& . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . Eacute . xo 39,1-32


José en Egipto.
José fue bajado a Egipto, y lo compró un egipcio, Putifar, eunuco del faraón y jefe de los guardias; lo compró a los ismaelitas que lo habían bajado allá. Yahvé asistió a José, que llegó a ser un hombre afortunado, mientras estaba en casa de su señor egipcio. Éste echó de ver que Yahvé estaba con él y que Yahvé hacía prosperar todas sus empresas. José ganó su favor y entró a su servicio, y su señor lo puso al frente de su casa y todo cuanto tenía se lo confió. Desde entonces le encargó de toda su casa y de todo lo que tenía, y Yahvé bendijo la casa del egipcio en atención a José, extendiéndose la bendición de Yahvé a todo cuanto tenía en casa y en el campo. Él mismo dejó todo lo suyo en manos de José y, con él, ya no se ocupó personalmente de nada más que del pan que comía. José era apuesto y de buena presencia.

José y la seductora.
Tiempo más tarde sucedió que la mujer de su señor se fijó en José y le dijo: «Acuéstate conmigo.» Pero él rehusó y dijo a la mujer de su señor: «Mira, mi señor no me controla nada de lo que hay en su casa, y todo cuanto tiene me lo ha confiado. ¿No es él mayor que yo en esta casa? Y sin embargo, no me ha vedado absolutamente nada más que a ti misma, pues eres su mujer. ¿Cómo entonces voy a hacer este mal tan grande, pecando contra Dios?» Ella insistía en hablar a José día tras día, pero él no accedió a acostarse y estar con ella.
Hasta que cierto día entró él en la casa para hacer su trabajo y coincidió que no había ninguno de casa allí dentro. Entonces ella le asió de la ropa diciéndole: «Acuéstate conmigo.» Pero él, dejándole su ropa en la mano, salió huyendo afuera. Entonces ella, al ver que había dejado la ropa en su mano, huyó también afuera y gritó a los de su casa diciéndoles: «¡Mirad! Nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros. Ha venido a mí para acostarse conmigo, pero yo he gritado y, al oírme levantar la voz y gritar, ha dejado su vestido a mi lado y ha salido huyendo afuera.»
Ella depositó junto a sí el vestido de él, hasta que vino su señor a casa, y le repitió esto mismo: «Ha entrado a mí ese siervo hebreo que tú nos trajiste, para abusar de mí; pero yo he levantado la voz y he gritado, y entonces ha dejado él su ropa junto a mí y ha huido afuera.» Al oír su señor las palabras que acababa de decirle su mujer: —«Esto ha hecho conmigo tu siervo»—, se encolerizó. Y el señor de José mandó que lo prendieran y lo metió en la cárcel, en el sitio donde estaban los detenidos del rey.
José encarcelado.
Allí se quedó, en presidio. Pero Yahvé asistió a José y lo cubrió con su misericordia, haciendo que se ganase el favor del alcaide. El alcaide confió a José todos los detenidos que había en la cárcel; todo lo que se hacía allí, lo hacía él. El alcaide no controlaba absolutamente nada de cuanto administraba José, ya que Yahvé le asistía y hacía prosperar todas sus empresas.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_7:9

NOTAS

39 Este relato es continuación de 37, en la línea de la tradición yahvista, pero los vv. Gén_39:2-6 parecen demasiado repetitivos. El cap 40, de tradición elohísta, contará la historia de modo algo diferente. Ambas tradiciones se han conservado y unificado mediante algunos retoques redaccionales, aquí la mención de Putifar, jefe de los guardias, en Gén_39:1, ver Gén_37:36; Gén_40:3.
Genesis 39, 1

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_105:18 s
Genesis 39, 19

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