Esd 3,10-13
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Cuando los albañiles echaron los cimientos del santuario de Yahvé, estaban presentes los sacerdotes, revestidos de lino fino, con trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar a Yahvé según las prescripciones de David, rey de Israel. Cantaban alabando y dando gracias a Yahvé: «Porque es bueno, porque es eterna su misericordia para Israel.» Y el pueblo entero prorrumpía en grandes clamores, alabando a Yahvé, porque el templo de Yahvé tenía ya sus cimientos. Muchos sacerdotes, levitas y jefes de familia, ya ancianos, que habían conocido con sus propios ojos el primer templo, sobre sus cimientos, lloraban a voz en grito, mientras que otros lanzaban gozosos clamores. Y nadie podía distinguir los acentos de clamor jubiloso de los acentos de lamentación, porque el pueblo lanzaba grandes clamores, y el estrépito se podía oír desde muy lejos.
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