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Olvidasteis al Dios eterno que os alimentó
y afligisteis a Jerusalén que os crió.
(Baruc 4, 8) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;;;;;;;;;;;;;;;;

4. Elogio de la Ley. Rehabilitación de Israel.

Exhortación al cumplimiento de la Ley (1-4).
1Es el libro de los mandamientos de Dios y la Ley perdurable para siempre. Los que la guardan alcanzarán la vida; los que la abandonan caerán en la muerte. 2Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala, camina al resplandor de su luz. 3No des a otros tu gloria, ni tu dignidad a una nación extraña. 4Somos bienaventurados, Israel, porque conocemos lo que a Dios place.

El autor concreta explícitamente en qué consiste la sabiduría, que no es otra cosa que el cumplimiento de los mandamientos de Dios. El seguirla asegura una vida bajo la protección del Señor, mientras que los que se separen de ella caerán en la muerte (v.1). La perspectiva no es de ultratumba. No se alude a la idea de retribución al más allá, sino a la doctrina pragmática del Deuteronomio, según la cual Dios bendice con larga vida y bienes materiales a los que cumplen su Ley l. Por eso se exhorta a Jacob a abrazar la Ley, caminando a su luz (v.2). La Ley dada por Dios es como una luz que ilumina el camino de Israel. Por otra parte, la Ley constituía la máxima gloria del pueblo elegido (v.3), por la precedencia que le daba sobre los otros pueblos y por lo que suponía de ventaja en la dirección de la vida. Por consiguiente, debe ser celoso de su posesión y no debe comunicarla a una nación extraña. Parece aludir a la posibilidad de que, si no es digna de tal privilegio, Dios se la puede quitar y transferirla a otra nación no judía. Y el hagiógrafo canta exultante: Somos bienaventurados porque conocemos lo que a Dios place (v.4). Israel se halla en una situación privilegiada al conocer expresamente la voluntad de Dios, y, por tanto, amoldándose a ella, sabe que camina seguro, disfrutando de las bendiciones divinas prometidas.

El pueblo, castigado por sus pecados (5-9).
5 Cobra aliento, pueblo mío, monumento de Israel2. 6 Fuisteis vendidos a las naciones, mas no para ruina. Porque habéis irritado a Dios, fuisteis entregados a los enemigos. 7 Habéis irritado al que os hizo, sacrificando a demonios, no a Dios, 8 Os olvidasteis de quien os engendró, el Dios eterno; trajisteis la tristeza sobre la que os crió, Jerusalén, 9 porque vio venir sobre vosotros la cólera de Dios, y dijo: Oíd, naciones vecinas de Sión, Dios ha echado sobre mí un gran duelo.

El profeta anima a los exilados, a los que, a pesar de estar postrados, les llama pueblo mío y monumento de Israel, es decir, que recuerdan aún a Israel como pueblo glorioso y con gestas pasadas dignas del gran antepasado Jacob-Israel. Les ha llegado la hora de la tragedia al ser vendidos a las naciones como esclavos; pero esto no ha sido para ruina o total destrucción. La causa de la catástrofe está en las rebeldías continuas contra Yahvé, sobre todo la idolatría (sacrificando a los demonios, í.7) o divinidades paganas. Así se olvidaron del que los engendró, escogiéndolos como pueblo santo y raza sacerdotal, y, olvidándose del Dios eterno, atrajeron sobre ellos las calamidades que causaron la tristeza sobre Jerusalén, que los crió. Las frases tienen un acento de ternura, similares a Isa_40:1. Dios es como una nodriza que alimenta a su pueblo a través de la historia 3, y Jerusalén es como una madre de sus habitantes4. En su dolor materno es presentada manifestando su duelo sobre la suerte de sus hijos: Oíd, naciones vecinas, Dios ha echado sobre mí un gran duelo (v.9). La mano de Yahvé ha pesado sobre ella con insistencia trágica, y no puede menos de llorar por sus hijos, cuidados con tanto esmero.

Lamentaciones de Jerusalén (10-16).
10 Vi el cautiverio de mis hijos y de mis hijas, que el Eterno trajo sobre ellos. 11Con alegría los había criado, y los despedí con llanto y duelo, 12 Nadie se alegre de verme viuda y abandonada de muchos. Quedé en soledad por los pecados de mis hijos, porque se apartaron de la Ley de Dios 13 y no han conocido sus mandamientos, y no han andado por los caminos de Dios ni siguieron las sendas de la educación en su justicia. 14 Venid, pueblos vecinos de Sión, y acordaos del cautiverio de mis hijos y de mis hijas, que trajo sobre ellos el Eterno. 15 Pues hizo venir contra ellos una nación lejana, una nación insolente de lengua extraña, que no respetó al ancianoni se compadeció del niño, 16 y se llevó a los (hijos) amados de la viuda, dejándola desolada sin sus hijas.

Habla Jerusalén, personificada en una dama que ha tenido hijos con alegría, pero que los ha visto partir al cautiverio con llanto y duelo. Pide a las naciones vecinas que no sientan una satisfacción maligna por su inmensa desgracia, apelando a los sentimientos naturales de la maternidad (v.12). Ahora es una pobre madre que ha quedado sin hijos, y, por tanto, digna de compasión. Reconoce la culpabilidad de ellos, por la que Dios envió el castigo (v.15). De nuevo les suplica comprensión y compasión para su trágica situación: acordaos del cautiverio de mis hijos. (v.14). Todo ha venido por designio del Eterno. En el v.16, con reminiscencias de otros pasajes bíblicos 5, describe a la nación enemiga que fue el instrumento de la ira divina. Parece un versículo redaccional, pues, aparte de ser muy similar a otros de la Biblia, tiene un aire bastante convencional 6. La nación invasora no ha tenido los elementales sentimientos de piedad, ya que ha dejado a Jerusalén desolada sin hijas.

Jerusalén conforta a sus hijos exilados (17-29).
17 ¿Pues qué socorro podía yo daros? 18 Sea el que trajo este.infortunio sobre vosotros quien os libre del poder de vuestros enemigos. 19 Id, hijos míos, id, que yo me quedo sola, abandonada, 20 despojada de la túnica de la paz, vestida del saco de la plegaria. Siempre, mientras me dure la vida, estaré clamando al Eterno. 21 Y vosotros, hijos míos, valor; clamad también al Señor, y él os librará de la dominación de los enemigos. 22 Yo esperaré del Eterno vuestra redención; del Santo vendrá la alegría, por la misericordia del Eterno, nuestro Salvador, que vendrá sobre vosotros. 23 Con llanto y con duelo os despedí, mas con alegría y gozo eterno os devolverá a mí. 24Pues como ahora vieron los pueblos vecinos de Sión vuestro cautiverio, así os verán pronto redimidos por Dios, con redención espléndida y gloriosa del Eterno. 25Soportad, hijos míos, con paciencia la cólera que sobre vosotros viene de parte de Dios. El enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su perdición, y pondrás tu pie sobre su cuello. 26Fueron mis delicados (hijos) caminando por caminos ásperos, fueron arrastrados como rebaño robado por los enemigos. 27Tened ánimo, hijos, y clamad a Dios, que ya se acordará de vosotros el que os hizo ir. 28Pues como os inclinasteis a apartaros de Dios, así, convertidos, le buscaréis diez veces más, 29pues el que traio sobre vosotros el castigo, os traerá, con la redención, la eterna alegría.

Jerusalén es presentada como una madre que ve partir a sus hijos al exilio con pena por no poder prestarles alguna ayuda. Son días de luto para ella, despojada de las túnicas de la paz y vestida de saco (v.20). Su vida será una continua plegaria al Eterno por la suerte de sus desterrados, con la esperanza de ver su redención (v.21) del cautiverio. Tiene confianza en que un día, con alegría y gozo eterno, los volverá a ver. Mientras tanto, deben soportar con paciencia la prueba enviada por Dios, pues llegará el momento en que Dios castigará al perseguidor (v.25).

Mensaje de consuelo (30-37).
30 Ten ánimo, Jerusalén; el que te dio su nombre te consolará. 31 ¡Desdichados los que te maltrataron y se alegraron de tu caída! 32 ¡Desgraciadas las ciudades en que tus hijos estuvieron esclavizados, desdichada la que os tuvo cautivos! 33Pues así como se alegró en tu ruina y se regocijó en tu caída, así habrá de entristecerse de su propia soledad. 34Yo la privaré de la alegría de sus muchedumbres, y su orgullo se convertirá en duelo, 35pues el Eterno mandará sobre ella el fuego por largos días, y por mucho tiempo será habitación de demonios. 36Mira hacia el oriente, Jerusalén, y contempía la alegría que te viene de tu Dios. 37Mira que llegan tus hijos, aquellos de quienes tuviste que despedirte. Llegan congregados desde el oriente y el occidente por la palabra del Santo, llenos de alegría por la gloria de Dios.

El profeta, exultante, anima a Jerusalén a sentirse alegre ante la nueva· perspectiva de inmediata liberación. Sión ha recibido un nombre directamente de Yahvé, que a su vez está vinculado al nombre de ella/por ser el lugar de su morada: El que te dio su nombre (í.30) 7. Jerusalén pertenece de un modo especial a Dios, por ser el escabel de sus pies, y su nombre va siempre unido al de la Ciudad Santa, Por eso, esto es una prenda de su liberación: te consolara. Ha llegado la hora de la nación enemiga que la ha maltratado y ha llevado cautivos a sus hijos. Yahvé enviará sobre ella el fuego, símbolo de destrucción, como en Sodoma y Gomorra8. Pero no debemos tomar la frase al pie de la letra, como si Babilonia hubiera de ser realmente destruida por el fuego. Como otras veces hemos hecho notar, el profeta trabaja con moldes de expresión estereotipados, y entre ellos está el de la destrucción de las ciudades por el fuego (v.35). Babilonia se convertirá en lugar de ruinas, habitación de demonios, o sátiros, que, según la mentalidad popular, moraban en regiones deshabitadas y en ruinas 9.
El profeta anuncia ya la llegada del cortejo triunfal de repatriados: Mira que llegan tus hijos. desde el oriente y el occidente :(v.37). El texto es muy similar a los conocidos pasajes del libro de Isaías 10. Y el que guía la caravana de retorno es el Santo, designación isaiana aplicada a Yahvé, Dios de Israel, cuya característica es la trascendencia, intangibilidad, segregación, incontaminación, pues santidad en el A.T. es esa atmósfera especial que rodea a Dios para aislarlo de las criaturas y purificar todo lo que en torno quiere acercarse a El.

1 Cf. Dt II.2255. - 2 Cf. Exo_3:15; Job_18:17; Pro_10:7. - 3 Cf. Os n,3s; Deu_1:31; Deu_32:10; Isa_63:10. - 4 Cf. Isa_51:18. - 5 Cf. Deu_28:49; Jer_5:15s - 6 Cf. Isa_28:11; Isa_33:19; Jer_5:15; Eze_3:5-6; Dan_8:23; Lam_5:12-13- 7 Cf. Isa_43:1; Isa_45:4; Dan_1:7. - 8 Cf. Jer_50:40. - 9 Cf. Isa_13:21-22; Jer 51:37- - 10 Cf. Isa_49:18; Isa_60:4.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

1 The booke of Commandements, is that Wisdome which was commended in the former chapter. 25 The Iewes are mooued to patience, and to hope for the deliuerance.
1 This is the Booke of the commandements of God: and the Law that endureth for euer: all they that keepe it shall come to life: but such as leaue it, shall die.
2 Turne thee, O Iacob, & take heed of it: walke [ Greek: to the shining, before the light thereof.] in the presence of the light therof, that thou mayest be illuminated.
3 Giue not thine honour to another, nor the things that are profitable vnto thee, to a strange nation.
4 O Israel, happie are wee: for things that are pleasing to God, are made knowen vnto vs.
5 Be of good cheare, my people, the memoriall of Israel.
6 Ye were sold to the nations, not for [your.] destruction: but because you moued God to wrath, ye were deliuered vnto the enemies.
7 For yee prouoked him that made you, by [ 1Co_10:20.] sacrificing vnto deuils, and not to God.
8 Ye haue forgotten the euerlasting God, that brought you vp, and ye haue grieued Ierusalem that noursed you.
9 For when shee saw the wrath of God coming vpon you, she said; Hearken, O ye that dwell about Sion: God hath brought vpo me great mourning.
10 For I saw the captiuitie of my sonnes and daughters, which the euerlasting brought vpon them.
11 With ioy did I nourish them: but sent them away with weeping and mourning.
12 Let no man reioyce ouer me a widow, and forsaken of many, who for the sinnes of my children, am left desolate: because they departed from the Law of God.
13 They knew not his statutes, nor walked in the waies of his Commandements, nor trode in the pathes [ Or, of his discipline in righteousnes.] of discipline in his righteousnesse.
14 Let them that dwell about Sion come, and remember ye the captiuity of my sonnes and daughters, which the euerlasting hath brought vpon them.
15 For he hath brought a nation vpon them from far: a shamelesse nation, and of a strange language, who neither reuerenced old man, nor pitied childe.
16 These haue caried away the deare beloued children of the widow, and left her that was alone, desolate without daughters.
17 But what can I helpe you?
18 For he that brought these plagues vpon you, will deliuer you from the hands of your enemies.
19 Goe your way, O my children, goe your way: for I am left desolate.
20 I haue put off the clothing of [ Or, prosperitie.] peace, and put vpon me the sackcloth of my prayer. I will cry vnto the euerlasting [ Or, in the time of mine affliction.] [ Psa_116:2; Psa_137:7.] in my dayes.
21 Be of good cheare, O my children, cry vnto the Lord: & he shal deliuer you from the power & hand of the enemies.
22 For my hope is in the Euerlasting that hee will saue you, and ioy is come vnto me from the Holy one, because of the mercy which shall soone come vnto you from the euerlasting our Sauiour.
23 For I sent you out with mourning and weeping: but God will giue you to mee againe, with ioy and gladnesse for euer.
24 Like as now the neighbours of Sion haue seene your captiuity: so shall they see shortly your saluation from our God, which shall come vpon you with great glory, and brightnesse of the euerlasting.
25 My children, suffer patiently the wrath that is come vpon you from God: for thine enemy hath persecuted thee: but shortly thou shalt see his destruction, & shalt tread vpon his necke.
26 My [ Or, my dearelings.] delicate ones haue gone rough wayes, and were taken away as a flocke caught of the enemies.
27 Be of good comfort, O my children, and cry vnto God: for you shall be remembred of him that brought these things vpon you.
28 For as it was your minde to goe
astray from God: so being returned seeke him ten times more.
29 For he that hath brought these plagues vpon you, shall bring you euerlasting ioy againe with your saluation.
30 Take a good heart, O Ierusalem: for hee that gaue thee that name, will comfort thee.
31 Miserable are they that afflicted thee, and reioyced at thy fall.
32 Miserable are the cities which thy children serued: miserable is she that receiued thy sonnes.
33 For as shee reioyced at thy ruine, and was glad of thy fall: so shall she be grieued for her owne desolation.
34 For I will take away the reioycing of her great multitude, and her pride shalbe turned into mourning.
35 For fire shal come vpon her fro the euerlasting, long to endure: and she shal be inhabited of deuils for a great time.
36 O Ierusalem, looke about thee toward the East, and behold the ioy that commeth vnto thee from God.
37 Loe, thy sonnes come whom thou sentest away: they come gathered together from the East to the West, by the word of the holy One, reioycing in the glory of God.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Restauración de Jerusalén. Después de la confesión de pecados y de la invitación a la enmienda, viene el oráculo de salvación y consuelo. Es un poema inspirado de cerca en modelos de Is 40-66, sobre todo por la imagen matrimonial y el estilo de apóstrofe lírico. La relación del Señor con el pueblo está vista aquí en una imagen familiar. Dios es el padre que ha criado al pueblo (Deu_8:5; Isa_1:2). Jerusalén es la madre del pueblo, pues representa a la comunidad en su valor fecundo y acogedor (Is 49; 54; Isa_66:7-14). El Señor es el esposo de Jerusalén, como indican dichos textos, y también Isa_62:1-9. El padre exige respeto (Mal_1:6), castiga a los hijos para mejorarlos (Os 11). La madre no puede contenerse (Isa_49:15), se deja llevar de la compasión, aunque sus hijos sean la causa de su pesar. Exhorta a los hijos e intercede ante el marido (compárese con la actitud de Moisés en Nm 11). Abandonada del marido, la ciudad se encuentra en la posición social de una viuda sin medios (Isa_50:1; Isa_54:4). Tampoco la pueden ayudar sus hijos, muertos o desterrados (Isa_51:18). A pesar de todo, sigue confiando y esperando. Ya siente la inminencia de la salvación, obra de Dios, renovación del antiguo éxodo.
El profeta se dirige al pueblo (Isa_4:5-8); Jerusalén a sus vecinas (Isa_4:9-16) y a sus hijos (Isa_4:17-29). El profeta se dirige a Jerusalén (,9). Jerusalén es el centro geográfico; en torno hay una serie de capitales vecinas; lejos está el destierro o la diáspora. Desde un punto central se contempla un movimiento de ida y vuelta. Pero sólo vuelven israelitas, no acuden paganos. En eso queda lejos de Isa_2:2-5 o Zac_8:20-23.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Como en Ecli. 24. 23, aquí se identifica la Sabiduría con la Ley de Israel.

5. El pueblo llevado al exilio es el "memorial" que perpetúa el nombre de Israel.

6. Ver Isa_50:1; Isa_52:3.

7. Ver Deu_32:16-17.

30. Los temas y el estilo de esta exhortación a Jerusalén están inspirados en Is. 40 - 55; 60 - 62.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_32:5; Deu_32:10; Deu_32:15; Isa_1:2

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Deu_32:5; Deu_32:10; Deu_32:15; Isa_1:2

Torres Amat (1825)



[4] Sal 147 (146-147), 19; Deut 4, 8.

[35] El fuego de la venganza divina por medio de los persas. Is 13, 19; Jer 50, 39.