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Y yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo. (Apocalipsis  5, 4) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 5

2 TRANSMISIÓN DEL PODER (5,1-14)

1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro, con las hojas escritas por ambas caras y sellado con siete sellos.

La segunda parte de la visión introduce movimiento en el cuadro sublime, que casi da la sensación de algo inaccesible, de la sala del trono del cielo, con su liturgia que se desarrolla en forma reverente y acompasada. Este cuadro se mantiene como un telón de fondo, y ante él se ejecuta ahora una acción de tan alto significado, que se llama especialmente la atención hacia ella mediante momentos de tensión que se le anteponen expresamente. Si atendemos a su objeto, en esta sección se representa gráficamente con una imagen arrebatadora este artículo de la fe: «Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso.»

El que reina sobre el trono tiene su mano derecha extendida, con el libro en actitud de ofrecerlo. El libro en cuestión es un opistógrafo, es decir, las hojas o tiras de pergamino o de papiro enrolladas están escritas por sus dos caras, la interior y la exterior, signo de la riqueza de su contenido (cf. Eze_2:9 s). A fin de que se mantenga secreto lo que se contiene en el libro se halla éste sellado con siete sellos (siete es, como en 1,11, símbolo de la integridad). Su contenido es la historia universal en su entero transcurso en forma de historia de la salvación de Dios, es propiedad del soberano universal, pero él quiere entregarlo a otro. Ahora bien, en este cuadro gira ahora todo en torno a este libro y a aquel a quien se le entrega; en efecto, todo lo que en adelante refiere en el Apocalipsis está consignado en él, y es notificado y, al mismo tiempo, realizado por aquel que lo recibe en sus manos.

2 Y vi a un ángel poderoso que pregonaba con gran voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y de soltar sus sellos?» 3 Y nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra podía abrir el libro ni examinarlo. 4 Yo lloraba mucho; porque nadie fue hallado digno de abrir el libro ni de examinarlo. 5 Y uno de los ancianos me dice: «Deja de llorar; que ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el libro y sus siete sellos.»

La tensión se obtiene por medio del artificio literario de la interrogación retórica, empleada también en el Antiguo Testamento (cf. lRe 22,19-21; Isa_6:8). Además, de esta manera se recalca que el encargo de que aquí se trata supera las posibilidades de todas las criaturas de Dios sin excepción: no hay ángel, ni hombre, ni demonio que sea capaz de penetrar el designio secreto de Dios sobre el mundo, y mucho menos de realizarlo. Ninguna ciencia, ningún proceder por elevado que sea, ni la más perfecta dedicación con la mejor voluntad conducen al mundo a su meta. Esta convicción, que de hecho afecta no sólo a una realidad objetiva, sino también al hombre en su propia existencia, entristece profundamente al vidente; la vivencia de una impotencia tan absoluta no tiene ya otra salida que las lágrimas. Ahora bien, estas lágrimas tienen todavía una causa especial en el contexto general; Juan necesitaba, en efecto, saber algo del contenido si quería consolar eficazmente a la Iglesia atribulada y animarla a la constancia. Entonces, se interesa por él uno de aquellos que representan a la Iglesia en su consumación, uno de los testigos que conocen ya a Dios como él es, porque su fe se ha transformado ya en visión. él notifica a Juan: Existe de hecho uno, concretamente un hombre, que se halla en condiciones de aceptar la oferta de Dios y es digno de hacerlo, el Mesías de Dios; su poder soberano y su fortaleza se habían preanunciado ya en el Antiguo Testamento en los dos títulos mesiánicos, aquí apuntados (Gen_49:9; Isa_11:1), y él mismo, en su calidad de hombre, ha «vencido» ya con una acción única en la historia del mundo y así se ha acreditado como aquel al que se «ha dado todo poder en el cielo y en la tierra» ( Mat_28:18 ) .

6 Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero en pie, como degollado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. 7 Y vino y tomó el libro de la mano del que estaba sentado en el trono.

Ya ve Juan al vencedor que está en pie en el círculo de la corte celestial directamente delante del trono. Anunciado como «León», aparece como «un Cordero... como degollado» 26. No se puede decir con más brevedad y propiedad cuándo y cómo se reportó la victoria que se acaba de mencionar; como un cordero, víctima preferida del Antiguo Testamento, este león se hizo así mismo víctima expiatoria por los pecados de todos (cf. 1,5); por eso el Apocalipsis prefiere especialmente el titulo de Cordero para designar al Redentor (veintiocho veces; cf. también Joh_1:29). Ahora bien, él demostró la fortaleza del león, resucitando a la vida eterna (cf. 1,18), de modo que se le designa simplemente como «el que vive», (1,18). En adelante lleva el Cordero todavía la herida de muerte sanada, como signo de la victoria; además tiene «siete cuernos» como símbolo de su poder sin restricción (el cuerno es símbolo de fortaleza; cf., por ejemplo, Deu_33:17; lSam 2,1.10; Jer_48:25; Luk_1:69); sus «siete ojos» simbolizan el espíritu de Dios que le es propio y que, enviado por él, actúa con todo poder en el mundo entero (cf. Joh_15:26; Joh_16:7-15). Este «Cordero» es, por tanto, capaz y digno de que le sea confiada para su ejecución la disposición de Dios sobre el mundo y sobre los hombres. «Vino y tomó el libro...» expresa la elevación al trono del Cordero, al que el soberano universal le transmite el poder que él mismo posee. El destino de todos y de todas las cosas está así hasta el final en manos del mismo Jesús que había dado de si: «Me da compasión de este pueblo» (Mar_8:1), y en el que sigue latiendo el corazón, que una vez se había él dejado atravesar por amor a los hombres (cf. 1,7). Para quienquiera que entre la ascensión al cielo y la segunda venida del Señor experimente como cristiano la historia de este mundo, o incluso la sufra, esto significa una confianza con seguridad sobrehumana y certeza incondicional.

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26. El Apocalipsis subraya, como el Evangelio de Juan, el hecho de que en el cuerpo del Resucitado quedaron visibles las llagas como señal de su victoria definitiva sobre la muerte, así como de su eterno amor redentor (Rev_5:6, Rev_5:12; Joh_20:20; Joh_21:25.27; Rev_1:7; Joh_19:34-37).

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8 Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron ante el Cordero, teniendo cada uno una cítara y copas de oro, llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.

Ya en el cuadro precedente se había interpretado lo contemplado, terminando con un himno; lo mismo sucede ahora (v. 9-10.12.13), como por lo regular en el Apocalipsis, con un cántico de alabanza; es un himno trimembre a Dios Salvador. La primera estrofa la canta el círculo más próximo al trono, los cuatro seres vivientes; los veinticuatro ancianos hacen también otro tanto; ambos grupos reunidos prestan ante el Cordero el mismo homenaje que ante Dios (Joh_4:9 s). Subyace a la descripción la representación del culto del templo en Jerusalén; mientras los sacerdotes ofrecían el sacrificio del incienso, los levitas entonaban salmos con acompañamiento de instrumentos de cuerda (cf. Sal 33 [32] 2; 71 [70] 22). Así como el incienso que se elevaba en el templo era considerado como símbolo de las oraciones de todo el pueblo, así también aquí se interpreta esta ceremonia como símbolo de las «oraciones de los santos», es decir, de la Iglesia entera; la interpretación de los ancianos como los representantes de la Iglesia junto al trono de Dios (cf. comentario a 4,4) recibe nuevo apoyo de esta idea; están ante Dios, desempeñando un papel de mediadores en representación del entero pueblo de la salvación.

9 Y cantan un cántico nuevo, diciendo: «Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado, y rescataste para Dios con tu sangre a hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación. 10 Y los hiciste para nuestro Dios reino y sacerdotes, que reinarán sobre la tierra.»

El «cántico nuevo», que en el Antiguo Testamento se componía y se cantaba con ocasión de una gran gesta nueva de Dios experimentada por Israel (cf. Sal 96[95]1; 149,1; Isa_42:10), toma en consideración la pregunta del ángel (Isa_5:2) sobre quién es digno 27 y le da respuesta. Glorifica a Cristo, Salvador del mundo, que con su muerte nos liberó de la esclavitud de los poderes del mal, y a los redimidos de la humanidad entera (cuatro substantivos para expresarla) los constituyó en la santa comunidad de Dios, al que ellos tienen acceso como los sacerdotes en el servicio del templo en Jerusalén, e incluso los hace participar de su soberanía (cf. comentario a 1,6); todo esto ha venido a ser realidad para todos los redimidos, con la elevación del Cordero al trono, por lo cual ellos cantan un «cántico nuevo». Por lo demás, con la circunstancia de que son precisamente los cuatro seres vivientes, representantes del cosmos, los que entonan el cántico, se subraya especialmente la acción salvadora de Cristo en su extensión cósmica más allá de la humanidad (cf. Rom_8:20-23).

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27. La aclamación «Digno eres...» se aplica tanto al Cordero como al Omnipotente (Rom_4:11). En efecto, el Cristo exaltado vino a sentarse en el trono de Dios (Rom_3:21) una vez que con su victoria sentó el presupuesto necesario para que Dios pudiera asumir de nuevo públicamente en la historia la soberanía sobre su creación. Por esto el Cordero tiene también el derecho «de tomar el libro y de abrir sus sellos», es decir, de poner en marcha el proceso final de la historia, en cuyo transcurso asume Dios su soberanía. Este proceso comienza con medidas judiciales (plagas de los sellos, de las trompetas, de las copas) y termina con la nueva creación (Rom_21:9-22, 5), que se insinúa ya en el himno al Cordero (Rom_5:10).

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11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. Y era su número miríadas de miríadas y millares de millares, 12 que decían con gran voz: «Digno es el Cordero que fue degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición.» 13 Y todos los seres creados que están en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y todo cuanto en éstos hay, oí que decían: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición, el honor, la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos.» 14 Y los cuatro seres vivientes decían: «Amén»; y los ancianos se postraron y adoraron.

En el canto de alabanza de los que asisten al trono entra también ahora la innumerable multitud de los ángeles, como también lo entona sin excepción la entera creación terrestre en su gran variedad; los cuatro seres vivientes pronuncian el amén, y los ancianos concluyen esta liturgia verdaderamente cósmica con el culto de la adoración. Así el conjunto se presenta como una visión prospectiva de la consumación, que es la meta del proceso turbulento, cuya descripción comienza tras esta introducción. En función de tal visión en profundidad se resuelven todos los enigmas de la historia de la misma manera como sólo en función de la elevación del Cordero al trono resultan claras y comprensivas la pasión y muerte de Jesús.

II. LAS VISIONES DE LOS SELLOS (Rom_6:1-8, 1 )

La visión introductoria (Rom_4:1-5, 14), aunque está antepuesta a la primera serie de calamidades, fue concebida como referida también a todas las siguientes, y debía fijar el punto de referencia y delimitar el ángulo visual bajo el que tienen que considerarse los sucesos venideros descritos simbólicamente, si se han de entender como es debido: no hay además de Dios otros poderes que hagan historia por su cuenta; todos los poderes y figuras que aparecen en la historia y parecen determinarla a su propio arbitrio, están sujetos al poder de libre disposición de Dios y de su Ungido, el cual, sentado a la derecha del Padre, guía con su omnipotencia y conduce a buen término la realización del designio de Dios sobre el mundo, como designio de salvación para su creación.

Así pues, propiamente y en definitiva sólo Dios hace historia, porque hasta las contradicciones y catástrofes causadas por otros poderes libres en sí, pero circunscritos por la libertad absoluta de Dios, están infaliblemente en su mano: Dios les pone límites en el tiempo y en el espacio y puede cargar de sentido y finalidad positiva estos mismos errores y extravíos. El sentido de épocas catastróficas en el transcurso de la historia es el de hacer que a través de todo el hacer y acontecer de los hombres, pero sobre todo a través de todas las manifestaciones del poder del mal, se tenga presente el juicio definitivo del que todos éstos son signos precursores; la finalidad de estas catástrofes consiste en despejar los obstáculos que contra el avance del reino de Dios trata de levantar mediata o inmediatamente el adversario, y así contribuir a la consumación final de dicho reino. Para salir al paso a posibles falsas interpretaciones en las visiones de calamidades, no hay que olvidar que todas las descripciones del Apocalipsis son imágenes simbólicas; por tanto, no predicen acontecimientos tal como tendrán lugar concretamente en el futuro. En particular, para la inteligencia de las visiones de los sellos hay que tener en cuenta que no sólo el libro juntamente con los sellos constituye un símbolo, sino que incluso cada sello de suyo tiene un significado simbólico. De las imágenes apocalípticas se puede decir en general que no se pueden comparar precisamente con representaciones naturalistas -estáticas, como diapositivas, o movidas, como películas- sino más bien con cuadros oníricos, que en su transcurso pueden desarrollarse hasta tal punto, que al final cambie totalmente su contenido inicial.

En rigor, incluso una lectura parcial requiere levantar los siete sellos, lo cual implicaría la relación de la totalidad del plan de Dios respecto al mundo; ahora bien, en la concepción apocalíptica «descubierto» significa a su vez, como veremos después, lo mismo que realizado, «cumplido»; en otras palabras: «totalmente descubierto» significaría que el curso de la historia había llegado a su fin. Ahora bien, si, contrariamente a una idea técnicamente correcta, con la apertura de cada sello se pone ya en marcha un proceso, esto da a entender que sólo nos hallamos con acontecimientos preparatorios que están ordenados al cumplimiento de la última voluntad de Dios, el reino de Dios consumado, pero esta consumación no se realiza gradualmente. También el apocalipsis sinóptico (Mat_24:4-44 y par.) traza análogos cuadros de catástrofes y añade esta explicación: «Todo esto será el comienzo del doloroso alumbramiento» (Mat_24:8; Mar_13:8). Este principio de interpretación se aplica a las tres series de calamidades 28 del Apocalipsis de Juan (sellos, trompetas y copas), que se despliegan unas de otras a modo de una espiral de ímpetu creciente se encaminan a un centro, la segunda venida del Señor, que anuncian como dolores de parto y la preparan.

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28. Propiamente huelga hacer notar que una exposición apocalíptica que no afirma la realidad de las imágenes tomadas como símbolos, no ofrece por consiguiente ningún orden cronológico en sentido estricto. Por lo demás, la homogeneidad esquemática con que las plagas de las trompetas y de las copas están descritas, según un modelo del Antiguo Testamento -en ambos casos, el de las plagas de Egipto-, muestra suficientemente que al autor le interesa en primera linea la aserción general: cuanto más cercano está el fin, tanto más apremiantes son los medios con que Dios trata de hacer que la humanidad entre dentro de sí misma. La sucesión de las imágenes en el Apocalipsis está ordenada conforme a una lógica interna.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 5.

El Cordero redentor recibe el libro de los siete sellos, 5:1-14.
1 Vi a la derecha del que estaba sentado en el trono un libro, escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. 2 Vi un ángel poderoso que pregonaba a grandes voces: ¿Quién será digno de abrir el libro y soltar sus sellos? 3 Y nadie podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro ni verlo. 4 Yo lloraba mucho, porque ninguno era hallado digno de abrirlo y verlo. 5 Pero uno de los ancianos me dijo: No llores, mira que ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el libro y sus siete sellos. 6 Vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero, que estaba en pie como degollado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios, enviados a toda la tierra. 7 Vino y tomó el libro de la diestra del que estaba sentado en el trono. 8 Y cuando lo hubo tomado, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron delante del Cordero, teniendo cada uno su cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. 9 Cantaron un cántico nuevo, que decía: Digno eres de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación, 10 y los hiciste para nuestro Dios reino y sacerdotes, y reinan sobre la tierra. 11 Vi y oí la voz de muchos ángeles en rededor del trono, y de los vivientes, y de los ancianos; y era su número de miríadas de miríadas, y de millares de millares, 12 que decían a grandes voces: Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición.13 Y todas las criaturas que existen en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y en todo cuanto hay en ellos, oí que decían: Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición, el honor, la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. 14 Y los cuatro vivientes respondieron: Amén. Y los ancianos cayeron de hinojos y adoraron.

El presente capítulo tiene como tema central a Jesucristo redentor, al Cordero inmolado por los pecados del mundo. Ya no se trata de la adoración a Dios creador, que era el argumento del capítulo 4, sino de Cristo glorioso, vencedor por su pasión y muerte redentora. En sus manos pone el Padre Eterno los destinos futuros de la humanidad. El llevará a efecto los planes divinos, luchando contra las fuerzas adversas de su Iglesia, y logrando el triunfo definitivo sobre el mal. Al recibir el Cordero la suprema investidura de manos del Padre, todas las criaturas representadas por los cuatro vivientes, los veinticuatro ancianos y las miríadas de ángeles prorrumpen en himnos de alabanza y de adoración 1.
Como introducción a la presentación del Cordero redentor en el cielo, San Juan nos describe con gran dramatismo la escena de un libro sellado que nadie es capaz de abrir. En la mano derecha de Dios ve el profeta un libro (v.1), es decir, un rollo de papiro conteniendo los decretos divinos contra el Imperio romano, tipo de todos los imperios paganos perseguidores de los fieles. Estaba escrito por las dos caras de la hoja de papiro. Generalmente se escribía sólo sobre una cara; pero la extensión del texto y la carestía del papel obligaban a veces a escribir por ambas caras. La imagen del libro en donde están escritas las leyes de la Providencia divina o los oráculos de Yahvé es frecuente en la Biblia 2. También en la literatura apocalíptica judía se habla de las tabletas celestes y del libro del Señor, en donde estaban consignados los planes de Dios sobre el mundo 3.
El libro o rollo que vio San Juan estaba sellado con siete sellos (v.1). Con lo cual se quiere indicar que el contenido del libro era secretísimo 4. Los siete sellos sujetaban la hoja enrollada, de suerte que para abrir el rollo era preciso soltar todos los sellos. La apertura de cada uno de los sellos no implica, pues, la publicación o la lectura de una parte del documento, sino que es más bien un preludio de su ejecución. El segundo preludio de la ejecución de los decretos divinos comenzará solamente con el toque de las siete trompetas.
Algunos autores piensan que el hecho de estar sellado el libro con siete sellos no simboliza el carácter hasta entonces secreto de los decretos divinos, sino que aludiría a la costumbre de cerrar los testamentos con sellos de diversos testigos 5. En cuyo caso, el documento que Dios entrega al Cordero significaría el testamento de Dios. Sin embargo, los decretos de Dios sobre el mundo no se puede decir que constituyan un testamento. Y, además, no requerían la presencia jurídica de los testigos para su validez, como se exigía en la legislación jurídica de aquel tiempo para abrir un testamento. Por otra parte, no resultaría fácil explicar cómo Jesucristo solo podía hacer jurídicamente lo que debían hacer siete personas 6. Por todo lo cual consideramos la opinión de estos autores como menos probable.
Un ángel poderoso grita a grandes voces, con el fin de que su voz se oiga en todo el universo 7, preguntando si hay alguno que sea digno, o capaz, de abrir el libro, soltando los siete sellos (v.a). Pero nadie responde en toda la creación. Nadie es digno, ni en el cielo, ni en la tierra, ni en los abismos, de abrir el libro (í.â). Nadie posee la dignidad suficiente para atreverse a escudriñar los destinos futuros de la humanidad. No hay ningún ángel en el cielo, ningún hombre en la tierra, ningún difunto en el hades que pueda arrogarse tal dignidad. Sólo Cristo, redentor y mediador de los hombres, posee los títulos suficientes para llevar a cabo semejante empresa. El hecho de no encontrar a nadie en el universo capaz de desligar los sellos sirve para demostrar la alta dignidad del único digno de realizar esta hazaña.
El profeta, ante aquel silencio de toda la creación, prorrumpe en llanto (v.4), porque comprende cuál es el contenido del rollo. Y piensa que no será posible conocer la revelación de aquel libro misterioso, y, en consecuencia, tampoco tendrá la alegría de contemplar el triunfo final del reino de Dios y de su Iglesia sobre los poderes del mal, personificados en las autoridades del Imperio romano. Pero he aquí que uno de los ancianos amablemente le tranquiliza, y le dice: No llores, mira que ha vencido el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, para abrir el libro (í.æ). El anciano afirma claramente que sólo Cristo es capaz de soltar los sellos. Pero lo hace con lenguaje figurado, inspirado en diversos pasajes del Antiguo Testamento. El epíteto León de Judá está tomado de la bendición de Jacob a sus doce hijos, en la cual Judá es comparado a un cachorro de león 8. Sabido es que esta bendición de Judá es mesiánica. El otro título, Raíz de David, es lo mismo que la expresión mesiánica Retoño de Jesé 9, que se encuentra en la profecía de Isa_11:10. Pues bien, es el León de Judá y el Vastago de la raza de David el que ha vencido las fuerzas siniestras del mal, simbolizadas por el Dragón infernal10. El ha sido el que ha triunfado, mediante su pasión y resurrección n, del pecado y de la muerte. Por eso El será el único digno y capaz de abrir el libro de los siete sellos.
Por un ingenioso y paradójico contraste, el León anunciado aparece de repente bajo la forma de Cordero (v.6) 12. San Juan ve un Cordero, que estaba en pie como degollado. Es Cristo, el cordero pascual inmolado por la salvación del pueblo elegido 13. Esta imagen tiene su origen en el Antiguo Testamento, en donde el Siervo de Yahvé es llevado como cordero al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores.14 También San Juan, en el cuarto evangelio, nos presenta a Cristo como el Cordero que quita los pecados del mundo.15 Con esto se quiere aludir a su mansedumbre, humildad, inocencia y santidad 16. El Cordero se presenta de pie, pero conservando todavía en su cuello las señales de su inmolación. Está de pie porque, aunque ha sido sacrificado, ha logrado vencer la muerte con su resurrección. Cristo ha sido, en efecto, león para vencer, pero se ha convertido en cordero para sufrir (Victorino de Pettau). Su inmolación y muerte sobre la cruz ha sido la causa de su victoria sobre el demonio. Por eso las llagas de Jesucristo son las señales más gloriosas de su triunfo. Y no nos hemos de extrañar que Cristo conserve en el cielo según San Jua_20:27 las gloriosas llagas de su cruento sacrificio, como señales de su lucha victoriosa contra el mal. Aquí, esas llagas de los clavos y la herida del costado de Cristo están significadas por las señales en el cuello, indicio de haber sido degollado.
El Cordero tiene, además, siete cuernos, que simbolizan la plenitud siete del poder y de la fuerza del mismo 17. El cuerno, en el Antiguo Testamento y en las literaturas y artes plásticas del Oriente, significa poder y fuerza. Se conocen muchas representaciones de guerreros que aparecen con cascos provistos de cuernos para simbolizar su mayor o menor potencia militar. Otro tanto podemos decir de las divinidades antiguas, especialmente mesopotámicas, que suelen estar representadas con una tiara de siete cuernos. La imagen, pues, del Cordero con siete cuernos significa el poder omnímodo de que goza Jesucristo. Pero sería un error querer imaginarse a Jesucristo como una realidad con siete cuernos y siete ojos. Estas imágenes son únicamente símbolos, y como tales han de tomarse, sin tratar de forzar el pensamiento del autor sagrado. Pues San Juan, cuando esto escribía, sin duda que no imaginaba a Cristo con siete cuernos. Se sirvió sólo de esta imagen para simbolizar una realidad muy superior: la omnipotencia divina de Cristo, que es el único, en toda la creación, capaz de conocer y dirigir los sucesos futuros del universo.
El Cordero aparecía también con siete ojos, que designan su omnisciencia y providencia universal. El profeta Zacarías ve sobre una piedra siete ojos 18, que son los ojos de Yahvé, los cuales observan la tierra en toda su redondez19. Lo que Zacarías decía de Yahvé, lo dice San Juan en el Apocalipsis del Cordero. Los siete ojos, como las siete lámparas de Rev_4:5, son los siete espíritus de Dios, enviados a toda la tierra (v.6). Estos representan al mismo Espíritu Santo prometido por Jesucristo, y enviado por el Padre y por Jesús sobre los discípulos para que diesen testimonio de Jesús y de su Evangelio hasta el cabo del mundo 20. El espíritu Santo, que es único, aparece aquí como múltiple para significar la abundancia de sus dones. El Apocalipsis, que se complace en el número siete, ha querido simbolizar esta abundancia de dones mediante los siete ojos. Los siete espíritus que, de una parte, se hallan al lado del que está sentado en el trono 21, el Dios omnipotente, y, de otra, junto al Cordero, indican con esto que es el Espíritu de ambos. Vienen a expresar, en forma simbólica, lo que confesamos al decir: Creo en el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo.
El Cordero se acerca al trono y recibe el libro de manos del que está sentado en él (v.7). No hay que preguntar cómo pudo el Cordero tomar el rollo, no teniendo manos. Nos hallamos en el cielo ante el Dios omnipotente, en donde todo es posible. La significación transcendental del acto realizado por el Cordero, al tomar el libro para abrir sus sellos y revelar su contenido, se manifiesta en la escena que sigue. Los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postran, en señal de adoración, delante del Cordero glorioso (v.8). Estos tienen en sus manos cítaras, para acompañar el cántico nuevo, que en seguida entonarán, y copas de oro llenas de perfume. Estos perfumes simbolizan las oraciones de todos los fieles de la Iglesia de Cristo que aún viven en la tierra. Los ancianos se muestran aquí claramente como ángeles intercesores 22. Y se distinguen evidentemente de los cristianos de la Iglesia terrestre cuyas oraciones ofrecen al Cordero. La función de los ancianos-ángeles es manifiestamente litúrgica: el cielo es un templo con su altar y sus cantores, parecido al templo de Jerusalén. Parece que el templo celeste que nos presenta San Juan está más o menos calcado en el templo hierosolimitano. El vidente de Patmos nos habla de un altar de los holocaustos 23, de un altar de los perfumes 24, de una especie de santo de los santos, que al abrirse deja ver el arca de la alianza 25. San Juan se sirve de elementos tradicionales bíblicos o extrabíblicos para componer sus escenas celestes, pero dándoles un significado mucho más elevado del que tenían 26.
Los ancianos y los vivientes, al postrarse delante del Cordero, le rinden acatamiento y adoración, al mismo tiempo que reconocen su superioridad como vencedor en la lucha contra los poderes del Dragón. Además, expresan esos mismos sentimientos de reverencia y adoración, entonando un cántico nuevo (v.9), que va dirigido no solamente a Dios creador, como sucedía en los cuatro primeros capítulos del Apocalipsis, sino principalmente a Cristo redentor. Ese cántico nuevo corresponde al orden nuevo instaurado por Jesucristo, a la suprema intervención divina en los destinos de la humanidad, por medio de la muerte redentora del Cordero. El tema, pues, de este cántico es la redención llevada a cabo por Jesucristo. El ha rescatado con su sangre a toda la humanidad, confiriendo a todos los rescatados la dignidad de reyes y sacerdotes (v.10). Todos los cristianos han comenzado ya a reinar espiritualmente desde que Cristo ha sido glorificado, y son poderosos delante de Dios por su intercesión. Son un sacerdocio real 27, porque mucho más que los sacerdotes de la Antigua Alianza se pueden acercar a Dios para interceder por los hombres 28.
El universalismo de la obra redentora de Cristo se halla aquí bien claramente afirmado 29. La idea del rescate por medio de la sangre redentora de Jesús es manifiestamente paulina 30. El cántico nuevo, entonado por los habitantes del cielo, es todo él una clara confesión de la divinidad y omnipotencia del Cordero, que es el Verbo de Dios 31.
San Juan, después de haber contemplado el grupo de los seres que están más cercanos al trono y tienen una parte más importante en el gobierno del mundo y de la Iglesia, ve un segundo grupo formado por miríadas de ángeles que rodeaban el trono (v.11). Estos son incontables, miríadas de miríadas y millones de millones 32. Las cifras que nos da aquí el profeta significan un número incontable, y parece tomarlas del profeta Daniel 33. Al cántico nuevo de los vivientes y de los ancianos hacen coro innumerables ángeles, que aclaman y confiesan al Cordero, inmolado por la salud de la humanidad, proclamándolo digno de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición (v.12). Estos siete términos honoríficos 34 indican la plenitud de la dignidad y de la obra redentora de Cristo. A la perfección de la obra divina, alcanzada por la redención, corresponde la perfecta glorificación de aquel que la ha realizado.
La escena que nos describe San Juan es de una grandeza admirable. Cristo, el Cordero que ha sido degollado, recibe juntamente con el libro, el homenaje y el dominio de toda la creación. Es muy significativo que la alabanza de toda la creación vaya dirigida a Dios y al Cordero, indivisiblemente unidos. San Juan junta las criaturas materiales con los ángeles en la glorificación del Cordero redentor, a quien atribuyen la bendición, el honor, la gloria y el imperio por los siglos (í.13). En esta doxología de cuatro términos, que toda la creación dirige a Dios y al Cordero, se descubre una clara alusión a las cuatro partes del universo: cielo, tierra, mar, abismos, o a las cuatro regiones del mundo: norte, sur, este, oeste 35. Todas las criaturas alaban a Cristo, en paridad con Dios, como Emperador supremo de todo el universo regenerado. A la aclamación de toda la creación se unen los cuatro vivientes, diciendo: Amén (v.14). Estos, que habían dado la señal para entonar los cánticos de alabanza, dan ahora su solemne amén de aprobación a la aclamación cósmica universal. Se acomodan a la manera de proceder de la liturgia tanto judía como cristiana 36. Los ancianos también se postran en profunda adoración. Y de este modo forman como un todo único los seres de la creación, para tributar homenaje de obediencia y alabanza a Dios y a su Hijo Jesucristo. San Pablo, habiéndonos del anonadamiento de Cristo y de su obediencia hasta la muerte de cruz 37, nos dice que Jesucristo recibió, por este motivo, del Padre la dignidad más grande: fue constituido Señor, de suerte que ante El han de doblar la rodilla los cielos, la tierra y los infiernos. Y todo ello para gloria de Dios Padre.


Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El libro y el Cordero

El foco de la visión cambia dramáticamente. Es como si una cámara de televisión en el cielo enfocara la mano de Dios para mostrar el rollo de un libro que nadie puede abrir. Entonces la cámara enfoca a alguien que aún no se ha visto: está de pie en el centro del trono y, en virtud de su triunfo, puede tomar y abrir el libro. Cuando lo hace, en todo el cielo se escuchan las alabanzas. Es probable que tengamos aquí una representación de la coronación de Jesús el Señor a semejanza de las antiguas ceremonias de entronización en el Medio Oriente. Los pasos de la ceremonia generalmente son definidos como exaltación, presentación, entronización y aclamación. El equivalente de la exaltación se ve en el v. 5, la presentación en el v. 6, el otorgamiento de autoridad en el v. 7 y la aclaración en los vv. 8-14. Así es como el Cristo Redentor entra a su reino de poder.

1 Se ha especulado mucho sobre la naturaleza del libro en la mano de Dios. Dos de las sugerencias que se han presentado son especialmente dignas de mención: una, que es un acto de contrato inscripto por partida doble y la otra que es un testamento. La primera retrotrae a los tiempos antiguos, cuando los contratos se escribían en tablillas de arcilla, y que tenían en la parte exterior señalada brevemente la naturaleza del contrato. Cuando se introdujeron el papiro y el pergamino, se usó fundamentalmente el mismo procedimiento y el documento se sellaba con siete sellos. Se usaba un procedimiento similar cuando se escribía un testamento pues éste era sellado por siete testigos, y se abría después de la muerte del testador en presencia de aquéllos, si era posible. No se da ninguna descripción de su contenido escrito en el exterior, pero ese aspecto de la visión de Juan podía deberse a un eco consciente de Eze. 2:8-10. En realidad las dos nociones están estrechamente relacionadas, dado que un contrato es una forma común de pacto y un testamento es un tipo especial de pacto. En base a esa interpretación el rollo en manos de Dios representa su promesa de pacto de juicio y reinado para la humanidad.

2, 3 El ángel debe ser poderoso, dado que su voz tenía que llegar hasta los límites del cielo, la tierra y la esfera de los muertos (debajo de la tierra es el Hades; cf. Fil. 2:10).5 El León de la tribu de Judá (cf. Gén. 49:9), la Raíz de David (Isa. 11:1, 10) ha vencido por medio de su muerte y resurrección y por eso puede abrir el libro y sus siete sellos. La redención obrada por Cristo fue el medio por el cual el reino de la salvación de Dios fue establecido. 6 La descripción del Cordero combina varios usos de esa figura en el pensamiento heb. Se lo ve como inmolado y, sin embargo, está de pie ... en medio del trono, vivo y victorioso. En el Apoc. el éxodo es el cuadro fundamental de la redención; el Cordero inmolado es, pues, el cordero pascual. También recuerda al cordero muerto de Isa. 53:7, el Siervo del Señor, que sufre inocentemente por toda la humanidad. Pero el Cordero tiene siete cuernos, que significa un inmenso poder (Sal. 75:4-7) y una posición de realeza (Zac. 1:18). Esto asume la representación apocalíptica contemporánea del Mesías como un poderoso líder (¡el carnero!) del rebaño de Dios, quien libera a las ovejas, venciendo a las bestias salvajes que tratan de destruirlas. En Zac. 4:10 es Dios mismo el que tiene siete ojos, lo que simboliza la omnisciencia; aquí se los identifica con los siete Espíritus de Dios, enviados a toda la tierra, en armonía con la enseñanza de Juan 16:7-11. El Mesías de la promesa del AT y de la esperanza apocalíptica aparece así revelado en términos del cumplimiento del nuevo pacto.

8-10 Los querubines y los ancianos cantan un cántico nuevo, porque Jesús ha introducido la nueva era del reino de Dios por medio de su obra redentora (cf. Isa. 42:9, 10, que habla del nuevo cántico en un contexto similar). El Señor ha redimido para Dios gente de toda raza y de toda nación. La figura es la de la liberación de las gentes por un precio. En el mundo antiguo a veces los esclavos eran liberados por personas generosas que pagaban el precio; en el mundo moderno ha ocurrido lo mismo con rehenes. El patrón considerado aquí es el de la liberación de Israel de Egipto para llegar a ser el pueblo libre de Dios en la tierra prometida. La mayor liberación -la que lleva a la vida eterna en el reino de Dios- se ha realizado para toda la humanidad al costo de la sangre del Redentor. De ese modo los redimidos llegan a ser un reino y sacerdotes para nuestro Dios, cumpliendo así la vocación para la cual fue llamado el antiguo pueblo de Dios (Exo. 19:6). Su reino sobre la tierra será su servicio (cf. 20:4-6; 22:3).

11-14 Las multitudes angelicales se suman ahora a la canción de alabanza al Cordero (cf. Dan. 7:10). La doxología se refiere al poder y bendiciones de Cristo al comienzo de su reino (11:17) y es muy similar a la que se canta a Dios en 7:12. Toda la creación en el cielo, la tierra, el mar y la morada de los muertos se une finalmente a la hueste de ángeles y arcángeles (13). Mientras que la alabanza en el cielo en los vv. 8-12 celebra la iniciación por el Cordero del reino de la salvación, la adoración universal de Dios y del Cordero espera su consumación en el futuro. Lo mismo se aplica al himno de Fil. 2:6-11: el Señor ha recibido el nombre que es sobre todo nombre en su exaltación al trono de Dios; su reconocimiento espera su manifestación en gloria.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



31 (b) El rollo y el cordero (5,1-14). El cap. 4 coloca el escenario: la corte o el consejo ce(-)lestial. En el cap. 5 comienza la acción. 1. un ro(-)llo escrito por dentro y por fuera y sellado con sie(-)te sellos: El contexto sugiere que el rollo con los siete sellos es el libro del destino en el que están escritos los acontecimientos del tiempo final (Dn 10,21; 1 Hen 81,1-3). Abrir los sellos signi(-)fica hacer que ocurran estos acontecimientos. Los acontecimientos escatológicos son presen(-)tados en las secuencias de los siete sellos y las siete trompetas. 2. ¿quién es digno de abrir el ro(-)llo?: Al consejo celestial se le plantea un serio problema. Se debe encontrar a alguien que rompa los sellos del rollo e inicie los aconteci(-)mientos del tiempo final, mediante los que Dios triunfará sobre los adversarios preternaturales y humanos. 3. nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra podía: No se encuentra a na(-)die que realice esta tarea. 4. yo me eché a llorar desconsoladamente, porque nadie era digno de abrir el rollo: Las lágrimas de Juan expresan tanto el dilema del consejo celestial como el de(-)seo de los creyentes de conocer los aconteci(-)mientos ñnales y verlos en acción. 5. Finalmen(-)te se encuentra a alguien capaz de realizarlo, el león de la tribu de Judá: Un título (regio) mesiánico (Gn 49,9-10). el retoño de David: También un título real (cf. Is 11,1.10). ha vencido: Puesto que el Ap es un documento cristiano, los títulos mesiánicos se refieren a Jesús. ¿En qué sentido podemos decir que Jesús es un vencedor? Pue(-)de estar aludiéndose a su muerte, a su resurrec(-)ción, o a ambos, considerados como aconteci(-)mientos estrechamente vinculados. La imagen del cordero que aparece en el v. 6 sugiere un én(-)fasis sobre la muerte. 6. un cordero en pie con señales de haber sido degollado: No está claro el origen del símbolo del «cordero» aplicado a Je(-)sús. La descripción del cordero como degollado sugiere, convincentemente, que tanto Is 53 o Ex 12 y otras tradiciones afines han jugado su papel en la formación de este símbolo. La des(-)cripción del cordero con los cuernos, la yuxta(-)posición del epíteto cordero con los títulos mesiánicos del v. 5 y la función del cordero en el conjunto del Ap sugiere que el símbolo mesiánico apocalíptico de una oveja o carnero con cornamenta ha tenido también su influencia (Dn 8,20-21; 1 Hen 89,42; 90,9). 9. eres digno de tomar el rollo: Sólo el cordero es digno de po(-)seer el rollo y de abrir sus sellos. Lo que impli(-)ca que la muerte y resurrección de Jesús y la re(-)constitución del pueblo de Dios redimido son requisitos esenciales para el despliegue de los acontecimientos escatológicos. También sugie(-)re que sólo los seguidores del cordero pueden conocer el contenido del rollo; únicamente Je(-)sús resucitado puede comunicar el conocimien(-)to de lo futuro. 11-14. La aclamación de los innumerables seres de toda clase y el acto de postración de los ancianos, nos evocan los ho(-)nores dados al emperador romano (D. E. Auné, BR 28 [1983] 14-20). El que se den estos hono(-)res a Dios y al Cordero y no al emperador refle(-)ja la visión de Juan del conflicto entre el go(-)bierno de Dios y el gobierno del césar.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

1 The booke sealed with seuen seales: 9 which only the lamb that was slain is worthy to ope. 12 Therfore the Elders praise him, 9 and confesse that he redeemed them with his blood.
1 And I saw in ye right hand of him that sate on the Throne, a booke written within, & on the backeside, sealed with seuen seales.
2 And I saw a strong Angel proclaiming with a loude voice; Who is worthy to open the booke, and to loose the seales thereof?
3 And no man in heauen, nor in earth, neither vnder the earth, was able to open the booke, neither to looke thereon.
4 And I wept much, because no man was found worthy to open, and to reade the booke, neither to looke thereon.

[A new song.]

5 And one of the Elders saith vnto me, Weepe not: beholde, [ Gen_49:9 .] the Lion of the tribe of Iuda, the roote of Dauid, hath preuailed to open the booke, and to loose the seuen seales thereof.
6 And I beheld, and loe, in the middest of the Throne, and of the foure beastes, and in the midst of the Elders stood a Lambe as it had beene slaine, hauing seuen hornes and seuen eyes, which are the seuen Spirits of God, sent foorth into all the earth.
7 And he came, and tooke the booke out of the right hand of him that sate vpon the Throne.
8 And when he had taken the booke, the foure Beasts, and foure and twenty Elders fel down before the Lambe, hauing euery one of them harps, and golden vials full of [ Or, incense.] odours, which are the prayers of Saints.
9 And they sung a new song, saying, Thou art worthy to take the Booke, and to open the seales thereof: for thou wast slaine, and hast redeemed vs to God by thy blood, out of euery kinred, and tongue, and people, and nation:
10 [ 1Pe_2:9 .] And hast made vs vnto our God Kings and Priests, and we shall reigne on the earth.
11 And I beheld, and I heard the voyce of many Angels, round about the Throne, and the beasts and the Elders, and the number of them was ten thousand times tenne thousand, and thousands of thousands,
12 Saying with a lowd voice, Worthy is the Lambe that was slaine, to receiue power, and riches, and wisedome, and strength, and honour, and glory, and blessing.
13 And euery creature which is in heauen, and on the earth, and vnder the earth, and such as are in the sea, and all that are in them, heard I, saying, Blessing, honour, glory, and power bee vnto him that sitteth vpon the Throne, and vnto the Lambe for euer and euer.
14 And the foure beasts said, Amen. And the foure and twenty Elders fell downe and worshipped him that liueth for euer and euer.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Eze_2:9-10. Se trata de un rollo de papiro donde están escritos los designios de Dios sobre el mundo, develados en los caps. 6-9. Ver Isa_29:11; Dan_12:4, Dan_12:9.

5. Gen_49:9; Isa_11:1, Isa_11:10. "El León de la tribu de Judá" y "el Retoño de David" son títulos que se refieren al Mesías. Ver nota Mat_1:1.

6. Zac_4:10. Ver Jua_1:29. Los "siete cuernos" representan la plenitud del poder y los "siete ojos", el conocimiento perfecto.

7. Ver Isa_6:1.

9. "Familias, lenguas, pueblos y naciones": esta fórmula aparece en varias ocasiones para significar todo el género humano. Ver Dan_3:4, Dan_3:7.

10. Exo_19:6. Ver 1Pe_2:9.

11. Dan_7:10.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El Cordero y el rollo. El cordero es una figura bíblica con múltiples simbolismos. Es la víctima pascual de la liberación del pueblo; es el cordero sacrificado por el pecado (Jua_1:29), el león de Judá y la raíz de David, que triunfa sobre la fuerzas del mal. Los siete cuernos y los siete ojos indican que la plenitud del poder y del conocimiento le pertenecen a Cristo glorificado (Mat_28:16-20). Los siete atributos del cordero pertenecen a Dios en el Antiguo Testamento. Los emperadores romanos pretendían atribuírselos a sí mismos. El rollo que sólo el cordero puede abrir y leer contiene los secretos de la historia que Jesús tiene en su mano (Mat_1:16). El imperio romano podía dominar y matar; sólo Jesús puede liberar y dar vida.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El libro sellado simboliza el designio divino sobre cada hombre y sobre la historia.

Quien no lo conoce está sumido en la oscuridad y en la angustia. Pero Cristo, por su condición divina, su obra redentora en la cruz y su victoria sobre la muerte, ha desvelado al hombre esos designios. «Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación» (C. Vat. II, Gaud. et sp. 22). Cristo glorioso merece la misma adoración que el Padre.


Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 5.5 El León de la tribu de Judá: Cf. Gn 49.9-10.

[2] 5.5 El retoño de David: Cf. Is 11.1,10.

[3] 5.6 Cordero: Cf. Is 53.7,10-12, y véase Jn 1.29 n.

[4] 5.6 Los siete cuernos representan la plenitud del poder de Cristo, el Cordero.

[5] 5.10 Cf. Ex 19.6; Is 61.6.

Torres Amat (1825)



[1] Orígenes, Eusebio, y San Jerónimo entienden por este Libro las profecías del Antiguo y nuevo testamento. Otros creen que es el libro del Apocalipsis.

[5] Gen 49, 9.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

Se inserta yo para suplir elipsis del original;


mirarlo... M↓ añaden ni de leerlo.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἐγὼ WH Treg RP ] – NA28