G& . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . amp . eacute . n 2,4-25

Ésos fueron los orígenes del cielo y la tierra, cuando fueron creados.
La prueba de la libertad. El Paraíso.
El día en que hizo Yahvé Dios la tierra y el cielo, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Luego plantó Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos. Uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro. El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice. El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Cus. El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates. Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.»
Dijo luego Yahvé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Yahvé Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó:
«Esta vez sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne.
Ésta será llamada mujer,
porque del varón ha sido tomada.»
Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_10:11 s

[2] Gén 1:1—2:4

NOTAS

2:4 (a) En hebreo tôledôt, propiamente «generaciones», y luego historia de un antepasado y de su linaje, ver Gén_6:9; Gén_25:19; Gén_37:2. Con el empleo de esta palabra se desmitifica la creación, que es el comienzo de la historia y no, como en Sumer y Egipto, una serie de generaciones divinas.

2:4 (b) La sección 2:4b-3:24 pertenece a las tradiciones yahvistas. Utiliza sistemáticamente el nombre divino compuesto «Yahvé Dios» (yhwh 'elohîm), que no es muy habitual. Este doble título podría deberse a una revisión tardía (ver griego). Más bien que un «segundo relato de la creación» (ya que el paralelismo con 1:1—2:4a es sólo parcial), lo que tenemos aquí es la narración de la formación del hombre y de la mujer (los animales no son formados más que como un ensayo para encontrar al hombre una «ayuda adecuada»), unida a otra sobre el paraíso y la caída. Hay, pues, al menos dos grandes tradiciones, la de la creación del hombre y la mujer, la «antropogonía» de Gén_2:4-8 y Gén_2:18-24, y la del paraíso y la caída, Gén_2:9 y Gén_2:15-17; Gn 3. Lo que ha movido al autor a soldarlas es probablemente el hecho de que las dos hablan de un jardín, por más que las connotaciones parezcan un poco diferentes: suelo que el hombre debe cultivar (relación entre Gén_2:8 y la descripción del «antes», Gén_2:6), jardín de delicias que el hombre no tiene que cultivar (labrar con fatiga el suelo forma parte del castigo infligido, Gén_3:17). Pero hay una parte del texto actual que sirve para unificar los elementos de los dos relatos (e incluso de motivos aislados, como el de los cuatro ríos, Gén_2:10-14). El autor que unificó todo esto conoció incluso variantes; éstas aparecen incidentalmente, en particular cuando nos enteramos de que Dios quiere guardar la entrada del jardín para que el hombre no pueda acceder a él, Gén_3:22 y Gén_3:24, breve pasaje preparado probablemente por la mención conjunta de los dos árboles en Gén_2:9. Aquí aparentemente no se trata de un castigo para el hombre a causa de una infracción ya cometida, sino de una medida preventiva. El conjunto construye un relato animado y popular. Si el hombre y la mujer (e incluso probablemente el resto de la creación, al menos por implicación, y no sólo los animales de los que habla Gén_2:18-20) tienen su origen en Dios, el conjunto del relato quiere sobre todo explicar las limitaciones del hombre y de la mujer, Gén_3:16-19. Si hay limitación, si ésta no se identifica con el hecho de ser una criatura, no puede venir de Dios, a menos que sea un castigo infligido a causa de una infracción grave por parte del hombre y de la mujer. Ahora bien, siendo esa transgresión coextensiva al conjunto de la humanidad, debe situarse en el origen, en la pareja que no es sólo la primera desde el punto de vista cronológico, sino también el principio de toda la humanidad. Si este texto guarda alguna relación con el dogma del pecado original, su expresión es simbólica. Ella misma, la dimensión simbólica, está en el origen de las afirmaciones subsiguientes de la Escritura en relación con ese dogma: no debe buscarse aquí todo lo que sobre él se ha leído después, ya se trate de «relecturas bíblicas», p.e. la de Pablo (Rom_5:12 s; 1Co_15:21-22), ya de formulaciones dogmáticas de la Iglesia.
Genesis 2, 4

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Ecl_3:20 s; Ecl_12:7; Sab_15:8; Sab_15:11; Sal_104:29 s; Job_34:14 s; Job_33:4; 1Co_15:45

NOTAS

2:6 En hebr. `ed, palabra de significado incierto. La traducimos a la luz del contexto y apoyándonos en Job_36:27 y en el hecho de que, en Núm_21:17 y en algunos paralelos semíticos, «subir» (verbo que traducimos por «brotar») se dice de un manantial.
Genesis 2, 6

NOTAS

2:7 (a) El hombre, 'âdam, viene del suelo, 'adâmah, ver Gén_3:19. Este nombre colectivo será el nombre propio del primer ser humano, Adán, ver Gén_4:25; Gén_5:1, Gén_5:3.

2:7 (b) Es la palabra nefes, que designa al ser animado por un soplo vital (también manifestado por el «espíritu», ruaj, Gén_6:17+; Isa_11:2+), ver Sal_6:5+ [Sal_6:4].
Genesis 2, 7

NOTAS

2:8 «Jardín» se traduce por «paraíso» en la versión griega, y luego en toda la tradición literaria. «Edén» es un nombre geográfico imposible de localizar, y tal vez significara «estepa». Podría compararse con el bit adini asirio-babilónico, región a orillas del Éufrates, de la que hablan también algunos textos bíblicos, Amó_1:5; 2Re_19:12; Isa_37:12; Eze_27:23. Pero los israelitas interpretaron la palabra según la raíz hebr. `dn: «delicias». La distinción entre Edén y el jardín, expresada aquí y en Gén_2:10, se difumina luego: se habla de «jardín de Edén», Gén_2:15; Gén_3:23-24. En Eze_28:13 y Eze_31:9, Edén es el «jardín de Dios», y en Isa_51:3 Edén, el «jardín de Dios», se contrapone al desierto y a la estepa.
Genesis 2, 8

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_3:18; Apo_2:7; Apo_22:14

[2] Eze_47:1+; Apo_22:1-2; Jua_4:1+

NOTAS

2:9 Símbolo de la inmortalidad, ver Gén_3:22+. Sobre el árbol de la ciencia del bien y del mal, ver Gén_2:17+.
Genesis 2, 9

NOTAS

2:10 Los vv. Gén_2:10-14 son un paréntesis; probablemente ha sido introducido por el yahvista mismo, que utilizaba antiguas concepciones sobre la configuración de la tierra. Su propósito no fue localizar el jardín del Edén, sino señalar que los grandes ríos, que son las «arterias vitales» de las cuatro regiones del mundo, tienen su manantial en el paraíso. No es extraño que esta geografía sea incierta. El Tigris y el Éufrates son bien conocidos y sus fuentes se hallan próximas, en los montes de Armenia; pero el Pisón y el Guijón son desconocidos. Javilá es, según Gén_10:29, una región de Arabia, y Cus designa en otras partes el Alto Egipto; pero no es seguro que estos dos nombres hayan de tomarse aquí en el mismo sentido.
Genesis 2, 10

NOTAS

2:12 Goma aromática.
Genesis 2, 12

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_6:23

NOTAS

2:17 (a) Esta «ciencia» es un privilegio que Dios se reserva y que el hombre usurpará por el pecado, Gén_3:5, Gén_3:22. No es, pues, ni la omnisciencia, que el hombre caído no posee, ni el discernimiento moral, que ya poseía el hombre inocente y que Dios no niega a su criatura racional. Es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de autonomía moral, por la que el hombre no se conforma con su condición de criatura, ver Isa_5:20. El primer pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios, un pecado de orgullo. Esta rebelión se ha expresado concretamente con la trasgresión de un precepto impuesto por Dios y representado en la imagen de la fruta prohibida.

2:17 (b) La misma expresión se emplea en las leyes y las sentencias que prevén una pena de muerte. El comer la fruta no debe provocar una muerte instantánea: Adán y Eva sobrevivirán, y la condena de Gén_3:16-19 habla de la muerte como el término de una vida miserable. El pecado, simbolizado por el hecho de comer la manzana, merece la muerte: nada más dice el texto, ver Gén_3:3.
Genesis 2, 17

NOTAS

2:18 Parece que el relato de la creación de la mujer, Gén_2:18-24, proviene de una tradición independiente; en Gén_2:16, «hombre» designa al hombre y a la mujer, como en Gén_3:24; y Gén_3:1-3, que es continuación de Gén_2:17, supone que el precepto ha sido dado al hombre y a la mujer.
Genesis 2, 18

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Ecl_3:20
Genesis 2, 19

NOTAS

2:21 La carne (basar) es ante todo, en el animal y en el hombre, la «carne-comida», los músculos, Gén_41:2-4; Éxo_4:7; Job_2:5. Es también el cuerpo entero, Núm_8:7; 1Re_21:27; 2Re_6:30, y, por tanto, el vínculo familiar, Gén_2:23; Gén_29:14; Gén_37:27, incluso la humanidad o el conjunto de los seres vivientes («toda carne», Gén_6:17, Gén_6:19; Sal_136:25; Isa_40:5-6). El alma, Gén_2:7+; Sal_6:5+ [Sal_6:4], o el espíritu, Gén_6:17+, animan la carne sin mezclarse con ella, haciéndola viviente. Sin embargo, la «carne» subraya con frecuencia lo que de frágil y perecedero hay en el hombre, Gén_6:3; Sal_56:5 [Sal_56:4]; Isa_40:6; Jer_17:5; y poco a poco se irá percibiendo una como oposición entre los dos aspectos del hombre viviente, Sal_78:39; Ecl_12:7; Isa_31:3; ver también Sab_8:19; Sab_9:15+. El hebreo no tiene palabra para decir «cuerpo»: el NT suplirá esta laguna promoviendo sôma junto a sarx, ver Rom_7:5+; Rom_7:24+.
Genesis 2, 21

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Co_11:8-9; 1Ti_2:13

NOTAS

2:22 Imagen que expresa la relación que une al hombre y a la mujer, Gén_2:23, y que les une en el matrimonio, Gén_2:24.
Genesis 2, 22

NOTAS

2:23 El hebreo juega con la palabra 'is, «hombre, varón» y su femenino 'issah, «mujer», y a la letra, «varona».
Genesis 2, 23

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_19:5 p; Efe_5:31; 1Co_6:16
Genesis 2, 24

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