Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
11. Amonestaciones.
La Bendición Divina, Condicionada a la Fidelidad a sus Mandatos (1-21).
1
Ama, pues, a tu Dios y cumple lo que de ti demanda: sus leyes y sus preceptos, sus mandamientos. 2
Reconoced hoy, pues no hablo ahora a vuestros hijos, que no saben y no vieron la enseñanza de Yahvé, vuestro Dios; su grandeza, su mano fuerte y su brazo tendido; 3
los prodigios y portentos que en medio de Egipto obró contra el faraón, rey de Egipto, y contra toda su tierra; 4
lo que hizo con el ejército egipcio, con sus caballos y sus carros, arrojando sobre ellos las aguas del mar Rojo cuando os perseguían y destruyéndolos hasta hoy; 5
lo que por vosotros ha hecho en el desierto hasta que habéis llegado a este lugar; 6
lo que hizo con Datan y Abirón, hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando, abriendo la tierra su boca, se los tragó con sus casas, sus tiendas y todos sus secuaces en medio de todo Israel. 7
Porque con vuestros ojos habéis visto todos los grandes prodigios que ha hecho Yahvé. 8
Guardad, pues, todos sus mandamientos que hoy os prescribo yo, para que seáis fuertes y entréis y os adueñéis de la tierra a que vais a pasar para tomar posesión de ella 9
y para que se dilaten vuestros días sobre la tierra que Yahvé juró dar a vuestros padres, a ellos y a su descendencia; la tierra que mana leche y miel. 10
Porque la tierra en que vais a entrar para poseerla no es como la de Egipto, de donde habéis salido, donde echabas tu simiente y la regabas con tu pie como se riega una huerta. 11
La tierra en que vais a entrar para poseerla es una tierra de montes y valles que riega la lluvia del cielo; 12
es una tierra de que cuida Yahvé, tu Dios, y sobre la cual tiene siempre puestos sus ojos desde el comienzo del año hasta el fin. 13
Si vosotros obedecéis los mandatos que os prescribo, amando a Yahvé, vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14
yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la temprana y la tardía; y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite. 15
Yo daré también hierba en tus campos para tus ganados, y de ellos comerás y te saciarás. 16
Pero cuidad mucho de que no se deje seducir vuestro corazón y, desviándoos, sirváis a otros dioses y os prosternéis ante ellos; 17
porque la cólera de Yahvé se encendería contra vosotros y cerraría el cielo, y no habría más lluvia, y la tierra no daría más su frutos, y desaparecerías presto de la buena tierra que Dios os da. 18
Poned, pues, en vuestro corazón y en vuestra alma las palabras que yo os digo; atadlas por recuerdo a vuestras manos y ponedlas como frontal entre vuestros ojos. 19
Enseñádselas a vuestros hijos, habladles de ellas, ya cuando estés en tu casa, ya cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. 20
Escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas, 21
para que vuestros días y los días de vuestros hijos sobre la tierra que a vuestros padres Yahvé juró darles sean tan numerosos como los días de los cielos sobre la tierra.
Una vez más, el profeta inculca a Israel el amor de Dios y el cumplimiento de sus mandamientos; una vez más, recuerda los prodigios de Egipto, el juicio punitivo sobre Datan y Abirón1, sin mencionar a Coré; una vez más, se pondera la tierra de Canaán, que Dios le dará, sobre la que tiene puestos los ojos para enviar la lluvia oportuna. La fertilidad de esa tierra no es como la de Egipto, que depende del regadío hecho por mano humana2, sino que depende de la lluvia
temprana de otoño y la
tardía de primavera para asegurar la granazón. Lo que quiere decir que depende de la abundancia de aguas que Dios envíe, lo que supone una amenaza para los israelitas que no sean fieles a Yahvé y una bendición, ya que no tendrá que emplear trabajo en regar el país como en Egipto. Los profetas amenazan constantemente a Israel con la sequía - el gran flagelo de las tierras calcinadas palestinenses - si no se convierten de sus pecados3. Aquí se promete trigo, mosto y
aceite-los tres productos característicos de Palestina-a los israelitas fieles a los mandatos divinos (v.14). También abundancia de pastos para los ganados. Pero todo esto implica el peligro de que Israel, al verse en la abundancia, se olvide de su Dios y atribuya estos bienes a los dioses cana-neos. Por eso el profeta vuelve a insistir en el peligro de los cultos idolátricos. Si prevarican, Yahvé negará la lluvia al país, y al punto vendrá la ruina para todos. Y el profeta invita a que tengan siempre presentes los mandatos divinos y los enseñen a sus hijos (v.19).
Sanciones de la Ley (22-32).
22
Porque, si cuidadosamente guardáis estos mandamientos que yo os prescribo, amando a vuestro Dios, marchando siempre por sus sendas y apegándoos a El, 23
Yahvé arrojará de ante vosotros a todos los pueblos más numerosos y más poderosos que vosotros; 24
cuanto pise la planta de vuestros pies, vuestro será, y vuestras fronteras se extenderán desde el desierto al Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental; todo será dominio vuestro. 25
Nadie podrá resistir ante vosotros; Yahvé, vuestro Dios, esparcirá ante vosotros, como os lo ha dicho, el miedo y el terror sobre toda tierra donde pongáis vuestro pie. 26
Ved, yo os pongo hoy delante bendición y maldición; 27
la bendición, si cumplís los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, que yo os prescribo hoy; 28
la maldición, si no cumplís los mandamientos de Yahvé vuestro Dios, y, apartándoos del camino que yo os prescribo hoy, os vais tras otros dioses que no habéis conocido 29
Y cuando Yahvé, vuestro Dios, te haya hecho entrar en la. tierra de que vas a tomar posesión, pronunciarás la bendición sobre el Garizim, y la maldición sobre el monte Ebal; 30
esas montañas del otro lado del Jordán, detrás del camino de occidente en la tierra de los cananeos que habitan en el Araba, frente a Galgal, junto al encinar de Moré. 31
Porque vais a pasar el Jordán y a posesionaros de la tierra que Yahvé, vuestro Dios, os da, y la poseeréis y habitaréis en ella. 32
Tened, pues, gran cuidado de cumplir todos los mandamientos que hoy os propongo.
En premio a su fidelidad, Yahvé los protegerá y echará a los enemigos para que se posesionen de su tierra. La tierra santa se extenderá desde el
desierto o Negueb, al sur, hasta el
Líbano, al norte. Al este será limitado por el río Jordán. El
Eufrates es, sin duda, glosa, que refleja los sueños imperialistas de los idealistas de la monarquía israelita. Al occidente será limitada por el Mediterráneo. Es la tierra de Canaán4.
Para terminar esta larga exhortación que precede a la exposición detallada de la Ley, el profeta pone ante los ojos de Israel la
bendición y la
maldición. La primera, si guardan los mandamientos del Señor; la segunda, si los olvidan. Y para inculcar más esta idea, ordena una ceremonia, sobre la que luego volverá con más amplitud, y que Josué debe cumplir después de pasado el Jordán. Para impresionar a los israelitas, debían pronunciarse en una asamblea solemne las
bendiciones en el monte Garizim, y las
bendiciones en el Ebal, que están frente a frente, bordeando la actual Naplusa, cerca de Samaría. En el c.27 se determinará el ceremonial y Josué deberá dar cumplimiento5. El profeta coloca los dos montes cerca del
encinar de Moré (v.30) que, según
Gen_12:6, está junto a Siquem. El hecho de que
ú Garizim sea el lugar de las
bendiciones y el Ebal el de las
maldiciones, parece responder a la orientación, según la cual el primero quedaba a la derecha (de buen augurio), y el segundo a la izquierda (de mal augurio)6.
1 Cf Núm c.16-17. Quizá se calle el caso de Coré porque pertenecía a la tribu de Leví. 2 El texto dice con tu
pie (v.10), aludiendo a la facilidad con que los egipcios en terreno enfangado y suave hacen con sus pies los surcos para el agua. 3 Cf. Jer 14. Véase Abel,
Géog. I 132. 4 Cf. comentario a
Deu_7:24. 5
Jos_8:30-35. 6 Véase RB (1926) 98; sobre el Garizim los samaritanos establecieron un santuario al separarse de Judá. Cf. Abel,
Géog. I 362-369.