticias de la muerte de Holofernes y el ataque de los de Betuiia, sin embargo, el factor principal debe buscarse, según la mente del autor del libro, en el hecho de que arrojó Yahvé en medio de ellos la turbación ante Israel (Jos_10:10; Gen_35:5; Jue_7:21; 2Sa_5:24; 2Re_7:6; 2Cr_13:15; 2Cr_14:12).

Israel al ataque (2Cr_15:4-7).

4 Envió Ocias mensajeros a Betmastai, a Coba y a todos los confines de Israel que comunicasen lo sucedido, para que todos se lanzasen sobre los enemigos hasta acabar con ellos 5 Cuando esto oyeron los hijos de Israel, todos a una se echaron sobre ellos, y los desbarataron hasta Coba; y asimismo los que habían venido de Jerusalén y de toda la montaña, porque t: bien a ellos había llegado la noticia de lo acontecido en el campo enemigo. Los habitantes de Galaad y de Galilea les infligieron una gran derrota, hasta pasar de Damasco y sus confines. 6 Los restantes moradores de Betuiia cayeron sobre el campamento de los asirios y lo saquearon, enriqueciéndose grandemente. 7 Los hijos de Israel, al volver de la persecución, se adueñaron de lo restante, y las aldeas y las alquerías que había en la montaña y en el llano se apoderaron de mucho botín, porque era éste enormemente grande.

El tímido Ocias se muestra enérgico y dinámico al ver que sus enemigos huían precipitadamente. Aprovechando la coyuntura de que el ejército invasor levantó el sitio, envió mensajeros a todo Israel para que se lanzaran todos contra sus enemigos. El escenario cambia de decoración rápidamente. Un pueblo hambriento y muerto de sed, desmoralizado, apático, más amante de su vida que de los valores sobrenaturales y patrióticos, se reanima de improviso y se encara con un numerosísimo ejército. Como en Gen_14:15, los habitantes de Betuiia y de las ciudades mencionadas persiguen al ejército enemigo hasta Coba, al norte de Damasco. Esta acción fue posible solamente en virtud de las promesas: Mi terror te precederá. y todos tus enemigos volverán ante ti la espalda (Exo_23:27).

Congratulación oficial (Exo_15:8-10).

8 Joaquín, sumo sacerdote, y el senado de los hijos de Israel, que moraba en Jerusalén, vinieron para contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel y para ver a Judit y darle la enhorabuena. 9 En cuanto entraron en su casa, todos a una le aclamaron, diciendo: Tú, orgullo de Jerusalén; tú, gloria de Israel; tú, honra de nuestra nación; 10 por tu mano has hecho todo esto; tú has realizado esta hazaña en favor de Israel. Que se complazca Dios en ella. Bendita seas tú del Señor omnipotente por siempre jamás. Y todo el pueblo respondió: Amén.

Mientras duraba el saqueo del campamento asirio, el sumo sacerdote Joaquín, con el senado (gerousía) de los hijos de Israel, vinieron para ver a Judit e intercambiar con ella palabras de paz (eirene). La proeza de Judit reviste interés nacional, y, por lo mismo, es justo que la suprema autoridad religiosa y política vaya a darle la enhorabuena. Pero el sumo sacerdote y la gerousía reconocen que la victoria se debe a la intervención eficaz de Yahvé, que ha utilizado los servicios de una viuda a título de instrumento. La Iglesia aplica a la Virgen las alabanzas que las autoridades dirigen a Judit.

Aclamación popular (Exo_15:11-13).

11 Por espacio de treinta días estuvieron saqueando el campamento. A Judit le dieron la tienda de Holofernes, con toda la argentería, y los lechos, y los cojines, y todos los muebles. Ella lo tomó y puso sobre la muía, y, unciendo los carros, lo cargó sobre ellos. 12 Todas las mujeres de Israel se reunieron para verla y aclamarla, y organizaron danzas en su honor. Cogió tirsos en sus manos y se los dio a las mujeres que iban con ella, 13 todas coronadas de olivo, y a cuantos las acompañaban. Delante de todo el pueblo, guiando la danza de las mujeres iba Judit, y todos los hombres de Israel la seguían armados] ceñidas las sienes con coronas y cantando himnos.

Con el fin de poner de relieve la magnitud de la victoria alcanzada, habla el texto de un saqueo del campo asirio por espacio de treinta días. A Judit se le reserva la tienda de Holofernes, toda la argentería (Exo_12:1), los lechos, la vajilla y todo el mobiliario. Judit cargó todo ello sobre una muía y sobre unos carros, que, por el contexto siguiente, debían tomar el camino que les conduciría a Jerusalén.
A medida que el cortejo iba avanzando hacia Jerusalén, salíanle al encuentro las mujeres de Israel, que organizaban danzas en su honor (Exo_15:20; Jue_11:34; Jue_21:21-23; 1Sa_18:6; Jer_31:4-13). Judit, por su parte, proveía de tirsos (tyrso1) a las mujeres que la acompañaban. Se empleaban los tirsos en el culto de Dionisios. Todas las mujeres de la comitiva ostentaban sobre sus cabezas coronas de laurel o de olivo, según la costumbre griega. Judit iba delante dirigiendo la danza de las mujeres, mientras los hombres caminaban armados, ceñidas las sienes con coronas y cantando himnos. La procesión se organiza e inicia en Betulia o en un lugar cercano donde estaba el campamento de los asirios. Allí empezó Judit su canto, que terminó al llegar la comitiva a Jerusalén. También los hombres armados cantaban himnos durante la procesión. Todo este contexto supone que Betulia se encontraba cerca de Jerusalén.