2Cr 9,10-28

Los siervos de Jirán y los siervos de Salomón, que habían traído oro de Ofir, trajeron también madera de algummim y piedras preciosas. Con la madera de algummim hizo el rey entarimados para el templo de Yahvé y para el palacio real, cítaras y salterios para los cantores. No se había visto nunca en la tierra de Judá madera semejante. El rey Salomón concedió a la reina de Sabá todos los deseos que ella manifestó, aparte lo que ella había traído al rey. Luego se volvió a su país, ella y sus servidores.
El peso del oro que llegaba a Salomón cada año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro, sin contar lo precedente de los tributos impuestos a los mercaderes y las ganancias del tráfico comercial. Todos los reyes árabes y los inspectores del país traían oro y plata a Salomón. El rey Salomón hizo doscientos escudos de gran tamaño en oro batido, seiscientos siclos de oro batido por cada escudo, y trescientos escudos de menor tamaño en oro batido, trescientos siclos de oro por cada escudo. El rey los colocó en la casa denominada «Bosque del Líbano». El rey hizo un gran trono de marfil, que revistió de oro finísimo. El trono tenía seis gradas y un cordero de oro al respaldo, y brazos a uno y otro lado del asiento, y dos leones, de pie, junto a los brazos. Más doce leones de pie sobre las seis gradas a uno y otro lado. Nada igual llegó a hacerse para ningún otro reino.
Todas las copas para bebidas del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la casa «Bosque del Líbano» era de oro puro. La plata no se estimaba en nada en tiempo del rey Salomón, porque el rey tenía una flota de Tarsis con los siervos de Jirán, y cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo oro y plata, marfil, monos y pavos reales.
Así el rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. Todos los reyes de la tierra querían ver el rostro de Salomón para escuchar la sabiduría con la que Dios había dotado su mente. Y cada uno de ellos traía su presente, objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas, aromas, caballos y mulos, año tras año.
Tenía Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil caballos que acuarteló en las ciudades de carros y en Jerusalén en torno al rey.
Dominaba sobre todos los reyes desde el Río hasta el país de los filisteos y hasta la frontera de Egipto. El rey hizo que en Jerusalén la plata fuese tan abundante como las piedras, y los cedros tanto como los sicómoros en la Tierra Baja. Los caballos de Salomón procedían de Musur y de todos los países.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

9:12 Es decir, probablemente, el equivalente de sus propios regalos. El texto de 1Re_10:13, diferente, aclara este texto.
II Crónicas  9, 12

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Re_10:14-15
II Crónicas  9, 13

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Re_10:16-17

NOTAS

9:14 «contribuciones» sir. y 1Re_10:15 griego; «hombres» hebr.
II Crónicas  9, 14

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Re_10:18-20
II Crónicas  9, 17

NOTAS

9:18 Sin duda por desconfianza respecto de los cultos cananeos, el Cronista sustituye el toro de 1 R por el cordero del sacrificio; «respaldo», según 1Re_10:19.
II Crónicas  9, 18

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Re_10:21-25
II Crónicas  9, 20

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Re_5:6 [1Re_4:26]; 1Re_10:26 = 2Cr_1:14
II Crónicas  9, 25

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Re_5:1
II Crónicas  9, 26

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |1Re_10:27-28 = 2Cr_1:15
II Crónicas  9, 27

NOTAS

9:28 «Musur» conj.; «Egipto» hebr., ver 2Cr_1:16.
II Crónicas  9, 28

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