pues mis enemigos hablan de mí, los que acechan mi vida celebran consejo (Salmos 71, 10) © Biblia del Peregrino (Luis Alonso Schökel, 1993)
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State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: plural
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: perfect
Verbal stem: qal
Part-of-speech: verb
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Number: plural
Person: unknown
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Verbal stem: qal
Part-of-speech: preposition
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Person: not applicable
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Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: conjunction
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Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: plural
Person: unknown
State: construct
Verbal tense: participle
Verbal stem: qal
Part-of-speech: noun
Gender: feminine
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Person: not applicable
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Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: verb
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Person: third person
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Verbal tense: perfect
Verbal stem: nif‘al
Part-of-speech: adverb
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State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
La amargura (2-12) y la esperanza de la vejez (14-24) forman el díptico de este salmo de lamentación y de súplica individual. El bochorno abre y cierra las dos tablas del díptico (1.13.25). El anciano, del que hablan algunos versos de una forma explícita y otros afectados por el contexto, hace un repaso de su vida. Aunque no sea territorio de la memoria, se remonta al nacimiento (6). Recuerda su juventud, y cómo, ya entonces, confiaba en el Señor (6). Recuerda las tribulaciones que ha vivido y los peligros por los que ha pasado (20.23b), también los que ahora debe afrontar (2.4.10). Recuerda la justicia salvadora (16) y la instrucción divina (17). A lo largo de la vida ha contado y narrado, aunque no fuera un experto (15b), lo que Dios ha hecho por él: ha sido y es su «refugio fortificado» (7b) y ha anunciado las maravillas divinas a lo largo de la vida (17b). Ahora, en la vejez y en las canas (18a), aún le queda tarea por delante: esperar y alabar (14), anunciar la justicia y la salvación (15b), y, sobre todo, entrar en la fortaleza divina (16). Cuando flaquean las fuerzas, Dios es fuerza y fortaleza (3.7.18). Este piadoso anciano no será humillado, sino que, rescatado de las simas de la tierra (20b), su voz, sus labios y su vida toda se emplean en la alabanza. La humillación queda para otros (13.24b). El anciano se acogió a Dios a lo largo de la vida, y nunca quedará defraudado (1). Los muchos años no son un signo del abandono de Dios, sino una vida mimada por el cariño del también «Anciano» (Dan_7:9), que «vive para siempre» (Apo_4:10). El anciano es maestro de vida. Aún tiene mucho que decir y mucho más que esperar. Este salmo puede ayudarle en su tarea.