1Ma 1,41-51


Establecimiento de cultos paganos.
El rey publicó un edicto en todo su reino ordenando que todos formaran un único pueblo y abandonara cada uno sus peculiares costumbres. Los paganos acataron todos el edicto real y muchos israelitas aceptaron su culto, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado. También a Jerusalén y a las ciudades de Judá hizo el rey llegar, por medio de mensajeros, el edicto que ordenaba seguir costumbres extrañas al país. Debían suprimir en el santuario holocaustos, sacrificios y libaciones; profanar sábados y fiestas; mancillar el santuario y lo santo; levantar altares, recintos sagrados y templos idolátricos; sacrificar puercos y animales impuros; dejar a sus hijos incircuncisos; volverse abominables con toda clase de impurezas y profanaciones, de modo que olvidasen la Ley y cambiasen todas sus costumbres. El que no obrara conforme a la orden del rey, moriría. En el mismo tono escribió a todo su reino, nombró inspectores para todo el pueblo y ordenó a las ciudades de Judá que en cada una de ellas se ofrecieran sacrificios.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

1:44 Procurando la unidad de su imperio, Antíoco Epífanes impone a los judíos prácticas de los paganos, abrogando de este modo el privilegio que Antíoco III había concedido el 198 a los judíos, reconociéndoles la Ley de Moisés con su estatuto legal (como lo habían hecho los reyes de Persia al regreso del Destierro). Con ello, la fidelidad a la ley se convertía en un acto de rebeldía política, y de ahí la persecución. La libertad religiosa se restablecerá con el rescripto de Antíoco V, 1Ma_6:57-61; 2Ma_11:22-26.
I Macabeos 1, 44

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