Rom 8,2-4

Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_7:7+

NOTAS

8:2 (a) Var.: «me liberó», «nos liberó».

8:2 (b) Al régimen del pecado y de la muerte, Pablo contrapone el nuevo régimen del Espíritu, ver Rom_3:27+. La palabra espíritu designa aquí o bien la misma persona del Espíritu Santo (más claramente en el v. Rom_8:9), o bien el espíritu del hombre renovado por esta presencia, ver Rom_5:5+ y Rom_1:9+.
Romanos  8, 2

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_13:23-39; Hch_15:10-11; Rom_6:10+; Gál_3:13; 2Co_5:21; Heb_2:14-18

NOTAS

8:3 La ley mosaica, simple norma exterior, no era principio de salvación, Rom_7:7+. Sólo Cristo, destruyendo la carne en su persona mediante su muerte, ha podido destruir el pecado que reinaba en la carne.
Romanos  8, 3

REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Rom_3:31+; Rom_9:30-31+; Rom_10:4

NOTAS

8:4 Esta justicia de la ley, cuyo cumplimiento sólo es posible por la unión con Cristo por la fe, se resume en el mandamiento del amor, ver Rom_13:10; Gál_5:14 y ya Mat_22:40. Ver Rom_7:7+.
Romanos  8, 4

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