Rom 1,18


A. TODOS LOS HOMBRES, SIN EXCEPCIÓN, BAJO LA IRA DE DIOS
La ira de Dios en el pasado.
En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia;

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_85:4-6 [Sal_85:3-5]; Sal_69:25 [Sal_69:24]; Miq_7:9; Sof_1:15

NOTAS

1:18 (a) Puede parecer extraño que, después de presentar el Evangelio como fuerza salvífica de Dios y manifestación última de su justicia, Pablo, sin transición, hable de la ira divina. En realidad, esta sección de la epístola es esencial para la demostración, porque permite a Pablo arrancar desde las categorías y esperanzas de los judíos piadosos, que aguardaban la manifestación final de la justicia divina: castigo de los impíos y liberación de Israel. Pero en Rom 2, el Apóstol se aleja progresivamente de esas posiciones tradicionales para hacer ver que las diferencias entre circunciso/incircunciso, judío/nojudío, no están donde se suponían. Toda su argumentación se orienta a nivelar esos status , para insistir en la situación de igualdad -sin privilegio alguno- en que se encuentran, incapaces de justicia y, por tanto, objetos de la ira divina.

1:18 (b) Ya en el AT se dice que Dios reacciona con ira; la ira es la reacción de Dios contra la injusticia humana. Aun cuando esta ira nunca se califica expresamente de justa, no se opone sin embargo a la justicia divina; por eso algunos textos parecen insinuar que es un componente necesario de ella; ver Sal_7:7-12 [Sal_7:6-11]. Los escritores sagrados designan como «ira divina» el castigo infligido sobre la injusticia grave. Semejante reacción no refleja una naturaleza divina irascible, sino una incompatibilidad total entre Dios y la injusticia, que sólo con la destrucción del mal puede desaparecer.
Romanos  1, 18

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