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I. Orígenes del mundo y de la humanidad
1. LA CREACIÓN Y LA CAÍDA
Primer relato de la creación.
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.
Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.» E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento «cielo». Y atardeció y amaneció: día segundo.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_2:4-25

[2] Job 38-39; Sal 8; Sal 104; Pro_8:22-31; Jua_1:1-3; Col_1:15-17; Heb_1:2-3

NOTAS

1 Este relato, que se propone contar los «orígenes del cielo y de la tierra» (de donde el nombre del libro: Génesis), es una verdadera «cosmogonía», a diferencia de Gén_2:4-25, al que se puede calificar de «antropogonía». Mientras que este segundo relato sólo habla esencialmente de la formación del hombre y de la mujer, el cap. 1 trata de ofrecer una visión completa del origen de los seres según un plan meditado. No se habla explícitamente de creación a partir de la nada, pero queda claro que todo viene a la existencia por orden de Yahvé, y todo es creado según un orden ascendente de dignidad. Yahvé es anterior a la creación, y todos los seres han recibido de él el don de la existencia. El hombre y la mujer, creados a imagen de Dios, se hallan en el centro de las obras creadas; han recibido por la voluntad de Dios el dominio sobre los otros seres vivientes. Es ésta una enseñanza teológica que, a su vez, encuadra el aspecto más inmediatamente evidente, es decir, el origen de todas las cosas en Dios, en el marco de un segundo aspecto: el descanso del día séptimo, del sábado. Precisamente para transmitir mejor esta segunda enseñanza se ha utilizado el esquema de la semana israelita. Como las obras son ocho, se distribuyen de manera simétrica, incluyendo dos en los días tercero y sexto. Así, el «descanso» de Dios en el día séptimo se convierte en modelo que el hombre debe imitar. En el trasfondo del texto actual, de la escuela sacerdotal, hay probablemente una larga tradición, que se ajusta a los rudimentarios conocimientos de la época en materia científica. En este sentido, el relato contiene una enseñanza teológica revelada: la creación, muy por encima del vehículo conceptual primitivo usado para su transmisión.

1:1 Otros traducen: «En el principio, cuando Dios creó...», o bien: «Cuando Dios empezó a crear...». Ambas traducciones son gramaticalmente posibles, pero la que proponemos aquí, siguiendo todas las antiguas versiones, respeta mejor la coherencia del texto. El relato no comienza hasta Gén_1:2; Gén_1:1 es en realidad un título o encabezamiento, al que corresponde la conclusión o epílogo de Gén_2:4 a. «El cielo y la tierra» es el universo organizado, el resultado de la creación. Para expresar esta última se emplea el verbo bara', reservado en el AT para formular la acción creadora de Yahvé o sus intervenciones extraordinarias en la historia de su pueblo. Pero insistimos en que no debe leerse aquí la noción metafísica de creación ex nihilo («de la nada»), en el sentido de que no existía nada con precedencia a partir de lo cual hubiesen sido formados los seres. Esta afirmación no llegará hasta 2Ma_7:28, pero el texto afirma que ha habido un comienzo en el mundo: la creación no es un mito intemporal, sino que está integrada en la historia, de la que ella es el comienzo absoluto.
Genesis 1, 1

NOTAS

1:2 (a) En hebr. tohû y bohû, «desierto y vacío», bina que se ha hecho proverbial para designar un completo desorden, una ausencia de vida y fecundidad, que la mentalidad antigua asociaba a la imagen del abandono, la soledad y la ausencia de vida propios de las zonas desérticas. El «abismo» (hebr. tehom) se corresponde con la Tiamat del mito babilónico de la creación, principio generador femenino, identificada con la gran mar salada. Aquí, tehom es masculino y designa el gran océano sobre el que flota la tierra. Estos tres términos hebreos presentan un cuadro negativo con el que contrastará la novedad de la intervención del Dios personal creando todo con su palabra. Este versículo constituye, pues, la descripción del caos primordial como situación que precede a la creación (Gén_2:5).

1:2 (b) Podría traducirse por «un huracán» o tromba, como la que se pensó que había arrebatado al profeta Elías, dejándolo en algún monte o valle (ver 2Re_2:11, 2Re_2:16). La exégesis patrística ha deducido de este relato, que habla de Dios y del Espíritu (o viento) divino, y que implica a su Palabra («dijo Dios»), un anticipo del dogma de la Trinidad. Sin embargo, esta idea de la función creadora del Espíritu de Dios apenas aparece en el AT, y aquí restaría protagonismo a la intervención de Dios. Como idea cosmogónica, la intervención mediante acciones es probablemente más tradicional que la intervención mediante la palabra; aquí se coordinan las dos.
Genesis 1, 2

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Co_4:6; Jua_8:12+
Genesis 1, 3

NOTAS

1:4 La luz es creación de Dios; las tinieblas no lo son, y constituyen su negación. Se menciona en primer lugar la creación de la luz porque la sucesión de los días y las noches va a ser el marco en que se desarrollará la obra creadora. Además, desde un punto de vista ingenuo, sólo se puede trabajar cuando la luz permite ver lo que se hace.
Genesis 1, 4

NOTAS

1:6 El «firmamento» (en griego steréoma, apoyo) o bóveda celeste era para los antiguos semitas una cúpula consistente, pero también una tienda desplegada, que retenía las aguas superiores mediante sus compuertas. A través de éstas hace Yahvé caer sobre la tierra la lluvia y la nieve, y abriéndolas de golpe descargó el diluvio sobre la tierra, Gén_7:11.
Genesis 1, 6

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_7:11+; Pro_8:28

NOTAS

1:7 A la creación por la palabra («dijo Dios») se añade la creación por la acción («hizo Dios»), aquí el firmamento, los astros, Gén_1:16, los animales terrestres, Gén_1:25, el ser humano, Gén_1:26. De este modo, el relato «sacerdotal» parece integrar en su idea de creación, más abstracta que la del siguiente relato, Gén_2:4-25, aquella tradición antigua de que Yahvé-Dios «hace» el cielo y la tierra, el ser humano y los animales.
Genesis 1, 7

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