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Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
«Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de las naciones! (Apocalipsis  15, 3) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capítulo 15.



Visión de las Siete Copas de la Cólera Divina, 15-16.
L a visión de las siete copas está más o menos calcada en la visión de las siete trompetas (c.8-9). Tanto en una como en otra se describe el castigo de los enemigos de Dios, de las dos Bestias y del Imperio romano. únicamente en el septenario de las copas las alusiones a la situación del Imperio romano de aquella época son más concretas. Las copas son presentadas como las últimas calamidades. Lo cual muestra bien la progresión dramática del libro. Sin embargo, hemos de tener presente que son llamados los últimos azotes, no porque con ellos venga el fin de la humanidad, sino porque son últimas en relación con la calamidad que hirió al reino de las Bestias (c.13); es decir, al Imperio romano. O también porque en la perspectiva del Apocalipsis preceden inmediatamente al establecimiento del reino de Dios.
En Rev_15:2-4 hallamos una especie de introducción litúrgica: los triunfadores de la Bestia cantan el cántico de Moisés. Esta sección presenta grandes analogías con Rev_8:2-6, en que se describe la liturgia simbólica de un ángel. La única diferencia consiste en que en el capítulo 8 era un ángel el que ofrecía a Dios las oraciones de los santos; aquí, en cambio, es toda la Iglesia, que aparece como transportada al cielo. Ya no ora solamente, sino que canta con entusiasmo, al dar por cierta la victoria divina y la conversión del mundo i. San Juan, antes de comenzar a describir la serie de azotes que se abatirán sobre el mundo pagano, quiere justificar con esta introducción el aparente rigor de los castigos divinos 2.
Los capítulos 15-16 se pueden dividir en dos partes: Los vencedores de la Bestia entonan el cántico de Moisés y del Cordero (Rev_15:1-4); los azotes de las siete copas (15:5-16:21).



El cántico de Moisés y del Cordero, 15:1-4.
1 Vi en el cielo otra señal grande y maravillosa, siete ángeles que tenían siete plagas, las postreras, porque con ellas se consuma la ira de Dios. 2 Vi como un mar de vidrio, mezclado de fuego, y a los vencedores de la bestia, y de su imagen, y del número de su nombre, que estaban en pie sobre el mar de vidrio y tenían las cítaras de Dios, 3 y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y estupendas son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, Rey de las naciones. 4 ¿Quién no te temerá, Señor, y no glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán delante de ti, pues tus fallos se han hecho manifiestos*

El escenario de esta nueva visión es el cielo. San Juan ve en él otra señal, que es una de las siete del Apocalipsis. No es algo casual en nuestro libro la mención de siete señales 3, como tampoco lo son los septenarios de los sellos4, de las trompetas 5 y el anuncio séptuple de la ruina de Babilonia (Roma) 6.
La visión que el vidente de Patmos contempla en el cielo es grande y maravillosa, pues ve siete ángeles que tienen siete plagas, para arrojarlas sobre la tierra, con el fin de consumar la cólera de Dios contra los moradores de ella (v.1). Estas siete plagas o copas de la ira divina serán las últimas, porque señalan el momento de la consumación de los juicios divinos contra la humanidad pecadora, ya anunciados en los septenarios anteriores. El Apocalipsis repite las mismas ideas, aunque bajo diferentes formas. Los siete ángeles que anuncian siete plagas son paralelos e idénticos a los ángeles de las siete trompetas7.
El simbolismo de las siete plagas de la cólera divina contenidas en sus respectivas copas era tradicional en Israel8. La idea de plaga tal vez haya sugerido a San Juan la imagen del mar Rojo y la de Israel entonando el cántico de victoria sobre los egipcios 9. También el nuevo Israel, es decir, los triunfadores de la Bestia, son presentados sobre un mar de vidrio, mezclado de fuego, entonando un cántico de victoria (v.2-3). La felicidad de los bienaventurados nos es presentada de nuevo bajo la forma de una liturgia que se desarrolla en la presencia de Dios. Y el acto litúrgico tiene como cuadro el cielo, del mismo modo que en Rev_4:6 y 7:9. Los reflejos de fuego que ve Juan producidos sobre el mar de cristal deben de ser causados por la gloria de Dios, o sea, por el resplandor luminoso que se desprendía de su persona. Esta luminosidad era concebida por los israelitas como un vestido que rodeaba a la Divinidad 10. Los vencedores son los que en medio de las persecuciones se mantuvieron fieles al Cordero y no quisieron adorar la imagen de la Bestia ni aceptar su marca H. Se trata de los vencedores de la persecución descrita en el capítulo 13, que celebran el triunfo de su nuevo éxodo de Egipto de este mundo con un nuevo cántico. Están de pie y acompañan su canto con cítaras sobrehumanas pertenecientes a la liturgia divina del cielo. Por eso, el autor sagrado las llama cítaras de Dios, un superlativo semítico equivalente a cítaras grandísimas, y aquí muy probablemente significa cítaras muy superiores a las de los mortales 12. El cántico que entonan se dice que es el cántico de Moisés, o sea el cántico pronunciado por Moisés después del paso del mar Rojo 13, o también el cántico que se encuentra en el Deu_32:1-43, en donde Moisés canta la justicia de las cóleras divinas contra su pueblo infiel. Pero también es llamado el cántico del Cordero, porque Cristo es el verdadero héroe de esta victoria 14. Jesucristo es el segundo libertador del pueblo de Dios, que con su sangre redentora nos redimió de la esclavitud del demonio. El Nuevo Testamento presenta a veces a Jesús como un nuevo Moisés.
El cántico es un mosaico cuajado de reminiscencias bíblicas, inspirado principalmente en varios salmos y cánticos del Antiguo Testamento 15. El cántico celebra el poder de Dios omnipotente, que obra maravillas en favor de los suyos. El es el Rey de las naciones, que en su manera de proceder siempre se muestra justo y fiel. Por eso los hombres han de temerlo y glorificar su nombre, observando sus mandamientos. Porque sólo El es santo, es decir, trascendente e incontaminado, totalmente opuesto al Dragón y a las Bestias, que estaban llenos de iniquidades e inmoralidades. Todas las naciones conocerán que El es su Rey, y como tal le acatarán, viniendo a El y postrándose delante de El (v.4), pues reconocerán que Dios ha obrado justísimamente en los juicios punitivos contra el mundo y en la destrucción de la Bestia. La conversión de los paganos, por consiguiente, es presentada como el resultado de las últimas intervenciones divinas. En los Profetas y en los Salmos hallamos también muchas veces que las naciones se convertirán a Dios a la vista de los prodigios que obra en favor de su pueblo 16. La fuerza indestructible de la Iglesia, en virtud del poder de Dios que la sostiene y defiende de sus enemigos, es uno de los argumentos de su origen divino. Este argumento atrae las almas a la fe o las sostiene en ella. Todo esto es un anticipo de la victoria.



Los azotes de las siete copas, 15:5-16:21.
5 Después de esto vi cómo se abrió el templo de la tienda del testimonio en el cielo, 6 y salieron del templo los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino puro, brillante, y ceñidos los pechos con cinturones de oro. 7 Uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la cólera de Dios, que vive por los siglos de los siglos. 8 Se llenó el templo de humo de la gloria de Dios y de su poder, y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen consumado las siete plagas de los siete ángeles. 16! Del templo oí una gran voz, que decía a los siete ángeles: Id y derramad las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra. 2 Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra, y sobrevino una peste maligna y perniciosa sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y que se postraban ante su imagen. 3 El segundo derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de muerto, y murió todo ser viviente en el mar. 4 El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre* 5 Y oí al ángel de las aguas que decía: Justo eres tú, el que es, el que era, el Santo, porque así has juzgado. 6 Pues que derramaban la sangre de los santos y de los profetas, tú les has dado a beber sangre; bien se lo merecen. 7 Y oí al altar que decía: Sí, Señor, Dios todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios. 8 El cuarto derramó su copa sobre el sol, y fuese dado abrasar a los hombres con el fuego. 9 Eran abrasados los hombres con grandes ardores, y blasfemaban el nombre de Dios que tiene poder sobre estas plagas; pero no se arrepintieron para darle gloria. 10 El quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas, y de dolor se mordían las lenguas, 11 y blasfemaban del Dios del cielo a causa de sus penas y de sus úlceras, pero de sus obras no se arrepentían. 12 El sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates, y secóse su agua, de suerte que quedó expedito el camino a los reyes del naciente sol. 13 Y vi que de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta salían tres espíritus inmundos, como ranas, 14 que son los espíritus de los demonios, que hacen señales que se dirigen hacia los reyes de la tierra para juntarlos a la batalla del día grande del Dios todopoderoso. 15 He aquí que vengo como ladrón, bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos, para no andar desnudo y que se vean sus vergüenzas. 16 Y los juntó en el sitio que en hebreo se llama Harmagedón. ð El séptimo derramó su copa en el aire, y salió del templo una gran voz, que procedía del trono de Dios, diciendo: Hecho está. 18 Y hubo relámpagos, y voces, y truenos, y un gran terremoto, cual no lo hubo desde que existen los hombres sobre la haz de la tierra. 19 La gran ciudad se hizo tres partes, y hundiéronse las ciudades de las naciones, y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su cólera. 20 Huyeron todas las islas, y las montañas desaparecieron. 21 Una granizada grande, como de un talento, cayó del cielo sobre los hombres, y blasfemaron los hombres contra Dios por la plaga del granizo, porque era grande en extremo su plaga.

Después de contemplar a los bienaventurados entonando el cántico del Cordero, San Juan ve cómo se abre el templo celeste (v.5). Una escena semejante se encuentra en Rev_11:19, en donde también se deja ver el templo de Dios y el arca del testamento. El santuario que contempla el vidente de Patmos en el cielo es también designado con el nombre de la tienda del testimonio. Esta expresión alude al tabernáculo del desierto, porque el primer templo que levantaron los israelitas, cuando andaban errantes por el desierto, fue una tienda grande 17. También era llamado este santuario del desierto la tienda de la reunión, porque en ella se reunían Yahvé y Moisés para hablar 18. Y en Num_9:15 es designada como la tienda del testimonio, en cuanto que en ella se guardaba el arca de la alianza, que contenía las tablas de la Ley, las cuales eran el testimonio, la prueba, del pacto entre Yahvé e Israel.
En esta sección se nos describen las últimas intervenciones divinas contra los adoradores de la Bestia. Toda la visión de las siete plagas ofrece un estrecho paralelismo con los capítulos 8-9. Los siete ángeles que las van a ejecutar ya han sido presentados en el í. é. Ahora los ve San Juan salir del templo celeste con las siete plagas (v.6). Probablemente estos siete ángeles son los mismos que tocaron las siete trompetas 19. Traen consigo las siete plagas, porque los castigos y la misericordia proceden igualmente del santuario, como también del altar 20. Todo, hasta los mismos azotes, está ordenado a la salud de los hombres y de la Iglesia de Dios. Van vestidos de lino puro, brillante, y ceñidos los pechos con cinturones de oro, como los sacerdotes 21, porque la misión que llevan es una misión sagrada. Al castigar ofrecen como un sacrificio a la justicia divina ofendida y conculcada. La indumentaria de los ángeles recuerda también la del ser misterioso de Ezequiel 22, que sale del templo para castigar a Jerusalén. Es muy posible que el autor del Apocalipsis se inspire en la escena del profeta Ezequiel.
En el momento de salir los siete ángeles del templo celeste, uno de los cuatro vivientes que sostienen el trono de Dios dio a los siete ángeles las siete copas de oro, llenas de la cólera de Dios eterno (v.7). Las copas son de oro, como los vasos del tabernáculo, porque en la casa de Dios no era decoroso el empleo de otra materia. Las copas contienen el brebaje con el que ya se había amenazado a los adoradores de la Bestia 23. Ahora se va a cumplir la terrible amenaza. En el profeta Ezequiel 24 hay una escena que tiene cierta semejanza con la nuestra. Un querubín toma fuego de junto a las ruedas del trono de Dios y lo da al que estaba vestido de lino para que lo arrojara sobre Jerusalén, con el fin de anunciar su próxima destrucción. Las copas que entrega uno de los vivientes están llenas de la colera del Dios inmortal, eterno y omnipotente, que no dejará de realizar sus amenazas. Estas copas vienen a ser como la contrapartida de las copas de oro llenas de perfumes que los vivientes y los ancianos tenían en sus manos 25 cuando adoraban al Cordero. Las copas son entregadas a los ángeles por uno de los vivientes, lo mismo que eran los vivientes los que llamaban a los jinetes en el capítulo 6, porque son los representantes de la naturaleza, que se asocia a la venganza que va a tomar su Creador 26.
El humo que llena el templo celeste (v.8) es un rasgo propio de las teofanías 27. En la inauguración del templo de Salomón, el humo o la nube llenó la casa de Yahvé 28. La nube era el signo de la presencia de Yahvé, que tomaba posesión de su templo. También el profeta Isaías vio en la visión inaugural a Yahvé rodeado de serafines que le aclamaban, y, al mismo tiempo, el templo en donde tuvo la visión se llenó de humo29. Dios quiere hacer sentir la majestad de su presencia con esta imagen sensible. Además, de este modo el santuario se hace inaccesible durante la promulgación de los azotes, para significar la ejecución inexorable de los decretos divinos, o bien para indicar que los juicios de Dios son impenetrables e incomprensibles hasta que se hayan realizado. Todo esto es la preparación de las plagas que los siete ángeles van a derramar sobre la tierra. Este será el argumento del capítulo siguiente. Y todo esto sirve para dar realce al valor de tales juicios de Dios.

1 E. B. Allo, o.c. p.248-249. 2 E. M. Boismard, L'Apocalypse, en La Bible de Jérusalem p.6-4. 3 Rev_12:1.3; Rev_13:13-14; Rev_15:1; Rev_16:14; Rev_19:20. 4 Ap 6:1-8:1. 5 Ap 8:2-9:21; 11:15. 6 Rev_14:8; Rev_16:17-21; Rev_17:16; Rev_18:1-3.4-8.9-20.21-24. Cf. A. Gelin, o.c. p.640 7 M. García Cordero, o.c. p.ióó. 8 Jer_25:15; Isa_51:17-22. 9 Exo_15:1-21. 10 Gf. Sal_104:2. 11 Rev_13:4-14; Rev_14:9.11; Rev_19:20; Rev_20:4. 12 En el Antiguo Testamento se habla de las montañas de Dios (Sal_36:7), de los cedros de Dios (Sal 8o,n) para designar montañas y cedros muy altos y elevados. 13 Exo_15:2-19- 14 Gf. Rev_5:9-13; Rev_5:7,14. 15 Gf. Deu_32:4; Jer_10:7; Sal_86:9; Sal_93:5; Sal_98:1; Sal_111:2; Sal_111:139J4; 145,17· 16 Cf. Dan_7:14; Sal_65:3-9; Sal_72:11.19; Sal_86:9. 17 Exo_26:1-37- 18 Exo_33:7; Deu_31:14. 19 Rev_8:2. 20 Rev_8:2-6. 21 Exo_28:40-43; Lev_16:4; Rev_1:13. 22 Eze_9:2-3. 23 Rev_14:10. 24 Eze_10:7. 25 Rev_5:8. 26 E. B. Allo, o.c. p.252-253. 27 Cf. Exo_19:18; Exo_40:34; Eze_10:4; Eze_11:22-23; Eze_43:2-5. 28 1Re_8:10-11. 29 Isa_6:4s.


Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 15

2. LA VISIÓN DE LAS COPAS (15,1-16,21)

Tras el anuncio del juicio (14,6-12) y la mirada previa al mismo se desarrolla ahora en cuadros particulares lo que se había expresado fugazmente en la visión de conjunto: invitación a la conversión, caída de Babilonia, juicio sobre los impíos. Al último requerimiento a la conversión (14,6s) responde el desarrollo de aquella llamada a la penitencia en forma de una acción amonestadora de Dios (las plagas de las copas). De ello resulta que también la última serie de siete medios de correcci6n de Dios, al igual que las precedentes (plagas de los sellos y de las trompetas) -si bien todas ellas son también expresión de la ira de Dios por la perversión y malicia humana-, persiguen como fin último, no el castigo sino la conversión; son por tanto, según la intención de Dios, las últimas pruebas con vistas a la salvación. En los desarrollos relativos al transcurso de las calamidades se da a entender esto explícitamente con la triple anotación con que se indica que no se ha logrado este objetivo (16, 9.11.21).

1 Y vi otra señal grande y maravillosa en el cielo: siete ángeles que tenían siete plagas, las ultimas, porque con ellas se consumará la ira de Dios.

El primer versículo indica, a manera de epígrafe, el contenido de toda la sección 15,1-16,21. Además se explica que las plagas de las copas se trata de las últimas pruebas de Dios antes del juicio final y del fin del mundo. Con esto se relaciona la circunstancia de que tocante a estas plagas no se señala ya limitación alguna de cantidad y de espacio como en el caso de las plagas de los sellos y de las trompetas; éstas afectan al universo entero, y en la tierra van dirigidas las catástrofes especialmente contra el reino de la bestia.

Así pues, en estas hecatombes despeja ya Dios obstáculos que se oponen a su definitiva toma de posesión del reino. Dios descarga su contragolpe contra la tentativa del mundo de hacerse refractario al futuro absoluto de Dios. A un mundo que se encastilla contra Dios y se encierra en su arbitrariedad, se le derriban las barricadas, se le perturba e impide eficazmente su estructuración anticristiana.

Por lo que hace a los hombres estas duras medidas aquí descritas persiguen en primera linea, como ya se ha dicho, el objetivo de mover a los hombres a entrar dentro de sí mismos. Ahora bien, dado que ellos las sienten como grave correctivo, tienen éstas al mismo tiempo carácter de castigo y se les manifiestan como juicio de la ira de Dios. En cuanto que de esta manera se manifiesta provisionalmente la ira de Dios en el transcurso de la historia del mundo, y por tanto las intervenciones de Dios anuncian y aceleran el verdadero «día de la ira, cuando se revele el justo juicio de Dios» (Rom_2:5), también la historia del mundo se puede designar como un juicio final provisional, como el juicio final anticipado.

Juan contempla en esta visión un hecho («señal») de gran importancia que se desarrolla en el cielo (cf. 12,1.3); puesto que esta «señal» desborda el marco y la posibilidad de la naturaleza, la llama «grande y maravillosa»: siete ángeles están en la bóveda del cielo, prontos a desatar las últimas plagas

a) Preludio en el cielo (15,2-8)

2 Vi como un mar transparente, mezclado de fuego, y a los vencedores de la bestia, de su imagen y de la cifra de su nombre, de pie sobre el mar transparente, con cítaras de Dios. 3 Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, rey de las naciones. 4 ¿Quién no temerá, Señor, y no glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti, porque tus actos de justicia han quedado manifiestos.»

Antes de ver Juan a los siete ángeles en acción, se le muestra un espectáculo en el cielo, que se desarrolla en dos escenas. Ve primeramente en la gloria con Dios la muchedumbre bienaventurada de aquellos que en la lucha contra la bestia han dado buena prueba de sí y han muerto en el Señor (14,13).

El teatro de la visión es, conforme a esto, la sala del trono de Dios; su pavimento, la bóveda del cielo, se describe con la misma comparación que se había usado ya antes (cf. comentario a 4,6), aunque ahora con una indicación suplementaria: la superficie clara, esplendente, centellea como brasas de fuego; como el crepúsculo anuncia el fin de un día, así este esplendor anuncia ante el Señor del tiempo y de la eternidad (cf. 4,8: «el que era, el que es y el que ha de venir») el fin del mundo y el juicio inminente.

La gloriosa multitud de héroes sobre el suelo incandescente canta el canto de victoria ante el trono de aquel que los ha salvado. La triple enumeración («de la bestia, de su imagen y de la cifra de su nombre») menciona al enemigo sobre el que ellos triunfan; al mismo tiempo trae con énfasis una vez más a la memoria su situación de otrora, totalmente desesperada en razón de las circunstancias externas. Por eso cantan ellos su canto de victoria como canto de acción de gracias a aquel que está sentado en el trono: él los ha salvado. En cuanto a su tenor, se basa constantemente en alabanzas contenidas en el Antiguo Testamento, y con textos venerandos del primer pueblo de la alianza ensalza la excelsitud y santidad del Creador del mundo, así como la justicia y omnipotencia del que tiene en sus manos las riendas de la historia.

La doble designación («cántico de Moisés», «cántico del Cordero») pone aquella acción salvífica del Antiguo Testamento expresamente en relación con la que se celebra ahora. Sobre todo se destaca aquí la forma especial como Dios llevó a cabo la salvación las dos veces. Entonces se efectuó por medio del guía enviado a su pueblo, Moisés, ahora por su Hijo enviado a este objeto al pueblo y cuya muerte sacrificial vicaria operó la redención («el Cordero»). La primera acción salvadora de Dios proyecta anticipadamente su luz, como prefiguración, sobre la segunda y definitiva. Como Moisés después del paso del mar Rojo entonó el cántico de acción de gracias en medio de los salvados y en nombre de ellos (Exo_15:1-18), así ahora también el Cordero en medio de la tropa gloriosa de combatientes, que ha alcanzado la victoria gracias a él (cf. 14,1-5).

En esta escena se anticipa por segunda vez, como presente, la victoria de Cristo todavía futura, que ha de decidirlo todo (cf. comentario a 14,1-5); de esta manera los fieles de Cristo vienen confirmados con certeza profética en la esperanza de la salvación definitiva totalmente cierta, antes de ser introducidos juntamente con los incrédulos en el difícil período del último juicio de Dios que les amenaza.

5 Después de esto miré, y se abrió el santuario del tabernáculo del testimonio en el cielo. 6 Y salieron del santuario los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino resplandeciente y puro, y ceñidos alrededor del pecho con ceñidores de oro. 7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira del Dios que vive por los siglos de los siglos.

La segunda escena informa sobre el marco solemne en que se efectúa el equipamiento de los siete ángeles. Se abre el portal del templo celestial (cf. 11,19) y Juan ve el arquetipo conforme al cual Moisés, en otro tiempo, había erigido por orden de Dios la tienda de la alianza (Exo_25:9.40; Heb_8:5), porque Dios quería durante la marcha por el desierto hacerse presente a su pueblo mediante revelaciones y prodigios.

De este templo ve Juan salir a los siete ángeles en atavío sacerdotal (cf. comentario a 1,13); vienen del servicio sacerdotal ante el Santísimo para continuarlo en el cumplimiento de su encargo acerca de la tierra (cf. 8,2-5), para lo cual llevan siete plagas. Vienen por tanto de Dios y hacen su servicio para el «Rey de las naciones», santo en su ser y justo en su gobierno (cf. 15,3s).

Uno de los cuatro seres vivientes que están en especial relación con la creación (cf. comentario a 4,7) los equipa para su misión (cf. 6,1-8); se les entregan siete recipientes celestiales («de oro») para que viertan su contenido, que es la ira de Dios y que, al verterse las copas, herirá a la humanidad con juicio y castigo.

8 El santuario se llenó del humo procedente de la gloria de Dios y de su poder, y nadie podía entrar en el santuario hasta que se consumaran las siete plagas de los siete ángeles.

Como signo exterior de la presencia de la gloria y del poder del Altísimo ve el vidente cómo el templo se llena de humo 51; éste impide entrar a los hombres 52. Mientras se llevan a cabo las plagas de las copas, es Dios inaccesible; no hay intercesión o mediación que pueda desviar sus castigos.

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51. Cf. Exo_19:18-20; Exo_24:15-18; Isa_6:4.

52. Cf. Exo_40:34 s; 1Ki_8:10 s.

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Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Introducción a las copas de juicio

2 Mar de vidrio, mencionado en 4:6, mezclado con fuego, sugiriendo la ira pronta para ser revelada desde el cielo (cf. 8:5). Pero los vencedores sobre la bestia ... Estaban de pie sobre el mar cerca de Dios, como los israelitas estuvieron en pie al lado del Mar Rojo y cantaron su canción de liberación (Exo. 15:1-18). 3, 4 El cántico de Moisés ... y el cántico del Cordero son lo mismo, puesto que el patrón de la redención en el primer éxodo se ha realizado y cumplido en el segundo éxodo. Cada línea del cántico hace recordar a los profetas y salmistas. Grandes y maravillosas son tus obras, cf. Sal. 98:1; 111:2; 139:14. Justos y verdaderos son tus caminos, cf. Deut. 32:3; Sal. 145:17. ¿Quién no te temerá ... ?, (cf. Jer. 10:7) Todas las naciones vendrán ... , cf. Sal. 86:9. Porque tus juicios han sido manifestados, cf. Sal. 98:2; Isa. 26:9. La visión es notable en su contexto, y es un recordatorio de que el éxito del anticristo es menos de lo que los cuadros hiperbólicos de los juicios mesiánicos pueden sugerir.

5 El tabernáculo del testimonio (o tienda de testimonio) era el nombre dado al tabernáculo en el desierto (Núm. 9:15), porque en él se guardaba el arca que contenía las tablas de piedra del pacto. Ya que más adelante el arca se guardaba en el templo, éste mismo a veces fue llamado un tabernáculo. La expresión el tabernáculo del testimonio aquí enfatiza el hecho de que los juicios a punto de ejecutarse son la expresión de la justicia de Dios. 6-8 Cuando se les dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios ... el templo se llenó de humo por la gloria de Dios ... (8); para ocasiones similares a este fenómeno ver Exo. 40:35; 2 Crón. 7:2, 3; Isa. 6:4; Eze. 10:4; 44:4). Tal manifestación denota la presencia de Dios, y en este contexto indica que Dios mismo ha de ejecutar los juicios que introducirán su reino. Los ángeles son sólo sus instrumentos.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XV.

1 The seuen Angels with the seuen last plagues. 3 The song of the that ouercome the beast. 7 The seuen vials full of the wrath of God.
1 And I saw another signe in heauen great and marueilous, seuen Angels hauing the seuen last plagues, for in them is filled vp the wrath of God.

[Vials of wrath.]

2 And I saw as it were a Sea of glasse, mingled with fire, and them that had gotten the victorie ouer the beast, and ouer his image, and ouer his marke, and ouer the number of his name, stand on the sea of glasse, hauing the harpes of God.
3 [ Exo_15:1 .] And they sing the song of Moses the seruant of God, and the song of the Lambe, saying, Great and marueilous are thy workes, Lord God Almightie, [ Psa_145:17 .] iust and true are thy wayes, thou king of saints.
4 [ Jer_10:7 .] Who shall not feare thee, O Lord, and glorifie thy Name? for thou onely art holy: for all nations shall come and worship before thee, for thy iudgements are made manifest.
5 And after that I looked, and behold, the Temple of the tabernacle of the testimony in heauen was opened:
6 And the seuen Angels came out of the Temple, hauing the seuen plagues, clothed in pure and white linnen, and hauing their breasts girded with golden girdles.
7 And one of the foure beasts gaue vnto the seuen Angels, seuen golden vials, full of the wrath of God, who liueth for euer and euer.
8 And the Temple was filled with smoke from the glory of God, and from his power, and no man was able to enter into the Temple, till the seuen plagues of the seuen Angels were fulfilled.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_15:1-21; Apo_14:3+

[2] Sal_92:6 [Sal_92:5]; Sal_98:1

[3] Sal_145:17; Deu_32:4

NOTAS

15:3 Como el cántico de Moisés, Exo 15, también éste es un canto de liberación, Apo_14:1. Está entretejido de reminiscencias bíblicas. Más que el rigor de los castigos evoca el triunfo del Señor y de los suyos.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_15:1-21; Apo_14:3+

[2] Sal_92:6 [Sal_92:5]; Sal_98:1

[3] Sal_145:17; Deu_32:4

NOTAS

15:3 Como el cántico de Moisés, Exo 15, también éste es un canto de liberación, Apo_14:1. Está entretejido de reminiscencias bíblicas. Más que el rigor de los castigos evoca el triunfo del Señor y de los suyos.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



50 (2) Las siete copas (15,1-19,10). Como indicamos más arriba, 15,1 y 15,5-8 introdu(-)cen una nueva serie de visiones. La persecu(-)ción era el tema dominante en la serie anterior (12,1-15,4). El tema dominante en esta serie es el juicio divino sobre la tierra y los malvados. Resume y elabora los anuncios de juicio reali(-)zados por los tres ángeles en 14,6-13, clarifi(-)cando especialmente la caída de «Babilonia» (14,8) . Esta serie recapitula también las visio(-)nes de los siete sellos y de las siete trompetas; es decir, tiene el mismo contenido que ellas (los acontecimientos del final de los tiempos), pero los describe desde una perspectiva dife(-)rente. Como en los siete sellos, son prominen(-)tes los temas de la justicia y la vindicación. Co(-)mo en las siete trompetas, juegan un papel importante los elementos de la naturaleza y los motivos del Éxodo. Las copas se diferen(-)cian de las trompetas porque especifican quié(-)nes son los adversarios de Dios y las razones del juicio divino.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



3. Jer_10:7. Ver Deu_32:4; Sal_145:17. El canto de Moisés (Éx. 15) celebra la victoria del Pueblo de Dios sobre el Faraón. Aquí los vencedores de la Bestia celebran la justicia de Dios que castiga a los perseguidores.

4. Sal_86:9.

8. 1Re_8:10-11; Isa_6:4.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La tercera señal (cfr las otras dos en 12,1.3) anuncia la llegada del desenlace final de la tensión existente entre los poderes del mal y la Iglesia de Jesucristo. Este desenlace se presenta con el simbolismo del número siete repetido por tercera vez, tras los siete sellos (cfr 5,1) y las siete trompetas (cfr 8,2). El mar de cristal puede recordar la salvación del Éxodo (cfr Sb 19,6-7) o el mar de bronce para las purificaciones del Templo de Jerusalén (cfr 4,6-7). En cualquier caso, una vez más la oración de alabanza de la Iglesia precede a la intervención de Dios. «La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la Gloria» (CCE 2639).


Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



EL CANTAR DE MOISÉS: alusión al cántico de los israelitas después de pasar el mar Rojo (Éxo_15:1-18). Tal vez esta alusión al mar Rojo explique por qué el «mar de vidrio» esté «mezclado de fuego » (v. Rev_15:2). Este CANTAR DE MOISÉS no es otro que EL CANTAR DEL CORDERO, el único que sigue inmediatamente. Israel es símbolo de todos los elegidos.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Las siete últimas plagas. Sucede un nuevo septenario de plagas, que en cierto modo repite o renueva los siete sellos y las siete trompetas. Sólo que es el último septenario, en el cual se está consumando el juicio.
Los elegidos, como el pueblo redimido de Egipto después de cruzar el Mar Rojo, están junto a un mar de cristal y de fuego; cantan el Cántico de Moisés y del Cordero, con un texto tomado de varios salmos. Mientras los elegidos cantan, el mundo debe prepararse para recibir el pago de sus injusticias.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— diciendo: El cántico que sigue evoca el de Éxo 15:1-18 en el que se celebraba el prodigioso paso del mar Rojo por parte de los israelitas y su victoria sobre los egipcios.

— rey de las naciones: Varios mss. dicen: rey de los siglos; incluso algunos de menor importancia dicen: rey de los santos.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*15:1-8 Antes de describir en Apo 16:1-21 la ejecución del tercer signo, que son las siete plagas, se ofrece aquí una introducción orientada a fortalecer la fe de la comunidad cristiana tras la adversidad y ante la calamidad de las plagas que se avecinan.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Y cantan el cántico de Moisésa siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.

a Éxo 15:1.

Torres Amat (1825)



[2] Por este mar de cristal transparente entienden algunos el firmamento, sobre el cual reinará para siempre Jesucristo con todos sus escogidos reunidos a sus propios cuerpos.

[6] Todo género de castigos.

[8] El humo es símbolo de la divina presencia, según se vio en la dedicación del Tabernáculo y del Templo. Ex 40, 32; 1 Re 8, 10; 2 Cro 5, 13.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Éxo 15:1-18;b Apo 5:9-13

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

el cántico...Éxo 15:1-18;
naciones... TR santos.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 15.3 El canto de Moisés: Cf. Ex 15.1-18.

[2] 15.5 Cf. Ex 25.8-9; 39.32.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

αἰώνων WH NIV ] ἐθνῶν Treg RP NA28

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

Algunos manuscritos dicen Rey de los siglos.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[a] de las naciones. Var. de los siglos.

Traducción En Lenguaje Actual Con Deuterocanonicos En Orden Alejandrino (2004)

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Ex 15:2