Judith 8 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 36 versitos |
1 Entonces lo supo Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de José, hijo de Ociel, hijo de Helcías, hijo de Elías, hijo de Quelcías, hijo de Eliab, hijo de Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasadai, hijo de Israel.
2 Su marido, Manases, era de su misma tribu y familia y había muerto en los días de la siega de la cebada.
3 Hallándose con los atadores de haces en el campo, cogió una insolación, y cayó en el lecho, y murió en Betulia, su ciudad. Diéronle sepultura en la de sus padres, en el campo que hay entre Dotáin y Belarnón.
4 Vivía en su casa Judit, guardando su viudez hacía tres años y cuatro meses.
5 Habíase hecho un cobertizo en el terrado de la casa y llevaba saco a la cintura, debajo de los vestidos de su viudez.
6 Ayunaba todos los días, fuera de los sábados, novilunios, las solemnidades y días de regocijo de la casa de Israel.
7 Era bella de formas y de muy agraciada presencia. Su marido, Manases, le había dejado oro y plata, siervos y siervas, ganados y campos, que ella por sí administraba.
8 Nadie podía decir de ella una palabra mala, porque era muy temerosa de Dios.
9 Llegaron a los oídos de Judit las desatinadas palabras que el pueblo había dirigido al jefe; vio cuan abatidos estaban por la escasez del agua y supo asimismo la respuesta de Ocias, jurando entregar la ciudad a los asirios pasados cinco días."
10 Envió a su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes, e hizo llamar a los ancianos de la ciudad Ocias, Cabris y Garmis.
11 Y cuando llegaron les dijo: “Escuchadme, príncipes de la ciudad de Betulia: No es acertado lo que hoy habéis dicho al pueblo, como tampoco el juramento que habéis interpuesto entre Dios y vosotros, diciendo que entregaríais la ciudad a vuestros enemigos si en esos días no viniere el Señor en vuestro auxilio.
12 ¿ Quiénes sois vosotros para tentar a Dios, los que estáis constituidos en lugar de Dios, en medio de los hijos de los hombres?
13 ¿Al Dios omnipotente pretendéis poner a prueba? ¿No acabaréis de aprender?
14 Si no podéis sondear la profundidad del corazón humano ni comprender sus pensamientos, ¿cómo vais a escudriñar a Dios, el Creador de todas las cosas; a penetrar su mente y comprender sus pensamientos? De ningún modo, hermanos, irritéis al Señor, Dios nuestro,"
15 que, si no quisiera ayudarnos en los cinco días, poder tiene para protegernos en el día que quisiere o para destruirnos en presencia de nuestros enemigos.
16 No pretendáis hacer fuerza a los consejos del Señor, Dios nuestro, que no es Dios como un hombre que se mueve con amenazas, ni como un hijo del hombre que se rinde.
17 Por tanto, esperando la salud, clamemos a El que nos socorra. Si fuese su beneplácito, oirá nuestra voz.
18 Porque no hay en nuestra generación ni se conoce en nuestros días tribu, ni familia, ni región, ni ciudad que adore dioses fabricados, como sucedía en los tiempos antiguos,
19 por causa de los cuales fueron entregados nuestros padres a la espada y al saqueo y cayeron con gran estrago delante de sus enemigos.
20 Pero nosotros no conocemos otro Dios fuera de El, por donde esperamos que no nos desatenderá ni a nosotros ni a ninguno de nuestro linaje.
21 Considerad que, si nosotros fuéramos tomados, toda Judea sería destruida, y nuestro santuario saqueado, y entonces Dios nos pediría cuenta de su profanación.
22 Y la matanza de nuestros hermanos, y el cautiverio de la tierra, y la desolación de nuestra heredad, la haría el Señor recaer sobre nuestras cabezas en medio de las naciones a quienes sirviéramos, siendo escarnio y ludibrio a los ojos de nuestros dueños.
23 Ni sería nuestra servidumbre para nuestro bien; antes en nuestra deshonra la volvería el Señor, Dios nuestro."
24 Y ahora, hermanos, mostremos a nuestros conciudadanos que de nosotros pende no sólo nuestra vida, sino que el santuario, el templo y el altar sobre nosotros se apoyan.
25 Demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos prueba igual que a nuestros padres.
26 Recordad cuanto hizo con Abraham, cómo probó a Isaac y qué cosas sucedieron a Jacob en Mesopotamia de Siria cuando apacentaba las ovejas de Labán, su tío.
27 Pues así como aquéllos no los pasó por el crisol sino para examinar su corazón, así también a nosotros nos azota, no para castigo, sino para amonestación, de los que le servimos.
28 Ocias le respondió: “Todo cuanto has dicho es salido de un buen corazón, y no hay quien a tus palabras pueda oponerse a nada.
29 No es hoy cuando tu sabiduría se descubre; desde el principio de tus días conoció todo el pueblo tu inteligencia y tu buen corazón."
30 Pero es mucho lo que el pueblo padece por la sed, y esto nos obligó a hablar como hablamos y a hacer el juramento que no quebrantaremos.
31 Ruega por nosotros, tú que eres mujer piadosa, y el Señor enviará lluvia que llene nuestras cisternas para que no perezcamos.”
32 Díjoles Judit: “Escuchadme: Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza.
33 Vosotros estaos esta noche a la puerta; yo saldré con mi sierva, y en los días que pusisteis por término para entregar la ciudad a vuestros enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano."
34 No tratéis de averiguar mis planes, que no os lo manifestaré mientras no haya dado remate a lo que me propongo ejecutar.”
35 Y le contestaron Ocias y los jefes: “Vete en paz y que el Señor vaya delante de ti para que nos vengues de nuestros enemigos.”
36 Y, saliendo del cobertizo, se fueron.

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Introducción a Judith

Times New Roman ;;;

Judit
Introducción.

División del libro y texto.
Dos partes cabe distinguir en el libro: 1) Antecedentes al asedio de Betulia (c.1-6). 2) Victoria del pueblo judío (c.7-16).
El texto hebreo o arameo, en que fue escrito originariamente el libro, se perdió desde muy antiguo. Orígenes no lo conoció y San Jerónimo afirma que revisó la antigua versión latina basándose en un ejemplar escrito en arameo.
El texto griego se ha conservado en tres formas principales: 1) la de las unciales  A S; 2) forma peculiar de los códices 19 y 108; 3) texto del manuscrito 58 (Vaticano Reginense), del que dependen los textos de la Vetus Latina y Pesitta. Los manuscritos 19 y 108 representan el texto de Luciano, y en ellos se inspiran la versión aramea y la Vulgata. San Jerónimo, a instancias de sus amigos, tradujo el libro precipitadamente, fijándose más en el sentido que en la letra del texto. Quiso él acabar con la multiplicidad viciosa de manuscritos - no dice si eran griegos - y pone en latín lo que encontró en un texto aramaico. Huic (ludit) unam lucubratiuncu-lam dedi, magis sensum e sensu, quam ex verbo verbum transfe-rens. Multorum codicum varietatem vitiosissimam amputavi; solum ea, quae intelligentia integra in verbis Ghaldaeis invenire po-tui, Latinis expressi (Trae, ad Jdt: PL 29:39). Se sospecha que el texto aramaico utilizado por San Jerónimo era más una paráfrasis de estilo targúmico que una simple versión del texto hebreo primitivo.
Se conocen tres textos hebraicos de Judit con carácter midrástico, que de ninguna manera pueden identificarse con el texto hebreo primitivo. Dos de ellos fueron publicados por A. Yellineck 1, y el tercero por M. Gaster 2. Este último coloca la historia de Judit en la época del sitio de Jerusalén por Seleuco, no mencionándose a Nabucodonosor ni Holofernes 3. El texto de nuestro comentario se ajusta al texto griego publicado en la edición que hizo Sixto V del texto de los LXX, teniendo asimismo a la vista el texto editado por A. Rahlfs 4.

Autor y fecha de composición.
Llámase libro de Judit por ser ella la protagonista, no por haberlo escrito. No podemos determinar quién fue su autor ni fijar la fecha de su composición. Se ha dicho que su autor lo fue también del libro del Eclesiástico5, lo que nos confirma todavía más en nuestra impresión de que el libro fue escrito en tiempos posteriores al destierro. Las razones que se aducen para una fecha anterior a la cautividad carecen de valor 6. Grintz fija la data de la composición en el período persa. Dos testimonios explícitos tenemos en el libro que hablan de la cautividad como de un acontecimiento histórico: 4:2-3; 5:19. Por consiguiente, se excluye toda fecha de composición anterior a Darío.
En el libro se vislumbran no pocos elementos persas. En efecto, la frase que se aplica a Nabucodonosor de gran rey, señor de toda la tierra, es el título que se daba a los reyes persas. La invocación de Dios como Dios del cielo es peculiar de los persas (Esd 5:6; papiros de Elefantina); el ejército invasor era persa (16:10); Holofernes y Bagoas son nombres de origen persa. Las armas que utiliza el ejército (akinakés, 13:6; 16:9) tienen el mismo origen, así como la expresión preparar la tierra y el agua (2:7).
Pero el mismo examen revela la presencia de elementos helenísticos. Alejandro fue el primer monarca que se arrogó, aun en vida, honores divinos. Su ejemplo fue seguido por los seléucidas, especialmente por Antíoco Epifanes, que mandó colocar en el templo de Jerusalén la estatua de Júpiter Olímpico y grabar en sus monedas las palabras Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo. Una costumbre helenista es la de adornarse con coronas de laurel (3:7; 15:13)·.
La importancia que se da a las observancias legales, más minuciosas que en la Ley misma (10:5); la devoción hacia Jerusalén, al templo y al sacerdocio; la moda de los arcaísmos, sugieren la época de Ben Sirach (180 a.C.) o la de los Macabeos. Estos indicios, unidos a las analogías que presentan con los apócrifos, jubileos y Salmos de Salomón, pueden situar al autor y la fecha de composición del libro hacia el año 70. Aventurando todavía una hipótesis, cabe conjeturar que el autor escribió su libro a instancia de los fariseos, deseosos de glorificar con el seudónimo de Judit a su bienhechora, la reina y viuda Alejandra (76-67 a.C.). Que el autor escribió su libro en Palestina, está fuera de duda.

Finalidad del libro.
El autor del libro de Judit se propuso una finalidad concreta al escribirlo. Quien lo lea de corrida y superficialmente creerá que su autor no tuvo otro empeño que el de narrar una serie de hechos históricos. Pero detrás de esta corteza histórica se perfila claramente una idea religiosa directriz, que acaso ocupa el primer plano en la mente del autor sagrado, conducente a demostrar la providencia y fidelidad divinas hacia su pueblo escogido. Dios sometió a Israel al crisol de la prueba (8:27) con el fin de tantear hasta dónde llegaba su fidelidad. Permitió que éste se encontrara al borde del abismo, pero intervino en el momento crítico y lo salvó.

¿Judit libro histórico?
Hemos dicho que bajo la corteza histórica se vislumbra en el libro el desarrollo de una tesis religiosa. Pero cabe preguntar: ¿Tiene solidez esta corteza o más bien es una pantalla de que se sirvió el autor como de medio apto para proponer una enseñanza religiosa? En otras palabras: Los hechos que figuran en el libro, ¿corresponden en todo o en parte a una realidad objetiva o deben considerarse como ficción creada por el autor? Estas preguntas no están lanzadas al azar, sino que las sugieren las múltiples antinomias históricas y geográficas del libro. Sabido es que las dificultades de por sí no son suficientes para que dudemos inmediatamente de la historicidad de un libro bíblico, que aparentemente se presenta como tal; pero son un toque de atención que obliga al exegeta a un examen más detenido del texto.
Las dificultades históricas de mayor relieve del libro de Judit son las siguientes: 1) De Nabucodonosor, que reinó en Babilonia desde 604 hasta 562, se dice que era rey de los asirios. 2) Se afirma que el mencionado monarca reinó en Nínive, capital de Asiría, que fue destruida el año 612 por la acción combinada de Nabopolasar y Ciaxares. 3) Dícese (1:5) que Nabucodonosor combatió y derrotó a Arfacsad, rey de los medos. 4) Por el texto se deduce que en los días de la invasión de Holofernes no había rey en Israel; un sumo sacerdote, Joaquín, asistido por un consejo de ancianos, ejercía el poder supremo. 5) Hacía poco que los judíos habían subido de la cautividad de Babilonia y habían edificado el templo (538-458). 6) El general en jefe del ejército de Nabucodonosor es llamado Holofernes, nombre de origen persa, no babilónico; dígase lo mismo del nombre del eunuco Bagoas. ¿Cómo pudo Nabucodonosor reinar sobre Nínive, destruida antes de subir él al trono? ¿Por qué se llama rey de los asirios, cuando en realidad lo fue de Babilonia? ¿Cómo pudo combatir a Arfacsad, monarca que no figura en el catálogo de los reyes medos y persas? Sabido es que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y al templo, enviando a los judíos a la cautividad de Babilonia; ahora bien, ¿cómo puede armonizarse esta noticia con la de que habían los judíos reedificado la ciudad y el templo y de que habían subido hacía poco del cautiverio? ¿Cómo se explica que un rey de Babilonia reine sobre los asirios, en Nínive, y tenga como generalísimo de su ejército a un persa?
A estas dificultades de orden histórico se juntan otras de carácter geográfico y topográfico. El libro de Judit, escribe De Vaux, demuestra una arrogante indiferencia por la historia y la geografía. El itinerario del ejército de Holofernes (2:21-28) es un desafío a la geografía. Ante las dificultades mencionadas, y teniendo en cuenta los modos de decir y narrar empleados por el autor sagrado, pierde terreno la sentencia tradicional, que admitía la historicidad total del libro, y cobran actualidad las opiniones de los partidarios de una exégesis más libre y más ajustada a lo que realmente quiso decir y expresar el autor.
El pensamiento actual sobre el género literario de Judit lo resume Lefévre en estos términos: Solamente pueden darse dos hipótesis: o los hechos se ocultan cuidadosamente por el empleo de seudónimos, o el autor escribe, con una finalidad didáctica, una historia ficticia, utilizando para ello elementos sacados de épocas muy distintas7. Existe una corriente entre los exegetas que tratan de encajar dentro de un marco histórico determinado los hechos y el ambiente general que se supone en el texto. A este fin se han hecho tentativas para identificar al personaje que se esconde bajo el nombre de Nabucodonosor. Se han barajado más de quince nombres, que abarcan un período de unos mil años, desde Adadnirari III (787 a.C.) hasta Adriano (138 d. C.) 8.
Puede ser que, al utilizar el autor sagrado el nombre de Nabucodonosor, quisiera reunir en él los rasgos más salientes de todos y cada uno de los antiguos monarcas orientales y griegos, cuyo distintivo era el orgullo, la impiedad, la ambición y el odio hacia Yahvé y a su pueblo elegido. Para el autor, Nabucodonosor es una figura sintética, ejemplar, simbólica y apocalíptica. Es el adversario poderoso e impío del pueblo de Israel. Es un monarca que sobrevive a sí mismo, ya que ataca a Israel incluso en los tiempos posteriores a la cautividad. Es un personaje de todos los tiempos y de ninguno en particular. No es nombre concreto; es una fuerza, una idea encarnada. Es el orgullo personificado, es Satanás (Stein-Mann, 24). Aquior, lo mismo que Nabucodonosor, tiene en el texto función de tipo (Cazelles).
En cuanto al personaje central, Judit, se identifica en 16:4 con la nación judía. Según De Vaux, Judit, palabra que significa la judia, representa el partido de Dios, identificado con el de la nación 9. Es probable que Judit no sea otra que Jael de Jue 4:5, transformada, primeramente por los de Elefantina y últimamente por los judíos de Leontópolis, en la heroína que conocemos con el nombre de Judit. 10
Como escribimos en otro lugar n terminamos este apartado diciendo que con datos extraídos de la historia de la lucha secular de los pueblos paganos contra Israel compuso el autor sagrado una narración, en la que hechos sucedidos en diversos períodos históricos forman unidad por razón de la identidad de fines que les atribuye. Se barajan nombres, reales o fingidos, de personajes, con preferencia de tiempos antiguos. Según el P. Guillet, una de las leyes del género apocalíptico es la de sintetizar la historia en visiones globales 12. Son muchos actualmente los que clasifican a Judit entre la literatura apocalíptica. Lo que ésta proclama con lenguaje pro-fético, lo dice nuestro autor empleando el estilo simple de un relato 13.

Valor doctrinal de Judit.
Es un libro fundamentalmente religioso. La tesis central del mismo se plantea en 5:20-21. Especial providencia de Dios por el pueblo de Israel mientras éste le sea fiel, no solamente rechazando la idolatría, sino evitando aun las más leves transgresiones legales. Puede permitir Dios que le sobrevengan grandes calamidades, pero aun entonces debe Israel esperar en Dios, que permite estos males para probar su fidelidad, no para castigarle.
El pecado es el gran enemigo de la alianza. El mayor de todos es la idolatría; pero también otras faltas menos graves debilitan los lazos de la alianza. Quienes juzgan las acciones de Judit con un enfoque moderno, le achacan varios pecados: mentira, seducción, acción voluntaria de ponerse en peligro próximo de pecar, asesinato de Holofernes, utilización de medios ilícitos para lograr un bien. Pero no es el de Judit un libro de casos de conciencia, ni aun de edificación, sino más bien un tratado teológico. Ningún pecado le recrimina el autor sagrado, que ve en ella un instrumento débil del que se sirve Dios para castigar a los enemigos de su pueblo. Por el hecho de que su pureza salió ilesa de las provocaciones de Holofernes, a quien decapitó, algunos teólogos consideran a Judit como figura de la Inmaculada Concepción. A María se aplican las palabras de 15:9.

Canonicidad.
Se clasifica entre los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Según Orígenes 14 y San Jerónimo 15, los judíos leían el libro. Muchos Padres de los siglos n y ni consideran el libro como parte integrante de la Biblia 16. Por dudar de su canonicidad, San Jerónimo no puso mucho esmero en su traducción o revisión de un texto aramaico. Pero el mismo santo Doctor cambió de parecer (Epist. 65: PL 12:623; 25:1394) al verse libre de los prejuicios rabínicos. Afirma San Jerónimo que el concilio de Nicea in numero sanctarum scripturarum computasse al libro de Judit (PL 39,39) 17·

1 Beth ha-Midrasch (Leipzig 1853),
2 An Unknown Hebrew versión of the history of Judith: Proceedings of the Society oí d blical Archaeology, 16 (1893-94) 156-163.
3 C. Meyer, Zur Entstehungsgeschichte des Buches Judith: B 3 (1922) I93-2O3·,
4 Stuttgart 1952. Sobre la cuestión textual véase A. M. dubarle, Les textes diverse Uvre de Judith: VT 8 (1958) 344-373·
5 A. Jansen, Der verschollene Verfasser des Buches Judith: Theologie und Glaube, 4 U912) 269-277.
6 B. Mariahi, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 277-278,
7 Introduction a la Bible I (1957) 1747.
8 Véase Soubigou, Miller; G. Brunner, Der Nabuchodonosor des Buches judith (Berlín 1959).
9 Bible de Jérusalem (1956) 493-494.
10 J. Edgar Bruns, The genealogy of Judith: The Catholic Bibljcal Quarterly, 18 (1956) Ú9-22; Judith orjael: ibid., 16 (1954) 12-14.
11 Verdad y Vida, U.
12 Thémes Bibliques (París 1951) 137-38-
13 Lefévre, Judith: DBS 1319; arnaldich, l.c., 99-100.
14 Epist. ad lulianurri Africanwn 13: PG 11:80.
15 Praefatio in Libr. ludith: PL 29:3?
16 Clemente De Alejandría, Strom. 2:17: PG 8:969; orígenes, De oratione i32: PG 11:452.
17 Véase A. M. Dubarle, La mentían de Judith dans la littérature ancienne, Juíve et cnn~ tienne: RB 66 (1959) 514-549·


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Judith 8,1-36Times New Roman ;;

Judit, la heroína (8:1-3).
1 Entonces lo supo Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de José, hijo de Ociel, hijo de Helcías, hijo de Elías, hijo de Quelcías, hijo de Eliab, hijo de Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasadai, hijo de Israel. 2 Su marido, Manases, era de su misma tribu y familia y había muerto en los días de la siega de la cebada. 3 Hallándose con los atadores de haces en el campo, cogió una insolación, y cayó en el lecho, y murió en Betulia, su ciudad. Diéronle sepultura en la de sus padres, en el campo que hay entre Dotáin y Belarnón.

Cuando el pueblo pedía a gritos la rendición, en el momento crucial en que las autoridades de Betulia habían señalado un plazo de cinco días para entregarse, surge inesperadamente Judit, la heroína. No escoge Dios a un profeta, a un guerrero, sino a una viuda retirada en un cobertizo que se había fabricado en el techo de su casa. Cuanto más débil sea el instrumento, más visible será la intervención de Dios en favor de Betulia. ¿Quién es esta mujer que salva a su pueblo de una catástrofe inminente? ¿Es un personaje ideal, simbólico, creado por el autor, o una mujer de carne y hueso? Era una viuda ideal, tal como la concibiera más tarde San Pablo (1Ti_5:5). En Betulia era la única persona que confiaba ciegamente en Dios. Su mismo nombre es revelador: Judit, Yehudith, femenino de Yehudi, significa la judía, nombre que llevó una mujer de Esaú, de origen jeteo (Gen_26:34). Las dudas acerca de la existencia real de la heroína se fundan en el nombre que lleva, Yehudith, y en su propio testimonio. En efecto, el término Yehudith puede ser gentilicio y simbolizar la nación judía en su ideal de vida religiosa. En el cántico que siguió a la victoria, Judit misma se identifica con el pueblo judío (Gen_15:4-6). No existen razones poderosas para dudar de la existencia real de Judit, pero tampoco se dan argumentos ciertos que obliguen a admitirla. Lo primero que debe hacerse para resolver esta cuestión es examinar el género literario empleado por el autor en este libro. El carácter inspirado del mismo es indiferente a esta cuestión 1.

Vida ejemplar de Judit (Gen_8:4-8).
4 Vivía en su casa Judit, guardando su viudez hacía tres años y cuatro meses. 5 Habíase hecho un cobertizo en el terrado de la casa y llevaba saco a la cintura, debajo de los vestidos de su viudez. 6 Ayunaba todos los días, fuera de los sábados, novilunios, las solemnidades y días de regocijo de la casa de Israel. 7 Era bella de formas y de muy agraciada presencia. Su marido, Manases, le había dejado oro y plata, siervos y siervas, ganados y campos, que ella por sí administraba. 8 Nadie podía decir de ella una palabra mala, porque era muy temerosa de Dios.

Al morir su marido, decidió Judit vivir perpetuamente en la viudez (Gen_16:26), Teniendo en cuenta que las hebreas contraían matrimonio entre los doce y quince años y que Bagoas la llama paidiske e halé, niña hermosa, cabe suponer que quedó viuda muy joven. Al producirse la invasión de Betulia se cumplían tres años y cuatro meses de su viudez (Vulgata: tres años y seis meses). De su matrimonio con Manases no tuvo descendencia, no quejándose contra Dios de no habérsela dado, como hicieron otras mujeres hebreas menos piadosas (1Sa_1:8-20). Vivía retirada con su esclava (1Sa_16:26) en un cobertizo que se fabricó en el terrado de su casa, o sea, la alliyyah, la habitación alta (Jue_3:23-25; 2Sa_19:1; 2Re_4:10). A una mujer tan perfecta en el cumplimiento de sus deberes religiosos debía Dios mirar con ojos de complacencia. Aunque las restantes gentes de Betulia tuvieran una fe vacilante, Dios les perdonaría en atención a las virtudes heroicas de Judit, de la cual nadie podía hablar mal. Su sensibilidad religiosa y su viudez eran factores que facilitaban su cometido de intercesora delante de Dios para salvar a su pueblo elegido.

Judit se entrevista con las autoridades (2Re_8:9-10).
9 Llegaron a los oídos de Judit las desatinadas palabras que el pueblo había dirigido al jefe; vio cuan abatidos estaban por la escasez del agua y supo asimismo la respuesta de Ocias, jurando entregar la ciudad a los asirios pasados cinco días. 10 Envió a su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes, e hizo llamar a los ancianos de la ciudad Ocias, Cabris y Garmis.

La prestigiosa mujer no tomó parte en el motín del pueblo. Por la servidumbre pudo enterarse de la situación y de la decisión tomada por las autoridades. Gran prestigio debía de gozar Judit entre los dirigentes del pueblo, ya que se dirigieron obedientes a casa de Judit tan pronto como su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes (Gen_24:2), les comunicó el deseo de su ama.

Judit increpa a los dirigentes de Betulia (Gen_8:11-15).
11 Y cuando llegaron les dijo: Escuchadme, príncipes de la ciudad de Betulia: No es acertado lo que hoy habéis dicho al pueblo, como tampoco el juramento que habéis interpuesto entre Dios y vosotros, diciendo que entregaríais la ciudad a vuestros enemigos si en esos días no viniere el Señor en vuestro auxilio. 12 ¿ Quiénes sois vosotros para tentar a Dios, los que estáis constituidos en lugar de Dios, en medio de los hijos de los hombres? 13 ¿Al Dios omnipotente pretendéis poner a prueba? ¿No acabaréis de aprender? 14 Si no podéis sondear la profundidad del corazón humano ni comprender sus pensamientos, ¿cómo vais a escudriñar a Dios, el Creador de todas las cosas; a penetrar su mente y comprender sus pensamientos? De ningún modo, hermanos, irritéis al Señor, Dios nuestro, 15 que, si no quisiera ayudarnos en los cinco días, poder tiene para protegernos en el día que quisiere o para destruirnos en presencia de nuestros enemigos.

La valiente mujer se encara con los príncipes de la ciudad (Gen_6:14-15; jefes, ancianos) por haberse atrevido a fijar a Dios un plazo de cinco días dentro de los cuales debía acudir en su ayuda; pasado aquel tiempo, ya no tenían necesidad de El. El proceder de las autoridades equivalía a un ultimátum. Ellos se obligaron con juramento a entregar la ciudad a los enemigos, y este juramento debía cumplirse necesariamente. El hecho de exigir a Dios que se decida a intervenir en el plazo de cinco días, ¿no equivalía a un atentado contra su soberanía divina? Hay que esperar pacientemente y con confianza la hora de Dios. Las autoridades de Betulia hacen mal en discutir sus designios. Una sola solución es viable: humillarse ante El y callar. A diferencia de Job (Gen_38:2-40, Gen_38:2; 7; Gen_38:8; Gen_42:3), el autor de Judit pone más de relieve la confianza filial en Dios. Su concepción de la eficacia de la oración se asemeja a la cristiana.

Motivos de confianza (Gen_8:16-20).
16 No pretendáis hacer fuerza a los consejos del Señor, Dios nuestro, que no es Dios como un hombre que se mueve con amenazas, ni como un hijo del hombre que se rinde. 17 Por tanto, esperando la salud, clamemos a El que nos socorra. Si fuese su beneplácito, oirá nuestra voz. 18 Porque no hay en nuestra generación ni se conoce en nuestros días tribu, ni familia, ni región, ni ciudad que adore dioses fabricados, como sucedía en los tiempos antiguos, 19 por causa de los cuales fueron entregados nuestros padres a la espada y al saqueo y cayeron con gran estrago delante de sus enemigos. 20 Pero nosotros no conocemos otro Dios fuera de El, por donde esperamos que no nos desatenderá ni a nosotros ni a ninguno de nuestro linaje.

Por la ley de la alianza, Dios se comprometió a ayudar a Israel y defenderlo de sus enemigos con tal de que observara su Ley y permaneciera fiel a un puro monoteísmo (Lev_26:1-8; Deu_28:1-7; Jue_2:7-23; 1Sa_7:3), Tan segura está Judit de la eficacia de esta promesa, que se atrevió a decir a Holofernes: Nunca nuestro linaje es castigado, ni la espada prevalece contra ellos si no han pecado contra Dios (1Sa_11:10). La situación religiosa actual de Israel es fundamentalmente buena, porque, al revés de los tiempos antiguos, no existe en la generación actual ni se conoce familia, región ni ciudad que adore a falsos dioses. Por este pecado de idolatría, contra el cual clamaba Jeremías (1Sa_7:17-20; 1Sa_14:7-15), fueron entregados los judíos a la espada y al saqueo. En los momentos actuales no existe este funestísimo pecado en Israel; luego hay motivos de esperar la ayuda de Dios. El autor del libro de Judit considera como pecado leve el amotinamiento del pueblo, porque sus protestas están más bien dictadas por el estómago vacío que por falta de confianza en Dios. Tampoco concede excesiva gravedad a la conducta de los magistrados de Betulia, que obraron más bien por cobardía que por malicia.

Desastrosas consecuencias de una capitulación (1Sa_8:21-27).
21 Considerad que, si nosotros fuéramos tomados, toda Judea sería destruida, y nuestro santuario saqueado, y entonces Dios nos pediría cuenta de su profanación. 22 Y la matanza de nuestros hermanos, y el cautiverio de la tierra, y la desolación de nuestra heredad, la haría el Señor recaer sobre nuestras cabezas en medio de las naciones a quienes sirviéramos, siendo escarnio y ludibrio a los ojos de nuestros dueños. 23 Ni sería nuestra servidumbre para nuestro bien; antes en nuestra deshonra la volvería el Señor, Dios nuestro. 24 Y ahora, hermanos, mostremos a nuestros conciudadanos que de nosotros pende no sólo nuestra vida, sino que el santuario, el templo y el altar sobre nosotros se apoyan. 25 Demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos prueba igual que a nuestros padres. 26 Recordad cuanto hizo con Abraham, cómo probó a Isaac y qué cosas sucedieron a Jacob en Mesopotamia de Siria cuando apacentaba las ovejas de Labán, su tío. 27 Pues así como aquéllos no los pasó por el crisol sino para examinar su corazón, así también a nosotros nos azota, no para castigo, sino para amonestación, de los que le servimos.

La suerte de Jerusalén, del templo y de toda la nación depende de la actuación de los habitantes de Betulia. Si, para evitar una situación crítica, de momento los magistrados de Betulia se rinden al enemigo, serán responsables ante Dios de las espantosas consecuencias de su cobardía y poca fe. Judit acumula razones con el fin de elevar la moral de los ancianos de Betulia: el país sería arrasado; sus habitantes, asesinados o deportados; el templo, saqueado. El ejemplo de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob debe estimularles a la resistencia. Dios los pasó por el crisol para examinar su corazón, no para castigarlos. De la misma manera azota a los de Betulia, no a título de castigo, sino con el fin de someter a prueba su confianza en Dios. Judit proclama que Dios castiga y azota a sus amigos con el único fin de purificarlos y santificarlos con la práctica de las virtudes (Proí 3:12; Sab_11:5-10; Eci 2:3-5). La recomendación que hace Judit de dar gracias a Dios por las pruebas a que les sujeta, es considerada por muchos como una interpolación cristiana (Rom_5:3-5; Heb_12:5-11).

Respuesta de Ocias (Heb_8:28-31).
28 Ocias le respondió: Todo cuanto has dicho es salido de un buen corazón, y no hay quien a tus palabras pueda oponerse a nada. 29 No es hoy cuando tu sabiduría se descubre; desde el principio de tus días conoció todo el pueblo tu inteligencia y tu buen corazón. 30 Pero es mucho lo que el pueblo padece por la sed, y esto nos obligó a hablar como hablamos y a hacer el juramento que no quebrantaremos. 31 Ruega por nosotros, tú que eres mujer piadosa, y el Señor enviará lluvia que llene nuestras cisternas para que no perezcamos.

Con palabras halagadoras para Judit, Ocias reconoce su clara inteligencia y su gran corazón, pero le da a entender que no puede cambiar la decisión tomada en atención a los sufrimientos del pueblo, que muere de sed, y por el juramento que hizo, y que debe cumplirse inexorablemente (Jos_9:19; Jue_11:35; 2Sa_21:1-8). La única solución está, dice Ocias, en que Dios nos mande lluvia que llene las cisternas, lo que equivale a pedir un milagro. La época de las lluvias en Palestina se extiende desde octubre hasta mayo, y sólo por un milagro (1Sa_12:17) se da una lluvia torrencial durante los meses de junio y julio (Jos_10:11). Ocias no entiende la teología de la historia de Israel, tal como se la explica y comprende Judit. Es posible que teóricamente tenga razón Judit; pero en la práctica, parece decir Ocias, no se ve que Dios se muestre solícito en cumplir su compromiso con Israel. Por lo demás, la voluntad salvífica de Dios debe manifestarse en el plazo de cinco días, porque un juramento debe cumplirse necesariamente.

Judit expone sus planes (Jos_8:32-36).
32 Díjoles Judit: Escuchadme: Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza. 33 Vosotros estaos esta noche a la puerta; yo saldré con mi sierva, y en los días que pusisteis por término para entregar la ciudad a vuestros enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano. 34 No tratéis de averiguar mis planes, que no os lo manifestaré mientras no haya dado remate a lo que me propongo ejecutar. 35 Y le contestaron Ocias y los jefes: Vete en paz y que el Señor vaya delante de ti para que nos vengues de nuestros enemigos. 36 Y, saliendo del cobertizo, se fueron.

De repente saca Judit a las autoridades de la situación embarazosa en que se encontraban. El plan que les propone no es improvisado; lo ha meditado bien en su soledad, porque también ella debía de tener noticia de cómo andaban las incidencias del sitio de Betulia. Sabe también que tendrá éxito el plan que ha trazado.