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de la tribu de Aser doce mil; de la tribu de Neftalí doce mil; de la tribu de Manasés doce mil; (Apocalipsis  7, 6) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 7.

Preservación de los justos de los azotes, 7:1-8.
1 Después de esto vi cuatro ángeles, que estaban en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, y retenían los cuatro vientos de ella para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. 2 Vi otro ángel que subía del naciente del sol, y tenía el sello de Dios vivo, y gritó con voz fuerte a los cuatro ángeles, a quienes había sido encomendado dañar a la tierra y al mar, diciendo: 3 No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes. 4 Oí que el número de los sellados era de ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel: 5 De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; 6 de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manases, doce mil; 7 de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Le vi, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; 8 de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil.

Todo el capítulo séptimo está íntimamente ligado al sexto sello. Es como una respuesta al grito desesperado de los enemigos del Cordero: ¿Quién podrá mantenerse en pie? El autor sagrado quiere infundir aliento y esperanza a los fieles ante la gran catástrofe anunciada en el capítulo anterior. Hasta aquí los azotes divinos no hacían distinción entre los siervos de Dios y los impíos habitantes de la tierra. En adelante, los fieles serán preservados. Por eso, antes de abrir el séptimo sello, un ángel de Dios marca a los escogidos con una señal en la frente, que los distinguirá de los paganos.
El profeta ve cuatro angeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra (v.1). La tierra antiguamente era concebida como plana y cuadrada 2. Los cuatro ángulos de la tierra equivalían a los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Los cuatro ángeles tenían como misión el retener los cuatro vientos de la tierra. En la tradición judía, todos los elementos materiales del mundo estaban regidos por ángeles que vigilaban su funcionamiento. Aquí, los cuatro vientos corresponden a los cuatro azotes del capítulo precedente. Los cuatro ángeles rectores de ellos les impiden soplar sobre la tierra y arrojar sobre ella los castigos decretados por la justicia divina. Con esto, San Juan afirma con bastante claridad que todos los elementos que componen el cosmos y las condiciones meteorológicas de él dependen totalmente de la voluntad de Dios.
Además de estos cuatro ángeles, San Juan ve un quinto ángel, que viene del oriente (v.2). El oriente es el lado de donde viene la luz, lo que corresponde bien a este ángel portador y anunciador de la salvación 3. El ángel que ve Juan lleva el sello (óöñáãßâ) de Dios vivo, con el cual marcará a los siervos de Dios. Se trata, según parece, de un sello negativo que, al ser aplicado, deja marcada una imagen. En la antigüedad era frecuente llevar piedras entalladas con las cuales se marcaban los objetos, las cartas, etc. Y esta marca servía de firma. El objeto o la persona sellados, es decir, marcados con el sello, indicaban con esto que pertenecían al dueño del sello. Los esclavos y las personas pertenecientes al culto de los templos eran sellados frecuentemente a fuego, para significar de una manera indeleble su procedencia y propietario. El ángel portador del sello grita a los otros cuatro ángeles que no hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles hasta que marque en la frente, con el sello de Dios, a los siervos del Señor (v.3). Una vez hecho esto, ya podrán cumplir su oficio justiciero. El signo sobre la frente indica la protección divina y la pertenencia a Dios y al Cordero 4. La imagen del signo o del sello religioso era también conocida en Israel. En el éxodo 5 se narra que la noche en que se había de ejecutar la décima plaga, mandó Dios un ángel para que con la sangre del cordero pascual señalase las casas de los hebreos. De este modo fueron librados los israelitas de la décima plaga. En el mismo libro del éxodo 6 se manda que en el turbante del sumo sacerdote había de haber una placa con la inscripción: le - Yahweh propiedad de Yahvé. El profeta Isaías 7 habla de los paganos convertidos a la religión de Yahvé, que tendrían sobre la mano la inscripción: le - Yahweh = De Yahvé, propiedad de Yahvé. Pero es sobre todo Ezequiel el que sirvió de modelo al autor del Apocalipsis. El profeta Ezequiel 8 ve un ángel, con pluma y tintero, que va señalando con una tau en la frente a los que no se habían contaminado con las abominaciones idolátricas que se cometían en Jerusalén. De esta manera, los sellados con la tau son preservados de la matanza de los otros seis ángeles. La visión del Apocalipsis corresponde perfectamente a esta de Ezequiel. A los marcados con el sello de Dios no les alcanzarán los azotes que van a descargar sobre el mundo los cuatro vientos. Probablemente, la señal con que eran sellados los siervos de Dios debía de ser el nombre de Dios y del Cordero, pues éste es el signo que distingue a los predestinados en Rev_14:1.
Lo cierto es que los marcados con el sello pasaban a estar bajo una protección especial de Dios. Ya hemos indicado más arriba que en la antigüedad pagana era corriente marcar a los esclavos con una señal, que indicaba ser propiedad de un determinado señor. Herodoto habla del templo egipcio de Hierápolis, en donde existía la costumbre de señalar con el sello sagrado a todos los esclavos que se refugiaban en el templo, con el fin de consagrarlos al servicio del dios. Después de lo cual, a nadie estaba permitido poner la mano sobre ellos 9. En Rev_13:16 también se dice que los seguidores de la Bestia llevarán su sello sobre la frente. El bautismo cristiano, que era administrado en nombre de Cristo y por el cual el fiel pasaba a ser como propiedad de Cristo, fue llamado óöñáãßâ: sello 10. Aquí, sin embargo, no parece que se trate ni se aluda al bautismo. La señal es algo metafórico, como lo será la señal de la Bestia 11.
El número de los marcados en la frente es de 144.000 (v.4). Es éste un número simbólico, resultado de la suma de doce mil escogidos de cada una de las doce tribus de Israel (=12 X 12 X 1000), que designa una inmensa multitud. ¿A quiénes representan estos 144.000 sellados? Creemos que la opinión que tiene mayor probabilidad es la que ve en esta multitud de marcados a toda la Iglesia cristiana. Se identificaría con la ingente muchedumbre de que nos va a hablar San Juan en Rev_7:9-17. Pero San Juan presenta a esta inmensa multitud ya en el plano glorioso del cielo. Según Rev_3:9-10, las doce tribus de Israel designan a la Iglesia militante, en cuanto que los cristianos son considerados como formando el verdadero pueblo de Israel, que sucede al antiguo 12. Y los 144.000 vírgenes de Rev_14:1-5 que siguen al Cordero, pudieran también identificarse con la inmensa multitud de nuestro texto. Sin embargo, es más probable que revistan matices un tanto distintos esos dos grupos de 144.000: el grupo inmenso de sellados de Rev_7:4 representaría a la totalidad de los cristianos; mientras que los 144.000 vírgenes de Rev_14:4 designaría a la totalidad de los elegidos 13. Orígenes, Primasio, San Beda, Beato de Liébana, y autores modernos, como Renán, Swete y otros, ven en esta cifra simbolizada la multitud de los fieles de Cristo, que serán librados de los azotes en el día de la cólera de Dios contra los impíos. Otros escritores, siguiendo a Victorino Pettau y a Andrés de Cesárea, creen más bien que el número 144.000 representa a los cristianos convertidos del judaismo, desde los días apostólicos hasta la entrada en masa de Israel en la Iglesia 14. Y, finalmente, ciertos autores, como, por ejemplo, el P. S. Bartína 15, identifican esa muchedumbre inmensa de 144.000 con un grupo escogido que había de quedar excluido de las calamidades que se abatirían sobre la tierra, y que sería el que prolongase la Iglesia en la historia.
El vidente de Patmos coloca la tribu de Judá en primer lugar, por ser la tribu de la cual había salido el Mesías, Jesucristo 16. La tribu de Dan no es nombrada, tal vez porque una tradición judía la consideraba como maldita, por suponer que de ella había de salir el anticristo 17. Pero con el fin de que subsista el número 12 número sagrado de las tribus de Israel el hagiógrafo nombra a la tribu de Leví, y desdobla la tribu de José en las de Efraím (en lugar de Efraím es nombrado José) y de Manases.



Triunfo de los elegidos en el cielo,Rev_7:9-17.
9 Después de esto miré y vi una muchedumbre grande, que nadie podía contar, de toda nación, tribu, pueblo y lengua, que estaban delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en sus manos. 10 Clamaban con grande voz, diciendo: Salud a nuestro Dios, al que está sentado en el trono, y al Cordero. 11 Õ todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: Amén. 12 Bendición, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fortaleza a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén. 13 Tomó la palabra uno de los ancianos y me dijo: Estos vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde vinieron? 14 Le respondí: Señor mío, eso tú lo sabes. Y me replicó: Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo, y el que está sentado en el trono extiende sobre ellos su tabernáculo. 16 Ya no tendrán hambre, ni tendrán ya sed, ni caerá sobre ellos el sol, ni ardor alguno, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los apacentará y los guiará a las fuentes de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

San Juan, después de contemplar los 144.000 sellados, ve en el cielo una gran muchedumbre de elegidos de todas las naciones, incontables en número, que estaban de pie delante del trono y del Cordero (v.8). Esta multitud innumerable simboliza a toda la Iglesia, compuesta de gentes de toda raza y nación. El Señor había prometido a los patriarcas que en ellos serían bendecidos todos los pueblos de la tierra 18. Los profetas también habían predicho de muy diversas maneras la incorporación de las naciones al pueblo de Dios en los tiempos mesiánicos. Por eso Jesucristo había mandado a los apóstoles a predicar el Evangelio a toda criatura 19. Y San Pablo nos dirá todavía más claramente que en Cristo no hay judío ni gentil, hombre o mujer, siervo o libre, porque todos somos uno en Cristo 20. La gran muchedumbre que ve San Juan parece designar según el v.14 , un gran número de mártires cristianos, que vienen de la gran tribulación y ya poseen la bienaventuranza eterna. Los vestidos blancos y las palmas en las manos significan su triunfo y su felicidad celeste. Sin embargo, conviene tener presente que las túnicas blancas y las palmas pueden ser también el símbolo de todo cristiano que ha triunfado del mundo. El cristiano que ha permanecido fiel a su fe en medio de las dificultades de este mundo, consigue una dificilísima victoria, que en mucho se parece a la victoria de los mártires. Además, para San Juan, la vida en el cielo es la prolongación, la expansión de la vida de la gracia recibida en el bautismo. El contempla a los elegidos en una especie de peregrinación, de procesión hacia el cielo, en donde tendrá lugar el último acto de su largo peregrinar. Este último acto consistirá en sumarse al coro celeste de todos los elegidos para alabar a Dios por toda la eternidad21. Por eso, en la perspectiva joánica, la Iglesia militante y la triunfante vienen como a identificarse, a sobreponerse frecuentemente. Esta es la razón que nos ha movido a identificar la muchedumbre innumerable de Rev_7:9 con los 144.000 siervos de Dios sellados en la frente de los versículos precedentes 22.
La inmensa turba toma parte, juntamente con los espíritus celestiales, en la gran liturgia del cielo, en el sacrificio de alabanza, el más grato al Señor (v. 10-12). En su acción de gracias entonan un cántico en el que reconocen que la salvación de que gozan la han recibido del que está sentado en el trono y del Cordero. Porque éstos son los únicos que la pueden dar. El cántico de alabanza va dirigido a ambos, con lo cual confiesan su unidad y hablando en lenguaje teológico la consubstancialidad del Padre y del Hijo. La expresión salud (óùôçñßá) á nuestro Dios parece ser una traducción del hosanna de los judíos, que era empleado especialmente en las manifestaciones religiosas de la fiesta de los Tabernáculos 23.
Las miríadas de ángeles que estaban en torno al trono de Dios, los veinticuatro ancianos y los cuatro vivientes, se unen a la aclamación de los mártires postrándose en tierra y respondiendo con un solemne amén (v.11). Luego entonan una doxología de alabanza a Dios, que consta de siete términos (v.12). Con este septenario de plenitud y totalidad se celebran la sabiduría y el poder divinos, por haber hecho triunfar a tan inmensa multitud. En primer lugar es la bendición que le ofrecen todas las criaturas. De este colosal cántico de bendición de toda la creación tenemos como un eco lejano en el canto: Bendecid todas las obras del Señor al Señor 24. Después es la gloria, es decir, la manifestación de la grandeza de Dios, que invita a la alabanza, de la cual está llena toda la tierra 25. La sabiduría, que el mismo Dios pregona en el libro de Job, describiéndonos las maravillas de la creación, en que resplandece la sabiduría del Creador 26. La acción de gracias, la cual es debida a Dios por los innumerables beneficios que derrama en todas las criaturas, especialmente en los seres racionales, a quienes hace participantes de su propia bienaventuranza. Honor es el reconocimiento de la excelencia de una persona, y ¿quién más excelente que Dios, y a quién es más debido el reconocimiento de esa excelencia? El poder soberano para regir a nadie puede competir mejor que al que por derecho propio reina sobre la creación entera. Finalmente, la fortaleza, o mejor, la fuerza con que subyuga a cuantos se le oponen, sometiéndolos a su ley, conviene de modo especial a aquel que es llamado el todopoderoso. Todos estos atributos los posee Dios, no por algún tiempo determinado, sino por los siglos de los siglos. Así, los cielos y la tierra, los ángeles y los hombres se juntan, en esta solemnísima liturgia celeste, para aclamar a una al Dios soberano, que está sentado en el trono, y al Cordero.
A continuación (v.13-17) San Juan va a determinar mejor quiénes son los que forman esa muchedumbre incontable. Y en un diálogo entre uno de los veinticuatro ancianos y el vidente de Patmos, muy propio del estilo apocalíptico, aquél le responde: Estos son ios que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero (v.14). La gran tribulación de que se habla aquí no es precisamente la de los últimos tiempos, es decir, la del juicio final, sino que probablemente se refiere a la persecución de Nerón, tipo de todas las persecuciones antirreligiosas de todos los tiempos. La muchedumbre vestida de túnicas blancas, lavadas en la sangre del Cordero, no comprende únicamente a los mártires de la persecución neroniana, sino también a todos los fieles purificados de sus pecados por el bautismo. El sacramento del bautismo recibe de la sangre de Cristo la virtud de lavar y purificar las almas 27. El cristiano, que recibe por el bautismo la gracia de Dios, posee ya en sí mismo la vida. Vive la vida de la gracia, que es comienzo de la vida eterna, aun en medio de las tribulaciones de la vida presente. Después vendrá la plena expansión de esa vida en el cielo. Así entendido este pasaje, se explica bien la expresión un tanto extraña: lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero. Es la sangre de Cristo, que lava y purifica las almas de los pecados contraídos. Esta metáfora de la sangre de Cristo que blanquea, quitando los pecados, se encuentra en otros lugares del Nuevo Testamento 28. La imagen del Apocalipsis debe de provenir de Exo_19:10.14 y Gen_49:11.
La felicidad celestial de los bienaventurados es concebida como una liturgia continua, en donde las almas ejercen día y noche su sacerdocio delante del trono de Dios dentro del templo celeste (v.15). Es la plena expansión de la idea que ve en los cristianos un reino de sacerdotes 29. El Dios omnipotente, que esta sentado en el trono, extenderá sobre ellos su tienda para protegerlos de las inclemencias del tiempo. Yahvé es presentado como un jeque beduino que acoge con suma hospitalidad a los viandantes fatigados por el largo caminar a través del desierto de este mundo. Con la venida de Cristo a este mundo, Dios montó su tienda entre nosotros 30. De la misma manera que Dios protegió a Israel en el desierto con su sombra protectora, o la She-kina, así también ahora Dios protege a sus elegidos habitando en rnedio de ellos 31. Pero la habitación indefectible y eterna de Dios entre los suyos sólo tendrá plena realización en el cielo. Allí los elegidos gozarán de una salud plena y perfecta, pues Dios los librará de todas las miserias de la presente vida. No tendrán hambre ni sed, ni sufrirán los ardores del sol, ni el dolor y la tristeza (v.16) 32. El mismo Cristo ios apacentará como pastor y los conducirá a las fuentes de la vida eterna (v.17), pues Jesucristo es el camino verdadero y único para ir al Padre 33, es la fuente de la vida 34. El profeta Isaías se había expresado ya en términos casi idénticos: No padecerán hambre ni sed, calor ni viento solano que los aflija. Porque los guiará el que de ellos se ha compadecido, y los llevará a aguas manantiales 35. En el Antiguo Testamento es frecuente comparar a Yahvé con un pastor que apacienta sus ovejas y las conduce a la majada 36. Jesucristo se llama a sí mismo el buen Pastor, que conoce a sus ovejas y las defiende de los lobos rapaces 37. Es también la. fuente de la vida sobrenatural para todos los que creen en El 38. Dios y el Cordero habitarán entre sus ovejas, entre sus elegidos, y serán su templo, su sol y su protección 39. El mismo Dios enjugará las lágrimas de sus ojos (v.17), es decir, los consolará y ya no permitirá que sufran más. Isaías, al hablarnos del festín mesiánico que Yahvé dará en Sión a todos los pueblos, también da realce a la idea de felicidad que experimentarán todos en aquellos tiempos, diciendo: Y destruirá la muerte para siempre, y enjugará el Señor las lágrimas de todos los rostros, y alejará el oprobio de su pueblo, lejos de toda la tierra 4°. Estas figuras tan dulces y emocionantes reaparecerán en los dos últimos capítulos del Apocalipsis.

1 Rev_6:17. Cf. M. García Cordero, O.c. p.8s. 2 Cf. Isa_11:12; Eze_7:2; 37:9- 3 Cf. Eze_43:2. 4 Rev_9:4; Rev_14:1; Rev_22:4. 5 Exo_12:13. 6 Exo_39:30. 7 Is 44:5- 8 Eze_9:4-6. 9 fií'Stg_2:113. 10 Cf. Pastor de Hermas, SimíL 9:16:2-4. 11 Cf. Ap is.ióss; 14:9; 16:2; 19:20; 20:4. 12 Cf. Gal_6:16; Stg_1:1; 1Pe_1:1. 13 Cf. T. Martín, Discusión sobre el Apocalipsis. ¿Cuáles son los señalados?: Ilustración del Clero 16 (1922) 308-309.310-312.339-341; J. M. Bover, 144.000 signati: EstEcl n (1932) 535-547; R. E· Murphy, The Epistle for All Saints (Ap 7:2-22): American Ecclesiastical Review 121 (1949) 203-209. 14 Rom H.25SS. Cf. M. García Cordero, o.c. p.57 15 Cf. S. Bartína, o.c., p.6y3. 16 Cf. Testamento de Dan 5; Strack-Billerbeck o.c. III p.804. 17 San Ireneo, Adv. haer. 5:30:2; San Hipólito, De antichristo 14: PG 10:737. 18 Gen_12:3; Gen_28:14. 19 Mat_28:19. 20 Gal_3:28. 21 Cf. M. García Cordero, o.c. p.5g. 22 Cf. Rev_7:4-8. 23 La expresión óùôçñßá era un término muy usado en las religiones paganas en la épcca en que escribía San Juan. 24 Dan_3:52ss. 25 Isa_6:3. 26 Job 38ss. 27 Cf. Rev_1:5. 28 Cf. Heb_9:7ss; 1Jn_1:7. 29 Cf. Rev_1:6; 5:101 20:6. 30 Jua_1:14; cf. Eze_37:27; Zac_2:14. 31 Exo_33:14-18; Exo_34:9; 1Re_8:11-13.27;cf. J. Bonsirven./udai'smepaíest. I p. 130.20655.216. 32 Gf. Ap21,4- 33 Jua_6:47; Jua_10:28. 34 Jua_4:10-14; Jua_7:38; cf. Rev_22:1. 35 Isa_49:10. 36 Gf. Isa_40:11; Eze_34:23; Sal_23:1; Sal_80:2; Miq_7:14; Zac_10:2. 37 Jua_10:14; Heb_13:20; 1Pe_2:25; 1Pe_5:4. 38 Jua_4:14; 7:37- 39 Apo_21:3ss; 22:3-5- 40 Isa_25:8.


Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 7

4. PRIMER INTERMEDIO (Ap/07/01-17)

El transcurso del acontecer escatológico parecía, tras la apertura del sexto sello, haber llegado a tocar muy de cerca el fin. En este momento de la mayor tensión tiene lugar una interrupción con intermedio, que en una visión doble da para los fieles una respuesta a la pregunta que habían hecho los impíos al final de la sexta visión de los sellos: «¿Y quién puede tenerse en pie?» (6,17). Al desamparo y desesperación de los «que moran sobre la tierra» (6,10) se contrapone la preservación y la gozosa perspectiva de esperanza de los fieles. El motivo de estímulo y de consolación que recorre la entera estructura del Apocalipsis, se formula aquí con especial fuerza en medio de esa atmósfera de ruina (cf. también Luk_21:28).

A esta pregunta: ¿Cuál será la suerte de los elegidos en esos tiempos de catástrofe?, sigue la respuesta: Con la especial protección de Dios no perecerán en la tierra, y a través de la turbulenta caducidad de este mundo perecedero serán conducidos a su meta junto al trono de Dios. Estas promesas se hacen patentes en dos cuadros estrechamente relacionados entre sí: la Iglesia en medio del caótico tiempo del mundo, y la misma Iglesia en la luz y en la paz junto a Dios en la eternidad.

a) Los elegidos en la tierra (Luk_7:1-8).

1 Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que retenían los cuatro vientos de la tierra para que no soplara viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que subía de la parte de oriente y que tenía el sello de Dios viviente. Y gritó con gran voz a los cuatro ángeles a quienes se dio poder para dañar a la tierra y al mar, 3 diciendo: «No dañéis a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que no hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.»

Cuatro ángeles 31 retienen a los poderes de destrucción, que como huracanes han de consumar la devastación de la tierra (cf. Jer_49:36; Dan_7:2S), teniéndolos en los cuatro ángulos de la tierra como perros furiosos amarrados a una cadena. A la Iglesia, en cambio, sucede algo especial antes de que ella, en el mundo y con el mundo, se vea azotada y sacudida por estos torbellinos. Aparece un ángel, que promete bienes por el mero hecho de venir del oriente, por donde sale el sol, donde la expectativa judía creía hallarse el paraíso del tiempo final; lleva en las manos el sello de Dios, con el cual debe marcar de antemano a los elegidos antes del comienzo de nuevas tribulaciones. En la antigüedad se marcaban con fuego los animales y los esclavos como propiedad de su amo; también los adeptos de ciertos cultos especiales se marcaban con fuego la señal de su dios (por ejemplo, los adeptos del culto de Dionisos se grababan una hoja de yedra).

Por lo demás, lo que aquí describe Juan tiene su modelo en Ezequiel (Eze_9:2-7); el profeta ve cómo los habitantes de Jerusalén temerosos de Dios son marcados por un ángel con la letra tau en la frente, a fin de que queden a salvo del castigo que Dios tiene intención de descargar sobre la ciudad apóstata. Estar marcados con un sello significa, pues, pertenencia y promesa de protección. Con esta acción simbólica del ángel promete Dios a los suyos que serán preservados, no de las tempestades, pero sí en las tempestades, y que a través de ellas serán salvados (cf. Joh_17:15).

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31. La representación: ángel de los vientos, ángel del fuego (Joh_14:18), ángel del agua (Joh_16:15) tiene sus raíces en la creencia pagana en los espíritus de los elementos. Es significativo que al ser incorporadas estas representaciones al mundo de imágenes del judaísmo monoteísta, los dioses autónomos de la naturaleza se conviertan en espíritus sujetos a la soberanía de Dios su creador, en ángeles.

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4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. 5 De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; 6 de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; 7 de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil, 8 de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil sellados.

Se indica el número simbólico de los sellados: 144.000 (= 12 X 12 X 1000); el producto del cuadrado del número de perfección, doce, y del símbolo de cantidad mil, quiere decir que se ha alcanzado el número completo de los elegidos y que éstos representan una cantidad imponente. Los sellados se reparten homogéneamente entre las doce tribus del pueblo de la antigua alianza, pues en Dios no hay acepción de personas. Judá, la tribu mesiánica, va en cabeza; falta Dan, en cuyo lugar se nombra a Manasés, hijo de José. La mención de las doce tribus debe también entenderse simbólicamente (cf. Jam_1:1); en el nuevo pueblo de Dios no hay ya diferencia entre judíos y gentiles (cf. Rom_10:12; Eph_2:11-22); «el Israel según la carne» (1Co_10:18) no desempeña ya ningún papel especial en el nuevo «Israel de Dios» (Gal_6:16), compuesto de judíos y gentiles con igualdad de derechos; así también en la visión de la ciudad de Dios consumada en el cielo se hallan todavía sobre sus puertas los nombres de las doce tribus (Gal_21:12), mientras que los nombres de los doce apóstoles se leen sobre las piedras fundamentales de sus muros (Gal_21:14).

b) Los elegidos en el cielo (Gal_7:9-17)

9 Después de esto, miré, y apareció una muchedumbre inmensa que nadie podía contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos con túnicas blancas y con palmas en las manos. 10 Y gritan con gran voz, diciendo: «La salvación se debe a nuestro Dios, al que está sentado en el trono, y al Cordero.» 11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y se postraron ante el trono y adoraron a Dios, 12 diciendo: «Amén. La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.»

La visión de los elegidos en la tierra va seguida de otra, en la que se muestra a Juan la misma muchedumbre que ha llegado ya a la meta. No tanto con el fin de completar el tema, como por una intención pastoral, se dirige ya en este lugar una mirada a la consumación, que por razón de la materia sólo debía ofrecerse en la sección 21, 1-22,5 (32). Esta visión es un complemento necesario de la primera, por cuanto que en ella se presenta realizada en sus dimensiones totales y definitivas la salvación que se había anunciado en la primera. Sólo con este complemento se realiza plenamente la intención de la pieza intermedia, a saber, la de suscitar la convicción de la protección de que gozan los elegidos y animarlos a la confesión de la fe, si es preciso hasta el sacrificio de la vida.

Del símbolo de los 144.000 se pasa al plano de la realidad al indicar que es incontable la muchedumbre de los elegidos de todas las naciones, los cuales están de pie, glorificados («túnicas blancas») ante el trono de Dios, después de haber combatido victoriosamente (la palma, símbolo de la victoria) con la ayuda de Dios y bajo su protección a través de todas las tribulaciones de la tierra. Su cántico de alabanza contiene el gozoso reconocimiento de que la salvación y la bienaventuranza la deben a Dios y al Cordero, que se han mostrado fieles en sus promesas.

Todos los ángeles del cielo y los dos grupos que rodean el trono confirman esto con una liturgia muy parecida a la de 5,12 y casi con las mismas palabras de ésta; allí la alabanza iba dirigida al Cordero, aquí se dirige a Dios, origen último de toda salvación. Los elegidos no se han dejado doblegar por ningún poder de la tierra, sólo delante de Dios dobla la rodilla con profunda gratitud la humanidad redimida.

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32. La integridad del enunciado teológico que constituye el núcleo central de las imágenes apocalípticas y orienta su tenor, fuerza diversamente a tales anticipaciones (cf. también 11,5 ss)

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13 Y uno de los ancianos tomó la palabra y me dijo: «Estos que están vestidos con túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde vinieron?» 14 Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabes.» Y me dijo: «éstos son los que vienen de la gran tribulación, lavaron sus vestidos y los blanquearon en la sangre del Cordero.»

El objetivo parenético de la doble visión viene a continuación destacado expresamente en una escena especial con una doble interrogación. Uno de los ancianos pregunta al vidente quiénes son los que él ve glorificados ante el trono de Dios y cómo han llegado allá. Juan no osa responder, sobrecogido como está de emoción y de reverencia («Señor mío»); así el anciano, que lo sabe mejor que hombre alguno en la tierra, puede explicar lo que está viendo Juan.

Contempla la inmensa muchedumbre de los que «vienen de la gran tribulación», es decir, los que con la ayuda de Dios (como «sellados») superaron los conflictos y las pruebas del tiempo final, por lo cual se les ha podido entregar la túnica blanca del vencedor (cf. 3,5). Su obra no fue en primera línea mérito propio; el camino de la glorificación debía antes abrírseles con la muerte expiatoria del Cordero, la cual causó el perdón y la readmisión a la comunidad con Dios; sin embargo, su acción personal les es propia por cuanto que ellos respondieron al impulso de la gracia y aceptaron la oferta de salvación de Dios; ambas cosas se expresan aquí sin ambages en función del símbolo en una imagen que, por tanto, resulta algo contradictoria: la de blanquear las vestiduras en la sangre del Cordero.

15 Por eso están ante el trono de Dios, y le dan culto día y noche en su santuario, y el que está sentado en el trono tenderá su tienda sobre ellos. 16 No tendrán más hambre ni tendrán más sed; ni caerá sobre ellos el sol ni ardor alguno. 17 Porque el Cordero, que está en medio del trono, los apacentará y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y enjugará Dios toda lágrima de sus ojos.

La gloria y la bienaventuranza junto al trono de Dios se basa («por eso», v. 15) en la gracia de la redención por un lado y en la libre aceptación y cooperación con la oferta de salvación de Dios por otro; esto último lo han demostrado ellos con su perseverancia en la fe y en la paciencia en las tribulaciones y persecuciones en la tierra. Así han merecido volver a vivir, como el primer hombre en el paraíso, con Dios y ante Dios ininterrumpidamente y para siempre («día y noche»). En la comunidad con Dios han quedado también completamente libres de toda clase de ansiedad, de tentación y de necesidad; viven en Dios y así moran en su bienaventuranza (Dios «extenderá su tienda sobre ellos», v. 15). Su servicio ante él no es ya el cumplimiento de un deber, sino el reconocimiento beatificante de la criatura, que precisamente ahora se ha hallado a sí misma en su Creador, y en su amor ve ahora cumplidos por encima de toda ponderación todos sus deseos insatisfechos. Como conclusión y, por tanto, de manera especialmente destacada, se menciona al Cordero como mediador de esta bienaventuranza; con la imagen del buen pastor había ilustrado una vez el Señor mismo su solicitud por los suyos (Joh_10:1-18); la promesa que hizo seguir a esta presentación de sí mismo rezaba así: «Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán» (Joh_10:27 s). Esta promesa la ha cumplido: los ha conducido a los pastos de eterna felicidad y a las fuentes de vida eterna.

Con este segundo cuadro realiza plenamente su intención la pieza intermedia; la seguridad dada en el primer cuadro: «Yo os conduciré a la meta», trataba de suscitar ánimo y confianza, mientras que la descripción de la espléndida meta en el segundo cuadro apunta a proporcionar decisión y entusiasmo para afrontar el combate ineludible. Así, tras esta mirada a la eternidad nos vemos llamados de nuevo a la dura realidad del tiempo; en éste se decide nuestra eternidad; por eso nuestra existencia terrestre no se ve en modo alguno desvirtuada por esa esperanza, sino que precisamente con ella ha alcanzado un peso que por ella misma no se habría podido descubrir ni razonar.



Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Intervalo entre el sexto y el séptimo sellos

El sexto sello anuncia el fin de la historia con la venida de Dios y del Cordero. Uno queda a la espera de que se abra ahora el séptimo sello y sea revelado el reino de gloria. Por lo contrario, Juan relata dos visiones del pueblo de Dios en los últimos días. La primera se relaciona con el período anterior a los juicios descriptos en el cap. 6; la segunda revela a los redimidos en la gloria que seguirá. El propósito de Juan es el de asegurar a sus lectores cristianos (¡y a sus oyentes!; 1:3) que no hay por qué tener temor de los juicios en los últimos tiempos, ya que Dios les protegerá.

A menudo se piensa que las dos mitades del capítulo se refieren a dos grupos diferentes de personas, dado que los vv. 1-8 muestran el cuidado de Dios por Israel en los últimos tiempos, o por lo menos de los judíos cristianos, mientras que los vv. 9-17 describen a los salvados de las naciones del mundo. Esta es una interpretación dudosa. Si el sellado de la primera visión describe la protección de Dios de los juicios destructores que vienen sobre la tierra, entonces todo el pueblo de Dios lo necesita y no una parte limitada de ellos (y eso es lo que se hace; ver 9:4). Además, la expresión los siervos de nuestro Dios, que son sellados (3) aparece varias veces en el Apoc. y regularmente indica a todo el conjunto de los redimidos (ver 2:10; 11:18; 19:2, 5; 22:3, 6). Es probable que Juan haya sido guiado a emplear una profecía que originalmente estaba dirigida a asegurar a los judíos de la certidumbre de su herencia en el reino de Dios. Lo aplica a la iglesia como el nuevo Israel, dado que su simbolismo llega allí a su perfecta realización (para la iglesia como nuevo Israel véase Rom. 2:28, 29; Gál. 3:29; 6:16; Fil. 3:3; 1 Ped. 1:1; 2:9).

1 Después de esto señala una nueva visión; no es una indicación de tiempo en relación con los hechos que son narrados en el cap. 6, sino que introduce una nueva revelación dada a Juan. Los cuatro ángeles ... que detenían los cuatro vientos de la tierra son un símbolo alternativo de los cuatro jinetes del capítulo anterior (como en Zac. 6:5). La furia destructora de los vientos representa toda la manifestación de juicio simbolizada por los sellos, las trompetas y las copas de ira. 2, 3 El cuadro del sello del Dios viviente se aplica a los siervos de Dios y proviene de la visión de Ezequiel de un hombre con un equipo de escribir, al que se le dice que atraviese Jerusalén y ponga una señal en las frentes de los justos para que puedan ser preservados por los agentes de destrucción (Eze. 9:1-6).

4-8 La enumeración de las tribus una por una sirve para enfatizar lo completo del número de los santos de Dios por los que cuida durante el juicio venidero. La lista es inusual en varios aspectos. Judá aparece primero, en vez de Rubén, el primogénito de Jacob (Gén. 29:32; cf. Núm. 13:4-15; Deut. 33:6); esto se debe al reconocimiento de que Judá es la tribu del Mesías. Dan se omite, pero Manasés aparece, aunque éste debiera estar incluido en José. Ciertamente esto es deliberado. Los maestros judíos asociaban persistentemente a Dan con la idolatría. En los Testamentos de los Doce Patriarcas, se dice a Dan: Tu príncipe es Satanás. Desde Ireneo en adelante entre los cristianos se afirmó que el nombre de Dan se omitió porque el anticristo saldría de esa tribu. Por supuesto, éste era el concepto judío, pero en realidad las descripciones del anticristo en el Apoc. son irreconciliables con esto.

9 La visión de los 144.000 sellados para evitar los efectos del juicio es reemplazada por la de una gran multitud que nadie podía contar, de pie delante de Dios y del Cordero en la gloria de su reino. A. M. Farrer consideró que este contraste señala dos temas complementarios de las Escrituras: por un lado, que Dios conoce el número de sus elegidos y, por el otro, que aquellos que heredan la bendición de Abraham son sin número como las estrellas. Sus vestiduras blancas significan pureza y gloria de resurrección y las palmas en sus manos la victoria y la alegría después de la guerra.

10 La salvación pertenece a nuestro Dios ... y al Cordero es un eco del Sal. 3:8 (ver también Apoc. 19:1). Los vencedores atribuyen su redención a Dios y al Cordero. 12 La alabanza de las huestes angelicales refleja la de la multitud redimida.

13, 14 La respuesta de Juan a la pregunta de los ancianos implica: Yo también quisiera saber. La gran tribulación de la cual ha salido la multitud no es una designación general de las pruebas que son la suerte normal de los cristianos, sino la tribulación que tiene lugar al fin de los tiempos. La visión describe la escena después del cese de los juicios del Señor en la historia, y de los sufrimientos de los cristianos a manos de los enemigos de Dios, por lo cual tiene en vista a la última generación. Sin embargo, la declaración de los ancianos en los vv. 14b-17 describe la bendición de toda la iglesia. La dificultad se alivia si recordamos que Juan profetizaba de un día que para él está casi en el horizonte; no se le permitió ver el período intermedio antes del fin. La última persecución puede venir en cualquier momento. Aquellos que se han ido antes, habiendo dado un buen testimonio, por supuesto están incluidos en esta multitud, pero era superfluo señalarlo. Lo que está en vista es la iglesia del presente y su situación llena el marco de Juan. Para nosotros, casi dos milenios después, la iglesia está principalmente en el cielo, pero podemos saber que todos los creyentes, incluyéndonos a nosotros, estaremos en esa multitud.

Han lavado sus vestidos y los han emblanquecido en la sangre del Cordero (14) es una expresión simbólica sobre el perdón de los pecados por medio de la fe en el Cristo que murió por todos. La frase la sangre del Cordero es una forma abreviada para referirse a la muerte de Cristo, considerada como un sacrificio por los pecados; así las figuras del v. 14 presentan la eficacia de la redención del Señor en las vidas de su pueblo. Incluye la derrota del pecado en la vida en virtud del poder de la expiación de Cristo y de ese modo cubre toda la peregrinación de la vida, así como también el evento de la conversión. Los vv. 16, 17 utilizan un lenguaje tomado de Isa. 29:8 y 49:10: Cristo aplaca la sed de la gente proveyendo en sí mismo el antídoto para su inquietud, que es la contraparte plena de sus deseos insatisfechos. Las fuentes de agua viva en la visión final de la ciudad de Dios se convierten en un río de agua viva (22:1, 2), o sea más de lo que es suficiente para las necesidades de todos.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



34 (e) Inserción de dos visiones (7,1-17). El quinto sello predice la persecución de los creyentes, y el sexto el castigo de los persegui(-)dores. En estas visiones se expresa el tercero de los temas principales: la salvación de los discípulos del cordero. La falta de conexión entre ambas visiones y la enumeración de los sellos les dan relevancia.
(1) 144.000 sellados (7,1-8). 1. cuatro ánge(-)les: Para el pensamiento judío del Segundo Templo, Dios rige los elementos naturales me(-)diante la intervención de seres angélicos (1 Hen 60,11-22; Jub 2,2). los cuatro vientos de la tierra: Los cuatros vientos son agentes del cas(-)tigo divino (cf. Jr 49,36). Esta función queda explícita en el v. 2. 3. hasta que marquemos a los servidores de nuestro Dios: Esta marcación simbólica está inspirada por Ez 9, donde un ángel marca en la frente a quienes han evitado la idolatría, una marca por la que se les per(-)dona la vida. Según la visión de las almas ba(-)jo el altar, al menos algunos de los creyentes morirán. En el Ap, la marcación no simboliza la protección «de» la muerte, sino la protec(-)ción en, y a través de, la muerte (véase co(-)mentario sobre 3,10). en la frente: El sello pue(-)de equivaler al nombre de Dios escrito sobre la frente de los creyentes (cf. 3,12; 14,1; 22,4). 4. Ciento cuarenta y cuatro mil: El número de los sellados incluye 12.000 por cada una de las tri(-)bus de Israel. El empleo del tradicional ele(-)mento de las doce tribus nos da la impresión de elección. El número 12.000 de cada tribu intensifica este sentido de elección; un resto sobrevive, una minoría es fiel. Estos números no pretenden ser entendidos literalmente, sino que son utilizados por sus connotaciones sim(-)bólicas. Probablemente, la pertenencia a las doce tribus se entiende también simbólica(-)mente, no literalmente; la pertenencia al pue(-)blo judío no es principalmente una cuestión de nacimiento (2,9; 3,9). El uso de un número, sin embargo, sugiere que se está pensando en un grupo limitado, no en todos los cristianos. La identidad de este grupo se hará más clara en 14,1-5. 5-8. Una característica de esta lista es la ausencia de Dan, probablemente por ra(-)zones teológicas. Al parecer, el AT describe la tribu de Dan como idólatra (Jue 18; 1 Re 12,28-30). Según la forma actual del TestXII, el príncipe de Dan es Satanás (TestDan 5,6). En Jr 8,16-17, hay una profecía de juicio contra Dan. Estas tradiciones pueden haber sido el fundamento del desarrollo de la tradición cris(-)tiana según la cual el anticristo vendría de es(-)ta tribu (Ireneo, Ad. Haer 5.30.2; véase Swete, Apocalypse 98).
35 (2) La salvación de una muchedumbre (7,9-17). La segunda visión insertada describe la salvación definitiva de los justos con mayor claridad y dramatismo que la primera (7,1-8). Es el clímax de los siete sellos. 9. una muche(-)dumbre enorme que nadie podía contar, proce(-)dente de toda nación: La gente en esta visión es deliberadamente puesta en contraste con la del relato anterior; el primer grupo está meticulo(-)samente numerado, mientras que el segundo es innumerable. El primero procede del pueblo de Israel; el segundo, de todas las naciones. Aunque no podemos forzar los detalles, parece implicarse que el segundo grupo está formado por todos los creyentes que son fieles hasta el final, mientras que el primero está formado por un grupo seleccionado de otro más grande (véase el comentario sobre 14,1-5). llevaban palmas en las manos: Las palmas son un dis(-)tintivo de victoria (LSJ 1948). 10. la victoria pertenece a nuestro Dios: El término gr. soteria, normalmente traducido por «salvación», signi(-)fica victoria en este contexto. Su equivalente heb, yesü a, tiene los matices de bienestar, li(-)beración, salvación y victoria. En muchos pa(-)sajes significa «victoria» (1 Sm 14,45; Hab 3,8; Sal 20,6; 44,5 [BDB 447]). La muchedumbre innumerable canta un cántico de victoria a Dios y al Cordero (cf. Ex 15; Jue 5). Esta esce(-)na se corresponde con la del cap. 5. Allí al con(-)sejo divino se le planteaba un dilema: quién abriría el rollo, es decir, quién iniciaría los acontecimientos finales mediante los que se(-)rían vencidos y castigados los adversarios de Dios. Los primeros seis sellos describen esos acontecimientos. Aquí se celebra el triunfo de Dios y del Cordero, el agente de Dios. 13-17. Sigue una breve interpretación de la visión en forma de diálogo entre Juan y uno de los 24 an(-)cianos, que asume aquí la función hermenéuti(-)ca del ángel común en los textos apocalípticos (? Apocalíptica del AT, 19:4.20). 14. gran tri(-)bulación: La crisis del final, que implica la per(-)secución de los creyentes (cf. 1,9; 3,10). blan(-)queado sus túnicas en la sangre del Cordero: La túnica simboliza la vida interior o espiritual, como en la primera mitad de 3,4. La transfor(-)mación de la persona desde su estar manchado (pecador) a estar limpio (santo) se relaciona estrechamente con la muerte de Jesús entendi(-)da como sacrificio (cf. 1,5; 5,6.9). Parece que aquí se alude, fundamentalmente, al arrepenti(-)miento, a la conversión y al bautismo, conside(-)rados conjuntamente como transformación de la persona. La referencia a la tribulación im(-)plica que la perseverancia en este proceso de transformación es también fundamental para quienes quieran tomar parte en la victoria de Dios y del Cordero. La perseverancia puede conducir a la muerte (martirio), pero no pare(-)ce implicar que todos los cristianos deban se(-)guir al Cordero de este modo, 15-17. Una des(-)cripción poética de la salvación. 15. ante el trono de Dios: La bendición más grande es es(-)tar en presencia de Dios (cf. 22,3-4). en el tem(-)plo de Dios: El servicio en el templo simboliza la cercanía a Dios (cf. 3,12). 16-17. Se emplean varias metáforas para expresar el significado de la salvación; la satisfacción de todas las ne(-)cesidades físicas y emocionales significa la ple(-)nitud personal.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VII.

3 An Angel sealeth the seruants of God in their foreheads. 4 The number of them that were sealed: of the tribes of Israel a certaine number. 9 Of all other nations an innumerable multitude, which stand before the Throne, clad in white robes, and palmes in their hands. 14 Their robes were washed in the blood of the Lambe.
1 And after these things, I saw foure Angels standing on the foure corners of the Earth, holding the foure windes of the earth, that the winde should not blow on the earth, nor on the sea, nor on any tree.
2 And I saw another Angel ascending from the East, hauing the seale of the liuing God: and he cried with a loud voice to the foure Angels to whom it was giuen to hurt the earth and the Sea,
3 Saying, Hurt not the earth, neither the sea, nor the trees, till wee haue sealed the seruants of our God in their foreheads.
4 And I heard the number of them which were sealed: and there were sealed an hundreth and fourty and foure thousand, of all the tribes of the children of Israel.
5 Of the tribe of Iuda were sealed twelue thousand. Of the tribe of Ruben were sealed twelue thousand. Of

[The number of the sealed.]

the tribe of Gad were sealed twelue thousand.
6 Of the tribe of Aser were sealed twelue thousand. Of the tribe of Nepthali were sealed twelue thousand. Of the tribe of Manasses were sealed twelue thousand.
7 Of the tribe of Simeon were sealed twelue thousand. Of the tribe of Leui were sealed twelue thousand. Of the tribe of Isachar were sealed twelue thousand.
8 Of the tribe of Zabulon were sealed twelue thousand. Of the tribe of Ioseph were sealed twelue thousand. Of the tribe of Beniamin were sealed twelue thousand.
9 After this I beheld, and lo, a great multitude, which no man could nuber, of all nations, and kindreds, and people, & tongues, stood before the throne, & before the Lamb, clothed with white robes, and palmes in their hands:
10 And cryed with a loude voice, saying, Saluation to our God, which sitteth vpon the Throne, and vnto the Lambe.
11 And all the Angels stood round about the Throne, and about the Elders, and the foure beasts, and fell before the throne on their faces, and worshipped God,
12 Saying, Amen: Blessing, and glorie, and wisedome, and thankesgiuing, and honour, & power, and might be vnto our God for euer & euer, Amen.
13 And one of the Elders answered, saying vnto mee, What are these which are arayed in white robes? and whence came they?
14 And I said vnto him, Sir, thou knowest. And he said to me, These are they which came out of great tribulation, and haue washed their robes, and made them white in the blood of the Lambe.
15 Therefore are they before the throne of God, and serue him day and night in his Temple: and hee that sitteth on the Throne shal [ Rev_21:3 .] dwell among them.
16 [ Isa_49:10 .] They shall hunger no more, neither thirst any more, neither shall the Sunne light on them, nor any heate.
17 For the Lambe, which is in the middest of the throne, shall feede them, and shall leade them vnto liuing fountaines of waters: [ Isa_25:8 ; Rev_21:4 .] and God shal wipe away all teares from their eyes.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Eze_7:2.

3. Eze_9:4. Los que hayan sido marcados con el "sello" estarán bajo la protección especial de Dios. Ver Exo_39:30.

4. El número "144.000" -12 por 12 por 1.000- representa simbólicamente a todo el Pueblo de Dios, que estaba dividido en doce tribus.

9. Los mártires cristianos entran a tomar posesión de la gloria celestial. Las "túnicas blancas" y las "palmas" simbolizan la santidad, la alegría y el triunfo. Ver notas 2. 17; 6. 2.

14. La "gran tribulación" son las persecuciones de que eran objeto los cristianos.

15. Ver Exo_33:7-11; Eze_37:27; Zac_2:14.

16. Isa_49:10.

17. Isa_49:10; Isa_25:8. Ver Sal. 23; Eze_34:11-31; Jua_10:11-16.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El suspense aumenta mediante la inserción de dos visiones antes de abrirse el séptimo sello. La primera visión (vv. 1-8) muestra la protección divina sobre los cristianos: son una gran multitud -ciento cuarenta y cuatro mil- que forma el nuevo Pueblo de Dios. La segunda visión (vv. 9-17) muestra la situación gloriosa de la que gozan los redimidos por Cristo tras la muerte. «La sangre del Cordero que se ha inmolado por todos ha ejercitado en cada ángulo de la tierra su universal y eficacísima virtud redentora, aportando gracia y salvación a esa muchedumbre inmensa. Después de haber pasado por las pruebas y de ser purificados en la sangre de Cristo, ellos -los redimidos- están a salvo en el Reino de Dios y lo alaban y bendicen por los siglos» (Juan Pablo II, Hom. 1-XI-1981).


La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Los que se salvan. Cuando se destruye la naturaleza se acaba la humanidad. Antes de que sea destruida por los ángeles, hay que sellar e identificar a los siervos de Dios. 144.000 es un número perfecto (12x12x1.000). Es el número de los elegidos del Nuevo Israel, mucho más numeroso que el Israel antiguo de las doce tribus. Además, Dios acepta a todos los pueblos, razas y lenguas, a una muchedumbre inmensa e incontable, para su servicio. Los mártires son los miembros más destacados del nuevo Pueblo de Dios; han compartido ya la muerte y el sacrificio de Jesús, y por ello reinan con Él en la gloria.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



En esta lista tiene la preferencia JUDÁ, porque de ella nació Cristo. Se ha conservado el desdoblamiento de la tribu de JOSÉ, cuyo nombre sustituye al de Efraím. Admitido este desdoblamiento y mantenido el nombre de LEVÍ, para conservar el número tradicional de doce ha tenido que suprimirse una tribu, que es la de Dan. Muchos han supuesto que con ello quiso Juan indicar que de Dan saldría el anticristo. Pudo influir en la omisión el hecho de que esta tribu había quedado casi completamente extinguida.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 7.4 El número 144 000 (= 12 x 12 x 1000) simboliza la totalidad del pueblo de Dios. Probablemente se refiere a la misma multitud citada en 7.9-17, representada por dos símbolos sucesivos.

[2] 7.17 Sal 23.1-2; Is 49.10.

[3] 7.17 Is 25.8; Ap 21.4.

Traducción En Lenguaje Actual Con Deuterocanonicos En Orden Alejandrino (2004)

[1] 7.4-8 Aquí, las tribus de Israel representan al pueblo de Dios en todo el mundo.

Torres Amat (1825)



[9] En señal de la pureza de su vida y símbolo de su triunfo.

[17] Is 25, 8.