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No hemos escuchado a tus siervos los profetas que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros antepasados y a toda la gente del país. (Daniel  9, 6) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

BHSEk - Biblia Hebraica Stuttgartensia (Enhanced; KJV versification)

וְ‎(וְ)

Hebrew|wᵊ|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

לֹ֤א‎(לֹא)

Hebrew|lˈō|not

Part-of-speech: negative particle
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H3808] [l.ab.aa] [1064]
[לא] [GES3708] [BDB4137] [HAL4092]

שָׁמַ֨עְנוּ֙‎(שָׁמַע)

Hebrew|šāmˈaʕnû|hear

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: plural
Person: first person
State: not applicable
Verbal tense: perfect
Verbal stem: qal


[H8085] [v.ed.aa] [2412]
[שמע] [GES8045] [BDB8850] [HAL8784]

אֶל‎(אֶל)

Hebrew|ʔel-|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H413] [a.di.aa] [91]
[אל] [GES400] [BDB422] [HAL438]

עֲבָדֶ֣יךָ‎(עֶבֶד)

Hebrew|ʕᵃvāḏˈeʸḵā|servant

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5650] [p.ac.ab] [1553a]
[עבד] [GES5599] [BDB6193] [HAL6113]

הַ‎(הַ)

Hebrew|ha|the

Part-of-speech: article
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[e.ab.aa] [459]
[ה] [GES1804] [BDB2019] [HAL2031]

נְּבִיאִ֔ים‎(נָבִיא)

Hebrew|nnᵊvîʔˈîm|prophet

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5030] [n.ai.ab] [1277a]
[נביא] [GES4942] [BDB5529] [HAL5413]

אֲשֶׁ֤ר‎(אֲשֶׁר)

Hebrew|ʔᵃšˈer|[relative]

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H834] [a.gk.aa] [184]
[אשר] [GES812] [BDB872] [HAL890]

דִּבְּרוּ֙‎(דָּבַר)

Hebrew|dibbᵊrˌû|speak

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: plural
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: perfect
Verbal stem: pi“el


[H1696] [d.ai.aa] [399]
[דבר] [GES1602] [BDB1811] [HAL1822]

בְּ‎(בְּ)

Hebrew|bᵊ|in

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[b.ab.aa] [193]
[ב] [GES855] [BDB923] [HAL939]

שִׁמְךָ֔‎(שֵׁם)

Hebrew|šimᵊḵˈā|name

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H8034] [v.dv.ab] [2405]
[שם] [GES7989] [BDB8787] [HAL8726]

אֶל‎(אֶל)

Hebrew|ʔel-|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H413] [a.di.aa] [91]
[אל] [GES400] [BDB422] [HAL438]

מְלָכֵ֥ינוּ‎(מֶלֶךְ)

Hebrew|mᵊlāḵˌênû|king

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H4428] [m.cd.ab] [1199a]
[מלך] [GES4346] [BDB4848] [HAL4771]

שָׂרֵ֖ינוּ‎(שַׂר)

Hebrew|śārˌênû|chief

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H8269] [u.cm.ab] [2295a]
[שר] [GES8229] [BDB9060] [HAL8986]

וַ‎(וְ)

Hebrew|wa|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

אֲבֹתֵ֑ינוּ‎(אָב)

Hebrew|ʔᵃvōṯˈênû|father

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H1] [a.ae.ab] [4a]
[אב] [GES4] [BDB4] [HAL11]

וְ‎(וְ)

Hebrew|wᵊ|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

אֶ֖ל‎(אֶל)

Hebrew|ʔˌel|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H413] [a.di.aa] [91]
[אל] [GES400] [BDB422] [HAL438]

כָּל‎(כֹּל)

Hebrew|kol-|whole

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: construct
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H3605] [k.bn.ab] [985a]
[כל] [GES3499] [BDB3904] [HAL3872]

עַ֥ם‎(עַם)

Hebrew|ʕˌam|people

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: construct
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5971] [p.di.ab] [1640a]
[עם] [GES5904] [BDB6526] [HAL6449]

הָ‎(הַ)

Hebrew|hā|the

Part-of-speech: article
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[e.ab.aa] [459]
[ה] [GES1804] [BDB2019] [HAL2031]

אָֽרֶץ‎(אֶרֶץ)

Hebrew|ʔˈāreṣ|earth

Part-of-speech: noun
Gender: unknown
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H776] [a.fx.aa] [167]
[ארץ] [GES751] [BDB802] [HAL824]

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



9. Profecía de las Setenta Semanas.
Daniel está pensativo sobre el fin de la cautividad y sobre las palabras que le han comunicado. El profeta Jeremías había anunciado que la cautividad duraría setenta años. Este lapso de tiempo está pronto a cumplirse; por otra parte, Gabriel le ha dicho que lo que le anuncia es para el fin de los tiempos. ¿Cómo compaginar ambos datos? De nuevo el arcángel Gabriel le aclara que la profecía de Jeremías se cumplirá puntualmente en lo relativo a la reconstrucción de la Ciudad Santa; pero, respecto al fin de las calamidades, los setenta años se convertirán en semanas de años.

Introducción (l-4a).
1 El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey del reino de los caldeos, 2 el año primero de su reinado, yo, Daniel, estaba estudiando en los libros el número de los setenta años que había de cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén, conforme al número de años que dijo Yahvé a Jeremías, profeta. 3 Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria, en ayuno, saco y ceniza, 4a y oré a Yahvé, mi Dios, y le hice esta confesión:

La datación presenta una de las anomalías históricas clásicas en el libro de Daniel, pues se presenta a Darío, rey de Media y de los 'caldeos, como hijo de Asuero o Jerjes, que más bien era hijo de Darío. De nuevo tenemos que acudir al modo popular de escribir del compilador del libro de Daniel, el cual, viviendo en el siglo ð a.C., se hacía eco de tradiciones cuya historicidad en los detalles es muy relativa. Siempre debemos volver a la idea de que esta antología fragmentaria que es el libro de Daniel es de tipo apologético-religioso, sin pretensiones de crítica histórica. Así, muchas veces las dataciones históricas resultan anacrónicas. El carácter artificial de esta compilación heterogénea explica todas estas anomalías críticas.
Según la datación del libro, lo que va a narrar tuvo lugar bastante tiempo después de la visión del capítulo anterior, ya que aquélla fue en el año tercero del rey Baltasar, mientras que ahora se pone la meditación de Daniel el primer año de Darío, después de la conquista de Babilonia en 538 a.C. Daniel meditaba sobre el contenido de la famosa profecía de Jeremías de que la cautividad duraría setenta años. Es una alusión a Jer_25:11 y 29:10, donde el profeta anuncia a los desterrados que deben prepararse para un largo destierro. Naturalmente, las palabras de Jeremías no han de tomarse en sentido matemático de setenta años, sino en el amplio de una larga generación. De todos modos, el redactor del libro de Daniel va a jugar con la cifra matemática en sus cálculos sobre la interpretación de la profecía.
En efecto, en el primer año de Darío estaban para cumplirse literariamente (partiendo del 605 a.C.) los setenta años de Jeremías, y el redactor del libro de Daniel presenta a su protagonista inquieto porque la situación de la cautividad lleva camino de alargarse. Daniel se decide a renovar sus prácticas de penitencia para que Dios abrevie la cautividad y le esclarezca la profecía.

Oración y confesión de Daniel (4b-19).
4b Señor, Dios grande y temible, que guardas la alianza y la misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos: 5 Hemos pecado, hemos obrado la iniquidad, hemos sido perversos y rebeldes, nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios, 6 no hemos hecho caso a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes y a todo el pueblo de la tierra. 7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro, que llevan hoy todos los hombres de Judá, los moradores de Jerusalén, todos los de Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras a que los arrojaste por las rebeliones con que contra ti se rebelaron. 8 ¡Oh Yahvé! nuestra es la vergüenza en el rostro de nuestros reyes, de nuestros príncipes, de nuestros padres, porque contra ti pecamos. 9 Pero es de Yahvé, nuestro Dios, el tener misericordia y el perdonar, aunque nos hayamos rebelado contra El. 10 No obedecimos a la voz de Yahvé, nuestro Dios, andando en sus leyes, que por mano de sus profetas puso delante de nosotros, 11 y todo Israel traspasó tu Ley, alejándose para no oír tu voz. Por eso vino sobre nosotros la maldición y el juramento escrito en la Ley de Moisés, siervo de Dios, por haber pecado contra El. 12 El ha cumplido su palabra, la que dijo de nosotros y de los jefes que nos gobiernan, trayendo sobre nosotros males tan grandes como no los hubo nunca debajo del cielo, cual fue el hecho en Jerusalén. 13 Vino todo este mal sobre nosotros como está escrito en la Ley de Moisés, y no hemos implorado a Yahvé, nuestro Dios, con virtiéndonos de nuestras iniquidades y reconociendo tu verdad. 14 Por eso veló Yahvé sobre este mal y lo trajo sobre nosotros, porque justo es Yahvé, nuestro Dios, en todas cuantas obras hace, pues no obedecimos a su voz. 15 Ahora, pues, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa y te hiciste nombre cual lo tienes hoy, hemos pecado santo, pues por nuestros pecados y las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de cuantos nos rodean. 17 Oye, pues, Dios nuestro, la oración de tu siervo, oye sus plegarias, y por amor de ti, Señor, haz brillar tu faz sobre tu santuario devastado. 18 Oye, Dios mío, y escucha. Abre los ojos y mira nuestras ruinas, mira la ciudad sobre la que se invoca tu nombre, pues no por nuestras justicias te presentamos nuestras súplicas, sino por tus grandes misericordias. 19 ¡Escucha, Señor! ¡Señor, perdona! ¡Atiende, Señor, y obra; no tardes, por amor de ti, Dios mío, ya que es invocado tu nombre sobre tu ciudad y sobre tu pueblo!

Esta oración es hermosa sin duda, pero no tiene nada de originalidad, ya que está hecha sobre un patrón literario común en la Biblia, adaptable a toda situación de angustia nacional. Primero se confiesan sinceramente los pecados, reconociendo la justicia divina al castigar a Israel por sus infidelidades, y por fin se pide misericordia, apelando al honor del nombre de Yahvé, que es invocado por su pueblo l. Pues que la justicia divina ha sido satisfecha, el profeta espera y pide que se acelere la hora de la misericordia.
Ya Moisés había anunciado grandes castigos al que no fuera fiel a la observancia de las leyes por él impuestas en nombre de su Dios 2. Por tanto, los judíos no deben extrañarse de la dureza del castigo. Durante generaciones la ira divina se ha ido colmando, y ahora tienen que expiar por los propios pecados y por los de sus reyes, príncipes y pueblo en general. Pero, como en otro tiempo Dios manifestó su poder en los milagros del éxodo, debe ahora desplegar su omnipotencia en bien de su pueblo, desterrado de nuevo en Mesopotamia. El estilo de la oración es ampuloso y artificial.

La profecía de las setenta semanas (20-27).
20 Todavía estaba yo hablando, rogando, confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, Israel, y presentando mis súplicas a Yahvé, mi Dios, por el monte santo de mi Dios; 21 todavía estaba hablando en mi oración, y aquel varón, Gabriel, a quien antes vi en la visión, volando rápidamente, se llegó a mí, como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Vino y, hablando conmigo, me dijo: Daniel, vengo ahora para hacerte entender. 23 Cuando comenzaste tu plegaria, fue dada la orden, y vengo para dártela a conocer, porque eres el predilecto. Oye, pues, la palabra y entiende la visión: 24Setenta semanas están prefijadas sobre tu pueblo y sobre tu ciudad santa para poner fin a la prevaricación y cancelar el pecado, para expiar la iniquidad y traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía y ungir el santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende que desde la salida del oráculo sobre el retorno y edificación de Jerusalén hasta un ungido príncipe habrá siete semanas, y en sesenta y dos semanas se reedificarán plaza y foso en la angustia de los tiempos. 26 Después de las sesenta y dos semanas será muerto un ungido, sin que tenga culpa. Y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que ha de venir, y su fin será en una inundación, y hasta el fin de la guerra están decretadas desolaciones. 27 Y afianzará la alianza para muchos durante una semana, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación y habrá en el santuario una abominación desoladora 3 hasta que la ruina decretada venga sobre el devastador.

Mientras el profeta confesaba su pecado, es decir, el pecado colectivo de su pueblo, en el que se incluía él mismo, como hemos visto en la oración anterior, se le apareció Gabriel, como lo había hecho en la visión anterior4. Era la hora de la ofrenda de la tarde 5, cuando Daniel está reconcentrado, pensando en la profecía de Jeremías. El ángel le comunica que desde que comenzó su oración había sido dada la orden o declaración sobre la profecía de Jeremías que va a seguir (v.24-27). Dios ha respondido con prontitud, porque Daniel es su predilecto por su fidelidad en todo.
La aclaración que le va hacer Gabriel es complicada y le pide la máxima atención. Aquí parece que nos hallamos de nuevo ante artificios de la literatura apocalíptica, en la que juega una parte muy importante lo convencional. La clave de toda la interpretación es el número de setenta semanas de la profecía reiterada de Jeremías 6. Ya hemos indicado que este número no ha de tomarse aritméticamente, sino como simbólico, en el sentido de una generación amplia. El número setenta ha sido quizá escogido por la combinación de la multiplicación de 7 X 10, guarismos muy preferidos en la literatura bíblica como símbolo de multitud y de plenitud.
El ángel quiere mostrar que la salvación esperada llegará, pero después de un lapso de tiempo muy largo, que quiere enmarcar en el número recibido de setenta semanas, pero de años. Las semanas de años eran conocidas de los judíos en las leyes del año sabático y del jubileo7. El ángel Gabriel anuncia al ansioso Daniel que han sido prefijadas por Dios setenta semanas. Es decir, que el número de setenta años de la profecía de Jeremías se ha convertido en setenta semanas de años. El horizonte, pues, de expectación se amplía considerablemente. Aún deben pasar muchos años antes de que el pueblo y la ciudad de Jerusalén adquieran la plena liberación como consecuencia de la cancelación de la prevaricación y del pecado (v.24). Con esta frase, la profecía se dirige claramente a la era mesiánica. La principal característica de los tiempos mesiánicos en la literatura profética tradicional es la desaparición del pecado, el reinado de la justicia y de la equidad 8.
En la perspectiva, pues, del autor del libro de Daniel no se trata tanto de la reconstrucción de Jerusalén después del exilio cuanto de la manifestación de la teocracia mesiánica, cuando se establezca la justicia eterna y se selle la visión y la profecía, es decir, se cumplan los esperados vaticinios mesiánicos. El mejor sello de las profecías es su cumplimiento, pues con él demuestran su autenticidad y origen divino. Israel en su historia había vivido de las esperanzas de la época venturosa mesiánica. Y una de las señales del advenimiento de la era mesiánica es la unción del santo de los santos; expresión que en la Biblia se suele aplicar a cosas sagradas, como el altar de los holocaustos, la tienda de la alianza y los vasos sagrados 9. Por las particularidades y alusiones históricas que veremos al estudiar el v.27, parece que aquí el santo de los santos es la nueva dedicación del templo y del altar del templo de Jerusalén, realizada por los Macabeos en 165 a.C., después de la profanación del mismo por Antíoco IV Epífanes.
La perspectiva del hagiógrafo se centra en la historia de las persecuciones de los Macabeos, como veremos más adelante. Para el autor sagrado, la nueva dedicación del templo de Jerusalén señala una nueva era de ventura, que puede considerarse como el umbral de los tiempos mesiánicos. En su deseo de sembrar esperanzas entre sus contemporáneos, perseguidos por los Seléucidas, el hagiógrafo les presenta como próxima la inauguración de la era mesiánica anhelada, en la que desaparecería toda angustia e injusticia. Después de anunciar a Daniel el largo lapso de tiempo que ha de haber para el cumplimiento de estas cosas que reflejan el advenimiento de la era mesiánica, el ángel intérprete, Gabriel, va a especificar más en concreto los detalles de hechos que han de ocurrir en el término de estas setenta semanas de años, que aritméticamente nos dan cuatrocientos noventa años, aunque debemos volver a insistir en el valor convencional del número setenta.
El hagiógrafo, en la elaboración de la profecía, está trabajando con el pie forzado de los setenta años de la profecía de Jeremías y procura amoldarse, en general, a ese número, transformado por él en setenta semanas de años. Teniendo en cuenta esto, no debemos dar mucha importancia a las cifras concretas que va a dar a continuación. Ciertamente lo esencial profetice del fragmento está en este v.24, donde se habla de la implantación de la justicia eterna y del sello de la visión y de la profecía, que el hagiógrafo presenta como futuro inmediato a su generación oprimida del siglo II a.C. Todo lo demás (v.25-27) parece una mera esquematización histórica de hechos conocidos y realizados, presentados, conforme al género apocalíptico, como futuros.
El ángel intérprete, Gabriel, divide el período de setenta semanas en tres partes: a) siete semanas de años (cuarenta y nueve años), que se cancelan con la aparición de un ungido príncipe; b) sesenta y dos semanas (cuatrocientos treinta y cuatro años), durante las cuales se reedificarán plaza y foso en la angustia de los tiempos (v.25) y se cerrarán con la muerte de un ungido sin que tenga culpa 10; c) con la muerte de éste se inaugura la última semana, que se caracterizará por una encarnizada persecución de todo lo sagrado, realizada por el pueblo de un príncipe que ha de venir (v.26b). Pero, al fin, este príncipe será aniquilado ante la inundación de la justicia divina, que caerá como una tromba, aunque hasta entonces habrá desolaciones por doquier.
El hagiógrafo está obsesionado por los acontecimientos de esta terrible última semana, que se abre con la muerte de un ungido inocente y se cierra con la muerte de un príncipe perseguidor. La obra persecutoria culminará en la mitad de la última semana, cuando este príncipe haga cesar el sacrificio y la oblación (v.27), buscando alianza con muchos. Su labor de captación será grande. Como veremos, esta alianza parece ser una alusión a los esfuerzos de Antíoco IV Epífanes por atraerse a su programa de helenización a los judíos n. Su obra paganizadora culminará al profanar el santuario, colocando sobre el altar del templo la estatua de Júpiter Olímpico, que será la abominación desoladora, o, traducida con un semitismo, la abominación de la desolación, según los LXX y la Vg. Esta situación durará hasta que sea aniquilado el devastador (v.27) 12·

Interpretación Mesiánica De Las
Setenta Semanas.
En el campo católico podemos distinguir dos interpretaciones corrientes, según se acepte la división tripartita del oráculo, conforme al texto hebreo, o la bipartita, seguida por la Vulgata y los LXX. Todo depende del terminus a quo que se tome en el cómputo. Los que aceptan la lectura de la Vg movidos de un interés apologético, procuran retrasar en lo posible el punto de partida en el cómputo de las famosas setenta semanas. La palabra clave para basar el cómputo matemático de la profecía está en el ab exitu sermonis, que hemos traducido por desde la salida del oráculo del v.25. ¿A qué se refiere en el contexto esta palabra u oráculo?
En el contexto parece claro que las palabras de Gabriel se refieran al oráculo de Jeremías sobre la duración de la cautividad, que debía durar setenta años. Sobre este oráculo versaba la meditación e inquietud de Daniel cuando se le apareció el arcángel para explicarle su sentido. Ciertamente que éste meditaba sobre la profecía de Jeremías, expresada en 25:11 y 29:10 del libro de Jeremías, que hoy tenemos como canónico. En 25:11, Jeremías habla de la destrucción de Babilonia después de setenta años, lo que suponía el fin del cautiverio de los judíos. Y esta profecía está fechada en el año 605 a.C. 13 En 29:10 de Jeremías se anuncia no sólo la destrucción de Babilonia, sino que expresamente se vaticina el retorno del pueblo exilado después de setenta años de cautiverio. Y este oráculo fue proferido en 596 a.C. 14
Por otra parte, en las palabras de Gabriel a Daniel se menciona expresamente el oráculo sobre el retorno y reconstrucción de Jerusalén, que va unido al retorno de los exilados. En el contexto, pues, el oráculo no es otro que la profecía de Jeremías sobre la que meditaba Daniel; en consecuencia, al hacer el cómputo de años de las semanas, hay que partir de una de las fechas en que Jeremías profirió su oráculo, es decir, en 605 o en 596 a.C.
A pesar de esto, muchos exegetas católicos, pensando más en el término ad quem, toman otro punto de partida, que no avala el contexto. Es decir, preocupados con dar un sentido matemático a la profecía en lo tocante a la aparición del Mesías-Jesucristo, buscan un punto de partida que cubra las sesenta y nueve semanas de años de la Vg; y así, tomando como referencia la muerte de Cristo (término ad quem) hacia el 30 d. C., calculan los 483 de las sesenta y nueve semanas hacia atrás, y llegan a un decreto de Arta-jerjes que dio a Esdras en el 458 a.C. 15 en favor de los judíos, o a ptro decreto que dio el mismo rey a Nehemías en 445 a.C. 16 Esta posición será muy apologética, pero muy poco científica, ya que nada insinúa en el contexto de Dan_9:25 que el sermo se refiera a este decreto. Por otra parte, el verdadero decreto de retorno y edificación de la ciudad lo dio Ciro en 538 a.C.
Según la opinión que comentamos, y que sigue la distribución de la Vg, la primera parte del período sería siete y sesenta y nueve semanas de años, que se cierran con la aparición de un Christum ducem, que es el mismo Christus muerto, que aparece después de las sesenta y dos semanas en el v.25. Pero entonces ¿cómo se explica la distinción de siete y sesenta y dos semanas para significar sesenta y nueve? Por otra parte, según esta hipótesis, la última semana sería el tiempo que va desde la muerte de Cristo (hacia el 30 d. C.) hasta la destrucción de Jerusalén por Tito (70 d. C.), en que se cumpliría la abominación de la desolación de que habla Dan_9:27. En este supuesto, ¿cómo se ha de encajar en una semana de año (siete años el tiempo que va desde el año 30 al 70 d. C. ? Los que patrocinan esta opinión dan un valor matemático exacto al cómputo de las setenta semanas, y entonces deben dar razón de la distribución matemática de los distintos números. Por otra parte, ¿cómo explicar la división de la última semana en dos mitades? (v.27).
La otra hipótesis, que nos parece más razonable, se basa en la, distribución que leemos en el texto hebreo, y que, por otra parte, no da un valor excesivamente matemático a las cifras, sino que supone como base el valor simbólico del número setenta, tanto en la profecía de Jeremías como en la explicación de Gabriel a Daniel. Según esta opinión, el punto de partida (desde la salida del oráculo) es la reiterada profecía de Jeremías de que la cautividad durará setenta años. Sobre este número simbólico, con significación de una amplia generación, el autor del libro de Daniel distribuye sus cálculos artificialmente, preocupándose, sobre todo, de la última semana, que le obsesiona, y cuyas particularidades refleja morosamente. Todo el período anterior es un encasillado artificial en orden a lograr un cómputo de setenta semanas de años, conforme a los setenta años de la profecía de Jeremías. El autor, pues, trabaja con un pie forzado, que es el número setenta. La distribución que va a dar de los dos períodos primeros es sólo aproximativa.
Distingue, pues, esta segunda opinión tres períodos: el primero dura siete semanas de años, a partir del oráculo de Jeremías proferido en 605 y en 596 a.C. Computando, a partir de cualquiera de esas fechas, cuarenta y nueve años grosso modo, nos lleva hacia el 538 a.C., en que hace su aparición un ungido príncipe, Ciro, el libertador de los judíos, que por su obra en favor de los judíos es saludado en Is 45:1 como ungido de Yahvé, y en 45:13 se dice de él que edificara mi ciudad. La primera parte, pues, de siete semanas se cierra con la aparición de este gran bienhechor del pueblo israelita.
Con el decreto de libertad de los judíos y la protección que les dio en la reconstrucción de su ciudad y templo, se abre la nueva etapa del vaticinio, que dura sesenta y dos semanas de años, es decir, cuatrocientos treinta y cuatro años. Durante este tiempo se reedificará la plaza y el foso en la angustia de los tiempos (v.25b). En estas palabras quedan reflejadas las angustias y estrecheces con que se cumplió la reconstrucción de la Ciudad Santa, tal como lo conocemos por los libros de Esdras y de Nehemías 17. Se nos dice en estos libros que los que reconstruían la ciudad tenían que tener en una mano la azada y en la otra la espada, para defenderse contra las incursiones de samaritanos y amonitas.
Esta segunda etapa del oráculo de Daniel se cierra con la muerte de un ungido 18, que parece ser, por el contexto siguiente, el sumo sacerdote Onías III, que fue asesinado en Antioquía en 171 a.C. 19 Con la muerte de éste, la profecía entra en su tercera etapa, que dura una semana, dividida en dos partes. Durante esta última semana de años ocurren las grandes desgracias a que se alude en los v.26b y 27.
Sabemos por la historia de los Macabeos que Antíoco IV Epífanes, después de su expedición a Egipto, expolió el templo de Jerusalén 20 (un pueblo con un jefe destruirá la ciudad y el santuario, v.26, e inició una labor de captación entre los judíos para ganarlos a su causa de helenización y de abandono de las leyes patrias 21, culminando su obra disolvente en la prohibición de la ofrenda y el sacrificio 22 y la erección, en el 15 de Quisleu (diciembre) de 168 a.C., del ídolo abominable (abominación desoladora o abominación de la desolación, v.27) 23 justamente a la mitad de la semana de años, que se inicia en el 171 a.C. con la muerte del ungido del Señor, Onías III. La cesación del sacrificio, más o menos, duró media semana de años (tres años y medio), pues en el 25 de Quisleu (diciembre) del 165 a.C. tuvo lugar la purificación y la nueva dedicación del templo 24.
Por fin, esta semana de años angustiosa termina con la muerte desastrosa del devastador Antíoco IV, que muere en el 164 a.C., desesperado y despreciado de todos25. Tenemos, pues, que desde el 171 a.C. (muerte de Onías II1) hasta el 164 a.C. (muerte del perseguidor Antíoco IV) hay justamente siete años (una semana de años). Al estudiar los c.11-12 de Daniel veremos más particularidades, que se cumplen al detalle en estos turbulentos días de persecución del tiempo de los Macabeos.
Como verá el lector, esta interpretación, más conforme al contexto y a las exigencias del texto mismo 26, supone que sólo el v.24 es netamente mesiánico, pues en él se anuncia, después de las setenta semanas de años, la implantación de un reinado de justicia, con la desaparición del pecado. Lo que se dice en los v.25-27 cae fuera de la perspectiva mesiánica, y más bien refleja hechos históricos contemporáneos del hagiógrafo anteriores, expresados en forma profética, conforme al modo de escribir de los apocalípticos.
Por otra parte, esta interpretación, como antes hemos indicado, no da un valor matemático a los números, sino que los considera aproximativos con valor simbólico. El hagiógrafo quiere encajar dentro del número setenta tradicional de la profecía de Jeremías hechos muy distantes de la historia, y tiene una preocupación obsesionante por los hechos de la última semana; de ahí que todo lo anterior lo considere como accidental y sin mayor importancia.
Esta es la explicación de que el número cuatrocientos treinta y cuatro años, exigido por las sesenta y dos semanas de la segunda parte de la profecía, resulte demasiado grande para medir el período que va desde el 538 (aparición de Giro, ungido) a 171 a.C. (muerte del ungido Onías II1).
Se suele objetar contra esta interpretación la declaración de Cristo en el sermón escatológico: Cuando viereis la abominación de la desolación predicha por el profeta Daniel en el lugar santo, entonces los que estén en Judea huyan a los montes.27. Sin duda que el Señor, con estas palabras, se refería a los hechos trágicos que iban a suceder en Jerusalén con el asedio de Tito en el año 70 d. C. La expresión abominación de la desolación aparece tres veces en el libro de Daniel 28. En dos de ellas, ciertamente el autor del libro de Daniel se refiere a la devastación realizada por Antíoco IV Epífanes en tiempos de los Macabeos. En 12:11 se dice que la profanación del templo y el tiempo de la duración de la abominación de la desolación durará mil doscientos noventa días (es decir, media semana de años; tres años y medio más o menos), lo que coincide con lo que se dice en el texto que comentamos sobre las setenta semanas en Dan_9:27. Ahora bien, ¿a cuál de estos textos del libro de Daniel se refiere Jesucristo ?
En cualquiera de estos textos parece que la abominación de la desolación en el libro de Daniel se refiere a la profanación del templo por Antíoco IV Epífanes. Cristo pudo tomar el texto de Daniel sobre la profanación del templo en la época de los Macabeos como tipo de la otra gran profanación que tendrá lugar en el año 70 d. C. con ocasión de la destrucción de Jerusalén por el ejército romano 29.
Ahora queda la dificultad general: si en esta profecía se anuncia la inauguración de los tiempos mesiánicos, como se dice en el v.24, después de la época macabea (supuesta nuestra interpretación), ¿cómo puede conciliarse este vaticinio con el hecho de que el Mesías haya aparecido realmente ciento sesenta y cuatro años después? Esta dificultad debe resolverse al tenor de lo que hemos dicho al explicar la profecía del Emmanuel de Isaías, es decir, teniendo en cuenta que los profetas carecen de perspectiva histórica del tiempo y, por tanto, superponen los planos históricos muchas veces en el horizonte profético. Es decir, el profeta vive preocupado con los problemas de su tiempo, y su misión en tiempos de angustia y de crisis de la conciencia nacional es reavivar la esperanza de salvación en virtud de las tradicionales promesas mesiánicas.
Los profetas son hombres de su tiempo y de la era mesiánica, en cuanto que todas sus esperanzas se centran en torno a los tiempos gloriosos de la aparición del Mesías. Tienen muchas veces revelaciones especiales sobre el hecho mesiánico, aunque se les oculten las circunstancias del mismo. Para ellos, el espacio de tiempo que hay entre su época y la mesiánica no tiene importancia, y, por otra parte, en sus ansias de reavivar las esperanzas en el pueblo, anuncian la era mesiánica como próxima, aunque en realidad no saben cuándo vendrá.
En el caso concreto de nuestra profecía del libro de Daniel, el hagiógrafo, que vive las angustias de la persecución religiosa contra su pueblo en tiempo de los Macabeos, anuncia como próxima la inauguración de los tiempos mesiánicos. Para excitar más la curiosidad de sus lectores ha estructurado la historia de su pueblo tomando como base el número setenta de la profecía de Jeremías y distinguiendo etapas históricas, que se han cumplido, para entrar ya en la zona del misterioso futuro que se abre al cerrarse la época macabaica 30.

1 Tenemos ejemplos de oraciones similares en Esd_9:6-15; Bar 1:15-3:8; Dan_3:25-45. Sobre las coincidencias de fraseología cf. Neh_1:5; Deu_7:9; 1Re_8:47; Deu_17:20; Jer_44:4.21 ; Neh_9:34. 2 Sobre estas amenazas cf. Lev 26; Deu_28:36-37.63-68; Deu_29:24-28; Deu_30:1-10. 3 El TM dice literalmente: y sobre el ala horrores, devastaciones, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el desolador. Nuestra traducción es una combinación del texto hebreo y del griego, que nos parece más inteligible en el contexto. La Bible de Jé-rusalem traduce: sobre el ala (del templo) será la abominación de la desolación hasta el fin, hasta el término asignado al desolador. 4 Cf. 8:15-18. 6 Cf. Jer_25:11; Jer_29:10. 5 Cf. Exo_29:383; Num_28:45. 7 Cf. Lev_25:2.4.5; Lev_26:34.35.43; 2Cr_36:21. 8 Cf. Isa_1:26; Isa_9:6; Isa_4:3. 9 Cf. Exo_29:36; Neh_30:26-28; Neh_40:11; Lev_8:10-11; Num_7:1.10.84.88. Sólo en 1Cr_23:13, por metonimia, se aplica la frase a Aarón. 10 Así traducimos según la reconstrucción de Lagrange, basada en el paralelismo de Teodoción: no hay juicio para él. Parece que ha habido una confusión de palabras hebreas. Cf. Lagrange, La prophétie des soixante-dix semaines de Daniel: RB 39 (1930) p.15s. 11 Cf. 1 Mac i,lis. 12 El P. Abel supone que había alguna inscripción con dedicatoria a Júpiter Olímpico, que en hebreo es Baal Shamayim (Señor de los cielos), con cuyo nombre haría juego de palabras el shomen (desvastador). Cf. abel, Vivre et Penser (1941) p.244. Esta división del oráculo en tres partes es según el texto hebreo, pues la Vulgata lo divide en dos partes: a) siete y sesenta y dos semanas, que se cerrarían con la aparición de un Christum ducem; b) la última semana. Así, pues, sesenta y nueve semanas serían la primera parte del vaticinio, y una semana la segunda y última parte. Según esta lectura, la interpretación será diferente de la que vamos a exponer conforme a nuestra versión del texto hebreo. 12 Cf. Jer_20:1. 13 Cf. Jer_25:1. 15 Cf. Esd_7:8; Esd_7:11-26. 16 Cf. Neh_1:1; Neh_2:1-9. 17 Cf Esd 4,rs; Neh_6:1s; 9,37- 18 El texto hebreo no dice el ungido, con artículo, sino que está indeterminado, lo que indica que no es el mismo que el ungido príncipe, cuya aparición cerraba las siete semanas de años primeras. Por otra parte, nada insinúa en el contexto que ese nuevo ungido sea el Mesías. Los LXX y la versión de Teodoción traducen por unción (÷ñßóìá), es decir, una cosa ungida, traducción que pasó a la Vetus Latina. Los Padres griegos y latinos así lo entendieron, y no aplicaron este texto a Jesucristo. 22 Cf. 1Ma_1:47. 19 Cf. 2Ma_4:7s. 23 Cf. 1Ma_1:5? 20 Cf. 1Ma_1:21; 2Ma_5:11. 24 Cf. 1Ma_4:52. 21 Cf. 1Ma_1:31.45.55; 2Ma_4:12. 25 Cf. 1Ma_6:16; 2Ma_9:9.28. 26 Esta interpretación es seguida por Lagrange, Ceuppens y gran parte de los exegetas católicos actuales. 27 Cf. Mat_24:15. 28 Estos textos de Daniel son, además de este Deu_9:27, que ahora estudiamos,Deu_11:31 : A su orden (de Antíoco IV) se presentarán tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y harán cesar el sacrificio perpetuo y alzarán la abominación desoladora. Y en 12:11: Después del tiempo de la cesación del sacrificio y del alzar la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. 29 No puede esgrimirse como argumento contra nuestra interpretación la supuesta unanimidad de los Santos Padres, ya que ésta no existe sino en el sentido general mesiánico que hemos propuesto. Cf. San Hipólito : PG 10,746; San Jerónimo : PL 25:542; San Hilario : PL 9:1054; San Ambrosio : PL 15:1808; San Agustín : PL 33:899. 30 Sobre esta profecía véase Lagrange, a.c., y RB (1904) 514; Bigot: DTC IV 75-102; Uppens, De prophetiis messianicis in A.T. 505-2; Saydon, Verbum Dei II p.6o4ss (Barcea 1956); Chaine, o.c., 2625; A. Colunga: Ciencia Tomista, 21 (1920) 285-305.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

(9:1) ἔτους πρώτου ἐπὶ Δαρείου τοῦ Ξέρξου ἀπὸ τῆς γενεᾶς τῆς Μηδικῆς οἳ ἐβασίλευσαν ἐπὶ τὴν βασιλείαν τῶν Χαλδαίων
(9:2) τῷ πρώτῳ ἔτει τῆς βασιλείας αὐτοῦ ἐγὼ Δανιηλ διενοήθην ἐν ταῖς βίβλοις τὸν ἀριθμὸν τῶν ἐτῶν ὅτε ἐγένετο πρόσταγμα τῇ γῇ ἐπὶ Ιερεμιαν τὸν προφήτην ἐγεῖραι εἰς ἀναπλήρωσιν ὀνειδισμοῦ Ιερουσαλημ ἑβδομήκοντα ἔτη
(9:3) καὶ ἔδωκα τὸ πρόσωπόν μου ἐπὶ κύριον τὸν θεὸν εὑρεῖν προσευχὴν καὶ ἔλεος ἐν νηστείαις καὶ σάκκῳ καὶ σποδῷ
(9:4) καὶ προσηυξάμην πρὸς κύριον τὸν θεὸν καὶ ἐξωμολογησάμην καὶ εἶπα ἰδού κύριε σὺ εἶ ὁ θεὸς ὁ μέγας καὶ ὁ ἰσχυρὸς καὶ ὁ φοβερὸς τηρῶν τὴν διαθήκην καὶ τὸ ἔλεος τοῖς ἀγαπῶσί σε καὶ τοῖς φυλάσσουσι τὰ προστάγματά σου
(9:5) ἡμάρτομεν ἠδικήσαμεν ἠσεβήσαμεν καὶ ἀπέστημεν καὶ παρέβημεν τὰς ἐντολάς σου καὶ τὰ κρίματά σου
(9:6) καὶ οὐκ ἠκούσαμεν τῶν παίδων σου τῶν προφητῶν ἃ ἐλάλησαν ἐπὶ τῷ ὀνόματί σου ἐπὶ τοὺς βασιλεῖς ἡμῶν καὶ δυνάστας ἡμῶν καὶ πατέρας ἡμῶν καὶ παντὶ ἔθνει ἐπὶ τῆς γῆς
(9:7) σοί κύριε ἡ δικαιοσύνη καὶ ἡμῖν ἡ αἰσχύνη τοῦ προσώπου κατὰ τὴν ἡμέραν ταύτην ἀνθρώποις Ιουδα καὶ καθημένοις ἐν Ιερουσαλημ καὶ παντὶ τῷ λαῷ Ισραηλ τῷ ἔγγιστα καὶ τῷ ἀπωτέρω ἐν πάσαις ταῖς χώραις εἰς ἃς διεσκόρπισας αὐτοὺς ἐκεῖ ἐν τῇ πλημμελείᾳ ᾗ ἐπλημμέλησαν ἐναντίον σου
(9:8) δέσποτα ἡμῖν ἡ αἰσχύνη τοῦ προσώπου καὶ τοῖς βασιλεῦσιν ἡμῶν καὶ δυνάσταις καὶ τοῖς πατράσιν ἡμῶν ὅτι ἡμάρτομέν σοι
(9:9) τῷ κυρίῳ ἡ δικαιοσύνη καὶ τὸ ἔλεος ὅτι ἀπέστημεν ἀπὸ σοῦ
(9:10) καὶ οὐκ ἠκούσαμεν τῆς φωνῆς κυρίου τοῦ θεοῦ ἡμῶν κατακολουθῆσαι τῷ νόμῳ σου ᾧ ἔδωκας ἐνώπιον Μωσῆ καὶ ἡμῶν διὰ τῶν παίδων σου τῶν προφητῶν
(9:11) καὶ πᾶς Ισραηλ ἐγκατέλιπε τὸν νόμον σου καὶ ἀπέστησαν τοῦ μὴ ἀκοῦσαι τῆς φωνῆς σου καὶ ἐπῆλθεν ἐφ’ ἡμᾶς ἡ κατάρα καὶ ὁ ὅρκος ὁ γεγραμμένος ἐν τῷ νόμῳ Μωσῆ παιδὸς τοῦ θεοῦ ὅτι ἡμάρτομεν αὐτῷ
(9:12) καὶ ἔστησεν ἡμῖν τὰ προστάγματα αὐτοῦ ὅσα ἐλάλησεν ἐφ’ ἡμᾶς καὶ ἐπὶ τοὺς κριτὰς ἡμῶν ὅσα ἔκρινας ἡμῖν ἐπαγαγεῖν ἐφ’ ἡμᾶς κακὰ μεγάλα οἷα οὐκ ἐγενήθη ὑπὸ τὸν οὐρανὸν καθότι ἐγενήθη ἐν Ιερουσαλημ
(9:13) κατὰ τὰ γεγραμμένα ἐν διαθήκῃ Μωσῆ πάντα τὰ κακὰ ἐπῆλθεν ἡμῖν καὶ οὐκ ἐξεζητήσαμεν τὸ πρόσωπον κυρίου θεοῦ ἡμῶν ἀποστῆναι ἀπὸ τῶν ἁμαρτιῶν ἡμῶν καὶ διανοηθῆναι τὴν δικαιοσύνην σου κύριε
(9:14) καὶ ἠγρύπνησε κύριος ὁ θεὸς ἐπὶ τὰ κακὰ καὶ ἐπήγαγεν ἐφ’ ἡμᾶς ὅτι δίκαιος κύριος ὁ θεὸς ἡμῶν ἐπὶ πάντα ὅσα ἂν ποιήσῃ καὶ οὐκ ἠκούσαμεν τῆς φωνῆς αὐτοῦ
(9:15) καὶ νῦν δέσποτα κύριε ὁ θεὸς ἡμῶν ὁ ἐξαγαγὼν τὸν λαόν σου ἐξ Αἰγύπτου τῷ βραχίονί σου τῷ ὑψηλῷ καὶ ἐποίησας σεαυτῷ ὄνομα κατὰ τὴν ἡμέραν ταύτην ἡμάρτομεν ἠγνοήκαμεν
(9:16) δέσποτα κατὰ τὴν δικαιοσύνην σου ἀποστραφήτω ὁ θυμός σου καὶ ἡ ὀργή σου ἀπὸ τῆς πόλεώς σου Ιερουσαλημ ὄρους τοῦ ἁγίου σου ὅτι ἐν ταῖς ἁμαρτίαις ἡμῶν καὶ ἐν ταῖς ἀγνοίαις τῶν πατέρων ἡμῶν Ιερουσαλημ καὶ ὁ δῆμός σου κύριε εἰς ὀνειδισμὸν ἐν πᾶσι τοῖς περικύκλῳ ἡμῶν
(9:17) καὶ νῦν ἐπάκουσον δέσποτα τῆς προσευχῆς τοῦ παιδός σου καὶ ἐπὶ τὰς δεήσεις μου καὶ ἐπιβλεψάτω τὸ πρόσωπόν σου ἐπὶ τὸ ὄρος τὸ ἅγιόν σου τὸ ἔρημον ἕνεκεν τῶν δούλων σου δέσποτα
(9:18) πρόσχες κύριε τὸ οὖς σου καὶ ἐπάκουσόν μου ἄνοιξον τοὺς ὀφθαλμούς σου καὶ ἰδὲ τὴν ἐρήμωσιν ἡμῶν καὶ τῆς πόλεώς σου ἐφ’ ἧς ἐπεκλήθη τὸ ὄνομά σου ἐπ’ αὐτῆς οὐ γὰρ ἐπὶ ταῖς δικαιοσύναις ἡμῶν ἡμεῖς δεόμεθα ἐν ταῖς προσευχαῖς ἡμῶν ἐνώπιόν σου ἀλλὰ διὰ τὸ σὸν ἔλεος
(9:19) κύριε σὺ ἱλάτευσον κύριε ἐπάκουσον καὶ ποίησον καὶ μὴ χρονίσῃς ἕνεκα σεαυτοῦ δέσποτα ὅτι τὸ ὄνομά σου ἐπεκλήθη ἐπὶ τὴν πόλιν σου Σιων καὶ ἐπὶ τὸν λαόν σου Ισραηλ
(9:20) καὶ ἕως ἐγὼ ἐλάλουν προσευχόμενος καὶ ἐξομολογούμενος τὰς ἁμαρτίας μου καὶ τὰς ἁμαρτίας τοῦ λαοῦ μου Ισραηλ καὶ δεόμενος ἐν ταῖς προσευχαῖς ἐναντίον κυρίου θεοῦ μου καὶ ὑπὲρ τοῦ ὄρους τοῦ ἁγίου τοῦ θεοῦ ἡμῶν
(9:21) καὶ ἔτι λαλοῦντός μου ἐν τῇ προσευχῇ μου καὶ ἰδοὺ ὁ ἀνήρ ὃν εἶδον ἐν τῷ ὕπνῳ μου τὴν ἀρχήν Γαβριηλ τάχει φερόμενος προσήγγισέ μοι ἐν ὥρᾳ θυσίας ἑσπερινῆς
(9:22) καὶ προσῆλθε καὶ ἐλάλησε μετ’ ἐμοῦ καὶ εἶπεν Δανιηλ ἄρτι ἐξῆλθον ὑποδεῖξαί σοι διάνοιαν
(9:23) ἐν ἀρχῇ τῆς δεήσεώς σου ἐξῆλθε πρόσταγμα παρὰ κυρίου καὶ ἐγὼ ἦλθον ὑποδεῖξαί σοι ὅτι ἐλεεινὸς εἶ καὶ διανοήθητι τὸ πρόσταγμα
(9:24) ἑβδομήκοντα ἑβδομάδες ἐκρίθησαν ἐπὶ τὸν λαόν σου καὶ ἐπὶ τὴν πόλιν Σιων συντελεσθῆναι τὴν ἁμαρτίαν καὶ τὰς ἀδικίας σπανίσαι καὶ ἀπαλεῖψαι τὰς ἀδικίας καὶ διανοηθῆναι τὸ ὅραμα καὶ δοθῆναι δικαιοσύνην αἰώνιον καὶ συντελεσθῆναι τὸ ὅραμα καὶ εὐφρᾶναι ἅγιον ἁγίων
(9:25) καὶ γνώσῃ καὶ διανοηθήσῃ καὶ εὐφρανθήσῃ καὶ εὑρήσεις προστάγματα ἀποκριθῆναι καὶ οἰκοδομήσεις Ιερουσαλημ πόλιν κυρίῳ
(9:26) καὶ μετὰ ἑπτὰ καὶ ἑβδομήκοντα καὶ ἑξήκοντα δύο ἀποσταθήσεται χρῖσμα καὶ οὐκ ἔσται καὶ βασιλεία ἐθνῶν φθερεῖ τὴν πόλιν καὶ τὸ ἅγιον μετὰ τοῦ χριστοῦ καὶ ἥξει ἡ συντέλεια αὐτοῦ μετ’ ὀργῆς καὶ ἕως καιροῦ συντελείας ἀπὸ πολέμου πολεμηθήσεται
(9:27) καὶ δυναστεύσει ἡ διαθήκη εἰς πολλούς καὶ πάλιν ἐπιστρέψει καὶ ἀνοικοδομηθήσεται εἰς πλάτος καὶ μῆκος καὶ κατὰ συντέλειαν καιρῶν καὶ μετὰ ἑπτὰ καὶ ἑβδομήκοντα καιροὺς καὶ ἑξήκοντα δύο ἔτη ἕως καιροῦ συντελείας πολέμου καὶ ἀφαιρεθήσεται ἡ ἐρήμωσις ἐν τῷ κατισχῦσαι τὴν διαθήκην ἐπὶ πολλὰς ἑβδομάδας καὶ ἐν τῷ τέλει τῆς ἑβδομάδος ἀρθήσεται ἡ θυσία καὶ ἡ σπονδή καὶ ἐπὶ τὸ ἱερὸν βδέλυγμα τῶν ἐρημώσεων ἔσται ἕως συντελείας καὶ συντέλεια δοθήσεται ἐπὶ τὴν ἐρήμωσιν

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IX.

1 Daniel considering the time of the captiuitie, 3 maketh confession of sinnes, 16 and prayeth for the restauration of Ierusalem. 20 Gabriel informeth him of the seuentie weekes.
1 In the first yeere of Darius the sonne of Ahasuerus, of the seede of the Medes, [ Or, in which he, etc.] which was made King ouer the realme of the Caldeans,

[Daniels confession, and prayer.]

2 In the first yeere of his reigne, I Daniel vnderstood by bookes the number of the yeeres, whereof the word of the Lord came to [ Jer_25:12 ; Jer_29:10 .] Ieremiah the Prophet, that he would accomplish seuentie yeeres in the desolations of Ierusalem.
3 And I set my face vnto the Lord God to seeke by prayer, and supplications, with fasting, and sackcloth, and ashes.
4 And I prayed vnto the Lord my God, and made my confession, and said; O [ Neh_1:5 ; Deu_7:9 .] Lord, the great and dreadfull God, keeping the couenant, and mercy to them that loue him, and to them that keepe his Commandements:
5 [ Bar_1:17 .] We haue sinned, and haue committed iniquitie, and haue done wickedly, and haue rebelled, euen by departing from thy precepts, and from thy iudgements.
6 Neither haue we hearkened vnto thy seruants the Prophets, which spake in thy Name to our kings, our princes, and our fathers, and to all the people of the land.
7 O Lord, righteousnes [ Or, thou hast, etc.] belongeth vnto thee, but vnto vs confusion of faces, as at this day: to the men of Iudah, and to the inhabitants of Ierusalem, and vnto all Israel that are neere, and that are farre off, through all the countreys whither thou hast driuen them, because of their trespasse, that they haue trespassed against thee.
8 O Lord, [ Bar_1:15 .] to vs belongeth confusion of face, to our kings, to our princes, and to our fathers; because we haue sinned against thee.
9 To the Lord our God belong mercies and forgiuenesses, though we haue rebelled against him.
10 Neither haue we obeyed the voice of the Lord our God, to walke in his Lawes which he set before vs, by his seruants the Prophets.
11 Yea, all Israel haue transgressed thy Law, euen by departing, that they might not obey thy voice, therefore the curse is powred vpon vs, and the othe that is written in the [ Lev_26:14 , etc.; Deu_28:15 , etc.; Deu_29:29 , etc.; Deu_30:17-18 ; Deu_31:17 , etc.; Deu_32:19 , etc.] Law of Moses the seruant of God, because we haue sinned against him.
12 And he hath confirmed his words which he spake against vs, and against our Iudges that iudged vs, by bringing vpon vs a great euill: for vnder the whole heauen hath not bene done, as

[Daniels confession, and prayer.]

hath bene done vpon Ierusalem.
13 As [ Lev_26:14 ; Deu_28:15 ; Lam_2:17 .] it is written in the Law of Moses, all this euill is come vpon vs: yet [ Hebrew: intreated the face.] made we not our prayer before the Lord our God, that we might turne from our iniquities, and vnderstand thy trueth.
14 Therefore hath the Lord watched vpon the euil, and brought it vpon vs: for the Lord our God is righteous in all his workes, which he doeth: for we obeyed not his voice.
15 And now O Lord our God, that hast [ Exo_14:28 .] brought thy people forth out of the land of Egypt with a mighty hand, and hast [ Hebrew: made thee a name.] gotten thee renowne, as at this day, wee haue sinned, wee haue done wickedly.
16 O Lord, according to all thy righteousnes, I beseech thee, let thine anger and thy furie bee turned away from thy citie Ierusalem, thy holy Mountaine: because for our sinnes, and for the iniquities of our fathers, Ierusalem and thy people are become a reproch to all that are about vs.
17 Now therefore, O our God, heare the prayer of thy seruant, and his supplications, and cause thy face to shine vpon thy Sanctuary that is desolate, for the Lords sake.
18 O my God, encline thine eare and heare: open thine eyes, and behold our desolations, & the city, [ Hebrew: wherupon thy Name is called.] which is called by thy name: for we do not [ Hebrew: cause to fall.] present our supplications before thee for our righteousnesses, but for thy great mercies.
19 O Lord heare, O Lord forgiue, O Lord hearken and doe: deferre not for thine owne sake, O my God: for thy citie, & thy people are called by thy Name.
20 And whiles I was speaking, and praying, and confessing my sinne, and the sinne of my people Israel, and presenting my supplication before the Lord my God, for the holy Mountaine of my God:
21 Yea whiles I was speaking in praier, euen the man [ Dan_8:16 .] Gabriel, whom I had seene in the vision at the beginning, being caused to flie [ Hebrew: with wearinesse or flight.] swiftly, touched me about the time of the euening oblation.
22 And he informed mee, and talked with mee, and said; O Daniel, I am now come foorth [ Hebrew: to make thee skilfull of vnderstanding.] to giue thee skill and vnderstanding.
23 At the beginning of thy supplications the [ Hebrew: word.] commandement came forth, and I am come to shew thee: for thou

[Daniels vision.]

art [ Hebrew: a man of desires.] greatly beloued: therefore vnderstand the matter, & consider the vision.
24 Seuentie weekes are determined vpon thy people, and vpon thy holy citie, [ Or, to restraine.] to finish the transgression, and to [ Or, to seale vp.] make an ende of sinnes, and to make reconciliation for iniquitie, and to bring in euerlasting righteousnes, and to seale vp the vision and [ Hebrew: prophet.] prophecie, and to anoynt the most Holy.
25 Know therefore and vnderstand, that from the going foorth of the commandement to restore and to build Ierusalem, vnto the Messiah the Prince, shall be seuen weekes; and threescore and two weekes, the street [ Hebrew: shall returne and be built.] shall be built againe, and the [ Or, breach or ditch.] wall, euen [ Hebrew: in strait of times.] in troublous times.
26 And after threescore and two weekes, shall Messiah be cut off, [ Or, shall haue nothing.] but not for himselfe, and the people of the Prince that shall come, shall destroy the citie, and the Sanctuarie, and the ende thereof shall be with a flood, and vnto the ende of the warre [ Or, it shall be cut off by desolations.] desolations are determined.
27 And hee shall confirme the couenant with many for one weeke: and in the midst of the weeke he shall cause the sacrifice and the oblation to cease, and [ Or, with the abominable armies.] for the ouerspreading of [ Mat_24:15 ; Mar_13:14 ; Luk_21:20 .] abominations hee shall make it desolate, euen vntill the consummation, & that determined, shalbe powred vpon the desolate.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La oración: un convenio de trabajo

La oración de Daniel estaba dominada por un sentido del carácter de Dios, especialmente como es revelado en su justicia. La justicia de Dios es su absoluta integridad, su conformidad a su propia gloria perfecta. En sus relaciones con su pueblo ésta toma la forma de su fidelidad a sus pactos con ellos. En esa relación de pacto él ha prometido ser su Dios y tomarlos como su pueblo; él ha prometido que disfrutarán bendiciones mientras siempre y cuando respondan con fidelidad a su pacto de amor, pero habrá juicio si le responden en incredulidad, ingratitud y desobediencia (cf. Deut. 27:28).

Estos principios subyacen en todos los tratos de Dios con su pueblo en el AT y salen a la superficie en la oración de Daniel. En su paciencia con su pueblo desobediente Dios había enviado profetas a llamarlos a volver a la fidelidad al pacto (5, 6). Su exilio era el resultado de su indiferencia a su advertencia y un cumplimiento de la maldición del pacto (7; cf. Deut. 28:58, 63, 64; Jer. 18:15-17). En un ver dadero espíritu de arrepentimiento, Daniel, el más fiel del pueblo de Dios, se echó sobre sí mismo la culpa como si fuera propia (hemos se repite 9 veces en los versículo 5-10). En este respecto, su corazón refleja el corazón de Dios (cf. Isa. 63:8a, 9a); ellos son su pueblo (cf. v. 20). La solución definitiva vendría cuando el Hijo de Dios llevara la culpa de su pueblo como si fuera suya (cf. Isa. 53:4-6, 10-12; 2 Cor. 5:21). Sin em bargo, la esperanza de perdón no disminuye la seriedad de su condición. Verdaderamente Daniel escudriñó el vocabulario del AT al describir y confesar el fracaso de Judá (pecado, iniquidad, impiedad, rebeldía, trasgresión, desobediencia; 5-11) y sus consecuencias (vergüenza y dispersión; v. 7). Tal juicio es la expresión de la justicia del pacto de Dios en respuesta al pecado de su pueblo. El ha guardado su promesa (7, 11-14).

Al orar por el conflicto de su pueblo, Daniel no pidió a Dios que abandonara su justicia. Paradójicamente, es la única esperanza del pueblo. Como en el primer éxodo, por su propia gloria Dios reveló la justicia de su pacto en misericordia al oprimido y también como juicio sobre el malvado (cf. Exo. 3:7-10, 20; 6:6). Alentado por las promesas divinas a través de Jeremías, Daniel apeló a Dios para defender su glorioso nombre que había ligado al pueblo y a la ciudad de Jerusalén (16). La meta de su intercesión es la gloria del nombre de Dios; su fundamento es la palabra de promesa del pacto de Dios respecto a la restauración; su motivación es el conocimiento de la misericordia justa revelada en los hechos salvadores de Dios en el pasado (15-19).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. El profeta Jeremías había anunciado la caída de Babilonia y la liberación de los exiliados al término de un período simbólico de "setenta años" ( Jer_25:11-13). Siguiendo un procedimiento corriente dentro de los escritos apocalípticos, el libro de Daniel transforma esta cifra en setenta años sabáticos o "setenta semanas" de años ( Jer_5:24) -es decir, cuatrocientos noventa años- y reinterpreta la profecía como un anuncio del momento en que sobrevendrá el fin del "devastador", de Israel y la instauración del Reino de Dios ( Jer_5:27).

24-27. Estos versículos resumen los principales acontecimientos sucedidos en las "setenta semanas" de años, desde el momento en que Jeremías pronunció su profecía hasta el fin de Antíoco IV. La interpretación de este pasaje resulta particularmente difícil, porque no siempre es posible determinar con exactitud los hechos históricos a los que se hace alusión en él.

25. No se puede precisar la identidad de este "Jefe ungido".

26. El "ungido inocente" es probablemente el Sumo Sacerdote Onías III, asesinado en el 170 a. C. Ver 2Ma_4:30-38. También él podría ser el "príncipe de la Alianza" de 11. 22.

27. "La Abominación de la desolacion": esta expresión se refiere a la profanación del Templo de Jerusalén por parte del rey Antíoco IV, en el 167 a. C. Dicha expresión evoca a la vez a los antiguos Baales cananeos y al Zeus Olímpico entronizado en el Templo. Ver Mat_24:15.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 9.4-19 Neh 1.5-11; 9.6-37; Bar 1.15--2.19.

[2] 9.6 No hemos hecho caso... profetas: Jer 7.25-26; 25.4; 26.5.

[3] 9.11 Lv 26.14-39; Dt 28.15-68.

[4] 9.21 Gabriel: Véase Dn 8.16 n.

[5] 9.24 Los 70 años de Jer 25.11-12; 29.10 pasan a ser aquí setenta semanas de años, es decir, 70 x 7. La base para esta interpretación de la profecía parece encontrarse en Lv 25.1-4, donde se hace referencia a los años sabáticos, que son los que caen cada siete años, y en Lv 26.18, donde Dios amenaza con multiplicar por siete el castigo de los que se obstinan en no apartarse del pecado.

[6] 9.27 Las 70 semanas de años aparecen divididas en tres partes: un periodo de siete semanas (49 años, v. 25), un segundo periodo de sesenta y dos semanas (434 años, vv. 25-26), y una última semana, la más terrible de todas, que culmina con la ruina del perseguidor y con la liberación final del pueblo de Dios. Al término de estos últimos siete años se vislumbra la nueva era de justicia y de paz descrita en el v. 24.

[7] 9.27 Un horrible sacrilegio: o bien, según la traducción más corriente, la abominación de la desolación (cf. Dn 11.31; 12.11). Esta expresión enigmática se refiere probablemente a la profanación del santuario por el rey Antíoco en el año 168 a.C. (cf. Dn 7.25), pero no se sabe con exactitud en qué consistió dicha profanación. Podría tratarse de una estatua de Zeus olímpico, el principal entre los dioses de la mitología griega, colocada en el lugar santo, o también, más probablemente, de un pequeño altar erigido sobre el altar de los holocaustos (cf. 1 R 8.64) y destinado a ofrecer sacrificios a ese dios. Cf. 1 Mac 1.54; 2 Mac 6.2; Mt 24.15; Mc 13.14.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Tercera: Las setenta semanas. La tercera visión (20-27), está precedida de una larga oración (4-19), que surge en el momento en el que Daniel investiga sobre la suerte de su pueblo en la Escritura (1-3). La oración como tal es una súplica, en donde se subrayan los pecados e infidelidades de Israel, y el poder y la misericordia de Dios, pero también se acentúa la esperanza salvífica del pueblo pecador. La visión reinterpreta la profecía de Jeremías según la cual el destierro en Babilonia tendría una duración de setenta años (Jer_25:11; Jer_29:10). En la visión de Daniel aparece este período dividido en setenta semanas, y éstas divididas a su vez en períodos cargados de sentido simbólico con aumento creciente de la maldad hasta la última semana, que será la peor de todas. No se concede ningún reconocimiento al principado del mal por grande y terrible que sea, pues al final de todo se percibe que la ruina vendrá sobre el destructor (27). Como quien dice, la historia, aunque protagonizada en mayor parte por hombres violentos, tiene un actor último que es Dios, quien se manifestará en la plenitud de ella.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*9 La revelación se da ahora a Daniel al hilo de la lectura y estudio de las profecías ya escritas, con las que, de esta forma, conecta directamente. La lectura le lleva a la oración (Dan 9:4-19) y con esta le llega de lo alto la comprensión actualizadora, porque la palabra pronunciada es válida para siempre (Dan 9:20-27).

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_7:25-26+

[2] Neh_9:34; Jer_44:21

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_7:25-26+

[2] Neh_9:34; Jer_44:21

Torres Amat (1825)



[2] Dan 25, 12; Jer 25, 11-12; 29, 10.

[11] Lev 26, 16; Deut 27, 14.

[15] Bar 2, 12; Ex 14, 21.

[23] A decirte lo decretado por Dios.

[25] Semanas de años, es decir, 490 años. Mat 24, 15; Esd 4, 24; Neh 4, 6.

[26] Mat 24, 15.