Jer 51,59-64


El oráculo arrojado en el Éufrates.
Orden que dio el profeta Jeremías a Serayas, hijo de Nerías, hijo de Majsías, al partir éste de junto a Sedecías, rey de Judá, para Babilonia el año cuarto de su reinado, siendo Serayas gran chambelán. Escribió, pues, Jeremías todo el mal que había de sobrevenir a Babilonia en un libro —todas estas palabras arriba escritas acerca de Babilonia— y dijo Jeremías a Serayas: «En llegando tú a Babilonia, mira de leer en voz alta todas estas palabras, y dirás: “Yahvé, tú has hablado respecto a este lugar, de destruirlo sin que haya en él habitante, ya sea persona o animal, sino que soledad por siempre será.” Luego, en acabando tú de leer en voz alta ese libro, atas a él una piedra y lo arrojas al Éufrates, y dices: “Así se hundirá Babilonia y no se recobrará del mal que yo mismo voy a traer sobre ella.”»
Hasta aquí las palabras de Jeremías.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

51:59 Esta acción simbólica. ver Jer_18:1+, que debía permanecer secreta, fue realizada hacia el 593. Atestigua la fe del profeta en la irrevocabilidad de la palabra divina, y también su perfecta lucidez: en el mismo momento en que Jeremías precisa la sumisión a Babilonia, no por ello oculta los crímenes de los babilonios.
Jeremías  51, 59

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_51:26
Jeremías  51, 62

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Apo_18:21

NOTAS

51:64 Esta frase, omitida por el griego, debía encontrarse primitivamente después de Jer_51:58. Está precedida por las últimas palabras de ese v. Jer_51:58, «se habrán afanado», aquí accidentalmente repetidas.
Jeremías  51, 64

Patrocinio