Judith 7 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 32 versitos |
1 Al día siguiente dio órdenes Holofernes a todo su ejército y a las tropas auxiliares de prepararse para atacar a Betulia, ocupando las subidas de los montes y haciendo ya la guerra contra los hijos de Israel.
2 Entonces se dispusieron todos sus hombres de armas y la masa de sus guerreros, en número de ciento setenta mil infantes y doce mil jinetes, fuera de la impedimenta y de la muchedumbre de los hombres que iban con ella, que era muy grande,
3 acamparon en el valle junto a Betulia, cerca de la fuente, y se desplegaron a lo ancho, hasta Dotan, Belmáin, y a lo largo desde Betulia hasta Ciamón, que está frente a Esdrelón.
4 Cuando los israelitas vieron tanta muchedumbre, quedaron consternados, y unos a otros se dijeron: “Ahora sí que van a devorar éstos toda la haz de la tierra, y ni los altos montes, ni los valles, ni los collados podrán soportar su peso.”
5 Y tomando cada uno sus armas, encendieron hogueras sobre las torres y permanecieron guardándolas toda aquella noche.
6 Al día siguiente hizo desfilar Holofernes toda su caballería a la vista de los israelitas que estaban en Betulia;"
7 examinó las subidas de la ciudad y recorrió las fuentes de sus aguas, apoderándose de ellas y estableciendo puesto de guardia, para volverse luego a su gente.
8 Entonces se acercaron a él los príncipes de Esaú, los jefes de Moab y los capitanes de la costa, diciéndole:
9 “Escuche nuestro señor una palabra, si quieres que no sufra quebranto tu ejército.
10 Este pueblo de los israelitas no confía en sus lanzas, sino en las alturas de los montes en que habitan; y, en efecto, no es fácil dominar la cima de sus montes."
11 Ahora bien, señor, no luches contra ellos como se lucha en batalla campal, y evitarás que caiga un solo guerrero.
12 Quédate tú en el campamento y ten en guardia todo tu ejército; pero haz que tus siervos se apoderen de las fuentes de agua que brotan a raíz del monte,"
13 porque de ella se abastecen todos los moradores de Betulia. La sed los matará, y acabarán por entregarte la ciudad, mientras que nosotros y nuestro pueblo subimos a las cimas de los montes próximos y acampamos en ellas para guardarlas e impedir que salga de la ciudad hombre alguno.
14 Así el hambre los consumirá a ellos, a sus mujeres y a sus hijos, y antes que los alcance la espada quedarán tendidos en las calles de su propia ciudad,
15 dándoles tú el merecido por su malvada conducta de no haber salido a tu encuentro en son de paz.”
16 Fueron bien recibidas por Holofernes y todos sus siervos estas palabras, y al punto ordenó ejecutar cuanto se había dicho.
17 Los hijos de Amón levantaron el campo, y con ellos cinco mil asirios, que acamparon en el valle y ocuparon las aguas y los manantiales de agua de los israelitas.
18 Subieron los hijos de Esaú y los de Amón, y acamparon en la montaña, frente a Dotáin. Pusieron luego una división hacia el mediodía, hacia el este, contra Ecrebel, que cae cerca de Husi, sobre el torrente de Mocmur, y el resto del ejército asirio acampó en el llano, cubriendo toda la haz de la tierra. Las tiendas y la impedimenta se extendían en inmensa muchedumbre, con todas sus gentes, que eran en extremo numerosas.
19 Los hijos de Israel clamaron al Señor, su Dios, pues perdieron el ánimo al verse cercados por sus enemigos, sin posible escape.
20 El campo de los asirios, su infantería, sus carros y su caballería, los tuvieron cercados por espacio de treinta y cuatro días; de manera que a los habitantes de Betulia se les agotaron todas las aguas,"
21 quedaron vacías las cisternas, sin que tuviesen para beber a saciedad un día, y el agua se les distribuía con medida.
22 Desmayaban las mujeres y los niños; los jóvenes desfallecían de sed y caían sin fuerza en las calles de la ciudad y en los pasos de las puertas."
23 Se amotinó todo el pueblo contra Ocias y contra los jefes de la ciudad: jóvenes, mujeres y niños, y clamaron a grandes voces contra los ancianos, diciendo:
24 “Sea Dios juez entre nosotros y vosotros por habernos sometido a tamaña injusticia, no proponiendo tratos de paz a los asirios.
25 Ahora ya no hay para nosotros auxilio, y Dios nos ha entregado en sus manos para que ante ellos caigamos de sed y suframos completa ruina.
26 Ahora, pues, llamadlos y entregad la ciudad al saqueo de las gentes de Holofernes y de todo su ejército.
27 Más ventajoso nos será entregarnos a ellos, porque siquiera, siendo siervos suyos, viviremos y no veremos con nuestros ojos la muerte de nuestros niños y consumidas nuestras mujeres y nuestros hijos.
28 Os conjuramos por el cielo y la tierra, por nuestro Dios y Señor de nuestros padres, que nos castiga según nuestros pecados y según las transgresiones de nuestros padres, que desistáis.”
29 Se produjo un gran llanto en medio de la asamblea, y todos a una clamaron a grandes voces al Señor Dios.
30 Díjoles Ocias: “Tened ánimo, hermanos; esperemos cinco días, en los cuales volverá sobre nosotros su misericordia el Señor, nuestro Dios, que no nos abandonará hasta el fin."
31 Si pasados estos días no nos viniera ningún auxilio, yo haré lo que pedís.”
32 Despidió al pueblo, y se fue cada uno a su puesto, a los muros y a las torres de la ciudad, y a las mujeres y a los niños los mandó a sus casas. Grande era el abatimiento que dominaba en la ciudad.

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Introducción a Judith

Times New Roman ;;;

Judit
Introducción.

División del libro y texto.
Dos partes cabe distinguir en el libro: 1) Antecedentes al asedio de Betulia (c.1-6). 2) Victoria del pueblo judío (c.7-16).
El texto hebreo o arameo, en que fue escrito originariamente el libro, se perdió desde muy antiguo. Orígenes no lo conoció y San Jerónimo afirma que revisó la antigua versión latina basándose en un ejemplar escrito en arameo.
El texto griego se ha conservado en tres formas principales: 1) la de las unciales  A S; 2) forma peculiar de los códices 19 y 108; 3) texto del manuscrito 58 (Vaticano Reginense), del que dependen los textos de la Vetus Latina y Pesitta. Los manuscritos 19 y 108 representan el texto de Luciano, y en ellos se inspiran la versión aramea y la Vulgata. San Jerónimo, a instancias de sus amigos, tradujo el libro precipitadamente, fijándose más en el sentido que en la letra del texto. Quiso él acabar con la multiplicidad viciosa de manuscritos - no dice si eran griegos - y pone en latín lo que encontró en un texto aramaico. Huic (ludit) unam lucubratiuncu-lam dedi, magis sensum e sensu, quam ex verbo verbum transfe-rens. Multorum codicum varietatem vitiosissimam amputavi; solum ea, quae intelligentia integra in verbis Ghaldaeis invenire po-tui, Latinis expressi (Trae, ad Jdt: PL 29:39). Se sospecha que el texto aramaico utilizado por San Jerónimo era más una paráfrasis de estilo targúmico que una simple versión del texto hebreo primitivo.
Se conocen tres textos hebraicos de Judit con carácter midrástico, que de ninguna manera pueden identificarse con el texto hebreo primitivo. Dos de ellos fueron publicados por A. Yellineck 1, y el tercero por M. Gaster 2. Este último coloca la historia de Judit en la época del sitio de Jerusalén por Seleuco, no mencionándose a Nabucodonosor ni Holofernes 3. El texto de nuestro comentario se ajusta al texto griego publicado en la edición que hizo Sixto V del texto de los LXX, teniendo asimismo a la vista el texto editado por A. Rahlfs 4.

Autor y fecha de composición.
Llámase libro de Judit por ser ella la protagonista, no por haberlo escrito. No podemos determinar quién fue su autor ni fijar la fecha de su composición. Se ha dicho que su autor lo fue también del libro del Eclesiástico5, lo que nos confirma todavía más en nuestra impresión de que el libro fue escrito en tiempos posteriores al destierro. Las razones que se aducen para una fecha anterior a la cautividad carecen de valor 6. Grintz fija la data de la composición en el período persa. Dos testimonios explícitos tenemos en el libro que hablan de la cautividad como de un acontecimiento histórico: 4:2-3; 5:19. Por consiguiente, se excluye toda fecha de composición anterior a Darío.
En el libro se vislumbran no pocos elementos persas. En efecto, la frase que se aplica a Nabucodonosor de gran rey, señor de toda la tierra, es el título que se daba a los reyes persas. La invocación de Dios como Dios del cielo es peculiar de los persas (Esd 5:6; papiros de Elefantina); el ejército invasor era persa (16:10); Holofernes y Bagoas son nombres de origen persa. Las armas que utiliza el ejército (akinakés, 13:6; 16:9) tienen el mismo origen, así como la expresión preparar la tierra y el agua (2:7).
Pero el mismo examen revela la presencia de elementos helenísticos. Alejandro fue el primer monarca que se arrogó, aun en vida, honores divinos. Su ejemplo fue seguido por los seléucidas, especialmente por Antíoco Epifanes, que mandó colocar en el templo de Jerusalén la estatua de Júpiter Olímpico y grabar en sus monedas las palabras Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo. Una costumbre helenista es la de adornarse con coronas de laurel (3:7; 15:13)·.
La importancia que se da a las observancias legales, más minuciosas que en la Ley misma (10:5); la devoción hacia Jerusalén, al templo y al sacerdocio; la moda de los arcaísmos, sugieren la época de Ben Sirach (180 a.C.) o la de los Macabeos. Estos indicios, unidos a las analogías que presentan con los apócrifos, jubileos y Salmos de Salomón, pueden situar al autor y la fecha de composición del libro hacia el año 70. Aventurando todavía una hipótesis, cabe conjeturar que el autor escribió su libro a instancia de los fariseos, deseosos de glorificar con el seudónimo de Judit a su bienhechora, la reina y viuda Alejandra (76-67 a.C.). Que el autor escribió su libro en Palestina, está fuera de duda.

Finalidad del libro.
El autor del libro de Judit se propuso una finalidad concreta al escribirlo. Quien lo lea de corrida y superficialmente creerá que su autor no tuvo otro empeño que el de narrar una serie de hechos históricos. Pero detrás de esta corteza histórica se perfila claramente una idea religiosa directriz, que acaso ocupa el primer plano en la mente del autor sagrado, conducente a demostrar la providencia y fidelidad divinas hacia su pueblo escogido. Dios sometió a Israel al crisol de la prueba (8:27) con el fin de tantear hasta dónde llegaba su fidelidad. Permitió que éste se encontrara al borde del abismo, pero intervino en el momento crítico y lo salvó.

¿Judit libro histórico?
Hemos dicho que bajo la corteza histórica se vislumbra en el libro el desarrollo de una tesis religiosa. Pero cabe preguntar: ¿Tiene solidez esta corteza o más bien es una pantalla de que se sirvió el autor como de medio apto para proponer una enseñanza religiosa? En otras palabras: Los hechos que figuran en el libro, ¿corresponden en todo o en parte a una realidad objetiva o deben considerarse como ficción creada por el autor? Estas preguntas no están lanzadas al azar, sino que las sugieren las múltiples antinomias históricas y geográficas del libro. Sabido es que las dificultades de por sí no son suficientes para que dudemos inmediatamente de la historicidad de un libro bíblico, que aparentemente se presenta como tal; pero son un toque de atención que obliga al exegeta a un examen más detenido del texto.
Las dificultades históricas de mayor relieve del libro de Judit son las siguientes: 1) De Nabucodonosor, que reinó en Babilonia desde 604 hasta 562, se dice que era rey de los asirios. 2) Se afirma que el mencionado monarca reinó en Nínive, capital de Asiría, que fue destruida el año 612 por la acción combinada de Nabopolasar y Ciaxares. 3) Dícese (1:5) que Nabucodonosor combatió y derrotó a Arfacsad, rey de los medos. 4) Por el texto se deduce que en los días de la invasión de Holofernes no había rey en Israel; un sumo sacerdote, Joaquín, asistido por un consejo de ancianos, ejercía el poder supremo. 5) Hacía poco que los judíos habían subido de la cautividad de Babilonia y habían edificado el templo (538-458). 6) El general en jefe del ejército de Nabucodonosor es llamado Holofernes, nombre de origen persa, no babilónico; dígase lo mismo del nombre del eunuco Bagoas. ¿Cómo pudo Nabucodonosor reinar sobre Nínive, destruida antes de subir él al trono? ¿Por qué se llama rey de los asirios, cuando en realidad lo fue de Babilonia? ¿Cómo pudo combatir a Arfacsad, monarca que no figura en el catálogo de los reyes medos y persas? Sabido es que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y al templo, enviando a los judíos a la cautividad de Babilonia; ahora bien, ¿cómo puede armonizarse esta noticia con la de que habían los judíos reedificado la ciudad y el templo y de que habían subido hacía poco del cautiverio? ¿Cómo se explica que un rey de Babilonia reine sobre los asirios, en Nínive, y tenga como generalísimo de su ejército a un persa?
A estas dificultades de orden histórico se juntan otras de carácter geográfico y topográfico. El libro de Judit, escribe De Vaux, demuestra una arrogante indiferencia por la historia y la geografía. El itinerario del ejército de Holofernes (2:21-28) es un desafío a la geografía. Ante las dificultades mencionadas, y teniendo en cuenta los modos de decir y narrar empleados por el autor sagrado, pierde terreno la sentencia tradicional, que admitía la historicidad total del libro, y cobran actualidad las opiniones de los partidarios de una exégesis más libre y más ajustada a lo que realmente quiso decir y expresar el autor.
El pensamiento actual sobre el género literario de Judit lo resume Lefévre en estos términos: Solamente pueden darse dos hipótesis: o los hechos se ocultan cuidadosamente por el empleo de seudónimos, o el autor escribe, con una finalidad didáctica, una historia ficticia, utilizando para ello elementos sacados de épocas muy distintas7. Existe una corriente entre los exegetas que tratan de encajar dentro de un marco histórico determinado los hechos y el ambiente general que se supone en el texto. A este fin se han hecho tentativas para identificar al personaje que se esconde bajo el nombre de Nabucodonosor. Se han barajado más de quince nombres, que abarcan un período de unos mil años, desde Adadnirari III (787 a.C.) hasta Adriano (138 d. C.) 8.
Puede ser que, al utilizar el autor sagrado el nombre de Nabucodonosor, quisiera reunir en él los rasgos más salientes de todos y cada uno de los antiguos monarcas orientales y griegos, cuyo distintivo era el orgullo, la impiedad, la ambición y el odio hacia Yahvé y a su pueblo elegido. Para el autor, Nabucodonosor es una figura sintética, ejemplar, simbólica y apocalíptica. Es el adversario poderoso e impío del pueblo de Israel. Es un monarca que sobrevive a sí mismo, ya que ataca a Israel incluso en los tiempos posteriores a la cautividad. Es un personaje de todos los tiempos y de ninguno en particular. No es nombre concreto; es una fuerza, una idea encarnada. Es el orgullo personificado, es Satanás (Stein-Mann, 24). Aquior, lo mismo que Nabucodonosor, tiene en el texto función de tipo (Cazelles).
En cuanto al personaje central, Judit, se identifica en 16:4 con la nación judía. Según De Vaux, Judit, palabra que significa la judia, representa el partido de Dios, identificado con el de la nación 9. Es probable que Judit no sea otra que Jael de Jue 4:5, transformada, primeramente por los de Elefantina y últimamente por los judíos de Leontópolis, en la heroína que conocemos con el nombre de Judit. 10
Como escribimos en otro lugar n terminamos este apartado diciendo que con datos extraídos de la historia de la lucha secular de los pueblos paganos contra Israel compuso el autor sagrado una narración, en la que hechos sucedidos en diversos períodos históricos forman unidad por razón de la identidad de fines que les atribuye. Se barajan nombres, reales o fingidos, de personajes, con preferencia de tiempos antiguos. Según el P. Guillet, una de las leyes del género apocalíptico es la de sintetizar la historia en visiones globales 12. Son muchos actualmente los que clasifican a Judit entre la literatura apocalíptica. Lo que ésta proclama con lenguaje pro-fético, lo dice nuestro autor empleando el estilo simple de un relato 13.

Valor doctrinal de Judit.
Es un libro fundamentalmente religioso. La tesis central del mismo se plantea en 5:20-21. Especial providencia de Dios por el pueblo de Israel mientras éste le sea fiel, no solamente rechazando la idolatría, sino evitando aun las más leves transgresiones legales. Puede permitir Dios que le sobrevengan grandes calamidades, pero aun entonces debe Israel esperar en Dios, que permite estos males para probar su fidelidad, no para castigarle.
El pecado es el gran enemigo de la alianza. El mayor de todos es la idolatría; pero también otras faltas menos graves debilitan los lazos de la alianza. Quienes juzgan las acciones de Judit con un enfoque moderno, le achacan varios pecados: mentira, seducción, acción voluntaria de ponerse en peligro próximo de pecar, asesinato de Holofernes, utilización de medios ilícitos para lograr un bien. Pero no es el de Judit un libro de casos de conciencia, ni aun de edificación, sino más bien un tratado teológico. Ningún pecado le recrimina el autor sagrado, que ve en ella un instrumento débil del que se sirve Dios para castigar a los enemigos de su pueblo. Por el hecho de que su pureza salió ilesa de las provocaciones de Holofernes, a quien decapitó, algunos teólogos consideran a Judit como figura de la Inmaculada Concepción. A María se aplican las palabras de 15:9.

Canonicidad.
Se clasifica entre los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Según Orígenes 14 y San Jerónimo 15, los judíos leían el libro. Muchos Padres de los siglos n y ni consideran el libro como parte integrante de la Biblia 16. Por dudar de su canonicidad, San Jerónimo no puso mucho esmero en su traducción o revisión de un texto aramaico. Pero el mismo santo Doctor cambió de parecer (Epist. 65: PL 12:623; 25:1394) al verse libre de los prejuicios rabínicos. Afirma San Jerónimo que el concilio de Nicea in numero sanctarum scripturarum computasse al libro de Judit (PL 39,39) 17·

1 Beth ha-Midrasch (Leipzig 1853),
2 An Unknown Hebrew versión of the history of Judith: Proceedings of the Society oí d blical Archaeology, 16 (1893-94) 156-163.
3 C. Meyer, Zur Entstehungsgeschichte des Buches Judith: B 3 (1922) I93-2O3·,
4 Stuttgart 1952. Sobre la cuestión textual véase A. M. dubarle, Les textes diverse Uvre de Judith: VT 8 (1958) 344-373·
5 A. Jansen, Der verschollene Verfasser des Buches Judith: Theologie und Glaube, 4 U912) 269-277.
6 B. Mariahi, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 277-278,
7 Introduction a la Bible I (1957) 1747.
8 Véase Soubigou, Miller; G. Brunner, Der Nabuchodonosor des Buches judith (Berlín 1959).
9 Bible de Jérusalem (1956) 493-494.
10 J. Edgar Bruns, The genealogy of Judith: The Catholic Bibljcal Quarterly, 18 (1956) Ú9-22; Judith orjael: ibid., 16 (1954) 12-14.
11 Verdad y Vida, U.
12 Thémes Bibliques (París 1951) 137-38-
13 Lefévre, Judith: DBS 1319; arnaldich, l.c., 99-100.
14 Epist. ad lulianurri Africanwn 13: PG 11:80.
15 Praefatio in Libr. ludith: PL 29:3?
16 Clemente De Alejandría, Strom. 2:17: PG 8:969; orígenes, De oratione i32: PG 11:452.
17 Véase A. M. Dubarle, La mentían de Judith dans la littérature ancienne, Juíve et cnn~ tienne: RB 66 (1959) 514-549·


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Judith 7,1-32;;

2. Yahve Triunfa Sobre Nabucodonosor (c.7-16).

Los asíríos frente a Betulia (7:1-3).
1 Al día siguiente dio órdenes Holofernes a todo su ejército y a las tropas auxiliares de prepararse para atacar a Betulia, ocupando las subidas de los montes y haciendo ya la guerra contra los hijos de Israel. 2 Entonces se dispusieron todos sus hombres de armas y la masa de sus guerreros, en número de ciento setenta mil infantes y doce mil jinetes, fuera de la impedimenta y de la muchedumbre de los hombres que iban con ella, que era muy grande, 3 acamparon en el valle junto a Betulia, cerca de la fuente, y se desplegaron a lo ancho, hasta Dotan, Belmáin, y a lo largo desde Betulia hasta Ciamón, que está frente a Esdrelón.

Holofernes obra rápidamente. Al día siguiente de haber deportado a Aquior a Betulia, manda que su ejército marche en dirección a esta ciudad, que se ocupen las vertientes de las montañas y que se establezca contacto con el enemigo. Hemos hablado ya del emplazamiento de esta heroica y enigmática ciudad (4:4-6), que, a lo más, disponía de unas murallas levantadas precipitadamente al anuncio de la llegada del ejército de Holofernes. Teniendo en cuenta todos los datos desparramados en todo el libro, no se llega a identificar el lugar de Betulia; pues si de una parte figura en la entrada de Esdrelón, al norte de Samaría, de otra se dice que salió una procesión de Betulia en dirección a Jerusalén, lo cual significaría que los participantes en ella recorrieron un centenar de kilómetros (16:18). De ahí que algunos exegetas dudan incluso de la existencia real de una ciudad con este nombre. Obsérvese la pasividad de las otras ciudades frente al ejército invasor. Ninguna le hace frente, ni se ponen obstáculos a las maniobras tácticas del mismo. Holofernes tiene la obsesión de Betulia, en donde cree radica la máxima resistencia por parte de los judíos.

Consternación de los israelitas (7:4-5).
4 Cuando los israelitas vieron tanta muchedumbre, quedaron consternados, y unos a otros se dijeron: Ahora sí que van a devorar éstos toda la haz de la tierra, y ni los altos montes, ni los valles, ni los collados podrán soportar su peso. 5 Y tomando cada uno sus armas, encendieron hogueras sobre las torres y permanecieron guardándolas toda aquella noche.

Desde la ciudad contemplaron los de Betulia la marcha del ejército asirio, que estrechaba el cerco. Al ver tanta muchedumbre, les asalta la idea de que el enemigo devorará toda la haz de la tierra (Num_22:4) y de que el suelo cederá a su paso. Aunque las noches en Palestina sean algo más frescas que el día (Mar_14:54; Lc 22:55), no es probable que tuvieran necesidad de fuego los centinelas de las murallas, dada la estación en que se produjo el asedio (4:5). Más bien encendieron hogueras, o para divisar los movimientos del enemigo en torno a los muros, o para darle la sensación de que los habitantes de la ciudad estaban alerta (1Ma_12:28-29).

Estratagema de Holofernes (1Ma_7:6-7).
6 Al día siguiente hizo desfilar Holofernes toda su caballería a la vista de los israelitas que estaban en Betulia; 7 examinó las subidas de la ciudad y recorrió las fuentes de sus aguas, apoderándose de ellas y estableciendo puesto de guardia, para volverse luego a su gente.

Exploró Holofernes personalmente los accesos de la ciudad, reconoció los manantiales que surtían de agua a Betulia y los ocupó. Antes (v.3) se dijo que el ejército acampó en el valle, junto a Betulia, cerca de la fuente. Desde este momento Betulia se encuentra cercada por todas partes, no quedándole más dilema que entregarse o resistir. No cabe esperar ayuda de las otras ciudades, ni de la misma ciudad de Jerusalén, que contemplan la heroica resistencia de Betulia, apoyando su causa con ayunos y oraciones, pero sin enviar soldado alguno.

Otro consejo dado a Holofernes (1Ma_7:8-15).
8 Entonces se acercaron a él los príncipes de Esaú, los jefes de Moab y los capitanes de la costa, diciéndole: 9 Escuche nuestro señor una palabra, si quieres que no sufra quebranto tu ejército. 10 Este pueblo de los israelitas no confía en sus lanzas, sino en las alturas de los montes en que habitan; y, en efecto, no es fácil dominar la cima de sus montes. 11 Ahora bien, señor, no luches contra ellos como se lucha en batalla campal, y evitarás que caiga un solo guerrero. 12 Quédate tú en el campamento y ten en guardia todo tu ejército; pero haz que tus siervos se apoderen de las fuentes de agua que brotan a raíz del monte, 13 porque de ella se abastecen todos los moradores de Betulia. La sed los matará, y acabarán por entregarte la ciudad, mientras que nosotros y nuestro pueblo subimos a las cimas de los montes próximos y acampamos en ellas para guardarlas e impedir que salga de la ciudad hombre alguno. 14 Así el hambre los consumirá a ellos, a sus mujeres y a sus hijos, y antes que los alcance la espada quedarán tendidos en las calles de su propia ciudad, 15 dándoles tú el merecido por su malvada conducta de no haber salido a tu encuentro en son de paz.

El designio de Holofernes era atacar la ciudad y acabar con ella, confiado en su superioridad. Considerando las cosas humanamente, era ésta la mejor solución. Pero mercenarios de los pueblos vecinos de Israel, tales como los príncipes de Esaú, o sea los idumeos, los jefes de Moab y los capitanes de las ciudades filisteasde la costa mediterránea, aconsejan al generalísimo de Nabucodonosor que estreche el cerco y espere a que los habitantes de Betulia se entreguen, acosados por el hambre y la sed. Estos consejeros conocen bien la geografía de Betulia.

Asedio de Betulia (1Ma_7:16-22).
16 Fueron bien recibidas por Holofernes y todos sus siervos estas palabras, y al punto ordenó ejecutar cuanto se había dicho. 17 Los hijos de Amón levantaron el campo, y con ellos cinco mil asirios, que acamparon en el valle y ocuparon las aguas y los manantiales de agua de los israelitas. 18 Subieron los hijos de Esaú y los de Amón, y acamparon en la montaña, frente a Dotáin. Pusieron luego una división hacia el mediodía, hacia el este, contra Ecrebel, que cae cerca de Husi, sobre el torrente de Mocmur, y el resto del ejército asirio acampó en el llano, cubriendo toda la haz de la tierra. Las tiendas y la impedimenta se extendían en inmensa muchedumbre, con todas sus gentes, que eran en extremo numerosas.19 Los hijos de Israel clamaron al Señor, su Dios, pues perdieron el ánimo al verse cercados por sus enemigos, sin posible escape. 20 El campo de los asirios, su infantería, sus carros y su caballería, los tuvieron cercados por espacio de treinta y cuatro días; de manera que a los habitantes de Betulia se les agotaron todas las aguas, 21 quedaron vacías las cisternas, sin que tuviesen para beber a saciedad un día, y el agua se les distribuía con medida. 22 Desmayaban las mujeres y los niños; los jóvenes desfallecían de sed y caían sin fuerza en las calles de la ciudad y en los pasos de las puertas.

Señala la Vulgata el detalle de que se pusieron cien centinelas en cada fuente. Los edomitas y parte de los amonitas ocuparon las cumbres de los montes vecinos, frente a Dotáin. Un tercer destacamento fue enviado hacia el mediodía, hacia el este, contra Ecrebel, que cae cerca de Cus, sobre el torrente de Mocmur. Los comentaristas de Judit identifican generalmente a Ecrebel con Aqrabeh, a catorce kilómetros al sudoeste de Naplusa, que bajo la dominación romana fue capital de la toparquía Acrabatene. A ocho kilómetros al noroeste de Acrabe se encuentra Quzah, la antigua Cus. El torrente Mocmur debe identificarse con algún wadi al mediodía de la capital samaritana. Si estas identificaciones corresponden a la realidad, resulta que Holofernes cortó toda comunicación, ocupando un inmenso territorio al mediodía, este y norte de Betulia.
En todo este despliegue de fuerzas no encuentra Holofernes ninguna oposición de parte de los israelitas. Los habitantes de Betulia comprendieron que estaban completamente cercados. Al cabo de treinta y cuatro días se agotaron las provisiones de agua. Cortado el acceso a las fuentes, sus habitantes viéronse obligados a utilizar exclusivamente el agua recogida en las cisternas durante el tiempo de lluvia. También estas reservas se agotaron, sin que hubiera posibilidad de ser rellenadas en breve plazo por razón de hallarse en los meses de junio y julio (1Ma_2:47; 1Ma_4:5), en cuyo tiempo no llueve en Palestina.

Motín en la ciudad (1Ma_7:23-29).
23 Se amotinó todo el pueblo contra Ocias y contra los jefes de la ciudad: jóvenes, mujeres y niños, y clamaron a grandes voces contra los ancianos, diciendo: 24 Sea Dios juez entre nosotros y vosotros por habernos sometido a tamaña injusticia, no proponiendo tratos de paz a los asirios. 25 Ahora ya no hay para nosotros auxilio, y Dios nos ha entregado en sus manos para que ante ellos caigamos de sed y suframos completa ruina. 26 Ahora, pues, llamadlos y entregad la ciudad al saqueo de las gentes de Holofernes y de todo su ejército. 27 Más ventajoso nos será entregarnos a ellos, porque siquiera, siendo siervos suyos, viviremos y no veremos con nuestros ojos la muerte de nuestros niños y consumidas nuestras mujeres y nuestros hijos. 28 Os conjuramos por el cielo y la tierra, por nuestro Dios y Señor de nuestros padres, que nos castiga según nuestros pecados y según las transgresiones de nuestros padres, que desistáis. 29 Se produjo un gran llanto en medio de la asamblea, y todos a una clamaron a grandes voces al Señor Dios.

Betulia no estaba preparada para sostener un largo asedio. Además de la falta de provisiones, no estaban dispuestos sus habitantes a morir por la defensa de su Dios y de su ciudad. La orden de resistir emanaba del sumo sacerdote Joaquín (1Ma_4:6), pero no iba acompañada con la promesa de una ayuda bélica eficaz.

Respuesta de Ocias (1Ma_7:30-32).
30 Díjoles Ocias: Tened ánimo, hermanos; esperemos cinco días, en los cuales volverá sobre nosotros su misericordia el Señor, nuestro Dios, que no nos abandonará hasta el fin. 31 Si pasados estos días no nos viniera ningún auxilio, yo haré lo que pedís. 32 Despidió al pueblo, y se fue cada uno a su puesto, a los muros y a las torres de la ciudad, y a las mujeres y a los niños los mandó a sus casas. Grande era el abatimiento que dominaba en la ciudad.

Desde el punto de vista puramente humano, la guerra de Holofernes contra Betulia puede compararse a la lucha de un elefante con una hormiga. Ya hemos visto que Betulia no cuenta con ninguna ayuda militar exterior de parte de sus hermanos de raza, a pesar de ser un pueblo numeroso (1Ma_5:10). Los guerreros de la villa son casi inexistentes. No se señala su número, no se dice que disparen una sola flecha ni que intenten una salida desesperada. Su población se compone de mujeres quejumbrosas, de niños y hombres débiles, cuya aspiración es rendirse al ejército invasor antes que morir por su fe. Las mismas autoridades de Betulia se muestran incapaces, débiles, oportunistas y de poca fe. De una parte temen los alborotos del pueblo, y de otra, la justicia de los sitiadores.