Judith 16 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 30 versitos |
1 Y comenzó Judit este cántico de acción de gracias, y todo Israel a una respondía:
2 “Entonad a mi Dios con tímpanos. Cantad a mi Señor con címbalos, entonadle un salmo nuevo, ensalzad e invocad su nombre.
3 Porque el Señor es Dios que acaba con las guerras;"
4 porque en su campamento, en medio del ejército, me libró del poder de mis perseguidores.
5 "Vino Asur de las montañas del Norte, llegó con las miríadas de su ejército, cuya muchedumbre obstruía los valles y cuya caballería cubría los collados."
6 Pensó él que abrasaría mis términos, que daría mi juventud a la espada, que estrellaría contra el suelo mis niños de flecho, que daría en botín mis jóvenes, que repartiría mis doncellas.
7 El Señor omnipotente los aniquiló por mano de una mujer.
8 No cayó su caudillo a manos de jóvenes, ni le hicieron tajos de titanes, ni soberbios gigantes pusieron en él la mano; Judit, hija de Merarí, con la hermosura de su rostro le paralizó."
9 "Se despojó del hábito de su viudez, para exaltación de los que quedaban en Israel. Se ungió el rostro con perfumes,"
10 tomo sus cabellos con la mitra, se puso la túnica de lino para seducirle.
11 Sus sandalias arrebataron los ojos del asirio, y su belleza cautivó su alma, y el alfanje segó su garganta.
12 Se estremecieron los persas de su audacia, y los medos se pasmaron de su temeridad.
13 Dieron gritos de júbilo mis humildes, y exultaron mis débiles. Mas los asirios se estremecieron de espanto, alzaron el grito y se dieron a la fuga.
14 Hijos de madres jóvenes los atravesaron, y como a siervos huidos los hirieron; perecieron de las filas de su señor."
15 Cantaré al Señor un cántico nuevo.
16 Señor, grande eres tú y glorioso, admirable en poder, insuperable.
17 A ti te sirve la creación entera, porque tú dijiste, y todo fue hecho; enviaste tu aliento, y él lo vivificó, y no hay quien resista a tu voz."
18 Los montes se agitarán por las aguas en sus cimientos, las rocas se derretirán como cera ante tu rostro. A los que te temen te muestras propicio,
19 Porque es poco para ti el sacrificio de suave olor, y es nada toda la grasa para tus holocaustos. Sólo el que teme al Señor es siempre grande.
20 "¡Av de las naciones que se levanten contra mi pueblo! El Señor omnipotente los castigará en el día del juicio,"
21 dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y gemirán de dolor para siempre.”
22 Llegados a Jerusalén, adoraron a Dios, y, luego que el pueblo se hubo purificado, ofrecieron sus holocaustos, sus votos y sus ofrendas.
23 Ofreció Judit todos los muebles de Holofernes, que el pueblo le había regalado, y el dosel que había cogido de la tienda, y lo dio en ofrenda al Señor.
24 El pueblo pasó tres meses alegre en Jerusalén ante el santuario, permaneciendo Judit con ellos.
25 Pasados aquellos días, se volvió cada uno a su heredad, y Judit partió para Betulia y moró en su posesión, y fue por toda su vida ilustre en toda la tierra.
26 Muchos la pretendieron; pero ningún varón la conoció en todos los días de su vida desde el día que murió Manases, su marido, y se reunió con su pueblo."
27 Llegó a muy anciana en la casa de su marido,
28 alcanzando la edad de ciento cinco años. A la esclava le dio la libertad. Murió Judit en Betulia y fue sepultada en la gruta de Manases, su marido.
29 La lloró la casa de Israel por espacio de siete días. Antes de morir repartió su hacienda con los más próximos parientes de su marido, Manases, y con los más próximos de su misma familia.
30 En los días de Judit, y por mucho tiempo después de su muerte, no hubo nadie que infundiera temor a los hijos de Israel.

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Introducción a Judith

Times New Roman ;;;

Judit
Introducción.

División del libro y texto.
Dos partes cabe distinguir en el libro: 1) Antecedentes al asedio de Betulia (c.1-6). 2) Victoria del pueblo judío (c.7-16).
El texto hebreo o arameo, en que fue escrito originariamente el libro, se perdió desde muy antiguo. Orígenes no lo conoció y San Jerónimo afirma que revisó la antigua versión latina basándose en un ejemplar escrito en arameo.
El texto griego se ha conservado en tres formas principales: 1) la de las unciales  A S; 2) forma peculiar de los códices 19 y 108; 3) texto del manuscrito 58 (Vaticano Reginense), del que dependen los textos de la Vetus Latina y Pesitta. Los manuscritos 19 y 108 representan el texto de Luciano, y en ellos se inspiran la versión aramea y la Vulgata. San Jerónimo, a instancias de sus amigos, tradujo el libro precipitadamente, fijándose más en el sentido que en la letra del texto. Quiso él acabar con la multiplicidad viciosa de manuscritos - no dice si eran griegos - y pone en latín lo que encontró en un texto aramaico. Huic (ludit) unam lucubratiuncu-lam dedi, magis sensum e sensu, quam ex verbo verbum transfe-rens. Multorum codicum varietatem vitiosissimam amputavi; solum ea, quae intelligentia integra in verbis Ghaldaeis invenire po-tui, Latinis expressi (Trae, ad Jdt: PL 29:39). Se sospecha que el texto aramaico utilizado por San Jerónimo era más una paráfrasis de estilo targúmico que una simple versión del texto hebreo primitivo.
Se conocen tres textos hebraicos de Judit con carácter midrástico, que de ninguna manera pueden identificarse con el texto hebreo primitivo. Dos de ellos fueron publicados por A. Yellineck 1, y el tercero por M. Gaster 2. Este último coloca la historia de Judit en la época del sitio de Jerusalén por Seleuco, no mencionándose a Nabucodonosor ni Holofernes 3. El texto de nuestro comentario se ajusta al texto griego publicado en la edición que hizo Sixto V del texto de los LXX, teniendo asimismo a la vista el texto editado por A. Rahlfs 4.

Autor y fecha de composición.
Llámase libro de Judit por ser ella la protagonista, no por haberlo escrito. No podemos determinar quién fue su autor ni fijar la fecha de su composición. Se ha dicho que su autor lo fue también del libro del Eclesiástico5, lo que nos confirma todavía más en nuestra impresión de que el libro fue escrito en tiempos posteriores al destierro. Las razones que se aducen para una fecha anterior a la cautividad carecen de valor 6. Grintz fija la data de la composición en el período persa. Dos testimonios explícitos tenemos en el libro que hablan de la cautividad como de un acontecimiento histórico: 4:2-3; 5:19. Por consiguiente, se excluye toda fecha de composición anterior a Darío.
En el libro se vislumbran no pocos elementos persas. En efecto, la frase que se aplica a Nabucodonosor de gran rey, señor de toda la tierra, es el título que se daba a los reyes persas. La invocación de Dios como Dios del cielo es peculiar de los persas (Esd 5:6; papiros de Elefantina); el ejército invasor era persa (16:10); Holofernes y Bagoas son nombres de origen persa. Las armas que utiliza el ejército (akinakés, 13:6; 16:9) tienen el mismo origen, así como la expresión preparar la tierra y el agua (2:7).
Pero el mismo examen revela la presencia de elementos helenísticos. Alejandro fue el primer monarca que se arrogó, aun en vida, honores divinos. Su ejemplo fue seguido por los seléucidas, especialmente por Antíoco Epifanes, que mandó colocar en el templo de Jerusalén la estatua de Júpiter Olímpico y grabar en sus monedas las palabras Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo. Una costumbre helenista es la de adornarse con coronas de laurel (3:7; 15:13)·.
La importancia que se da a las observancias legales, más minuciosas que en la Ley misma (10:5); la devoción hacia Jerusalén, al templo y al sacerdocio; la moda de los arcaísmos, sugieren la época de Ben Sirach (180 a.C.) o la de los Macabeos. Estos indicios, unidos a las analogías que presentan con los apócrifos, jubileos y Salmos de Salomón, pueden situar al autor y la fecha de composición del libro hacia el año 70. Aventurando todavía una hipótesis, cabe conjeturar que el autor escribió su libro a instancia de los fariseos, deseosos de glorificar con el seudónimo de Judit a su bienhechora, la reina y viuda Alejandra (76-67 a.C.). Que el autor escribió su libro en Palestina, está fuera de duda.

Finalidad del libro.
El autor del libro de Judit se propuso una finalidad concreta al escribirlo. Quien lo lea de corrida y superficialmente creerá que su autor no tuvo otro empeño que el de narrar una serie de hechos históricos. Pero detrás de esta corteza histórica se perfila claramente una idea religiosa directriz, que acaso ocupa el primer plano en la mente del autor sagrado, conducente a demostrar la providencia y fidelidad divinas hacia su pueblo escogido. Dios sometió a Israel al crisol de la prueba (8:27) con el fin de tantear hasta dónde llegaba su fidelidad. Permitió que éste se encontrara al borde del abismo, pero intervino en el momento crítico y lo salvó.

¿Judit libro histórico?
Hemos dicho que bajo la corteza histórica se vislumbra en el libro el desarrollo de una tesis religiosa. Pero cabe preguntar: ¿Tiene solidez esta corteza o más bien es una pantalla de que se sirvió el autor como de medio apto para proponer una enseñanza religiosa? En otras palabras: Los hechos que figuran en el libro, ¿corresponden en todo o en parte a una realidad objetiva o deben considerarse como ficción creada por el autor? Estas preguntas no están lanzadas al azar, sino que las sugieren las múltiples antinomias históricas y geográficas del libro. Sabido es que las dificultades de por sí no son suficientes para que dudemos inmediatamente de la historicidad de un libro bíblico, que aparentemente se presenta como tal; pero son un toque de atención que obliga al exegeta a un examen más detenido del texto.
Las dificultades históricas de mayor relieve del libro de Judit son las siguientes: 1) De Nabucodonosor, que reinó en Babilonia desde 604 hasta 562, se dice que era rey de los asirios. 2) Se afirma que el mencionado monarca reinó en Nínive, capital de Asiría, que fue destruida el año 612 por la acción combinada de Nabopolasar y Ciaxares. 3) Dícese (1:5) que Nabucodonosor combatió y derrotó a Arfacsad, rey de los medos. 4) Por el texto se deduce que en los días de la invasión de Holofernes no había rey en Israel; un sumo sacerdote, Joaquín, asistido por un consejo de ancianos, ejercía el poder supremo. 5) Hacía poco que los judíos habían subido de la cautividad de Babilonia y habían edificado el templo (538-458). 6) El general en jefe del ejército de Nabucodonosor es llamado Holofernes, nombre de origen persa, no babilónico; dígase lo mismo del nombre del eunuco Bagoas. ¿Cómo pudo Nabucodonosor reinar sobre Nínive, destruida antes de subir él al trono? ¿Por qué se llama rey de los asirios, cuando en realidad lo fue de Babilonia? ¿Cómo pudo combatir a Arfacsad, monarca que no figura en el catálogo de los reyes medos y persas? Sabido es que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y al templo, enviando a los judíos a la cautividad de Babilonia; ahora bien, ¿cómo puede armonizarse esta noticia con la de que habían los judíos reedificado la ciudad y el templo y de que habían subido hacía poco del cautiverio? ¿Cómo se explica que un rey de Babilonia reine sobre los asirios, en Nínive, y tenga como generalísimo de su ejército a un persa?
A estas dificultades de orden histórico se juntan otras de carácter geográfico y topográfico. El libro de Judit, escribe De Vaux, demuestra una arrogante indiferencia por la historia y la geografía. El itinerario del ejército de Holofernes (2:21-28) es un desafío a la geografía. Ante las dificultades mencionadas, y teniendo en cuenta los modos de decir y narrar empleados por el autor sagrado, pierde terreno la sentencia tradicional, que admitía la historicidad total del libro, y cobran actualidad las opiniones de los partidarios de una exégesis más libre y más ajustada a lo que realmente quiso decir y expresar el autor.
El pensamiento actual sobre el género literario de Judit lo resume Lefévre en estos términos: Solamente pueden darse dos hipótesis: o los hechos se ocultan cuidadosamente por el empleo de seudónimos, o el autor escribe, con una finalidad didáctica, una historia ficticia, utilizando para ello elementos sacados de épocas muy distintas7. Existe una corriente entre los exegetas que tratan de encajar dentro de un marco histórico determinado los hechos y el ambiente general que se supone en el texto. A este fin se han hecho tentativas para identificar al personaje que se esconde bajo el nombre de Nabucodonosor. Se han barajado más de quince nombres, que abarcan un período de unos mil años, desde Adadnirari III (787 a.C.) hasta Adriano (138 d. C.) 8.
Puede ser que, al utilizar el autor sagrado el nombre de Nabucodonosor, quisiera reunir en él los rasgos más salientes de todos y cada uno de los antiguos monarcas orientales y griegos, cuyo distintivo era el orgullo, la impiedad, la ambición y el odio hacia Yahvé y a su pueblo elegido. Para el autor, Nabucodonosor es una figura sintética, ejemplar, simbólica y apocalíptica. Es el adversario poderoso e impío del pueblo de Israel. Es un monarca que sobrevive a sí mismo, ya que ataca a Israel incluso en los tiempos posteriores a la cautividad. Es un personaje de todos los tiempos y de ninguno en particular. No es nombre concreto; es una fuerza, una idea encarnada. Es el orgullo personificado, es Satanás (Stein-Mann, 24). Aquior, lo mismo que Nabucodonosor, tiene en el texto función de tipo (Cazelles).
En cuanto al personaje central, Judit, se identifica en 16:4 con la nación judía. Según De Vaux, Judit, palabra que significa la judia, representa el partido de Dios, identificado con el de la nación 9. Es probable que Judit no sea otra que Jael de Jue 4:5, transformada, primeramente por los de Elefantina y últimamente por los judíos de Leontópolis, en la heroína que conocemos con el nombre de Judit. 10
Como escribimos en otro lugar n terminamos este apartado diciendo que con datos extraídos de la historia de la lucha secular de los pueblos paganos contra Israel compuso el autor sagrado una narración, en la que hechos sucedidos en diversos períodos históricos forman unidad por razón de la identidad de fines que les atribuye. Se barajan nombres, reales o fingidos, de personajes, con preferencia de tiempos antiguos. Según el P. Guillet, una de las leyes del género apocalíptico es la de sintetizar la historia en visiones globales 12. Son muchos actualmente los que clasifican a Judit entre la literatura apocalíptica. Lo que ésta proclama con lenguaje pro-fético, lo dice nuestro autor empleando el estilo simple de un relato 13.

Valor doctrinal de Judit.
Es un libro fundamentalmente religioso. La tesis central del mismo se plantea en 5:20-21. Especial providencia de Dios por el pueblo de Israel mientras éste le sea fiel, no solamente rechazando la idolatría, sino evitando aun las más leves transgresiones legales. Puede permitir Dios que le sobrevengan grandes calamidades, pero aun entonces debe Israel esperar en Dios, que permite estos males para probar su fidelidad, no para castigarle.
El pecado es el gran enemigo de la alianza. El mayor de todos es la idolatría; pero también otras faltas menos graves debilitan los lazos de la alianza. Quienes juzgan las acciones de Judit con un enfoque moderno, le achacan varios pecados: mentira, seducción, acción voluntaria de ponerse en peligro próximo de pecar, asesinato de Holofernes, utilización de medios ilícitos para lograr un bien. Pero no es el de Judit un libro de casos de conciencia, ni aun de edificación, sino más bien un tratado teológico. Ningún pecado le recrimina el autor sagrado, que ve en ella un instrumento débil del que se sirve Dios para castigar a los enemigos de su pueblo. Por el hecho de que su pureza salió ilesa de las provocaciones de Holofernes, a quien decapitó, algunos teólogos consideran a Judit como figura de la Inmaculada Concepción. A María se aplican las palabras de 15:9.

Canonicidad.
Se clasifica entre los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Según Orígenes 14 y San Jerónimo 15, los judíos leían el libro. Muchos Padres de los siglos n y ni consideran el libro como parte integrante de la Biblia 16. Por dudar de su canonicidad, San Jerónimo no puso mucho esmero en su traducción o revisión de un texto aramaico. Pero el mismo santo Doctor cambió de parecer (Epist. 65: PL 12:623; 25:1394) al verse libre de los prejuicios rabínicos. Afirma San Jerónimo que el concilio de Nicea in numero sanctarum scripturarum computasse al libro de Judit (PL 39,39) 17·

1 Beth ha-Midrasch (Leipzig 1853),
2 An Unknown Hebrew versión of the history of Judith: Proceedings of the Society oí d blical Archaeology, 16 (1893-94) 156-163.
3 C. Meyer, Zur Entstehungsgeschichte des Buches Judith: B 3 (1922) I93-2O3·,
4 Stuttgart 1952. Sobre la cuestión textual véase A. M. dubarle, Les textes diverse Uvre de Judith: VT 8 (1958) 344-373·
5 A. Jansen, Der verschollene Verfasser des Buches Judith: Theologie und Glaube, 4 U912) 269-277.
6 B. Mariahi, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 277-278,
7 Introduction a la Bible I (1957) 1747.
8 Véase Soubigou, Miller; G. Brunner, Der Nabuchodonosor des Buches judith (Berlín 1959).
9 Bible de Jérusalem (1956) 493-494.
10 J. Edgar Bruns, The genealogy of Judith: The Catholic Bibljcal Quarterly, 18 (1956) Ú9-22; Judith orjael: ibid., 16 (1954) 12-14.
11 Verdad y Vida, U.
12 Thémes Bibliques (París 1951) 137-38-
13 Lefévre, Judith: DBS 1319; arnaldich, l.c., 99-100.
14 Epist. ad lulianurri Africanwn 13: PG 11:80.
15 Praefatio in Libr. ludith: PL 29:3?
16 Clemente De Alejandría, Strom. 2:17: PG 8:969; orígenes, De oratione i32: PG 11:452.
17 Véase A. M. Dubarle, La mentían de Judith dans la littérature ancienne, Juíve et cnn~ tienne: RB 66 (1959) 514-549·


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Judith 16,1-25;;

Cántico de Judit (16:1-4).
Es considerado como una de las mejores composiciones de la poesía hebraica, comparable a los famosos cánticos de Moisés (Exo_15:1-31) y de Débora (Jue c.5) *. Puede dividirse en tres partes. En la primera habla la heroína empleando la primera persona del singular; en la segunda, el sujeto de la oración se halla en primera persona del plural, lo que se ha interpretado como si fuera un estribillo puesto en boca del pueblo; en la última parte vuelve a emplearse el singular, siendo Judit la que habla. Este mismo cambio de sujeto se observa en el cántico de Débora (Jue_5:2-31).

Invitación a la alabanza (Jue_16:1-4).

1 Y comenzó Judit este cántico de acción de gracias, y todo Israel a una respondía: 2 Entonad a mi Dios con tímpanos. Cantad a mi Señor con címbalos, entonadle un salmo nuevo, ensalzad e invocad su nombre. 3 Porque el Señor es Dios que acaba con las guerras; 4 porque en su campamento, en medio del ejército, me libró del poder de mis perseguidores.

Como en otras situaciones bíblicas análogas (Exo_15:1; Num_21:17; Jue_5:1), Judit entonó un cántico de acción de gracias por la victoria conseguida, al cual todo Israel a una debía responder, conforme al rito antifónico de la antigüedad.

Invasión de Asar (Jue_16:5-8).

5 Vino Asur de las montañas del Norte, llegó con las miríadas de su ejército, cuya muchedumbre obstruía los valles y cuya caballería cubría los collados. 6 Pensó él que abrasaría mis términos, que daría mi juventud a la espada, que estrellaría contra el suelo mis niños de flecho, que daría en botín mis jóvenes, que repartiría mis doncellas. 7 El Señor omnipotente los aniquiló por mano de una mujer. 8 No cayó su caudillo a manos de jóvenes, ni le hicieron tajos de titanes, ni soberbios gigantes pusieron en él la mano; Judit, hija de Merarí, con la hermosura de su rostro le paralizó.

Contra el campamento de Yahvé dirigió Nabucodonosor las miríadas de su ejército. Vino del Norte, siguiendo la clásica ruta de las invasiones de Palestina, junto a la costa mediterránea, a través de los desfiladeros de las montañas. Al héroe de tantas batallas ganadas en ruta hacia Palestina no se le concedió el honor de morir herido por la espada de los gibborim, de los fuertes, como en otro tiempo murió Goliat (1Sa_17:52); ni fueron los hijos de los titanes (titánon) los que le hirieron, ni soberbios gigantes los que le abatieron, sino Judit, la hija de Merarí, que prendió al campeón del ejército en las redes de sus encantos femeninos.

Judit seduce a Holofernes (1Sa_16:9-11).

9 Se despojó del hábito de su viudez, para exaltación de los que quedaban en Israel. Se ungió el rostro con perfumes, 10º tomo sus cabellos con la mitra, se puso la túnica de lino para seducirle. 11 Sus sandalias arrebataron los ojos del asirio, y su belleza cautivó su alma, y el alfanje segó su garganta.

A partir del v.7 habla Judit en tercera persona. Se describe con orgullo y jactancia la belleza que ofuscó la mente de Holofernes. Judit era viuda; vivía alejada de la sociedad, vestía las ropas de la viudez, escondiendo bajo ellas el vestido de penitencia que mortificaba sus carnes (1Sa_8:5). Cuando sonó la hora de salvar a su pueblo, se cubre con sus mejores galas, unge su rostro, recoge sus cabellos bajo el turbante (Isa_3:2), se adorna con toda suerte de collares y brazaletes y calza las sandalias que debían arrebatar los ojos del impúdico asirio (Can_7:2). Todos estos soberbios atavíos no tenían más finalidad que servir de armas para acabar con la vida de Holofernes, No podía concebirse mayor humillación que perecer en manos de una mujer viuda.

Pánico entre los pueblos (Can_16:12-14).

12 Se estremecieron los persas de su audacia, y los medos se pasmaron de su temeridad. 13 Dieron gritos de júbilo mis humildes, y exultaron mis débiles. Mas los asirios se estremecieron de espanto, alzaron el grito y se dieron a la fuga. 14 Hijos de madres jóvenes los atravesaron, y como a siervos huidos los hirieron; perecieron de las filas de su señor.

La fama de la proeza de Judit pasó las fronteras. Todos los imperios, al tener noticia de ella, se estremecieron. Si una mujer pudo contra el mayor ejército de entonces, ¿qué sucedería si Israel emprende la ofensiva? Dios persigue al enemigo, que huye desordenadamente. Pero ni aun en la huida les fue concedido una muerte honrosa, por cuanto los atravesaron con sus lanzas hijos de sirvientas o de mujerzuelas (korasíon), hiriéndoles de muerte los hijos de los desertores. Con esto quiérese responder a las injurias proferidas por Holofernes contra Israel (Can_5:23; Can_6:5).

Grandeza y poderío del Señor (Can_16:15-19).
15 Cantaré al Señor un cántico nuevo. 16 Señor, grande eres tú y glorioso, admirable en poder, insuperable.17 A ti te sirve la creación entera, porque tú dijiste, y todo fue hecho; enviaste tu aliento, y él lo vivificó, y no hay quien resista a tu voz.18 Los montes se agitarán por las aguas en sus cimientos, las rocas se derretirán como cera ante tu rostro. A los que te temen te muestras propicio, 19 Porque es poco para ti el sacrificio de suave olor, y es nada toda la grasa para tus holocaustos. Sólo el que teme al Señor es siempre grande.

De las cosas terrenas, de casos concretos en que se manifiesta la grandeza y el poder de Dios, pasa el salmista a fijar su atención en el Todopoderoso, al que entona un cántico nuevo para celebrar su grandeza, su gloria, poderío y trascendencia. Habló el Señor, y los seres fueron hechos (egenézesan, Sal_33:9; Sal_104:30; Sal_148:5); envió su soplo, y fue construido (oicodómesen), no habiendo nadie que pueda oponerse a su mandato.
Porque Dios es el creador del universo, ejerce sobre él un dominio absoluto; todos los seres le obedecen y sirven (Sal_25:14; Sal_97:5; Sal_103:13). A la presencia de Yahvé se derrite el granito de los montes; la tierra tiembla sobre sus columnas, hundidas en las aguas del abismo (Sal_24:2); destilan los cielos, y las nubes se deshacen en agua (Jue_5:4-5).

Castigo de los enemigos (Jue_16:20-21).

20¡Av de las naciones que se levanten contra mi pueblo! El Señor omnipotente los castigará en el día del juicio, 21 dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y gemirán de dolor para siempre.

Termina el canto con una seria amonestación a los enemigos de su pueblo. Perecerán las naciones que se atreven a levantar sus manos contra Israel.
El fuego y los gusanos en la carne de los enemigos de Israel son el símbolo de la muerte espeluznante que espera a todos sus enemigos. Antíoco Epifanes vio cómo manaban gusanos de sus carnes, que caían a pedazos, apestando a todos en derredor (2Ma_9:9). Los profetas (Joe_4:1-4; Isa_66:24; Eci 7:17) recuerdan que el castigo del impío en el día del juicio será el fuego y el gusano. Judit pide para el enemigo de su pueblo un juicio severo y la condenación eterna. Esta será también la suerte del pecador, que será arrojado a la gehenna, donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga (Mar_12:46) y en donde será el llanto y crujir de dientes por toda una eternidad.

Sacrificio en Jerusalén (Mar_16:22-24).

22 Llegados a Jerusalén, adoraron a Dios, y, luego que el pueblo se hubo purificado, ofrecieron sus holocaustos, sus votos y sus ofrendas. 23 Ofreció Judit todos los muebles de Holofernes, que el pueblo le había regalado, y el dosel que había cogido de la tienda, y lo dio en ofrenda al Señor. 24 El pueblo pasó tres meses alegre en Jerusalén ante el santuario, permaneciendo Judit con ellos.

La procesión, que se había iniciado en el campamento asirio, llegó a Jerusalén. Era el templo de Jerusalén la meta hacia la que apuntaba directamente Holofernes con el fin de entronizar en él a Nabucodonosor. Al llegar la comitiva al templo se postraron todos ante Yahvé. Por haber contraído impurezas legales al contacto con los cadáveres enemigos (Num_19:11; Num_31:19), se purificaron antes de ofrecer a Dios sacrificios. Los que en épocas de apuro hicieron sus votos y promesas al Señor, las cumplieron, dice el texto de la Vulgata. Un sacrificio especial ofreció Judit al entregar al anatema (herem) todo el ajiur de Holofernes y el dosel de su tienda (Num_15:11). La fiesta se prolongó tres meses. Acaso haya aquí una hipérbole para expresar que a una gran victoria y a un saqueo de un mes (Num_15:11) correspondía un largo período de regocijo (Est_1:4; 2Ma_6:30-40· 7:18).

Últimos días de Judit (16:25-28).
25 Pasados aquellos días, se volvió cada uno a su heredad, y Judit partió para Betulia y moró en su posesión, y fue por toda su vida ilustre en toda la tierra. 26 Muchos la pretendieron; pero ningún varón la conoció en todos los días de su vida desde el día que murió Manases, su marido, y se reunió con su pueblo. 27 Llegó a muy anciana en la casa de su marido, 28 alcanzando la edad de ciento cinco años. A la esclava le dio la libertad. Murió Judit en Betulia y fue sepultada en la gruta de Manases, su marido.

Regresó Judit a su casa de Betulia, donde continuó el mismo género de vida que llevaba antes de realizar su hazaña (8:4-8). El tiempo corría también para Judit, que alcanzó la edad de ciento cinco años. Dios premia a sus fieles servidores con una vida larga y pacífica (Gen_23:1; Gen_25:7; Gen_35:28; Gen_35:50, Gen_35:26). Una mujer de vida ejemplar, consagrada enteramente al servicio de Dios y de su pueblo, debía gozar de una larga vida. Como los patriarcas (Gen_23:19; Gen_49:29.32), fue sepultada en una caverna excavada en la roca, descansando cabe a los restos de su marido, Manases.

Recuerdo de Judit (Gen_16:29-30).

29 La lloró la casa de Israel por espacio de siete días. Antes de morir repartió su hacienda con los más próximos parientes de su marido, Manases, y con los más próximos de su misma familia. 30 En los días de Judit, y por mucho tiempo después de su muerte, no hubo nadie que infundiera temor a los hijos de Israel.

Según la costumbre (Gen 50,10; Eci 22:10; 1Sa_31:13), el duelo duró siete días. Antes de morir quiso cumplir con el espíritu de la Ley, que mandaba conservar el patrimonio dentro de la tribu o familia (Lev_25:10; Num_27:5-11). Después de su muerte gozó Israel de paz por mucho tiempo, no osando sus enemigos levantar su mano por estar vivo en ellos el recuerdo del triunfo. Como los jueces de Israel Que 3:11; 3:30; 5:32; 8:28), también ella supo inculcar a su pueblo el cumplimiento de los deberes religiosos que impone el pacto de la alianza, por ser un valladar contra las incursiones del enemigo. En sus manos tiene Dios las riendas de la historia; los imperios son instrumentos que maneja a su libre albedrío, utilizándolos a veces para castigar a su pueblo infiel y otras para su exaltación.

1 H. L. Jansen, La Composition Du Chant Du Judit: Acta Orientalia, 15 (1936) .63-71·