I Macabeos 15 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 41 versitos |
1 Antíoco, hijo del rey Demetrio, envió desde las islas del mar cartas a Simón, sumo sacerdote y jefe de los judíos, y a toda la nación.
2 Era el contenido de las cartas del tenor siguiente: “El rey Antíoco a Simón, sumo sacerdote y jefe de la nación judía, salud.
3 Como quiera que hombres malvados se hayan apoderado del reino de nuestros padres, es mi voluntad recobrarlo y restablecerlo en su forma antigua, para lo cual he reunido un ejército numeroso y equipado de naves de guerra.
4 Me propongo desembarcar y perseguir a los que han arruinado el reino y asolado sus ciudades.
5 Te ratifico, pues, todas las exenciones que te han hecho los reyes mis predecesores y todas las mercedes que te han otorgado.
6 Te permito acuñar moneda propia para tu tierra.
7 Que Jerusalén y su santuario sean libres; que cuantas armas has fabricado y cuantas fortalezas has levantado y posees, queden en tu poder;"
8 que todas las deudas al tesoro real y cuanto en adelante hubiere de percibir el rey te sea por siempre condonado.
9 Y cuando nos hubiéremos apoderado del reino, os honraremos, a ti y a tu nación y al templo, tan magníficamente, que vuestra gloria se extenderá por toda la tierra.”
10 El año ciento setenta y cuatro, Antíoco se puso en marcha hacia su reino, y todas las tropas se declararon por él, de suerte que muy pocas fueron las que le quedaron a Trifón.
11 Perseguido por el rey Antíoco, vino huyendo hasta Dora del Mar.
12 Vio entonces cuántos males se le venían encima, pues las tropas le habían abandonado.
13 Acampó el rey Antíoco contra Dora, con ciento veinte mil hombres y ocho mil caballos.
14 Cercaron la ciudad por mar y por tierra, y la estrecharon, de suerte que nadie podía salir ni entrar en ella.
15 En esto llegó de Roma Numenio y los que con él habían ido, trayendo copia de cartas escritas a los reyes y a las naciones, del tenor siguiente:
16 “Lucio, cónsul de los romanos, a Tolomeo, salud.
17 Han venido a nosotros embajadores de los judíos, aliados y amigos nuestros, enviados por Simón, sumo sacerdote, y por la nación de los judíos, para renovar la antigua amistad y alianza,
18 y han sido portadores de un escudo de oro de mil minas de peso.
19 En virtud de esto nos ha parecido bien escribir a* reyes y naciones que no les causen ningún mal ni les hagan la guerra, ni a sus ciudades ni a su tierra, ni presten auxilio a quienes los combatan.
20 Nos pareció igualmente bien recibir de ellos el escudo.
21 Si, pues, hombres malhechores, huyendo de ellos, se refugiaran entre vosotros, entregadlos a Simón, sumo sacerdote, para que los castigue según la ley.”
22 En la misma forma escribieron al rey Demetrio, a Átalo, a Ariarates, a Arsaces
23 y a todas las naciones: a Sampsaco, a los espartanos, a Délos y a Mindo, a Sición, a Caria, a Samos, a Panfilia, a Licia, a Halicarnaso, a Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Cortina, a Gnido, a Chipre y a Cirene.
24 Y copia de estas cartas se la enviaron a Simón, sumo sacerdote.
25 El rey Antíoco acampó enfrente de Dora la Nueva, la estrechó y construyó máquinas de guerra, quedando Trifón cercado, sin poder entrar ni salir”
26 Simón envió en ayuda del rey dos mil hombres escogidos y plata y oro y mucho material de guerra.
27 No quiso él recibirlos, antes bien revocó cuanto había pactado antes y rompió con él.
28 Mandó a Atenobio, uno de sus amigos, para tratar con él y decirle: “Vosotros retenéis a Jope y a Gazer y la fortaleza de Jerusalén, ciudades de mi reino;"
29 habéis devastado sus territorios y causado grandes daños a la tierra, y os habéis adueñado de muchos lugares de mi reino.
30 Entregad, pues, luego las ciudades que habéis ocupado y los tributos de que os habéis apoderado fuera de los confines de la Judea;"
31 de no hacerlo, pagaréis por ello quinientos talentos de plata, y por los perjuicios causados y por los tributos de las ciudades percibidos, otros quinientos talentos; y si no, iré y os haremos la guerra.”
32 Llegado Atenobio, amigo del rey, a Jerusalén, vio la magnificencia de Simón, su vajilla de oro y plata y la numerosa servidumbre, y quedó maravillado. Oído el mensaje del rey,
33 respondió Simón: “No hemos tomado tierra ajena, ni de bienes ajenos nos hemos apoderado, sino de la heredad de nuestros padres, de la que sin justicia nuestros enemigos se habían adueñado.
34 Aprovechando la ocasión, hemos recobrado la heredad de nuestros padres.
35 Cuanto a Jope y a Gazer, que reclamáis, hacían a nuestro pueblo grandes males y asolaban la tierra; por ellas daremos cien talentos.” Atenobio no le respondió palabra,"
36 pero se volvió furioso al rey y le comunicó las palabras de Simón, su magnificencia y todo cuanto había visto. Airóse el rey con gran ira.
37 Entre tanto, Trifón, embarcado en una nave, huyó a Ortosiada.
38 El rey instituyó a Cendebeo general de la costa, poniendo en su mano fuerzas de infantería y caballería,
39 COn el encargo de acampar frente a Judea y edificar a Cedrón y fortificar sus puertas, a fin de hostigar al pueblo de Israel. El rey se fue en persecución de Trifón.
40 En cuanto Cendebeo llegó a Jamnia, comenzó a molestar al pueblo, invadiendo la Judea, haciendo cautivos y muertos. Edificó a Cedrón,
41 y en ella colocó caballería e infantería, para hacer incursiones por Judea, como se lo había ordenado el rey.

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Introducción a I Macabeos

Times New Roman CE;Times New Roman ;;;
Macabeos

Introducción.
En las épocas asmonea y herodiana vieron la luz pública cuatro libros que llevan el título que encabeza estas líneas. El primero y segundo forman parte integrante del canon cristiano, mientras que el tercero y el cuarto, que ya en tiempos de Eusebio y Orígenes llevaban el mismo título que ostentan hoy, han sido relegados entre los apócrifos. En el tercero se narran los designios de Tolomeo IV Filopator contra los judíos de Egipto. Libro escrito probablemente en Alejandría antes del año 70 antes de Jesucristo, se distingue por la pureza de su lengua y estilo y por un vocabulario rico y esmaltado de palabras raras 1. El IV libro de los Macabeos está escrito en forma de discurso, en el que se comenta ampliamente el martirio de Eleazar y de los siete hermanos Macabeos. En un tiempo formó parte de la Biblia cristiana 2.

Macabeos.
La palabra se encuentra en los manuscritos más antiguos. El título Makkabaion se lee en los códices Sinaítico y Alejandrino. En el primero aparece la forma antigua de Makkabaikón. Desde fines del siglo II y en el ni, los autores eclesiásticos griegos designaban los dos primeros libros con el título de t a makkabaika. Entre los escritores latinos suelen citarse: Líber primus, o líber secundus Maæeha-baeorum. Por vez primera este nombre se da a Judas (1 Mac 2:4-16; 2 Mac 8:5-16; 10:1-16), pasando luego, por extensión, a sus hermanos y sucesores.
No es fácil determinar qué significa este término. Descartada la interpretación cabalística y la que propuso S. I. Curtiss 3, recogemos las dos que hoy están más en boga. Unos (Perles, Grand-Claudon, etc.) derivan el vocablo del hebreo maqqebeth Que 4:21; Jer 10:4) o de la palabra aramaica maqqaba, con el significado de martillo, por haber machacado ellos duramente a los enemigos o por tener Judas la cabeza en forma de martillo. Zeitlin, Bevan, Abel y Penna creen que macabeo viene de la raíz naqab, que significa nombrar (Is 62:2) 4. Originariamente el libro I de los Macabeos llevaba el título hebraico Sarbeth-Sarbanaíel, cuya significación todavía no ha sido explicada satisfactoriamente 5. Recientemente A. Yadrijevic 6 cree que el título del libro I es Angustíae filiorum Dei; el del segundo, Angustiae templi.

I Macabeos.

Autor.
Se ignora su nombre. Por el libro puede colegirse que fue un judío de Palestina conocedor de la topografía del país, versadísimo en la lengua bíblica, admirador ferviente de la familia asmonea, desde el padre hasta el último miembro de la familia que el autor conoció. Por razón de la minuciosidad histórica de que hace gala, se cree que fue testigo ocular de la mayoría de los hechos que refiere y que siguió de cerca y con entusiasmo todos los esfuerzos de los Macabeos para el triunfo de la causa del judaismo ortodoxo. Nada se sabe de su condición; unos suponen que pertenecía a la casta sacerdotal, otros lo niegan. También los críticos andan divididos al querer adivinar su ideología. Para unos fue de ideas y tendencias saduceas (Üesterley, Geiger, Abel); para otros, un filofariseo. Lo cierto es que no oculta sus simpatías por la dinastía asmonea. Según él, nadie puede suplantarles en la dirección de la guerra.

Fecha de composición.
En esta cuestión procedemos también por conjeturas. Del autor hemos dicho que fue un ferviente admirador de la familia de los asmoneos; la meticulosidad de los hechos que narra revela que fue testigo ocular de los mismos. Ahora bien, pudo él recordar perfectamente los hechos que se desarrollaron en Palestina desde la muerte de Antíoco IV Epifanes (año 175 a.C.) hasta el reinado de Juan Hircano (135-104 a.C.). No es posible señalar el término a quo de la composición. Pudo empezarlo en tiempos de Simón, o también antes, y terminarlo en los días del reinado de Juan Hircano (16:23), cuyo texto se aduce para probar que la obra fue acabada después de la muerte de Juan Hircano (año 104 a.C.). A este texto se acogen muchos exegetas y críticos para señalar la fecha de la composición del libro: Oesterley la fija entre el 90-70; Abel Bentzen, Schürer, Kautzch, 100-90; Lods, 100-60; Grimm, 105-64. Pero se puede dudar de la autenticidad literaria de los dos últimos versículos del libro, que pueden ser una adición post scriptum del editor, del traductor o de cualquier otro. Más posibilidades caben para señalar el término ad quera. Los sucesores de Aristóbulo y Alejandro empañaron la gloria de sus antepasados. Si el autor hubiera sido testigo de su conducta, hubiera frenado sus entusiasmos por la dinastía asmonea. Una fecha tope es el año 63 a.C., en que Pompeyo el Grande profanó brutalmente el templo de Jerusalén, granjeándose con ello el odio de los judíos. Este hecho es incompatible con la simpatía que el autor siente por los romanos (8:1-32; 12:1; 14:40). En definitiva, la fecha de la composición del libro va desde el año 140 (Torrey, Oesterley) hasta el 63 antes de Cristo (Loos).

Fuentes.
En contra de las tentativas de J. von Destinon 7 y Lods 8, no puede ponerse en duda la homogeneidad del libro I de los Macabeos 9. A lo más, podríamos considerar como adición posterior los v.23-24 del c.16. En todas las páginas anteriores existe trabazón perfecta y una idea rectora, que procede de un mismo autor. Hasta qué punto cada uno de los hechos que se narran proceden de la información ocular o de un testimonio oral o escrito, es imposible determinarlo. Acaso haya en 9:22 una alusión a un texto que refería la historia de Judas Macabeo, que el autor tuvo entre manos.
A la información personal, oral o escrita, se añade la consulta de los archivos oficiales, de los cuales transcribió el autor algunos documentos que se insertan. Pudo copiarlos textualmente, traducirlos a veces del texto original (hebraico o latino), abreviarlos, simplificarlos, amplificarlos, con el empleo masivo de la retórica, resumirlos libremente o limitarse a extractar uno u otro punto para colocarlo en un contexto no del todo homogéneo. Del hecho de transcribir un documento no se infiere que el autor apruebe su contenido en todos sus pormenores. Los documentos que se intercalan en el texto son: 1) carta de los israelitas de Galaad (5:10-13); 2) carta de los romanos a Judas (8:1-32); 3) carta de Alejandro Balas a Jonatán (10:18-20); 4) carta de Demetrio I a Jonatán (10:25-45); 5) carta de Demetrio II a Jonatán (11:30-37); 6) carta de Antíoco VI a Jonatán (11:57); ?) carta de Jonatán a los de Esparta (12:6-18); 8) carta de Ario a Onías (12:20-23); 9) carta de Demetrio II a Simón (13:36-40); 10) carta de los espartanos a Simón (14:20-23); n) carta de Antíoco VI a Simón (15:2-9); 12) carta del cónsul Lucio a Tolomeo (15:16-21); 13) inscripción en honor de Simón (14:27-45).
Algunos críticos han impugnado su autenticidad, siendo Willrich 10 el que lleva en esto la voz cantante, coreado débilmente por algunos otros 11. Actualmente convienen todos en admitir la autenticidad de conjunto. No existe fundamento alguno para afirmar que el autor ha inventado los documentos o de que los haya falsificado intencionadamente. Ni de la misma carta de Ario a Onías (12:20-23) existen razones contra su autenticidad.
En el libro se encuentran algunas secciones poéticas que sugieren la idea de una colección de cantos populares compuestos con ocasión de la guerra santa (1:25-28; 1:37-40; 2:8-12; 3:3-9; 14:14-15). Otros autores atribuyen estas secciones al autor mismo, que las compuso con el intento de imitar los cánticos del Salterio y de las Lamentaciones.

Carácter histórico.
No se han puesto objeciones graves contra el valor histórico del libro considerado en su conjunto. Puede discutirse este o aquel detalle (1:6; 8:1-32); poner en tela de juicio la autenticidad plena de este o aquel documento (12:5-23), pero todos están acordes en admitir un fondo histórico firme y real. Aún más, por ser el autor contemporáneo de los sucesos que narra, se concede mucha importancia a algunos detalles históricos, a las noticias interesantes y concretas sobre topografía macabaica, al enfoque general de su historia y a las noticias sobre el carácter y temperamento de sus héroes. A ello, como hemos dicho, se añade el uso de documentos de primera mano.

Género literario.
No se puede juzgar la historia antigua según los cánones de la crítica histórica moderna. Nuestro autor es hijo de su tiempo, y de conformidad a los gustos de sus lectores escogió los modos de decir y narrar que emplea. Para él Israel es el centro hacia donde convergen todas las miradas del universo. Dos mundos se enfrentan en su libro: el paganismo y el judaismo. Aquél contaba con fuerzas militares formidables (3:38; 4:28; 15:13, etc.), en contraste con el diminuto ejército israelita. Sin embargo, a veces el número de soldados judíos se exagera notoriamente (4:34; 12:41) 12. El fenómeno es propio de la literatura patética, y, en general, de toda la historiografía antigua (Heródoto). Las cifras que llaman nuestra atención no creaban ninguna dificultad a los lectores inmediatos del libro. A menudo el autor no da a una determinada cifra un valor absoluto. En hebreo se emplea la palabra rebaba, muchedumbre, para expresar el número diez mil, que en plural o dual puede significar el doble.
Otra característica de la historiografía antigua son los discursos que se ponen en boca de los héroes y personajes que entran en escena. Es propio de la historia semítica antigua atribuir a los personajes aquellas ideas o reacciones de ánimo que brotan o se experimentan en determinadas circunstancias bajo los efectos de una impresión especial. Sistemáticamente se muestra parcial al ocultar los reveses de los judíos y poner de relieve las derrotas, defectos y designios malos de los enemigos de Israel. Pero, como señala certeramente Abel, su parcialidad no llega al extremo de convertir en victoria lo que fue humillante derrota (2 Mac 13:9-24, que parece contradecir a 1 Mac 6:28-63). En sus páginas hallan eco palabras y frases de la antigua literatura hebraica, que el autor conocía perfectamente y que asimiló. En fin, si los métodos históricos usados no se ajustan a los que utiliza la historiografía moderna, cabe, sin embargo, decir que no por ello desmerece el fondo histórico del libro.

Cronología.
La cronología y geografía, llamadas los ojos de la historia, ocupan un lugar de honor en nuestro libro. Multitud de fechas y datos concretos se encuentran en él. El autor utiliza el calendario seléucida y enumera los meses según la costumbre judía. Sabido es que la era seléucida empieza el año 312 con la conquista de Babilonia por Seleuco. Pero el cómputo difiere según que el año empiece en primavera o en otoño. En Siria y Occidente empezaba el año con el mes de Tishri (septiembre-octubre), es decir, el año 312. En Babilonia comenzaba el mes de Nisán (marzo-abril) del año 311. De ahí que, según los lugares, haya en el cómputo una diferencia de un año.
¿Qué cómputo siguen los libros de los Macabeos? Unos admiten el mismo cómputo en ambos libros (Kugler, Meyer, Lagrange, Grandclaudon) a partir del año 312; otros distinguen un cómputo a partir del año 312 para los asuntos profanos y del 311 para noticias de carácter religioso (Vaggar1). Gibert, Kolbe, Unger, Bickermann y Abel sostienen que, para el autor del libro I de los Macabeos, el primer año de los seléucidas empieza el 311; para el del segundo, el año 312. Ninguno de los dos cómputos puede resolver todas las dificultades cronológicas que surgen de la confrontación de las fechas de nuestros libros con otros documentos paganos. Nos atenemos al cómputo de Abel.

Doctrina religiosa.
En ninguna parte del libro se menciona de manera explícita el santo nombre de Dios, que es sistemáticamente sustituido por otras expresiones, tales como cielo (3:50-60; 4:10-40; 9:46; 12:15; 16:2). Esta ausencia de los nombres que se emplean en la literatura bíblica para designar a Dios se suple en las versiones. Este mismo fenómeno hemos encontrado en el libro de Ester. Pero tanto en éste como en el i de los Macabeos, aunque se excluya el nombre de Dios en sus páginas, su presencia se adivina en cada una de ellas. Era tal el respeto que se tenía por estos nombres venerables, que nadie se atrevía a pronunciarlos, reservándose su uso exclusivamente a los sacerdotes durante el ejercicio del culto. Toda la historia de los Macabeos es eminentemente religiosa, y la idea de Dios domina en todos los renglones del libro. Siente el autor gran simpatía y celo por la Ley y las antiguas instituciones (1:15; 3:21; 14:14), por el templo y la Ciudad Santa (1:21; 2:7; 4:38.59; 7:37.42; 9:54·)·Conoce maravillosamente los libros sagrados, a los cuales tiene gran devoción (3:48; 12:9) y cita diversas veces (2:52-60; 7:17). Las cosas indecisas y difíciles de resolver se reservan al juicio del profeta que ha de venir (4:46; 9:27; 14:41).

Canonicidad.
No sabemos si en algún tiempo formó parte del canon judío palestinense. Se encuentra en la versión de los LXX, que refleja el canon judío alejandrino. En la tradición cristiana influyó el recelo y la animosidad de los judíos contra él. Lo encontramos en los antiguos catálogos mommseniano y claramontano (s.III). El concilio Florentino (1442) lo incluyó en el canon de los libros sagrados. El concilio Tridentino confirmó la doctrina del Florentino y quitó toda distinción entre libros proto y deuterocanónicos.

Texto.
El texto original hebraico se ha perdido. La versión griega se ha conservado en los códices unciales: Sinaítico, Alejandrino y Véneto, y en muchos minúsculos. El texto más antiguo parece ser el de los códices Sinaítico y Véneto. De esta versión existe la edición crítica preparada por A. Rahlfs 13, que se basa en el Sin. y tiene en cuenta las antiguas traducciones latinas (De Bruyne). Otra versión crítica del texto griego se debe a Werner Kappler 14. La versión latina fue publicada por D. de Bruyne y Sodar 15. Según De Bruyne, la antigua traducción latina reproduce un texto anterior y mejor que el retransmitido por los antiguos unciales griegos.

1 Véase H. Willrich, Der historische Kern des III Makkabaerbuches: Hermes, 39 (1904) 244-258.
2 Véase A. Dupont-Sommer, Le quatriéme Uvre des Machabées (París 1939).
3 The Ñame Maccabee historically and philologically examined (Londres 1876).
4 A. A. Bevan, The Ongin of the Ñame Maccabee: The Journal of Theological Studies, 30 (1929) 190-193-
5 A. Schulte, Der hebraiche Titel des ersten Makkabaerbuches: Biblische Zeitschrift, 7 (1909) 254ss; J. Boehmer, Sarbeth Sarbanaiel: Theologische Studien und Kritiken, 73 (1903) 332-338.
6 Tria Aenigmata hebraica librorum Machabaeorum: Antonianum, 33 (1958) 267.
7 Die Quellen des Fl Josephus (Kiel 1882).
8 Histoire de la littérature hebraique et juive (París 1950). 780
9 E. W. Ettelson, The Integrity of I Maccabeos (New Haven 1925).
10 Urkundenfalschungen in der hellenistisch-jüdischen Literatur (Gottingen 1924).
11 Oesterley, Apocrypha (Oxford 1913); Introduction ßá the Qooks of the Apocrypna (Londres 1935); lods, l.c., etc.
12 Otros ejemplos en Knabenbauer, 17; Bévenot, 34-35.
13 Septuaginta (Stutgart 1935).
14 Septuaginta. Vetus Testamentum graecum auctoritate societatis litterarum Gottingensis editum vol.9 fasc.1: Maccabaeorum líber primus (Góttingen 1936).
15 Les anciennes traductions latines des Macchabées (Maredsous 1932).


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Macabeos 15,1-41;;

Antíoco VIl pacta con Simón (15:1-9).
1 Antíoco, hijo del rey Demetrio, envió desde las islas del mar cartas a Simón, sumo sacerdote y jefe de los judíos, y a toda la nación. 2 Era el contenido de las cartas del tenor siguiente: El rey Antíoco a Simón, sumo sacerdote y jefe de la nación judía, salud. 3 Como quiera que hombres malvados se hayan apoderado del reino de nuestros padres, es mi voluntad recobrarlo y restablecerlo en su forma antigua, para lo cual he reunido un ejército numeroso y equipado de naves de guerra. 4 Me propongo desembarcar y perseguir a los que han arruinado el reino y asolado sus ciudades. 5 Te ratifico, pues, todas las exenciones que te han hecho los reyes mis predecesores y todas las mercedes que te han otorgado. 6 Te permito acuñar moneda propia para tu tierra. 7 Que Jerusalén y su santuario sean libres; que cuantas armas has fabricado y cuantas fortalezas has levantado y posees, queden en tu poder; 8 que todas las deudas al tesoro real y cuanto en adelante hubiere de percibir el rey te sea por siempre condonado. 9 Y cuando nos hubiéremos apoderado del reino, os honraremos, a ti y a tu nación y al templo, tan magníficamente, que vuestra gloria se extenderá por toda la tierra.

La situación política de Siria favorecía la casi total independencia de Israel. Vimos que Demetrio II fue hecho prisionero por Arsaces (14:3). La noticia llegó a oídos de su hermano menor e hijo de Demetrio I, Antíoco, que se encontraba en la isla de Rodas. Inmediatamente concibió éste la idea de conservar a su hermano en el trono y sucederle, en caso de que lo primero no fuera posible. Reunió mucha tropa, escribió aquí y allá en busca de aliados para derrocar al intruso Trifón. Desembarcó Antíoco en Asia Menor, siendo proclamado rey en Sides, lo que le valió el sobrenombre de Sidetes. En sus monedas se complace él en llamarse Evergetes, bienhechor, en tanto que Flavio Josefo le conoce por el título de Ensebes, piadoso. Con el fin de juntar otros títulos para ocupar el trono de Siria, aceptó la mano de su cuñada Cleopatra, refugiada en Seleucia, que había sido, sucesivamente, esposa de Alejandro Bala y de Demetrio II, todavía en vida cuando se celebró la boda ! Como vimos, Demetrio II en el destierro tomó por esposa a Radoguna. Entre los posibles aliados de sus planes contaba Antíoco en primer lugar con el pueblo judío, que tanto odio profesaba a su rival Trifón. En la carta que hemos reproducido se le reconocen a Simón los títulos de sumo sacerdote y de etnarca. Concediósele el poder acuñar moneda propia, a lo que se había anticipado Simón. Las pocas monedas conservadas llevan la inscripción Ligullath Sion, la redención de Sión, con figuras de palmeras entre dos cestas.

Antíoco en el continente (15:10-14).
10 El año ciento setenta y cuatro, Antíoco se puso en marcha hacia su reino, y todas las tropas se declararon por él, de suerte que muy pocas fueron las que le quedaron a Trifón. 11 Perseguido por el rey Antíoco, vino huyendo hasta Dora del Mar. 12 Vio entonces cuántos males se le venían encima, pues las tropas le habían abandonado. 13 Acampó el rey Antíoco contra Dora, con ciento veinte mil hombres y ocho mil caballos. 14 Cercaron la ciudad por mar y por tierra, y la estrecharon, de suerte que nadie podía salir ni entrar en ella.

Cleopatra Tea llamó a Antíoco Sidetes para que desembarcara en Seleucia y la pusiera al abrigo de las amenazas de Trifón. El año 174, el 138 antes de Cristo, efectuóse el desembarco. A esta noticia siguió la deserción de muchos soldados del perverso Trifón, que se pasaron al ejército de Antíoco. La guerra entre los dos rivales se enconó. Perseguido por Antíoco, Trifón rehuía el combate marchando en dirección al sur del imperio. Pero aquí le esperaba Simón con su ejército, dispuesto a interceptarle el paso. Cercado entre dos fuegos, se refugió en Dora del Mar (Jos_11:1), a nueve kilómetros al norte de Cesárea y a igual distancia del promontorio del Carmelo, al norte. Por tierra y por mar, la ciudad quedó cercada. ¿Cuál fue su suerte? El autor deja la respuesta para después.

Un mensaje de Roma (Jos_15:15-21).
15 En esto llegó de Roma Numenio y los que con él habían ido, trayendo copia de cartas escritas a los reyes y a las naciones, del tenor siguiente: 16 Lucio, cónsul de los romanos, a Tolomeo, salud. 17 Han venido a nosotros embajadores de los judíos, aliados y amigos nuestros, enviados por Simón, sumo sacerdote, y por la nación de los judíos, para renovar la antigua amistad y alianza, 18 y han sido portadores de un escudo de oro de mil minas de peso. 19 En virtud de esto nos ha parecido bien escribir a* reyes y naciones que no les causen ningún mal ni les hagan la guerra, ni a sus ciudades ni a su tierra, ni presten auxilio a quienes los combatan. 20 Nos pareció igualmente bien recibir de ellos el escudo. 21 Si, pues, hombres malhechores, huyendo de ellos, se refugiaran entre vosotros, entregadlos a Simón, sumo sacerdote, para que los castigue según la ley.

Una carta de recomendación de Roma era un buen antídoto contra la tentación que podía asaltar a Antíoco de mover su ejercito contra Simón una vez derrotado Trifón. El firmante del mensaje es Lucio, que se ha identificado con Lucio Furio Filón, Lucio Cecilio Metello y Lucio Calpurnio Pisón. Por los datos cronológicos contenidos en 14:1; 24; 27; 15:10, parece que debe identificarse con el tercero, Lucio Calpurnio Pisón (Abel, Bébenot, Knabenbauer, Vaccari), que fue cónsul con Popilio Lenas el año 615 de la fundación de Roma, correspondiente al 173 de la era seléucida.
Del contenido de la carta, muy favorable a los judíos, se deduce que Simón había pedido a los romanos el derecho de poder reclamar a los malhechores refugiados en el extranjero. Los romanos acceden a la petición, pero no señalan concretamente las medidas que debían tomarse para que se cumpliera la orden. Un derecho análogo otorgaron los romanos a Herodes 2.

Otros mensajes (15:22-24).
22 En la misma forma escribieron al rey Demetrio, a Átalo, a Ariarates, a Arsaces 23 y a todas las naciones: a Sampsaco, a los espartanos, a Délos y a Mindo, a Sición, a Caria, a Samos, a Panfilia, a Licia, a Halicarnaso, a Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Cortina, a Gnido, a Chipre y a Cirene. 24 Y copia de estas cartas se la enviaron a Simón, sumo sacerdote.

Entre los destinatarios figura Demetrio II, del cual ignoraban todavía los romanos su encarcelamiento en Persia. Átalo II, de Pérgamo (159-138), hijo de Eumenio, era prácticamente un vasallo de Roma. Ariarates V, rey de Capadocia (162-131), conocido también con el nombre de Mitrídates V Filopator 3, fue educado en Roma y seguía en buenas relaciones con los romanos 4. Arsaces era rey de los partos (14:2). Las islas del Egeo, Délos, Cos, Samos, Rodas, Chipre y Creta se encontraban más o menos bajo control romano. Se mencionan las ciudades costeras del Asia Menor en la Caria: Mindo, Halicarnaso y Gnido. En la costa sur del Asia Menor se hallaba la Licia, con la ciudad de Fasélida; la Panfilia, con Side; Siro fenicia y la villa de Arados. Cirene está en la costa septentrional de África. En su enumeración no se sigue el orden geográfico.

Capitulación de Dora (15:25-27).
25 El rey Antíoco acampó enfrente de Dora la Nueva, la estrechó y construyó máquinas de guerra, quedando Trifón cercado, sin poder entrar ni salir 26 Simón envió en ayuda del rey dos mil hombres escogidos y plata y oro y mucho material de guerra. 27 No quiso él recibirlos, antes bien revocó cuanto había pactado antes y rompió con él.

Vuelve el autor a ocuparse del cerco de Dora. En el hebraico se leía la expresión en te dentera, que se ha traducido en griego por en el segundo día (Vaccari), o segunda vez, como si Antíoco hubiera abandonado el cerco y lo reanudara. Abel supone que la expresión Dora la Nueva se refiere a un suburbio de la ciudad.

Antíoco recrimina a los Macabeos (15:28-31).
28 Mandó a Atenobio, uno de sus amigos, para tratar con él y decirle: Vosotros retenéis a Jope y a Gazer y la fortaleza de Jerusalén, ciudades de mi reino; 29 habéis devastado sus territorios y causado grandes daños a la tierra, y os habéis adueñado de muchos lugares de mi reino. 30 Entregad, pues, luego las ciudades que habéis ocupado y los tributos de que os habéis apoderado fuera de los confines de la Judea; 31 de no hacerlo, pagaréis por ello quinientos talentos de plata, y por los perjuicios causados y por los tributos de las ciudades percibidos, otros quinientos talentos; y si no, iré y os haremos la guerra.

Atenobio es enviado a Simón para exigirle cuentas. Los judíos, que habían celebrado solemnemente su independencia, se ven forzados a reconocer que Israel era todavía un país sometido a Siria, con gran autonomía en los momentos en que su amistad favorecía los intereses de Siria.

Se reanudan las hostilidades (15:32-41).
32 Llegado Atenobio, amigo del rey, a Jerusalén, vio la magnificencia de Simón, su vajilla de oro y plata y la numerosa servidumbre, y quedó maravillado. Oído el mensaje del rey, 33 respondió Simón: No hemos tomado tierra ajena, ni de bienes ajenos nos hemos apoderado, sino de la heredad de nuestros padres, de la que sin justicia nuestros enemigos se habían adueñado. 34 Aprovechando la ocasión, hemos recobrado la heredad de nuestros padres. 35 Cuanto a Jope y a Gazer, que reclamáis, hacían a nuestro pueblo grandes males y asolaban la tierra; por ellas daremos cien talentos. Atenobio no le respondió palabra, 36 pero se volvió furioso al rey y le comunicó las palabras de Simón, su magnificencia y todo cuanto había visto. Airóse el rey con gran ira. 37 Entre tanto, Trifón, embarcado en una nave, huyó a Ortosiada. 38 El rey instituyó a Cendebeo general de la costa, poniendo en su mano fuerzas de infantería y caballería, 39 COn el encargo de acampar frente a Judea y edificar a Cedrón y fortificar sus puertas, a fin de hostigar al pueblo de Israel. El rey se fue en persecución de Trifón. 40 En cuanto Cendebeo llegó a Jamnia, comenzó a molestar al pueblo, invadiendo la Judea, haciendo cautivos y muertos. Edificó a Cedrón, 41 y en ella colocó caballería e infantería, para hacer incursiones por Judea, como se lo había ordenado el rey.

Atenobio no estaba familiarizado con los suntuosos palacios de los reyes y con los muebles y vajillas que en ellos se usan. No esperaba Antíoco la respuesta arrogante y autoritativa de Simón. Su deseo hubiera sido ir él en persona a Jerusalén al frente de un ejército y dar el golpe definitivo, pero estaba empeñado en perseguir a Trifon, que por mar había huido de Dora y se había refugiado en Ortosiada, al norte de Trípolis. Alcanzado por el rey Antíoco, se le invitó a que se suicidara 5. Cendebeo fue nombrado generalísimo (epistrategós) de las tropas de la costa, con lo cual pasaba a depender de él el propio Simón, que en otro tiempo fue jefe del mismo sector (11:59).