Hch 9,1-30
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Vocación de Saulo.
Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que, si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar presos a Jerusalén. Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le envolvió una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?» Él preguntó: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que debes hacer.» Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pues oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía sus ojos bien abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le introdujeron en Damasco. Pasó tres días sin ver, y sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: «Ananías.» Él respondió: «Aquí estoy, Señor.» Y el Señor: «Levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo; mira, está en oración y ha visto que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para recobrar la vista.» Respondió Ananías: «Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén y que aquí tiene poderes de los sumos sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.» El Señor le respondió: «Vete, pues éste me es un instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.» Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo.» Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.
Predicación de Saulo en Damasco.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco, y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: Éste es el Hijo de Dios. Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocan ese nombre, y ha venido aquí con el objeto de llevárselos encadenados a los sumos sacerdotes?» Pero Saulo se fortalecía y confundía a los judíos que vivían en Damasco demostrándoles que éste es el Cristo. Al cabo de bastante tiempo los judíos tomaron la decisión de matarle. Pero Saulo tuvo conocimiento de su conjura. Hasta las puertas estaban vigiladas día y noche para poderle matar. Pero los discípulos le tomaron durante la noche y le descolgaron por la muralla dentro de una espuerta.
Saulo en Jerusalén.
Llegó a Jerusalén e intentaba juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. Entonces Bernabé le tomó y le presentó a los apóstoles y les contó cómo había visto al Señor en el camino y que le había hablado y cómo había predicado con valentía en Damasco en el nombre de Jesús. Andaba con ellos por Jerusalén, predicando con valentía en el nombre del Señor. Hablaba también y discutía con los helenistas; pero éstos intentaban matarle. Los hermanos, al saberlo, le llevaron a Cesarea y le enviaron a Tarso. ”
Vocación de Saulo.
Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que, si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar presos a Jerusalén. Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le envolvió una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?» Él preguntó: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que debes hacer.» Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pues oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía sus ojos bien abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le introdujeron en Damasco. Pasó tres días sin ver, y sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: «Ananías.» Él respondió: «Aquí estoy, Señor.» Y el Señor: «Levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo; mira, está en oración y ha visto que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para recobrar la vista.» Respondió Ananías: «Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén y que aquí tiene poderes de los sumos sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre.» El Señor le respondió: «Vete, pues éste me es un instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.» Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo.» Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.
Predicación de Saulo en Damasco.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco, y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: Éste es el Hijo de Dios. Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocan ese nombre, y ha venido aquí con el objeto de llevárselos encadenados a los sumos sacerdotes?» Pero Saulo se fortalecía y confundía a los judíos que vivían en Damasco demostrándoles que éste es el Cristo. Al cabo de bastante tiempo los judíos tomaron la decisión de matarle. Pero Saulo tuvo conocimiento de su conjura. Hasta las puertas estaban vigiladas día y noche para poderle matar. Pero los discípulos le tomaron durante la noche y le descolgaron por la muralla dentro de una espuerta.
Saulo en Jerusalén.
Llegó a Jerusalén e intentaba juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. Entonces Bernabé le tomó y le presentó a los apóstoles y les contó cómo había visto al Señor en el camino y que le había hablado y cómo había predicado con valentía en Damasco en el nombre de Jesús. Andaba con ellos por Jerusalén, predicando con valentía en el nombre del Señor. Hablaba también y discutía con los helenistas; pero éstos intentaban matarle. Los hermanos, al saberlo, le llevaron a Cesarea y le enviaron a Tarso. ”