I Samuel 3 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 21 versitos |
1 El joven Samuel ministraba a Yahvé en presencia de Helí. Era por entonces rara la palabra de Yahvé y no era frecuente la visión.
2 Un día, estando acostado en su lugar Helí, cuyos ojos se habían oscurecido y no podían ver, cuando todavía no se había apagado la lámpara de Dios en el santuario,
3 Samuel, que dormía en el santuario de Yahvé, donde estaba el arca de Dios,
4 oyó la voz de Yahvé, que le llamaba: “¡Samuel!”; él contestó: “Heme aquí”;"
5 y corrió a Helí y le dijo: “Aquí estoy; me has llamado.” Helí contestó: “No te he llamado, vuelve a acostarte.” Y fue a acostarse."
6 Yahvé llamó otra vez a Samuel; y éste se levantó, y, yendo adonde estaba Helí, le dijo: “Heme aquí, pues me has llamado.” Helí repuso: “No te he llamado, hijo mío; vuélvete y acuéstate.”
7 Samuel no conocía todavía a Yahvé, pues todavía no se le había revelado la palabra de Yahvé.
8 Yahvé volvió a llamar a Samuel por tercera vez, y éste se levantó y fue a Helí y le dijo: “Heme aquí, pues que me has llamado.”
9 Comprendió entonces Helí que era Yahvé quien llamaba al joven, y le dijo: “Anda, acuéstate, y si vuelven a llamarte, di: Habla, Yahvé, que tu siervo escucha.” Samuel se fue y se acostó en su lugar.
10 Vino Yahvé, se paró y llamó como las otras veces: “¡Samuel, Samuel!” Samuel contestó: “Habla, que tu siervo escucha.”
11 Y dijo Yahvé a Samuel: “Voy a hacer en Israel una cosa que a cuantos la oigan les retiñirán ambos oídos.
12 Entonces cumpliré cuanto a Helí le he dicho, todo lo que de su casa le he dicho; comenzaré y acabaré."
13 Yo le he dicho que iba a castigar a su casa para siempre por el crimen que él sabía que sus hijos maldecían a Dios, y él no los corrigió.
14 Por eso he jurado a la casa de Helí que su crimen no será expiado ni con sacrificios ni con oblaciones.”
15 Samuel siguió acostado hasta la mañana, y después abrió las puertas de la casa de Yahvé. No se atrevía a contar a Helí su visión;"
16 pero éste llamó a Samuel, diciendo: “Samuel, hijo mío”; y éste contestó: “Heme aquí.”
17 Helí le preguntó: “¿Qué es lo que te ha dicho Yahvé? Te ruego que no me ocultes nada. Que Yahvé te castigue si me ocultas algo de cuanto te ha dicho.”
18 Samuel se lo contó todo, sin ocultarle nada; y Helí dijo: “El es Yahvé; haga lo que parezca bien a sus ojos.”
19 Samuel llegó a ser grande, y Yahvé estaba con él y no dejó que cayera por tierra nada de cuanto él decía.
20 Todo Israel, desde Dan hasta Berseba, reconoció que era Samuel un verdadero profeta de Yahvé.
21 Yahvé siguió apareciéndosele en Silo. Helí estaba ya muy viejo, y los hijos de éste seguían por el mismo camino, pésimo ante Yahvé.

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Introducción a I Samuel

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Samuel.

Introducción.
En las Biblias hebraicas modernas, los dos libros de Samuel (a y b) siguen al de los Jueces. En un principio formaban ambos un solo libro, como lo demuestra la nota masorética final y la que figura en 1 Sam 28:23, con la advertencia de que dicho pasaje está en la mitad del libro. Su división en dos se generalizó a partir de la edición de Daniel Bomberg (Venecia 1517). De la unidad primitiva dan testimonio Orígenes (PG 20,581), San Jerónimo (PL 28, 598) y otros. En la versión de los LXX, los libros son llamados Primero y Segundo de los Reinos, cuya calificación final rechaza San Jerónimo, diciendo: Non enim multarum gentium regna de-scribit, sed unius israelitici populi (Lc., 599). El santo Doctor prefiere que se diga libro de los Reyes, no de los Reinos. Los LXX escribieron los libros de Samuel en dos rollos, aproximadamente de la misma extensión, uniéndolos a los de los Reyes, con el título genérico de Primero y Segundo de los Reyes. La Vulgata siguió la clasificación de los LXX, distinguiendo cuatro libros de los Reyes. De ahí que el I y el II de Samuel del texto hebraico corresponden al I y II de los Reyes en los LXX y Vulgata. El concilio Tridentino adoptó la división jeronimiana, que siguen todavía algunos autores. En las páginas que siguen distinguimos entre I y II de Samuel y I y II de los Reyes. Llámanse libros de Samuel por la antigua creencia (Baba Bathra 15a) de que los escribió el profeta Samuel, cuya obra completaron los profetas Gad y Natán, o por el lugar preeminente que ocupa Samuel en la institución monárquica de Israel.

Texto.
Los dos libros fueron escritos originariamente en hebreo, cuyo texto ha llegado defectuosamente hasta nosotros. Las narraciones paralelas con el libro de las Crónicas, a partir de 1 Sam c.31, y la confrontación del texto de 2 Sam c.22 con el Sal 18 ponen en evidencia que el texto no ha sido corrompido sustancialmente 1.

Versión Griega.
El texto griego de Samuel se ha conservado en los códices Vaticano (B) y Alejandrino (A), corregido este último conforme al texto original hebraico. Luciano revisó el texto, cuyo trabajo publicó Lagarde en 1883. En el presente estado de cosas, la confrontación del texto hebraico con el griego es necesaria para llegar, en lo posible a restablecer el texto primitivo. A veces la versión de Luciano permite la reconstrucción de un texto hebraico mejor que el maso-rético. ¿Cuál de los dos textos, hebraico o griego, ha de preferirse? No existe unanimidad entre los autores. Ñ. Á. Ç. de Boer2 concede poco valor al texto griego para reconstruir el texto hebraico primitivo. Peters sostiene la tesis opuesta 3. En la cueva cuarta de Qumrán (49 Sama) se han encontrado restos de todo el libro de Samuel en estado bastante perfecto de conservación. Su texto está estrechamente emparentado con la recensión atestiguada por los LXX. Otro manuscrito de Samuel (495amb) representa un texto similar al de los LXX. Su texto se remonta probablemente a últimos del siglo III a.C.4 Lo más prudente es estudiar en cada caso el texto y ver y discernir qué lección se acerca más al original 1 hebraico.

Vulgata.
Los libros de Samuel fueron de los primeros que San Jerónimo tradujo del hebreo. Tiene algunas lecciones propias (1 Sam 15:4; 17:18; 30:20; 2 Sam 2:6, etc.), que deben tenerse en cuenta para la crítica textual. El texto consonantico y la escritura defectuosa del manuscrito hebraico empleado hicieron que no siempre lograra San Jerónimo una traducción feliz.

Contenido
En el contenido de los libros de Samuel caben distinguir cuatro secciones o partes. En la primera (c.1-v) se fija la atención en la figura de Samuel.
Dos personajes resaltan en la segunda sección (c.8-1s): Samuel y Saúl. El primero había envejecido, y sus hijos no seguían los caminos del padre, por lo que Israel pidió a Samuel un rey para que nos juzgue, como todos los pueblos (8:5). El profeta se resiste en un principio; pero, ante la indicación de Yahvé, accedió a sus deseos (c.8). A causa de su desobediencia, Saúl es rechazado por Dios (c.15). De Saúl y David se ocupan los capítulos 16-31 del libro I de Samuel. Saúl y su hijo mueren sobre los montes de Gelboé en guerra con los filisteos (31:1-13). David les dedica un canto fúnebre (2 Sam 1:1-27). De David se interesa exclusivamente la sección cuarta (2 Sam 2:1-20:35). Al final del libro van unos apéndices (c.21-24). Se refiere la muerte de los descendientes de Saúl en Gabaón (21:1-14); las hazañas de algunos valientes de David (21:15-22). Sigue un cántico de acción de gracias (22:1-51) y el oráculo de David (23:1-7). Se enumeran los laureados del rey (23:8-39). Acaba 1 libro con la noticia sobre el censo del pueblo, que Dios castigó con tres días de peste (24:1-16). David alza un altar en la era de Areuna el jebuseo (24:17-25).

Composición Literaria.
Una lectura superficial del libro o libros de Samuel no revela las anomalías de composición que ofrece. Fijando la atención, se observa entre unos textos y otros algunas divergencias notables (1 Sam 16:14-23 y 17:55-58). Unos son favorables a la monarquía (1 Sam 0:9; 10:1-16; c.11) y otros contrarios (1 Samc.8; 10:17-24; c.12). Los primeros representan la tradición de Guilgal o Caígala, y los segundos la de Masfa. Las narraciones dobles son varias: dos veces entra David en palacio (1 Sam 16:14-23 y 1 Sam 17:1-18); dos veces huye de la corte (1 Sam 19:12 y 21:1); dos veces le intenta matar Saúl (1 Sam 18:10-11 y 19:9-11); dos veces interviene Jonatán en favor de David (19:1-17 y 20:8-10; 18-39); dos veces es traicionado David por aquellos a quienes protege (1 Sam 23:1-13 y 23:19-28); dos veces se dice que Dios reprobó a Saúl (1 Sam 13:8-15 y 1 Sam 15:10-26). Algunas frases no están en armonía con el resto del libro. Por ejemplo, en 1 Sam 7:13 se afirma que los filisteos no volvieron más contra la tierra de Israel, lo que difícilmente se ajusta con 9:16; c.13-14; 30-31. Según 1 Sam 15:35, no volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su muerte, pero se encuentran en 19:22-24. Otros ejemplos podrían aducirse.

Fuentes.
Conforme a la costumbre antigua oriental, los autores semitas utilizaban diversos documentos o aducían diversas tradiciones anteriores sin mencionarlas explícitamente. Una sola vez cita el autor el libro de Jaser (2 Sam 1:18), citado también por el autor de Jos 10:12, de donde copió el autor el canto fúnebre que pronunció David en honor de Saúl y Jonatán. En el libro, pues, se plantea el problema de las citas implícitas.
El autor sagrado ha manejado en su composición un amplio material, escrito y oral, a veces heterogéneo, llevado por el ideal de poner de relieve más bien los caminos que siguió Dios para llevar a término sus designios que de avalar siempre con su autoridad cada uno de los pormenores que aparecían en las fuentes que utilizaba.
La existencia de los diversos materiales utilizados aparece del estudio desapasionado de las siguientes secciones: 1) Crónica de la sucesión (2 Sann c.9-20), de la que dice E. de Meyer que es una historia verdadera 9; 2) Historia de Samuel (1 Sam c.1-1); 3) Orígenes de la realeza (1 Sam c.8-15); 4) Noticiario sobre Saúl (1 Sam 13:16-14:46); 5) David en la corte de Saúl (1 Sam 16:14-17:58); 6) Luchas entre Saúl y David (1 Sam 18:1; 31:25); 7) David rey (2 Sam 1:1; 8:18) 10.
La honradez del autor, su misma conducta de airear los diversos textos y dispares tradiciones acerca del período histórico que estudia, son una garantía de que escribe una historia verdadera empleando métodos distintos a los de la historiografía moderna. Los libros de Samuel se presentan exteriormente como una compilación de escritos y tradiciones en torno a los orígenes de la monarquía. Este acontecimiento trascendental en la historia de Israel debió sin duda de apasionar a todos los que se vieron envueltos en él y a su posteridad. El autor sagrado a veces yuxtapone las diversas tradiciones, otras veces las combina, las resume, amplía, etc.

Autor y data de Composición.
En los libros de Samuel se hallan muchos elementos antiguos, contemporáneos algunos de los mismos hechos. En los tiempos posteriores a David se escribió mucho sobre él y se comentaron las incidencias que le llevaron al trono y su actuación en el mismo. Hacia los años que siguieron inmediatamente a la caída de Samaría se generalizaron las especulaciones en torno a la memoria de David. El desastre del reino del Norte era una ocasión propicia para poner de relieve las promesas relativas a la continuidad de la dinastía davídica en el trono. Los reyes de Israel perecieron por haberse olvidado de Yahvé y no haber seguido el camino que les trazó David con su conducta. En tiempos de Ezequías hubo gran actividad literaria encaminada a desempolvar recuerdos antiguos y estudiar las causas que provocaron la dispersión de Israel entre los pueblos. Esta primera colección de noticias sobre la naciente monarquía recibió su forma última, con influencias deuteronomistas, en los días inmediatos al exilio o durante el mismo. Junto a los ríos de Babilonia medita el pueblo judío sobre el pasado de la nación, que, a la luz del castigo reciente, aparece como una continuada transgresión del pacto concluido en otro tiempo en el desierto n. El trabajo deuteronomista en los libros de Samuel fue de escasa importancia (1 Sam c.7 y 12; 1 Sam 4:18; 2 Sam 2:10-11; 5:4-5). En este tiempo pudo el autor obtener una visión panorámica de la historia de Samuel, Saúl y David y de las etapas que condujeron a éste al trono de Judá y de Israel. El exegeta católico podrá estrujar más o menos la letra del texto, pero no puede poner en duda, a la ligera, la historicidad sustancial de los libros de Samuel. Tenemos en los libros de Samuel una historia religiosa popular; pero aun con métodos y formas de decir y narrar antiguas y populares puede escribirse historia verdadera. En estos libros, como dejamos anotado, prevalece el elemento religioso. El hagiógrafo trata de inducirnos a observar la obra de Dios en los acontecimientos, cuyas causas humanas sabe él describir con viveza y realismo. Justamente, este mismo realismo, y sobre todo la imagen de David, en la que nos dejó dibujado no tan sólo sus nobles y altas cualidades, sino también sus debilidades, constituyen los elementos que nos dan la garantía de la credibilidad de su obra histórica 12.

Los libros de Samuel en el marco general de la historia.
El período comprendido entre Samuel y David no tiene contactos con los grandes imperios del antiguo Oriente. Egipto y Asiria duermen dentro del límite de sus fronteras. El pueblo más peligroso para Israel eran los incircuncisos, los filisteos. Fueron ellos los instrumentos de la justicia divina para castigar los pecados de Helí y de sus hijos (1 Sam 4:10-21). La expansión de los filisteos hacia el este despertó en Israel la idea de la unidad entre las tribus C0n una autoridad central que las aunara. Por lo mismo, el pueblo pidió a Samuel un rey que saliera al frente de ellos para combatir sus combates (1 Sam 8:20).
Al lograrse la unificación de Judá y de Israel en la persona de David, alcanzó Israel un poderío militar que bien pronto debían experimentar los enemigos fronterizos. Los filisteos fueron rechazados y sus ciudades puestas bajo el control de David; algunos mercenarios filisteos formaron parte de la guardia real. En el interior acabó con los islotes cananeos. Los árameos, amonitas, moabitas y edomitas le fueron tributarios. Con Tiro mantuvo David relaciones comerciales, pero no es posible señalar cuándo se produjeron estos puntos de contacto, porque no ocupaba todavía Hiram el trono de Tiro en los primeros años del reinado de David sobre Israel.
Esta falta de contacto con los pueblos e imperios de los alrededores dificulta la fijación cronológica de algunos puntos álgidos de esta historia. A falta de datos concretos, se procede a base de conjeturas. Hacia el año 1030, Saúl fue proclamado rey; entre los años 1010 y 970 reinó David. La arqueología no se opone a estas fechas, antes bien las confirma en líneas generales. Esta despreocupación por la cronología es un rasgo peculiar de la antigua historiografía semita.

Contenido doctrinal.
No para halagar a los historiadores han entrado los libros de Samuel en el canon bíblico. Encierran ellos un mensaje religioso, destinado en primer lugar a los israelitas, y después a sus herederos espirituales, los cristianos. Los libros anuncian las condiciones y las dificultades del establecimiento del reino de Dios sobre la tierra13. Yahvé es el Dios de Israel y su único rey; el monarca que elija el pueblo debe ser el representante de Dios en la tierra y el instrumento del que se servirá Dios para obrar grandes cosas. En ambos libros aparecen los atributos de Dios. Por medio de sus profetas se comunica a los hombres. Desde su infancia fue Samuel su confidente. Durante toda su vida manifestóse Samuel como defensor acérrimo de los derechos del yahvismo, no temiendo oponerse al mismo rey y echarle en cara su ingratitud para con Dios, que lo había elegido. Fue el profeta Natán el encargado de retransmitir a David la noticia de que la hegemonía prometida a la tribu de Judá se realizaría en su familia: Permanente será tu casa para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad (2 Sam 7:16). Yahvé se compromete a adoptar como hijos a los descendientes de David para ejercer por ellos su realeza sobre su pueblo. La monarquía, que a Samuel parecía contraria a la teocracia, se convierte en vehículo de ideas mesiánicas. Los profetas presentan a David como tipo del Mesías, y, una vez realizadas las profecías, los apóstoles hacen resaltar que las promesas hechas a David se han cumplido en el hijo de David por excelencia (Mc 10:47-48; Mt 15:22). San Pedro afirma la ascendencia de Jesús del rey David (Act 2:30; Mt 1:1; Lc 2:4). Con David se abren gloriosas perspectivas para Israel, haciendo surgir en el corazón de todos los hombres de buena voluntad la esperanza de un Mesías Salvador.
Fue David de carácter magnánimo, caritativo y misericordioso. Más que fijarnos en el lunar que suponen sus pecados de adulterio y homicidio, debemos considerar su fe, su arrepentimiento y sumisión a la palabra de los profetas. El autor del libro de las Crónicas tiende un velo piadoso sobre un pecado que David expió cumplidamente. En adelante, la conducta de los reyes de Judá y de Israel es juzgada tomando como punto de referencia la conducta de David. El pueblo pidió a Samuel les diera un rey como las otras naciones (1 Sam 8:20); pero no siendo Israel como los pueblos paganos, tampoco podía ocupar su trono un rey pagano, sino un vicario o representante de Yahvé. Ahora bien, fue David el prototipo de reyes teocráticos, que no se enorgullece de su cargo, antes bien se reconoce a sí mismo indigno representante de Dios sobre la tierra. El alma de David se transparenta en la colección de Salmos que se le atribuye, que alimentan todavía hoy la piedad de millares de fieles.


1 Para las cuestiones de crítica textual consúltese: P. Dhorme, Les livres de Samuel: Et. Bibliques; A. Fernández, Breve introducción a la crítica textual del A. T. (Roma 1917): Ídem, I Samuel 1-15. Crítica textual (Roma 1917); M. Rehm, Textkritische Untersuchungen zu den Paralleltexten der Samuel-Konigsbücher und der Chronik (Münster 1937).
2 Research in to Text of I Samuel 1-16 (Amsterdam 1938).
3 Beitrage zur Text und Literarkritik sowie zur Erklarung der Bücher Samuel (Fribur-
4 J. Milik, Dieci Anni di scoperte nel Deserto di duda (Marietti, 1957) 19.
5 W. O. E. Oesterley-Th. Robinson, An Introduction to the Books of the Oíd Testament (Londres 1949) 88; A. lods, Histoire de la Littérature hebraíque et juive depuis les origines jusqu'á la ruine de l'état juif (135 aprés J.G.; París 1950) 121-124.
6 Einleituns m das Alte Testament (Tübingen 1956).
7 Otras Concepciones Vigentes Se Encuentran Exp Lioros Sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 172-174; Bonn1936, 4-Rrr C. Kuhl. Die Enstehung Des Alten Uestas En Â. Mariani, Introiuctio In Ê. A. Leimbach, Die  Üchei Samuel Testaments (Berna 1953) 146-147.
8 L'aspect Reügfie De La Royante Ment Et Dans Les Testes Mésopotamiens
9 Die Israeliten Und Ihre Nachbar
10 Ntroducíion: A La Bibíe (Tourna Israélite. L·'Instituí Ton Monarchique Dans l'Ancien Testa-(Roma 1954) 89-112. Stamme (Halle 1906) 485. I 1957) 4I5SS.
11 De Vaux, Israel: DBS 762.
12 J. Schildenberger, Géneros Literarios De Los Libros Del Antiguo Testamento: Los Géneros Literarios De La Sagrada Escritura (Barcelona 1957) 131-132; M. Buber, Die Erzahlung Von Sauls Konigswahl: VT 6 (1956) 113-173; Ch. Keely, An Aproach To The Books Of Samuel: CBQ. 10 (1948) 254-270; A. Schulz, Erzahlungskunst In Den Samuelbüchern: Biblische Zeit-Fragen, XI 6-7 (Münster 1923).
11 De Vaux, Les Livres de Samuel 16,,


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Samuel 3,1-21

Samuel oye la voz de Dios (3:1-10).
1 El joven Samuel ministraba a Yahvé en presencia de Helí. Era por entonces rara la palabra de Yahvé y no era frecuente la visión. 2 Un día, estando acostado en su lugar Helí, cuyos ojos se habían oscurecido y no podían ver, cuando todavía no se había apagado la lámpara de Dios en el santuario, 3 Samuel, que dormía en el santuario de Yahvé, donde estaba el arca de Dios, 4 oyó la voz de Yahvé, que le llamaba: ¡Samuel!; él contestó: Heme aquí; 5 y corrió a Helí y le dijo: Aquí estoy; me has llamado. Helí contestó: No te he llamado, vuelve a acostarte. Y fue a acostarse. 6 Yahvé llamó otra vez a Samuel; y éste se levantó, y, yendo adonde estaba Helí, le dijo: Heme aquí, pues me has llamado. Helí repuso: No te he llamado, hijo mío; vuélvete y acuéstate. 7 Samuel no conocía todavía a Yahvé, pues todavía no se le había revelado la palabra de Yahvé. 8 Yahvé volvió a llamar a Samuel por tercera vez, y éste se levantó y fue a Helí y le dijo: Heme aquí, pues que me has llamado. 9 Comprendió entonces Helí que era Yahvé quien llamaba al joven, y le dijo: Anda, acuéstate, y si vuelven a llamarte, di: Habla, Yahvé, que tu siervo escucha. Samuel se fue y se acostó en su lugar. 10Vino Yahvé, se paró y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Samuel contestó: Habla, que tu siervo escucha.

Helí dormía en su lugar (meqomo), dentro o en una dependencia muy cercana al lugar sagrado; Samuel estaba en el hekal, en el recinto sagrado, en los alrededores del arca, no lejos del sumo sacerdote. Era bien entrada la noche, pero la lámpara o candelabro que ardía ante el tabernáculo no estaba apagada todavía (Exo_27:20; Lev_24:3). Tres veces habló la voz misteriosa, pero no sospechó Samuel que fuera Dios el que le llamaba, porque todavía no se le había revelado la palabra de Yahvé (v.7).
En un principio tampoco Helí barruntó que aquella voz podía ser de Dios. Dios se revela e imparte sus órdenes junto al arca de la alianza (Exo_25:22; Is c.6). El autor sagrado presenta a Yahvé morando en el santuario (Exo_25:8; Lev_26:12; 1Re_6:17), trasladándose del lugar donde habitaba a la dependencia de Samuel. La última vez Yahvé fue adonde se encontraba Samuel, paróse en su camino y, como otras veces, llamó, sin manifestarse. Por respeto no pronuncia Samuel el nombre de Yahvé.

El mensaje (1Re_3:11-18).
11 Y dijo Yahvé a Samuel: Voy a hacer en Israel una cosa que a cuantos la oigan les retiñirán ambos oídos. 12 Entonces cumpliré cuanto a Helí le he dicho, todo lo que de su casa le he dicho; comenzaré y acabaré. 13 Yo le he dicho que iba a castigar a su casa para siempre por el crimen que él sabía que sus hijos maldecían a Dios, y él no los corrigió. 14 Por eso he jurado a la casa de Helí que su crimen no será expiado ni con sacrificios ni con oblaciones. 15 Samuel siguió acostado hasta la mañana, y después abrió las puertas de la casa de Yahvé. No se atrevía a contar a Helí su visión; 16 pero éste llamó a Samuel, diciendo: Samuel, hijo mío; y éste contestó: Heme aquí. 17 Helí le preguntó: ¿Qué es lo que te ha dicho Yahvé? Te ruego que no me ocultes nada. Que Yahvé te castigue si me ocultas algo de cuanto te ha dicho. 18 Samuel se lo contó todo, sin ocultarle nada; y Helí dijo: El es Yahvé; haga lo que parezca bien a sus ojos.

No se equivocó Helí al sospechar que Dios se manifestaba a Samuel. La voz de Yahvé confirma los castigos contra la casa de Helí, que anunció antes otro profeta (2:27-36). El pecado cometido no será expiado ni con sacrificios ni con oblaciones. En aquello mismo que han delinquido encontrarán su castigo, ya que, habiendo abusado de los sacrificios, no encontrarán en éstos el perdón de su pecado (Num_15:30-31). Hemos dado la traducción del v.13 según el texto antiguo, que los escribas cambiaron para no escribir la idea de una maldición contra Dios.
Duro era el mensaje. Samuel no fue en busca de Helí, como las otras veces, para comunicárselo. Se acostó de nuevo, y a la hora de costumbre abrió las puertas del santuario, comportándose como si nada hubiera ocurrido. Pero su misma conducta delataba que algo muy importante había sucedido. Helí le manda con juramento a que diga toda la verdad (Num_14:24; Num_20:13; Num_25:22; Rut_1:17). Helí recibe el anuncio con cierta indiferencia, como si fuera una imposición del destino.

Samuel, profeta (Rut_3:19-21).
19 Samuel llegó a ser grande, y Yahvé estaba con él y no dejó que cayera por tierra nada de cuanto él decía. 20 Todo Israel, desde Dan hasta Berseba, reconoció que era Samuel un verdadero profeta de Yahvé. 21 Yahvé siguió apareciéndosele en Silo. Helí estaba ya muy viejo, y los hijos de éste seguían por el mismo camino, pésimo ante Yahvé.

Mientras la estrella de Helí lanzaba sus últimos destellos, surgía refulgente la del nuevo juez de Israel. La noticia de La manifestación de Dios a Samuel se propaló de un extremo a otro de Palestina (Jue_20:1), deduciendo todos que Samuel estaba acreditado corno profeta de Yahvé. Tres son los rasgos principales que ponen de relieve su misión profética: frecuentes comunicaciones con Dios, pruebas evidentes de su origen divino y notoriedad universal. Hasta el presente, Dios se manifestaba raramente; con Samuel las comunicaciones divinas se hacen más frecuentes.