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Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos blasfemos. (Apocalipsis  13, 1) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 13.

El dragón transmite su poder a la bestia, 13:1-18.
El demonio, arrojado del cielo sobre la tierra, lleno de furia se dispone a aprovechar el poco tiempo que le queda para deshacer, si le fuera posible, la obra de Dios en este mundo. El capítulo 13 nos describe cómo el Dragón organiza sus fuerzas para la lucha que se propone seguir contra la descendencia de la Mujer, es decir, contra la Iglesia de Cristo. Su reino es organizado imitando el modelo de su adversario, o sea el del Cordero. Al mismo Cordero opone Satanás la Bestia, el anticristo. Prepara incluso para su Bestia una especie de resurrección, de entronización imitación de la entronización del Cordero , de parusía diabólica. Estas escenas tienen lugar sobre la tierra en presencia del Dragón y van acompañadas con cánticos, imitando lo más posible lo que se había dicho del Cordero en los capítulos 4-5. Sin embargo, una Bestia sola no podía rivalizar con la potencia del Cordero. Esta es la razón de que Satanás consiga la ayuda de una segunda Bestia, la Bestia de la tierra 1. Las dos Bestias, imitando a los dos Testigos de Cristo 2, se enfrentan con el Cordero. Logran seducir a muchos hombres 3 sirviéndose de milagros aparentes; y los marcan con su señal. De este modo se enfrentan sobre la tierra dos ejércitos, el del Dragón, capitaneado por las dos Bestias, y el del Cordero. El desarrollo de la lucha seguirá un curso cuyo paralelismo con los capítulos 6-11 es evidente4.
El capítulo 13 nos presenta y describe esas dos Bestias, de las cuales se servirá el Dragón para hacer la guerra a la Iglesia de Cristo 5. La primera Bestia es el imperialismo romano con sus medios potentísimos de conquista, dominio y seducción. La otra Bestia representa el poder del sacerdocio pagano, especialmente el de Asia Menor, servilmente sometido al capricho de los emperadores.
El capítulo 13 se puede dividir en dos partes: la Bestia del Occidente (v.1-10), la Bestia del Oriente (v.11-18).



La Bestia del Occidente, 13:1-10.
1 Vi cómo salía del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre los cuernos diez diademas, y sobre las cabezas nombres de blasfemia. 2 Era la bestia que yo vi semejante a una pantera, y sus pies eran como de oso, y su boca como la boca de un león. Diole el dragón su poder, su trono y una autoridad muy grande. 3 Vi a la primera de las cabezas como herida de muerte, pero su llaga mortal fue curada. Toda la tierra seguía admirada a la bestia. 4 Adoraron al dragón, porque había dado el poder a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia? ¿Quién podrá guerrear con ella? 5 Dieselo asimismo una boca, que profiere palabras llenas de arrogancia y de blasfemia, y fuese concedida autoridad para hacerlo durante cuarenta y dos meses. 6 Abrió su boca en blasfemias contra Dios, blasfemando de su nombre y de su tabernáculo, de los que moran en el cielo. 7 Fuele otorgado hacer la guerra a los santos y vencerlos. Y le fue concedida autoridad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación. 8 La adoraron todos los moradores de la ¡tierra cuyo nombre no está escrito, desde el principio del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado. 9 Si alguno tiene oídos, que oiga. 10 Si alguno está destinado a la cautividad, a la cautividad irá; si alguno mata por la espada, por la espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos.

La primera Bestia simboliza, según Rev_17:10-14, el Imperio romano, tipo de todas las fuerzas que se levantarán contra la Iglesia en el decurso de los siglos. En efecto, el vidente de Patmos ve esa primera Bestia venir del Mediterráneo con siete cabezas y diez cuernos (v.1). Hay que tener en cuenta que la potencia del imperio romano era en gran parte marítima, sobre todo vista desde Asia Menor. En los diez cuernos, la Bestia llevaba otras tantas diademas, y en las siete cabezas, nombres de blasfemia. Las siete cabezas de la Bestia simbolizan una serie de siete emperadores que se sucedieron en el trono de Roma. Y probablemente también aluden a las siete colinas sobre las cuales se asentaba la capital del Imperio romano. Los diez cuernos representan diez reyes vasallos de Roma que actuaban en íntima conexión con ella en su política persecutoria contra la Iglesia. La identificación de esos reyes y emperadores resulta difícil e hipotética, como veremos después. La fábula representaba la hidra con muchas cabezas para significar su resistencia a la muerte, porque, destruida una cabeza, quedaban las otras. Los cuernos son en la Sagrada Escritura símbolos de la fuerza, incluso de la fuerza militar. Las coronas que llevaba la Bestia significan el poder regio de los distintos soberanos. En cada una de las siete cabezas hay un nombre de blasfemia, es decir, un nombre blasfemo. Tales debían de ser a los ojos de San Juan y de los cristianos de entonces los títulos que los emperadores romanos se daban a sí mismos, como vemos por las monedas y las inscripciones. Algunos de ellos eran indudablemente blasfemos: Augustus, Divus, Deus, Filius dei, Dominus, Salvator, Benefactor. Estos títulos herían profundamente a los judíos, monoteístas, y a los cristianos, porque con ellos una pura criatura trataba de arrogarse atributos divinos exclusivos de Dios. Domiciano fue el primero que empezó a usar estos títulos en la misma Roma, en donde ninguno de sus predecesores se había atrevido a aceptarlos 6, si exceptuamos el título de Augustus. El emperador Tiberio se excusa en una ocasión de haber permitido que los españoles le dedicasen un templo, siguiendo en esto el ejemplo de Augusto, que había permitido erigir en Per gamo un templo en su honor. Pero, si lo toleraba excepcionalmente, sabía muy bien como dice Tácito 7 que era un hombre mortal. También Nerón impidió que le dedicasen un templo en Roma. Solamente los admitió para después de su muerte, porque los honores divinos no se debían dar según él a un emperador mientras viviese entre los mortales 8.
En el v.2 nos describe el autor sagrado el aspecto exterior de la primera Bestia. Era semejante a una pantera, como la tercera bestia de la visión del profeta Daniel 9. Con esto, tal vez San Juan quiera significar la astuta agilidad y la crueldad felina propias de esta fiera. Las patas eran parecidas a las de un oso, con lo que quiere indicar la potencia irresistible de sus acometidas. Esta nota distintiva corresponde a la segunda bestia de Daniel10. La boca era como la de un león, el cual, arrojándose impetuosamente sobre su víctima, la deshace y la tritura con sus poderosas mandíbulas. También la primera de las cuatro bestias de la visión de Daniel era semejante a un león n. Por consiguiente, la descripción que nos da San Juan de la Bestia del Apocalipsis está compuesta de elementos tomados de las cuatro bestias de Daniel12 y se inspira evidentemente en ella. El profeta Daniel ve, en visión nocturna, salir del mar Grande, es decir, del Mediterráneo, cuatro grandes bestias, diferentes una de otra. La primera era como león con alas de águila; la segunda era semejante a un oso; la tercera era como un leopardo con cuatro cabezas; la cuarta, diferente de todas las otras, era terrible, espantosa, sobremanera fuerte, armada con dientes de hierro y tenía diez cuernos. Estas bestias representan otros tantos reinos 13 que se levantarán en la tierra antes que llegue el reino de los santos. De la cuarta bestia, la más temible de todas, armada con diez cuernos, vio Daniel que salía un cuerno pequeño, que derribó tres de los otros diez. Y tenía una boca que hablaba con arrogancia. La cuarta bestia simboliza el reino seléucida, del que salió el pequeño cuerno, Antíoco IV Epífanes, tan arrogante, que se levantará contra el Altísimo, pretenderá abrogar su Ley y perseguirá a los santos durante un tiempo, dos tiempos y medio tiempo, o sea durante tres años y medio.
El autor del Apocalipsis reúne los diversos elementos de estas cuatro bestias para componer la figura de su terrible Bestia. Las siete cabezas de ésta son la suma de las cuatro cabezas de la tercera bestia de Daniel más las cabezas de las tres restantes fieras del profeta. La Bestia del Apocalipsis forma, pues, la síntesis de las cuatro bestias de Daniel. Con lo cual el vidente de Patmos parece querer indicarnos que esta espantosa Bestia reúne en sí lo peor que los siglos han podido contemplar de fuerzas organizadas opuestas a los planes de Dios.
La cuarta bestia de Daniel, la más parecida a la primera del Apocalipsis, que designaba al imperio seléucida, fue posteriormente empleada para designar al Imperio romano. Esto se ve claramente por el Evangelio de San Lucas 14, en donde la expresión abominación de la desolación, que significaba para Daniel la obra de la cuarta bestia, encarnada en Antíoco IV Epífanes, se aplica al asedio de Jerusalén por las fuerzas de Roma. De igual modo, en el libro 4 de Esdras (11-12), las visiones de Daniel son transformadas para representar al imperio romano.
Por eso no tiene nada de extraño que San Juan, siguiendo la tradición apocalíptica de su tiempo, quiera simbolizar con su primera Bestia al Imperio romano. A esta Bestia entrega el Dragón, como príncipe de este mundo 15, su poder, su trono y una autoridad muy grande (v.2). Lo cual constituye una ridícula parodia de la entronización del Cordero en el cielo 16. El autor sagrado considera la Bestia como un poder satánico, agente terrestre del diablo. Esto se comprenderá mejor si tenemos presente que San Juan considera al Imperio romano como adorador de los ídolos y perseguidor de la fe. Es, en una palabra, la encarnación del poder de Satanás, opuesto al reino de Dios y a su Iglesia. A esto no obsta el que San Pedro 17 y San Pablo 18, considerando al Imperio romano como una fuerza conservadora del orden y de la paz social, lo presenten a los fieles como ordenado por Dios. Y por este motivo mandan a los cristianos pagar los tributos y rogar por el emperador y los gobernantes a fin de que puedan gozar de paz y servir en ella a Dios.
Después de la parodia de entronización de la Bestia, en el v.2 sucede algo inesperado. San Juan ve a la primera de las siete cabezas de la Bestia como herida de muerte, pero su llaga mortal fue curada (v.3). Probablemente se alude aquí a la restauración del Imperio romano, momentáneamente sacudido por la guerra civil que siguió a la muerte de Nerón. También el autor sagrado pudiera referirse al asesinato de Julio César, que pareció por un momento ser el fin del poder de Roma. Pero ésta se levantará más potente y gloriosa bajo Augusto, designado por el mismo Julio César como su sucesor. Para otros autores, la expresión su llaga mortal fue curada aludiría a los rumores populares acerca de Nerón redivivus, que los cristianos tal vez creyeron ver realizados en Domiciano, segundo Nerón por su persecución contra la Iglesia. Por aquella época corrían escritos judíos de tipo apocalíptico que afirmaban que Nerón no se había suicidado en el año 67, sino que se había refugiado entre los partos. De allí volvería a Roma con un ejército para destruirla e inaugurar los tiempos mesiánicos 19. Esta leyenda se fue transformando poco a poco, hasta presentar a Nerón resucitado y encarnando al demonio 20. Bien pudiera ser que San Juan se haya hecho eco de esta leyenda 21.
La Bestia herida 22 y curada es como un remedo del Cordero degollado y resucitado 23. Es otro caso de paralelismo polémico, bastante frecuente en esta última parte del Apocalipsis. Para combatir el reino de Cristo resucitado, el Dragón le opone el poder de un falso resucitado. El prodigio aparente de la curación de la Bestia despierta la admiración de toda la tierra, es decir, de las naciones conquistadas por Roma, que se rinden ante el poder de la Bestia y en ella adoran al Dragón (v.4). El autor sagrado alude indudablemente al culto imperial, muy extendido en Asia Menor, en el cual se tributaban honores divinos al Divus Imperator y a la dea Roma. El culto de los ídolos, que va implicado en la sujeción al imperio idolátrico de Roma, es en la Sagrada Escritura el culto a los demonios 24. Adorar al emperador o a Roma y adorar al demonio es todo uno en el pensamiento de San Juan. Los emperadores romanos, aceptando los títulos divinos y permitiendo la erección de templos en su honor, obligaban a sus súbditos a dar culto al poder romano y, en último término, al demonio. El culto de Roma y de sus emperadores se había difundido particularmente por la provincia pro-consular de Asia. En una inscripción de Halicarnaso se saluda a Augusto con las expresiones de Zeus paternal y salvador de todo el género humano. 25
El mundo se inclina ante la fuerza brutal del Imperio romano, y se somete de cuerpo y alma al principio que lo inspira. Este, para el autor del Apocalipsis, no es otro que el Dragón 26. Todos los moradores del Imperio romano, es decir, aquellos que no están escritos en el libro de la vida eterna, sino que adoran a los ídolos, se rindieron a la Bestia, exclamando: ¿Quién como la Bestia? ¿Quién podrá guerrear con ella? Son éstas expresiones que en el Antiguo Testamento se dirigen exclusivamente a Dios 27. De donde se deduce que los adoradores de la Bestia la consideraban como el dios más poderoso, contra el cual nadie podía levantarse.
Todo el universo está sometido al poder de Dios, pero es El quien, por sus altos juicios, permite la acción del Dragón, el cual inspira a la Bestia las palabras blasfemas que van implicadas en los nombres divinos que los cesares se arrogaron. La actuación de la Bestia se asemeja a la del pequeño cuerno de la visión de Daniel 28: hablaba con gran arrogancia, pronunciando palabras llenas de blasfemia (v.5). Los autores antiguos narran hechos blasfemos de divinización de los emperadores o de familiares de éstos 29. A la Bestia se le permite desarrollar su acción durante un período de cuarenta y dos meses, es decir, durante tres años y medio, que es el tiempo simbólico de toda persecución religiosa. El tiempo que es dejado al Dragón para que actúe sus planes está, pues, estrictamente delimitado. Durará tanto como la profanación del templo de Jerusalén por el pequeño cuerno, Antíoco IV Epífanes 30, como la predicación de los dos Testigos 31 y como el retiro de la Mujer en el desierto 32. Todos estos hechos son evidentemente simultáneos y constituyen aspectos diversos de un mismo suceso.
Las pretensiones de los emperadores romanos a ser divinizados constituían una suplantación de los derechos de Dios y un gravísimo insulto contra los santos que le aclaman en el cielo como tal (v.6). San Juan, profundamente irritado ante semejante pretensión, la considera como una blasfemia contra Dios, contra su santo nombre y contra su tabernáculo. El tabernáculo se identifica aquí con el cielo, concebido por el autor del Apocalipsis a semejanza del templo de Jerusalén. Esta actitud blasfema de la Bestia corresponde perfectamente con la realidad histórica, que nos es conocida por los autores antiguos. Suetonio nos habla de la arrogancia del emperador Domiciano, el cual dictó en cierta circunstancia una circular que comenzaba así: Dominus et deus noster sic fieri iubet. Y después se estableció que se le llamase y se le designase con estos títulos tanto por escrito como en la conversación 33. La madre de Domiciano era llamada madre de dios y reina del cielo. Y el hijo mayor de Domiciano, muerto a los dos años, era representado sentado en lo alto del cielo sobre un trono en actitud de juzgar junto con siete estrellas. La religión imperial constituirá en adelante el armazón del régimen y el criterio de la romanidad. El culto imperial llegó a ser con el tiempo la muestra de lealtad al imperio. Los cristianos, los santos, por rehusar practicar la religión idolátrica del imperio, eran considerados como enemigos del Estado, como anarquistas que atentaban contra la seguridad de la nación. Por eso se les perseguía y se les condenaba a muerte: Fuele otorgado a. la Bestia hacer la guerra a los santos y vencerlos (v.7). Los santos son los miembros de la Iglesia, la cual en aquel tiempo ya estaba extendida por toda tribu, pueblo, lengua y nación. Dios permite que la Iglesia sea perseguida y muchos de sus miembros muertos porque la tribulación sirve para purificarla y para mostrar su grandeza. La virtud como decía San Pablo se perfecciona en la flaqueza 34. Pero, si bien las persecuciones hacían que muchos cristianos fuesen abatidos, nunca pudieron abatir a la Iglesia en cuanto tal. Todo lo contrario, los vencidos en las persecuciones serán después los vencedores de sus mismos verdugos 35. La sangre de los mártires corno diría Tertuliano es semilla de cristianos. Dios en su providencia divina lo ha dispuesto todo de tal manera, que pueda servir al triunfo definitivo de su causa. Por eso, los cristianos no han de desalentarse al verse perseguidos a muerte, sino que han de confiar en Dios, que al fin les dará la plena victoria sobre sus enemigos.
La fuerza y el esplendor del imperio romano arrastró a muchos a darle culto. Los cristianos que se resistían eran inmolados como enemigos del Estado y de la religión. Pocos años después de la composición del Apocalipsis, Plinio el Joven narra en una carta al emperador Trajano la conducta que había seguido con los cristianos de Bitinia. A los acusados de cristianismo los hacía llevar ante la imagen del emperador y de los otros dioses para que les ofreciesen incienso e hicieran una libación de vino. Los que ejecutaban este rito eran puestos en libertad; en cambio, los que se negaban eran ejecutados como rebeldes 36. Años más tarde, el procónsul de Asia exigía a San Policarpo jurar por el nombre del César y llamarle Señor, Êýñéïò Êáßóáñ 37f a lo que el Santo se negó creyendo que esto era una confesión idolátrica. En tiempo de San Juan todavía no se había llegado a este extremo; pero el profeta, que veía el culto del emperador y de Roma extendido y solemnizado en la provincia proconsular de Asia, podía muy bien entrever adonde llegaría tal superstición.
Por eso dice muy bien que adoraron a la Bestia tocios los moradores de la tierra (v.8). Solamente los cristianos, cuyo nombre está escrito en el libro de la vida desde el principio del mundo, se negaron a ofrecer incienso a las imágenes de los emperadores. Los moradores de la tierra son los enemigos de Dios según la manera de hablar del Apocalipsis. Estos no están escritos en el libro de la vida del Cordero degollado. Aquí, como en Rev_21:27, el libro de la vida se atribuye al Cordero inmolado, porque ha sido El que con su inmolación sobre la cruz ha dado vida al mundo 38. Cristo tiene, pues, el libro de la vida en su poder 39, y de él puede borrar a los que sean indignos. Este libro está escrito desde la fundación del mundo, como se dice también en Rev_17:8. El plan divino de la redención por medio de la sangre del Cordero inmolado estaba ya determinado desde la eternidad. Cristo estaba predestinado desde la eternidad al sacrificio redentor de su vida, como lo afirma la i Pe: Habéis sido rescatados de vuestro vano vivir. con la sangre preciosa de Cristo, como de Cordero sin defecto ni mancha, ya conocido antes de la creación del mundo y manifestado al fin de los tiempos por amor vuestro.40
Pero para poder ser inscrito en el libro de la vida es necesario participar de los sufrimientos de Cristo. Porque sólo la vía de la cruz es la que conduce al cielo. Esta es la razón de que San Juan anuncie a los fieles sufrimientos y hasta la muerte con frases un tanto enigmáticas: Si alguno esta destinado a la cautividad, a la cautividad ira; si alguno mata por espada, por espada morirá (v.10). No se trata aquí de la ley del talión, porque rompería evidentemente la marcha del pensamiento. Se trata de una grave advertencia del vidente de Patmos hecha a sus lectores acerca de lo que va a ocurrir. De ahí la expresión: Si alguno tiene oídos, que oiga (v.9), con la que quiere llamar la atención de los cristianos de Asia sobre el peligro que les amenaza41. El autor sagrado tiene ante los ojos la lucha que se acerca, que ha de ser afrontada por los fieles no con la fuerza de las armas, sino con el sufrimiento, abrazándose con la cruz que a cada uno tenga el Señor preparada. Esta puede ser el destierro, que él mismo estaba sufriendo en Patmos, o la muerte, que muchos ya habían sufrido. Los cristianos han de aceptar con fe y paciencia las persecuciones, que en los planes divinos están destinadas a perfeccionarlos y a manifestar su virtud.
La advertencia de los v.9-10 está tomada de Jeremías42, que le da otro sentido. El profeta amenaza al pueblo israelita prevaricador con la cólera de Dios. Unos morirán de peste, otros al filo de la espada, otros perecerán de hambre y otros serán llevados cautivos. Pero esto será efecto de la justicia divina, que por estos medios castiga las iniquidades de su pueblo, mientras que en el Apocalipsis es la misericordia de Dios, que se propone por los mismos medios coronar a sus fieles con la corona de la gloria. La persecución promovida por los agentes del culto imperial pondrá a prueba la paciencia y la fe de los santos. Si saben soportarla por amor a Jesucristo, les alcanzará la vida eterna43. El Salvador había anunciado en diversas ocasiones a sus discípulos que tendrían que sufrir persecuciones y pruebas de todo género por su nombre. Pero las persecuciones serían ocasión para dar testimonio de Jesucristo y para manifestar la verdadera calidad del cristiano. Por su paciencia en la prueba salvarían sus almas.44



La Bestia del Oriente,Rev_13:11-18.
11 Vi otra bestia que subía de la tierra y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba corno un dragón. 12 Ejerció toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella e hizo que la tierra y todos los moradores de ella adorasen a la primera bestia, cuya llaga mortal había sido curada. 13 Hizo grandes señales, hasta hacer bajar fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. 14 Extravió a los moradores de la tierra con señales que le fue dado ejecutar delante de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que hiciesen una imagen en honor de la bestia, que tiene una herida de espada y que ha revivido. 15 Fuele dado infundir espíritu en la imagen de la bestia, para que hablase la imagen e hiciese morir a cuantos no se postrasen ante la imagen de la bestia, 16 e hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les imprimiese una marca en la mano derecha y en la frente, 17 y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre.18 Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.

Después de la visión de la primera Bestia, San Juan ve otra Bestia, que se diferencia de la primera. La primera sale del mar, es decir, viene del occidente; la segunda, en cambio, viene de la tierra, o sea, para Juan, que estaba en Patmos, la tierra era el Asia Menor. La primera tenía diez cuernos, expresión de su gran poder; la segunda sólo tiene dos, que se asemejan a los de un cordero. El profeta Daniel también nos habla de un carnero con dos cuernos 45, que para él representaba el imperio persa. No obstante el aspecto manso de cordero que tenía la segunda Bestia del Apocalipsis y que parecía hacerla poco temible, su lenguaje es venenoso y maléfico como el del Dragón (v.11). Con lo cual el autor sagrado quiere significar su actuación en extremo peligrosa y ponzoñosa. Ejerce una actividad muy amplia y maléfica en favor de la primera Bestia.
Es, por lo tanto, una aliada de ella. Le presta su ayuda no con solas palabras, más o menos persuasivas, sino con grandes prodigios, hasta hacer bajar fuego del cielo. Y con estos portentos, obrados delante de la primera Bestia y en honor de ella, logra arrastrar a los hombres en pos de la Bestia, que, habiendo recibido una herida mortal, había revivido. Todavía hace más: infunde espíritu de vida en las imágenes de la Bestia para que hablen. Con esto inducía a todos a que adorasen a la Bestia y hacía morir a los que se resistían a este homenaje. Además, hacía marcar a todos en la frente y en la mano con la señal de la Bestia.
Todos estos detalles nos pintan al vivo el carácter de esta segunda Bestia, que no representa una potencia político-militar como la primera, sino una potencia espiritual al servicio de ella. No dispone de la fuerza, sino de la persuasión y del arte de prestidigitación para engañar a los hombres. Es una fuerza filosófico-religiosa, una especie de personificación de los falsos profetas disfrazados con piel de cordero de que nos habla Jesús en el Evangelio 46. De ahí que, si la primera Bestia era el tipo del anticristo político, la segunda es el tipo del anticristo religioso. Tiene que ser un poder espiritual que obra poderosamente sobre las almas, induciéndolas a rendir culto a la primera Bestia. Se trata de un poder religioso (v.13), que ejerce al mismo tiempo un poder político de parte del imperio (v.12), y promueve el culto imperial y la persecución contra los cristianos (v.12 y 15)47.
Todas estas características corresponden bien al sacerdocio pagano, que tomaba parte en el gobierno municipal de las ciudades y de las provincias. Algunos autores ven en esto una alusión a los colegios sacerdotales del culto de Cibeles, el cual estaba muy extendido por la provincia proconsular del Asia Menor y tenía relación con el culto imperial48. Pero más probablemente se debe de referir a todo el sacerdocio del Asia Menor, que se esforzaba por promover el culto imperial. Tal vez la ciudad de Per gamo fuera el centro de irradiación de este movimiento en favor del culto imperial49. Por aquel entonces existían también religiones sincretistas, especialmente de tendencia gnóstica, que con sus ideas filosófico-religiosas y sus imitaciones del cristianismo amenazaban destruir la verdadera esencia del mensaje cristiano. Todo esto debía de estar presente en la mente de San Juan.
La actividad de la segunda Bestia es de carácter indudablemente religioso. Su ministerio va encaminado a la propagación del culto de la primera Bestia, o sea del culto imperial (v.1a). Para conseguir esto mejor recibe del Dragón el poder de obrar milagros. La primera Bestia había logrado, mediante el prodigio de su aparente resurrección, que toda la tierra la adorase50. La segunda también obra aparatosos portentos, con el fin de inducir a los hombres a adorar la estatua de la primera. Los prodigios obrados por la segunda Bestia en favor del César, se asemejan a los que hacía Elias en favor del culto de Yahvé51. Esta especie de milagros los hacía delante de la primera Bestia, es decir, delante de las estatuas de los emperadores y de sus representantes. Grande fue la importancia que tuvo la estatua del emperador en el juicio de los cristianos delante de los procónsules52. En este sentido, el culto imperial vino como a resumir todo el sistema religioso del paganismo romano, y sus exigencias servían de piedra de toque para saber si un acusado cumplía o desobedecía las leyes del imperio, si era blasfemo de la religión oficial y, como tal, reo de muerte 53.
Los portentos de la segunda Bestia consiguen extraviar a los moradores de la tierra (v.14), admirados ante el fuego caído del cielo, y los arrastra al culto de la primera Bestia. Jesucristo ya había anunciado que surgirían falsos profetas y seudotaumaturgos que harían portentos para seducir a los hombres 54. Y San Pablo también afirma que la venida del anticristo irá acompañada del poder de Satanás, de todo género de milagros, señales y prodigios engañosos, y de seducciones de iniquidad para los destinados a la perdición.55
La segunda Bestia se esfuerza, además, en hacer levantar estatuas a la primera Bestia, o sea a Roma y a sus emperadores. Estas estatuas eran muchas veces imágenes que aparentemente hablaban o se movían (v.15). Los paganos, tanto griegos como romanos, tenían gran fe en las estatuas parlantes. Era fácil introducir un hombre en una estatua hueca para que hablase 56. En las ruinas de santuarios paganos antiguos se han encontrado tubos o huecos ingeniosamente dispuestos, contiguos a las estatuas de los dioses, por donde los sacerdotes idólatras podían hablar, produciendo la sensación de que eran las estatuas las que hablaban. Son todas supercherías, bastante frecuentes en el paganismo antiguo, de las cuales debió de servirse el sacerdocio pagano de Asia Menor para acreditar ante el pueblo el culto imperial. También en el mundo pagano se atribuían milagros y grandes prodigios a personajes determinados. El ejemplo más típico lo tenemos en la vida legendaria y taumatúrgica de Apolonio de Tiana contemporáneo de San Juan escrita por Filóstrato. También en los escritos de Jámblico y de Porfirio se narran hechos portentosos, que pueden ser considerados como obra de magia y prestidigitación.
La Bestia, al mismo tiempo que se servía de estos artificios para promover el culto imperial, se constituía en denunciadora de los que no adoraban a la Bestia. En la carta de Plinio el Joven al emperador Trajano refiere el legado cómo le eran llevados los cristianos para que los juzgase, y cómo se le presentaban listas de gentes denunciadas por ser cristianas sin la firma de los denunciantes. A lo cual contesta el emperador diciendo: No se han de llevar a cabo pesquisas a propósito de los cristianos; pero, si son acusados y convencidos, hay que castigarlos. Por lo demás, en ningún género de crímenes se han de aceptar denuncias que no estén firmadas por alguien, ya que esto serviría de pésimo ejemplo57. De aquí se puede deducir que no eran las autoridades romanas, sino otras, las que llevaban la iniciativa de la persecución. La situación descrita por Plinio hace suponer que gran número de gentes de todas clases y condiciones, tanto del campo como de la ciudad, se hacían cristianas. Con esto, los templos y las fiestas paganas eran poco frecuentados, y la carne de las víctimas sacrificadas en los templos no se podía vender. Ante esta situación, el sacerdocio pagano debió de reaccionar violentamente en contra de los cristianos, convirtiendo la cuestión religiosa en una cuestión de lealtad al poder imperial.
La Bestia, o sea, el sacerdocio pagano todavía va más lejos en su odio perseguidor. Acude a toda suerte de sanciones económicas y sociales para vencer la resistencia de los cristianos que no quieren adorar la estatua del emperador (v. 16-17). Obliga a toaos los hombres, pequeños y grandes, ricos y pobre, libres y siervos, a imprimir una marca en la mano y en la frente, sin la cual ninguno de ellos podía comprar o vender. La marca o señal (×Üñáãìá) que los adoradores de la Bestia llevaban sobre la mano derecha y sobre la frente, es una imitación de la señal que llevaban los seguidores del Cordero 58. La marca que llevaban era el nombre de la Bestia o la cifra de su nombre. La imagen de este mareaje está tomada de los tatuajes sagrados que existían en ciertos cultos paganos. En algunos santuarios antiguos se imprimía una marca a fuego a los que estaban dedicados al culto de dicho templo. También los esclavos y los soldados llevaban una marca hecha a fuego. Y Ptolomeo Filopator, rey de Egipto, hizo imprimir a fuego sobre la carne de los judíos el signo de Dionisos-Baco, que consistía en una, hoja de hiedra 59. El autor del Apocalipsis se sirve de todos estos datos ambientales para expresar la pertenencia a la Bestia, sin que sea necesario admitir un tatuaje real. No hay razón para ver en esta señal una especie de certificado oficial de lealtad al emperador parecido a los libelli de Decio 60, porque, a fines del siglo I, los cristianos todavía no eran numerosos. Además, en aquella época nadie rehusaba el culto imperial, excepto los judíos que estaban dispensados. Y los cristianos, o bien pasaban por judíos, o bien se distinguían fácilmente de los demás por su aislacionismo. La interpretación que ve en esta señal el uso de las monedas, que llevaban grabada la efigie del emperador con sus títulos divinos, no parece tener mucha probabilidad, pues no podría ser designada por una señal hecha sobre la frente. Por otra parte, los cristianos nunca fueron tan fanáticos que rehusaran servirse de las monedas corrientes. En esto seguían el ejemplo y la doctrina de Jesús, propuesta cuando fue interrogado por los fariseos acerca de las relaciones de la religión con el poder romano 61.
En la historia de las persecuciones se descubren innumerables medios y motivos excogitados por los perseguidores para excluir a los cristianos de la vida social, impidiéndoles el acceso a los puestos y cargos del Estado y de la ciudad 62.
El autor del Apocalipsis termina indicando el nombre de la Bestia (v.18), causa de tantos males y persecuciones para los seguidores de Cristo. Pero, por razones de prudencia, y porque sería peligroso comprometer a las comunidades cristianas con una acusación de lesa majestad, no dice expresamente: esa Bestia de que os hablo es el Imperio romano o el emperador fulano de tal. Da el nombre de la Bestia, pero cifrado, y encubriéndolo en forma de adivinanza. Por eso, para llegar a descifrar la adivinanza se necesita inteligencia y buen cálculo. Los antiguos se valían de la guematria para estos casos. La guematría era el arte de indicar los nombres valiéndose del valor numérico de sus letras. Sabido es que los antiguos se servían de las letras del alfabeto para designar las cifras matemáticas. Los números que nosotros usamos hoy día han sido tomados de los árabes en época posterior. La guematría era bastante corriente entre los judíos y los grecorromanos. En Pompeya se han encontrado excelentes ejemplos de guematría, como éste: Yo amo a aquella cuya cifra es 545.63
Los lectores del Apocalipsis debían de conocer la clave o el secreto para interpretar el número propuesto por San Juan. Para nosotros, en cambio, resulta muy difícil el saber con certeza a qué nombre se refiere, porque una sola cifra puede corresponder a muchos nombres. Conociendo un nombre, resulta muy fácil sacar su cifra; pero teniendo solamente la cifra, es dificilísimo llegar al conocimiento cierto del nombre si no hay otras circunstancias que puedan contribuir a esclarecer el enigma. Es lo que sucede en nuestro caso, en el que sólo conocemos la cifra y las circunstancias no son tan determinantes que nos puedan indicar con seguridad a qué nombre se refiere. La cifra que nos da San Juan designa indudablemente el nombre de la Bestia, ya se trate de un hombre determinado o de una categoría de hombres. Pero ¿cuál es el número exacto que nos da San Juan? El texto original no es seguro, pues algunos códices dan el número 616, y los otros el 666. La mayoría de los códices y los mejores leen el número 666. Un pequeño grupo, en cambio, compuesto por el códice griego C, por el latino Laudianus, el armeno 4 y por San Ireneo 64, tienen el número 616. ¿Será el 616 una variante intencionada para encontrar en el número un nombre determinado? ¿Será el 666 más conforme con el sentido peyorativo que tiene el número 6 en el Apocalipsis? Se han propuesto variadísimas y numerosas interpretaciones a propósito de ambas cifras.
Aceptando el número 666, que, según la crítica textual, es el que se ha de preferir, se han propuesto las siguientes interpretaciones: Si el cálculo guemátrico se hace con letras hebreas, lo que no sería imposible tratándose del Apocalipsis, el criptograma podría ser QSR: (= ico + 6o + 200) NRON (= 50 + 200 + 6 + 50. Total, 666) = César Nerón 65; o también QYSR (=100+10 + 60 + 200) RWMYM (= 200 + 6 + 40 + ßï + 40. Total, 666) = César de los Romanos. Si el cálculo se hace con letras griegas, se pueden suponer varias posibilidades: ëáôåÀíïâ: latino = 666; o también Þ ëáôßíç âáóéëåßá: el imperio latino = 666.
A propósito del número 616 son también varias las interpretaciones. Como el Apocalipsis se dirige a los cristianos de lengua griega, muchos autores han pensado en el título de Êáßóáñ -âåüâ (= KAISAR: 20 + 1 + 10 + 200 + 1 + 100; ZEOS: 9 + 5 + 70 + 200. Total, 616) = César es dios. Otros autores proponen leer Þ éôáëç âáóéëåßá: el imperio de Italia = 616. Si la guematría se hiciese con letras hebreas, sería: QYSR ROM = César de Roma: 616; o también QSR NRO = César Nerón: 616. R. Schütz 65 sugiere que la cifra 616, tal como nos la ofrece el códice Laudianus: DCXVI, haría referencia a un sello imperial grabado sobre las monedas, y que contendría las iniciales de Domiciano (= D) César (= C) y la fecha del año 16 (= XVI) de su tribunitia potestas. El inconveniente que tiene esta hipótesis es que el cálculo se haga sobre números romanos, quizá poco conocidos entre los griegos y judíos.
Por otra parte, el nombre de Nerón también se puede aplicar a Domiciano, el nuevo Nerón. Así lo hacen varios autores antiguos, como Juvenal67. Plinio dice de Domiciano: Neroni simillimus68. Y Tertuliano lo llama portio Neronis de crudelitate 69. Como es sabido, fue Nerón el que inició la persecución contra los cristianos. Pero a Nerón hay que considerarlo no tanto como persona particular, que ya había muerto, cuanto como símbolo de los futuros emperadores que habían de perseguir a la Iglesia. Spitta, Holtzmann y otros encuentran la cifra 616 en el nombre de Calígula, ÃÜéïâ Êáßóáñ. Y la muerte-resurrección de la Bestia aludiría a la grave enfermedad de la que sanó Calígula al comienzo de su reinado 70.
En resumen, por lo dicho se podrá entrever la dificultad de determinar con absoluta certeza el nombre de la Bestia. Hemos de tener en cuenta también el simbolismo de San Juan, tan importante en el Apocalipsis. La cifra 666 es muy posible que tenga un valor simbólico de imperfección y deficiencia (=7 1): es un querer acercarse a 7, número de la perfección y plenitud, pero nunca podrá llegar a él. En este sentido se contrapone a la cifra del nombre de Jesús, que en griego da el valor numérico de 888 ( = 7 + 1). El 888 es un número perfecto, que significa plenitud, porque está compuesto del número 7 más i. Sabido es cómo en el Apocalipsis el número 7 es símbolo de plenitud. Por consiguiente, Jesús tiene por contraposición con la Bestia una superplenitud de ser y de poder porque supera a 777 71. Sin duda que San Juan explicaría de palabra el sentido de este nombre. Pero él ha querido transmitirlo a la posteridad bajo esta forma velada para evitar que los representantes del emperador de Roma pudieran tomar represalias contra los cristianos. Por esta misma razón, como es muy probable, designa a Roma en el capítulo 16 bajo el nombre de Babilonia.

1 Rev_13:11-12. 2 Ap 11. 3 Rev_13:13-15. 4 E. B. Allo, o.c. p.202-203. 5 Cf. H. Schlier, Vom Antichrist. Zum 13 Kapitelder Offenbarung Johannes: Theologische Aufsátze K. Barth zum 50 Geburtstag (München 1936); P. Bellet, Consideraciones sobre el capítulo 13 del Apocalipsis: XIII SemBiblEsp (Madrid 1953) 359-3?6; W. Barclay, Great Themes of the New Testament: V. Revelation 13: ExpTim 70 (1958-1959) 260-264.292-296- 6 Suetonio, Domitianus 13:2. 7 Annales 4:37-38. 8 Tácito, Annales 15:74. 9 Dan_7:6. 10 Dan 7:5- 11 Dan_7:4; cf. Ose_13:7-8. 12 Dan_7:2-8. 13 Dan_7:17-26. 14 Luc_21:20. 15 Mat_4:8; Luc_4:5-6; Jua_12:31. 16 Rev_5:12. Cf. E. B. Allo, o.c. p.205- 17 1Pe_2:13-14. 18 Rom_13:1-6. 19 Cf. Tácito, Aúnales, 2:8-9; Suetonio, Nerón 57. 20 Cf. Ascensión de Isaías 4:2. 21 Cf. M. García Cordero, o.c. p.146. 22 P. S. Minear, The Wounded Beast (Rev_13:3): JBL 72 (1953) 93-10i. 23 Rev_5:6.9.12. 24 Deu_32:17; 1Co_10:20; Rev_9:20. 25 Citada por A. J. Festugiére-Fabré, Le monde gréco-romain au temps de N. S. II p.8. 26 E. B. Allo, o.c. p.aoy. 27 Cf. Exo_15:11; Sal_35:10; Zac_3:2; Dan_10:13.203; Dan_12:1; Jds o. 28 Dan_7:8. 29 Cf. Suetonio, lulius Caesar 88; Augustus 100:4. 31 Rev_11:3. 30 Dan_7:8.20. 32 Rev_12:6.14. 33 Suetonio, Domitianus 13. 34 2Co_12:9. 35 Rev_20:4-6. 36 plinio el joven, Epíst. 96. 37 Martirio de San Policarpo 8. 38 Cf. Jua_3:15-16; Jua_6:33-51. 39 Rev_3:5. 40 1Pe_1:18-20. Cf. Boulgakof, Du Verbe incarné (París 1943) P-34- 41 San Juan ya había empleado la misma frase en Rev_2:7ss. Jesús también la usa en varias ocasiones (Mat_11:15; Mat_13:9.43). Los oídos para oír no designan los oídos corporales, sino la voluntad de escuchar la palabra de Dios que se les propone. 42 Jer 15:2. 43 Rev_14:12. 44 Mat_5:11-12; Mat_10:22-23; Luc_21:12-19. 45 Dan_8:3. 46 Mat_7:15; cf. Rev_16:13; Rev_19:20; Rev_20:11. 47 Rev_19:20. 48 Cf. P. Touilleux, L'Apocalypse et les cuites de Domíífen et Cybéles p.80-97. 49 Cf. Apo_2:12s. Dom Guiu M. Camps, o.c. p-306. 50 Rev_13:3-4. 51 1Re_18:38. 52 Cf. Plinio El Joven, Epíst. 96. 53 E. B. Allo, o.c. p.229. 54 Mat_7:15; Mat_24:11.24; Mar_13:22. 55 2Te_2:9-10. 56 Cf. Recognitiones Clementinae 3:47; Atenágoras, Legatio 18; 26; Luciano, De dea syria io. 57 Plinio El Joven, Epíst. 96 y 97. 58 Cf.Ap 7:3-4. 59 Gf. 3 Mac 3:29. 60 W. M. Ramsay (The Letters to the Seven Churches of Asia [Londres 1904] p.iio-in) y el P. E. B. Alio (o.c. p.212) creen que se trata de una especie de libelli, como los que se dieron a los apóstatas en tiempo de Decio. 61 Mt 22:21. 62 Cf. Eusebio, Hist. Eccl 5:1:5; Sozomeno, Hísf. 5:18: PG 67:1269. 63 Citado por A. Deissmann, Licht vom Osten (Tubinga 1909) p.207. 64 San Ireneo, Adv. haer. 5:30:1. 65 Cf. C. Bruston, Le chiffre 666 et l'hypothése du retour de Nerón (París 1880); V. Burch, Reasons why Ñero should not be found in Revelation 13: The Expositor, 19 (1920) 18-28; W. E. Beet, The Number ofthe Beast: ibid. 21 (1921) 18-31; E. B. Allo, o.c. exc.34 P-232-236; F. Cramer, Die symbolische Zahl 666 in der Rev_13:18 : TG 44 (1954) 63; C. Cecchelli, 666 (Rev_13:18); Studi in honore di G. Funaioli (1955) p.23-31; S. Bartina, o.c., exc.4: La cifra de la bestia p.723-726. 66 Die Offenbarung des Johannes und Kaiser Domitian (Góttingen 1933) P-65- 67 Satir. 4:37-38. 68 Paneg. 53. 69 Tertuliano, Apol 5. 70 Suetonio, Calígula 14. 71 Gf. S. Bartina, o.c. p.726.


Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 13

18 Y se situó sobre la arena del mar.

13,1 Vi subir del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos, diez diademas, y sobre sus cabezas, nombres blasfemos. 2 La bestia que vi era semejante a una pantera, y sus patas eran como de oso y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad. 3a Vi que una de sus cabezas estaba como herida de muerte, pero su herida mortal se había curado.

El dragón, símbolo de Satán (12,3), presentado ya antes como monstruo marino que arrojaba agua por la boca (12,15), se suscita de su elemento, el mar -último resto del caos primordial (cf. Gén l,ls; 2Pe_3:5 s; Ap 21,1- un auxiliar; como engendro del abismo (cf. 11,7) emerge de las aguas el coloso animal informe. Su parte superior se asemeja como una copia a la del dragón (12,3), sólo que aquí las coronas, símbolos del poder, se han elevado a diez, como señal de que Satán pone en él en juego todo su poder. Al vidente no le interesa tanto la descripción en sí como las insinuaciones que con los rasgos particulares quiere él hacer sobre la naturaleza y la acción de esta bestia. Gran inteligencia («siete cabezas»), gran fuerza («diez cuernos») y autoridad soberana («diez diademas») reúne en sí mismo, como su arquetipo Satán (cf. 12,3), que se manifiesta en él. Que la bestia representa al adversario de Dios resulta de los nombres que lleva en sus cabezas; son títulos de soberanía, con los que se arroga ser Dios él mismo.

De la ulterior descripción del monstruo se desprende que el vidente fundió en uno los cuatro animales que se había mostrado a Daniel en su visión (Dan_7:2-7); los cuatro animales simbolizan en Daniel cuatro poderes terrenales, cuatro reinos (Dan_7:17-25); en el cuarto destaca el profeta la heterogeneidad de su poder (Dan_7:24) y lo antidivino de su talante (Dan_7:25), como también se menciona expresamente dos veces su combate contra «los santos» (Dan_7:21.25; cf. Rev_13:7). El que Juan utilice en su descripción estas figuras simbólicas de cuatro reinos, tomadas de Daniel y las condense en una figura de animal, significa seguramente, en primer lugar, que él ve en el Anticristo un gobernante político que pone en juego todo su poder al objeto de eliminar el último resto de la soberanía de Dios sobre la tierra y de contribuir a que lo antidivino alcance absoluto dominio sobre el mundo y la humanidad.

Que el esfuerzo de la bestia culmina efectivamente en esto y que incluso es ésta la única razón de su existencia viene destacado expresamente mediante el acto de delegación con que Satán transmite sus poderes a la bestia.

Por lo demás, en este rasgo particular de la transmisión de poderes aparece con especial claridad la imitación y el paralelo con el Mesías de Dios (cf. Mat_28:18; Joh_17:2), tanto más cuanto que los límites del poder se extienden análogamente a como Cristo lo había afirmado de sí durante su vida (Joh_10:17 s) y lo demostró con su resurrección (Joh_2:8). El que el Anticristo se halle en condiciones de representar la resurrección de Jesús, invirtiéndola satánicamente, es algo que produce sobre los hombres un efecto especialmente persuasivo, como más adelante se destaca todavía dos veces (Joh_13:12.14); la multitud sigue fascinada tras la bestia, como ante un prodigio tangible.

La bestia tiene una constante capacidad de regenerarse y reanimarse de sus heridas mortales. Con este símbolo parece darse a entender, ante todo y sobre todo, que el poder mundano del Anticristo, contrario a Dios, está constantemente presente en la historia después de Cristo; cuando se retira uno de sus titulares («herida de muerte»), ese poder no desaparece juntamente con él; en su presencia permanente da la sensación de ser invencible y simula eternidad.

3b Y la tierra entera, fascinada, seguía tras la bestia. 4 Adoraron al dragón porque había dado la autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: «¿Quién como la bestia y quién puede hacer la guerra contra ella?»

El poder que se presenta como absoluto y total logra así el efecto perseguido sobre los hombres; se declaran partidarios de la bestia y de aquel que, como ser divino, le ha conferido tal poder. La aclamación religiosa «¿Quién como la bestia... ?» significa una apoteosis del poder y de sus representantes. El dragón es reconocido como verdadero y propio fundamento de este poder; ahora bien, dado que él, perteneciendo a un orden extramundano, permanece personalmente invisible, los honores divinos que se le reconocen se tributan a la bestia, trasunto de su ser, cuya asociación con el dragón se describe a ojos vistas por analogía con la relación entre Dios y Cristo, que en la Escritura está caracterizado como «reflejo de su gloria, impronta de su ser» (Heb_1:3). Así se funda una religión de la bestia, contrapuesta como su contrario a la religión de Cristo; en ella se reemplaza con imitación ridícula y blasfema la adoración de Dios y de su Ungido por el culto a Satán y a su emisario.

5 Y se le dio una boca que profería palabras orgullosas y blasfemas, y se le dio autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses.

Antes de pasar a la descripción de la actividad de la bestia se habla del instrumento de que ella se sirve principalmente: su «boca». De ésta se dice en primer lugar que «se le dio»; como sujeto agente de este giro en voz pasiva tan frecuente en el Apocalipsis (por ejemplo:Heb_6:2.4.8.11; Heb_7:2, etc.) se sobrentiende siempre a Dios (cf. también Joh_19:11); en efecto, todo lo que existe, le debe sus recursos y su capacidad. Incluso cuando las criaturas emplean sus posibilidades contra el Creador, sólo pueden hacerlo porque él se lo permite; esto último viene subrayado expresamente, como anteriormente (Joh_11:2), con la indicación de una restricción temporal perfectamente definida de la posibilidad de acción de la bestia, a saber, con la medida del daño apocalíptico (cf. comentario a 11,2).

6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, blasfemando de su nombre y de su morada, de los que moran en el cielo. 7a Y se le permitió hacer la guerra contra los santos y vencerlos.

La bestia sabe, como hábil orador, llamar la atención y hacer impresión con palabras altisonantes; sólo que su elocuencia fascinadora y embriagadora la emplea exclusivamente para proferir blasfemias. Los nombres blasfemos que lleva sobre la cabeza (13,1), con los que se quería caracterizar su ser. quedan ahora confirmados también con sus palabras; su discurso va dirigido contra Dios, contra todo lo que le pertenece y contra todos los que están de su parte en el cielo y en la tierra. No sólo con palabras, sino también con obras puede la bestia combatir a los que creen en Dios en la tierra; así pone en acción en la tierra una persecución de los «santos», del pueblo santo de Dios, es decir, de los fieles de Cristo, y tiene éxito con ella (cf. comentario a 12,17). Como los dos testigos, también los fieles sucumben ahora a la violencia externa. Dios permite que los que están de parte de él y de su Mesías tengan que pagar su fidelidad al más alto precio, esperando de ellos el testimonio de su sangre en la entrega de su vida terrena. Sin embargo, la Iglesia de Cristo y todos cuantos se reconocen como sus seguidores no están bajo la presión angustiosa del «breve tiempo» (12,12), que imprime el sello de lo pasajero a todas las victorias de Satán; los mártires cristianos saben que sus nombres están escritos indeleblemente en el libro de la vida (cf. comentario a 3,5); tienen con la Iglesia de Cristo el aliento de la eternidad (Mat_16:18).

7b Y se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. 8 Y lo adorarán todos los moradores de la tierra, aquellos cuyo nombre no está escrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado.

La bestia, poniendo en juego el poder diabólico, llevará a cabo la obra maestra -constantemente anhelada en la historia del mundo, y que como tal debe enjuiciarse positivamente- de aunar políticamente a los pueblos de la tierra y de reunirlos en una organización mundial. En esta forma de unificar el mundo ve sin embargo latente el Apocalipsis «el poder de las tinieblas» (Luk_22:53); esta obra la lleva a cabo gracias al poder que el dragón transfiere a la bestia, con el cual persigue un objetivo muy particular. Con este poderío se ofrece ya desde ahora a la bestia la posibilidad de establecer en todas partes la adoración divina de sí misma y del dragón. «Los moradores de la tierra» -fórmula estereotipada del Apocalipsis (cf. comentario a 6,10), que aquí se define en contraposición con los elegidos («aquellos cuyo nombre no está escrito, desde la creación del mundo...»)-, los hombres del mundo, se adaptan de buen grado a esta exigencia, pues para ellos lo de la tierra es también lo que cuenta en definitiva. Los elegidos, sin embargo, no doblan la rodilla, se mantienen fieles a su elección eterna aun en medio de tal gravamen exterior y recusan a la bestia la sumisión y el reconocimiento en la certidumbre de fe de que, con la segunda venida de su Señor al final de los tiempos, compartirán con él para siempre la verdadera soberanía universal.

9 Quien tenga oídos, oiga. 10 Quien va destinado a cautividad, a cautividad vaya. Quien es muerto por la espada, por la espada sea muerto. Así son la constancia y la fe de los santos.

Se han deslindado frentes bien definidos, que excluyen toda posibilidad de entendimiento. Los que quieren permanecer fieles a Dios y a Cristo, quedan separados del resto de la comunidad. Ello resulta, a la postre, de lo que se ha puesto de manifiesto y se formula como las palabras sobre el vencedor puestas al final de cada una de las siete cartas, se subraya exigiendo prestar especial atención (cf. 2,7 y passim).

La exhortación se apoya, sin duda, en dos textos de Jeremías (Jer_15:2; Jer_43:11) y significa materialmente y en concreto lo mismo que allí: la suerte del vencido es la deportación o la muerte; para ello hay que estar, pues, preparados 39.

Bajo la soberanía del Anticristo, que será absoluta en extensión y en intensidad, no existe ya posibilidad de evadir la última decisión huyendo y retirándose a la obscuridad. La Iglesia, en virtud de esta visión anticipada que le dio Cristo para que la acompañase en su camino a lo largo de la historia, es siempre una Iglesia sin ilusiones; conoce su suerte en la tierra, análoga a la de su Señor y Maestro, y acepta su destino sin rebelión al exterior, con la resistencia interna de una fe paciente. Con esta convicción y con esta mirada a lo futuro que queda, por encima de lo presente que pasa, va el cristiano incluso al martirio, que acepta en seguimiento de «Jesucristo, el testigo fiel» (Jer_1:4)40.

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39. La exigencia del v. 10, formulada muy concisamente en forma de mandato, fue entendido mal por el copista -como lo muestra una lectura variante atestiguada ya en fecha temprana- y completada y reinterpretada de esta forma: «Quien lleva a prisión, va a prisión; quien mata a espada, debe morir a espada.» Así, el llamamiento que lo exige todo a cada uno se convierte en palabras de consolación para los perseguidos. Que este texto no puede tenerse por original resulta de sus dos pasajes de referencia en el Antiguo Testamento (Jer_15:2; Jer_43:11), así como del entero contexto, y en particular de la exhortación a la constancia que sigue inmediatamente.

40. Para una caracterización más concreta del Anticristo se hallan los siguientes puntos de apoyo en los rasgos fundamentales de su figura descritos en el Apocalipsis: 1) La interpretación en sentido exclusivamente de historia del tiempo se basa sobre todo en los dos hechos siguientes: Los cuatro animales de la visión de Dan 7 están reunidos en el diseño de la primera bestia apocalíptica. Ahora bien, el cuarto animal de Daniel era interpretado como el imperio romano por el judaísmo de la época en que se escribió el Apocalipsis. Así parece natural conjeturar que también Juan se refiriera a la potencia mundial que representaba Roma, tanto más que él presenta a la primera bestia surgiendo del mar, o sea, visto desde Asia Menor, al oeste, en la dirección de Roma. Los nombres blasfemos sobre la cabeza de la bestia podrían también casar con esta interpretación; serían la referencia al culto del emperador, que por lo menos desde el reinado de Domiciano atribuía al emperador predicados de soberanía divina. Sobre esto hay que decir: No cabe duda de que Juan se basa en su descripción en figuras y experiencias de su contorno histórico. Es igualmente exacto que quería señalar caminos a los cristianos de su tiempo, a los que amenazaban situaciones peligrosas. Era de prever que la divinización de los soberanos romanos en el culto del emperador, los cuales se aplicaban a sí mismos la reivindicación de totalidad de Dios y de Cristo, debía conducir a un choque entre los cristianos y el poder del Estado romano. Esta es en realidad la perspectiva de historia temporal del Apocalipsis; de ahí la justificación de una interpretación en sentido de la historia del tiempo. 2) Ahora bien, aun cuando el carácter de la primera bestia está representado más o menos concretamente en manifestaciones históricas, como el culto al emperador romano, sin embargo, no se expresa exhaustivamente en este fenómeno histórico único, habido lugar una sola vez. La primera bestia aparece al mismo tiempo en la descripción del Apocalipsis como un poder presente en todo el tiempo final posterior a Cristo (cf. 12,4.13.17s; 13,1 ss). Así pues, como entonces en el culto del emperador, también en el tiempo subsiguiente estará constantemente representado en manifestaciones históricas cada vez nuevas y será en cierto modo simultáneo a todo el tiempo posterior a Cristo. Por consiguiente, el imperio romano en su actitud frente al cristianismo tendrá en este libro profético el valor de tipo de todos los poderes hostiles a Dios y a Cristo que se manifiesten en el transcurso de la historia. Así pues, la perspectiva profética se extiende más allá del punto fijo de mera historia de la época. 3) Sin embargo, los datos del capítulo 13, por encima de la concepción del Anticristo como fenómeno general de la historia del tiempo final, parecen apuntar a una manifestación o fisura concreta y única antes del fin de los tiempos; en esta figura no aparece ya el Anticristo en la personificación de algo colectivo, sino como individuo. Prescindiendo de que sólo con esta dimensión de la interpretación se toman en consideración exhaustivamente todos los rasgos particulares de la imagen, la observación conclusiva del capítulo del Anticristo (13,18) subraya expresamente que la cifra secreta allí mencionada se refiere a un individuo. La misma concepción del Anticristo profesan Pablo (cf. 2Th_2:3-12) y Juan (cf. yen 2,18); ambos saben que el Anticristo, antes de su plena manifestación al final, ya anteriormente actúa en realizaciones parciales y está ya en acción en su tiempo (cf. 2Th_2:7; 1Jo_2:18). Cf. sobre esta cuestión, H. HAAG, A. VAN DEN BORN, S. DE AUSEJO y otros autores, Diccionario de la Biblia, Herder, Barcelona 5,1970; 107-108.

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b) La segunda bestia, el profeta del Anticristo (13,11-18)

11 Vi subir de la tierra otra bestia que tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero y hablaba como dragón.

En la visión de la primera bestia se intercala, para completarla, otra visión de una segunda bestia. Si se atiende al aspecto exterior, aparece primeramente del todo inofensiva, a saber, en la figura de un cordero inocente y pacífico. De todos modos, sus cuernos indican ya que, a pesar de todo, tiene algo que ver con el poder; aunque sólo son dos en número, sin embargo, junto con los diez de la primera bestia -cuyo funcionario parece ser.-, forman el número pleno de doce; así pues, con la aparición de la segunda bestia se redondea el poder de la primera. Faltan las diademas, signo de la soberanía; en efecto, esta bestia está totalmente al servicio de la primera; su oficio consiste en consolidar y extender el poder de ésta.

El vidente ve a la segunda bestia surgir de la tierra. La ve desde Patmos, por tanto, en Asia Menor, en cuyos centros culturales aparecía también especialmente condensado el falso espíritu de aquella época, comprendidas sus formas de expresión religiosa (culto al emperador) 41.

Que su aspecto anodino no es más que un disfraz habilidoso se echa de ver cuando habla la bestia; habla la lengua del dragón, con lo cual revela de qué espíritu es hijo y a quién pertenece. Es el «teólogo del Anticristo» (E. Peterson), luego se la llama expresamente «el falso profeta» (16,13; 19,20; 20,10); por lo demás aparece en un atavío que el Señor mismo había anunciado como típico de los falsos profetas (Mat_7:15). La pintura de la segunda bestia añade a la descripción del Anticristo una nueva circunstancia que caracteriza su ser: aparte de su figura política, es por añadidura también una personalidad intelectual.

La segunda bestia presenta al mundo a la primera, da a conocer su naturaleza y revela su poder. La analogía que hay entre la relación de los dos animales y la relación entre Jesucristo y el Espíritu Santo, no es ciertamente casual. La imagen antitética del verdadero Dios queda ya completa con la segunda bestia; el dragón forma juntamente con las dos bestias una «trinidad satánica» (Jung-Stilling).

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41. Cf. el comentario a las siete cartas

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12 Ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella; hace que la tierra y sus moradores adoren a la primera bestia, a aquella cuya herida mortal fue curada.

Las diligencias de la segunda bestia van encaminadas a procurar a la primera una toma del poder sin restricciones; a este objeto ha sido designada y equipada por ella; ha de llevar a los hombres a reconocer lo que ella pretende ser, a saber, Dios mismo. A esto apunta toda su propaganda con palabras y con obras; no trata de ganar adeptos para una ideología filosófica, sino que actúa en favor de una fe religiosa. Se trata de transfigurar religiosamente el poder mundano del Anticristo y de inducir a los hombres a tributar a éste una adoración cultual. Con ello la figura del «falso profeta» asume también rasgos sacerdotales.

13 Obra grandes prodigios, hasta hacer bajar fuego del cielo a la tierra en presencia de los hombres. 14 Seduce a los moradores de la tierra con los prodigios que le fue dado obrar en presencia de la bestia, diciéndoles que hagan una imagen en honor de la bestia que tiene la herida de la espada y revivió. 15 Se le concedió infundir espíritu en la imagen de la bestia para que incluso hablara la imagen e hiciera que fuesen muertos cuantos no la adoraran. 16 Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente, 17 y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, el nombre de la bestia o la cifra de su nombre.

Aquí se nos informa de los recursos y medidas con que trata de lograr su meta el delegado especial para la propaganda del Anticristo.

Mientras que el verdadero Mesías se niega explícitamente a probar con signos maravillosos su misión divina (Mat_6:1-4 par), el falso profeta -como se había predicho ya en otros pasajes apocalípticos del Nuevo Testamento (Mat_24:24 par; cf. también 2Th_2:9 s)- realiza milagros espectaculares que logran su efecto en los hombres; así no le falla ni siquiera el milagro de Elías, con el que éste se acreditó como profeta del verdadero Dios (lRe 18,38). Semejantes cosas no necesitan ser absolutamente hechos extranaturales para llevar a los hombres a admirarse y a admirar a los que tienen tal poder; se puede pensar que hoy día también «milagros» de la ciencia y de la técnica, realizaciones nada comunes para el bien de la comunidad humana (los «milagros» sociales) hagan la misma impresión y logren el mismo objetivo.

Una vez que de esta forma se ha suscitado la fe en el Anticristo, «los moradores de la tierra» son inducidos con su fascinante elocuencia a tributarle también el culto correspondiente. El poder político, elevado al grado de lo divino mediante un manejo deliberado de la opinión, se convierte así en el ídolo ante el que hay que quemar incienso. En el culto al emperador romano se tributaban de esta manera honores divinos al jefe del Estado ante una efigie del emperador, porque en ella se expresaba simbólicamente el sagrado poder de Roma, presente en la entera Ecumene; de manera análoga la imagen de la bestia, aparentemente inmortal, mantiene permanentemente su omnipotencia terrena en la conciencia de todos y los retiene en su servidumbre.

De esta manera la imagen, como un ser vivo, crea la convicción y la mentalidad, conquista la inteligencia y el corazón de los hombres para la persona que en ella se representa; domina el modo de pensar y el juicio, estimula a los filósofos e inspira a los poetas. Así se desarrolla en la sociedad una actitud fundamental que está condicionada y saturada por el espíritu de la bestia; la entera opinión pública acaba finalmente por identificarse con ella; para quien se niega no hay ya puesto en la comunidad del mundo; él mismo pronuncia su propia sentencia de muerte. Con la elevación del símbolo político a la categoría de objeto cultual es como se facilita la clara separación entre amigo y enemigo, y se tiene un pretexto justificado religiosamente para quitar de delante al adversario. Con el fin de poner en práctica el programa totalitario del Anticristo e imponer sin excepciones la toma de partido unitario en su favor, sugiere la segunda bestia una última medida que fuerza a todos a quitarse la máscara. Quienquiera que reconozca a la primera bestia como su Dios y su señor, debe darlo a conocer visiblemente al exterior mediante un distintivo marcado en las partes del cuerpo que no pueden menos de verse ni se pueden ocultar, a saber, en la mano derecha o en la frente. En aquella época se marcaban a fuego los animales y los esclavos como propiedad de su dueño; así quien lleva este distintivo de la bestia confiesa su absoluta dependencia de ésta. De hecho, la vida depende de que se lleve o no el distintivo; en efecto, a quienquiera que lo rechaza se le retiran mediante boicoteo económico las bases de la mera existencia; tiene necesariamente que morir de hambre.

También esta última disposición, concebida como medida segura de coerción, se desarrolla en forma de burda imitación: de los elegidos se dice que llevan en la frente el sello de su Dios (7,2s; 14,1; 22,4), lo cual significa que con el bautismo han sido sellados invisiblemente como hijos de Dios.

18 ¡Aquí se requiere sabiduría! El que tenga inteligencia calcule la cifra de la bestia. Es cifra de un hombre. Su cifra es seiscientos sesenta y seis.

Sobre el distintivo del demonio se halla el nombre de la bestia, encubierto a veces bajo una cifra. La penetración de fe logrará descifrarla cuando quiera y donde quiera que la bestia se presente en la figura de un hombre histórico. En efecto, el anticristo se manifestará en cada caso como hombre; esto por lo menos se da a entender cuando a la cifra enigmática, de suyo obscura, se añade la aclaración de que se trata de la «cifra de un hombre». Los nombres se podían escribir también con números, porque en la antigüedad no se conocían cifras propiamente dichas, sino que las letras del alfabeto se utilizaban también como números. El desciframiento de tal código secreto resultaba difícil por el hecho de que cada número se puede dividir a discreción en cantidad de sumandos, lo cual permite también una no menos variada multiplicidad de combinaciones de letras; sin la indicación suplementaria de la clave de repartición de los sumandos era prácticamente imposible dar con el nombre.

Así pues, a los destinatarios primigenios del libro se les habría dado alguna referencia a este respecto, para que pudieran reconocer de quién se trataba; en todo caso, sólo una generación después no se sabía ya qué hacer concretamente con este número, por lo cual Ireneo de Lyón 42 juzga vanas todas las tentativas de adivinarlo. En lugar de esto busca bajo el número una simbólica escatológica general: 6 es la mitad del número 12, símbolo de perfección celestial (cf. 12,14: la mitad del número sagrado 7, como número simbólico del mal), y también el número sagrado 7 menos 1, puesto tres veces, con lo cual se añade el simbolismo del número 3 como expresión de la medida plena 43; en el número 666 se podía ver expresada, según la opinión de Ireneo, la esencia del Anticristo como colmo de la impiedad y malicia de todos los tiempos. Por lo demás -así lo insinúa en todo caso Ireneo-, los fieles de Cristo pueden estar seguros de que en cada caso se les otorgará sobrenaturalmente la sabiduría necesaria para reconocer al anticristo 44.

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42. Adv. haer. 50,30,3.

43. Cf. Isa_6:3; ,ler 7,4; Eze_21:32.

44. En algunos manuscritos el número que se indica es el 616. Esta lectura era ya conocida por san Ireneo de Lyón (t 202); él la considera como falta de algún copista (cf. Adv. haer. 5,30,1). El número 616 se podría resolver como Kaisar-Theos (emperador-Dios).

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Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



44 (b) La bestia que sale del mar (13,1-10). Esta bestia, como la bestia que surge de la tierra en el siguiente relato visionario, tiene connotaciones históricas y míticas. El empa(-)rejamiento de una bestia que surge del mar con la que surge de la tierra nos recuerda el motivo mítico de Leviatán (monstruo del mar) V Behemot (monstruo de la tierra); véase Job 40-41. 1. vi subir del mar una bestia: En los LXX, thalassa, «mar», es a menudo utilizado par traducir el término hebr. yam. En los mitos cananeos, Yam, «Mar», es un dios en conflicto con Baal, el dios de la tormenta y la fertilidad. De igual modo, el mar es un adversario de Dios en el AT (p.ej., Sal 74,13). La relación de la bestia de Ap 13,1 con el mar la caracteriza como símbolo mítico del caos y la rebelión. El mar como motivo mítico equivale al «abismo» (11,7) . El abismo (el piélago) en el AT es el to(-)rrente original, o los torrentes de agua, y tiene claras connotaciones míticas (cf. Sal 77,17). Así, la bestia de 13,1-10 integra y equivale al mismo tiempo a la bestia de 11,7; en dos as(-)pectos está también relacionada con Dn 7. Ciertos detalles sugieren que se trata de una combinación de las cuatro bestias de Dn 7: los «diez cuernos» (v. 1) la vincula a la cuarta bes(-)tia (Dn 7,7-8); es como una pantera, como ter(-)cera bestia (Dn 7,6); sus patas como de oso re(-)cuerdan la segunda bestia (Dn 7,5); y sus fauces como de león la relacionan con la pri(-)mera bestia (Dn 7,4). Mientras que Dn 7 se re(-)fiere a la sucesión de cuatro reyes y sus reinos (Dn 7,17.23), Ap 13 se centra en un gran reino, la culminación de todos los terrores de los an(-)teriores. La cuarta bestia de Dn 7, sin embar(-)go, es el modelo básico de Ap 13,1-10. Proba(-)blemente, Juan comprendió la cuarta bestia de Daniel como una profecía sobre el reino de su época (Imperio romano), en lugar del reino macedonio según el significado original del texto. Además de los «diez cuernos», hay otros motivos que relacionan la bestia de Ap 13,1-10 con Dn 7: una boca que profería palabras orgullosas (v. 5; cf. Dn 7,8.11), que en el Ap se in(-)terpretan como blasfemias (cf. w. 5 y 6 con Dn 7,7.8.25) ; la opresión contra los santos duran(-)te tres tiempos (años) y medio, es decir, 42 me(-)ses (compárese w. 5.7 con Dn 7,25; 8,14; véa(-)se también Ap 11,2.3). siete cabezas: Este motivo, como el mar, indica que la bestia es un símbolo mítico; cf. 12,3. 3. una de sus cabezas parecía haber sido herida de muerte, pero su he(-)rida mortal estaba ya curada: Al igual que los cuernos representan a diferentes «reyes» en Dn 7,24, aquí también las cabezas representan a diferentes «reyes» o emperadores. La obser(-)vación del v. 7 sobre el poder dado a la bestia sobre gentes de toda raza, pueblo, lengua y na(-)ción es una clara indicación de que, en el nivel de significado histórico, la bestia es el Imperio romano. El motivo visionario de la curación de una herida mortal de la cabeza (= empe(-)rador) estaría inspirado por la leyenda de que Nerón, que se había suicidado, retornaría para reconquistar el poder sobre Roma (Suetonio, Nerón 47-57; OrSib 4.119-24; 137-48; 5,93-110.361-84; véase Yarbro Collins, Combat Myth [? 15 supra] 176-83). La forma que ad(-)quiere esta alusión, describe deliberadamente, al adversario escatológico en términos simila(-)res a los utilizados en la descripción del Cor(-)dero (5,6). Aunque no encontramos el término específicamente, el adversario escatológico es presentado como un anticristo.
45 (c) La bestia que sale de la tierra (13,11-18). 11. tenía dos cuernos como de cor(-)dero y hablaba como un dragón: Los dos cuer(-)nos pueden haberse inspirado en Dn 8,3, en el que el visionario ve un krios, «carnero», como representación del imperio medo-persa. El uso de arnion, «cordero», sugiere que esta bes(-)tia es, como la que surge del mar, una contrai(-)magen del Cordero de Ap 5. En 16,13; 19,20; 20,10, se describe a la bestia procedente de la tierra como un falso profeta. La caracteriza(-) ción de 13,11 es análoga a la de los falsos pro(-)fetas en Mt 7,15. Mientras que Mt 7,15 se re(-)fiere a los falsos profetas cristianos (cf. Did 11,2.5-6.8-10), el falso profeta del Ap no es ni judío ni cristiano. 12. ejercía todo el poder de la primera bestia a favor de ella, haciendo que la tierra y todos sus habitantes adorasen a la pri(-)mera bestia: Esta caracterización sugiere que, en el nivel de significado histórico, la bestia de la tierra representa a un delegado o agente del Imperio romano que desarrolla una importan(-)te función en el culto imperial. Puesto que el Ap fue escrito en, o cerca de, la provincia ro(-)mana de Asia, la referencia más probable es la elite de la provincia, los dirigentes locales de nobles y ricas familias que habían conseguido la ciudadanía romana y ejercían el poder polí(-)tico bajo la supervisión del gobernador roma(-)no. La alusión al culto imperial nos recuerda la alianza de las ciudades de Asia con la finali(-)dad de promover el culto al emperador y a la diosa Roma. Esta alianza elegía cada año al(-)guno asiarcas, funcionarios cuya principal ta(-)rea consistía en proteger y promover el culto imperial. Éstos procedían de las familias más nobles, ricas y poderosas (véase D. Magie, Ro(-)mán Rule in Asia Minor, 2 vols., Princeton 1950). 13. hacía grandes prodigios: Según el v. 14, lo que pretendía con estos grandes prodi(-)gios era llevar por mal camino a todos los ha(-)bitantes de la tierra. Según la tradición sinóp(-)tica, los falsos cristos y los falsos profetas harán señales y prodigios con el mismo objeti(-)vo (Mc 13,22; Mt 24,24). Según 2 Tes 2,9, la aparición del impío vendrá acompañada de to(-)da clase de milagros, señales y prodigios enga(-)ñosos que llevarán al error a los no creyentes. En el Ap esta tradición se aplica al culto mis(-)térico imperial (véase S. J. Scherrer, JBL 103 [1984] 599-610). 15. y se le dio poder para ha(-)cer morir a cuantos no adorasen la estatua de la bestia: Durante el reinado del emperador Trajano (98-117 d.C.), a los que negaban la acusa(-)ción de ser cristianos se les exigía que invoca(-)ran a los dioses, adoraran la estatua del emperador Trajano y maldijeran a Cristo. Con estas exigencias se pretendía que probaran si eran o no realmente cristianos (Plinio, Ep. 10,96). Estas pruebas, probablemente, ya eran utilizadas anteriormente. 16. Este versículo refleja la gravedad de esta situación y muestra lo ofensivo que para Juan era el culto imperial.
17. la marca... de la bestia: La «marca» es una probable alusión a las monedas que tenían la imagen, el nombre y las insignias del empera(-)dor (véase A. Yarbro Collins, JBL 96 [1976] 252-54). 18. seiscientos sesenta y seis: Este enigma tiene su fundamento en el hecho de que tanto en hebreo como en griego las letras tienen también valor numérico. Esta cifra puede, probablemente, aludir a Nerón (véase Charles, Commentary 2, 364-68; cf. D. R. Hillers, BASOR 170 [1963] 65).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El anticristo y su profeta

En su determinación de aniquilar la iglesia, el dragón llama en su ayuda no a uno sino a dos aliados. La primera bestia proviene del mar (1) mostrando su condición como un monstruo marino, como el mismo dragón y por lo tanto demoníaco. La segunda bestia viene de la tierra (11). Esta diferencia corresponde a la que hay entre el behemot, el monstruo terrestre (Job 40:15-24) y el leviatán, el monstruo marino (Job 41); en la literatura profética y apocalíptica, estos seres tipifican los poderes que se oponen a Dios (ver p. ej. Isa. 27:1; 51:9; Eze. 32). En consonancia con eso el dragón, la bestia del mar y la bestia de la tierra forman un tipo de trinidad perversa (ver 16:13). Satanás pretende ser Dios; el anticristo es el cristo de Satanás y la bestia de la tierra cumple la función de un espíritu impuro. El anticristo persuade al mundo a adorar al diablo; tiene una herida fatal pero vive (3) en una monstruosa imitación del Cristo de Dios. La segunda bestia trata de persuadir al mundo para que adore al anticristo por su testimonio en acción y palabra, así como el Espíritu Santo testifica del Cristo de Dios; y por medio de la marca de la bestia (que es una parodia del sello de Dios) crea una imitación demoníaca de la iglesia de Cristo. De ese modo Juan describe al mundo dividido entre los seguidores de la Verdad y los seguidores de la Mentira.

1, 2 Los detalles del monstruo marino son tomados de Dan. 7, pero allí las características de leopardo, oso y león se compartían entre los cuatro imperios y sus gobernantes. Aquí se combinan en una temible unidad de poder y maldad: el leopardo significa la crueldad y la astucia, el oso la fuerza y el león la ferocidad. 3 El hecho de que una de sus cabezas estaba como herida de muerte, pero su herida mortal se había sanado indica que uno de los emperadores había muerto pero vuelto a la vida. Precisamente, eso es lo que se afirmaba de Nerón en el tiempo en que se escribió el Apoc., ya que, aun cuando Nerón se suicidó en el año 68, se creía generalmente que había vuelto a la vida y retornaría a dirigir los poderes orientales contra Roma (ver luego sobre 17:8, 11 y la nota sobre el imperio anticristiano al fin de la exposición del cap. 18).

4-7 El mundo adora tanto al demonio como al falso cristo. Al último le fue dada una boca que hablaba insolencias y blasfemias (lo que ya era claro en las pretensiones de los emperadores romanos de ser divinos) y autoridad para actuar por cuarenta y dos meses, o sea el período de la tribulación (ver 11:2, 3; 12:14). ¿Quién le dio esa autoridad, incluyendo el poder para hacer guerra contra los santos y vencerlos (7)? En el v. 4 el dragón es el que da la autoridad, pero el límite de cuarenta y dos meses fue fijado por Dios. De acuerdo con ello, lo que finalmente controla las acciones del anticristo es el permiso divino (cf. Dan. 8:9-14; 11:36). La soberanía de Dios nunca es más evidente que cuando la maldad llega a sus límites, tal como se evidencia en la crucifixión de Jesús. 8 La referencia de las palabras desde la fundación del mundo es incierta; puede ser relacionada con la muerte del Cordero (RVA, RVR-1960) o con la escritura de los nombres en el libro de la vida (DHH, BA, BJ, NC, etc.). Ambos significados son igualmente verdaderos; en cuanto al primero, cf. 1 Ped. 1:19, 20; para el último Ef. 1:4. La dificultad se resuelve para la mayoría al recurrir a 17:8, donde se usa un lenguaje casi idéntico, relacionando la frase con la escritura en el libro. Sin embargo, el orden de las palabras no favorece aquí esta interpretación y es preferible mantener la de la RVA.

10 Hay diferencias en la interpretación de este paralelo. Según RVA, BJ y otros, ambas frases se refieren a los perseguidores de la iglesia, indicando que la justicia alcanzará al opresor, pero puede ser mejor DHH o BA, donde se señala que recibirán la penuria los que estén destinados a ello. Este dicho es un eco de Jer. 15:2 y es un llamado a la perseverancia y la fidelidad hasta la muerte en el espíritu de Jesús (cf. Mar. 8:34, 35).

11 La segunda bestia tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, simulando el carácter de Cristo, pero sus palabras eran demoníacas (cf. Mat. 7:15). El hecho de que esta bestia hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia sugiere que representa el sacerdocio del culto del emperador y las autoridades políticas que lo apoyan. Luego se le llama el falso profeta (16:13; 19:20; 20:10). Es posible que la primera bestia signifique el imperio anticristiano encarnado en un anticristo personal, de modo que este sacerdocio pagano se representa en una cabeza suprema que dirige su obra demoníaca. 13-15 Los sacerdotes paganos sienten escaso remordimiento cuando apelan a trucos, como la producción de fuego, presuntamente del cielo, y hacen que un ídolo hable por medio de la ventriloquia. Sin embargo, nótese que es un hecho característico de la profecía cristiana que los engaños anticristianos ocurrirán en el tiempo del fin (p. ej. Mar. 13:22; 2 Tes. 2:9).

16-18 La marca de la bestia sobre los no cristianos es una contraparte del sello de Dios sobre los cristianos (7:1-8); ambos muestran la lealtad a un individuo, sea a Dios o al demonio. El efecto inmediato de reclamar que todos reciban la marca de la bestia es el ostracismo social de aquellos que la rechazan, y produce la guerra económica del Estado contra la iglesia, con la muerte de aquellos que no se rinden a ello.

La marca se describe como el nombre de la bestia o el número de su nombre. Muchos idiomas antiguos no tenían cifras para indicar números sino que en lugar de ellos usaban las letras del alfabeto (a=1, b=2, c=3 y así sucesivamente). Esto hace posible que un nombre sea representado por el número que se obtiene agregando los valores numéricos de las letras del nombre. Por ejemplo, hay una inscripción en una pared de Pompeya que dice: Amo a aquella cuyo número es 545. ¡Sin duda, la muchacha sabía cuál era ese nombre! De modo que, a pesar de las muchas posibilidades que permite el número 666, es virtualmente seguro que el individuo indicado de ese modo fuera conocido por las iglesias a las que se dirigía Juan y probablemente más allá. El nombre César Nerón transliterado del gr. al heb. produce el número 666. Si lo es de latín al heb. da el número 616, como se lee en algunos mss. antiguos del Apoc. El número habría tenido un valor especial en los círculos apocalípticos donde el heb. (lenguaje del AT) era conocido. Para los cristianos 666 era una cifra sumamente adecuada para el anticristo; representa una forma coherente de mostrar que no se alcanzaba la perfección divina que es sugerida por 777, ¡mientras que el nombre de Jesús en gr. totaliza 888! He aquí un aspecto de la diferencia entre el cristo del demonio y el Cristo de Dios; el falso cristo es tan incapaz de llegar a ser el liberador del mundo como el Cristo de Dios excede todas las esperanzas de la humanidad que espera un salvador.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Ap 11:7 *Dan 7:3

[.] El demonio trata de detener la victoria de Cristo y de convencer a los hombres de que, en la práctica, no es Cristo el dueño del mundo en que vivimos. Si desean vivir, tienen que entregar su libertad y su conciencia a otro señor, y ése es el poder político. Los cristianos de la primera generación vivían en el imperio romano, que, después de dos siglos de conquistas y de acción organizadora, había logrado reunir a pueblos numerosos. La gente se maravillaba de la y de la prosperidad que de ella resultaba. Desconocían el peligro de una sociedad totalitaria cuando Juan escribía, el emperador Domiciano acababa de imponer a todos sus súbditos la obligación de honrarlo como a un dios. En esta situación, los cristianos tenían que hacer una elección tremenda. Al confesar a Cristo, Señor de la vida, enfrentaban persecuciones. Juan señala el deber permanecer fiel a Cristo y negarse a dar culto al César. Un puñado de cristianos enfrentará victoriosamente el estado totalitario la Iglesia vencerá por la sangre de los mártires. Es lo que expresa la presente visión; las dos bestias representan los dos poderes que unen sus fuerzas al servicio del monstruo, o sea, del Demonio, contra la Iglesia. La bestia que vi se parecía a un leopardo (2). Esta representa el poder perseguidor, el del imperio romano, con imágenes sacadas de Daniel 7,3-7. Viene del mar, o sea, del Occidente, de Roma. La vitalidad y la fuerza del imperio de Roma son como una caricatura de la resurrección. Otra bestia... tenía dos cuernos de cordero (11). Esta sale del continente, es decir, del Este, de Asia. Figura las religiones que competían entonces con el cristianismo. Estas pretendían dar una salvación celestial, pero no condenaban los pecados del mundo romano. Hablaba como un dragón. Esas religiones asiáticas eran utilizadas por el poder, como muchos grupos religiosos hoy en día. Es un hecho que las agencias de presión política y de desinformación de ciertos paises ricos gastan mucho en el area religiosa, y es muy habitualmente para paralizar a la Iglesia. Los persuade a que hagan una estatua en honor de la bestia (14). Había todo un movimiento religioso detrás de la divinización de Roma y el culto al emperador. El culto de la personalidad no era propio del imperio romano, pues tiene raíces profundas en nosotros. Hoy todavía, en los paises dominados, muchos que enfatizan las condenaciones de la Biblia contra los ídolos, se hacen servidores de nuevos , que toman el mismo lugar de Dios. Y se les pide que prediquen al pueblo en nombre de la Biblia, que deben abstenerse de juzgar la injusticia y la violencia imperantes. Una de las tácticas del demonio consiste en unir el poder fuerte con una ideología que los cristianos no puede aceptar. El creyente, acosado por los dirigentes y, a la vez, por una opinión pública orientada por las técnicas modernas de propaganda, tiene que enfrentarse con una persecución abierta o disfrazada. Las dificultades económicas dan al poder nuevos medios de presión, porque puede condenar a quien quiere a perder pan y trabajo no puede ya comprar o vender conseguir trabajo o estudiar (17). Seiscientos sesenta y seis en los libros de aquel tiempo era artificio corriente dar un valor numérico a cada letra del alfabeto y se lograba así la de tal o cual personaje. La cifra de seiscientos sesenta y seis se puede lograr con varios grupos de palabras. La solución más probable podría ser . Y sabemos que seis significa algo imperfecto él es el que trató de ser siete (que representa la perfección) y no lo alcanzó. Sabemos que, en el pasado, polemistas anticatólicos quisieron aplicar a la fuerza esta cifra al Papa. Esta aplicación no tenía nada que ver con el sentido de todo el párrafo, pero no era difícil de crear. Pues el que conozca bien las pautas de ese juego puede aplicar esta cifra a cualquiera de sus conocidos basta un poco de paciencia. Por más que esas lineas fueran escritas por el apóstol Juan, era solamente un juego.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIII.

1 A beast riseth out of the sea with seuen heads and ten hornes, to whom the dragon giueth his power. 11 Another beast commeth vp out of the earth: 14 causeth an image to be made of the former beast, 15 and that men should worship it, 16 and receiue his marke.
1 And I stoode vpon the sand of the sea: and saw a beast rise vp out of the sea, hauing seuen heads, and tenne hornes, and vpon his hornes tenne crownes, and vpon his heads, the [ Or, names.] name of blasphemie.
2 And the beast which I saw, was like vnto a Leopard, and his feet were as the feet of a Beare, and his mouth as the mouth of a Lion: and the dragon gaue him his power, and his seat, and great authoritie.
3 And I saw one of his heads as it were [ Greek: slaine.] wounded to death, and his deadly wound was healed: and al the world wondered after the beast.
4 And they worshipped the dragon which gaue power vnto the beast, and they worshipped the beast, saying, Who is like vnto the beast? Who is able to make warre with him?
5 And there was giuen vnto him a mouth, speaking great things, and blasphemies, and power was giuen vnto him to [ Or, to make warre.] continue fortie and two moneths.
6 And he opened his mouth in blasphemie against God, to blaspheme his Name, and his Tabernacle, and them that dwelt in heauen.
7 And it was giuen vnto him to make warre with the Saints, and to

[The Lambe slaine.]

ouercome them: And power was giuen him ouer all kinreds, and tongues, and nations.
8 And all that dwel vpon the earth, shall worship him, whose names are not written in the booke of life of the Lambe, slaine from the foundation of the world.
9 If any man haue an eare, let him heare:
10 Hee that leadeth into captiuitie, shall goe into captiuitie: [ Mat_26:52 .] Hee that killeth with the sword, must be killed with the sword. Here is the patience and the faith of the Saints.
11 And I beheld another beast comming vp out of the earth, and hee had two hornes like a lambe, and hee spake as a dragon.
12 And he exerciseth all the power of the first beast before him, and causeth the earth and them which dwell therein, to worship the first beast, whose deadly wound was healed.
13 And hee doeth great wonders, so that hee maketh fire come downe from heauen on the earth in the sight of men,
14 And deceiueth them that dwel on the earth, by the meanes of those miracles which he had power to do in the sight of the beast, saying to them that dwell on the earth, that they should make an Image to the beast which had the wound by a sword, and did liue.
15 And he had power to giue [ Greek: breath.] life vnto the Image of the beast, that the Image of the beast should both speake, and cause that as many as would not worship the Image of the beast, should be killed.
16 And he causeth all, both smal and great rich and poore, free and bond, [ Greek: to giue.] to receiue a marke in their right hand, or in their foreheads:
17 And that no man might buy or sell, saue he that had the marke, or the name of the beast, or the number of his name.
18 Here is wisedome. Let him that hath vnderstanding, count the number of the beast: for it is the number of a man, and his number is, sixe hundred threescore and sixe.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Las dos fieras. El dragón comienza a actuar por sus agentes delegados: son poderes políticos absolutos, con sus ideologías, divinizados, empeñados en imponer su soberanía como rivales de Dios. Son figuras emblemáticas. Algunos exhiben heridas misteriosamente curadas, es decir, derrotas ampliamente resarcidas; otros realizan obras portentosas, convincentes (Deu_13:2); alardean de infundir vida a lo inerte, como demiurgos remedando a Dios (Gén_2:7). Su blasfemia consiste en presentarse como dioses (Eze_28:9; Isa_48:8.10). Pero los cristianos, «registrados en el libro de la vida» especial, el de un muerto que está vivo, resistirán con su «fe perseverante».
La primera fiera que viene del mar alude al poder de Roma, cuyos decretos y leyes eran traídos en barco a la isla de Patmos y a toda la región vecina; esas leyes imponían el culto blasfemo al emperador que se daba atributos divinos. Ante el peligro de persecución, el cristiano tenía que estar dispuesto a ir a la cárcel y a la muerte sin claudicar (10). La segunda fiera parece referirse al gobernador romano y a un sacerdote -los dos cuernos-, agentes del imperio, que obligaban a los habitantes a adorar al emperador, recurriendo a todo género de estratagemas (cfr. Hch_8:9s). A finales del s. I y comienzos del s. II, en la región de las siete Iglesias del Apocalipsis, se llegó a exigir a los habitantes presentar una cédula que probaba que habían participado en los sacrificios al emperador. Las cédulas llegaron a formar, por un tiempo, parte de la vida social y religiosa de la gente.
El número 666 es la suma de los valores de las letras del nombre «Nerón César». Para los romanos, cada letra del alfabeto tenía un valor numérico. El número 6, uno menos de siete, es número de imperfección; la triple repetición es la forma del superlativo hebreo: «santo, santo, santo», tres veces, equivale a «santísimo»; la bestia es totalmente imperfecta, destinada al fracaso. El lector es invitado a pensar y adivinar este mensaje consolador del autor (18).

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan 7; 2Ts_2:3-12

[2] = Apo_17:3, Apo_17:8; Dan_7:3

NOTAS

12:18 (a) La visión siguiente se inspira en Dn 7 (persecución de Antíoco Epífanes). Según Apo_17:10, Apo_17:12-14, la Bestia del mar (Mediterráneo) es el imperio romano, que representa a todas las fuerzas alzadas contra Cristo y la Iglesia arrogándose poderes divinos (sus títulos, v. Apo_12:1; ver Dan_11:36; 2Ts_2:4). Las siete cabezas y los diez cuernos vuelven a aparecer en Apo_17:3, Apo_17:7.

12:18 (b) Var.: «y se detuvo», que enlazaría el v. Apo_12:18 [Apo_13:1] con el pasaje precedente.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan 7; 2Ts_2:3-12

[2] = Apo_17:3, Apo_17:8; Dan_7:3

NOTAS

12:18 (a) La visión siguiente se inspira en Dn 7 (persecución de Antíoco Epífanes). Según Apo_17:10, Apo_17:12-14, la Bestia del mar (Mediterráneo) es el imperio romano, que representa a todas las fuerzas alzadas contra Cristo y la Iglesia arrogándose poderes divinos (sus títulos, v. Apo_12:1; ver Dan_11:36; 2Ts_2:4). Las siete cabezas y los diez cuernos vuelven a aparecer en Apo_17:3, Apo_17:7.

12:18 (b) Var.: «y se detuvo», que enlazaría el v. Apo_12:18 [Apo_13:1] con el pasaje precedente.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Dan_7:3. Ver nota 11. 7.

2. Dan_7:4-6.

4. "¿Quién se le puede igualar?": esta expresión es una réplica del nombre de "Miguel" (12. 7), que significa: "¿Quién como Dios?".

5. Dan_7:8, Dan_7:11.

7. Dan_7:6, Dan_7:21.

10. Jer_15:2.

11. La "otra Bestia" es una potencia de orden intelectual y religioso, y personifica a las religiones paganas de Asia Menor que amenazaban contaminar la fe cristiana.

15. Dan_3:6.

18. En griego y en hebreo, cada una de las letras del alfabeto tiene un valor numérico (a = 1, b = 2, etc.), y por eso se puede establecer una correspondencia entre las letras y las cifras. Se ha discutido mucho sobre el significado simbólico de la cifra "666". Probablemente, representa al emperador Nerón, que se hacía adorar como un dios. Dado que el número 7 es símbolo de perfección, la cifra 666 representaría la imperfección por antonomasia: es "una cifra humana", no divina.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Satanás, la serpiente antigua, lanza su ataque por medio de las bestias a las que comunica su poder (v. 1; cfr 13,11). Éstas representan los poderes históricos en los que de una u otra forma se encarnan las fuerzas del mal. La primera bestia (vv. 1-10) simboliza el poder político exacerbado hasta suplantar a Dios; la segunda (cfr 13,11-12), aquellas fuerzas del mal que defienden, justifican y propagan. tal deificación del poder, mostrándolo como bueno. Las bestias, presentadas con rasgos tomados de las descripciones que los profetas hacían de los enemigos de Israel, aluden de forma inmediata al Imperio romano; pero éste es considerado a la vez, en algunos aspectos, como instrumento de una potencia diabólica que, traspasando aquel tiempo concreto, se cierne constantemente sobre el hombre y se manifiesta con más fuerza a medida que se avecina el final de la historia. «La idolatría es una forma extrema del desorden introducido por el pecado. Al sustituir la adoración del Dios vivo por el culto de la creatura, falsea las relaciones entre los hombres y conlleva diversas formas de opresión» (Cong. Doc. Fe, Libert. consc. 39).


Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 13.1-2 Cf. Ap 11.7; 17.3,7-12. El monstruo que sale del mar reúne las características de los cuatro monstruos de Dn 7.1-8. Los primeros lectores del libro podían ver en este monstruo un símbolo del Imperio Romano, con su culto al emperador como si fuera dios y la persecución de los cristianos. Este monstruo puede simbolizar también cualquier potencia humana que se levante contra Dios.

[2] 13.5 Cuarenta y dos meses: Véase 11.2 nota b.

[3] 13.8 El libro de la vida: Ap 3.5; cf. Sal 69.28.

[4] 13.11-12 El segundo monstruo, llamado falso profeta en Ap 16.13; 19.20; 20.10, está al servicio del primero y tiene características semejantes. Varias de las alusiones concretas ya no son claras para el lector de hoy.

[5] 13.18 Seiscientos sesenta y seis: Unos pocos mss. dicen seiscientos dieciséis. Es probable que con este número el autor hiciera referencia a un nombre concreto, conocido también de los primeros lectores. No es claro, sin embargo, el significado de este número.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Dan 7:3; Apo 11:7; Apo 13:14-15; Apo 15:2; Apo 16:13; Apo 17:8;b Apo 12:3

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Esta BESTIA DEL MAR, la bestia por antonomasia, símbolo del anticristo, representa las fuerzas políticas o la potencia estatal contra Dios o contra Cristo y su Iglesia. Sube DEL MAR, o viene del occidente, porque entonces estaba representada por la Roma imperial anticristiana. Su aspecto de leopardo, oso y león es una fusión de las cuatro bestias descritas por Daniel (Dan_7:2-8). Más adelante (Apo_17:7-13) se darán nuevas precisiones.

|| Y LE ENTREGÓ EL DRAGÓN SU PODER…: esta entrega incluye dos cosas: la retirada o prisión relativa del dragón y la transmisión de poderes a la bestia, constituida como agente de Satanás en la tierra.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

Apo 12:18 M↓ omiten v. 18 y en Apo 13:1 registran estáthen = me paré.
Se inserta vi para suplir elipsis del original;
una bestia...Dan 7:3;
un nombre...Apo 17:3; Apo 17:7-12.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— vi entonces... una bestia: La visión que se narra en todo este pasaje se inspira en Dan 7:1-28, relato de carácter apocalíptico donde el autor, bajo la imagen de diferentes bestias, describe los poderes políticos de su tiempo hasta rematar en Antíoco IV Epífanes. En el presente pasaje, la bestia puede simbolizar al imperio romano, o en general, a cualquier poder opresor y perseguidor que trate de alzarse contra Dios.

— un título blasfemo: Algunos mss. dicen en plural: y sobre sus cabezas, títulos blasfemos.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestiaa que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.b

a Dan 7:3.

b Apo 17:3; Apo 17:7-12.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*13 Este capítulo aparece repleto de una confusa simbología animal (bestias, leopardos, cuernos...), que no es frívola fábula de animales parlantes, sino una denuncia del mal (dicha en clave apocalíptica).

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ὀνόματα WH Treg RP NA28 ] ὄνομα NIV

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[a] el dragón se plantó. Var. yo estaba de pie.

Torres Amat (1825)



[15] Por medio de un demonio que metió dentro de la figura o estatua.

Jünemann (1992)


18 g. Para hacer subir de él la bestia, el anticristo.