1Re 13,11-32


El hombre de Dios y el profeta.
Un anciano profeta vivía en Betel. Sus hijos vinieron y le contaron cuanto el hombre de Dios había hecho aquel día en Betel y las palabras que había dicho al rey. Cuando terminaron su relato, el padre les preguntó: «¿Por qué camino se ha ido?» Sus hijos le mostraron el camino por el que se había ido el hombre de Dios venido de Judá. Dijo a sus hijos: «Aparejadme el asno.» Aparejaron el asno y se montó en él. Fue en pos del hombre de Dios y lo encontró sentado bajo el terebinto. Le preguntó: «¿Eres tú el hombre de Dios que ha venido de Judá?» Él respondió: «Yo soy.» Le dijo: «Ven conmigo a casa y toma algo de comer.» Respondió: «No puedo volver contigo ni entrar en tu casa. No puedo comer pan ni beber agua en este lugar porque he recibido orden, por la palabra de Dios: “No comerás pan ni beberás agua ni volverás por el camino por el que viniste”.» Pero él le dijo: «También yo soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por orden de Yahvé diciendo: “Hazle volver contigo a tu casa y que coma pan y beba agua”», pero le estaba mintiendo. Lo hizo volver y comió pan y bebió agua en su casa.
Estando ellos sentados a la mesa, llegó la palabra de Dios al profeta que lo había hecho volver. Éste gritó al hombre de Dios venido de Judá: «Así dice Yahvé: Has desobedecido la voz de Yahvé y no has guardado la orden que Yahvé tu Dios te había dado, sino que has vuelto y has comido pan y bebido agua en el lugar del que dijo: “No comerás pan y no beberás agua”. Por ello, tu cadáver no acabará en la tumba de tus antepasados.» Después que hubo comido y bebido, le aparejó su asno (al profeta al que había hecho volver). Éste partió, y un león le salió al encuentro en el camino y lo mató; su cadáver yacía en el camino, el asno de pie junto a él y el león erguido también junto al cadáver. Algunos hombres que pasaban vieron el cadáver tirado en el camino y al león de pie junto al cadáver; fueron y lo contaron en la ciudad en la que vivía el anciano profeta. Lo oyó el profeta que le había hecho volver del camino, y dijo: «Es el hombre de Dios que desobedeció la orden de Yahvé, y Yahvé lo ha entregado al león, que lo ha destrozado y matado, según la palabra que Yahvé le dijo.» Habló a sus hijos diciendo: «Aparejadme el asno». Se lo aparejaron. Marchó y encontró el cadáver tendido en el camino, y al asno y al león de pie junto al cadáver. El león no había devorado el cadáver ni había descuartizado al asno. El profeta recogió el cadáver del hombre de Dios, lo acomodó sobre el asno y lo volvió a llevar a la ciudad para enterrarlo. Depositó el cadáver en su propio sepulcro, y entonaron lamentaciones por él: «¡Ay, hermano mío!» Después de enterrarlo, dijo a sus hijos: «Cuando yo muera, enterradme en el sepulcro en el que el hombre de Dios está enterrado. Donde están sus huesos poned los míos, porque se ha de cumplir la palabra que, por orden de Yahvé, gritó contra el altar de Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que hay en las ciudades de Samaría.»

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

13:11 El «profeta», nabí, en esta época representa una clase de inspirados inferior al verdadero «hombre de Dios». Comparar a Elías y Eliseo con los «hijos de los profetas», 2 R 2, etc., y ver Amó_7:14.
I Reyes 13, 11

NOTAS

13:12 «le mostraron» versiones; «vieron» hebr.
I Reyes 13, 12

NOTAS

13:16 El hebr. está algo recargado.
I Reyes 13, 16

NOTAS

13:18 Para probarle. La continuación del relato, en estilo popular muy acusado, enseña esta lección: que las órdenes divinas exigen una sumisión absoluta; el hombre de Dios no debió dudar de la orden recibida ni aun cuando un ángel de Dios le hubiera dicho lo contrario, ver Gál_1:8.
I Reyes 13, 18

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_22:18
I Reyes 13, 30

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Re_23:17-18
I Reyes 13, 31

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