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Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y obscenidades, lejos de vuestra boca. (Colosenses 3, 8) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 3

II NORMAS PARA LA VIDA DE LA COMUNIDAD CRISTIANA 3,1-4,6

En la primera parte de la carta, Pablo ha desplegado el misterio de Cristo, y evidentemente lo ha hecho en vista de la situación de la comunidad cristiana de Colosas, que está amenazada de una peligrosa herejía. En la segunda parte, da instrucciones prácticas para la vida cristiana de la comunidad, las cuales tienen el rango de normas apostólicas y son importantes para todos los tiempos de la Iglesia. Como muestra ya el primer versículo del capítulo tercero, hay que entender estas normas sobre todo como consecuencias del misterio del bautismo; porque los cristianos, desde el bautismo, tienen que considerar «que están muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús» (Rom_6:11).

Al principio de los fragmentos éticos de sus cartas, Pablo tiende a usar la conjunción «pues», y así lo hace también en Col_3:1 44. Esta conjunción, pues, repetida tan a menudo, nos dice que el Apóstol desea que sus advertencias apostólicas sean entendidas como las consecuencias prácticas de lo que antes se ha expuesto sobre el ser cristiano. El ser tiene que conducir a la acción.

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44.Cf. también Rom_6:12; Rom_13:12; Gal_5:1; Eph_6:14; 1Th_5:6; 2Th_2:15.

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1. BUSCAD LO DE ARRIBA (3/01-04).

1 Si, pues, habéis sido resucitados juntamente con Cristo, buscad lo de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.

Para Pablo, el bautismo no es una piadosa ceremonia, sino un gran misterio y lo más importante que acontece en la vida del creyente (1Sa_2:11-13); porque en él muere el hombre viejo y es resucitado un hombre nuevo «juntamente con Cristo». Dado, pues, que esto sucede en el bautismo, la mirada interna del cristiano tiene que orientarse de nuevo: tiene que dirigirse resueltamente hacia «arriba»; porque allí está el nuevo centro donde convergen los deseos de la comunidad cristiana y de cada uno de los cristianos: Cristo, que desde su ascensión a los cielos está enaltecido a la derecha de Dios. El que busca a Cristo allí le encuentra.

2 Meditad lo de arriba, no lo de la tierra.

Una vez más recomienda el Apóstol encarecidamente la nueva dirección de la mirada, pero cambia la expresión; antes habló de una búsqueda, ahora habla de un «meditar» (pensar, juzgar). Todo juicio y pensamiento del cristiano debe orientarse al «cielo» (es decir, a nuestro Señor Jesucristo glorificado, en quien ya se ha renovado toda la creación), no a las cosas terrenas. Esto significa, sin duda una radical transmutación de todos los valores y exige del cristiano un desprendimiento creciente de las cosas terrenas. Pero esto no quiere decir que el cristiano pueda descuidar sus obligaciones y tareas terrenas (cf. también 1Th_4:11 s), pero no debe extraviarse en ellas, como si tuvieran un valor definitivo y supremo. El cristiano cumple sus obligaciones terrenas dirigiendo sin ruido su mirada a Cristo, su Señor y su esperanza...

3 Habéis muerto, y vuestra vida está oculta, juntamente con Cristo, en Dios.

Pablo apoya su exigencia precedente de dirigir resueltamente la mirada hacia arriba, en la indicación de que ya hemos «muerto» en el bautismo (cf. 2,12). Pero también se nos ha dado en él la nueva vida, la participación en la vida de Cristo resucitado (2,13), que ahora está sentado en el trono de la gloria celestial. Esta vida se sustrae por ahora a la mirada terrena, como el Señor glorificado, está «oculta, juntamente con Cristo, en Dios».

Con estas palabras, el Apóstol no quiere decir que el cristiano tenga una doble existencia, una impropia en la tierra y otra propia en el cielo. Lo que se sustrae a la mirada terrena es la misteriosa conexión vital del bautizado con Cristo, manantial de su vida oculta: porque ésta es el mismo Cristo (3,4). El cristiano vive del misterio que se llama Cristo. Por eso, su mirada también tiene que estar dirigida a él.

4 Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces también vosotros seréis manifestados juntamente con él, en gloria.

Cristo se manifestará al fin del mundo. Entonces saldrá de su retiro celestial y se mostrará como el verdadero Señor del mundo, con miras al cual todas las cosas fueron creadas (1,16), y en quien están «recapituladas» todas las cosas de los cielos y de la tierra (Eph_1:10). Aquél será el momento en que también cesará de ser invisible y oculta la «vida», de la que Dios nos ha hecho donación en el bautismo. Esta vida aparecerá gloriosa, y entonces también abarcará el cuerpo, para reproducir en nosotros «la imagen de su Hijo» (Rom_8:29).

Así es cómo el Apóstol indica a los colosenses el último fin de su vida y de la historia, antes de empezar la parte propiamente exhortativa. Esta nueva orientación de los pensamientos de sus lectores hacia lo que para e] cristiano es lo verdadero por antonomasia, influye como un motivo muy poderoso en la acción. El misterio de Cristo en la vida del cristiano debe darle la fuerza más intensa para caminar según se merece también este misterio. El Apóstol le muestra lo que significa prácticamente «no meditar lo de la tierra».

2. DESPOJAOS DEL HOMBRE VIEJO (3/05-09).

5 Haced morir, pues, los miembros que están sobre la tierra: lujuria, impureza, pasión, deseo malo, y la sed de lucro, que es una idolatría.

Con estas palabras, el Apóstol muestra qué entiende por sentimientos terrenos. No es el amor que se maravilla y da gracias por la creación y sus dones -este amor se puede unir sin ningún reparo con los sentimientos «celestiales»-, antes bien es la entrega a las pecaminosas concupiscencias de la carne, de las que Pablo nombra una serie, entre ellas la corrupción sexual. El cristiano debe «hacer morir» estas concupiscencias, porque son inconciliables con la nueva vida en Cristo. «No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que cedáis a sus malos deseos, ni ofrezcáis más vuestros miembros como armas de iniquidad al servicio del pecado, sino consagraos a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida...» (Rom_6:12 s).

Pablo hace resaltar especialmente la codicia, el molesto deseo de tener más, que nunca está satisfecho, sino que busca ansiosamente y sin cesar nuevas y todavía mayores ganancias, que sobrepasan con mucho las necesidades de la vida. Esto va en contra del Evangelio 45, es una idolatría, porque a las cosas terrenas, al dinero y a los bienes, se les dedica una entrega y una adoración que sólo corresponden a Dios. Jesús dice: «Guardaos muy bien de toda avidez» (Luk_12:15).

6 Por estas cosas viene la ira de Dios.

La ira de Dios se manifestará en su juicio. Jesús quiere liberar a los suyos del venidero juicio de la ira de Dios (1Th_1:10); no obstante, su ira descarga infaliblemente sobre los hijos de la rebeldía; nadie se engañe a sí mismo o engañe a otros sobre este particular (Eph_5:6).

7 En tales cosas andabais vosotros también en otro tiempo, cuando vivíais en ellas.

Pablo, como judío, juzga con mucha severidad la vida de los paganos de aquel tiempo (cf. Rom_1:18-32); sobre todo ve su inmoralidad y corrupción. A los colosenses también les recuerda su tiempo pasado en el paganismo. El cristiano no cierra los ojos ante su tiempo pasado; no elimina ni encubre los pecados que ha cometido sino, que con gratitud, se acuerda de la gran bondad y misericordia de Dios, que de la muerte del pecado les ha hecho venir a su vida y a su luz (Rom_1:21 s; Rom_2:13; Eph_2:1.5).

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45.Cf. las imprecaciones de Jesús contra los ricos en Luk_6:24-26.

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8 Pero ahora dejad a un lado también vosotros todas esas cosas: ira, animosidad, malignidad, injurias, groseras salidas de vuestra boca.

«Ahora» todo tiene que cambiarse. Porque «ahora» ha sido manifestado a los colosenses (Luk_1:26 s) el gran «misterio de Cristo» (Luk_4:3), «ahora» Cristo los ha reconciliado con Dios mediante su muerte en la cruz (Luk_1:22) Por eso han de quitarse de encima, ya «ahora» todos los vicios de su tiempo pasado. El Apóstol cita de nuevo una serie de vicios, en los cuales se patentiza especialmente el carácter adverso a Dios. Estos vicios, sobre todo, son graves transgresiones del amor al prójimo, entre las cuales hay que contar también las injurias. Los labios del cristiano están destinados a glorificar a Dios y a bendecir al prójimo (Luk_3:16; Rom_12:14). Con la lengua «bendecimos al que es Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen bendición y maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así» (Jam_3:9 s).

9 No os mintáis unos a otros, después de haberos despojado del hombre viejo con sus acciones, ...

El Apóstol hace ahora especial mención de la mentira, que no debe decirse entre los cristianos. La mendacidad es censurada con especial severidad en toda la Biblia. «Abomina el Señor los labios mentirosos» ( Pro_12:22). «La boca mentirosa da muerte al alma» (Wis_1:11). Cuando el diablo «profiere la mentira, habla de lo suyo propio, porque es mentiroso y padre de la mentira» (Joh_8:44).

La mentira caracteriza, especialmente, al «hombre viejo», del que los colosenses se han despojado con todas sus «acciones» en el bautismo. El cristiano debe ser un amigo de la verdad. La mendacidad es un signo de la perdición interior.

3. REVESTIOS DEL HOMBRE NUEVO (3/10-11)

10 ... y de haberos revestido del hombre nuevo, que se va renovando con miras al conocimiento profundo, según la imagen del que la creó.

BAU/VESTIDO: En el bautismo, el cristiano se ha despojado del hombre viejo y se ha revestido del nuevo. Cuando en el tiempo pretérito el hombre era pagano, llevaba el vestido del viejo y pecaminoso Adán, pero ahora, como cristiano, lleva el vestido del nuevo Adán, que es Cristo. La blanca vestidura del bautismo es el símbolo que representa este cambio.

Adán fue creado un día a imagen de Dios (Gen_1:26), pero su semejanza de Dios fue ofuscada por la caída en el pecado. Ahora está renovada en Cristo, la imagen de Dios por antonomasia (Col_1:159, aunque permanezca oculta a los sentidos externos hasta la resurrección de entre los muertos. «Como hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celestial» (/1Co/15/49) 46

La renovación de la semejanza con Dios en el bautismo trae consigo un nuevo conocimiento, que es en primer lugar el claro conocimiento de lo bueno y lo malo, que faltaba al hombre viejo, de tal forma que el cristiano puede conocer la voluntad de Dios de un modo muy distinto que el viejo hombre pagano (cf. 1,9; 4,12). Además, el hombre nuevo posee el conocimiento del gran misterio que el Apóstol formula así en el versículo siguiente: «Cristo lo es todo en todos». El bautizado puede reconocer a sus hermanos en los otros hombres, lo cual no podían hacer Caín ni su descendencia (cf. Gen_4:24). Así, el bautismo establece la condición para que surja la nueva humanidad en un nuevo mundo.

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46.Cf. también Rom_18:29; 2Co_3:18; Phi_3:21.

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11 Aquí no hay ya griego ni judío; circuncisión ni incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre; sino que Cristo lo es todo en todos.

Entre los hombres hay diferencias y se hacen discriminaciones en el aspecto religioso, popular y social. En la antigüedad, sucedía lo mismo que actualmente. El judío conocía al único Dios verdadero, el gentil conocía a muchos dioses. Esto levantaba entre ellos un «muro medianero de la separación» (Eph_2:14), que conducía a la «enemistad» religiosa. Por otra parte, el griego miraba con desprecio al «bárbaro» que desconocía la lengua y la formación griegas. La sociedad humana se dividía en libres y esclavos. Pero en el bautismo «todos nosotros judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1Co_12:13). «Todos los que fuisteis bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego; ya no hay esclavo ni libre; ya no hay varón ni hembra, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gal_3:27 s), a saber, aquel «solo hombre nuevo» que Cristo forma en el bautismo (Eph_2:15).

Cristo, como el nuevo y ultimo Adán, supera todas las diferencias que caracterizan el viejo mundo, y restablece en los hombres la original semejanza de Dios. En la comunidad cristiana están reunidos los que se han revestido del hombre nuevo, en el que las viejas diferencias y discriminaciones vienen a ser ilusorias. La Iglesia invita a todos los hombres, cualquiera que sea el Estado y la nación a que pertenezcan, a entrar en el reino de Dios. En los actos de culto de la Iglesia ya se hace patente esta nueva solidaridad de los hombres y de las naciones; porque en dichos actos todos tienen el mismo «acceso al Padres (Eph_2:18). Así aparece ya claramente en la Iglesia el mundo venidero, en el que todos los hombres serán hermanos. La proclamación, en alta voz, de la unidad de todos los hombres y naciones en Cristo, forma parte de las tareas especiales del cristianismo en nuestros días.

4. CARACTERÍSTICAS DEL HOMBRE NUEVO (3/12-16).

Pablo delinea a continuación las características esenciales del hombre nuevo, que el bautizado debe realizar en su vida. Son las características del hombre bueno.

a) Misericordia y bondad (Eph_3:12).

12 Revestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad, de comprensión, de paciencia.

La gran fraternidad de los hombres formada y urgida en Cristo, exige también del cristiano una actitud enteramente nueva con respecto a sus prójimos, la cual se opone radicalmente a la actitud antes descrita (Eph_3:8). Los cristianos son «escogidos de Dios, santos y amados»: «escogidos» mediante la vocación de Dios al Evangelio, «santos» por ser miembros del pueblo de Dios, «amados» por estar redimidos con la sangre de Cristo. Por esto, deben revestirse de misericordia entrañable con todos los que sufren en el mundo, de bondad que entienda y perdone, de humildad que acepte a los demás, de comprensión que sepa escuchar, de paciencia que sepa aguardar con resignación y deje madurar lo inmaduro.

Tras estas exigencias del Apóstol está la imagen del hombre nuevo, tal como se patentizó de una manera nunca igualada en Jesús de Nazaret.

b) Dispuestos a perdonar (Eph_3:13).

13 Soportaos mutuamente y perdonaos, si uno tiene una queja contra otro: como el mismo Señor os perdonó, así también vosotros.

Cada hombre tiene sus peculiaridades, unas agradables y otras desagradables. Una persona puede crispar los nervios a otra. A menudo nuestro juicio se guía por la simpatía o por la antipatía. Pero Pablo tiene la suficiente audacia de exhortarnos a que nos soportemos unos a otros, lo cual significa soportar al prójimo en sus peculiaridades desagradables y superar una y otra vez la antipatía. Esto, sobre todo, tiene validez cuando los hombres viven en estrecha solidaridad, como, por ejemplo, en el matrimonio. «Todos nosotros fallamos con frecuencia» (/St/03/02), particularmente con relación al prójimo. Por eso, el Apóstol pide a los cristianos que estén dispuestos a perdonar, y también Jesús les ha mandado: «Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces vuelve a ti para decirte: "Me arrepiento", los has de perdonar» (/Lc/17/04) 47. Como motivo y modelo de esta disposición para perdonar recuerda Pablo la actitud del Señor, que también nos ha perdonado por medio de Cristo (cf. 2,13; Eph_4:32). La manera de proceder de Dios facilita y reclama nuestro perdón. La indulgencia de Dios es modelo para los fieles.

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47.Cf. también Mat_6:14 s; Mar_11:25; Luk_11:4 (la oración del padrenuestro)

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c) Amor y paz (Luk_3:14-15a).

14 Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es vinculo de la perfección.

«Y por encima de todo» lo que Pablo acaba de nombrar, debe sobrevenir, como corona, el amor. De él tienen que fluir todas las acciones que antes se nombraron. En el amor todas las virtudes se enlazan a la perfección. Si todos y cada uno de los cristianos aspiran al amor, el cuerpo de Cristo, o sea la Iglesia, «obtiene el crecimiento de Dios» (Luk_2:19). El Apóstol, mediante su instrucción, quiere «presentar a todo hombre perfecto» (1,28; 4,12), y esto no significa, a la luz de 3,14, otra cosa que conseguir que todos se gobiernen por el amor. Así se perfecciona el hombre bueno.

15a Y que la paz de Cristo ponga orden como árbitro en vuestros corazones, a la cual también fuisteis llamados en un solo cuerpo.

La paz de Cristo no es la paz del «mundo» (Joh_14:27). La paz de Cristo se basa en la reconciliación y el amor (Col_1:20), y el lugar donde brota la fuente de esta paz es el corazón de Dios y de Cristo. Esta paz debe gobernar también los corazones de los cristianos. A ella están todos llamados, porque todos los bautizados juntos forman una santa sociedad, el «cuerpo de Cristo», que está colmado por Cristo (Col_1:18; Col_2:9 s; Eph_1:22 s). En esta sociedad no puede haber lucha ni contienda. Solamente entonces podrá mantenerse erguida la Iglesia como la gran y fidedigna señal de Dios en el mundo. Especialmente hoy día, la Iglesia tiene que llegar a ser conocida por los hombres y los pueblos como baluarte de la paz y llamamiento en favor de la paz. El Evangelio es el gran mensaje de paz de Dios al mundo (Eph_2:13-17).

d) Acción de gracias (Eph_3:15b).

15b Y celebrad la acción de gracias.

ésta es una advertencia concisa, pero rica en contenido. El cristiano es un hombre que da gracias (Eph_1:3.12; Eph_2:7; Eph_5:20), en primer lugar, a Dios por la salvación que le ha otorgado, en segundo lugar a sus prójimos por todo el amor experimentado y por toda la ayuda prestada. El desagradecido no es capaz de sentir solidaridad. En cambio, la gratitud facilita una bienaventurada reciprocidad en el dar y recibir, que dura eternamente. Uno de los leprosos curados glorificó «a Dios a grandes voces, postróse a los pies de Jesús, rostro en tierra, para darle las gracias» (Luk_17:15 s). La acción de gracias a Dios se efectúa especialmente alabando a Dios en voz alta (Luk_3:16c).

e) La vida espiritual del cristiano (Luk_3:16).

Con palabras concisas, en este versículo, nombra el Apóstol tres cosas, que deben integrar de un modo especial la vida espiritual del hombre nuevo. Casi se tiene la impresión de que en estas palabras se contienen ciertas alusiones a la liturgia comunitaria en tiempo del Apóstol.

16a La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.

Para Pablo, la palabra de Cristo es «al mismo tiempo la palabra que dice el Apóstol». «También nosotros continuamente demos gracias al Señor, porque, habiendo recibido la palabra de Dios, predicada por nosotros, la acogisteis no como palabra humana, sino -como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes» (1Th_2:13). Esta palabra de Cristo, presentada por el Apóstol, es un tesoro de gran valor que le ha sido confiado y se identifica con la «palabra verdadera» y con el «Evangelio», que llegó hasta los colosenses (1,5).

No es una palabra pasajera, sino llamada a permanecer, y debe «habitar en toda su riqueza» y para siempre en los corazones de los colosenses y de todos los cristianos para fructificar y crecer (1,6).

La palabra de Dios llega a la comunidad cristiana sobre todo en el culto divino. En él se propone y expone siempre la palabra de Dios, para darla a conocer y para que fructifique en la vida cotidiana. La palabra de Dios tiene que escucharse con profundo respeto y con agradecimiento, para que pueda «habitar» en nosotros.

16b Enseñaos y exhortaos mutuamente con toda sabiduría.

La palabra del hereje también quiere pasar por palabra de sabiduría (2,2;3) 49. Pablo se refiere a otra sabiduría, que es un fruto de la palabra de Cristo. El que escucha en la forma debida la palabra de Cristo, adquiere aquella sabiduría que le capacita para «enseñar» y «exhortar» en la forma debida a su prójimo. «Mas la sabiduría de arriba, es, ante todo, pura; luego, pacífica, moderada, indulgente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sincera» (Jam_3:17). Así tiene que ser la asistencia recíproca entre los cristianos.

16c Cantad en vuestros corazones a Dios, con gratitud, salmos, himnos y cánticos espirituales.

Los cantos espirituales de la comunidad cristiana son expresión de su gratitud a Dios, por quien ha obsequiado con la salvación (cf. también Eph_5:19). Seguramente Pablo piensa en la asamblea litúrgica de la comunidad, y en los cánticos e himnos, que allí se cantan. Son «cánticos espirituales», porque el mismo Espíritu Santo actúa en ellos y llena a los presentes con su gracia. En último término es la santa liturgia obra del Espíritu Santo en la Iglesia. De este modo, en la ejecución del canto, se forma la atmósfera santa y sobria que caracteriza los actos del culto cristiano, y los distingue de las fiestas mundanas.

Mediante los cantos espirituales se edifica la comunidad y se manifiesta como santa. De este modo, el culto divino se convierte para la comunidad en una fuente de fuerza con que pueda sobreponerse a las dificultades de la vida cotidiana.

La comunidad que canta, ya es la alborozada esposa del Cordero: «Y oí como clamor de numerosa multitud, como estruendo de muchas aguas y como el estampido de poderosos truenos, que decía: ¡Aleluya!, porque ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios todopoderoso. Alegrémonos, y regocijémonos, y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparados (Rev_19:6 s).

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45.Cf. también Jam_3:15 s.

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5. TODO EN NOMBRE DEL SEÑOR Y DANDO GRACIAS A DIOS (3/17).

17a Y todo lo que hagáis de palabra o de obra, hacedlo en nombre del Señor Jesús,...

«Todo lo que hagáis» se refiere al contenido de las exhortaciones precedentes y seguramente también a todo lo que no se ha dicho expresamente. Todas las palabras u obras del cristiano se deben decir o realizar, así lo encarece el Apóstol resumiendo, en nombre del Señor Jesús. Nada puede exceptuarse, ni siquiera la actividad mundana del cristiano. Porque Jesucristo no es solamente el Señor de la comunidad, sino de toda la creación. Mediante la referencia a su nombre, del que hace profesión la comunidad cristiana, todo va dirigido a aquel «por medio del cual y con miras al cual fueron creadas todas las cosas» (Jam_1:16). De este modo, todas las cosas son santificadas y puestas bajo su dominio.

17b ... dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Pablo ha exhortado ya repetidas veces a dar gracias. Sin embargo, aquí hay algo más que una repetición. Ahora se dice claramente que todas las gracias al Padre deben darse «por medio de él», por medio de Cristo, por medio del cual todas las cosas han sido creadas y redimidas, en cuyo nombre debe hacerse todo. Así se origina por medio de Cristo, entre Dios y la comunidad cristiana, una extensa relación de gratitud, en la cual la comunidad llega a conocer a Dios como «Padre», al que está vinculada en Cristo con una solidaridad eterna. En la acción de gracias «por medio de Cristo» la comunidad con espíritu de adoración se mueve hacia el Padre. Es el movimiento básico del cristianismo en general. La comunidad experimenta este movimiento siempre que se reúne para la acción de gracias por excelencia, para la celebración de la eucaristía.

6. OBLIGACIONES DOMéSTICAS (3/18-04/01).

Las obligaciones domésticas, que aparecen muchas veces en el Nuevo Testamento 50, quieren poner en orden las obligaciones sociales de los distintos estados, especialmente para la vida cotidiana. Aunque esta lista de obligaciones resulte hoy anticuada en lo que se refiere a los esclavos, sin embargo, la exhortación apostólica al cumplimiento fiel de las obligaciones cotidianas, sigue siendo válida incluso para nuestro tiempo.

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50. Además de ,1, cf. ,9; 1Ti_2:8-15; 1Ti_5:3-8; 1Ti_6:1 s; Tit_2:1-10; ,12.

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a) Las esposas (1Pe_3:18).

18 Esposas, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.

Los moralistas paganos de la antigüedad también daban instrucciones semejantes, pero en la exhortación del Apóstol se da una importante diferencia por medio de la adición «como conviene en el Señor». Las palabras en el Señor nos hacen una indicación de mucha importancia. Los esposos cristianos por razón del bautismo «en Cristo», que también es su soberano, legislador y juez, están también por encima de sus relaciones en el matrimonio. El cristiano mira en todo cuál es la voluntad de su Maestro, y la cumple con alegría.

b) Los maridos (1Pe_3:19).

19 Maridos, amad a vuestras esposas, y no os mostréis malhumorados con ellas.

Debido a que el esposo es exhortado por el Apóstol a que ame a su esposa, se pone en claro que no se ha de entender como una esclavitud la sumisión que ha de tener la esposa a su marido (1Pe_3:18). El marido debe corresponder a la humildad de su mujer con amor. La acritud con la esposa en pensamientos, palabras u obras serían falta de amor. En Eph_5:21-33, Pablo expone más extensamente de qué índole debe ser el amor matrimonial. Este amor tiene su modelo en Cristo, que se ha entregado por la Iglesia, su esposa.

c) Los hijos (Eph_3:20).

20 Hijos, obedeced a los padres en todo, pues esto es grato al Señor.

Nada se exceptúa de la obediencia a los padres, y la obediencia de los hijos tanto vale respecto al padre como respecto a la madre. Esto es grato al Señor. Pablo debió pensar en el cuarto mandamiento de la ley de Dios.

d) Los padres (Eph_3:21).

21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

El Apóstol limita la autoridad paterna, que en la antigüedad era bastante ilimitada, dando el importante precepto de que no exasperen a sus hijos en sus sentimientos. La verdadera educación siempre apela a lo bueno que hay en el hombre y no hace perder al hijo la confianza en sí mismo con una severidad excesiva. Al hijo le ha de ser posible obedecer con libertad de corazón.

Toda esta exhortación sobre la vida familiar permite ver claramente el concepto que el Apóstol tiene de la familia. Para Pablo la familia es la sociedad formada por el marido y la mujer juntamente con sus hijos, es la sociedad que se basa en el amor, el respeto y la obediencia, y que vive en la presencia de Dios. Esta es la mejor herencia del judaísmo que trajo Pablo a la Iglesia.

e) Los esclavos (Eph_3:22-25).

22 Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos según la carne, no con un servicio hecho para ser vistos, como quien agrada a los hombres, sino con sencillez de corazón, por el temor del Señor. 23 Lo que hagáis, hacedlo con toda el alma, como para el Señor, y no para los hombres, 24 seguros de que recibiréis del Señor la retribución de la herencia. Es a Cristo, el Señor, a quien servís. 25 Pero el que cometa injusticia recibirá conforme al daño que hizo. No hay acepción de personas.

Quien se atreve a hablar a los esclavos de la manera como aquí lo hace Pablo, solamente puede hacerlo porque está convencido de tres cosas: que en Dios no hay acepción de personas, que hay una eterna recompensa y que todos somos hermanos en Cristo (Eph_3:11). Pablo no exigió la supresión de la esclavitud, pero escribió a FiIemón que al esclavo Onésimo, que se había evadido, no lo considerara «ya como esclavo, sino mucho más que esclavo: como hermano muy querido, especialmente para mí, y cuanto más para ti, tanto en lo humano como en el Señor» (/Flm/16). Tales expresiones tienen consecuencias, que tuvieron que conducir a la supresión de la esclavitud en los pueblos que se convirtieron al cristianismo.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



II. Consecuencias Morales, 3:1-4:6.

La unión con Cristo, principio de vida nueva, 3:1-17.
1 Si fuisteis, pues, resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; 2 pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Estáis muertos, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces también os manifestaréis gloriosos con El. 5 Mortificad, pues, vuestros miembros terrenos, la fornicación, la impureza, la liviandad, la concupiscencia y la avaricia, que es una especie de idolatría, 6 por las cuales viene la cólera de Dios, 7 y en las que también vosotros anduvisteis un tiempo, cuando vivíais en ellos. 8 Pero ahora deponed también todas estas cosas: ira, indignación, maldad, maledicencia y torpe lenguaje. 9 No os engañéis unos a otros; despojaos del nombre viejo con todas sus obras, 10 y vestios del nuevo, que sin cesar se renueva, para lograr el perfecto conocimiento, según la imagen de su Creador, n donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro o escita, siervo o libre, porque Cristo lo es todo en todos. 12 Vosotros, pues, como elegidos de Dios, santos amados, revestios de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad, 13 soportándoos y perdonándoos mutuamente, siempre que alguno diere a otro motivo de queja. Como el Señor os perdonó, así también perdonaos vosotros. 14 Pero por encima de todo esto, vestios de la caridad, que es vínculo de la perfección. 15 Y la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Sed agradecidos. 16 La palabra de Cristo habite en vosotros abundantemente, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con toda sabiduría, con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y dando gracias a Dios en vuestros corazones. 17 Y todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por El.

Comienza la parte moral de la carta, en que el Apóstol hace aplicación de la doctrina expuesta a la vida cotidiana. En la presente perícopa recuerda a los colosenses su nuevo estado de resucitados con Cristo, que les exige vivir para el cielo (v.1-4), despojándose cada día más del hombre viejo y revistiéndose del nuevo (v.5-17).
San Pablo parte del principio (v.1-4) de que el cristiano, muerto y resucitado místicamente con Cristo en el bautismo (cf. 2:12; Efe_2:6), ha roto sus vínculos con el mundo y con sus doctrinas religiosas, habiendo entrado en una vida nueva, la vida de la gracia, vida que posee ya realmente, pero que no se manifestará de modo pleno hasta después de la parusía, cuando todos los miembros del cuerpo de Cristo seamos asociados públicamente a su triunfo glorioso. Este nuevo estado pide que nuestros pensamientos no estén puestos en las cosas de la tierra, sino en las del cielo, como corredores que piensan únicamente en la meta, a la que dirigen todos sus pensamientos. Es este pensamiento del cielo el que debe constituir la regla de nuestra conducta, subordinando todo al progreso de esa nueva vida, cuya plena manifestación esperamos (cf. Rom_8:14-25).
De esta idea central surgen en la mente del Apóstol una serie de consejos prácticos, que va especificando a continuación, lo mismo por lo que se refiere a huida de vicios (v.5-n) que a práctica de virtudes (v.12-17). De los vicios hace como dos grupos o series: una que mira sobre todo a los pecados de la carne (v.s; cf. Efe_5:3-5) y otra que mira más bien a pecados contra el amor del prójimo (v.8-9; cf. Efe_4:25-31). Todos ellos en que los colosenses anduvieron en otro tiempo (v.7; cf. 1Co_6:9-11; Efe_2:1-3) y por los que viene la cólera de Dios sobre el mundo (v.6; cf. Rom_1:18-32), deben estar ausentes del cristiano, que ha de mortificar (????????? ) sus miembros terrenos, es decir, darles muerte en su actividad pecaminosa (v.5). Es lo mismo que se dice luego con otra expresión: despojarse del hombre viejo con todas sus obras (v.g; cf. Efe_4:22). En su lugar ha de revestirse del hombre nuevo, renovándose continuamente, conforme a la imagen de su Creador (v.10); expresiones éstas cargadas de significado, que ya hemos explicado en otros lugares (cf. 2Co_4:16; Efe_4:24). Ese perfecto conocimiento hacia el que debemos tender (??? ?????????? ), es el conocimiento del misterio cristiano (cf. 1:9), y no es conocimiento meramente abstracto, sino un conocimiento que afecta al hombre íntegramente, inteligencía y corazón, y prácticamente equivale a nuestra completa asimilación a Cristo, luz y amor, conformándonos lo más posible a su imagen (cf. Rom_8:29). En ese estado de hombre nuevo o regenerado no hay griego ni judío., siervo o libre, diferencias que desaparecen todas ante la sublime realidad de Cristo, que a todos nos junta en un solo cuerpo, al que da vida y cohesión (v.11; cf. 1Co_1:30; Gal_3:28). No hay ya por qué mirar con desdén a los hombres de otros pueblos o de otra condición social, pues Cristo nos diviniza a todos por igual, operando en nosotros la renovación de la imagen divina, destruida por el pecado del primer hombre.
En cuanto a las virtudes de que ha de estar revestido el hombre nuevo, San Pablo enumera varias (v.12-13), pero insiste de modo especial en la caridad (v.14), a la que llama vínculo de la perfección (????????? ??? ??????????? ). La expresión no es del todo clara. Algunos autores creen que el Apóstol está refiriéndose a los fieles, que forman un solo cuerpo, el cuerpo místico de Cristo, y es la caridad la que los une estrechamente entre sí, de modo que reine la paz en sus corazones (cf. v.15). Sin embargo, más bien parece, conforme interpretan la mayoría de los autores, que San Pablo está refiriéndose a las virtudes y gracias que integran la vida cristiana, para darles la debida perfección, ya que sin la caridad nada valdrían en orden a la vida eterna, según expresamente lo enseña en 1Co_13:1-13. La teología expresa esta sentencia del Apóstol diciendo que la caridad es la forma de todas las virtudes.
San Pablo, finalmente, hace dos ruegos: que la palabra de Cristo, o lo que es lo mismo, el mensaje del Evangelio con todas sus enseñanzas y riquísimo contenido, habite abundantemente en los corazones de los colosenses, de modo que puedan instruirse y amonestarse mutuamente con toda sabiduría (v.16; cf. 1Co_14:26; Efe_5:19); y que todo cuanto hagan, lo hagan en el nombre del Señor, es decir, como personas en dependencia de Jesucristo, con el cual forman un solo cuerpo y de cuya vida viven (v.17; cf. 2:13; 1Co_10:31). Al hablar de salmos y cánticos espirituales (v.16), Pablo piensa sin duda en las asambleas litúrgicas de la comunidad, de donde debemos sacar fuerza y entusiasmo para sobreponernos luego a las dificultades de la vida cotidiana (cf. Rev_19:6-7).

Deberes familiares: marido y mujer, padres e hijos amos y siervos,Rev_3:18-25.
18 Las mujeres estén sometidas a los maridos, como conviene en el Señor. 19 Y vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis duros con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que esto es grato al Señor. 21 Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, por que no se hagan pusilánimes. 22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos según la carne, no sirviendo al ojo como quien busca agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por temor del Señor. 23 Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como obedeciendo al Señor y no a los hombres, 24 teniendo en cuenta que del Señor recibiréis por recompensa la herencia. Servid, pues, al Señor, Cristo. 25 El que hace injuria recibirá según la injuria que hiciere, que no hay en El acepción de personas.

San Pablo, en términos casi idénticos a como lo hace en Ef 5:22-6:9, aunque más brevemente, aborda el tema de los deberes particulares y recíprocos entre marido y mujer (v. 18-19), padres e hijos (v.20-21), amos y siervos (v.22-4:1), dándonos un bello cuadro de cómo concebía él la vida de una familia cristiana: sociedad basada en el amor, el respeto y la obediencia, y todo ello con base en el Señor.
Por lo que se refiere a los esposos (v. 18-19) son preceptos sencillos de la moral común, recomendando a las mujeres que obedezcan a sus maridos, y a los maridos que amen a sus mujeres y no sean duros con ellas. El Apóstol da por supuesto que en la familia hay una autoridad, y que esa autoridad es el marido (cf. 1Co_11:3). La fórmula como conviene en el Señor (v.19), da sentido cristiano a estos preceptos, elevándolos al plano de lo sobrenatural, que es como el cristiano debe realizar siempre sus acciones (cf. v.17).
Por lo que se refiere a padres e hijos (v.20-21), pide a los hijos obediencia, y a los padres, que no traspasen los límites del rigor paterno con severidades excesivas, que harían daño a una recta educación. Aunque dice a los hijos que obedezcan en todo (v.20), se supone que ha de ser en el Señor y, consiguientemente, que no se trata de cosas contra los derechos de Dios.
Tocante a amos y siervos (v.22-1Co_4:1), el Apóstol acepta en la práctica las condiciones sociales de el tiempo, pero les infunde un nuevo espíritu, que irá preparando gradualmente el cambio de costumbres e instituciones. Pide, si a los siervos que obedezcan en todo a sus amos, pero que lo hacen por temor del Señor., como obedeciendo al Señor y no a los hombres, teniendo en cuenta que del Señor recibirán por recompensa la herencia (v.22-23). Esta última expresión había de sonar a algo inaudito en el mundo de entonces, cuando el esclavo no tenía derecho a nada, ni siquiera a un mísero salario, pudiendo el amo disponer de él a su antojo. Para el cristianismo, en cambio, es hijo del mismo Padre que está en los cielos y tiene derecho a la herencia lo mismo que el hombre libre (cf. 3:11; Gal_3:28-29). Y aún añade más el Apóstol. Dice que el que hace injuria, sea esclavo o libre, para el caso es lo mismo, recibirá el correspondiente castigo, pues en Dios no hay acepción de personas (v.25). Ello le da pie para decir a los amos que no sólo traten a los siervos con justicia, cosa que en el derecho antiguo era quedarse muy corto, sino también con equidad, dándoles un trato realmente humano, de modo que hagan soportable su condición (Gal_4:1).

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: Colossenses 3,8-11
Los exhorta a despojarse del hombre viejo, para que su vida sin tacha resplandezca más.8 Mas ahora dad ya de mano a todas esas cosas: a la cólera, al enojo, a la malicia, a la maledicencia, y lejos de vuestra boca toda palabra deshonesta.9 No mintáis los unos a los otros; en suma, desnudaos del hombre viejo con sus acciones,10 y vestios del nuevo, de aquel que por conocimiento de la fe se renueva según la imagen del que le crió,11 para con el cual no hay distinción de gentil y judío, de circunciso y no circunciso, de bárbaro y escita, de esclavo y libre, sino que Cristo es todo y está en todos.Arriba instruyó el Apóstol a los fieles contra los vicios carnales, aquí contra los vicios espirituales, primero por medio de una instrucción general y luego por partes.Dice pues: algún tiempo anduvisteis envueltos en esos vicios, pero "dad ya de mano a todos ellos", no sólo a los vicios carnales, sino a todos: "a la malicia, mentiras, envidias, maledicencias" (1Pe 2). Distingue 2 clases de vicios espirituales: de corazón y de boca. En primer lugar la ira, que no se compadece con la justicia de Dios (Stg. I, 20), y que hay que arrancarla del corazón. En segundo la indignación, que nace de la ira y acontece cuando uno juzga a otro por indigno de lo que tiene o de que se le compare a otro (,Is. 27). La malicia, que a éstas dos se sigue y sucede cuando uno maquina inferir un mal al prójimo. (Stg. I)Pone después los pecados de la lengua, que son de 3 clases, según que miren a Dios, a sí mismo o al prójimo, pues por estos pecados se señala un desorden mental; y primero en comparación de Dios, y es la blasfemia. "Saca ese blasfemo fuera del campamento, y todos los que lo oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo todo el pueblo" (Lv. 24, 14). Y así cualquier blasfemia es pecado mortal. Pero ¿y si de repente? Respondo: si de repente de manera que no tenga tiempo de reflexionar que blasfema, no comete pecado mortal; pero yo pienso que por muy de repente que sea, si advierte que dice palabras blasfemas, peca mortalmente. La segunda ciase designa un desorden en la concupiscencia: "toda palabra deshonesta". "No salga de vuestra boca ninguna palabra mala" (Ef. 4). La tercera un desorden contra el prójimo, la mentira. "El que la dice no escapará" (Pr. 19).-"Desnudaos del hombre viejo con sus acciones". Esta es la razón de por qué han de evitarse los antedichos vicios, porque para vestir la novedad hay que desvestirse de la vejecía. "Nadie echa un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo" (Mt. 9, 16). De modo que primero dejar lo viejo para tomar lo nuevo. Dice pues: "dad de mano" desnudándoos del hombre viejo, que con el pecado va haciendo callo. "Ahora bien lo que se da por anticuado y viejo, cerca está de quedar abolido" (He. 18, 13). Esta vetustez alinda con la corrupción, ya que el pecado es su camino. Asimismo por el pecado se pierde la virtud y la belleza espiritual, y esta vetustez la introdujo el pecado de nuestros primeros padres (Ro. V). Así pues, entendamos por hombre viejo la vetustez del pecado. "Nuestro hombre viejo fue crucificado juntamente con El, para que sea destruido en nosotros el cuerpo del pecado, y ya no sirvamos más al pecado" (Ro. 6, 6). -Desnudaos de ese hombre viejo "con sus acciones", "según el cual habéis vivido en vuestra vida pasada, el cual se vicia siguiendo la ilusión de las pasiones" (Ef. 4, 22).El hombre nuevo es el alma renovada interiormente, porque el hombre, antes del advenimiento de la gracia, interiormente tiene el alma sometida al pecado, y se renueva cuando la gracia lo repara (Sal. 102). "En Cristo Jesús no hay circuncisión ni prepucio que valga, sino la nueva criatura" (Ga. 6), esto es, la gracia renovadora, aunque permanezca todavía con sus ajes de vejecía; pero si te atienes al sentir del hombre nuevo, ya te vistes; o de la decrepitud de la carne envejecida, si codicias condescendiendo a sus deseos. "Revestios del hombre nuevo, que ha sido criado conforme a la imagen de Dios en justicia y santidad verdadera" (Ef. 4, 24).-"Y vestios de! nuevo", que ahora describe mostrando el modo, el dónde, el cuanto a qué de su renovación. Así pues, el hombre interior que envejeció por ignorar a Dios, cobra nueva vida creyendo y conociendo a Dios. "Somos transformados en la misma imagen de Jesucristo, avanzando de claridad en claridad, como iluminados por el Espíritu del Señor" (II Co. 18). Pero ¿en dónde se hace esta renovación? Allí, es a saber, donde está la imagen de Dios, que no es ninguna de las potencias de la parte sensitiva, sino en la mente. Por eso dice: "según la imagen", esto es, la misma de Dios, que ha sido renovada en nosotros, "según la imagen del que le crió"r Dios. Dícese nuevo hombre creado, porque el alma racional no se nos comunica por vía de generación, sino que es inmediatamente creada por Dios.-"Para con el cual no hay distinción", quiere decir, esta innovación es común a todos; de otra suerte no le tocaría al hombre como tal; y esto porque se hizo conforme a una traza que conviene a todos. Y aquí cabe una quíntuple distinción entre los hombres: una según el sexo, que aquí no tiene lugar: "donde no hay macho y hembra", porque no difieren según el alma, sino según e! sexo del cuerpo. Otra por naciones, que aquí queda también excluida: "Gentil y Judío"; porque éstos son de los fieles, aquéllos de los infieles, mas ambos, con todo eso, de mente racional. "¿Acaso es sólo Dios de los Judíos? ¿No lo es también de los Gentiles?" (Ro. 3.) Una tercera según un rito propio y determinado, porque unos profesaban su fe en la ley, y otros no tenían el mismo rito; pero "uno mismo es el Señor de todos" (Ro. 10, 12). Otra cuarta según la lengua: "Bárbaro y Escita". Escita es el habitante de las regiones septentrionales; bárbaro quiere decir extranjero; de donde los bárbaros son como extraños. Y simplemente es bárbaro el que trata a otro hombre, en cuanto hombre, en cuanto racional, como si nada tuviese que ver con él. Por tanto son bárbaros los que no se gobiernan por razón y ley, y por tanto naturalmente son siervos; mas en Cristo no hay esa diferencia, porque, aunque no tengan derecho civil, tienen con todo la ley de Cristo. Otra según la condición, y es la quinta, porque unos son siervos y otros libres; pero en Cristo son todos semejantes; "el pequeño y el grande ahí están" (Job 3). Luego en Cristo no hay esas diferencias, "sino todo y en todos Cristo", pues no hay circuncisión que valga sino por Cristo, ni libertad sino por Cristo. Si no eres libre, Cristo es tu libertad. Si no estás circuncidado, tu circuncisión es Cristo, y dígase lo propio de lo demás. "Y en todos", porque a todos reparte sus beneficios.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Despojaos de Los Pecados Del Pasado

Al instarlos a concentrarse en las cosas celestiales (1, 2) Pablo no sugiere que los cristianos deben estar viviendo en las nubes. Más bien, el ocupar sus mentes en las cosas de arriba resultará en una concreta obediencia a lo siguiente: por lo tanto, haced morir, (5), dejad también (8), no mintáis (9) y vestíos (12). De hecho toda la sección desde 3:5 a 4:6, una pieza de temprana instrucción cristiana, fluye de 3:1-4. ¡El creyente cuya mente realmente está ocupada en las cosas celestiales será de máximo provecho terrenal! La lucha entre la carne y el Espíritu persistirá hasta el último día y somos ins tados por el Apóstol a proseguir en nuestras vidas cristianas, a la vez anhelando todos la adopción final, la redención de nuestros cuerpos.

5
Haced morir hace recordar la unión de ellos con Cristo en su muerte (2:20; 3:3; cf. 2:11, 12): ellos han muerto con Cristo, por lo tanto, han de dar el golpe de gracia a sus malos hábitos y pensamientos. Hay dos listas, cada una de cinco pecados (cf. v. 8), similar a aquellas encontradas entre los moralistas paganos y en los argumentos judíos an tipaganos, seguidos por cinco gracias en el v. 12. Los cinco pecados pertenecientes a su pasado pagano se asocian con su naturaleza terrenal (lit. los miembros que están sobre esta tierra). Pablo prácticamente identifica a tales miembros con los pecados cometidos por ellos a medida que describe primero la manifestación externa del pecado (fornicación), y luego los deseos internos insaciables del corazón (cruel avaricia). El peligro de la avaricia se enfatiza especialmente como un pecado grosero en que se la iguala a la idolatría. Tal persona, en vez de enfocar toda su vida en las cosas de arriba donde Cristo gobierna como Rey, está buscando las cosas de abajo y, por lo tanto, adora y sirve a las criaturas en vez de al Creador (Rom. 1:25). Pablo conocía lo mortífero de este pecado (Rom. 7:7, 8; cf. Mat. 6:24). Quizás es tan peligroso porque pue de tomar muchas formas respetables. Después de todo, ¿no consideramos simplemente como necesidades aquellas cosas que no tenemos pero que anhelamos? Nos engañamos a nosotros mismos al hacer ídolos de nuestras propias demandas.

6 Aquí, como también en otras partes, la lista de pecados paganos está ubicada dentro del contexto del juicio de Dios. La ira de Dios (cf. Rom. 1:18-32) describe su ira santa contra el pecado y el juicio que resulta del mismo. No tiene nada que ver con las reacciones vengativas o los desbordes de pasión. Ni siquiera es un inmutable proceso de causa y efecto. Es, en cambio, la manifestación de la santidad de Dios contra toda injusticia. Viene indica que Dios castiga el pecado en el presente tanto como en el día final.

7, 8 Al usar un contraste, en otro tiempo ... pero ahora, Pablo pretende mostrar a sus lectores cómo su conducta del presente debe ser diferente a la de su pasado pagano. Anteriormente sus vidas se caracterizaban por los muchos vicios sobre los cuales viene la ira de Dios. (Sobre el término andar que describe a la vida cristiana, ver sobre 1:10.) 8 Deben dejar (lit. quitarse de encima) sus hábitos vie jos y repulsivos, incluyendo su lenguaje grosero, tal como si fueran prendas raídas y viejas: la ira y el enojo destruyen la armonía en las relaciones humanas. La malicia es un término general que des cribe una fuerza maligna que hace naufragar el compañerismo. La blasfemia aquí significa insultar al carácter humano, pero también puede significar una blasfemia contra Dios (Rom. 2:24; 1 Tim. 6:1). Las palabras groseras son lo último de la serie, pero se subraya que deben frenarse antes de que salgan de sus bocas.

9 Se dan dos razones para el abandono de estas formas de vida pecaminosa. Primera, es que ellos se habían despojado del viejo hombre con sus prácticas. El viejo hombre habla de la personalidad entera de un individuo gobernado por el pecado (cf. Rom. 6:6; Ef. 4:22); al mismo tiempo señala a aquella persona que pertenece a la vieja humanidad pecaminosa en Adán. Las prácticas inclu ye las dos listas de vicios en los vv. 5 y 8. Puesto que ellos se han despojado de todo en la muerte de Cristo, los colosenses no tienen nada que hacer con un hablar falso y con otros hábitos repulsivos mencionados antes.

10 La segunda razón es que el nuevo hombre ha sido puesto en el lugar del viejo. El nuevo hombre significa una nueva naturaleza con que cada uno de los colosenses se había vestido cuando se unieron a Cristo en su resurrección. La frase quiere decir lit. el nuevo hombre y también significa una figura corpórea que se refiere a la nueva humanidad en Cristo (cf. 2 Cor. 5:17; Gál. 6:15). La imagen de aquel que lo creó sirve como modelo para la renovación de esa nueva persona, una renovación que tiene en vista el incremento progresivo del conocimiento de los lectores, el cual incluye su habilidad para reconocer la voluntad de Dios y sus mandamientos (cf. 1:9). Conforme a la imagen de aquel que lo creó (cf. Gén. 1:27), a la luz de 1:15 donde Cristo es adorado como la imagen de Dios, significa que la recreación que Dios realiza de la humanidad es según el modelo de Cristo, quien es la semejanza absoluta de Dios (C. F. D. Moule). Hay una idea similar en Rom. 8:29 (cf. 1 Cor. 15:49) donde el cambio del cristiano es según la imagen de Cristo. 11 Dentro de esta nueva hu manidad no hay inferioridad de una clase a otra. Hombres y mujeres de orígenes completamente diferentes se reúnen en una unidad en Cristo, compartiendo una alianza común con su Señor. Cristo es todo lo que importa; él vive en todos los miembros de su cuerpo, sin distinción de razas, clases sociales u orígenes, dándoles vida y poder.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



22 (C) Aplicación y transición (3,1-4). El comienzo de una nueva sección se señala de nuevo con la partícula oun. Estos versícu(-)los compendian la enseñanza de la sección precedente para utilizarla como fundamento de la detallada instrucción ética que sigue des(-)pués. 1. a la derecha de Dios: Esta afirmación confesional, basada en Sal 110,1, fue usada en la Iglesia primitiva para demostrar que las promesas mesiánicas se habían cumplido en Cristo. 3-4. Aunque la resurrección ya ha teni(-)do lugar, no todas las condiciones del tiempo final se dan ya en el presente. Todavía existe una distancia entre lo que es en la tierra y lo que es en el cielo, y el cumplimiento del cuer(-)po de Cristo está escondido «con Cristo en Dios»; pero, finalmente, Cristo y los creyentes aparecerán gloriosos.
23 (V) La vida en el cuerpo de Cristo en la práctica (3,5-4,6). La sección exhorta(-)toria es parte habitual de las cartas del NT (--> Cartas del NT, 45:8C). En este caso, dicha sección consta de dos listas de vicios, una de virtudes y un código familiar, todo ello mate(-)rial tradicional, mayormente. Las listas de vi(-)cios y virtudes eran comunes en los escritos fi(-)losóficos helenísticos, y listas parecidas se en(-)cuentran también en los MmM, p.ej., 1QS 4,3-5; CD 4,17-19. En el NT se dan varios ejem(-)plos: vicios, Rom 1,24.26.29-31; 13,13; 1 Cor 5,10.11; 6,9.10; Ef 4,31; 5,3-5; 1 Pe 4,3.4; virtu(-)des, Mt 5,3-11; 2 Cor 6,6.7; Ef 6,14-17; Flp 4,8. En el NT estas listas son generales y no pre(-)tenden dar instrucciones particulares en el contexto en que aparecen.
24 (A) Vicios (3,5-10). En Col, las listas de vicios (w. 5.8) se ponen en contexto escato(-)lógico (v. 6), y se repiten las imágenes bautis(-)males que formaban parte de la instrucción de la carta: «mortificad», «despojaos de la vieja condición», «revestíos de la nueva condición». La primera lista (v. 5) enumera pecados del cuerpo y pasiones, la segunda (v. 8) contiene pecados nacidos en el intelecto. Debido a estos pecados -que forman parte de la vieja condi(-)ción, no del cuerpo de Cristo- sobreviene la ira de Dios.
25 (B) Virtudes (3,11-17). La exhorta(-)ción a la virtud empieza con la fórmula que W. A. Meeks llama «fórmula de reunificación bautismal» (cf. Gál 3,28; 1 Cor 12,13; Gál 6,15; 1 Cor 15,28; Ef 1,23; véase Meeks, HR 13 [1974] 180-83) y que culmina con la procla(-)mación de «Cristo es todo en todos».

26 (C) Código familiar (3,18-4,1).
Como las listas de vicios y virtudes, el código fami(-)liar es un tipo genérico de exhortación e ins(-)trucción que se puede encontrar en la filosofía helenística popular. El NT lo ha incorporado en varios lugares (Ef 5,22-6,9; 1 Pe 2,13-3,7; Tit 2,1-10; 1 Tim 2,8-15; 6,1-2; véase también 1 Clem 21,6-9; Teología paulina, 82:145), don(-)de se le ha dado una perspectiva ética cristia(-)na. El código refleja las usanzas sociales de la época y no va dirigido a la situación concreta de Colosas. En él se habla a tres pares de per(-)sonajes: esposas y maridos, hijos y padres, y esclavos y amos. Primero se aconseja al miem(-)bro subordinado de cada par que se «someta», y luego se encomienda al otro una responsabi(-)lidad. Todas estas costumbres se han de prac(-)ticar «como pide el Señor» (3,18), «pues esto agrada al Señor» (3,20), «por respeto al Se(-)ñor» (3,22), «sirviendo al Señor» (3,24). W. A. Meeks ve la inclusión de tales códigos en los escritos tardíos del NT como prueba de que la parénesis deuteropaulina estaba interesada en la estructura de los grupos cristianos dentro de una sociedad ordenada, y en la casa como célula básica de la misión paulina (The First Urban Christians [New Haven 1983] 76-77, 106 [trad. esp.: Los primeros cristianos urba(-)nos, Salamanca 1974]).
(Blach, D., «Let Wives Be Submissive» [SBLMS 26, Chicago 1981]. Crouch, J. E., The Origin and Intention of the Colossian Haustafel [FRLANT 109, Go(-)tinga 1972]. Miiller, K., «Die Haustafel des Kolosser-briefes und das antike Frauenthema», Die Frau im Urchristentum [Friburgo 1983] 263-65. Verner, D. C., The Household of God [SBLDS 71, Chicago 1983].)

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La praxis cristiana. Un comportamiento verdaderamente cristiano es el resultado de una transformación radical (cfr. Efe_4:24) que afecta al creyente en su dimensión individual y social; equivale a despojarse de lo caduco y revestirse de una nueva manera de ser y de estar en el mundo. Este constante despojarse exige seriedad y compromiso, actitud a la que Pablo alude con la expresión «hagan morir en ustedes todo lo terrenal» (5), como si fueran esas partes corrompidas de nosotros mismos de las que hay que desprenderse, y que son, en primer lugar, la lujuria y la avaricia. La idolatría del sexo y la idolatría del dinero, «los dioses» principales de la sociedad corrupta de entonces -y de la de hoy-, van siempre juntas en la lista de vicios que fustiga el Apóstol. A continuación, arremete contra los pecados que destruyen la armonía de las relaciones mutuas: «el enojo, la pasión, la maldad... la mentira» (8s). Todo eso pertenece a la vieja condición, al hombre viejo (cfr. Rom_6:6).
Por el contrario, revestirse de la nueva condición, que es lo mismo que revestirse de Cristo (cfr. Rom_13:12.14; Gál_3:27), significa, en primer lugar, entrar en el dinamismo de una nueva creación en la que hombres y mujeres se van renovando «a imagen de su Creador» (10). Pablo se hace eco aquí de la tradición bíblica que veía en los nuevos tiempos -los tiempos escatológicos- un retorno a la paz y armonía del paraíso (cfr. Isa_11:6-9). Y si ser «imagen de Dios» es lo que confiere la verdadera dignidad a todos y cada uno de los seres humanos, consecuentemente todas las barreras que dividen y discriminan deben desaparecer: ya «no tiene importancia ser griego o judío, circunciso o incircunciso, bárbaro o escita, esclavo o libre, sino que Cristo lo es todo para todos» (11).
Esta «verdadera revolución del mensaje evangélico» no es para el Apóstol un mero sueño utópico, sino que ya se está llevando a cabo gracias a una fuerza infinitamente más poderosa que todo el poder desencadenado por todas las revoluciones políticas, sociales o ideológicas que han agitado nuestro mundo dejándolo, la mayoría de las veces, peor de lo que estaba. Esta fuerza es el amor: «por encima de todo el amor, que es el broche de la perfección» (14), que penetra en el corazón del creyente por medio de la «Palabra de Cristo... con toda su riqueza» (16), a la que se refiere Juan en su evangelio con expresiones como: «en ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres... luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jua_1:4.9). Es la vida que ve Pablo en «la compasión entrañable... la mansedumbre... la paciencia» (12s) y en toda esa serie de comportamientos cristianos que recomienda a los colosenses y que dan como resultado una comunidad unida en la acción de gracias de la oración litúrgica, en la responsabilidad, el perdón y la ayuda mutua.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 Hee sheweth where wee should seeke Christ. 5 Hee exhorteth to mortification, 10 to put off the olde man, and to put on Christ, 12 exhorting to charitie, humilitie, and other seuerall dueties.
1 If yee then bee risen with Christ, seeke those things which are aboue, where Christ sitteth on the right hand of God:
2 Set your [ Or, minde.] affection on things aboue, not on things on the earth.
3 For yee are dead, and your life is hid with Christ in God.
4 When Christ, who is our life, shall appeare, then shall yee also appeare with him in glorie.
5 Mortifie therefore your members which are vpon the earth: fornication, vncleannesse, inordinate affection, euill concupiscence, and couetousnesse, which is idolatrie:
6 For which things sake, the wrath of God commeth on the children of disobedience,
7 In the which yee also walked sometime, when ye liued in them.
8 But now you also put off all these, anger, wrath, malice, blasphemie, filthy communication out of your mouth.
9 Lie not one to another, seeing that yee haue put off the old man with his deedes:
10 And haue put on the new man, which is renued in knowledge, after the image of him that created him,
11 Where there is neither Greeke, nor Iew, circumcision, nor vncircumcision, Barbarian, Scythian, bond, nor free: but Christ is all, and in all.
12 Put on therefore (as the elect of God, holy and beloued) bowels of mercies, kindnesse, humblenesse of minde, meekenesse, long suffering,
13 Forbearing one another, and forgiuing one another, if any man haue a [ Or, complaint.] quarrell against any: euen as Christ forgaue you, so also doe yee.
14 And aboue all these things put on charitie, which is the bond of perfectnesse.
15 And let the peace of God rule in your hearts, to the which also yee are

[Seuerall dueties.]

called in one body: and be yee thankefull.
16 Let the word of Christ dwell in you richly in all wisdome, teaching and admonishing one another in Psalmes, and Hymnes, and Spirituall songs, singing with grace in your hearts to the Lord.
17 And whatsoeuer yee doe in word or deed, doe all in the Name of the Lord Iesus, giuing thankes to God and the Father, by him.
18 Wiues, submit your selues vnto your owne husbands, as it is fit in the Lord.
19 Husbands, loue your wiues, and be not bitter against them.
20 Children, obey your parents in all things, for this is well pleasing vnto the Lord.
21 Fathers, prouoke not your children to anger, lest they be discouraged.
22 Seruants, obey in all things your masters according to the flesh: not with eye seruice as men pleasers, but in singlenesse of heart, fearing God:
23 And whatsoeuer yee doe, doe it heartily, as to the Lord, and not vnto men:
24 Knowing, that of the Lord yee shall receiue the reward of the inheritance: for ye serue the Lord Christ.
25 But he that doeth wrong, shall receiue for the wrong which hee hath done: and there is no respect of persons.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



5. Ver Efe_5:5.

8. Ver Efe_5:4.

9-10. Ver Efe_4:22-25.

11. Ver Gal_3:28.

18-21. Ver Ef. 5. 22 - 6. 4; 1Pe_3:1-7.

22 - 1Pe_4:1. Ver Efe_6:5-9; 1Ti_6:1-2; Tit_2:9-10; Flm_5:16; 1Pe_2:18; nota 1Co_7:20-22.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Rom 6:4-6; Rom 13:12-14; Efe 4:22-24; Stg 1:21; 1Pe 2:1; Heb 12:1.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El «hombre viejo» (v. 9) es el que se deja dominar por las inclinaciones de la concupiscencia desordenada. El discípulo de Cristo, que ha sido renovado y vive para el Señor, posee un nuevo y más perfecto conocimiento de Dios y del mundo, ve las cosas con una perspectiva más alta, con visión sobrenatural, que no es sino «dejarse mover y poseer por la poderosa mano del autor de todo bien» (S. Ignacio de Loyola, Epist. 4,561-562).

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.1 Sal 110.1.

[2] 3.4 Gl 2.20.

[3] 3.10 Gn 1.26; cf. 2 Co 5.17; Gl 6.15; Ef 2.10.

[4] 3.11 Ro 10.12; 1 Co 12.13; Gl 3.28.

[5] 3.12-15 Cf. Gl 5.22-23.

[6] 3.18--4.1 Ef 5.21--6.9; 1 P 2.18--3.7.

[7] 3.25 Dt 10.17; Hch 10.34; Ef 6.9.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Efe_4:31

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Efe_4:31

Torres Amat (1825)



[14] Pues nos une a unos con otros, y a todos con Dios. En esto consiste la perfección cristiana.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I τὰ I] las cosas:.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Sant 1:21 *1Pe 2:1