I Macabeos 13 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 54 versitos |
1 Oyó Simón que había reunido Trifón un poderoso ejército para venir contra la tierra de Judá y aplastarla,
2 y, viendo al pueblo lleno de espanto y de temor, subió a Jerusalén y reunió al pueblo.
3 Los alentó, diciendo: “Ya sabéis lo que yo, mis hermanos y la casa de mi padre hemos hecho por las leyes y el santuario, las guerras y las angustias que hemos soportado.
4 Por esta causa, que es la de Israel, dieron la vida todos mis hermanos, quedando yo solo.
5 No quiera el cielo que en esta hora de tribulación rehuya el peligro por amor de la vida, que no valgo yo más que mis hermanos,
6 antes tomaré la defensa de la nación y del santuario, de nuestras mujeres e hijos, ahora que, llevadas del odio, se han juntado todas las naciones para aplastarnos.”
7 Se enardeció el pueblo al oír estas palabras,
8 y a grandes voces respondió, diciendo: “Sé nuestro caudillo en lugar de Judas y de Jonatán tu hermano.
9 Combate nuestras batallas; cuanto nos digas lo haremos.”
10 Juntando todos los hombres de guerra, se dio prisa a concluir los muros de Jerusalén, que quedó fortificada toda en derredor,
11 Envió a Jonatás, hijo de Absalón, con bastante fuerza a Jope, que echó de allí a los que la guarnecían, quedándose en ella.
12 Trifón salió de Tolemaida con un poderoso ejército para invadir la Judea, llevando consigo a Jonatán preso.
13 Simón acampó en Adida, frente a la llanura.
14 Al conocer Trifón que habían nombrado a Simón caudillo en lugar de su hermano Jonatán y que estaba pronto a trabar batalla, le envió mensajeros,
15 diciendo: “Hemos detenido a tu hermano a causa de la deuda que tenía en el tesoro real por los cargos que desempeñaba.
16 Envía, pues, cien talentos de plata y a dos de sus hijos como rehenes, por que al ser libertado no se rebele contra nosotros, y le dejaremos libre.”
17 Aunque entendía Simón que hablaban con engaño, envió el dinero y los dos niños, por no concitar contra sí la enemiga del pueblo, que podría decir:
18 “No ha enviado el dinero y los niños, y por eso pereció Jonatán.”
19 Así, pues, envió los niños y los cien talentos; pero Trifón, faltando a su palabra, no puso en libertad a Jonatán."
20 Trifón emprendió luego la marcha para invadir la tierra y devastarla. Para ello, rodeando, vino a Adora; pero Simón, con su ejército, le salía al encuentro dondequiera que él iba."
21 Los de la ciudadela enviaron mensajeros a Trifón, rogándole que se diera prisa a venir en su socorro por el desierto y les trajese víveres.
22 Preparó Trifón toda su caballería para llegar aquella noche, pero no pudo a causa de la mucha nieve que había caído. Llegó a Galaad,
23 y en Bascama dio muerte a Jonatán, que fue sepultado allí.
24 Después Trifón dio la vuelta y se volvió a su tierra.
25 Mandó Simón por los restos de su hermano Jonatán, y les dio sepultura en Modín, la ciudad de sus padres.
26 Todo Israel hizo por él gran duelo y le lloró muchos días.
27 Edificó Simón sobre los sepulcros de sus padres y hermanos un monumento de piedras labradas por una y otra cara, alto y visible desde muy lejos.
28 Encima levantó siete pirámides, unas enfrente de otras, dedicadas a su padre, a su madre y a sus cuatro hermanos.
29 Las asentó sobre sus basas y las rodeó de grandes columnas, y puso en ellas panoplias para eterna memoria; y junto a las panoplias, naves esculpidas, que pudieran ser vistas de todos los que navegaban por el mar."
30 Ese sepulcro que erigió en Modín perdura hasta el día de hoy.
31 Trifón, que procedía dolosamente con el joven Antíoco, acabó por darle muerte,
32 se declaró rey en su lugar y ciñó la diadema del Asia, trayendo con esto una gran calamidad sobre la tierra.
33 Simón edificó las fortalezas de Judea, las rodeó de altas torres y muros fuertes, les puso puertas y cerrojos y las proveyó de vituallas.
34 Envió algunos hombres escogidos al rey Demetrio, pidiendo que concediera al país la remisión de los tributos, por cuanto los actos de Trifón habían sido actos de saqueo.
35 Contestó el rey Demetrio a estas peticiones enviándo-les letras del tenor siguiente:
36 “El rey Demetrio a Simón, sumo sacerdote y amigo de los reyes, y a los ancianos y a la nación judía, salud.
37 Hemos recibido la corona de oro y la palma que nos habéis enviado, y estamos dispuestos a hacer con vosotros una paz definitiva y a escribir a los intendentes reales que os condonen las deudas.
38 Todo cuanto hemos pactado con vosotros sea firme, y las fortalezas que habéis edificado sean vuestras.
39 Os perdonamos también las faltas y las ofensas cometidas hasta este día, y la corona que debéis, y si algún tributo se cobraba en Jerusalén, ya no se cobre.
40 Si algunos de vosotros estáis dispuestos a alistaros en nuestro ejército, podréis hacerlo, y que reine entre nosotros la paz.”
41 El año ciento setenta quedó Israel libre del yugo de los gentiles,
42 y comenzaron a encabezarse así los documentos y contratos: “El año primero de Simón, gran pontífice, general y caudillo de los judíos.”
43 En los días aquellos acampó Simón contra Gazer, y la cercó con sus fuerzas, construyó máquinas de asedio y las aproximó a la ciudad, acometiendo una de las torres y apoderándose de ella.
44 Invadieron la ciudad los que estaban en la máquina, produciéndose en aquélla gran conmoción.
45 Los de la ciudad subieron a las murallas con sus mujeres e hijos, rasgadas las vestiduras, y a grandes voces clamaban pidiendo a Simón la paz,
46 y le decían: “No obres con nosotros según merecen nuestras maldades, sino según tu misericordia.”
47 Simón se dejó aplacar y suspendió las hostilidades contra ellos, pero expulsó a los de la ciudad, purificó las casas en que había ídolos, y así hizo su entrada en ella en medio de cánticos y bendiciones.
48 Después de limpiarla de toda impureza, instaló en ella gente observante de la Ley, la fortificó, y construyó allí para él una morada.
49 Los de la ciudadela de Jerusalén no podían salir de ella ni entrar en la región para comprar o vender, y pasaban mucha escasez, pereciendo de hambre muchos de ellos.
50 Clamaron a Simón en demanda de paz, y él se la otorgó, echándolos de allí y limpiando la ciudadela de impurezas.
51 El día veintitrés del mes segundo del año ciento setenta y uno entró en ella con cánticos, palmas y acompañamiento de cítaras, címbalos y arpas, con himnos y cánticos, porque había sido aplastado un gran enemigo de Israel.
52 Estableció que cada año se solemnizara este día con regocijo.
53 Fortificó el monte del templo, que está próximo a la ciudadela, y habitó allí él con los suyos.
54 Viendo que Juan, su hijo, era hombre animoso, le hizo jefe de todas las tropas, con residencia en Gazer.

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Introducción a I Macabeos

Times New Roman CE;Times New Roman ;;;
Macabeos

Introducción.
En las épocas asmonea y herodiana vieron la luz pública cuatro libros que llevan el título que encabeza estas líneas. El primero y segundo forman parte integrante del canon cristiano, mientras que el tercero y el cuarto, que ya en tiempos de Eusebio y Orígenes llevaban el mismo título que ostentan hoy, han sido relegados entre los apócrifos. En el tercero se narran los designios de Tolomeo IV Filopator contra los judíos de Egipto. Libro escrito probablemente en Alejandría antes del año 70 antes de Jesucristo, se distingue por la pureza de su lengua y estilo y por un vocabulario rico y esmaltado de palabras raras 1. El IV libro de los Macabeos está escrito en forma de discurso, en el que se comenta ampliamente el martirio de Eleazar y de los siete hermanos Macabeos. En un tiempo formó parte de la Biblia cristiana 2.

Macabeos.
La palabra se encuentra en los manuscritos más antiguos. El título Makkabaion se lee en los códices Sinaítico y Alejandrino. En el primero aparece la forma antigua de Makkabaikón. Desde fines del siglo II y en el ni, los autores eclesiásticos griegos designaban los dos primeros libros con el título de t a makkabaika. Entre los escritores latinos suelen citarse: Líber primus, o líber secundus Maæeha-baeorum. Por vez primera este nombre se da a Judas (1 Mac 2:4-16; 2 Mac 8:5-16; 10:1-16), pasando luego, por extensión, a sus hermanos y sucesores.
No es fácil determinar qué significa este término. Descartada la interpretación cabalística y la que propuso S. I. Curtiss 3, recogemos las dos que hoy están más en boga. Unos (Perles, Grand-Claudon, etc.) derivan el vocablo del hebreo maqqebeth Que 4:21; Jer 10:4) o de la palabra aramaica maqqaba, con el significado de martillo, por haber machacado ellos duramente a los enemigos o por tener Judas la cabeza en forma de martillo. Zeitlin, Bevan, Abel y Penna creen que macabeo viene de la raíz naqab, que significa nombrar (Is 62:2) 4. Originariamente el libro I de los Macabeos llevaba el título hebraico Sarbeth-Sarbanaíel, cuya significación todavía no ha sido explicada satisfactoriamente 5. Recientemente A. Yadrijevic 6 cree que el título del libro I es Angustíae filiorum Dei; el del segundo, Angustiae templi.

I Macabeos.

Autor.
Se ignora su nombre. Por el libro puede colegirse que fue un judío de Palestina conocedor de la topografía del país, versadísimo en la lengua bíblica, admirador ferviente de la familia asmonea, desde el padre hasta el último miembro de la familia que el autor conoció. Por razón de la minuciosidad histórica de que hace gala, se cree que fue testigo ocular de la mayoría de los hechos que refiere y que siguió de cerca y con entusiasmo todos los esfuerzos de los Macabeos para el triunfo de la causa del judaismo ortodoxo. Nada se sabe de su condición; unos suponen que pertenecía a la casta sacerdotal, otros lo niegan. También los críticos andan divididos al querer adivinar su ideología. Para unos fue de ideas y tendencias saduceas (Üesterley, Geiger, Abel); para otros, un filofariseo. Lo cierto es que no oculta sus simpatías por la dinastía asmonea. Según él, nadie puede suplantarles en la dirección de la guerra.

Fecha de composición.
En esta cuestión procedemos también por conjeturas. Del autor hemos dicho que fue un ferviente admirador de la familia de los asmoneos; la meticulosidad de los hechos que narra revela que fue testigo ocular de los mismos. Ahora bien, pudo él recordar perfectamente los hechos que se desarrollaron en Palestina desde la muerte de Antíoco IV Epifanes (año 175 a.C.) hasta el reinado de Juan Hircano (135-104 a.C.). No es posible señalar el término a quo de la composición. Pudo empezarlo en tiempos de Simón, o también antes, y terminarlo en los días del reinado de Juan Hircano (16:23), cuyo texto se aduce para probar que la obra fue acabada después de la muerte de Juan Hircano (año 104 a.C.). A este texto se acogen muchos exegetas y críticos para señalar la fecha de la composición del libro: Oesterley la fija entre el 90-70; Abel Bentzen, Schürer, Kautzch, 100-90; Lods, 100-60; Grimm, 105-64. Pero se puede dudar de la autenticidad literaria de los dos últimos versículos del libro, que pueden ser una adición post scriptum del editor, del traductor o de cualquier otro. Más posibilidades caben para señalar el término ad quera. Los sucesores de Aristóbulo y Alejandro empañaron la gloria de sus antepasados. Si el autor hubiera sido testigo de su conducta, hubiera frenado sus entusiasmos por la dinastía asmonea. Una fecha tope es el año 63 a.C., en que Pompeyo el Grande profanó brutalmente el templo de Jerusalén, granjeándose con ello el odio de los judíos. Este hecho es incompatible con la simpatía que el autor siente por los romanos (8:1-32; 12:1; 14:40). En definitiva, la fecha de la composición del libro va desde el año 140 (Torrey, Oesterley) hasta el 63 antes de Cristo (Loos).

Fuentes.
En contra de las tentativas de J. von Destinon 7 y Lods 8, no puede ponerse en duda la homogeneidad del libro I de los Macabeos 9. A lo más, podríamos considerar como adición posterior los v.23-24 del c.16. En todas las páginas anteriores existe trabazón perfecta y una idea rectora, que procede de un mismo autor. Hasta qué punto cada uno de los hechos que se narran proceden de la información ocular o de un testimonio oral o escrito, es imposible determinarlo. Acaso haya en 9:22 una alusión a un texto que refería la historia de Judas Macabeo, que el autor tuvo entre manos.
A la información personal, oral o escrita, se añade la consulta de los archivos oficiales, de los cuales transcribió el autor algunos documentos que se insertan. Pudo copiarlos textualmente, traducirlos a veces del texto original (hebraico o latino), abreviarlos, simplificarlos, amplificarlos, con el empleo masivo de la retórica, resumirlos libremente o limitarse a extractar uno u otro punto para colocarlo en un contexto no del todo homogéneo. Del hecho de transcribir un documento no se infiere que el autor apruebe su contenido en todos sus pormenores. Los documentos que se intercalan en el texto son: 1) carta de los israelitas de Galaad (5:10-13); 2) carta de los romanos a Judas (8:1-32); 3) carta de Alejandro Balas a Jonatán (10:18-20); 4) carta de Demetrio I a Jonatán (10:25-45); 5) carta de Demetrio II a Jonatán (11:30-37); 6) carta de Antíoco VI a Jonatán (11:57); ?) carta de Jonatán a los de Esparta (12:6-18); 8) carta de Ario a Onías (12:20-23); 9) carta de Demetrio II a Simón (13:36-40); 10) carta de los espartanos a Simón (14:20-23); n) carta de Antíoco VI a Simón (15:2-9); 12) carta del cónsul Lucio a Tolomeo (15:16-21); 13) inscripción en honor de Simón (14:27-45).
Algunos críticos han impugnado su autenticidad, siendo Willrich 10 el que lleva en esto la voz cantante, coreado débilmente por algunos otros 11. Actualmente convienen todos en admitir la autenticidad de conjunto. No existe fundamento alguno para afirmar que el autor ha inventado los documentos o de que los haya falsificado intencionadamente. Ni de la misma carta de Ario a Onías (12:20-23) existen razones contra su autenticidad.
En el libro se encuentran algunas secciones poéticas que sugieren la idea de una colección de cantos populares compuestos con ocasión de la guerra santa (1:25-28; 1:37-40; 2:8-12; 3:3-9; 14:14-15). Otros autores atribuyen estas secciones al autor mismo, que las compuso con el intento de imitar los cánticos del Salterio y de las Lamentaciones.

Carácter histórico.
No se han puesto objeciones graves contra el valor histórico del libro considerado en su conjunto. Puede discutirse este o aquel detalle (1:6; 8:1-32); poner en tela de juicio la autenticidad plena de este o aquel documento (12:5-23), pero todos están acordes en admitir un fondo histórico firme y real. Aún más, por ser el autor contemporáneo de los sucesos que narra, se concede mucha importancia a algunos detalles históricos, a las noticias interesantes y concretas sobre topografía macabaica, al enfoque general de su historia y a las noticias sobre el carácter y temperamento de sus héroes. A ello, como hemos dicho, se añade el uso de documentos de primera mano.

Género literario.
No se puede juzgar la historia antigua según los cánones de la crítica histórica moderna. Nuestro autor es hijo de su tiempo, y de conformidad a los gustos de sus lectores escogió los modos de decir y narrar que emplea. Para él Israel es el centro hacia donde convergen todas las miradas del universo. Dos mundos se enfrentan en su libro: el paganismo y el judaismo. Aquél contaba con fuerzas militares formidables (3:38; 4:28; 15:13, etc.), en contraste con el diminuto ejército israelita. Sin embargo, a veces el número de soldados judíos se exagera notoriamente (4:34; 12:41) 12. El fenómeno es propio de la literatura patética, y, en general, de toda la historiografía antigua (Heródoto). Las cifras que llaman nuestra atención no creaban ninguna dificultad a los lectores inmediatos del libro. A menudo el autor no da a una determinada cifra un valor absoluto. En hebreo se emplea la palabra rebaba, muchedumbre, para expresar el número diez mil, que en plural o dual puede significar el doble.
Otra característica de la historiografía antigua son los discursos que se ponen en boca de los héroes y personajes que entran en escena. Es propio de la historia semítica antigua atribuir a los personajes aquellas ideas o reacciones de ánimo que brotan o se experimentan en determinadas circunstancias bajo los efectos de una impresión especial. Sistemáticamente se muestra parcial al ocultar los reveses de los judíos y poner de relieve las derrotas, defectos y designios malos de los enemigos de Israel. Pero, como señala certeramente Abel, su parcialidad no llega al extremo de convertir en victoria lo que fue humillante derrota (2 Mac 13:9-24, que parece contradecir a 1 Mac 6:28-63). En sus páginas hallan eco palabras y frases de la antigua literatura hebraica, que el autor conocía perfectamente y que asimiló. En fin, si los métodos históricos usados no se ajustan a los que utiliza la historiografía moderna, cabe, sin embargo, decir que no por ello desmerece el fondo histórico del libro.

Cronología.
La cronología y geografía, llamadas los ojos de la historia, ocupan un lugar de honor en nuestro libro. Multitud de fechas y datos concretos se encuentran en él. El autor utiliza el calendario seléucida y enumera los meses según la costumbre judía. Sabido es que la era seléucida empieza el año 312 con la conquista de Babilonia por Seleuco. Pero el cómputo difiere según que el año empiece en primavera o en otoño. En Siria y Occidente empezaba el año con el mes de Tishri (septiembre-octubre), es decir, el año 312. En Babilonia comenzaba el mes de Nisán (marzo-abril) del año 311. De ahí que, según los lugares, haya en el cómputo una diferencia de un año.
¿Qué cómputo siguen los libros de los Macabeos? Unos admiten el mismo cómputo en ambos libros (Kugler, Meyer, Lagrange, Grandclaudon) a partir del año 312; otros distinguen un cómputo a partir del año 312 para los asuntos profanos y del 311 para noticias de carácter religioso (Vaggar1). Gibert, Kolbe, Unger, Bickermann y Abel sostienen que, para el autor del libro I de los Macabeos, el primer año de los seléucidas empieza el 311; para el del segundo, el año 312. Ninguno de los dos cómputos puede resolver todas las dificultades cronológicas que surgen de la confrontación de las fechas de nuestros libros con otros documentos paganos. Nos atenemos al cómputo de Abel.

Doctrina religiosa.
En ninguna parte del libro se menciona de manera explícita el santo nombre de Dios, que es sistemáticamente sustituido por otras expresiones, tales como cielo (3:50-60; 4:10-40; 9:46; 12:15; 16:2). Esta ausencia de los nombres que se emplean en la literatura bíblica para designar a Dios se suple en las versiones. Este mismo fenómeno hemos encontrado en el libro de Ester. Pero tanto en éste como en el i de los Macabeos, aunque se excluya el nombre de Dios en sus páginas, su presencia se adivina en cada una de ellas. Era tal el respeto que se tenía por estos nombres venerables, que nadie se atrevía a pronunciarlos, reservándose su uso exclusivamente a los sacerdotes durante el ejercicio del culto. Toda la historia de los Macabeos es eminentemente religiosa, y la idea de Dios domina en todos los renglones del libro. Siente el autor gran simpatía y celo por la Ley y las antiguas instituciones (1:15; 3:21; 14:14), por el templo y la Ciudad Santa (1:21; 2:7; 4:38.59; 7:37.42; 9:54·)·Conoce maravillosamente los libros sagrados, a los cuales tiene gran devoción (3:48; 12:9) y cita diversas veces (2:52-60; 7:17). Las cosas indecisas y difíciles de resolver se reservan al juicio del profeta que ha de venir (4:46; 9:27; 14:41).

Canonicidad.
No sabemos si en algún tiempo formó parte del canon judío palestinense. Se encuentra en la versión de los LXX, que refleja el canon judío alejandrino. En la tradición cristiana influyó el recelo y la animosidad de los judíos contra él. Lo encontramos en los antiguos catálogos mommseniano y claramontano (s.III). El concilio Florentino (1442) lo incluyó en el canon de los libros sagrados. El concilio Tridentino confirmó la doctrina del Florentino y quitó toda distinción entre libros proto y deuterocanónicos.

Texto.
El texto original hebraico se ha perdido. La versión griega se ha conservado en los códices unciales: Sinaítico, Alejandrino y Véneto, y en muchos minúsculos. El texto más antiguo parece ser el de los códices Sinaítico y Véneto. De esta versión existe la edición crítica preparada por A. Rahlfs 13, que se basa en el Sin. y tiene en cuenta las antiguas traducciones latinas (De Bruyne). Otra versión crítica del texto griego se debe a Werner Kappler 14. La versión latina fue publicada por D. de Bruyne y Sodar 15. Según De Bruyne, la antigua traducción latina reproduce un texto anterior y mejor que el retransmitido por los antiguos unciales griegos.

1 Véase H. Willrich, Der historische Kern des III Makkabaerbuches: Hermes, 39 (1904) 244-258.
2 Véase A. Dupont-Sommer, Le quatriéme Uvre des Machabées (París 1939).
3 The Ñame Maccabee historically and philologically examined (Londres 1876).
4 A. A. Bevan, The Ongin of the Ñame Maccabee: The Journal of Theological Studies, 30 (1929) 190-193-
5 A. Schulte, Der hebraiche Titel des ersten Makkabaerbuches: Biblische Zeitschrift, 7 (1909) 254ss; J. Boehmer, Sarbeth Sarbanaiel: Theologische Studien und Kritiken, 73 (1903) 332-338.
6 Tria Aenigmata hebraica librorum Machabaeorum: Antonianum, 33 (1958) 267.
7 Die Quellen des Fl Josephus (Kiel 1882).
8 Histoire de la littérature hebraique et juive (París 1950). 780
9 E. W. Ettelson, The Integrity of I Maccabeos (New Haven 1925).
10 Urkundenfalschungen in der hellenistisch-jüdischen Literatur (Gottingen 1924).
11 Oesterley, Apocrypha (Oxford 1913); Introduction ßá the Qooks of the Apocrypna (Londres 1935); lods, l.c., etc.
12 Otros ejemplos en Knabenbauer, 17; Bévenot, 34-35.
13 Septuaginta (Stutgart 1935).
14 Septuaginta. Vetus Testamentum graecum auctoritate societatis litterarum Gottingensis editum vol.9 fasc.1: Maccabaeorum líber primus (Góttingen 1936).
15 Les anciennes traductions latines des Macchabées (Maredsous 1932).


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Macabeos 13,1-53;;


4. Simón, Principe del pueblo Judio (c.13-16).

Simón arenga a los Jadías (13:1-9).
1 Oyó Simón que había reunido Trifón un poderoso ejército para venir contra la tierra de Judá y aplastarla, 2 y, viendo al pueblo lleno de espanto y de temor, subió a Jerusalén y reunió al pueblo. 3 Los alentó, diciendo: Ya sabéis lo que yo, mis hermanos y la casa de mi padre hemos hecho por las leyes y el santuario, las guerras y las angustias que hemos soportado. 4 Por esta causa, que es la de Israel, dieron la vida todos mis hermanos, quedando yo solo. 5 No quiera el cielo que en esta hora de tribulación rehuya el peligro por amor de la vida, que no valgo yo más que mis hermanos, 6 antes tomaré la defensa de la nación y del santuario, de nuestras mujeres e hijos, ahora que, llevadas del odio, se han juntado todas las naciones para aplastarnos. 7 Se enardeció el pueblo al oír estas palabras, 8 y a grandes voces respondió, diciendo: Sé nuestro caudillo en lugar de Judas y de Jonatán tu hermano. 9 Combate nuestras batallas; cuanto nos digas lo haremos.

Simón era un guerrero. Mientras Judas luchaba en Gaulan, Simón conducía las tropas de Galilea a Jerusalén (5:20-23); en Mádaba vengaba la muerte de su hermano Juan (9:67-67); ayudó a su hermano Jonatán en Azoto (10:74-83); expugnó la fortaleza de Betsur (11:65-66), etc. Simón salió de Adida (12:38) y marchó a Jerusalén para levantar la moral del pueblo. Arenga a la multitud, empezando por hacer resaltar la entrega total de su familia a la causa del pueblo judío. Faltando ellos, muertos unos y encarcelados otros, se resigna a seguir la tradición familiar. La muchedumbre prorrumpe en gritos de aprobación, declarándolo caudillo (egoúmenos) suyo en lugar de Jonatán. De la dignidad de sumo pontífice no se dice una palabra.

Primeros encuentros (13:10-13).
10 Juntando todos los hombres de guerra, se dio prisa a concluir los muros de Jerusalén, que quedó fortificada toda en derredor, 11 Envió a Jonatás, hijo de Absalón, con bastante fuerza a Jope, que echó de allí a los que la guarnecían, quedándose en ella. 12 Trifón salió de Tolemaida con un poderoso ejército para invadir la Judea, llevando consigo a Jonatán preso. 13 Simón acampó en Adida, frente a la llanura.

Las amenazas de Trifón hiciéronse efectivas. Jope, junto al mar, era una plaza fuerte estratégica contra la amenaza de Trifón desde Tolemaida. Allá fue un tal Jonatás, hijo de Absalón. Se cree que era hermano de Matatías, hijo de Absalón, de que se habla en 11:70. Jope no sentía ninguna simpatía por los Macabeos (2Ma_12:3-7). Jonatán habíase apoderado de la ciudad, estableciendo allí la guarnición judía (2Ma_12:13) y algunos comerciantes. Desde este momento, Jope perteneció a Israel hasta los días de Pompeyo (63 a.C.). Esta hazaña se recuerda en el elogio de Simón (2Ma_14:5) y en el elenco de sus glorias.

Engaño de Trifón (2Ma_13:14-19).
14 Al conocer Trifón que habían nombrado a Simón caudillo en lugar de su hermano Jonatán y que estaba pronto a trabar batalla, le envió mensajeros, 15 diciendo: Hemos detenido a tu hermano a causa de la deuda que tenía en el tesoro real por los cargos que desempeñaba. 16 Envía, pues, cien talentos de plata y a dos de sus hijos como rehenes, por que al ser libertado no se rebele contra nosotros, y le dejaremos libre. 17 Aunque entendía Simón que hablaban con engaño, envió el dinero y los dos niños, por no concitar contra sí la enemiga del pueblo, que podría decir: 18 No ha enviado el dinero y los niños, y por eso pereció Jonatán. 19 Así, pues, envió los niños y los cien talentos; pero Trifón, faltando a su palabra, no puso en libertad a Jonatán.

Es repelente la figura de este general sirio, dominado por la ambición y esclavo de la mentira y del engaño. Todos los medios le parecen lícitos con tal de conseguir sus tenebrosos fines. Con su ejército descendía por la costa mediterránea. Pero tuvo noticia de que los judíos le esperaban, bien pertrechados, con Simón como caudillo. Fue entonces cuando recurrió a la burda estratagema de pedirle enviara trescientos talentos y dos de sus hijos, con la promesa de libertar a su hermano. Simón, por temor a lo que dirán, accedió, pero Jonatán no fue puesto en libertad.

Muerte de Jonatán (2Ma_13:20-24).
20 Trifón emprendió luego la marcha para invadir la tierra y devastarla. Para ello, rodeando, vino a Adora; pero Simón, con su ejército, le salía al encuentro dondequiera que él iba. 21 Los de la ciudadela enviaron mensajeros a Trifón, rogándole que se diera prisa a venir en su socorro por el desierto y les trajese víveres. 22 Preparó Trifón toda su caballería para llegar aquella noche, pero no pudo a causa de la mucha nieve que había caído. Llegó a Galaad, 23 y en Bascama dio muerte a Jonatán, que fue sepultado allí. 24 Después Trifón dio la vuelta y se volvió a su tierra.

Trifón había ganado una batalla diplomática e intentó coronarla con otra bélica. Al frente de sus tropas bordeaba la costa del Mediterráneo con el intento de torcer a la izquierda y enfilar alguno de los caminos que por los wadis conducen a Jerusalén. Pero la presencia de Simón en Adida le infundió temor, tratando entonces de alcanzar la capital haciendo un gran rodeo por tierras de Idumea, llegando hasta Adora, la actual Dura, situada a ocho kilómetros al sudoeste de Hebrón. De sus movimientos tuvo noticia Simón, que le acechaba sin cesar, en busca de un momento propicio para atacarle.
De la ciudadela de Jerusalén pudieron evadirse algunos, que fueron a contar a Trifón la urgente necesidad que tenían de víveres. Como medio de burlar la vigilancia, y con el fin de hacer frente a las borrascas del invierno, le aconsejaron que subiera a Jerusalén por el camino del desierto, pasando por Tecoa y Belén. Una nevada abundante borró toda huella del camino e imposibilitó la ayuda de urgencia a los de la ciudadela. No son frecuentes en Jerusalén estas tempestades de nieve, por lo que cogiólos a todos de improviso. Temiendo quedar bloqueados en tierra extraña, Trifón encaminó sus tropas a la orilla occidental del mar Muerto, hacia las riberas del Jordán, continuando su marcha hacia Galaad (2Ma_5:2555). Bascama, que se encontraba en la región septentrional de TransJordania, al noroeste del lago de Genesaret, fue el lugar donde Trifón, cansado de arrastrar a Jonatán en calidad de prisionero, le dio muerte. Aunque no lo dice el texto, es probable que sus dos hijos siguieran el mismo destino.

Mausoleo familiar (2Ma_13:25-30).
25 Mandó Simón por los restos de su hermano Jonatán, y les dio sepultura en Modín, la ciudad de sus padres. 26 Todo Israel hizo por él gran duelo y le lloró muchos días. 27 Edificó Simón sobre los sepulcros de sus padres y hermanos un monumento de piedras labradas por una y otra cara, alto y visible desde muy lejos. 28 Encima levantó siete pirámides, unas enfrente de otras, dedicadas a su padre, a su madre y a sus cuatro hermanos. 29 Las asentó sobre sus basas y las rodeó de grandes columnas, y puso en ellas panoplias para eterna memoria; y junto a las panoplias, naves esculpidas, que pudieran ser vistas de todos los que navegaban por el mar. 30 Ese sepulcro que erigió en Modín perdura hasta el día de hoy.

Simón fue en busca de los despojos de su hermano, que enterró en Modín. Hubo el consabido duelo nacional. Pensó entonces levantar Simón un mausoleo para honrar la memoria de la familia, inspirándose en la arquitectura griega. Sobre una mole de piedras labradas se colocaron siete pirámides, dedicadas a su padre, a su madre, a sus cuatro hermanos, y reservándose una para sí. Para que el monumento pudiera ser visto del mar, tenía que estar emplazado sobre una colina, quizá en Scheik el-Garbawi, en las afueras de Modín. Sobre los restos de este mausoleo se levantó más tarde un edificio bizantino.

Trifón en el trono (2Ma_13:31-32).
31 Trifón, que procedía dolosamente con el joven Antíoco, acabó por darle muerte, 32 se declaró rey en su lugar y ciñó la diadema del Asia, trayendo con esto una gran calamidad sobre la tierra.

Después de haberse apoderado alevosamente de Jonatán se ensaña Trifón contra el joven Antíoco VI Dionisios. Sube al trono de Antioquía con el título de autocrator, para significar que escalaba aquel puesto por sus méritos y no por derecho de sucesión. Arrogábase también el título de rey de Asia, cuando en realidad era muy insignificante la parte del reino que tenía bajo su mando. Los historiadores paganos 2 hablan del regicidio de Trifón, aunque discrepan en los detalles de cómo se llevó a efecto.

Alianza de Simón con Demetrio (2Ma_13:33-40).
33 Simón edificó las fortalezas de Judea, las rodeó de altas torres y muros fuertes, les puso puertas y cerrojos y las proveyó de vituallas. 34 Envió algunos hombres escogidos al rey Demetrio, pidiendo que concediera al país la remisión de los tributos, por cuanto los actos de Trifón habían sido actos de saqueo. 35 Contestó el rey Demetrio a estas peticiones enviándo-les letras del tenor siguiente: 36 El rey Demetrio a Simón, sumo sacerdote y amigo de los reyes, y a los ancianos y a la nación judía, salud. 37 Hemos recibido la corona de oro y la palma que nos habéis enviado, y estamos dispuestos a hacer con vosotros una paz definitiva y a escribir a los intendentes reales que os condonen las deudas. 38 Todo cuanto hemos pactado con vosotros sea firme, y las fortalezas que habéis edificado sean vuestras. 39 Os perdonamos también las faltas y las ofensas cometidas hasta este día, y la corona que debéis, y si algún tributo se cobraba en Jerusalén, ya no se cobre. 40 Si algunos de vosotros estáis dispuestos a alistaros en nuestro ejército, podréis hacerlo, y que reine entre nosotros la paz.

Simón comprendió la farsa de los soberanos seléucidas; prescindió de ellos, entregándose a la consolidación de todas las fortalezas de Judea. La traición del partido de Alejandro (2Ma_10:46-47) caló hondamente en su ánimo. Escribió a Demetrio manifestándole que la conducta de rapiña de Trifón le había desilusionado y que, por consiguiente, estaba dispuesto a pasarse a su bando en caso de que eximiera al país, exhausto por las guerras, de los tributos. La propuesta de Simón fue recibida como agua en mayo. Con un aliado en Palestina, la presión de Trifón disminuiría y le acercaría a Antioquía. Concede Demetrio en su carta el título de sumo sacerdote a Simón, al que llama amigo de reyes. Le dice que ha recibido la corona de oro (2Ma_10:11.35) y la palma (2Ma_14:4).

Autonomía de Israel (2Ma_13:41-48).
41 El año ciento setenta quedó Israel libre del yugo de los gentiles, 42 y comenzaron a encabezarse así los documentos y contratos: El año primero de Simón, gran pontífice, general y caudillo de los judíos. 43 En los días aquellos acampó Simón contra Gazer, y la cercó con sus fuerzas, construyó máquinas de asedio y las aproximó a la ciudad, acometiendo una de las torres y apoderándose de ella. 44 Invadieron la ciudad los que estaban en la máquina, produciéndose en aquélla gran conmoción. 45 Los de la ciudad subieron a las murallas con sus mujeres e hijos, rasgadas las vestiduras, y a grandes voces clamaban pidiendo a Simón la paz, 46 y le decían: No obres con nosotros según merecen nuestras maldades, sino según tu misericordia. 47 Simón se dejó aplacar y suspendió las hostilidades contra ellos, pero expulsó a los de la ciudad, purificó las casas en que había ídolos, y así hizo su entrada en ella en medio de cánticos y bendiciones. 48 Después de limpiarla de toda impureza, instaló en ella gente observante de la Ley, la fortificó, y construyó allí para él una morada.

En las monedas que acuñó se da Simón el nombre de egoumenos. Se posesiona de manera oficial los dos cargos de sumo sacerdote y etnarca, que ostenta simultáneamente.
En el corazón de Palestina quedaban todavía dos espinas que urgía arrancar aprovechando las buenas disposiciones de Demetrio: la ciudad de Gazer y la ciudadela de Jerusalén. Contra la primera marchó Simón con el propósito firme de conquistarla. Decisiva fue la acción de la gran torre móvil, de madera, llamada en griego elepoli, inventada por Demetrio Poliorcetes (336-283 a.C.), revestida de recios y puntiagudos clavos de hierro. Constaba de diversos planos; los soldados del plano superior saltaron sobre los muros y penetraron inesperadamente en la ciudad. Inmediatamente empezó Simón a fortificar la ciudad, construyendo allí una morada para él. En las excavaciones practicadas en el lugar por Macalister 3 se han encontrado restos de construcciones macabaicas y un testimonio del odio que un prisionero sentía por el Macabeo, y que dejó grabado sobre una piedra (Abel).

La ciudadela desaparece (2Ma_13:49-54).
49 Los de la ciudadela de Jerusalén no podían salir de ella ni entrar en la región para comprar o vender, y pasaban mucha escasez, pereciendo de hambre muchos de ellos. 50 Clamaron a Simón en demanda de paz, y él se la otorgó, echándolos de allí y limpiando la ciudadela de impurezas. 51 El día veintitrés del mes segundo del año ciento setenta y uno entró en ella con cánticos, palmas y acompañamiento de cítaras, címbalos y arpas, con himnos y cánticos, porque había sido aplastado un gran enemigo de Israel. 52 Estableció que cada año se solemnizara este día con regocijo. 53 Fortificó el monte del templo, que está próximo a la ciudadela, y habitó allí él con los suyos. 54 Viendo que Juan, su hijo, era hombre animoso, le hizo jefe de todas las tropas, con residencia en Gazer.

A los sirios del Acra llegó también su hora. Trifón no pudo ayudarles; su situación hacíase cada día más precaria. Muchos perecieron de hambre. Reducidos a optar por el dilema perecer o pactar, siguieron el ejemplo de los de Gazer, acudiendo a Simón en demanda de paz, que se les concedió. El templo fue también objeto de sus desvelos; fortificó sus muros y estableció la residencia en la Barís, a la que sucederá la torre Antonia en tiempos de Heredes.