1Ma 3,45

Pero Jerusalén estaba despoblada como un desierto,
ninguno de sus hijos entraba ni salía;
conculcado el santuario,
hijos de extraños en la Ciudadela,
convertida en albergue de paganos.
Había desaparecido la alegría de Jacob,
la flauta y la lira habían enmudecido.

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