Jer 22,24-30

Por mi vida —oráculo de Yahvé—, aunque fuese Jeconías, el hijo de Joaquín, rey de Judá, un sello en mi mano diestra, de allí lo arrancaría. Yo te pondré en manos de los que buscan tu muerte, y en manos de los que te atemorizan: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos; y te arrojaré a ti y a la madre que te engendró a otra tierra donde no habéis nacido, y allí moriréis. Pero a la tierra a donde anhelan volver, no volverán.
¿Es algún trasto despreciable, roto,
este individuo, Jeconías?;
¿quizá un objeto sin interés?
Pues entonces, ¿por qué han sido arrojados él y su prole,
y echados a una tierra,
que no conocían?
¡Tierra, tierra, tierra!,
oye la palabra de Yahvé.
Así dice Yahvé:
Inscribid a este hombre: «Un sin hijos,
un fracasado en la vida»;
porque ninguno de su descendencia tendrá la suerte
de sentarse en el trono de David
y de ser jamás señor en Judá.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hag_2:23
Jeremías  22, 24

NOTAS

22:30 (a) En los registros genealógicos de los reyes, ver Isa_4:3.

22:30 (b) De hecho, Zorobabel, nieto de Jeconías, al regreso del Destierro, sólo fue alto comisario de Judá.
Jeremías  22, 30

Patrocinio