Rom 3,24-25

y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente,

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

3:24 Yahvé había «rescatado» a Israel liberándole del cautiverio de Egipto para hacer de él un pueblo que le perteneciera como herencia suya, Deu_7:6+. Al anunciar la «redención» del cautiverio de Babilonia, Isa_41:14+, los profetas habían dejado entrever una liberación más profunda y más universal, mediante el perdón de los pecados, Isa_44:22; ver Sal_130:8; Sal_49:8-9 [Sal_49:7-8]. Esta redención mesiánica se ha cumplido en Cristo, 1Co_1:30; ver Luc_1:68; Luc_2:38. Dios Padre, por Cristo -o el mismo Cristo- ha «liberado» al nuevo Israel de la servidumbre de la Ley, Gál_3:13; Gál_4:5, y del pecado, Col_1:14; Efe_1:7; Heb_9:15, adquiriéndolo, Hch_20:28, apropiándoselo, Tit_2:14, comprándolo, Gál_3:13; Gál_4:5; 1Co_6:20; 1Co_7:23; ver 2Pe_2:1. El precio de este rescate y de esta adquisición ha sido la sangre de Cristo, Hch_20:28; Efe_1:7; Heb_9:12; 1Pe_1:18; Apo_1:5; Apo_5:9. Esta redención, iniciada en el Calvario y garantizada ya por las arras del Espíritu, Efe_1:14; Efe_4:30, sólo concluirá en la Parusía, Luc_21:28, con la liberación de la muerte mediante la resurrección de los cuerpos, Rom_8:23.
Romanos  3, 24

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Jn_2:2; 1Jn_4:10

[2] Hch_17:30

NOTAS

3:25 (a) Otra traducción: «destinó a ser».

3:25 (b) Lit.: «propiciatorio», Éxo_25:17+; ver Heb_9:5. En el gran Día de la Expiación, Lev_16:1+, el propiciatorio recibía la aspersión de sangre, Lev_16:15. La sangre de Cristo ha llevado a cabo realmente la purificación del pecado que aquel rito no podía sino prefigurar. Ver también la sangre de la Alianza, Éxo_24:8+; Mat_26:28+.

3:25 (c) Este cuasi-perdón, una especie de no imputación (páresis) , no tenía sentido más que en orden al perdón definitivo, destrucción total del pecado por la justificación del hombre. -Otra traducción: «en orden a perdonar los pecados».
Romanos  3, 25

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