Jer 52,12-27
“
En el mes quinto, el diez del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nabuzardán, jefe de la guardia, uno de los que servían ante el rey de Babilonia, vino a Jerusalén. Incendió el templo de Yahvé y el palacio del rey y todas las casas de Jerusalén. Todas las tropas caldeas que había con el jefe de la guardia demolieron las murallas que rodeaban a Jerusalén.
Cuanto (a una parte de los pobres del país) al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y el resto de los artesanos, Nabuzardán, jefe de la guardia, los deportó. Nabuzardán, el jefe de la guardia, dejó algunos de entre la gente pobre como viñadores y labradores.
Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en el templo de Yahvé, las basas, el Mar de bronce del templo de Yahvé, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. Tomaron también los ceniceros, las paletas, los cuchillos, los acetres, las cucharas y todos los utensilios de bronce de que se servían. El jefe de la guardia tomó las vasijas, los incensarios y los aspersorios, los ceniceros, los candeleros, las cucharas y las tazas, cuanto había de oro y plata. Cuanto a las dos columnas, el Mar, los doce bueyes de bronce que estaban bajo el Mar y las basas que Salomón había hecho para el templo de Yahvé, no se pudo calcular el peso de bronce de todos aquellos objetos. La altura de una columna era de dieciocho codos, un hilo de doce codos medía su perímetro; su grosor era de cuatro dedos y era hueca por dentro, y encima tenía un capitel de bronce; la altura del capitel era de cinco codos; había un trenzado y granadas en torno al capitel, todo de bronce. Lo mismo para la segunda columna. Había noventa y seis granadas que pendían a los lados. En total había cien granadas rodeando el trenzado.
El jefe de la guardia tomó preso a Serayas, primer sacerdote, y a Sefanías, segundo sacerdote, y a los tres encargados del umbral. Tomó a un eunuco de la ciudad, que era inspector de los hombres de guerra, siete hombres de los cortesanos del rey, que se encontraban en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado del alistamiento del pueblo de la tierra y sesenta hombres de la tierra que se hallaban en la ciudad. Nabuzardán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó a Riblá, donde el rey de Babilonia, y el rey de Babilonia los hirió haciéndoles morir en Riblá, en el país de Jamat.
Así fue deportado Judá, lejos de su tierra. ”
Cuanto (a una parte de los pobres del país) al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y el resto de los artesanos, Nabuzardán, jefe de la guardia, los deportó. Nabuzardán, el jefe de la guardia, dejó algunos de entre la gente pobre como viñadores y labradores.
Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en el templo de Yahvé, las basas, el Mar de bronce del templo de Yahvé, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. Tomaron también los ceniceros, las paletas, los cuchillos, los acetres, las cucharas y todos los utensilios de bronce de que se servían. El jefe de la guardia tomó las vasijas, los incensarios y los aspersorios, los ceniceros, los candeleros, las cucharas y las tazas, cuanto había de oro y plata. Cuanto a las dos columnas, el Mar, los doce bueyes de bronce que estaban bajo el Mar y las basas que Salomón había hecho para el templo de Yahvé, no se pudo calcular el peso de bronce de todos aquellos objetos. La altura de una columna era de dieciocho codos, un hilo de doce codos medía su perímetro; su grosor era de cuatro dedos y era hueca por dentro, y encima tenía un capitel de bronce; la altura del capitel era de cinco codos; había un trenzado y granadas en torno al capitel, todo de bronce. Lo mismo para la segunda columna. Había noventa y seis granadas que pendían a los lados. En total había cien granadas rodeando el trenzado.
El jefe de la guardia tomó preso a Serayas, primer sacerdote, y a Sefanías, segundo sacerdote, y a los tres encargados del umbral. Tomó a un eunuco de la ciudad, que era inspector de los hombres de guerra, siete hombres de los cortesanos del rey, que se encontraban en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado del alistamiento del pueblo de la tierra y sesenta hombres de la tierra que se hallaban en la ciudad. Nabuzardán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó a Riblá, donde el rey de Babilonia, y el rey de Babilonia los hirió haciéndoles morir en Riblá, en el país de Jamat.
Así fue deportado Judá, lejos de su tierra. ”