Jueces 7 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 25 versitos |
1 A la mañana siguiente, Jerobaal, que es Gedeón, fue a acampar, con toda la gente que estaba con él, por encima de la fuente de Jarod. El campamento de Madián estaba debajo del de Gedeón, al norte de las colinas de Moré, en el valle.
2 Y dijo Yahvé a Gedeón: “Es demasiada la gente que tienes contigo para que yo entregue en sus manos a Madián y se gloríe luego Israel contra mí, diciendo: “Ha sido mi mano la que me ha librado.”
3 Haz llegar esto a oídos de la gente: “El que tema y tenga miedo, que se vuelva y se retire.” Veintidós mil hombres se volvieron, y quedaron sólo diez mil.
4 Yahvé dijo a Gedeón: “Todavía es demasiada la gente. Hazlos bajar al agua y allí te los seleccionaré; y aquel de quien yo te diga: Ese irá contigo, vaya; y todos aquellos de quienes te diga: Esos no irán contigo, que no vayan.”
5 Hizo bajar al agua Gedeón a la gente, y dijo Yahvé a Gedeón: “Todos los que en su mano laman el agua con la lengua, como la lamen los perros, ponlos aparte de los que para beber doblen su rodilla.”
6 Trescientos fueron los que al beber lamieron el agua en su mano, llevándola a la boca; todos los demás se arrodillaron para beber."
7 Y dijo Yahvé a Gedeón: “Con esos trescientos hombres que han lamido el agua os libertaré y entregaré a Madián en tus manos. Todos los demás, que se vaya cada uno a su casa.”
8 Se proveyeron de cántaros y cogieron las trompetas, y a todos los otros israelitas los mandó a cada uno a su tienda, quedándose con los trescientos hombres. El campamento de Madián estaba abajo, en el valle.
9 Aquella noche le dijo Yahvé: “Levántate y baja al campamento, porque te los entrego en tus manos.
10 Y si temes atacar, baja con Fura, tu escudero, al campamento,
11 y escucha lo que dicen, y se fortalecerán tus manos y atacarás el campamento.” Bajó con Fura, su escudero, hasta el extremo del campamento donde estaban los hombres de armas.
12 Madián, Amalee y los Bene Quedem se habían extendido por el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables, como las arenas del mar.
13 Cuando llegó Gedeón, estaba un hombre contando a su compañero su sueño, diciéndole: “He tenido un sueño. Rodaba por el campamento de Madián un pan de cebada, que llegó hasta una tienda y chocó contra ella, la derribó y la hizo rodar por tierra, y la tienda quedó por tierra.”
14 El compañero le dijo: “Eso no es sino la espada de Gedeón, hijo de Joás, varón de Israel, de Jezrael. Dios ha puesto en sus manos a Madián y a todo el campamento.”
15 Como Gedeón oyó el sueño y la explicación, se prosternó; y volviéndose al campamento de Israel, les dijo: “Arriba, que Yahvé ha entregado en nuestras manos el campamento de Madián.”
16 Dividió en tres escuadras los trescientos hombres y les entregó a todos trompetas, cántaros vacíos, y en los cántaros, antorchas encendidas,
17 diciéndoles: “Miradme a mí y haced como me veáis hacer. En cuanto llegue yo a los límites del campamento, hacéis lo que yo haga.
18 Cuando toque yo la trompeta y la toquen los que van conmigo, la tocaréis también vosotros en derredor de todo el campamento, y gritaréis: “¡Por Yahvé y por Gedeón!”
19 Gedeón y el centenar de hombres que le acompañaban llegaron a los límites del campamento al comienzo de la segunda vigilia, en cuanto acababan de relevarse los centinelas, y tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que llevaban en la mano.
20 Los tres cuerpos tocaron las trompetas, rompieron los cántaros, y cogiendo las teas con la mano izquierda y las trompetas con la derecha para tocarlas, gritaban: “¡Espada por Yahvé y por Gedeón!”
21 Quedáronse cada uno en su puesto en derredor del campamento, y todo el campamento se puso a correr, a gritar y a huir.
22 Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, hizo Yahvé que volviesen todos su espada los unos contra los otros en todo el campamento, y huyó el campamento hasta Bet Hassita en la dirección de Sareda, hasta los límites del Abel Mejola, junto a Tabat.
23 Reuniéronse los hombres de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manases, y persiguieron a los de Madián.
24 Gedeón mandó mensajeros por todo el monte de Efraím para decirles: “Bajad al encuentro de Madián y tomad, antes que lleguen, los vados hasta Bet Bara, en el Jordán.” Reuniéronse todos los hombres de Efraím y tomaron los vados hasta Bet Bara, en el Jordán.
25 Se apoderaron de dos príncipes de Madián, Oreb y Zeb, y dieron muerte a Oreb en la roca de Oreb y a Zeb en el lagar de Zeb. Persiguieron a Madián y llevaron a Gedeón las cabezas de Oreb y Zeb del otro lado del Jordán.

Patrocinio

 
 

Introducción a Jueces

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Jueces.
Introducción.

Título del Libro.
El libro lleva en hebreo el título de Shofetim, que los LXX han traducido por Kritai, jueces, de donde el título de la Vulgata: Líber iudicum: Libro de los jueces. Pero el calificativo de jueces no corresponde propiamente a la misión primordial de estos héroes, que consistía en salvar a Israel o a una tribu de la opresión de sus enemigos y restablecer el orden político, más o menos comprometido. El título más apropiado a ellos es el de libertador, que corresponde a la significación primitiva del verbo shafat, establecer, restablecer. Es lógico que, una vez obtenida la victoria, con el prestigio que esto les daba, quedaran al frente de la tribu o de las tribus que les habían elegido por lider, ejerciendo su plena autoridad sobre las mismas. La condición social de estos hombres es muy distinta, pues mientras unos eran guerreros, como Aod, Barac y Gedeón, otros eran ricos propietarios, como Jair y Abdón, o aventureros, como Jefté, y héroes populares, como Sansón. Pero todos poseen un carisma o marca divina (valor, sabiduría, habilidad o fuerza), que les convierte en jefes o jueces salvadores de Israel1.

Lugar en el canon.
En las Biblias hebraicas va entre el libro de Josué y el primero de Samuel, ocupando el segundo lugar en la colección conocida por el nombre de profetas anteriores. En el canon alejandrino y en la Vulgata, el libro se coloca entre los libros históricos Josué y Rut. Los judíos consideraban el libro como profetice.

Texto.
Fue escrito originariamente en hebreo y se ha conservado en buen estado, excepto en el cántico de Débora. Burney, que lo ha investigado a fondo, lo cree superior al texto de los libros de Samuel y comparable con el de las partes narrativas de los libros de Josué y Reyes 2. Se encuentra en él cierta confusión y transposición de letras y palabras, ditografías y glosas. El texto griego de los LXX se ha conservado bajo distintas formas. Después de los estudios de Pretzl 3, se admiten comúnmente tres recensiones del mismo. El texto de la antigua koiné fue revisado por Orígenes, cuya recensión se conserva en sirohexaplar, cód. A y B, este último con terminología propia4. Luciano utilizó esta revisión con elementos propios, que difieren del texto masorético y que provienen de otro original griego. La recensión de Luciano se encuentra en Ka, en muchos minúsculos y en el códice Lugdunensis de la Vetus Latina. Hesiquio trató de ajustar la recensión de Orígenes al texto masorético, utilizando palabras que figuraban en la antigua koiné. Así, pues, según Pretzl, se dispone de dos fuentes para la crítica textual del texto masorético: las lecciones de la antigua koiné y la recensión de Luciano. La Vulgata sigue, en general, el texto hebreo, con adición de algunas glosas aclaratorias.

Argumento y División.
El libro de los Jueces trata de la historia del pueblo judío a partir de la muerte de Josué hasta la institución de la monarquía o, en el estado actual del mismo, hasta el advenimiento de Samuel. Sin embargo, esta historia se presenta en forma esquemática, fragmentaria e incompleta, recogiendo únicamente algunos hechos aislados que sirven al autor de base para el desarrollo y confirmación de su tesis filosófico-religiosa, expresada claramente en 2:11-19; 10:6-16. El carácter de la misma es pragmático, a cuatro tiempos: prevaricación, castigo; arrepentimiento, liberación. Israel es infiel a Yahvé y rinde culto a los ídolos; en castigo, Dios le entrega en manos de sus enemigos. Este revés le induce a penitencia, y Dios, misericordioso, le envía un libertador, muerto el cual, vuelve a las andadas. Esta verdad religiosa se ilustra con seis cuadros históricos que cuentan las hazañas de otros tantos jueces, a los cuales se añaden breves noticias referentes a personajes de menor relieve, que, por esto mismo, se ha convenido en llamar jueces menores.
En líneas generales, el libro se divide en tres partes bien definidas: 1) una doble introducción: política (1:1; 2:5) Y religiosa (2:6; 3:6); 2) cuerpo del libro (3:7; 16:31); 3) dos apéndices (17:1; 21:25).

Marco Histórico y Cronología.
El libro de los Jueces carece de sistema cronológico propiamente dicho y la mayor parte de las cifras que se dan en el libro son puramente convencionales. ¿A qué época de la historia universal corresponden los hechos narrados en el libro? ¿Cuál fue la duración aproximada de este período? Dos fechas de valor desigual permiten señalar los términos a quo y ad quera del período de los jueces.
Para determinar el término ad quem parten los autores de la fecha de la fundación del templo de Jerusalén en 968, año cuarto del reinado de Salomón. Este sucedió en el trono a su padre, David, en c.973, reinando cuarenta años sobre todo Israel. El reinado de David abarca desde c.1010 hasta C.970. No sabemos a punto fijo los años de la permanencia de Saúl en el trono, que, según Act 13:21, fueron cuarenta; pero los autores le atribuyeron una duración que oscila entre los veinte y treinta años. Se indica el año 1030 como fecha de la elevación de Saúl al trono, fecha que coincide más o menos con el término del período de los jueces.
Es más difícil determinar el término a quo, ya que depende de fecha de la salida de Israel de Egipto y de la duración de la campaña de Josué. Está en crisis la hipótesis que señala el éxodo hacia el año 1450. Una segunda opinión, apoyada por hechos históricos y ^queológicos de indiscutible valor, cree que el éxodo tuvo lugar durante el largo reinado de Ramsés II (1301-1235) o en tiempos de Mernefta (1225-1205).
No existe en el libro de los Jueces una cronología perfecta. Los números que allí figuran tienen un valor muy desigual, pues mientras algunos parecen bastante precisos, otros, en cambio, las cifras redondas, sobre todo 40, 80, 20, obedecen a un plan premeditado del redactor o redactores del libro. Los hechos narrados no se desarrollaron con la precisión cronológica que puede sugerir una lectura superficial del libro, sino más bien se trata de un conjunto de piezas fragmentarias de aquel período, que los redactores posteriores han reunido en un todo orgánico al servicio de una tesis religiosa. No existía unidad entre las tribus, y las guerras de unas no inquietaban la paz de otras, o, simultáneamente, los enemigos acosaban a los israelitas en diversos puntos de su territorio. Por lo mismo, algunos jueces ejercían sus funciones al mismo tiempo, y podían coincidir los períodos de opresión y de paz (Jue 10:7). La autoridad de los jueces se extendía a una o varias tribus, nunca a todo Israel.

Los pueblos enemigos.
Durante el lapso comprendido entre 1220-1040, las dos grandes potencias rivales, Egipto y Asiría, apenas intervienen en los asuntos de Palestina. Egipto se muestra cada vez menos activo, atento a solucionar los problemas de orden interno, y sólo interviene esporádicamente en acciones bélicas hacia el exterior para defender sus fronteras, amenazadas por los pueblos del mar, como en 1192, bajo Ramsés III. Por parte de Asiría, sólo Teglatfalasar I (1 112-1074) emprendió una campaña hacia el oeste, reduciendo a tributo a las ciudades de Byblos, Sidón, Arward; pero no se atrevió a atacar a Tiro (Surra) ni a los reinos de Hamat, Damasco y Soba, ni a franquear las fronteras de Palestina. El imperio de los hititas sólo persistía como un recuerdo en Palestina, con insignificantes islotes dejados en el territorio en su retirada. Los enemigos principales contra los cuales tuvieron que luchar los israelitas para arrebatarles los territorios de TransJordania y Cisjordania y mantenerlos en sus manos fueron los cananeos, filisteos, amonitas, amalecitas, moabi-tas y madianitas. De los dos primeros nos ocuparemos brevemente.

Cananeos.
Pueblo abierto a las más dispares influencias, asimiló elementos de las diversas culturas. Como todos los otros pueblos, fueron politeístas, siendo Baal su dios principal, unido a las divinidades femeninas de Anat, Asnera, Astarté, Qadesh. El culto de la fecundidad y fertilidad era el centro de la religión cananea. Características del mismo son los sacrificios humanos (Jer 7:31; Ez 15:21; 1 Re 16:34) y la prostitución sagrada de hombres y mujeres. Todas las facultades productoras de vida eran santas y sagradas. El culto se ejercía en los altos (bamoth), donde se levantaban las masseboth y asheroth, que representaban, respectivamente, las divinidades masculina y femenina. Con este pueblo entró en contacto Israel y convivió con él en momentos en que su religión había caído en su nivel más bajo 5.

Filisteos.
De la avalancha de los pueblos del mar formaban parte los filisteos, procedentes de Licia y Caria, o de Caftor (Deut 2:23; Jer 47:4), que, a través del Asia Menor, pretendieron ganar las tierras fértiles de Egipto. A principios del siglo XII a. Q, Ramsés III resistió en Siria a los nuevos invasores no semitas (incircuncisos los llama la Biblia); pero los filisteos fueron descendiendo por la costa mediterránea, estableciéndose a fines del segundo milenio en la región marítima comprendida entre Gaza y Jaifa, con una profundidad hacia el interior que oscilaba entre los veinte y sesenta kilómetros. Agrupábanse en torno a cinco grandes centros, a los que se da el nombre de pentápolis filistea: Gaza, Ascalón, Azoto, Acarón y Gat. Las cinco ciudades tenían un régimen autónomo, aunque en casos extraordinarios se unían para salvar a la nación. Al frente de cada distrito había los llamados seranim (tiranos), con autoridad civil y militar, ocupando el mando supremo del ejército unido los sarim (1 Sam 18:30). Su organización era superior a la de los israelitas, lo mismo que su cultura, industria, agricultura, comercio, economía, etc. Los filisteos fueron un constante peligro para los israelitas, a quienes oprimían empujándoles hacia el macizo central6.

Características literarias del libro de los Jueces.
Lo primero que se echa de ver al recorrer sus páginas es la repetición de ciertas fórmulas estereotipadas, que indican el punto de vista filosófico-religioso del autor. Con estas fórmulas aparece claramente delineado el pragmatismo a cuatro tiempos de que hemos hablado. Este tema central se expone en las dos introducciones, histórica (1:1; 2:5) y cultual (2:6; 3:6; 6:8-10; 10:10-16). Estas fórmulas, convenientemente clasificadas por Tamisier (Introducción 138-139) Y Delorme, son las siguientes:
Prevaricación. (A): Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé (2:11; 3:7; 12; 4:1; 6:1; 13:1). (B): Se apartaron de Yahvé y sirvieron a los Baales (2:11), baales y aseras (3:7), a Baal y Astarté (2:13; 10:7). Castigo (C): Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel (2:14-20; 3:8; 107). (D): (Yahvé) los entregó en manos de salteadores (2:14); Se Cusan Risataím (3:8), en manos de Jabín (4:2), a Madián'(6:1), en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón (10:7); o también, Yahvé hizo fuerte a Eglón (3:12). (E) Por consiguiente, los hijos de Israel sirvieron a Cusan Risataím siete años (3:8), a Eglón dieciocho años (3:14), a Jabín veinte años (4:3) a Madián siete años (6:1), a los filisteos y amonitas dieciocho años (10:8).
Arrepentimiento. (F): Clamaron a Yahvé los hijos de Israel (3:9; 15; 4:3; 6:6; 10:10).
Liberación. (G): Suscitó Yahvé a los hijos de Israel un libertador (3:9-15). H Quedó humillado (Moab, Jabín, Madián) bajo la mano de Israel (3:30; 4:23; 8:28). (I): Los libertadores (Otoniel, Tola, Jefté, Abesán, Elón, Abdón, Sansón) juzgaron a Israel diez años (3:10; 10:2.3; 12:7; 9:11; 14; 15:20; 16:31). (J): Estuvo en paz la tierra durante diez años (3:11, 30; 5:32; 8:28).
En función a esta idea central se han escogido las narraciones que el autor o los autores han insertado en el libro. Entre aquéllas y las frases redaccionales se han revelado diferencias ideográficas y de estilo, que se explican por el hecho de que los autores no han elaborado los relatos históricos, sino que se han limitado a seleccionarlos y agruparlos de conformidad con las exigencias del tema central. Al autor no le interesa el hecho histórico por sí mismo, sino desde el punto de vista religioso. Por lo mismo, se cree autorizado a reproducir simplemente los fragmentos, yuxtaponerlos en un plan preconcebido, cercenarlos, resumirlos y amplificarlos, glosarlos y aun modificarlos ligeramente. De este modo, los hechos históricos incorporados en el libro ofrecen garantía de veracidad. La historia del libro de los Jueces es religiosa,

Composición del libro.
El libro es anónimo; de donde la diversidad de opiniones sobre su autor y tiempo de su composición. La tradición judía y muchos Padres lo atribuyen a Samuel o a un autor contemporáneo de David (Schulz). Algunos han pensado en Ezequías, y Ricardo Simón lo adjudica a Esdras. La mayoría de los críticos acatólicos extienden a este libro la composición a base de los conocidos documentos J y E, reunidos más tarde por uno o más redactores. Actualmente, católicos y acatólicos están acordes en admitir en el libro la presencia de documentos antiguos que utilizaron el autor o los autores. H. Gressmann7 prefiere que se hable de tradiciones más bien que de documentos. Desnoyers 8 admite una doble redacción; la primera efectuóse en el reino de Israel por escritores originarios de los medios profetices, levíticos y profetices. En esta primera redacción se narraba la historia de los jueces del Norte y contenía la lista de los jueces menores. Un redactor del reino de Judá completó aquella obra con documentos procedentes del sur en tiempos del rey Exequias. Según Desnoyers, el movimiento literario deuteroca-nónico pudo también haber dejado huellas en una reedición del libro de los Jueces. Cazelles y Tamisier exponen más concretamente esta hipótesis.
En nada se opone al dogma de la inspiración el hecho de que muchos autores concurrieran a la composición del libro de los Jueces. Muy probablemente, sólo el autor último que redactó el libro en la forma que hoy tiene el beneficio del carisma de la inspiración.

Enseñanza religiosa.
De misterioso se ha calificado al período de los jueces 9. Y lo es de verdad. Empezamos por no saber cuándo comenzó y cuándo acabó ni a qué período preciso de la historia universal pertenece. En el libro encontramos una cronología imprecisa, una historia fragmentaria, anecdótica, engarzada solamente por el pensamiento religioso dominante del autor. Pero del análisis del libro se deduce que nos hallamos en una época de transición en la historia de Israel. Las tribus habían atravesado el Jordán, y durante muchos años dedicábanse a la penosa tarea de conquistar paulatinamente la tierra prometida. En contacto con la religión y cultos cananeos, tan halagadores a los sentidos, fue enfriándose el entusiasmo de los israelitas por Yahvé, olvidándose de sus preceptos y abandonando el camino que su Dios les había trazado. Ante las tentativas de sincretismo religioso, no dejó Dios de darles un toque de atención, recordándoles que no había renunciado a los derechos de propiedad sobre su pueblo. En sus páginas se vislumbra también claramente que no quiere Dios la perdición de Israel, su desaparición de entre las gentes, sino que se convierta y viva.
A pesar de su moral rústica, los israelitas de este período, incluyendo a sus jefes, son admirables por su fe en Dios, a quien acuden en tiempos de prueba. Esta fe les llevará al triunfo de sus enemigos años más tarde.

1 De Vaux, Israel: Dictionnaire de la Bible, Suppl. col.739; O. Grether, Die Bezeich-nung Richten für die charismatischer Helden der Vorstaatlichen Zeit: Zeitsch. f. Altt. Wis-senschaft, 57 (1939) 110-121.
2 C. F. Burney, The Book ofjudges (Londres 1920).
3 Septuaginta problem im Buch Richter: Â 7 (1926) 233-269; 353-383.
4 J. Schreiner, Septuagintü-Massora des Buches der Richter. Eine textkritische Studie (Roma 1957).
5 A. Âåá, Canaan e Cananei: Enciclopedia Cat. Italiana, III col.480-486; B. Maisler, Canaan and the Canaanites: Basor, 102 (1946) 7-12; G. Pavlovski, De religione Cananaeorum tempore occupationis israeliticae: Verbum Domini, 27 (1949) 143-163.193-205.
6 Véase R. A. st. Macalister, The Philistines, their History and Civilisation (Londres 1911); G. Van Rad, Das Reich Israel una die Philister: Palástinajahrbuch, 29 (1933) 30-42; O. Eis-Sfeldt, Philister und Phonizer (Leipzig 1936).
7 Die Anfange Israels (Góttingen 1922).
8 tiistoire: I. La période des Juges 404-406,
9 E. Robertson, The Period of the Judges. A Mistery Period in the History of Israel: Bul-letin of the John Rylands Library, 30 (1946) 3-36,

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Patrocinio

Notas

Jueces 7,1-25

Campaña de Gedeón en Palestina (7:1; 8:4).

Reducción del número de combatientes (7:1-8).
1A la mañana siguiente, Jerobaal, que es Gedeón, fue a acampar, con toda la gente que estaba con él, por encima de la fuente de Jarod. El campamento de Madián estaba debajo del de Gedeón, al norte de las colinas de Moré, en el valle. 2 Y dijo Yahvé a Gedeón: Es demasiada la gente que tienes contigo para que yo entregue en sus manos a Madián y se gloríe luego Israel contra mí, diciendo: Ha sido mi mano la que me ha librado. 3Haz llegar esto a oídos de la gente: El que tema y tenga miedo, que se vuelva y se retire. Veintidós mil hombres se volvieron, y quedaron sólo diez mil. 4 Yahvé dijo a Gedeón: Todavía es demasiada la gente. Hazlos bajar al agua y allí te los seleccionaré; y aquel de quien yo te diga: Ese irá contigo, vaya; y todos aquellos de quienes te diga: Esos no irán contigo, que no vayan. 5Hizo bajar al agua Gedeón a la gente, y dijo Yahvé a Gedeón: Todos los que en su mano laman el agua con la lengua, como la lamen los perros, ponlos aparte de los que para beber doblen su rodilla. 6Trescientos fueron los que al beber lamieron el agua en su mano, llevándola a la boca; todos los demás se arrodillaron para beber. 7Y dijo Yahvé a Gedeón: Con esos trescientos hombres que han lamido el agua os libertaré y entregaré a Madián en tus manos. Todos los demás, que se vaya cada uno a su casa. 8 Se proveyeron de cántaros y cogieron las trompetas, y a todos los otros israelitas los mandó a cada uno a su tienda, quedándose con los trescientos hombres. El campamento de Madián estaba abajo, en el valle.

Gedeón y su gente se levantaron de mañana y acamparon en la fuente de Harod (¿Ain Gialud? ¿Ain Tubaun?), mientras que los madianitas lo hicieron en la llanura al pie de la colina de Moré (Nebí Dahi de los árabes y Pequeño Hermán de los cristianos). Dios mandó a Gedeón que redujera los efectivos de su ejército. Quiere que el pueblo sepa que no tiene necesidad de él para ganar una batalla y deshacer un ejército, aunque los enemigos sean tan numer'osos como langostas y dispongan de innumerables camellos como las arenas del mar (v.12). Nada le impide (a Yahvé) salvar con Cuchos o con pocos (1Sa_14:6; 1Co_1:25-29; Deu_8:11; Deu_8:18; Deu_9:4-5; Isa_10:13-15; Isa_59:16; Isa_63:5; Amo_6:13). Por lo mismo, le manda, ludiendo a Deu_20:8, que retire a todos los que teman y tengan miedo.
Gedeón tomó de manos del pueblo (según corrección de Kittel) sus cántaros y trompetas, que entregó a los trescientos hombres, mandando los restantes a sus casas, El número de voluntarios que se ofrecieron a Gedeón parece excesivo.

Presagio de victoria (Deu_7:9-15).
9Aquella noche le dijo Yahvé: Levántate y baja al campamento, porque te los entrego en tus manos. 10Y si temes atacar, baja con Fura, tu escudero, al campamento, U y escucha lo que dicen, y se fortalecerán tus manos y atacarás el campamento. Bajó con Fura, su escudero, hasta el extremo del campamento donde estaban los hombres de armas. 12Madián, Amalee y los Bene Quedem se habían extendido por el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables, como las arenas del mar. 13Cuando llegó Gedeón, estaba un hombre contando a su compañero su sueño, diciéndole: He tenido un sueño. Rodaba por el campamento de Madián un pan de cebada, que llegó hasta una tienda y chocó contra ella, la derribó y la hizo rodar por tierra, y la tienda quedó por tierra. 14El compañero le dijo: Eso no es sino la espada de Gedeón, hijo de Joás, varón de Israel, de Jezrael. Dios ha puesto en sus manos a Madián y a todo el campamento. 15Como Gedeón oyó el sueño y la explicación, se prosternó; y volviéndose al campamento de Israel, les dijo: Arriba, que Yahvé ha entregado en nuestras manos el campamento de Madián.

Gedeón quiso ver con sus propios ojos las posibilidades del enemigo antes de decidirse a atacarlo. En realidad temió al ver aquella muchedumbre y, por lo mismo, quiso antes explorar la situación. Para poder oír lo que los soldados madianitas hablaban entre sí, era necesario que se acercara mucho a sus tiendas. Para los antiguos, Dios manifestaba su voluntad o descubría el futuro por medio de los sueños (Gen_28:10-22; 1Re_3:5ss). El sueño que había tenido un soldado madianita era significativo. La tienda era el símbolo de la vida nómada; el pan de cebada simbolizaba la vida pobre de los pueblos sedentarios, como eran los israelitas. El compañero a quien confió el sueño sacó la consecuencia de que los israelitas, pueblo sedentario, destruirían al pueblo nómada, los madianitas.

Ataque nocturno (1Re_7:16-22).
16Dividió en tres escuadras los trescientos hombres y les entregó a todos trompetas, cántaros vacíos, y en los cántaros, antorchas encendidas, 17diciéndoles: Miradme a mí y haced como me veáis hacer. En cuanto llegue yo a los límites del campamento, hacéis lo que yo haga. 18Cuando toque yo la trompeta y la toquen los que van conmigo, la tocaréis también vosotros en derredor de todo el campamento, y gritaréis: ¡Por Yahvé y por Gedeón! 19Gedeón y el centenar de hombres que le acompañaban llegaron a los límites del campamento al comienzo de la segunda vigilia, en cuanto acababan de relevarse los centinelas, y tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que llevaban en la mano. 20Los tres cuerpos tocaron las trompetas, rompieron los cántaros, y cogiendo las teas con la mano izquierda y las trompetas con la derecha para tocarlas, gritaban: ¡Espada por Yahvé y por Gedeón! 21Quedáronse cada uno en su puesto en derredor del campamento, y todo el campamento se puso a correr, a gritar y a huir. 22Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, hizo Yahvé que volviesen todos su espada los unos contra los otros en todo el campamento, y huyó el campamento hasta Bet Hassita en la dirección de Sareda, hasta los límites del Abel Mejola, junto a Tabat.

El campamento de Madián estaba en el valle (v.8), dominado por el campamento israelita. Gedeón dividió a sus gentes en tres cuerpos (1Re_9:43; 1Sa_11:11; 1Sa_13:17) de cien hombres cada uno. Esta maniobra era tanto más necesaria cuanto que debía dar al enemigo impresión de un ejército numeroso y también para poder rodear al enemigo. Los combatientes llevaban en una mano el cántaro que tenía una antorcha encendida dentro, o con la antorcha en la otra mano, mientras que la trompeta colgaba del cinto. Una vez rotos los cántaros, tomaron la trompeta en una mano y la tea en otra. No crea dificultad el que ellos toquen la trompeta y griten, porque ambas acciones deben concebirse sucesivamente y no simultáneas.
Gedeón llegó a las cercanías del campamento enemigo al comienzo de la segunda vigilia. Los hebreos dividían la noche en tres vigilias de cuatro horas cada una: seis de la tarde a diez; diez a dos; dos a seis de la mañana. El grito de guerra de los israelitas era: ¡Por Yahvé y por Gedeón! grito que refleja bien el carácter religioso de la empresa y la confianza de los soldados en ganar las batallas de Yahvé (Num_21:14; 1Sa_18:17; 1Sa_25:28). El enemigo huyó por la llanura de Betsán a Bet Hassita, en el valle del Jordán, hacia Sartán (Jos_3:16; 1Re_4:12). Abel Mejola se halla al sur de Bestán, en el valle del Jordán (1Re_4:12; 1Re_19:16).

En persecución del enemigo (1Re_7:23; 1Re_8:1-3).
23Reuniéronse los hombres de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manases, y persiguieron a los de Madián. 24Gedeón mandó mensajeros por todo el monte de Efraím para decirles: Bajad al encuentro de Madián y tomad, antes que lleguen, los vados hasta Bet Bara, en el Jordán. Reuniéronse todos los hombres de Efraím y tomaron los vados hasta Bet Bara, en el Jordán. 25Se apoderaron de dos príncipes de Madián, Oreb y Zeb, y dieron muerte a Oreb en la roca de Oreb y a Zeb en el lagar de Zeb. Persiguieron a Madián y llevaron a Gedeón las cabezas de Oreb y Zeb del otro lado del Jordán. 8 1Dijéronle los hombres de Efraím: ¿Cómo has hecho con nosotros eso de no llamarnos cuando ibas a combatir con Madián? Y se querellaron violentamente contra él. 2 El les dijo: ¿Qué es lo que he hecho yo para lo vuestro? ¿No ha sido mejor el rebusco de Efraím que la vendimia de Abiezer? 3En vuestras manos ha puesto Dios a los príncipes de Madián, Oreb y Zeb. ¿Qué he podido yo hacer comparable a lo vuestro? Calmóse su cólera contra él cuando así les habló.

El texto supone que Gedeón no había licenciado definitivamente a los muchos voluntarios que se le habían ofrecido; únicamente prescindió de ellos en el ataque inicial, por habérselo ordenado Dios. Los mensajeros que mandó Gedeón tenían la misión de poner a estos reservistas en activo. La primera orden que les impartió fue la de ocupar los vados del Jordán (1Re_3:28; 1Re_12:5) para impedir que los madianitas rezagados lograran franquearlo. Dos príncipes madianitas, Oreb (cuervo) y Zeb (lobo), que se habían ocultado, fueron descubiertos y pasados por las armas, enviando su cabe/a a Gedeón, atareado en la persecución de los madianitas al otro lado del Jordán. El nombre de estos dos príncipes es recordado en Sal_83:12, después de Sisara y Jabín (Sal_4:255) y antes de Zebaj y Salmana (Sal_8:5).
Los efraimitas, siempre orgullosos (Sal_12:1-6) y con la pretensión de mantener una hegemonía sobre las otras tribus, no podían sufrir que un manasita (Gedeón) no hubiera contado con ellos desde la primera hora (Sal_6:35; Sal_7:23). Gedeón, prudente, adula a los efraimitas para aplacarlos.