Mat 22,32

Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos.»

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

22:32 Cuando Dios concede su protección a un individuo o a un pueblo hasta el punto de convertirse en «su Dios», el dejarle volver a la nada no podría ser más que una manera imperfecta y efímera. Esta exigencia de eternidad por parte del amor divino no fue claramente percibida en los comienzos de la revelación bíblica: de ahí esta creencia en un «seol» sin resurrección (Isa_38:10-20; Sal_6:6 [Sal_6:5]; Sal_88:11-13 [Sal_88:10-12]), a la que el tradicionalismo conservador de los saduceos, Hch_23:8+, pretendía mantenerse fiel. Pero el progreso de la revelación comprendió y satisfizo poco a poco esta exigencia, Sal_16:10-11; Sal_49:16 [Sal_49:15]; Sal_73:24, anunciando el retorno a la vida, Sab_3:1-9, de todo el hombre, salvado hasta en su cuerpo, Dan_12:2-3; 2Ma_7:9; 2Ma_12:43-46; 2Ma_14:46. Es esta revelación última la que Jesús sanciona con su interpretación de Éxo_3:6.
Mateo 22, 32

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