Jueces 12 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 15 versitos |
1 Los hijos de Efraím se reunieron, y, pasando a Safón, dijeron a Jefté: “¿Por qué fuiste a combatir a los hijos de Amón sin habernos llamado a combatir contigo? Vamos a pegar fuego a tu casa.”
2 Jefté les respondió: “Estaba yo y estaba mi pueblo en gran contienda con los hijos de Amón. Entonces os llamé yo, pero no me habéis librado vosotros de sus manos.
3 Viendo que no había quien me librase, puse mi vida en mis manos, marché contra los hijos de Amón, y Yahvé me los entrego. ¿Por qué, pues, venís hoy a hacerme la guerra?”
4 Reunió Jefté a todas las gentes de Galaad y libró batalla contra Efraím. Y los hombres de Galaad derrotaron a los de Efraím, que decían de ellos: “Vosotros, galaditas, sois huidos de Efraím; ni sois de Efraím ni de Manases.”
5 Los galaditas se apoderaron de los vados del Jordán, enfrente de Efraím; y cuando llegaba alguno de los fugitivos de Efraím, diciendo: “Dejadme pasar,” le preguntaban: “¿Eres efraimita?” Respondía: “No.”
6 Entonces ellos le decían: “A ver, di: shibbolet,” y él decía sibbolet, pues no podían pronunciar así. Los hombres de Galaad le cogían y le degollaban junto a los vados del Jordán. Murieron entonces cuarenta y dos mil hombres de Efraím.
7 Juzgó a Israel Jefté, galadita, durante seis años, y murió, siendo sepultado en una de las ciudades de Galaad.
8 Después de él fue juez en Israel Abesán, de Belén.
9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Casó a éstas con gente de fuera y trajo de fuera mujeres para sus hijos.
10 Juzgó a Israel siete años, murió y fue sepultado en Belén.
11 Después de él juzgó a Israel Elón, de Zabulón, durante diez años;"
12 murió Elón, de Zabulón, y fue sepultado en Ayalón, en tierra de Zabulón.
13 Después de él juzgó a Israel Abdón, hijo de Hilel, de Faratón.
14 Tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban sobre setenta asnos. Juzgó a Israel durante ocho años,
15 murió y fue sepultado en Faratón, en el monte de Efraím, en tierra de Salim.

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Introducción a Jueces

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Jueces.
Introducción.

Título del Libro.
El libro lleva en hebreo el título de Shofetim, que los LXX han traducido por Kritai, jueces, de donde el título de la Vulgata: Líber iudicum: Libro de los jueces. Pero el calificativo de jueces no corresponde propiamente a la misión primordial de estos héroes, que consistía en salvar a Israel o a una tribu de la opresión de sus enemigos y restablecer el orden político, más o menos comprometido. El título más apropiado a ellos es el de libertador, que corresponde a la significación primitiva del verbo shafat, establecer, restablecer. Es lógico que, una vez obtenida la victoria, con el prestigio que esto les daba, quedaran al frente de la tribu o de las tribus que les habían elegido por lider, ejerciendo su plena autoridad sobre las mismas. La condición social de estos hombres es muy distinta, pues mientras unos eran guerreros, como Aod, Barac y Gedeón, otros eran ricos propietarios, como Jair y Abdón, o aventureros, como Jefté, y héroes populares, como Sansón. Pero todos poseen un carisma o marca divina (valor, sabiduría, habilidad o fuerza), que les convierte en jefes o jueces salvadores de Israel1.

Lugar en el canon.
En las Biblias hebraicas va entre el libro de Josué y el primero de Samuel, ocupando el segundo lugar en la colección conocida por el nombre de profetas anteriores. En el canon alejandrino y en la Vulgata, el libro se coloca entre los libros históricos Josué y Rut. Los judíos consideraban el libro como profetice.

Texto.
Fue escrito originariamente en hebreo y se ha conservado en buen estado, excepto en el cántico de Débora. Burney, que lo ha investigado a fondo, lo cree superior al texto de los libros de Samuel y comparable con el de las partes narrativas de los libros de Josué y Reyes 2. Se encuentra en él cierta confusión y transposición de letras y palabras, ditografías y glosas. El texto griego de los LXX se ha conservado bajo distintas formas. Después de los estudios de Pretzl 3, se admiten comúnmente tres recensiones del mismo. El texto de la antigua koiné fue revisado por Orígenes, cuya recensión se conserva en sirohexaplar, cód. A y B, este último con terminología propia4. Luciano utilizó esta revisión con elementos propios, que difieren del texto masorético y que provienen de otro original griego. La recensión de Luciano se encuentra en Ka, en muchos minúsculos y en el códice Lugdunensis de la Vetus Latina. Hesiquio trató de ajustar la recensión de Orígenes al texto masorético, utilizando palabras que figuraban en la antigua koiné. Así, pues, según Pretzl, se dispone de dos fuentes para la crítica textual del texto masorético: las lecciones de la antigua koiné y la recensión de Luciano. La Vulgata sigue, en general, el texto hebreo, con adición de algunas glosas aclaratorias.

Argumento y División.
El libro de los Jueces trata de la historia del pueblo judío a partir de la muerte de Josué hasta la institución de la monarquía o, en el estado actual del mismo, hasta el advenimiento de Samuel. Sin embargo, esta historia se presenta en forma esquemática, fragmentaria e incompleta, recogiendo únicamente algunos hechos aislados que sirven al autor de base para el desarrollo y confirmación de su tesis filosófico-religiosa, expresada claramente en 2:11-19; 10:6-16. El carácter de la misma es pragmático, a cuatro tiempos: prevaricación, castigo; arrepentimiento, liberación. Israel es infiel a Yahvé y rinde culto a los ídolos; en castigo, Dios le entrega en manos de sus enemigos. Este revés le induce a penitencia, y Dios, misericordioso, le envía un libertador, muerto el cual, vuelve a las andadas. Esta verdad religiosa se ilustra con seis cuadros históricos que cuentan las hazañas de otros tantos jueces, a los cuales se añaden breves noticias referentes a personajes de menor relieve, que, por esto mismo, se ha convenido en llamar jueces menores.
En líneas generales, el libro se divide en tres partes bien definidas: 1) una doble introducción: política (1:1; 2:5) Y religiosa (2:6; 3:6); 2) cuerpo del libro (3:7; 16:31); 3) dos apéndices (17:1; 21:25).

Marco Histórico y Cronología.
El libro de los Jueces carece de sistema cronológico propiamente dicho y la mayor parte de las cifras que se dan en el libro son puramente convencionales. ¿A qué época de la historia universal corresponden los hechos narrados en el libro? ¿Cuál fue la duración aproximada de este período? Dos fechas de valor desigual permiten señalar los términos a quo y ad quera del período de los jueces.
Para determinar el término ad quem parten los autores de la fecha de la fundación del templo de Jerusalén en 968, año cuarto del reinado de Salomón. Este sucedió en el trono a su padre, David, en c.973, reinando cuarenta años sobre todo Israel. El reinado de David abarca desde c.1010 hasta C.970. No sabemos a punto fijo los años de la permanencia de Saúl en el trono, que, según Act 13:21, fueron cuarenta; pero los autores le atribuyeron una duración que oscila entre los veinte y treinta años. Se indica el año 1030 como fecha de la elevación de Saúl al trono, fecha que coincide más o menos con el término del período de los jueces.
Es más difícil determinar el término a quo, ya que depende de fecha de la salida de Israel de Egipto y de la duración de la campaña de Josué. Está en crisis la hipótesis que señala el éxodo hacia el año 1450. Una segunda opinión, apoyada por hechos históricos y ^queológicos de indiscutible valor, cree que el éxodo tuvo lugar durante el largo reinado de Ramsés II (1301-1235) o en tiempos de Mernefta (1225-1205).
No existe en el libro de los Jueces una cronología perfecta. Los números que allí figuran tienen un valor muy desigual, pues mientras algunos parecen bastante precisos, otros, en cambio, las cifras redondas, sobre todo 40, 80, 20, obedecen a un plan premeditado del redactor o redactores del libro. Los hechos narrados no se desarrollaron con la precisión cronológica que puede sugerir una lectura superficial del libro, sino más bien se trata de un conjunto de piezas fragmentarias de aquel período, que los redactores posteriores han reunido en un todo orgánico al servicio de una tesis religiosa. No existía unidad entre las tribus, y las guerras de unas no inquietaban la paz de otras, o, simultáneamente, los enemigos acosaban a los israelitas en diversos puntos de su territorio. Por lo mismo, algunos jueces ejercían sus funciones al mismo tiempo, y podían coincidir los períodos de opresión y de paz (Jue 10:7). La autoridad de los jueces se extendía a una o varias tribus, nunca a todo Israel.

Los pueblos enemigos.
Durante el lapso comprendido entre 1220-1040, las dos grandes potencias rivales, Egipto y Asiría, apenas intervienen en los asuntos de Palestina. Egipto se muestra cada vez menos activo, atento a solucionar los problemas de orden interno, y sólo interviene esporádicamente en acciones bélicas hacia el exterior para defender sus fronteras, amenazadas por los pueblos del mar, como en 1192, bajo Ramsés III. Por parte de Asiría, sólo Teglatfalasar I (1 112-1074) emprendió una campaña hacia el oeste, reduciendo a tributo a las ciudades de Byblos, Sidón, Arward; pero no se atrevió a atacar a Tiro (Surra) ni a los reinos de Hamat, Damasco y Soba, ni a franquear las fronteras de Palestina. El imperio de los hititas sólo persistía como un recuerdo en Palestina, con insignificantes islotes dejados en el territorio en su retirada. Los enemigos principales contra los cuales tuvieron que luchar los israelitas para arrebatarles los territorios de TransJordania y Cisjordania y mantenerlos en sus manos fueron los cananeos, filisteos, amonitas, amalecitas, moabi-tas y madianitas. De los dos primeros nos ocuparemos brevemente.

Cananeos.
Pueblo abierto a las más dispares influencias, asimiló elementos de las diversas culturas. Como todos los otros pueblos, fueron politeístas, siendo Baal su dios principal, unido a las divinidades femeninas de Anat, Asnera, Astarté, Qadesh. El culto de la fecundidad y fertilidad era el centro de la religión cananea. Características del mismo son los sacrificios humanos (Jer 7:31; Ez 15:21; 1 Re 16:34) y la prostitución sagrada de hombres y mujeres. Todas las facultades productoras de vida eran santas y sagradas. El culto se ejercía en los altos (bamoth), donde se levantaban las masseboth y asheroth, que representaban, respectivamente, las divinidades masculina y femenina. Con este pueblo entró en contacto Israel y convivió con él en momentos en que su religión había caído en su nivel más bajo 5.

Filisteos.
De la avalancha de los pueblos del mar formaban parte los filisteos, procedentes de Licia y Caria, o de Caftor (Deut 2:23; Jer 47:4), que, a través del Asia Menor, pretendieron ganar las tierras fértiles de Egipto. A principios del siglo XII a. Q, Ramsés III resistió en Siria a los nuevos invasores no semitas (incircuncisos los llama la Biblia); pero los filisteos fueron descendiendo por la costa mediterránea, estableciéndose a fines del segundo milenio en la región marítima comprendida entre Gaza y Jaifa, con una profundidad hacia el interior que oscilaba entre los veinte y sesenta kilómetros. Agrupábanse en torno a cinco grandes centros, a los que se da el nombre de pentápolis filistea: Gaza, Ascalón, Azoto, Acarón y Gat. Las cinco ciudades tenían un régimen autónomo, aunque en casos extraordinarios se unían para salvar a la nación. Al frente de cada distrito había los llamados seranim (tiranos), con autoridad civil y militar, ocupando el mando supremo del ejército unido los sarim (1 Sam 18:30). Su organización era superior a la de los israelitas, lo mismo que su cultura, industria, agricultura, comercio, economía, etc. Los filisteos fueron un constante peligro para los israelitas, a quienes oprimían empujándoles hacia el macizo central6.

Características literarias del libro de los Jueces.
Lo primero que se echa de ver al recorrer sus páginas es la repetición de ciertas fórmulas estereotipadas, que indican el punto de vista filosófico-religioso del autor. Con estas fórmulas aparece claramente delineado el pragmatismo a cuatro tiempos de que hemos hablado. Este tema central se expone en las dos introducciones, histórica (1:1; 2:5) y cultual (2:6; 3:6; 6:8-10; 10:10-16). Estas fórmulas, convenientemente clasificadas por Tamisier (Introducción 138-139) Y Delorme, son las siguientes:
Prevaricación. (A): Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé (2:11; 3:7; 12; 4:1; 6:1; 13:1). (B): Se apartaron de Yahvé y sirvieron a los Baales (2:11), baales y aseras (3:7), a Baal y Astarté (2:13; 10:7). Castigo (C): Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel (2:14-20; 3:8; 107). (D): (Yahvé) los entregó en manos de salteadores (2:14); Se Cusan Risataím (3:8), en manos de Jabín (4:2), a Madián'(6:1), en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón (10:7); o también, Yahvé hizo fuerte a Eglón (3:12). (E) Por consiguiente, los hijos de Israel sirvieron a Cusan Risataím siete años (3:8), a Eglón dieciocho años (3:14), a Jabín veinte años (4:3) a Madián siete años (6:1), a los filisteos y amonitas dieciocho años (10:8).
Arrepentimiento. (F): Clamaron a Yahvé los hijos de Israel (3:9; 15; 4:3; 6:6; 10:10).
Liberación. (G): Suscitó Yahvé a los hijos de Israel un libertador (3:9-15). H Quedó humillado (Moab, Jabín, Madián) bajo la mano de Israel (3:30; 4:23; 8:28). (I): Los libertadores (Otoniel, Tola, Jefté, Abesán, Elón, Abdón, Sansón) juzgaron a Israel diez años (3:10; 10:2.3; 12:7; 9:11; 14; 15:20; 16:31). (J): Estuvo en paz la tierra durante diez años (3:11, 30; 5:32; 8:28).
En función a esta idea central se han escogido las narraciones que el autor o los autores han insertado en el libro. Entre aquéllas y las frases redaccionales se han revelado diferencias ideográficas y de estilo, que se explican por el hecho de que los autores no han elaborado los relatos históricos, sino que se han limitado a seleccionarlos y agruparlos de conformidad con las exigencias del tema central. Al autor no le interesa el hecho histórico por sí mismo, sino desde el punto de vista religioso. Por lo mismo, se cree autorizado a reproducir simplemente los fragmentos, yuxtaponerlos en un plan preconcebido, cercenarlos, resumirlos y amplificarlos, glosarlos y aun modificarlos ligeramente. De este modo, los hechos históricos incorporados en el libro ofrecen garantía de veracidad. La historia del libro de los Jueces es religiosa,

Composición del libro.
El libro es anónimo; de donde la diversidad de opiniones sobre su autor y tiempo de su composición. La tradición judía y muchos Padres lo atribuyen a Samuel o a un autor contemporáneo de David (Schulz). Algunos han pensado en Ezequías, y Ricardo Simón lo adjudica a Esdras. La mayoría de los críticos acatólicos extienden a este libro la composición a base de los conocidos documentos J y E, reunidos más tarde por uno o más redactores. Actualmente, católicos y acatólicos están acordes en admitir en el libro la presencia de documentos antiguos que utilizaron el autor o los autores. H. Gressmann7 prefiere que se hable de tradiciones más bien que de documentos. Desnoyers 8 admite una doble redacción; la primera efectuóse en el reino de Israel por escritores originarios de los medios profetices, levíticos y profetices. En esta primera redacción se narraba la historia de los jueces del Norte y contenía la lista de los jueces menores. Un redactor del reino de Judá completó aquella obra con documentos procedentes del sur en tiempos del rey Exequias. Según Desnoyers, el movimiento literario deuteroca-nónico pudo también haber dejado huellas en una reedición del libro de los Jueces. Cazelles y Tamisier exponen más concretamente esta hipótesis.
En nada se opone al dogma de la inspiración el hecho de que muchos autores concurrieran a la composición del libro de los Jueces. Muy probablemente, sólo el autor último que redactó el libro en la forma que hoy tiene el beneficio del carisma de la inspiración.

Enseñanza religiosa.
De misterioso se ha calificado al período de los jueces 9. Y lo es de verdad. Empezamos por no saber cuándo comenzó y cuándo acabó ni a qué período preciso de la historia universal pertenece. En el libro encontramos una cronología imprecisa, una historia fragmentaria, anecdótica, engarzada solamente por el pensamiento religioso dominante del autor. Pero del análisis del libro se deduce que nos hallamos en una época de transición en la historia de Israel. Las tribus habían atravesado el Jordán, y durante muchos años dedicábanse a la penosa tarea de conquistar paulatinamente la tierra prometida. En contacto con la religión y cultos cananeos, tan halagadores a los sentidos, fue enfriándose el entusiasmo de los israelitas por Yahvé, olvidándose de sus preceptos y abandonando el camino que su Dios les había trazado. Ante las tentativas de sincretismo religioso, no dejó Dios de darles un toque de atención, recordándoles que no había renunciado a los derechos de propiedad sobre su pueblo. En sus páginas se vislumbra también claramente que no quiere Dios la perdición de Israel, su desaparición de entre las gentes, sino que se convierta y viva.
A pesar de su moral rústica, los israelitas de este período, incluyendo a sus jefes, son admirables por su fe en Dios, a quien acuden en tiempos de prueba. Esta fe les llevará al triunfo de sus enemigos años más tarde.

1 De Vaux, Israel: Dictionnaire de la Bible, Suppl. col.739; O. Grether, Die Bezeich-nung Richten für die charismatischer Helden der Vorstaatlichen Zeit: Zeitsch. f. Altt. Wis-senschaft, 57 (1939) 110-121.
2 C. F. Burney, The Book ofjudges (Londres 1920).
3 Septuaginta problem im Buch Richter: Â 7 (1926) 233-269; 353-383.
4 J. Schreiner, Septuagintü-Massora des Buches der Richter. Eine textkritische Studie (Roma 1957).
5 A. Âåá, Canaan e Cananei: Enciclopedia Cat. Italiana, III col.480-486; B. Maisler, Canaan and the Canaanites: Basor, 102 (1946) 7-12; G. Pavlovski, De religione Cananaeorum tempore occupationis israeliticae: Verbum Domini, 27 (1949) 143-163.193-205.
6 Véase R. A. st. Macalister, The Philistines, their History and Civilisation (Londres 1911); G. Van Rad, Das Reich Israel una die Philister: Palástinajahrbuch, 29 (1933) 30-42; O. Eis-Sfeldt, Philister und Phonizer (Leipzig 1936).
7 Die Anfange Israels (Góttingen 1922).
8 tiistoire: I. La période des Juges 404-406,
9 E. Robertson, The Period of the Judges. A Mistery Period in the History of Israel: Bul-letin of the John Rylands Library, 30 (1946) 3-36,

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Jueces 12,1-15

Guerra civil entre efraimitas y galaditas (12:1-7).
lLos hijos de Efraím se reunieron, y, pasando a Safón, dijeron a Jefté: ¿Por qué fuiste a combatir a los hijos de Amón sin habernos llamado a combatir contigo? Vamos a pegar fuego a tu casa. 2Jefté les respondió: Estaba yo y estaba mi pueblo en gran contienda con los hijos de Amón. Entonces os llamé yo, pero no me habéis librado vosotros de sus manos. 3Viendo que no había quien me librase, puse mi vida en mis manos, marché contra los hijos de Amón, y Yahvé me los entrego. ¿Por qué, pues, venís hoy a hacerme la guerra? 4Reunió Jefté a todas las gentes de Galaad y libró batalla contra Efraím. Y los hombres de Galaad derrotaron a los de Efraím, que decían de ellos: Vosotros, galaditas, sois huidos de Efraím; ni sois de Efraím ni de Manases.5 Los galaditas se apoderaron de los vados del Jordán, enfrente de Efraím; y cuando llegaba alguno de los fugitivos de Efraím, diciendo: Dejadme pasar, le preguntaban: ¿Eres efraimita? Respondía: No. 6Entonces ellos le decían: A ver, di: shibbolet, y él decía sibbolet, pues no podían pronunciar así. Los hombres de Galaad le cogían y le degollaban junto a los vados del Jordán. Murieron entonces cuarenta y dos mil hombres de Efraím. 7 Juzgó a Israel Jefté, galadita, durante seis años, y murió, siendo sepultado en una de las ciudades de Galaad.

Da a entender el texto que Efraím no respondió al llamamiento de Jefté, acaso por no habérsele confiado un puesto de honor o por no contar con el triunfo de Jefté sobre los amonitas. Los efraimitas se reunieron, sin que se indique el espacio de tiempo entre esta acción y la anterior, y, pasando el Jordán a la altura de Safón (Jos_13:27), increparon a Jefté con su habitual altivez. Jefté, que les llamó cuando él y su pueblo eran oprimidos por los amonitas, les trató con dureza. Encontraron los efraimitas en él a un hombre menos diplomático que Gedeón (Jos_8:1-3), y a sus impertinencias respondió con la movilización de un ejército. La primera providencia Que tomó Jefté fue la de mandar hombres que ocuparan los vados del Jordán (Jos_3:28; Jos_7:24), con el fin de cortar la retirada de los efraimitas. A cada hombre que intentaba pasar le sujetaban a la prueba de pronunciar la palabra shibbolet (espiga, corriente de un río), que los efraimitas deformaban en sibbolet. El motivo principal de los efraimitas al promover aquella cuestión fue la de impedir que las tribus transjordánicas, que antiguamente pertenecían a la casa de José (Num_26:29), se independizaran. En cuanto al número de efraimitas muertos, debemos tener en cuenta el uso hiperbólico en las cifras.
Este pasaje demuestra que la lengua hebraica, a pesar de su unidad, revestía ciertas formas dialectales en las diversas regiones de Palestina. La lengua hebraica del sector norte se diferenciaba sensiblemente de la de Judá sobre todo en la pronunciación. Estas diferencias facilitan la individualización de las diversas fuentes literarias de la Biblia.

1 De civ. Dei c.21.
2 Vigouroux, La Bible et les découvertes modernes (1896) III 169,
3 Condamin, Dict. Apol, Jefté. 1270-1271. 4 Véase Desnoyers, Histoire I 244 y 342.
5 Santo Tomás, 2.2 q.88 a.2 ad 2.
6 Lods, Israel. Des Origines au milieu du VIIIe siécle (París 1949) 402.
7 Entre la inmensa literatura sobre el voto de Jefté, señalamos tan sólo los siguientes estu-dios: A. Fernández, Voíum lephte: Verbum Domini, 1 (1921) 104-108; 299-304; E. Ma-Der, Die der alten Hebraer und der benachbarten Volker: Biblische Studien, 5-6(1909) 153-162; Basilio Da Montecchio, II sacrificio della figlia di lefte: Palestra del Clero" l8 (I939) I93-195; A. Van Hoonacker, Le voeu de Jephté: Muséon, 11 (1892) 448-469; Cf. Buttignoni, íí sacrificio di lefte: Palestra del Clero, 18 (1939) 49-51.


Jueces menores.

Los Jueces Abesán, Elón y Abdón (Num_12:8-15).
8Después de él fue juez en Israel Abesán, de Belén. 9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Casó a éstas con gente de fuera y trajo de fuera mujeres para sus hijos.10 Juzgó a Israel siete años, murió y fue sepultado en Belén. 11 Después de él juzgó a Israel Elón, de Zabulón, durante diez años; 12murió Elón, de Zabulón, y fue sepultado en Ayalón, en tierra de Zabulón. 13 Después de él juzgó a Israel Abdón, hijo de Hilel, de Faratón. 14Tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban sobre setenta asnos. Juzgó a Israel durante ocho años, 15murió y fue sepultado en Faratón, en el monte de Efraím, en tierra de Salim.

Las noticias sobre estos tres jueces, que llamamos menores, se deben a un redactor deuteronómico o de la escuela sacerdotal.
Abesán. Jefe de un clan y natural de Belén de Zabulón (Jos_19:15), a doce kilómetros al oeste de Nazaret, era un hombre notable y poderoso, como demuestra el número crecido de sus hijos (Jos_10:3-5). En contra de la costumbre antigua, que imponía el matrimonio entre los del mismo clan o tribu, trajo de fuera mujeres para sus hijos, casando asimismo a sus hijas con jóvenes de fuera. Estas uniones entre clanes diferentes contribuían a fusionar las tribus, a romper las barreras que imponía la antigua sociedad nómada y a formar una nación hebraica más homogénea.
Elón. De la tribu de Zabulón (Gen_46:14; Num_26:26), después de juzgar diez años, fue sepultado en Ayalón (que así se llamaba también el juez, según LXX (B) y Vulg.).
Abdón. Natural de Faratón, hoy Farata, a doce kilómetros al sudoeste de Siquem (2Sa_23:30; 1Ma_9:50), tuvo una descendencia conciderable. Fue sepultado en la montaña de Efraím, en tierra de Salim (1 Sam 9:4), cerca de Faratón. Según el texto hebraico: fue enterrado en el territorio de Efraím, en la montaña del Amalecita lección que, por razones de crítica textual interna, debe retenerse.