Ver contexto
Al instante caí en éxtasis. Vi que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono. (Apocalipsis  4, 2) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Segunda parte: Las visiones proféticas sobre el futuro, 4:1-22:5.
E sta segunda parte del Apocalipsis anuncia las cosas que han de suceder después de esto l, y abarca casi todo el cuerpo del libro. La idea central de esta segunda parte es el misterio del reino de Dios, que se manifestará al toque de la séptima trompeta 2. Cuando comienza a realizarse este misterio, el diablo prepara una gran persecución, que terminará con el juicio de los perseguidores (c.18-19) y la venida del reinado de mil años (20:1-6). Acabado el período de mil años, el diablo vuelve de nuevo a hacer la guerra a los santos. Pero es vencido por Cristo, y entonces tiene lugar el juicio final y las bodas del Cordero (20:7-22:5). Los capítulos 4-11 pueden considerarse como una especie de introducción a la gran profecía de toda la segunda parte, que comienza propiamente en el capítulo 12. El profeta nos presenta primeramente, en los capítulos 4-5, el escenario, o sea la corte del cielo, desde donde Dios Padre y el Cordero redentor dominan todos los sucesos de la historia que va a narrar. Después viene la apertura de los siete sellos por el Cordero (c.6-7), que prepara las escenas de las siete trompetas (c.8-11), las cuales dan principio a la realización del misterio de Dios.




Visiones Introductorias a la Parte Profética, c. 4-5.
San Juan, antes de comenzar a hablar de las cosas futuras, tiene una visión, en la cual ve el cielo. Y en el cielo ve un trono sobre el cual estaba sentado el Señor omnipotente rodeado de toda su corte celeste (4:1-11). Después ve también en el mismo cielo al Cordero redentor, que toma en su mano la guía de la historia, que va a ser revelada a Juan (5:1-14). Las descripciones de San Juan están inspiradas en otras descripciones, bastante parecidas, que se encuentran en muchos apócrifos. Sin embargo, San Juan ha transformado lo que él copiaba: ha simplificado y ha dado mayor firmeza a las descripciones apocalípticas, dándoles una majestad y un sentido religioso que no poseían 3.

1 Tácito, Arma/Est_2:47; Est_4:55. 2 Herodoto, 1:55; Esquilo, Los persas 45. Cf. H. Butler, Sardis (Princeton 1922-1930); G. Hanfmann, Sardis: Illustrated London News 234 Ü959) 924; Basor 154 (1959) 5-35- 3 Rev_1:20. 4 Cf. Rev_1:4. 5 Hec_2:33; Jua_16:14; E- B. Allo, o.c. p.47. 6 Jua_16:7.143. 7 Jua_14:16.26. 8 Tob_12:15. 9 Algunos autores creen que se da aquí un juego de palabras: tiene nombre de vivo (üôé æñ5), que pudiera hacer referencia al nombre del obispo, llamado tal vez Zósimo, el que vive. Cf. S. Bartina, o.c. p.643. 10 Mat_24:42-51; Mat_25:13; Mar_13:35; Lev_12:39ss; cf. 1Te_5:2; 2Pe_3:10. 11 Cf. E. B. Allo, o.c. p.47. 12 Rev_19:14; Rev_15:6; Rev_1:12-17. 13 Cf. 1Jn_2:133; 1Jn_5:4s. 14 Rev_7:9.135. 15 Exo_32:32-33; Sal_69:29. 16 C f . Isa_4:3. 17 Dan_12:1. Cf. J. Bonsirven, Le Judaísme palestinien I p.iSgss. 18 Cf. Mat_10:32; Luc_10:20; Flp_4:3; Rev_20:11-15; Rev_21:27. 19 Cf. Luc_9:26. 20 San Ignacio De Ant., Ad Phil. 3:5:10. Véanse W. Ramsay, Histórica! Geography of Asia Minor (Londres 1890) p.121; V. Tshrerikower, Die hellenistischen Stddtengründungen von Alexander der Gross bis auf die Romerzeit (Lipsias 1927) p.17955; Dictionnairede la Bible de Vigouroux, art. Philadelphia 5:261. 21 Gf. Mar_1:24; Luc_1:35; Luc_4:34; Jua_6:69; Hec_3:14 22 Mt 24:35. 23 Cf. Jua_1:9; Jua_4:23; Jua_7:28; Jua_15:1; Jua_17:3; 1Jn_2:8; 1Jn_5:20; Rev_3:14; Rev_6:10; Rev_16:7; Rev_19:2.9.11; 21,5s. 24 Mat_16:19. 24 Mat_16:19. 25 1Co_16:9; 2Co_2:12; Col_4:3. 26 AdPhilad.3,i. 27 Isa_43:4. Cf. C. spicq, ágape III p.iao. 28 Rom_11:25-27. 29 Cf. Rev_21:22. 30 Gf. Efe_2:21. 31 Gf. 1Re_7:15-21; 2Cr_3:15-17. 32 7:3; 14:1; 22:4. 33 Ant. lud. 14:10:20. 34 Cf. Tácito, ármales 14:29. 35 Cf. W. M. Ramsay, The Cities and Bishoprics ofPhrygia (Oxford 1895) I 1-83.34235; II 512ss.542ss.785ss; E. Beurlier, Laodicée, en Dict. de la Bible 4:86. 36 E. B. Allo, o.c. p.57. 37 Col_2:1; Col_4:13-16; cf. Hec_19:10. 38 El 'Amen hebreo vale tanto como firme, fiel, que inspira confianza. 39 Jua_1:3 40 Rev_1:18. 41 Col 1:15.16.18. 42 Col 4:16. 43 A propósito de la tibieza de los laodicenses se pueden consultar J. Alonso, El sentido de tibieza en la recriminación de la iglesia de Laodicea: Miscelánea Comillas 19 (1953) 121-130; El estado de tibieza espiritual en relación con el mensaje del Señor a Laodicea (Comillas 1955) 94; J. B. Bauer, Salvator nihil médium amat (Rev_3:15; Mat_25:29; Heb_4:12): VD 34 (1956) 352-355- 44 Cf. Col_1:27; Col_2:3. De los polvos frigios empleados como colino nos hablan varios autores antiguos: Horacio, Satir. 1:5.30; Juvenal, 6.579; Celso, 6.7; 7:74. 45 Pro_3:12. 46 Cf. Pro_13:24; Job_5:17; véase 1Co_11:32; Heb_12:6ss. 47 Cf. Can_5:2. 48 Cf. Lev_24:13-35. 49 Cf. Lev_14:15; Isa_25:6. 50 E. B. Allo, o.c. p.s6. 51 1Jn_41:16. 52 Rev_20:4. 53Jn_1:5 :27 54 Mat_19:28.




Capítulo 4.

El Dios omnipotente y su corte,Mat_4:1-11.
1 Después de estas cosas tuve una visión, y vi una puerta abierta en el cielo, y la voz, aquella primera que había oído como de trompeta, me hablaba y decía: Sube acá y te mostraré las cosas que han de acaecer después de éstas* 2 Al instante fui arrebatado en espíritu y vi un trono colocado en medio del cielo, y sobre el trono, uno sentado. 3 El que estaba sentado parecía semejante a la piedra de jaspe y a la sardónica, y el arco iris que rodeaba el trono parecía semejante a una esmeralda.4 Alrededor del trono vi otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas. 5 Salían del trono relámpagos, y voces, y truenos, y siete lámparas de fuego ardían delante del trono, que eran los siete espíritus de Dios. 6 Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, y en medio del trono y en rededor de él, cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primer viviente era semejante a un león, el segundo viviente, semejante a un toro, el tercero tenía semblante como de hombre y el cuarto era semejante a un águila voladora. 8 Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y dentro estaban llenos de ojos, y no se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene. 9 Siempre que los vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos caían delante del que está sentado en el trono, y se postraban ante el que vive por los siglos de los siglos, y arrojaban sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas.

San Juan es transportado en espíritu al cielo4, en donde permanecerá hasta el capítulo 10. Allí contemplará las cosas celestiales y el anuncio de los sucesos futuros que tendrían lugar sobre la tierra. El cielo es considerado siguiendo la concepción de los antiguos babilonios como una bóveda sólida, en la cual se abren puertas de acceso 5. Por una de ellas entra San Juan en el cielo, en donde Dios habita con su corte celestial. Pero antes de entrar oye una voz, que era la misma que había oído antes 6. Era la voz de Cristo revelador que aquí va a hacer de guía de Juan. Hasta ahora Jesucristo le ha mostrado cosas que son 7; mas en adelante le va a mostrar las cosas que han de acaecer en el futuro (v.1). Estas serán de grande importancia para la Iglesia y para el mundo. Por eso, el vidente de Patmos ha de poner la mayor atención posible a lo que viere y oyere. Esta es una especie de introducción muy propia de los escritos apocalípticos judíos.
Al entrar en el cielo, lo primero que ve Juan es un trono, y a uno que esta sentado en ese trono (v.2), rodeado de sus asistentes. La descripción que nos ofrece San Juan de la corte de Dios está inspirada en las visiones de los profetas Isaías, Ezequiel y Daniel, y tiene también puntos de contacto con las descripciones de la apocalíptica judía. Pero es más original que ésta. Es, además, relativamente sobria y llena de grandeza y de significación. Dios aparece como el Señor del universo y de los siglos. En el cielo, desde donde son dirigidos todos los sucesos del universo, Juan verá cómo el Señor Dios omnipotente confiere al Cordero el poder de su reino 8. Sin embargo, San Juan evita el nombrar y el describir en forma humana a aquel que está sentado sobre el trono, el cual habita en una luz inaccesible, y al que nadie ha visto ni puede ver 9. El autor sagrado tiene conciencia de ver solamente figuras de realidades invisibles. Por eso evita, más todavía que Ezequiel en el que se inspira especialmente nuestro autor , toda descripción antropomórfica de la divinidad. De ahí que no diga como Ezequiel: sobre el trono había una figura semejante a un hombre que se erguía sobre él; y lo que de él aparecía, de cintura arriba, era como el fulgor de un metal resplandeciente, y de cintura abajo, como el resplandor del fuego, y todo en derredor suyo resplandecía10. San Juan, para indicar misteriosamente la divina presencia, recurre al resplandor de piedras preciosas y del arco iris (v.3). También el profeta Ezequiel representa el trono de Dios rodeado de un resplandor como el del arco iris n. Probablemente el jaspe sería translúcido, como un cristal; la sardónica debía de ser de color rojizo muy intenso y, finalmente, el arco iris aparecía con color esmeralda en sus diversos matices. Los autores bíblicos imaginaban la Divinidad rodeada por un halo de luz verde que la cubría como si fuera un manto 12. San Juan muestra un gusto especial por los colores vivos 13; manifestándose, al mismo tiempo, como un maravilloso colorista.
Los reyes de la tierra solían tener un consejo de ancianos 14 que les asistían en el gobierno del reino. Pues bien, al rey del cielo y de la tierra no le podía faltar este elemento de ornato aunque en realidad como Dios sapientísimo no necesite de su consejo para dar realce a la majestad de su corte. Los veinticuatro ancianos del v.4 forman como un senado de honor que rodea el trono de Dios. Se discute entre los autores quiénes sean estos ancianos. Para unos serían hombres glorificados o santos del Antiguo Testamento 15. Para otros habría que identificarlos con los doce patriarcas y los doce apóstoles, que simbolizarían al Antiguo y Nuevo Testamento. Otros ven en el número veinticuatro un número simbólico, que estaría inspirado en las veinticuatro clases sacerdotales que servían en el templo. Sin embargo, teniendo en cuenta que en esta primera parte de la visión Dios se presenta simplemente como Creador (cf. v.6-8.n), creemos más conforme con el contexto ver en los veinticuatro ancianos angeles a quienes Dios ha confiado el gobierno de los tiempos. Son dice el P. Alio como ángeles custodios universales.16 Están sentados en sus tronos, vestidos de blanco y con una corona de oro sobre sus cabezas. Todo esto simboliza su poder y su gran dignidad. Las vestiduras blancas significan el triunfo y la pureza. Las coronas simbolizan su autoridad y la parte que toman en el gobierno del mundo. Y son ancianos por su gobierno secular. Pero no sólo reinan, sino que también ejercen oficios sacerdotales en la liturgia celeste 17. Están como dice el P. Alio a la cabeza de la iglesia celeste, y por eso representan idealmente a la humanidad rescatada, cuyas oraciones ellos ofrecen a Dios 18. Se los verá asociarse sin cesar a los sucesos de la tierra y al progreso del reino de Dios 19. También pudiera suceder que San Juan los llamara ancianos, ðñåóâýôåñïé, por este motivo. El número de veinticuatro corresponde a las doce horas del día, sumadas a las doce de la noche. En las ruinas de algunas sinagogas antiguas se han encontrado representaciones del tiempo, bajo el símbolo de los doce signos del Zodíaco, de los doce meses y de las cuatro estaciones del año. Por donde se ve que la idea de que el tiempo toma también parte en la glorificación del Rey de los siglos no era extraña al pensamiento judío 20. Hay también algunos autores que ven en este número una alusión a las veinticuatro divinidades estelares de la astronomía babilónica.
No sólo los veinticuatro ancianos dan realce a la majestad de Dios, sino que también la naturaleza contribuía a esto con truenos y relámpagos (v.5), como en la teofanía del Sinaí 21. Los truenos y relámpagos son la imagen tradicional de la voz y de la acción ad extra de Dios, sobre todo en las teofanías. Simbolizan, al mismo tiempo, el poder terrible que Dios tiene, y que manifestará castigando a los transgresores de su ley y a sus enemigos. Las siete lámparas de fuego., que eran los siete espíritus de Dios (v.5), creemos que son expresiones para designar al Espíritu Santo. De este modo, San Juan contemplaría a la Trinidad beatísima: junto al Padre, sentado sobre el trono, estarían Jesucristo, el Cordero y el Espíritu Santo. Este, que es único, se presenta como múltiple por la abundancia de sus dones. Las siete lámparas y los siete espíritus simbolizan los siete dones del Espíritu Santo, que comunica a los hombres y por medio de ellos se da a conocer 22. La imagen empleada por San Juan procede del candelabro de siete brazos 23, que ardía noche y día en el templo de Jerusalén, y que el profeta Zacarías recuerda en una de sus visiones 24. También puede tener relación con el oráculo de Isaías referente al Espíritu septiforme que había de reposar sobre el Mesías 25.
Delante del trono ve el profeta como un mar de vidrio semejante al cristal (v.6). Es evidentemente el firmamento tal como se lo imaginaban los hebreos 26, y particularmente la literatura apocalíptica. Según las ideas cosmológicas de los antiguos, sobre el firmamento sólido estaban las aguas superiores o el océano celeste del Testamento de Leví 27. Pues bien, este mar sobre el firmamento forma como el alfombrado del templo celeste sobre el cual reposa el trono de Dios. Y este asombroso alfombrado del cielo era como de vidrio, material muy estimado en la antigüedad. También el profeta Ezequiel concibe el piso del cielo como si fuera de cristal, y sobre él está colocado el trono de Dios 28. San Juan ve, además, en medio del trono y en rededor de él cuatro vivientes. La posición de estos seres vivientes no resulta fácil de explicar. Sin embargo, creemos que la mejor explicación en analogía con la visión de Ezequiel 29, de la que evidentemente depende es la que coloca cada uno de los cuatro vivientes al pie de cada una de las cuatro caras del trono, mirando hacia los cuatro puntos cardinales. Para el profeta que mira el trono desde la parte delantera, uno de los vivientes está en medio y los otros en rededor. La descripción de los cuatro vivientes es parecida a la de Ezequiel 30, aunque más sencilla y con algunos puntos de contacto con Isaías 31. En lugar de los cuatro aspectos (panim) de los Kerub de Ezequiel, aquí cada animal sólo tiene uno. Estos cuatro vivientes del Apocalipsis están tomados sin duda de Eze_1:10, y representan los cuatro reyes del reino animal: el león, rey de las fieras; el toro, rey de los ganados; el águila, rey de las aves, y el hombre, rey de la creación. La figura bajo la cual se presentan sugiere que representan lo que hay de más noble, de más fuerte, de más sabio y de más rápido en el conjunto de la creación.
La tradición cristiana se ha servido de estos cuatro vivientes, que sostienen y transportan el trono de Dios para simbolizar a los cuatro evangelistas, que forman la cuadriga de Jesucristo. San Mateo es designado por el hombre, por empezar su evangelio con la genealogía humana de Cristo. San Marcos es representado por el león, ya que empieza su evangelio con aquella frase: Voz de quien grita en el desierto 32; y en el desierto es el león el que ruge. San Lucas es simbolizado por el toro, porque su evangelio empieza con la historia del sacerdote Zacarías 33. Y el sacerdote del Antiguo Testamento era el que sacrificaba los toros para los sacrificios del templo de Jerusalén. Y, finalmente, San Juan es significado por el águila. La razón de esto está en que desde el prólogo de su evangelio se remonta con vuelo de águila hasta las alturas de la misma Divinidad 34.
Los cuatro vivientes estaban llenos de ojos por delante y por detrás. Ezequiel, en cambio, pone los ojos sobre las ruedas del carro de Dios 35. Los ojos son para ver, luego estos vivientes deben de tener algún oficio en el gobierno del mundo. Por otra parte, el número cuatro responde a las cuatro partes del mundo, como sucede frecuentemente en el Apocalipsis 36. Además, todo el contexto nos inclina a creer que los cuatro vivientes son seres de los cuales Dios se sirve para el gobierno de la creación y que le dan gloria en nombre de ella. Según el libro apócrifo de las Parábolas de Henoc 37, está encomendado a tres clases de ángeles el guardar el trono de la gloria del Señor, sin dormir jamás: los Serafim, los Kerubim y los Ofanim 38. Los Ofanim 39 tenían innumerables ojos para indicar que eran los ministros de Dios en el gobierno del mundo y que debían atender a todo lo que sucedía en las diversas partes del orbe40. Al mismo tiempo, los Serafim, los Kerubim y los Ofanim eran los encargados de cantar el Trisagion: Santo, santo, santo es el Señor de los Espíritus. El llena la tierra con espíritus41. Los vivientes de San Juan reúnen las características de estas tres clases de ángeles: tienen las seis alas de los Serafim42, los numerosos ojos de los Ofanim43, y están debajo del trono de Dios como los Kerubim de Ezequiel.
Según una interpretación propuesta ya por San Ireneo y Andrés de Cesárea, estos vivientes serían los cuatro ángeles que están al frente del gobierno del mundo material. Su número corresponde al número simbólico del cosmos, pues existen cuatro regiones del mundo en que estamos, como se expresa San Ireneo44. Sus ojos simbolizan la ciencia universal y la providencia divina. Y dan gloria a Dios sin cesar por su obra creadora45. También San Ireneo ve simbolizados en estos cuatro animales a los cuatro evangelistas, como ya dejamos explicado.
Los cuatro vivientes tenían seis alas (v.8), como los serafines de Isaías 46. No sabemos por qué tienen seis alas y no cuatro los cuatro vientos , que eran las que tenían los querubines de Ezequiel47. Y al abrir las alas aparecían sus cuerpos llenos de ojos todo en derredor. De igual modo que los serafines de Isaías, no cesan ni de día ni de noche de ensalzar la santidad del Señor Dios todopoderoso. La triple aclamación el trisagio48 a la santidad divina quiere poner de relieve la trascendencia divina, separada de todo lo contaminado y de toda maldad. La triple repetición de Santo es una manera de expresar el superlativo, muy propia de la lengua hebrea. Santo, santo, santo equivale, por lo tanto, a santísimo o supersantísimo. Los misteriosos vivientes aclaman, pues, la santidad de Dios y, al mismo tiempo, su omnipotencia y eternidad. Por eso no cesaban de repetir: Sanio, santo, santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene (v.8). Tenemos aquí una magnífica alabanza a la divinidad, a la omnipotencia y a la eternidad de Dios 49. Esta hermosa doxología se inspira en Isa_6:3, y corresponde al Sanctus que nosotros cantamos en la misa. La liturgia de la Iglesia es, en efecto, una participación terrestre de la liturgia celeste.
Siempre que los cuatro vivientes daban gloria, honor y acción de gracias. al que vive por los siglos de los siglos (v.9), los veinticuatro ancianos se asociaban a esta liturgia celestial postrándose de rodillas e inclinándose hasta tocar la tierra, según la costumbre oriental 50. Tomando luego sus coronas, que simbolizan el poder de gobernar el mundo, las arrojaban delante del trono de Dios (v.10). El deponer sus coronas es un signo de sumisión y vasallaje, que estaba de uso en la antigüedad. Del rey de Armenia Tiritadas se narra que arrojó también su corona delante de la estatua de Nerón 51. A estos signos de respeto y adoración añaden los ancianos su propio himno litúrgico: Digno eres, Señor., de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas (v.11). Esta doxología desarrolla el tema de la gloria de Dios en las obras de la creación. En el protocolo áulico de aquella época y en el culto imperial también se deseaba al emperador la gloria, el honor y el poder 52. Sin embargo, San Juan probablemente se inspira en la piedad y en la literatura judía, que solían emplear estos términos principalmente en las oraciones litúrgicas de las sinagogas. Dios es digno de que le alabemos, porque posee todas las perfecciones posibles y su bondad se extiende al universo entero. Ha creado todas las cosas y por su voluntad existen, de ahí que sea justo que le den gloria y honor y reconozcan su dominio soberano sobre toda la creación.
En resumen, los ángeles del cielo, en quienes debe estar representada la creación entera, aclaman al Dios creador y conservador de todas las cosas 53.

1 Rev_1:19. 2 Rev_11:15; cf. 10:7. 3 Cf. L. Mowry, Revelation IV-V and Early Christian Liturgical Usage: LBTh 71 (1952) 75-84; A. Ruó, Gottesbild una Gottesverehrung in Ap 4 und 5:6-14: BiLi 24 (1956) 326-331; J. Giblet, De visione Templi caelestis in Ap 4: Collectanea Mechlinensia 43 (1958) 593-597 4 Cf. 2 Cor 12:2SS. 5 Cf. Job_37:18. Véase Libro de Henoc 33:1; 34:2s; 35; 36:1-3. 6 Rev_1:10-11. 7 Rev_1:19. 8 dom Guiu M. Camps, Apocalipsi, en La Biblia de Montserrat XXII p.266. 9 Jua_1:18; 1Til 10 Eze_1:26-27. 11 Eze_1:28. 12 Cf. Sal_104:2. 13 Cf. Rev_21:18-21. 14 Cf. 1Re_12:6; 2Re_6:32. 15 J. Michl, Die 24 Atiesten in der Apok. des hl Johannes (München 1938) p.ioSss.!6 E. B. allo, o.c. p.yo. 17 Rev_4:10-11; Rev_5:9; Rev_11:16. 18 Rev_5:8. 19 E. B. Allo, ibíd., p.vo. 20 Cf. dom Guiu M. Camps, o.c. p.aóy; A. Feuillet, Les vingt-quatre vieillards de l'Apo-calypse: RB 65 (1958) 5-32; A. Skrinjar, Vingintújuatuor séniores: VD 16 (1936) 333-338. 361-368; N. B. Stonehouse, The Elders and the Living Beings in the Apocalypse. Arcana reveíala (Kampen 1951) 135-148. 21 éxo_19:16ss; cf. Sal_18:8-16. 22 cf. 1Co_12:4. 23 Ex 25:37- 24 Zac_4:2. 25 Is n.i-2. 26 Exo_24:10; Eze_1:22. 27 Test, de Leví 2:7; cf. Gen_1:7; Sal_104:3. 28 Eze_1:22.26. 29 Ez I.4SS. 30 Eze_1:4-25. 31 Isa_6:1-3. 32 Mc 1:3. 33 Lc 1:5. 34 Cf. S. Bartina, Apocalipsis de San Juan. La Sagrada Escritura. Nuevo Testamento III p.655 nt. 4; San Ireneo, Adv. haer. 3:11:8; San Agustín, De consensu evangelistarum 1:6. 35 Eze_1:18. 36 Rev_5:13; Rev_7:1; Rev_8:7-12; Rev_16:2-9; Rev_21:13. 37 En el Libro de Henoc suelen designarse con el título Las Parábolas de Henoc los capítulos 37-71. 38 Libro de Henoc etiópico 71:7. 39 El profeta Ezequiel afirma que los innumerables ojos estaban en derredor de las llantas de las ruedas del carro de Dios. Ahora bien, el término que emplea para designar las ruedas es el de Ofanim, que es el vocablo empleado por el Libro de Henoc para designar a una clase de ángeles. 40 M. garcía cordero, El libro de los siete sellos ñ.âæ. 41 Libro de Henoc 39:12. 42 Isa_6:2. 43 Eze_1:18. 44 Adv. haer. 3:11:8. 45 Rev_4:9. Cf. M. E. Boismard, Apocalypse, en La Bible de Jérusalem p.39 46 Isa_6:2. 47 Eze_1:6. 48 Cf. N. Walker, TheOriginofthe Thrice-Holy, Rev_4:8 : NTSt 5 (19585) 1325; B. M. Leiser, The Trisagion of Isaiah's Vision: NTSt 6 (1960) 261-263. 49 A propósito de la expresión el que era, el que es y el que viene, se puede consultar la explicación que dimos de dicha frase en Rev_1:4. 50 Cf. Eco_50:17.21. 51 Tácito, Annales 15:29. Cicerón (Pro P. Sestio 27) también refiere que Pompeyo devolvió, en un gesto de magnanimidad, la corona real a un reyezuelo que se la había dado en signo de sumisión. 52 Cf. P. Touilleux, L'Apocalypse et les cuites de Domitien et de Cybéle (París 1935) P-102. 53 Cf. Sal_8:2.


Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 4

Parte segunda

FUTURO DE LA IGLESIA HASTA LA CONSUMACIÓN ( 4,1-22,5)

I. INTRODUCCIÓN: TRANSMISIÓN DEL PODER AL CORDERO (4,1-5,14) Antes de pasar a la descripción e interpretación profética del tiempo final, en una visión introductoria 22 se sientan las bases que preparan la debida comprensión de los imponentes cuadros en que se va a describir la marcha del mundo hacia su fin. Una mirada al cielo descubre al vidente el trasfondo invisible, la fuerza conductora y el factor decisivo de la historia universal. Si bien la historia, vista desde fuera, puede aparecer como una cadena cerrada de decisiones humanas, como una sucesión encadenada de acciones y omisiones humanas, sin embargo, esta visión externa no ofrece un cuadro acabado de la misma; la historia, en efecto, está determinada de un extremo a otro por las decisiones de Dios mismo.

El creador y señor universal no deja con indiferencia e impasibilidad que su obra siga su curso, sino que él mismo opera en la historia con los hombres y, si es preciso, incluso contra ellos, a fin de conducir a su creación a la meta que le ha sido fijada. Más aún: mediante la encarnación de su Hijo, él mismo se ha introducido de manera inaudita en la historia de su mundo , y con este acontecimiento ha puesto el acto propia y definitivamente decisivo de la historia. El Hijo de Dios, después de haberse sometido al orden y a la índole perecedera de todo lo creado y de haber tomado sobre sí la suerte del hombre, hasta la muerte misma, luego, con su resurrección superó para todos y para todo el carácter provisional de este ser perecedero y mostró, en su manifestación gloriosa, la figura eterna venidera de la creación de Dios. Así, el crucificado, glorificado después a la derecha del Padre, vino a ser el destino del mundo de Dios, y por ello fue también constituido por el Padre en señor y conductor de su historia.

La visión preliminar de 4,1-5,14 pinta esta realidad en cuadros de fuego que en más de un detalle traen a la memoria descripciones de vivencias de visión de profetas veterotestamentarios (Isa_6:1 s; Ez 1-3), pero que en su estructuración están ejecutados de manera totalmente autónoma. Para describir de alguna manera el misterio y el mundo de Dios sólo tiene el profeta a su disposición modos de ver tomados de la experiencia del hombre en este mundo; los utiliza en forma de símil para, de esta manera, comunicar una idea de la realidad de Dios, mediata, analógica y por tanto insuficiente, pero a su modo verdadera.

Por lo demás, la reproducción de una visión con palabras debe sin duda distinguirse de la vivencia misma; a veces puede resultar difícil captar siquiera en palabras la vivencia de visión, como lo dejan entrever las declaraciones del apóstol Pablo (2Co_12:1-4). Esta circunstancia debe tenerse también presente por lo que hace a la redacción posterior en que Juan consignó sus visiones por escrito; se comprende por tanto que en la exposición utilizara imágenes que le eran conocidas por el Antiguo Testamento y por la apocalíptica judía.

...............

22. La conexión entre los capítulos 4 y 5 está condicionada ya exteriormente por la unidad de la imagen, pero también, y sobre todo, materialmente. Los dos capítulos descubren y formulan en imágenes el tema central del Apocalipsis: el hecho y el modo como Dios vuelve a asumir totalmente la soberanía sobre su mundo. Esto se efectúa por el «Cordero... como degollado» (2Co_5:6), que como «León de la tribu de Judá» (2Co_5:5) reportó la victoria decisiva en el Calvario. Con esto vuelve a despejarse el campo para que Dios pueda poner de nuevo en efecto su plena soberanía sobre su creación. Esto tiene lugar, punto por punto, en un proceso escatológico del final de la historia, cuya fundamentación, motivación y transcurso describe luego el Apocalipsis en grandes cuadros simbólicos.

...............

1. VISIÓN DEL TRONO DE DIOS (Ap/04/01-11)

1 Después de esto miré y vi una puerta abierta en el cielo. Y la voz aquella primera, como de trompeta, que oí hablando conmigo, decía: «Sube acá y te mostraré lo que ha de suceder después de esto.» 2 Al punto fui arrebatado por el Espíritu.

Esta voz de ángel, que lo había llamado antes de la visión inaugural (1,10), anuncia a Juan que ahora se le va a mostrar el desarrollo futuro, fijado en el plan de Dios (lo que «ha de suceder»), de la historia del mundo y la suerte de la Iglesia de Jesucristo dentro de ésta. Inmediatamente comienza la nueva visión, que él experimenta en éxtasis, con una vivencia de arrobamiento. En la bóveda celeste, que según la representación de la antigüedad se extiende como un hemisferio sobre el disco de la tierra, ve Juan una puerta abierta, a la que se acerca por orden del ángel. En aquel tiempo se imaginaba el cielo de Dios por encima del firmamento; Juan podía por tanto tener un presentimiento de lo que quería mostrarle el ángel.

2b Y vi un trono colocado en el cielo; y sobre el trono, a uno sentado. 3 El que estaba sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe y sardónice. Y el arco iris que rodeaba el trono era de aspecto semejante a una esmeralda.

Juan ve el ámbito de Dios como una sala del trono, en el que inmediatamente llaman su atención el trono y el que impera sobre él; el nombre de Dios no se menciona por respeto, como era costumbre entre los judíos; al fin y al cabo, su esencia es de suyo inexpresable. Ahora bien, este trono y el que está sentado en él no son solamente el centro del cielo, sino también el punto medio del mundo entero y de su historia: aquí está la plenitud de todo poder, en el cielo como en la tierra. No son leyes muertas ni un destino ciego los que definen todo lo que ha de venir, sino la voluntad de aquel que está sentado en el trono. El vidente no describe la figura del trono ni al que impera en él, pues éste «habita en la región inaccesible de la luz» (1Ti_6:16); Juan procura dar una idea del resplandor de esta luz que inunda todo el contorno. La gloria del Señor, que él intenta describir, es un concepto central de la Biblia; por ella se entiende la absoluta soberanía, poder y perfección de la esencia divina, que como un resplandor de luz supraterrestre irradia de él y lo hace inaccesible (cf. Exo_24:16 s; Exo_33:18-23, Exo_33:40,34; lRe 8,10s; Isa_6:1 s; Eph_1:17; 1Jo_1:5).

La esplendorosa y flamante luz de la majestad divina se compara aquí con colores de resplandecientes y chispeantes piedras preciosas; sus nombres no se corresponden con los de hoy; por el jaspe se quiere sin duda dar a entender el diamante que refracta la luz en todos los colores, o el ópalo, que lanza también irisaciones; el sardónice parece ser el rojo rubí. Como un dosel, el arco iris (cf. Eze_1:28) cubre y respalda el trono, brilla con un verde claro (esmeralda). El nimbo que, si bien no brilla con los colores del arco iris, se designa con este nombre, es sin duda signo de la paz entre Dios y el género humano (Gen_9:11-17), con el cual se quiere insinuar que Dios despliega su poder como gracia; es un Señor clemente, que «piensa pensamientos de salvación y de paz, y no de aflicción», a fin de «dar esperanza» (Jer_29:11). En él no tiene su causa el infortunio en la historia, pero él lo utiliza para su juicio.

Hasta este punto, el cuadro entero irradia un reposo infinito; el poder absoluto de Dios no tiene necesidad de un apoyo venido de fuera, ni de ninguna la inquietud y de ningún medio inquietante, comprendida la guerra, pese a que en la tierra, tales medios están vinculados al mantenimiento y aseguramiento del poder. En tiempos de inseguridad y de bruscas transformaciones pregunta el hombre más radicalmente por aquel que puede garantizarle realmente su existencia; la idea de Dios que facilitan estos cuadros apocalípticos puede verdaderamente tranquilizar a quienquiera que se halle en condiciones de creer que el Dios glorioso, soberano y clemente hace surgir absolutamente y con toda seguridad la salud del mundo, aun cuando el camino que conduce a esta meta, por razón de la perversidad de los hombres, pasa por catástrofes, que como pruebas pueden servir para la salvación a buenos y a malos.

4 Alrededor del trono vi veinticuatro tronos, y sobre los tronos, veinticuatro ancianos, sentados, vestidos de vestiduras blancas y con corona de oro sobre sus cabezas. 5a Y del trono salen relámpagos, voces y truenos.

Quién es Dios y qué es todo lo que abarca el ámbito de su dominio se sensibiliza luego, en la visión, mediante la corte que lo rodea y la liturgia que ésta celebra ante el trono. El círculo exterior está formado por los veinticuatro ancianos; sus tronos, sus coronas de oro y sus blancas vestiduras traen a la memoria las palabras sobre el vencedor (Jer_3:21; Jer_2:11; Jer_3:5); son por consiguiente hombres que han alcanzado el premio asignado a los vencedores. El número de veinticuatro, dos veces doce, se entiende sin duda en primer lugar en sentido del pueblo de Dios del Antiguo Testamento y del Nuevo (doce tribus, doce apóstoles), cuya unidad aparece con toda claridad en la imagen de la mujer del Apocalipsis (Jer_12:1-1-17); el número de veinticuatro podría también enlazar con la idea de las veinticuatro clases sacerdotales en Israel (lPar 24,4.7-18), tanto más cuanto que los ancianos desempeñan funciones litúrgicas (4,10s). Se entienden sin duda como representantes del entero pueblo de Dios de la salvación, que en sus miembros ya glorificados representa a la Iglesia en adoración ante el trono del Omnipotente. Los relámpagos, voces y truenos que salen del trono hacen pensar en la manifestación de Dios en el Sinaí (Exo_19:16-19) e indican que este Dios que aparece tan inaccesible y trascendente es a la vez el Dios del Sinaí, el Dios de la historia de la salvación; el recuerdo de la revelación del Dios de la alianza y el de la conclusión de la alianza responde bien a la interpretación de los ancianos.

5b Y siete antorchas de fuego están ardiendo delante del trono, que son los siete espíritus de Dios. 6 Delante del trono hay como un mar transparente, semejante a cristal.

Entre los ancianos y el trono arden siete antorchas, que se habían mencionado ya en la salutación (Exo_1:4) y que aquí se interpretan expresamente como símbolos del Espíritu Santo (acerca del parentesco simbólico entre fuego y espíritu, cf. también Mat_3:11; Act_2:3). Sólo posteriormente se dice algo sobre el suelo de la sala del trono celeste; esta indicación quiere expresar sin duda, junto con la sensación de infinitud, sobre todo la de la claridad tranquila -en contraposición con la marejada caótica primordial y su resto, el mar del mundo- y del resplandor supraterrestre chispeante de luz, de este océano del cielo (cf. Gen_1:7; Eze_1:22).

6b Y en medio del trono y alrededor del trono, cuatro seres vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primero es semejante a un león; el segundo, semejante a un toro; el tercero tiene el rostro como de hombre, y el cuarto es semejante a un águila en vuelo. 8 Y los cuatro seres vivientes tienen cada uno seis alas, y alrededor y por dentro están llenos de ojos, y no tienen descanso ni de día ni de noche, diciendo: «Santo, santo, santo, Señor Dios, todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir.» 9 Y siempre que los seres vivientes den gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 caerán los veinticuatro ancianos ante el que está sentado en el trono, y adorarán al que vive por los siglos de los siglos, y arrojarán sus coronas ante el trono, diciendo: 11 «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad eran y fueron creadas.»

Muy cerca del trono ve Juan un último grupo de cuatro seres vivientes, que según parece están situados a los cuatro lados del trono imaginado como aislado de todo lo demás; sus modelos se hallan en Ezequiel (Eze_1:5-14) e Isaías (Isa_6:2-4); sólo que aquí no aparecen como en Ezequiel como sustentando el trono, sino como los más próximos asistentes al trono; además, Juan resolvió su figura monstruosa formada de cuatro partes, que tienen en Ezequiel, y dio a cada uno un aspecto homogéneo distinto del de los otros; también los muchos ojos provienen de Eze_1:18 (en las ruedas del carro de Dios) y 10,12 (los querubines), y las seis alas y el trisagio, de Isaías 6,2s.

Cuatro es, en la apocalíptica, el número cósmico (los cuatro puntos cardinales), y si a esto se añade la circunstancia de que dichos seres se comparan con cuatro criaturas terrestres, cada una la más fuerte en su orden, salta a la vista que mientras los ancianos representan a la humanidad redimida, éstos representan la creación ante el trono de su creador 24. La abundancia de ojos representa gráficamente cuán sobrecogidos están de admiración y asombro en la contemplación de Dios, y el número excedente de alas quiere significar con cuanta prontitud están dispuestos a cumplir la voluntad del soberano universal. Representan por tanto la imagen ideal de la creación de Dios en su origen paradisíaco y así desempeñan también sin interrupción el supremo quehacer de todo lo creado, a saber, el de ensalzar sin reposo la excelencia del creador. Tres veces resuena la aclamación, tres nombres vienen dados a Dios, triple es la alabanza que tributan al Creador y Señor del universo; una liturgia verdaderamente cósmica 25, que asume la forma ideal de manifestación de la Iglesia junto al trono de Dios en la figura de los veinticuatro ancianos; éstos, además, para significar que sólo a Dios deben la existencia, la salvación y la glorificación, arrojan sus coronas ante el trono. El «Digno eres», con que comenzaban las solemnes aclamaciones al ingreso del emperador romano cuando éste se hacía celebrar como manifestación de la divinidad, va dirigido ahora a aquel que puede hacer valer derechos de soberanía ilimitada sobre todas las cosas, porque a él solo pertenece todo como a su Creador.

...............

24. Los cuatro seres vivientes se introdujeron en el arte cristiano como símbolos de los cuatro Evangelios o de los cuatro evangelistas. Esta atribución simbólica se halla por primera vez en la tradición en san Ireneo (Ads. Haer. m, 11-18).

25. El tenor litúrgico general del escrito, en sí apocalíptico y profético, vuelve de nuevo a destacarse con razón. «Casi todas las grandes visiones del Apocalipsis tienen a no dudarlo carácter litúrgico. Este carácter resulta en definitiva de la orientación esencialmente escatológica de la liturgia cristiana, sobre todo de la celebración de la eucaristía, que anuncia «la muerte del Señor hasta que él venga» (1Co_11:26; Doctrina de los doce apóstoles, cap. 9s)» (FEUILLET). Juan describe siempre la gran esperanza escatológica de la Iglesia en cuadros de una liturgia celestial cuyos rasgos están tomados tanto del culto del templo veterotestamentario, como de las celebraciones cultuales neotestamentarias de los cristianos. Las doxologías, aclamaciones e himnos son, en suma, los puntos dogmáticos centrales en el Apocalipsis; en ellos se halla la interpretación teológica de las visiones y se expresa con palabras el kerygma (mensaje) propiamente dicho del último libro de la Biblia. Así el Apocalipsis confirma la observación general de Y. CONGAR: «La Iglesia confiesa la plenitud de su fe en su alabanza y la transmite en su culto» (véase nota 1).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



29 (2) El rollo con siete sellos (4,1-8,5).
Nada se dice como conclusión a la epifanía de Cristo que comienza en 1,10b. Al terminar el séptimo mensaje, Juan dice «contemplé des(-)pués...» (4,1). La ausencia de una conclusión narrativa de la epifanía que describiera la par(-)tida de «aquel con forma humana» (1,13) o lo que Juan hizo tras la experiencia de revela(-)ción, sugiere que la experiencia comenzada en 4,1 aconteció en la misma ocasión. La frase «contemplé después» separa, sin embargo, la epifanía del relato de la visión posterior.
(a) La corte celestial (4,1-11). Esta visión es(-)tá estrechamente vinculada a la del rollo y el cordero (5,1-14). Juntas introducen los siete sellos (6,1-8,5). El cap. 4 es una visión de Dios entronizado, rodeado de la servidumbre. Los precedentes relevantes de la visión son Is 6 y Ez 1. Encontramos importantes analogías en 1 Hen 14 y 71; 2 Hen 20-21; ApAbr 18. 1. una puerta abierta en el cielo: En un apocalipsis ju(-)dío, un ángel lleva al visionario hasta el firma(-)mento y a través de una puerta (o puertas) enorme lo introduce en el primer cielo (ApBar [sir] 2,2; véase también 3,1; 11,2; Gn 28,17; 3 Mac 6,18). la voz de trompeta que me había ha(-)blado al principio: Esta afirmación se refiere a 1, 10-11; vincula la epifanía del que tenía «fi(-)gura humana» de l,10b-3,22 con la sección 4.1-8,5, implicando que el revelador es el mis(-)mo en ambos relatos. «Sube acá»: Esta orden sugiere que 4,1-8,5, o incluso 4,1-22,5, debie(-)ran comprenderse como un viaje celestial o re(-)corrido por el cielo. Otros libros que tienen una visión de una divinidad entronizada son viajes celestiales, p.ej., 1 Hen 1-36; 1 Hen 37-71; 2 Hen; ApAbr. Pero los prototipos princi(-)pales, Is 6 y Ez 1, no lo son (y 1 Re 22,19-23 tampoco lo es). Ap 4,1-22,5 parece ser un tipo fronterizo. La puerta abierta en el cielo, la lla(-)mada a subir y los textos análogos apoyan la conclusión de que el Ap es en parte un relato de un viaje celestial. Pero, a diferencia de otros textos mencionados, no se describe la subida de Juan, ni sus desplazamientos por el cielo, ni su descenso a la tierra. En el resto de 4.1-22,5, no se hace explícito el punto panorá(-)mico de Juan, lo que va a suceder en adelante: Reasunción parcial de 1,19. 2. un trono colo(-)cado en el cielo: Concepción tradicional judía (1 Re 22,19; Is 6,1; Ez 1,26; 1 Hen 14,18.19). 3. y un arcoiris parecido a la esmeralda rodeaba el trono: El arcoiris, probablemente, representa el halo o nimbo, la luz que normalmente se piensa que rodea a los seres divinos (Charles, Commentary 1.115).
30 4. vi otros veinticuatro tronos en los que estaban sentados veinticuatro ancianos: En la apocalíptica judía, como en la literatura mística, a todos los seres celestiales se les co(-)loca de pie, excepto a la divinidad, que apare(-)ce sentada (bHag. 15,a; 3 Hen 16). La presen(-)tación de los ancianos sentados en torno a Dios puede haber sido influida por la práctica de la corte romana. Cuando el emperador es(-)cuchaba la exposición de litigios estaba senta(-)do y rodeado por los senadores, cónsules y otros amigos y consejeros (D. E. Auné, BR 28 [1983] 8-9). En la astrología babilónica, 24 es(-)trellas, la mitad hacia el norte y la otra mitad hacia el sur del zodiaco, eran llamadas «los jueces de todo». Si éstas son los prototipos de los veinticuatro ancianos, su presencia y ubi(-)cación en torno a la divinidad simboliza el or(-)den y el gobierno del cosmos. 5. siete espíritus de Dios: Véase el comentario sobre 1,4. 6. un mar transparente como de cristal: En 15,2 el mar transparente aparece mezclado con fue(-)go. Esta combinación evoca 1 Hen 14, donde se describe una «gran casa» (palacio o templo) en los cielos, con un suelo o pavimento de cris(-)tal rodeado por llamas de fuego (w. 10-12). Pa(-)rece, pues, que en 4,6 y 15,2 el trasfondo de la imagen es Ez 1 y la posterior elaboración e in(-)terpretación de esta visión. 6b. cuatro seres vi(-)vientes: La imagen de los cuatro seres vivientes es una nueva creación literaria, aunque algu(-)nos elementos son tomados prestados de Is 6 y Ez 1 (cf. ApAbr 18,3-5). 10. los veinticuatro ancianos cayeron ante el que estaba sentado en el trono y se postraron: Acto de reverencia que tuvo su origen en Persia y se convirtió en par(-)te de la ceremonia del culto al soberano en los reinos helenistas y, a la larga, en el culto im(-)perial (D. E. Auné, BR 28 [1983] 13-14). 11. digno eres: Este pasaje de aspecto hímnico, probablemente, no procede del culto cristiano primitivo, sino que fue compuesto para este contexto (K.-P. Jórns, Das hymnische Evangelium [Gütersloh 1971] 178-79). tú has creado todas las cosas: La conclusión del «himno» su(-)giere el tema de fondo del cap. 4: Dios como creador; aunque el poder y la solicitud de Dios por la creación no siempre sean evidentes, Dios, en realidad, no es sólo el creador, sino también el todopoderoso que viene a restaurar la creación (v. 8).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El trono en el cielo

El escenario de la visión de Juan se cambia de la tierra al cielo y permanece allí hasta el cap. 10, después de lo cual el punto de vista se va alternando. Debe notarse que sólo el profeta y no la iglesia es llamado a pasar a través de la puerta abierta; su elevación en visión es con el propósito de recibir una revelación, para que pueda comunicar lo que ha visto a los que están en la tierra.

2 Lo primero que captaron los ojos de Juan fue un trono que estaba puesto en el cielo, y sobre el trono uno sentado. Es de primera importancia saber que el Dios que mora en el cielo posee absoluta autoridad sobre el universo. 3 No se da descripción alguna de Dios; Juan dice simplemente que emanan varios colores de piedras preciosas que brillan a través de una extraña nube en forma de arco iris. Hay alguna incertidumbre sobre los nombres dados a las joyas en el mundo antiguo: el jaspe era probablemente un diamante (cf. 21:11), la cornalina era roja, pero no estamos seguros sobre la esmeralda. Puede indicar cristal de roca que actúa como un prisma, y en ese caso se recuerda al arco iris después del diluvio, un recordatorio del pacto de Dios de retener su ira de la humanidad en la tierra (Gén. 9:13). El trono y el arco iris, la omnipotencia y la misericordia, son símbolos significativos en un libro cuyo tema dominante es el juicio y el reino de Dios.

4 Los veinticuatro ancianos recuerdan Isa. 24:23, donde los ancianos se veían como líderes de Israel. Estos ancianos a menudo han sido interpretados como representantes de Israel y de la iglesia (12 patriarcas y 12 apóstoles). En 1 Crón. 24:4, sin embargo, leemos de 24 órdenes sacerdotales y en 1 Crón. 25:1 de 24 órdenes de levitas señalados para profetizar y alabar con arpas y címbalos. Puesto que en 5:8 los ancianos presentan las oraciones del pueblo de Dios y en 4:6-11 se los relaciona con los cuatro seres vivientes, es mejor entenderlos como seres angelicales exaltados, adorando y sirviendo al Creador. 5 Los relámpagos y truenos y voces recuerdan la teofanía en el Sinaí (Exo. 19:16) y describen el aspecto terrible de Dios. En cuanto a los siete Espíritus de Dios véase 5:6. 6 No se dice que el mar de vidrio sea un mar lit., sino que era semejante a ello. Es una adaptación del concepto de las aguas sobre el firmamento (Gén. 1:7), pero se introduce aquí aparentemente para enfatizar la grandeza de Dios.

Los cuatro seres vivientes están alrededor del trono. Su descripción se toma de la visión de los querubines (Eze. 1:5-21) pero está considerablemente modificada. Las principales diferencias son que en Ezequiel cada uno de los querubines tiene cuatro rostros, mientras que aquí cada uno tiene uno. Los primeros tienen ruedas, llenas de ojos alrededor (soportan el trono de Dios), pero aquí los mismos seres tienen los ojos. 7, 8 Su adoración incesante rendida a Dios bien puede representar la sujeción de toda la creación a Dios. Los judíos llegaron a entender de esa manera la visión de Ezequiel, considerando al hombre como principal representante de los seres creados; al águila, de las aves; al león, de las bestias y al becerro, del ganado. El simbolismo antiguo de los cuatro vientos y las cuatro principales constelaciones del Zodíaco por medio de estas cuatro figuras, si era conocido por Juan, serviría para fortalecer este criterio. La canción de los querubines implica que el futuro triunfo de Dios está enraizado en su misma naturaleza; el Señor, que es santo y todopoderoso, ha de venir. 9, 10 La renuncia de los veinticuatro ancianos a sus coronas pareciera ser la expresión de la adoración dada en ocasiones especiales cuando Dios viene y manifiesta su poder soberano para juzgar y salvar (ver 5:8, 14; 11:15-18; 19:4). 11 Los ancianos reconocen que el único digno de tener preeminencia en la creación es el Creador. En su canto que celebra su dignidad dicen que debido a tu voluntad tienen ser y fueron creadas (mejor que por). Esta es una mirada hacia adelante más bien que hacia atrás; la voluntad de Dios es el poder último en el universo y su voluntad será realizada. Esta es la lección suprema de las visiones del Apoc.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

2 Iohn seeth the throne of God in heauen. 4 The foure and twentie Elders. 6 The foure beasts full of eyes before and behinde. 10 The Elders lay downe their crownes, and worship him that sate on the Throne.
1 After this I looked, and beholde, a doore was opened in heauen: and the first voice which I heard, was as it were of a trumpet, talking with me, which said, Come vp hither, and I will shew thee things which must be hereafter.
2 And immediatly I was in the spirit: and beholde, a Throne was set in heauen, and one sate on the Throne.
3 And he that sate was to looke vpon like a Iasper, and a Sardine stone: and there was a rainebow round about the Throne, in sight like vnto an Emeralde.
4 And round about the Throne were foure and twentie seates, and vpon the seates I saw foure and twentie Elders sitting, clothed in white rayment,

[The foure beasts.]

and they had on their heades crownes of golde.
5 And out of the Throne proceeded lightnings, and thundrings, and voyces: and there were seuen lampes of fire burning before the Throne, which are the seuen Spirits of God.
6 And before the Throne there was a sea of glasse like vnto Chrystall: and in the middest of the throne, and round about the Throne, were foure beastes full of eyes before and behinde.
7 And the first beast was like a Lion, and the second beast like a Calfe, and the third beast had a face as a man, and the fourth beast was like a flying Egle.
8 And the foure beasts had each of them sixe wings about him, and they were full of eyes within, and they [ Greek: they haue no rest.] rest not day and night, saying, [ Isa_6:3 .] Holy, holy, holy, Lord God Almighty, which was, and is, and is to come.
9 And when those beasts giue glory, and honour, and thankes to him that sate on the Throne, who liueth for euer and euer,
10 The foure and twentie Elders fall downe before him that sate on the Throne, and worship him that liueth for euer and euer, and cast their crownes before the Throne, saying,
11 [ Rev_5:12 .] Thou art worthy, O Lord, to receiue glorie, and honour, and power: for thou hast created all things, and for thy pleasure they are, and were created.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. Isa_6:1.

3. La gloria de Dios se revela como una irradiación luminosa, comparable al resplandor de las piedras preciosas.

4. Aunque resulta difícil determinar con exactitud quiénes son estos "veinticuatro Ancianos", es posible describir sus funciones: son sacerdotes de la liturgia celestial, porque alaban y adoran a Dios (v. 10; 5. 8-9; 11. 16; 19. 4) y le presentan las súplicas de los fieles. Los "tronos" y las "coronas" simbolizan su participación en el poder real de Dios: lo asisten en el gobierno del mundo y se interesan en el destino de la Iglesia. Su número corresponde probablemente a las veinticuatro clases sacerdotales de 1Cr_24:1-19.

5. Exo_19:16. Ver Sal_18:8-16.

6-8. Eze_1:5-10; Isa_6:3.

9. Dan_4:31.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Apo 5:1; Apo 6:16; Apo 7:10; Apo 19:4; Apo 21:5; 1Re 22:19; Isa 6:1; Eze 1:26; Eze 10:1; Sir 1:8.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Aparecen imágenes tomadas del Antiguo Testamento: el trono recuerda las visiones de Is 6,1 y Ez 1,26-28; el arco iris como señal de Alianza de Dios se encuentra en Gn 9,7-17; los relámpagos aparecen en la teofanía del Sinaí (Ex 19,16); el mar de cristal y los cuatro seres forman parte de la descripción del templo de Jerusalén en 1 R 7,23-26 y Ez 10,14. Con estas imágenes, y otros simbolismos como los de los colores, se describe la majestad de Dios y la alabanza que recibe en el Cielo por parte de los Patriarcas y los Apóstoles. La Iglesia se une en su liturgia a esa alabanza: «Nuestra unión con la Iglesia del cielo se realiza de la manera más noble cuando celebramos las alabanzas de la grandeza de Dios con alegría compartida, sobre todo en la sagrada liturgia, en la que la fuerza del Espíritu Santo actúa en nosotros por medio de los sacramentos. En ella todos los redimidos por la sangre de Cristo de todo linaje, lengua, pueblo y nación, reunidos en una única Iglesia, proclamamos la grandeza de Dios, uno y trino, con el mismo cántico de alabanza» (C. Vat. II, Lum. gent. 50).


La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Liturgia celeste. Con símbolos poéticos tomados de las profecías de Isaías y Ezequiel se presenta el misterio de Dios que es grandeza, firmeza, estabilidad, tranquilidad y claridad. El autor parece tener en mente la corte imperial -romana o persa-, con el senado y consejeros que acompañaban al emperador como parte de su séquito. Los romanos solían saludar al emperador proclamándolo digno, señor y dios de su pueblo. El cristiano sólo puede aclamar de ese modo al único Dios de cielo y tierra. Dios no vive aislado en su gloria. El cielo es vida, luz, alabanza, y adoración; es como un espectáculo de luz y sonido que deleitará a los santos por toda la eternidad.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_6:1; Eze_1:26-28; Eze_10:1

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_6:1; Eze_1:26-28; Eze_10:1

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 1Re 22:19; Isa 6:1; Apo 4:9

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

εὐθέως WH Treg NA28 ] Καὶ εὐθέως RP

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 4.6-8 Seres vivientes: Cf. Ez 1.4-21; 10.1-14, y también Is 6.1-7.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Ez 1:26 *Ez 10:1 *Is 61:1

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

O en espíritu.

Torres Amat (1825)



[8] Is 6, 3.