Jueces 13 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 24 versitos |
1 Volvieron los hijos de Israel a hacer el mal a los ojos de Yahvé, y Yahvé los dio en manos de los filisteos durante cuarenta años.
2 Había un hombre de Sora, de la familia de Dan, de nombre Manué. Su mujer era estéril y no le había dado hijos.
3 El ángel de Yahvé se apareció a la mujer y le dijo: “Eres estéril y sin hijos, pero vas a concebir y parirás un hijo.
4 Mira, pues, que no bebas vino ni licor alguno inebriante ni comas nada inmundo,
5 pues vas a concebir y a parir un hijo a cuya cabeza no ha de tocar la navaja, porque será nazareo de Dios el niño desde el vientre de su madre y será el que primero librará a Israel de la mano de los filisteos.”
6 Fue la mujer y dijo a su marido: “Ha venido a mí un hombre de Dios. Tenía el aspecto de un ángel de Dios muy temible. Yo no le pregunté de dónde venía ni me dio a conocer su nombre,
7 pero me dijo: Vas a concebir y parir un hijo. No bebas, pues, vino ni otro licor inebriante y no comas nada inmundo, porque el niño será nazareo de Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte.”
8 Entonces Manué oró a Yahvé, diciendo: “De gracia, Señor: que el hombre de Dios que enviaste venga otra vez a nosotros para que nos enseñe lo que hemos de hacer con el niño que ha de nacer.”
9 Oyó Dios la oración de Manué y volvió el ángel de Dios a la mujer de Manué cuando estaba ésta sentada en el campo y no estaba con ella su marido.
10 Corrió ella en seguida a anunciárselo a su marido, diciéndole: “El hombre que vino a mí el otro día acaba de aparecérseme.”
11 Levantóse Manué y, siguiendo a su mujer, fue hacia el hombre y le dijo: “¿Eres tú el que has hablado a esta mujer?” El respondió: “Yo soy.”
12 Repuso Manué: “Cuando tu palabra se cumpla, ¿qué hay que guardar y qué habremos de hacerle?”
13 El ángel de Yahvé dijo a Manué: “La mujer, que se abstenga de cuanto la he dicho:
14 que no tome nada de cuanto procede de la vid, no beba vino ni otro licor inebriante y no coma nada inmundo; cuanto le mandé ha de observarlo.”
15 Manué dijo al ángel de Yahvé: “Te ruego que permitas que te retengamos mientras te traemos preparado un cabrito.” l6 El ángel de Yahvé dijo a Manué: “Aunque me retengas, no comería tus manjares; pero, si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahvé.” Manué, que no sabía que era el ángel de Yahvé,"
17 le dijo: “¿Cuál es tu nombre, para que te honremos cuando tu palabra se cumpla?”
18 El ángel de Yahvé le respondió: “¿Para qué me preguntas mi nombre, que es Admirable?”
19 Manué tomó el cabrito y la oblación para ofrecerlo a Yahvé en holocausto sobre la roca, y sucedió un prodigio a la vista de Manué y su mujer.
20 Cuando subía la llama de sobre el altar hacia el cielo, el ángel de Yahvé se puso sobre la llama del altar. Al verlo Manué y su mujer, cayeron rostro a tierra,
21 y ya no vieron más al ángel de Yahvé,
22 y dijo a su mujer: “Vamos a morir, porque hemos visto a Dios.”
23 La mujer le contestó: “Si Yahvé quisiera hacernos morir, no habría recibido de nuestras manos el holocausto y la oblación ni nos hubiera hecho ver todo esto ni oír hoy todas estas cosas.”
24 Parió la mujer un hijo y le dio el nombre de Sansón. Creció el niño, y Yahvé le bendijo,
25 y comenzó a mostrarse en él el espíritu de Yahvé en el campo de Dan, entre Sora y Estaol.

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Introducción a Jueces

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Jueces.
Introducción.

Título del Libro.
El libro lleva en hebreo el título de Shofetim, que los LXX han traducido por Kritai, jueces, de donde el título de la Vulgata: Líber iudicum: Libro de los jueces. Pero el calificativo de jueces no corresponde propiamente a la misión primordial de estos héroes, que consistía en salvar a Israel o a una tribu de la opresión de sus enemigos y restablecer el orden político, más o menos comprometido. El título más apropiado a ellos es el de libertador, que corresponde a la significación primitiva del verbo shafat, establecer, restablecer. Es lógico que, una vez obtenida la victoria, con el prestigio que esto les daba, quedaran al frente de la tribu o de las tribus que les habían elegido por lider, ejerciendo su plena autoridad sobre las mismas. La condición social de estos hombres es muy distinta, pues mientras unos eran guerreros, como Aod, Barac y Gedeón, otros eran ricos propietarios, como Jair y Abdón, o aventureros, como Jefté, y héroes populares, como Sansón. Pero todos poseen un carisma o marca divina (valor, sabiduría, habilidad o fuerza), que les convierte en jefes o jueces salvadores de Israel1.

Lugar en el canon.
En las Biblias hebraicas va entre el libro de Josué y el primero de Samuel, ocupando el segundo lugar en la colección conocida por el nombre de profetas anteriores. En el canon alejandrino y en la Vulgata, el libro se coloca entre los libros históricos Josué y Rut. Los judíos consideraban el libro como profetice.

Texto.
Fue escrito originariamente en hebreo y se ha conservado en buen estado, excepto en el cántico de Débora. Burney, que lo ha investigado a fondo, lo cree superior al texto de los libros de Samuel y comparable con el de las partes narrativas de los libros de Josué y Reyes 2. Se encuentra en él cierta confusión y transposición de letras y palabras, ditografías y glosas. El texto griego de los LXX se ha conservado bajo distintas formas. Después de los estudios de Pretzl 3, se admiten comúnmente tres recensiones del mismo. El texto de la antigua koiné fue revisado por Orígenes, cuya recensión se conserva en sirohexaplar, cód. A y B, este último con terminología propia4. Luciano utilizó esta revisión con elementos propios, que difieren del texto masorético y que provienen de otro original griego. La recensión de Luciano se encuentra en Ka, en muchos minúsculos y en el códice Lugdunensis de la Vetus Latina. Hesiquio trató de ajustar la recensión de Orígenes al texto masorético, utilizando palabras que figuraban en la antigua koiné. Así, pues, según Pretzl, se dispone de dos fuentes para la crítica textual del texto masorético: las lecciones de la antigua koiné y la recensión de Luciano. La Vulgata sigue, en general, el texto hebreo, con adición de algunas glosas aclaratorias.

Argumento y División.
El libro de los Jueces trata de la historia del pueblo judío a partir de la muerte de Josué hasta la institución de la monarquía o, en el estado actual del mismo, hasta el advenimiento de Samuel. Sin embargo, esta historia se presenta en forma esquemática, fragmentaria e incompleta, recogiendo únicamente algunos hechos aislados que sirven al autor de base para el desarrollo y confirmación de su tesis filosófico-religiosa, expresada claramente en 2:11-19; 10:6-16. El carácter de la misma es pragmático, a cuatro tiempos: prevaricación, castigo; arrepentimiento, liberación. Israel es infiel a Yahvé y rinde culto a los ídolos; en castigo, Dios le entrega en manos de sus enemigos. Este revés le induce a penitencia, y Dios, misericordioso, le envía un libertador, muerto el cual, vuelve a las andadas. Esta verdad religiosa se ilustra con seis cuadros históricos que cuentan las hazañas de otros tantos jueces, a los cuales se añaden breves noticias referentes a personajes de menor relieve, que, por esto mismo, se ha convenido en llamar jueces menores.
En líneas generales, el libro se divide en tres partes bien definidas: 1) una doble introducción: política (1:1; 2:5) Y religiosa (2:6; 3:6); 2) cuerpo del libro (3:7; 16:31); 3) dos apéndices (17:1; 21:25).

Marco Histórico y Cronología.
El libro de los Jueces carece de sistema cronológico propiamente dicho y la mayor parte de las cifras que se dan en el libro son puramente convencionales. ¿A qué época de la historia universal corresponden los hechos narrados en el libro? ¿Cuál fue la duración aproximada de este período? Dos fechas de valor desigual permiten señalar los términos a quo y ad quera del período de los jueces.
Para determinar el término ad quem parten los autores de la fecha de la fundación del templo de Jerusalén en 968, año cuarto del reinado de Salomón. Este sucedió en el trono a su padre, David, en c.973, reinando cuarenta años sobre todo Israel. El reinado de David abarca desde c.1010 hasta C.970. No sabemos a punto fijo los años de la permanencia de Saúl en el trono, que, según Act 13:21, fueron cuarenta; pero los autores le atribuyeron una duración que oscila entre los veinte y treinta años. Se indica el año 1030 como fecha de la elevación de Saúl al trono, fecha que coincide más o menos con el término del período de los jueces.
Es más difícil determinar el término a quo, ya que depende de fecha de la salida de Israel de Egipto y de la duración de la campaña de Josué. Está en crisis la hipótesis que señala el éxodo hacia el año 1450. Una segunda opinión, apoyada por hechos históricos y ^queológicos de indiscutible valor, cree que el éxodo tuvo lugar durante el largo reinado de Ramsés II (1301-1235) o en tiempos de Mernefta (1225-1205).
No existe en el libro de los Jueces una cronología perfecta. Los números que allí figuran tienen un valor muy desigual, pues mientras algunos parecen bastante precisos, otros, en cambio, las cifras redondas, sobre todo 40, 80, 20, obedecen a un plan premeditado del redactor o redactores del libro. Los hechos narrados no se desarrollaron con la precisión cronológica que puede sugerir una lectura superficial del libro, sino más bien se trata de un conjunto de piezas fragmentarias de aquel período, que los redactores posteriores han reunido en un todo orgánico al servicio de una tesis religiosa. No existía unidad entre las tribus, y las guerras de unas no inquietaban la paz de otras, o, simultáneamente, los enemigos acosaban a los israelitas en diversos puntos de su territorio. Por lo mismo, algunos jueces ejercían sus funciones al mismo tiempo, y podían coincidir los períodos de opresión y de paz (Jue 10:7). La autoridad de los jueces se extendía a una o varias tribus, nunca a todo Israel.

Los pueblos enemigos.
Durante el lapso comprendido entre 1220-1040, las dos grandes potencias rivales, Egipto y Asiría, apenas intervienen en los asuntos de Palestina. Egipto se muestra cada vez menos activo, atento a solucionar los problemas de orden interno, y sólo interviene esporádicamente en acciones bélicas hacia el exterior para defender sus fronteras, amenazadas por los pueblos del mar, como en 1192, bajo Ramsés III. Por parte de Asiría, sólo Teglatfalasar I (1 112-1074) emprendió una campaña hacia el oeste, reduciendo a tributo a las ciudades de Byblos, Sidón, Arward; pero no se atrevió a atacar a Tiro (Surra) ni a los reinos de Hamat, Damasco y Soba, ni a franquear las fronteras de Palestina. El imperio de los hititas sólo persistía como un recuerdo en Palestina, con insignificantes islotes dejados en el territorio en su retirada. Los enemigos principales contra los cuales tuvieron que luchar los israelitas para arrebatarles los territorios de TransJordania y Cisjordania y mantenerlos en sus manos fueron los cananeos, filisteos, amonitas, amalecitas, moabi-tas y madianitas. De los dos primeros nos ocuparemos brevemente.

Cananeos.
Pueblo abierto a las más dispares influencias, asimiló elementos de las diversas culturas. Como todos los otros pueblos, fueron politeístas, siendo Baal su dios principal, unido a las divinidades femeninas de Anat, Asnera, Astarté, Qadesh. El culto de la fecundidad y fertilidad era el centro de la religión cananea. Características del mismo son los sacrificios humanos (Jer 7:31; Ez 15:21; 1 Re 16:34) y la prostitución sagrada de hombres y mujeres. Todas las facultades productoras de vida eran santas y sagradas. El culto se ejercía en los altos (bamoth), donde se levantaban las masseboth y asheroth, que representaban, respectivamente, las divinidades masculina y femenina. Con este pueblo entró en contacto Israel y convivió con él en momentos en que su religión había caído en su nivel más bajo 5.

Filisteos.
De la avalancha de los pueblos del mar formaban parte los filisteos, procedentes de Licia y Caria, o de Caftor (Deut 2:23; Jer 47:4), que, a través del Asia Menor, pretendieron ganar las tierras fértiles de Egipto. A principios del siglo XII a. Q, Ramsés III resistió en Siria a los nuevos invasores no semitas (incircuncisos los llama la Biblia); pero los filisteos fueron descendiendo por la costa mediterránea, estableciéndose a fines del segundo milenio en la región marítima comprendida entre Gaza y Jaifa, con una profundidad hacia el interior que oscilaba entre los veinte y sesenta kilómetros. Agrupábanse en torno a cinco grandes centros, a los que se da el nombre de pentápolis filistea: Gaza, Ascalón, Azoto, Acarón y Gat. Las cinco ciudades tenían un régimen autónomo, aunque en casos extraordinarios se unían para salvar a la nación. Al frente de cada distrito había los llamados seranim (tiranos), con autoridad civil y militar, ocupando el mando supremo del ejército unido los sarim (1 Sam 18:30). Su organización era superior a la de los israelitas, lo mismo que su cultura, industria, agricultura, comercio, economía, etc. Los filisteos fueron un constante peligro para los israelitas, a quienes oprimían empujándoles hacia el macizo central6.

Características literarias del libro de los Jueces.
Lo primero que se echa de ver al recorrer sus páginas es la repetición de ciertas fórmulas estereotipadas, que indican el punto de vista filosófico-religioso del autor. Con estas fórmulas aparece claramente delineado el pragmatismo a cuatro tiempos de que hemos hablado. Este tema central se expone en las dos introducciones, histórica (1:1; 2:5) y cultual (2:6; 3:6; 6:8-10; 10:10-16). Estas fórmulas, convenientemente clasificadas por Tamisier (Introducción 138-139) Y Delorme, son las siguientes:
Prevaricación. (A): Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé (2:11; 3:7; 12; 4:1; 6:1; 13:1). (B): Se apartaron de Yahvé y sirvieron a los Baales (2:11), baales y aseras (3:7), a Baal y Astarté (2:13; 10:7). Castigo (C): Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel (2:14-20; 3:8; 107). (D): (Yahvé) los entregó en manos de salteadores (2:14); Se Cusan Risataím (3:8), en manos de Jabín (4:2), a Madián'(6:1), en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón (10:7); o también, Yahvé hizo fuerte a Eglón (3:12). (E) Por consiguiente, los hijos de Israel sirvieron a Cusan Risataím siete años (3:8), a Eglón dieciocho años (3:14), a Jabín veinte años (4:3) a Madián siete años (6:1), a los filisteos y amonitas dieciocho años (10:8).
Arrepentimiento. (F): Clamaron a Yahvé los hijos de Israel (3:9; 15; 4:3; 6:6; 10:10).
Liberación. (G): Suscitó Yahvé a los hijos de Israel un libertador (3:9-15). H Quedó humillado (Moab, Jabín, Madián) bajo la mano de Israel (3:30; 4:23; 8:28). (I): Los libertadores (Otoniel, Tola, Jefté, Abesán, Elón, Abdón, Sansón) juzgaron a Israel diez años (3:10; 10:2.3; 12:7; 9:11; 14; 15:20; 16:31). (J): Estuvo en paz la tierra durante diez años (3:11, 30; 5:32; 8:28).
En función a esta idea central se han escogido las narraciones que el autor o los autores han insertado en el libro. Entre aquéllas y las frases redaccionales se han revelado diferencias ideográficas y de estilo, que se explican por el hecho de que los autores no han elaborado los relatos históricos, sino que se han limitado a seleccionarlos y agruparlos de conformidad con las exigencias del tema central. Al autor no le interesa el hecho histórico por sí mismo, sino desde el punto de vista religioso. Por lo mismo, se cree autorizado a reproducir simplemente los fragmentos, yuxtaponerlos en un plan preconcebido, cercenarlos, resumirlos y amplificarlos, glosarlos y aun modificarlos ligeramente. De este modo, los hechos históricos incorporados en el libro ofrecen garantía de veracidad. La historia del libro de los Jueces es religiosa,

Composición del libro.
El libro es anónimo; de donde la diversidad de opiniones sobre su autor y tiempo de su composición. La tradición judía y muchos Padres lo atribuyen a Samuel o a un autor contemporáneo de David (Schulz). Algunos han pensado en Ezequías, y Ricardo Simón lo adjudica a Esdras. La mayoría de los críticos acatólicos extienden a este libro la composición a base de los conocidos documentos J y E, reunidos más tarde por uno o más redactores. Actualmente, católicos y acatólicos están acordes en admitir en el libro la presencia de documentos antiguos que utilizaron el autor o los autores. H. Gressmann7 prefiere que se hable de tradiciones más bien que de documentos. Desnoyers 8 admite una doble redacción; la primera efectuóse en el reino de Israel por escritores originarios de los medios profetices, levíticos y profetices. En esta primera redacción se narraba la historia de los jueces del Norte y contenía la lista de los jueces menores. Un redactor del reino de Judá completó aquella obra con documentos procedentes del sur en tiempos del rey Exequias. Según Desnoyers, el movimiento literario deuteroca-nónico pudo también haber dejado huellas en una reedición del libro de los Jueces. Cazelles y Tamisier exponen más concretamente esta hipótesis.
En nada se opone al dogma de la inspiración el hecho de que muchos autores concurrieran a la composición del libro de los Jueces. Muy probablemente, sólo el autor último que redactó el libro en la forma que hoy tiene el beneficio del carisma de la inspiración.

Enseñanza religiosa.
De misterioso se ha calificado al período de los jueces 9. Y lo es de verdad. Empezamos por no saber cuándo comenzó y cuándo acabó ni a qué período preciso de la historia universal pertenece. En el libro encontramos una cronología imprecisa, una historia fragmentaria, anecdótica, engarzada solamente por el pensamiento religioso dominante del autor. Pero del análisis del libro se deduce que nos hallamos en una época de transición en la historia de Israel. Las tribus habían atravesado el Jordán, y durante muchos años dedicábanse a la penosa tarea de conquistar paulatinamente la tierra prometida. En contacto con la religión y cultos cananeos, tan halagadores a los sentidos, fue enfriándose el entusiasmo de los israelitas por Yahvé, olvidándose de sus preceptos y abandonando el camino que su Dios les había trazado. Ante las tentativas de sincretismo religioso, no dejó Dios de darles un toque de atención, recordándoles que no había renunciado a los derechos de propiedad sobre su pueblo. En sus páginas se vislumbra también claramente que no quiere Dios la perdición de Israel, su desaparición de entre las gentes, sino que se convierta y viva.
A pesar de su moral rústica, los israelitas de este período, incluyendo a sus jefes, son admirables por su fe en Dios, a quien acuden en tiempos de prueba. Esta fe les llevará al triunfo de sus enemigos años más tarde.

1 De Vaux, Israel: Dictionnaire de la Bible, Suppl. col.739; O. Grether, Die Bezeich-nung Richten für die charismatischer Helden der Vorstaatlichen Zeit: Zeitsch. f. Altt. Wis-senschaft, 57 (1939) 110-121.
2 C. F. Burney, The Book ofjudges (Londres 1920).
3 Septuaginta problem im Buch Richter: Â 7 (1926) 233-269; 353-383.
4 J. Schreiner, Septuagintü-Massora des Buches der Richter. Eine textkritische Studie (Roma 1957).
5 A. Âåá, Canaan e Cananei: Enciclopedia Cat. Italiana, III col.480-486; B. Maisler, Canaan and the Canaanites: Basor, 102 (1946) 7-12; G. Pavlovski, De religione Cananaeorum tempore occupationis israeliticae: Verbum Domini, 27 (1949) 143-163.193-205.
6 Véase R. A. st. Macalister, The Philistines, their History and Civilisation (Londres 1911); G. Van Rad, Das Reich Israel una die Philister: Palástinajahrbuch, 29 (1933) 30-42; O. Eis-Sfeldt, Philister und Phonizer (Leipzig 1936).
7 Die Anfange Israels (Góttingen 1922).
8 tiistoire: I. La période des Juges 404-406,
9 E. Robertson, The Period of the Judges. A Mistery Period in the History of Israel: Bul-letin of the John Rylands Library, 30 (1946) 3-36,

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Jueces 13,1-25

Historia de Sansón (c.13-16).
A pesar de la extensión que ocupa la historia de las hazañas de Sansón, es probable que el autor sagrado se haya limitado a consignar sólo una parte de las tradiciones populares que circulaban en torno a las proezas del héroe. Los críticos convienen en general en apreciar la unidad de la narración, aun en el caso de distinguir más de una etapa en su redacción, como deja suponer la conclusión del c.15:20. En cuanto a la persona de Sansón, no cabe duda de que se trata de un personaje histórico, de la tribu de Dan. El autor sagrado le presenta como un juez (13:1; 15:20; 16:31) que luchó, defendió y vengó a su pueblo de sus enemigos. Pero Sansón no tiene las mismas características que los otros jueces; es un personaje aparte y singular, un héroe de la resistencia, que antepone sus propios negocios a los intereses de la nación. No tiene talla suficiente ni para administrar justicia ni para reclutar y ponerse al frente de un ejército disciplinado. Sus genialidades divertían y le granjeaban la estima del pueblo, que admiraba su fuerza, ponderaba y exageraba su habilidad y arrojo y sonreía ante sus excentricidades, aventuras amorosas y las tretas que jugaba a sus enemigos. Por todo ello, Sansón se convirtió en el héroe popular por excelencia, cuyas gestas, con cierto colorido humorístico, circulaban de boca en boca. De ahí que la historia de Sansón narrada por el autor sagrado tenga un matiz popular y folklórico.
En todos los tiempos y en todas las latitudes conserva la tradición popular memoria de personajes al estilo de Sansón. Por eso y otras razones, debe rechazarse la interpretación mítica que ve en Sansón (por razón de su cabellera) a un héroe solar (Loüs) o una copia del griego Hércules, del tiriano Melqart o del héroe babilónico Gilgamesch. Su fuerza hercúlea es de origen divino, debida a la irrupción sobre él del espíritu de Yahvé (13:25; 14:6-9; 15:14; 16:28) o tal vez a su condición de nazir o consagrado a Dios. Durante toda su vida, y en vista de los combates que debía sostener, debía conservar intacta su cabellera, no tocar nada inmundo y abstenerse de toda bebida fermentada, porque la embriaguez es una impureza que impide distinguir entre puro e impuro (Lev_10:8).
A esta consagración externa correspondió Dios con un carisma que le otorgaba una fuerza extraordinaria. Su larga cabellera era solamente un signo externo de su consagración a Dios; los dos términos, fuerza y cabellera, no son estrictamente concomitantes, y aun menos se hallan en relación de causa y efecto (Tamisier).
A pesar de su conducta nada recomendable, no deja de ser Sansón un testimonio viviente que tenía Yahvé en defender a los suyos mientras permanecieran fieles a sus mandamientos. Como instrumentos suyos puede elegir a personas poco recomendables por sus costumbres; pero cuanto más defectuoso sea el instrumento, tanto más resplandece la omnipotencia divina. La acción del héroe no fue del todo eficaz ni tuvo grandes resonancias nacionales, pero preanunciaba el golpe decisivo que más tarde debían sufrir los filisteos en tiempos de Samuel y David.

Opresión de Israel y primer anuncio de un Libertador(Lev_13:1-7).
1Volvieron los hijos de Israel a hacer el mal a los ojos de Yahvé, y Yahvé los dio en manos de los filisteos durante cuarenta años. 2Había un hombre de Sora, de la familia de Dan, de nombre Manué. Su mujer era estéril y no le había dado hijos. 3 El ángel de Yahvé se apareció a la mujer y le dijo: Eres estéril y sin hijos, pero vas a concebir y parirás un hijo. 4 Mira, pues, que no bebas vino ni licor alguno inebriante ni comas nada inmundo, 5 pues vas a concebir y a parir un hijo a cuya cabeza no ha de tocar la navaja, porque será nazareo de Dios el niño desde el vientre de su madre y será el que primero librará a Israel de la mano de los filisteos. 6Fue la mujer y dijo a su marido: Ha venido a mí un hombre de Dios. Tenía el aspecto de un ángel de Dios muy temible. Yo no le pregunté de dónde venía ni me dio a conocer su nombre, 7pero me dijo: Vas a concebir y parir un hijo. No bebas, pues, vino ni otro licor inebriante y no comas nada inmundo, porque el niño será nazareo de Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte.

Por sus pecados Israel fue entregado por Dios en manos de los filisteos. Dios promete a la mujer de Manué un hijo que empezará a salvar a Israel de la mano de los filisteos (v.5). Manué (1Cr_2:54) era danita y natural de Sora, no lejos de la antigua Betsemes (Jos_15:33; Jos_19:41; Neh_11:29). La mujer de Manué era estéril (Gen_18:10-15; 1Sa_1:11-19; Luc_1:7; Luc_1:13; Luc_1:24), con lo cual se quiere indicar que el hijo es un don de Dios. A ella se le aparece el ángel de Yahvé (Luc_2:1; Luc_6:11) y le anuncia el nacimiento del hijo, que será consagrado (nazir) al Señor por el nazareato (Num_6:2-8). Porque el niño es predestinado ya desde el seno de su madre, deberá abstenerse de todo aquello que se prohíbe a los obligados a la ley del nazareato. La frase la navaja no subirá sobre su cabeza se aplica preferentemente al niño consagrado a Dios (1Sa_1:11). En Num_6:1-21 se mencionan las condiciones del nazareato, siendo de las principales la prohibición de cortarse los cabellos, afeitarse la cabeza.

Segunda Aparición del ángel (Num_13:8-23).
8Entonces Manué oró a Yahvé, diciendo: De gracia, Señor: que el hombre de Dios que enviaste venga otra vez a nosotros para que nos enseñe lo que hemos de hacer con el niño que ha de nacer. 9Oyó Dios la oración de Manué y volvió el ángel de Dios a la mujer de Manué cuando estaba ésta sentada en el campo y no estaba con ella su marido. 10 Corrió ella en seguida a anunciárselo a su marido, diciéndole: El hombre que vino a mí el otro día acaba de aparecérseme. 11Levantóse Manué y, siguiendo a su mujer, fue hacia el hombre y le dijo: ¿Eres tú el que has hablado a esta mujer? El respondió: Yo soy. 12Repuso Manué: Cuando tu palabra se cumpla, ¿qué hay que guardar y qué habremos de hacerle? 13 El ángel de Yahvé dijo a Manué: La mujer, que se abstenga de cuanto la he dicho: 14 que no tome nada de cuanto procede de la vid, no beba vino ni otro licor inebriante y no coma nada inmundo; cuanto le mandé ha de observarlo. 15 Manué dijo al ángel de Yahvé: Te ruego que permitas que te retengamos mientras te traemos preparado un cabrito. l6 El ángel de Yahvé dijo a Manué: Aunque me retengas, no comería tus manjares; pero, si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahvé. Manué, que no sabía que era el ángel de Yahvé, 17le dijo: ¿Cuál es tu nombre, para que te honremos cuando tu palabra se cumpla? 18 El ángel de Yahvé le respondió: ¿Para qué me preguntas mi nombre, que es Admirable? 19Manué tomó el cabrito y la oblación para ofrecerlo a Yahvé en holocausto sobre la roca, y sucedió un prodigio a la vista de Manué y su mujer. 20Cuando subía la llama de sobre el altar hacia el cielo, el ángel de Yahvé se puso sobre la llama del altar. Al verlo Manué y su mujer, cayeron rostro a tierra, 21y ya no vieron más al ángel de Yahvé, 22y dijo a su mujer: Vamos a morir, porque hemos visto a Dios. 23La mujer le contestó: Si Yahvé quisiera hacernos morir, no habría recibido de nuestras manos el holocausto y la oblación ni nos hubiera hecho ver todo esto ni oír hoy todas estas cosas.

Dios escuchó la plegaria de Manué, mandando de nuevo a su ángel. Por sus palabras se deduce que Manué no estaba al corriente de las reglas que imponía el nazareato oficial (Núm c.6). Manué sospecha que el personaje que le habla es un ser divino y no un simple viajero. Por lo mismo, le ofrece hospitalidad, empleando al mismo tiempo un término equívoco (hasah, ofrecer, presentar), que se usa para los sacrificios. Como recurso supremo para saber quién era, Manué le pide cuál sea su nombre, alegando el pretexto de recompensar sus servicios una vez la predicción se cumpla (1Sa_9:6); Pero el ángel desvía la cuestión. Manué no insiste y se decide a ofrecer el sacrificio a Yahvé. Toma el cabrito y la oblación de harina aceite que debía acompañar necesariamente al holocausto y sacrificio de comunión (Lev_7:11-14; Num_15:28-29; Jos_22:23), Y lo ofrece sobre la roca a Yahvé, que obra cosas misteriosas. El lugar del sacrificio fue más tarde conocido por el nombre de Yahvé de los milagros. La última parte del v.19 debe traducirse: Que obra cosas misteriosas, suprimiendo la frase a la vista de Manué y su mujer (Lagrange, Tamisier, Vincent, Nótscher, Ubach, etc.). El ángel desapareció en la llama del holocausto (Exo_3:2-6), cayendo ellos entonces en la cuenta de que el personaje misterioso era Yahvé o su ángel. Manué temía morir por haber visto a Dios (Gen_16:13; Gen_32:30; Exo_20:19, etc.), pero su mujer le tranquiliza con unas palabras que indican su buen sentido. El nombre del lugar Mahaneh-Dan no corresponde a ningún poblado, sino a un lugar entre Sora (Jos_15:33) y Estaol (a unos tres kilómetros al sudeste de Sora). Como sucedió con otros jueces (Jos_3:10; Jos_6:34; Jos_11:29), también el espíritu de Yahvé se apoderó de Sansón, incitándolo a obrar.

Nacimiento y primeros años de Sansón (Jos_13:24-25).
24Parió la mujer un hijo y le dio el nombre de Sansón. Creció el niño, y Yahvé le bendijo, 25y comenzó a mostrarse en él el espíritu de Yahvé en el campo de Dan, entre Sora y Estaol.

Al año dio a luz la mujer de Manué a un niño, al cual puso por nombre Sansón. Hubo un largo tiempo en Israel en que la madre tenía el derecho de elegir el nombre que debía darse a sus hijos (Lods, 217-219). La palabra Sansón deriva probablemente de Shemesh, sol, nombre muy común en la antigüedad oriental aun fuera de Palestina, y que le fue sugerido a la madre por el nombre del vecino pueblo de Betsemes (Jos_15:10; Jos_18:17; I9:4I etc.), casa del sol, a tres kilómetros al sur de Sora (Jos_15:33; Jos_19:41). Por lo mismo, no debe considerarse a Sansón, por su nombre y por sus gestas, como un héroe astral o un personaje legendario, sino como una personalidad histórica bien definida1.