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Macabeos
Introducción.
En las épocas asmonea y herodiana vieron la luz pública cuatro libros que llevan el título que encabeza estas líneas. El primero y segundo forman parte integrante del canon cristiano, mientras que el tercero y el cuarto, que ya en tiempos de Eusebio y Orígenes llevaban el mismo título que ostentan hoy, han sido relegados entre los apócrifos. En el tercero se narran los designios de Tolomeo IV Filopator contra los judíos de Egipto. Libro escrito probablemente en Alejandría antes del año 70 antes de Jesucristo, se distingue por la pureza de su lengua y estilo y por un vocabulario rico y esmaltado de palabras raras 1. El IV libro de los Macabeos está escrito en forma de discurso, en el que se comenta ampliamente el martirio de Eleazar y de los siete hermanos Macabeos. En un tiempo formó parte de la Biblia cristiana 2.
Macabeos.
La palabra se encuentra en los manuscritos más antiguos. El título Makkabaion se lee en los códices Sinaítico y Alejandrino. En el primero aparece la forma antigua de Makkabaikón. Desde fines del siglo II y en el ni, los autores eclesiásticos griegos designaban los dos primeros libros con el título de t a makkabaika. Entre los escritores latinos suelen citarse: Líber primus, o líber secundus Maæeha-baeorum. Por vez primera este nombre se da a Judas (1 Mac 2:4-16; 2 Mac 8:5-16; 10:1-16), pasando luego, por extensión, a sus hermanos y sucesores.
No es fácil determinar qué significa este término. Descartada la interpretación cabalística y la que propuso S. I. Curtiss 3, recogemos las dos que hoy están más en boga. Unos (Perles, Grand-Claudon, etc.) derivan el vocablo del hebreo maqqebeth Que 4:21; Jer 10:4) o de la palabra aramaica maqqaba, con el significado de martillo, por haber machacado ellos duramente a los enemigos o por tener Judas la cabeza en forma de martillo. Zeitlin, Bevan, Abel y Penna creen que macabeo viene de la raíz naqab, que significa nombrar (Is 62:2) 4. Originariamente el libro I de los Macabeos llevaba el título hebraico Sarbeth-Sarbanaíel, cuya significación todavía no ha sido explicada satisfactoriamente 5. Recientemente A. Yadrijevic 6 cree que el título del libro I es Angustíae filiorum Dei; el del segundo, Angustiae templi.
I Macabeos.
Autor.
Se ignora su nombre. Por el libro puede colegirse que fue un judío de Palestina conocedor de la topografía del país, versadísimo en la lengua bíblica, admirador ferviente de la familia asmonea, desde el padre hasta el último miembro de la familia que el autor conoció. Por razón de la minuciosidad histórica de que hace gala, se cree que fue testigo ocular de la mayoría de los hechos que refiere y que siguió de cerca y con entusiasmo todos los esfuerzos de los Macabeos para el triunfo de la causa del judaismo ortodoxo. Nada se sabe de su condición; unos suponen que pertenecía a la casta sacerdotal, otros lo niegan. También los críticos andan divididos al querer adivinar su ideología. Para unos fue de ideas y tendencias saduceas (Üesterley, Geiger, Abel); para otros, un filofariseo. Lo cierto es que no oculta sus simpatías por la dinastía asmonea. Según él, nadie puede suplantarles en la dirección de la guerra.
Fecha de composición.
En esta cuestión procedemos también por conjeturas. Del autor hemos dicho que fue un ferviente admirador de la familia de los asmoneos; la meticulosidad de los hechos que narra revela que fue testigo ocular de los mismos. Ahora bien, pudo él recordar perfectamente los hechos que se desarrollaron en Palestina desde la muerte de Antíoco IV Epifanes (año 175 a.C.) hasta el reinado de Juan Hircano (135-104 a.C.). No es posible señalar el término a quo de la composición. Pudo empezarlo en tiempos de Simón, o también antes, y terminarlo en los días del reinado de Juan Hircano (16:23), cuyo texto se aduce para probar que la obra fue acabada después de la muerte de Juan Hircano (año 104 a.C.). A este texto se acogen muchos exegetas y críticos para señalar la fecha de la composición del libro: Oesterley la fija entre el 90-70; Abel Bentzen, Schürer, Kautzch, 100-90; Lods, 100-60; Grimm, 105-64. Pero se puede dudar de la autenticidad literaria de los dos últimos versículos del libro, que pueden ser una adición post scriptum del editor, del traductor o de cualquier otro. Más posibilidades caben para señalar el término ad quera. Los sucesores de Aristóbulo y Alejandro empañaron la gloria de sus antepasados. Si el autor hubiera sido testigo de su conducta, hubiera frenado sus entusiasmos por la dinastía asmonea. Una fecha tope es el año 63 a.C., en que Pompeyo el Grande profanó brutalmente el templo de Jerusalén, granjeándose con ello el odio de los judíos. Este hecho es incompatible con la simpatía que el autor siente por los romanos (8:1-32; 12:1; 14:40). En definitiva, la fecha de la composición del libro va desde el año 140 (Torrey, Oesterley) hasta el 63 antes de Cristo (Loos).
Fuentes.
En contra de las tentativas de J. von Destinon 7 y Lods 8, no puede ponerse en duda la homogeneidad del libro I de los Macabeos 9. A lo más, podríamos considerar como adición posterior los v.23-24 del c.16. En todas las páginas anteriores existe trabazón perfecta y una idea rectora, que procede de un mismo autor. Hasta qué punto cada uno de los hechos que se narran proceden de la información ocular o de un testimonio oral o escrito, es imposible determinarlo. Acaso haya en 9:22 una alusión a un texto que refería la historia de Judas Macabeo, que el autor tuvo entre manos.
A la información personal, oral o escrita, se añade la consulta de los archivos oficiales, de los cuales transcribió el autor algunos documentos que se insertan. Pudo copiarlos textualmente, traducirlos a veces del texto original (hebraico o latino), abreviarlos, simplificarlos, amplificarlos, con el empleo masivo de la retórica, resumirlos libremente o limitarse a extractar uno u otro punto para colocarlo en un contexto no del todo homogéneo. Del hecho de transcribir un documento no se infiere que el autor apruebe su contenido en todos sus pormenores. Los documentos que se intercalan en el texto son: 1) carta de los israelitas de Galaad (5:10-13); 2) carta de los romanos a Judas (8:1-32); 3) carta de Alejandro Balas a Jonatán (10:18-20); 4) carta de Demetrio I a Jonatán (10:25-45); 5) carta de Demetrio II a Jonatán (11:30-37); 6) carta de Antíoco VI a Jonatán (11:57); ?) carta de Jonatán a los de Esparta (12:6-18); 8) carta de Ario a Onías (12:20-23); 9) carta de Demetrio II a Simón (13:36-40); 10) carta de los espartanos a Simón (14:20-23); n) carta de Antíoco VI a Simón (15:2-9); 12) carta del cónsul Lucio a Tolomeo (15:16-21); 13) inscripción en honor de Simón (14:27-45).
Algunos críticos han impugnado su autenticidad, siendo Willrich 10 el que lleva en esto la voz cantante, coreado débilmente por algunos otros 11. Actualmente convienen todos en admitir la autenticidad de conjunto. No existe fundamento alguno para afirmar que el autor ha inventado los documentos o de que los haya falsificado intencionadamente. Ni de la misma carta de Ario a Onías (12:20-23) existen razones contra su autenticidad.
En el libro se encuentran algunas secciones poéticas que sugieren la idea de una colección de cantos populares compuestos con ocasión de la guerra santa (1:25-28; 1:37-40; 2:8-12; 3:3-9; 14:14-15). Otros autores atribuyen estas secciones al autor mismo, que las compuso con el intento de imitar los cánticos del Salterio y de las Lamentaciones.
Carácter histórico.
No se han puesto objeciones graves contra el valor histórico del libro considerado en su conjunto. Puede discutirse este o aquel detalle (1:6; 8:1-32); poner en tela de juicio la autenticidad plena de este o aquel documento (12:5-23), pero todos están acordes en admitir un fondo histórico firme y real. Aún más, por ser el autor contemporáneo de los sucesos que narra, se concede mucha importancia a algunos detalles históricos, a las noticias interesantes y concretas sobre topografía macabaica, al enfoque general de su historia y a las noticias sobre el carácter y temperamento de sus héroes. A ello, como hemos dicho, se añade el uso de documentos de primera mano.
Género literario.
No se puede juzgar la historia antigua según los cánones de la crítica histórica moderna. Nuestro autor es hijo de su tiempo, y de conformidad a los gustos de sus lectores escogió los modos de decir y narrar que emplea. Para él Israel es el centro hacia donde convergen todas las miradas del universo. Dos mundos se enfrentan en su libro: el paganismo y el judaismo. Aquél contaba con fuerzas militares formidables (3:38; 4:28; 15:13, etc.), en contraste con el diminuto ejército israelita. Sin embargo, a veces el número de soldados judíos se exagera notoriamente (4:34; 12:41) 12. El fenómeno es propio de la literatura patética, y, en general, de toda la historiografía antigua (Heródoto). Las cifras que llaman nuestra atención no creaban ninguna dificultad a los lectores inmediatos del libro. A menudo el autor no da a una determinada cifra un valor absoluto. En hebreo se emplea la palabra rebaba, muchedumbre, para expresar el número diez mil, que en plural o dual puede significar el doble.
Otra característica de la historiografía antigua son los discursos que se ponen en boca de los héroes y personajes que entran en escena. Es propio de la historia semítica antigua atribuir a los personajes aquellas ideas o reacciones de ánimo que brotan o se experimentan en determinadas circunstancias bajo los efectos de una impresión especial. Sistemáticamente se muestra parcial al ocultar los reveses de los judíos y poner de relieve las derrotas, defectos y designios malos de los enemigos de Israel. Pero, como señala certeramente Abel, su parcialidad no llega al extremo de convertir en victoria lo que fue humillante derrota (2 Mac 13:9-24, que parece contradecir a 1 Mac 6:28-63). En sus páginas hallan eco palabras y frases de la antigua literatura hebraica, que el autor conocía perfectamente y que asimiló. En fin, si los métodos históricos usados no se ajustan a los que utiliza la historiografía moderna, cabe, sin embargo, decir que no por ello desmerece el fondo histórico del libro.
Cronología.
La cronología y geografía, llamadas los ojos de la historia, ocupan un lugar de honor en nuestro libro. Multitud de fechas y datos concretos se encuentran en él. El autor utiliza el calendario seléucida y enumera los meses según la costumbre judía. Sabido es que la era seléucida empieza el año 312 con la conquista de Babilonia por Seleuco. Pero el cómputo difiere según que el año empiece en primavera o en otoño. En Siria y Occidente empezaba el año con el mes de Tishri (septiembre-octubre), es decir, el año 312. En Babilonia comenzaba el mes de Nisán (marzo-abril) del año 311. De ahí que, según los lugares, haya en el cómputo una diferencia de un año.
¿Qué cómputo siguen los libros de los Macabeos? Unos admiten el mismo cómputo en ambos libros (Kugler, Meyer, Lagrange, Grandclaudon) a partir del año 312; otros distinguen un cómputo a partir del año 312 para los asuntos profanos y del 311 para noticias de carácter religioso (Vaggar1). Gibert, Kolbe, Unger, Bickermann y Abel sostienen que, para el autor del libro I de los Macabeos, el primer año de los seléucidas empieza el 311; para el del segundo, el año 312. Ninguno de los dos cómputos puede resolver todas las dificultades cronológicas que surgen de la confrontación de las fechas de nuestros libros con otros documentos paganos. Nos atenemos al cómputo de Abel.
Doctrina religiosa.
En ninguna parte del libro se menciona de manera explícita el santo nombre de Dios, que es sistemáticamente sustituido por otras expresiones, tales como cielo (3:50-60; 4:10-40; 9:46; 12:15; 16:2). Esta ausencia de los nombres que se emplean en la literatura bíblica para designar a Dios se suple en las versiones. Este mismo fenómeno hemos encontrado en el libro de Ester. Pero tanto en éste como en el i de los Macabeos, aunque se excluya el nombre de Dios en sus páginas, su presencia se adivina en cada una de ellas. Era tal el respeto que se tenía por estos nombres venerables, que nadie se atrevía a pronunciarlos, reservándose su uso exclusivamente a los sacerdotes durante el ejercicio del culto. Toda la historia de los Macabeos es eminentemente religiosa, y la idea de Dios domina en todos los renglones del libro. Siente el autor gran simpatía y celo por la Ley y las antiguas instituciones (1:15; 3:21; 14:14), por el templo y la Ciudad Santa (1:21; 2:7; 4:38.59; 7:37.42; 9:54·)·Conoce maravillosamente los libros sagrados, a los cuales tiene gran devoción (3:48; 12:9) y cita diversas veces (2:52-60; 7:17). Las cosas indecisas y difíciles de resolver se reservan al juicio del profeta que ha de venir (4:46; 9:27; 14:41).
Canonicidad.
No sabemos si en algún tiempo formó parte del canon judío palestinense. Se encuentra en la versión de los LXX, que refleja el canon judío alejandrino. En la tradición cristiana influyó el recelo y la animosidad de los judíos contra él. Lo encontramos en los antiguos catálogos mommseniano y claramontano (s.III). El concilio Florentino (1442) lo incluyó en el canon de los libros sagrados. El concilio Tridentino confirmó la doctrina del Florentino y quitó toda distinción entre libros proto y deuterocanónicos.
Texto.
El texto original hebraico se ha perdido. La versión griega se ha conservado en los códices unciales: Sinaítico, Alejandrino y Véneto, y en muchos minúsculos. El texto más antiguo parece ser el de los códices Sinaítico y Véneto. De esta versión existe la edición crítica preparada por A. Rahlfs 13, que se basa en el Sin. y tiene en cuenta las antiguas traducciones latinas (De Bruyne). Otra versión crítica del texto griego se debe a Werner Kappler 14. La versión latina fue publicada por D. de Bruyne y Sodar 15. Según De Bruyne, la antigua traducción latina reproduce un texto anterior y mejor que el retransmitido por los antiguos unciales griegos.
1 Véase H. Willrich, Der historische Kern des III Makkabaerbuches: Hermes, 39 (1904) 244-258.
2 Véase A. Dupont-Sommer, Le quatriéme Uvre des Machabées (París 1939).
3 The Ñame Maccabee historically and philologically examined (Londres 1876).
4 A. A. Bevan, The Ongin of the Ñame Maccabee: The Journal of Theological Studies, 30 (1929) 190-193-
5 A. Schulte, Der hebraiche Titel des ersten Makkabaerbuches: Biblische Zeitschrift, 7 (1909) 254ss; J. Boehmer, Sarbeth Sarbanaiel: Theologische Studien und Kritiken, 73 (1903) 332-338.
6 Tria Aenigmata hebraica librorum Machabaeorum: Antonianum, 33 (1958) 267.
7 Die Quellen des Fl Josephus (Kiel 1882).
8 Histoire de la littérature hebraique et juive (París 1950). 780
9 E. W. Ettelson, The Integrity of I Maccabeos (New Haven 1925).
10 Urkundenfalschungen in der hellenistisch-jüdischen Literatur (Gottingen 1924).
11 Oesterley, Apocrypha (Oxford 1913); Introduction ßá the Qooks of the Apocrypna (Londres 1935); lods, l.c., etc.
12 Otros ejemplos en Knabenbauer, 17; Bévenot, 34-35.
13 Septuaginta (Stutgart 1935).
14 Septuaginta. Vetus Testamentum graecum auctoritate societatis litterarum Gottingensis editum vol.9 fasc.1: Maccabaeorum líber primus (Góttingen 1936).
15 Les anciennes traductions latines des Macchabées (Maredsous 1932).
I Macabeos 14,1-49;;
Demetrio en una cárcel persa (14:1-3).
1 El año ciento setenta y dos reunió el rey Demetrio sus tropas y se puso en marcha hacia la Media, en busca de recursos para hacer la guerra a Trifón. 2 Sabido por Arsaces, rey de Persia y de Media, que Demetrio había invadido su territorio, mandó a su encuentro a uno de sus generales con el encargo de cogerle vivo. 3 Partió éste y derrotó a Demetrio, haciéndole prisionero y llevándole a Arsaces, que le encarceló.
El autor sagrado menciona solamente uno de los motivos que tuvo Demetrio para ir a tierras de Oriente. La razón principal estaba en que los partos amenazaban seriamente la integridad del imperio en el límite oriental. Mitrídates I (171-138 a.C.), fundador del reino de los partos, había entrado triunfalmente en Seleucia, junto al Tigris, capital de la provincia de Babilonia, en los primeros días de julio de 141 antes de Cristo. Ante la crueldad de los partos, griegos, macedonios e indígenas, pidieron ayuda a Demetrio. Corrió éste a su demanda, y, con la ayuda de persas, elamitas y de gente de Babilonia, creyó haberlos sometido. Al año siguiente quiso Demetrio penetrar en la meseta persa, donde ganó muchos combates; pero cayó prisionero con ocasión de negociar la paz con Mitrídates 1. Fue después internado en Hircania. Mitrídates le rodeó de atenciones, prometiéndole restablecerle en el trono, y le asignó como esposa a su hija Radoguna. Arsaces era un nombre común a los reyes partos y significa rey 2.
Oda a Simón (14:4-15).
4 Y disfrutó de paz la tierra de Judá toda la vida de Simón, que procuró la prosperidad de su pueblo; a todos fue grato su gobierno, y gozó de fama todos los días de su vida, 5 Y añadió a esta gloria la toma de Jope para puerto, teniendo así entrada a las islas del mar. 6 Extendió los términos de su nación y mantuvo el dominio de su tierra. 7 Redimió muchos cautivos, se adueñó de Gazer y Betsur y de la ciudadela. Quitó de ella las impurezas y no hubo quien le resistiera. 8 Cultivaban en paz la tierra, y la tierra daba sus cosechas, y los árboles del campo sus frutos. 9 Los ancianos se sentaban en las plazas, todos hablaban de las prosperidades de la tierra, y los jóvenes vestían como traje de honor el traje de guerra. 10 Abasteció las ciudades y las puso en estado de defensa. Llegó la fama de su nombre hasta los extremos confines de la tierra. 11 Hizo reinar la paz en toda la tierra, y gozó Israel de gran bienestar. 12 Cada uno se sentaba bajo su parra y su higuera, y nada había que les causara temor. 13 Desapareció de la tierra el que les hacía la guerra, y en sus días fueron vencidos reyes. 14 Dio seguridad a los humildes de su pueblo, tuvo celo por la Ley y desterró a todos los impíos y malvados. 15 Restauró la gloria del santuario y aumentó los vasos sagrados.
Aunque su autor recurra a veces a hipérboles, sin embargo, todo el mundo reconocía que los tiempos actuales, en comparación de otros anteriores, marcaban una era de paz y de prosperidad. Simón dio a Israel un puerto de mar con la anexión definitiva de Jope (13:11); extendió las fronteras del reino (12:38); se adueñó de Gazer (13:43-47), de Betsur (11:65-66) y del Acra (13:49-51). La seguridad en las fronteras favoreció el desarrollo de la agricultura (2Ma_12:1), cultivando la tierra que manaba leche y miel (Lev_26:4; Deu_8:8; 1Sa_8:14). Los ancianos tomaban el sol o el fresco, según las estaciones, en las plazas públicas (Zac_8:4), comentando favorablemente los acontecimientos.
Renovación de la alianza con Roma y Esparta. (Zac_14:16-24)
16 Había llegado a Roma y Esparta la noticia de la muerte de Jonatán, de la que se dolieron mucho. 17 Pero al saber que Simón, su hermano, le había sucedido en el sumo sacerdocio y que mandaba en la tierra y en sus ciudades, 18 le escribieron la renovación de la amistad y la alianza antes hecha con Judas y Jonatán, sus hermanos, en placas de bronce, 19 que fueron leídas en Jerusalén en la asamblea del pueblo. He aquí la copia de las letras enviadas por los espartanos: 20 Los príncipes y la ciudad de Esparta, a Simón, sumo sacerdote, y a los ancianos, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo de los judíos, sus hermanos, salud. 21 Los mensajeros que habéis mandado a nuestro pueblo nos han dado noticias de vuestra gloria y honor, y de ello nos alegramos sobremanera. 22 Hemos registrado en las deliberaciones del pueblo lo siguiente: Numenio, hijo de Antíoco, y Antípatro, hijo de Jasón, legados de los judíos, han llegado a nosotros para renovar la antigua amistad. 23 El pueblo resolvió recibir honrosamente a los mensajeros y depositar una copia de su discurso entre los documentos públicos para que el pueblo espartano guarde memoria de ello. Y hemos enviado una copia de esto a Simón, sumo sacerdote. 24 Después de estos sucesos envió Simón a Numenio a Roma, para renovar la alianza con los romanos, mandando por él, como presente, un escudo de oro de mil minas de peso.
El autor sagrado, gran entusiasta de su héroe, emplea una frase vaga y estereotipada para señalar el pesar que romanos y espartanos sintieron por la muerte de Jonatán. No siendo las relaciones con estos pueblos de estrecha amistad, no dieron ellos demasiada importancia a la noticia triste que llegó de Palestina. Por el v.iy se desprende que fueron los romanos los que se adelantaron a renovar una alianza que hasta entonces había repercutido muy poco en la vida práctica de Palestina.
Un elogio grabado en bronce (Zac_14:25-45).
25 Cuando el pueblo oyó tales cosas, se dijeron: ¿Qué gracias podemos dar a Simón y a sus hijos? 26 Porque valerosamente han combatido contra los enemigos de Israel, tanto él como sus hermanos y toda su familia, y han afianzado nuestra libertad. Y grabaron en placa de bronce, que colgaron de columnas en el monte de Sión, 27la siguiente escritura: El día dieciocho del mes de Elul del año ciento setenta y dos, el año tercero del sumo sacerdote Simón, en Asaramel, 28 en la asamblea general de los sacerdotes y del pueblo, de los príncipes y ancianos de la nación, se hizo saber esto: En las muchas guerras que ha habido en nuestras tierras, 29 Simón, hijo de Matatías, de los hijos de Joarib, así como sus hermanos, se expusieron al peligro e hicieron frente a los adversarios de su nación por la conservación del santuario y de la Ley, y ganaron grande gloria para su pueblo. 30 Jonatán los congregó y fue sacerdote hasta que se reunió con sus padres. 3i Resolvieron entonces los enemigos invadir la tierra, devastarla y hacerse dueños del santuario; 32 pero se levantó Simón y salió a la defensa de su pueblo, y con grandes expensas suyas armó a los valientes de su nación y les pagó la soldada. 33 Fortificó las ciudades de Judea y a Betsur en sus confines, donde antes dominaban las armas de los enemigos. Puso allí guarnición judía, 34 fortificó a Jope, junto al mar, y a Gazer, en los confines de Azoto, en la que antes habitaban los enemigos, e instaló en ellas judíos y los proveyó de cuanto era necesario para su defensa. 35 Viendo el pueblo la conducta de Simón y la gloria que se proponía dar a su nación, le hicieron su caudillo y sumo sacerdote, en premio de haber realizado todas estas proezas y de la justicia y fidelidad que ha guardado a su pueblo, procurando por todos los medios el engrandecimiento de éste. 36 En sus días todo prosperó, y los gentiles fueron exterminados de la tierra, y en la misma Jerusalén los que ocupaban la ciudad de David, que habían convertido en ciudadela, de donde hacían salidas, profanando los alrededores del santuario, con gran perjuicio de su santidad. 37 Instaló allí judíos, la fortificó para seguridad de la tierra y de la ciudad, y dio mayor altura a las murallas de Jerusalén. 38 Por todo esto, el rey Demetrio le confirió el sumo sacerdocio, 39 y le inscribió en el número de sus amigos y le otorgó grandes honores, 40 pues supo que los judíos eran tenidos por los romanos como amigos, aliados y hermanos, y habían sido acogidos con honor los legados de Simón. 41 Los judíos y sacerdotes resolvieron instituir a Simón por príncipe y sumo sacerdote por siempre, mientras no aparezca un profeta digno de fe, 42 y por su caudillo que defienda el santuario, instituya inspectores de obras, gobernadores de la tierra, capitanes de las tropas y alcaides de las fortalezas; 43 que cuide de las cosas sagradas; que sea de todos obedecido; que se inscriban en su nombre todos los documentos públicos en la tierra; vista de púrpura y lleve la fíbula de oro. 44 A nadie será lícito, ya del pueblo, ya de los sacerdotes, traspasar ninguna de estas disposiciones ni contravenir a lo que por él fuere ordenado, o convocar en la tierra asamblea sin su consentimiento, ni vestir la púrpura ni llevar la fíbula de oro. 45 El que traspasare estas disposiciones o violare alguna de ellas, incurrirá en castigo.
En la placa se hace memoria de Matatías, hijo de Joarib (Zac_2:1); se mencionan las gestas de Jonatán (Zac_9:73; Zac_10:21; Zac_11:27), desaparecido hacía muy poco, que a su calidad de jefe (Zac_9:28-31) juntó la dignidad de sumo pontífice (Zac_10:20). Las gestas de Judas no se mencionan expresamente. La figura máxima del documento es Simón. Fortificó éste las ciudades de Judea (Zac_13:33; Zac_14:5-7); gano Para la nación las ciudades de Jope y Azoto. Demetrio le confirió la dignidad de sumo sacerdote, que el pueblo confirmó para él y su descendencia, condicionada, sin embargo, a la aparición de un profeta que emita sobre el particular el veredicto definitivo. Simón rubricará todos los documentos con su nombre (Zac_13:42). El monarca seléucida habíale concedido el uso del vestido de púrpura con hebilla de oro para sujetarlo. Toda esta perícopa está concebida por una mentalidad enteramente adicta a la causa de Simón y empeñada en probar la legitimidad de los títulos religiosos, civiles y militares que ostenta.
Toma de posesión (Zac_14:46-48).
46 Todo el pueblo aprobó conferir a Simón estos poderes y honores, y convino en que él obrase conforme a ellos. 47 Acepto Simón, agradecido, el sumo sacerdocio y ser caudillo y jefe de los judíos y de los sacerdotes, ejerciendo el mando supremo. 48 Mandaron que esto se escribiera en láminas de bronce y se pusiese en el atrio del templo en lugar visible, y que una copia de lo mismo se depositase en el tesoro del templo, a disposición de Simón y de sus hijos.
Todas las dignidades que se le confieren las ejercía ya Simón, pero le faltaba la consagración de estos derechos para él y para sus descendientes por parte de toda la asamblea de Israel. Simón aceptó gustoso los tres cargos (Zac_13:42; Zac_14:41-52; Zac_15:1-2). En el texto griego se le llama etnarca, porque, aunque ejerza los poderes de un rey, es, sin embargo, vasallo del rey de Siria.