Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
28. Promesas de Bendiciones y Amenazas de Maldiciones.
L a introducción de este capítulo parece estar constituida por los v.9-10 del capítulo anterior, los cuales en el lugar que están interrumpen el relato. No es raro el procedimiento de insertar bendiciones y maldiciones en las secciones legislativas del Pentateuco1; pero aquí esto se destaca más. Las amenazas son terribles, y muestran bien claro cómo la Ley del Antiguo Testamento era una ley de temor. Las bendiciones y maldiciones son de índole material, sin ninguna proyección en ultratumba. La esperanza de la retribución en el más allá base de nuestra religión fue desconocida en Israel hasta el siglo II antes de Cristo; de ahí que su moral es pragmatista y, considerada desde el punto de vista evangélico, no muy elevada. Las maldiciones son terroríficas e hiperbólicas, al estilo oriental, para impresionar más al pueblo, propenso a olvidarse de su Dios2.
Promesas de Bendiciones (1-14).
1
Si de verdad escuchas la voz de Yahvé, tu Dios, guardando diligentemente todos sus mandamientos que hoy te prescribo, poniéndolos por obra, Yahvé, tu Dios, te pondrá en alto sobre todos los pueblos de la tierra, y vendrán sobre ti 2
y te alcanzarán todas estas bendiciones por haber escuchado la voz de Yahvé, tu Dios. 3
Serás bendito en la ciudad y bendito en el campo. 4
Será bendito el fruto de tu vientre y el fruto de tu suelo, el de tus bestias, las crías de tus vacas y las de tu grey. 5
Bendita será tu canasta y bendita tu artesa. 6
Bendito serás en tu entrar y bendito en tu salir. 7
Pondrá Yahvé a tus enemigos, los que contra ti se alcen, en derrota delante de ti; vendrán contra ti por un camino y por siete caminos huirán delante de ti. 8
Yahvé mandará la bendición para que te acompañe en tus graneros y en todo trabajo de tus manos. Te bendecirá en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará. 9
Yahvé te confirmará por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, si guardas los mandamientos de Yahvé, tu Dios; 10
y verán todos los pueblos de la tierra que está sobre ti el nombre de Yahvé y te temerán.11
Yahvé te colmará de dones y te bendecirá el fruto de tus entrañas, el fruto de tus ganados, el fruto de tu suelo, en la tierra que a tus padres juró darte. 12
Yahvé te abrirá sus tesoros, el cielo, para dar a tu tierra la lluvia a su tiempo, bendiciendo todo el trabajo de tus manos. Prestarás a muchas gentes y de ninguna tomarás prestado. 13
Pondráte Yahvé a la cabeza, no a la cola; estarás siempre en alto y nunca abajo si obedeces los mandatos de Yahvé, tu Dios, que yo te prescribo hoy, y los guardas y los pones por obra, 14
sin apartarte ni a la derecha ni a la izquierda de todos los mandamientos que yo re prescribo hoy, no yéndote tras otros dioses para servirles.
Israel será elevado sobre todos los pueblos si sus miembros son fieles a los mandatos de Yahvé. La prosperidad será general: en las ciudades y en los campos, los rebaños se multiplicarán y, sobre todo, la descendencia del pueblo será numerosa. La fertilidad del campo y la fecundidad de los ganados se deben a la bendición de Yahvé y no a la de los baales cananeos. Yahvé dará también la victoria sobre el enemigo. El israelita prosperará en sus caminos (
en su entrar y en su salir, v.6). Los enemigos que afluirán contra Israel en tropa compacta y amenazadora por
un camino, tomarán precipitadamente la huida por
siete caminos en plan de desbandada (v.7). Israel será el
pueblo santo3, es decir, el pueblo aparte que pertenece sólo a Yahvé como su
heredad, y sobre
él será invocado el nombre de Yahvé (v.10), y por eso todos los pueblos le temerán4. Pero todo esto está condicionado
a la fidelidad a los preceptos divinos5. Israel mantendrá así la superioridad sobre todos los pueblos, que le temerán y admirarán.
Amenazas de Maldiciones (15-69).
15
Pero si no obedeces a la voz de Yahvé, tu Dios, guardando todos sus mandamientos y todas sus leyes que yo te prescribo hoy, he aquí las maldiciones que sobrevendrán sobre ti: 16
maldito serás en la ciudad y maldito en el campo, 17
maldita tu canasta y maldita tu artesa, 18
maldito será el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, y las crías de tus vacas y de tus ovejas; 19
maldito en tu entrar y en tu salir. 20
Y Yahvé mandará contra ti la maldición, la turbación y la amenaza en todo cuanto emprendas hasta que seas destruido y perezcas bien pronto por la perversidad de tus obras, con que te apartaste de mí. 21
Yahvé hará que se te pegue la mortandad hasta consumirte sobre la tierra en que vas a entrar para poseerla. 22
Yahvé te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación, de ardor, de sequía, de quemadura, de podredumbre, que te perseguirán hasta destruirte. 23
Tu cielo, sobre tu cabeza, será de bronce, y el suelo, bajo tus pies, de hierro. 24
Yahvé mandará sobre tu tierra, en vez de lluvia, polvo y arena, que bajarán del cielo sobre ti hasta que perezcas. 25
Yahvé hará que seas derrotado por tus enemigos; marcharás contra ellos por un camino y huirás por siete de ellos, y serás vejado en todos los reinos de la tierra. 25
Tu cuerpo será pasto de todas las aves del cielo y de todas las bestias de la tierra, sin que haya nadie que las espante. 27
Yahvé te herirá con las úlceras de Egipto, con almorranas, con sarna, con tina, de que no curarás. 28
Yahvé te herirá de locura, de ceguera y de delirio; 29
en pleno día andarás palpando como palpa el ciego en tinieblas. No tendrá éxito ninguno de tus proyectos y te verás siempre oprimido y despojado, sin que nadie te socorra. 30
Tomarás una mujer y otro la gozará, construirás una casa y no la habitarás tú. 31
Tu buey será degollado a tus ojos y no lo comerás tú; tu asno te lo quitarán y no te lo devolverán; tus ovejas las tomarán tus enemigos y nadie te socorrerá; 32
tus hijos y tus hijas serán presa de otro pueblo; tus ojos lo verán y los buscarás todo el día, pero tu mano no tendrá fuerza para traértelos. 33
El fruto de tu suelo y el producto de tu trabajo se lo comerá un pueblo que no conoces; serás siempre oprimido y aplastado. 34
Te volverás loco a la vista de lo que con tus ojos contemplarás. 35
Yahvé te herirá en tus rodillas y en tus muslos de úlcera maligna, que no curará, y te cubrirá de ellas desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. 36
Yahvé te hará ir a ti y a tu rey, al que sobre ti pongas, a un pueblo que no has conocido ni tú ni tus padres, y allí servirás a otros dioses, a leños y a piedras, 37
y serás objeto de pasmo, de fábula y de burla en todos los pueblos a que Yahvé te llevará. 38
Echarás en tu campo mucha simiente y cosecharás poco, porque se lo comerá la langosta. 39
Plantarás viñas y las labrarás, pero no beberás su vino ni vendimiarás nada, porque se lo comerá el gusano. 40
Tendrás en todo tu término olivos, pero no te ungirás con su aceite, porque la aceituna se caerá. 41
Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque serán llevados cautivos. 42
Todos tus árboles y todos los frutos de tu suelo los roerá la langosta. 43
El extranjero que habita en medio de ti subirá por encima de ti cada vez más alto, y tú bajarás cada vez más bajo; 44
te prestará él, pero tú no le prestarás; él vendrá a ser cabeza, y tú cola. 45
Vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te perseguirán y te alcanzarán hasta que del todo perezcas por no haber obedecido la voz de Yahvé, tu Dios, guardando las leyes y los mandamientos que El te prescribía, 46
y serán prodigio y portento en ti y en tu descendencia para siempre. 47
Por no haber servido a Yahvé alegre y de buen corazón, en abundancia de bienes, 48
habrás de servir en hambre, en sed, en desnudez y en la indigencia de todo a los enemigos que Yahvé mandará contra ti; él pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro hasta que te destruya. 49
Yahvé hará venir contra ti desde lejos, desde el cabo de la tierra, una nación que vuela como el águila, cuya lengua no conoces; 50
gente de feroz aspecto, que no tiene miramientos con el anciano ni perdona al niño, 51
que devorará las crías de tus ganados y el fruto de tu suelo hasta que seas exterminado; no te dejará ni trigo, ni mosto, ni aceite, ni las crías de tus vacas y de tus ovejas hasta hacerte perecer. 52
Pondrá sitio a todas tus ciudades hasta que caigan en tierra las altas y fuertes murallas en que habrás puesto tu confianza; te asediará en todas tus ciudades, en toda la tierra que Yahvé, tu Dios, te habrá dado. 53
Comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y de tus hijas, que Yahvé, tu Dios, te habrá dado; tanta será la angustia y el hambre a que te reducirá tu enemigo. 54
El hombre de entre vosotros más delicado y más hecho al lujo mirará con malos ojos a su hermano, a la mujer que en su seno reposa y a los hijos que todavía le queden, 55
para no tener que dar a ninguno de ellos de la carne de sus hijos, que él se comerá por no quedarle otra cosa en el cerco y en la angustia a que te reducirá tu enemigo en todas tus ciudades. 56
La mujer de en medio de ti más delicada, la más hecha al lujo, demasiado blanda y delicada para probar a poner sobre el suelo la planta de su pie, mirará con malos ojos al marido que en su seno reposa, a su hijo y a su hija, 57
a las secundinas que salen de entre sus pies y al hijo que acabará de dar a luz; porque, faltos de todo, llegaréis hasta comer todo eso en secreto en el asedio y opresión a que te reducirá tu enemigo en tus ciudades. 58
Si no cuidas de poner por obra todas las palabras de esta Ley escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y terrible de Yahvé, tu Dios, 59
hará Yahvé portentosos tus azotes y los azotes de tu descendencia; azotes grandes y continuos, enfermedades graves y obstinadas; 60
arrojará sobre ti todas las plagas de Egipto, ante las cuales te aterrorizaste, y se pegarán a ti. 61
Vendrá sobre ti toda otra clase de enfermedades y azotes no escritos en el libro de esta Ley. 62
Yahvé te los echará encima hasta que seas exterminado; quedaréis pocos, cuando erais como las estrellas del cielo en muchedumbre, por no haber escuchado la voz de Yahvé, tu Dios. 63
Así como se gozaba Yahvé en vosotros haciéndoos beneficios y multiplicándoos, así se gozará sobre vosotros arruinándoos y destruyéndoos. Así seréis exterminados de la tierra en que vais a entrar para posesionaros de ella, 64
y te dispersará Yahvé por entre todos los pueblos del uno al otro cabo de la tierra; y allí servirás a otros dioses que ni tú ni tus padres conocisteis, leño y piedra. 65
Tampoco en medio de estos pueblos tendrás tranquilidad ni hallarás punto donde posar tranquilamente la planta de tus pies; por lo contrario, te dará Yahvé un corazón pávido, unos ojos decaídos y un alma angustiada, 66
y tendrás día y noche la vida pendiente como de un hilo ante ti; día y noche estarás temeroso y no tendrás seguridad; 67
a la mañana dirás: ¡Oh, si fuese de noche! Y a la noche dirás: ¡Oh, si fuese de día!, por el miedo que se apoderará de tu corazón y por lo que tus ojos verán. 68
Acabará Yahvé por haceros volver en naves a Egipto, por el camino de que yo había dicho: No volverás más por él; allí seréis ofrecidos a vuestros enemigos en venta como esclavos y esclavas, y no habrá quien os compre. 69
(291
)Estas son las palabras de la alianza que mandó Yahvé a Moisés hacer con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además de la alianza que con ellos hizo en Horeb.
El incumplimiento de los preceptos divinos traerá sobre Israel la maldición de Yahvé con todas sus consecuencias: esterilidad, sequía, mortandad, enfermedades incurables y la derrota a manos de los enemigos, de forma que el pueblo escogido se verá obligado a emprender la desbandada por
siete caminos (v.25). Y, en lugar de ser objeto de admiración entre los pueblos, será
vejado de todos los reinos de la tierra. Todos los bienes y seres más queridos pasarán a manos del enemigo (v.30-34)6. Y, sobre todo, Israel perderá su existencia como nación, siendo sus miembros dispersados en el exilio (v.36-37). Allí se verán obligados a adorar dioses de piedra y de madera.
Los v.47-68 parecen adición al discurso primitivo, y reflejan el estilo profetice de los siglos VIII- VII antes de Cristo, cuando las invasiones asirias y babilónicas eran inminentes y muy probable la cautividad. La descripción del enemigo invasor que pone cerco a las ciudades de Israel puede aplicarse a los asirios y a los babilonios y encuentra su paralelo en los amenazadores anuncios profetices7. La amenaza del hambre sufrida en el terrible asedio tiene su paralelo en el asedio de Jer usalén por Senaquerib (701 a.C.), durante el cual las madres comieron a sus propios hijos8. En las Lamentaciones se alude al mismo hecho terrible9. La descripción de los v.54-57 es espeluznante y realista. El autor profético recarga las tintas para reflejar mejor la angustia y necesidad de los asediados. Los padres ocultarán sus hijos para poder comerlos solos sin competencia de sus allegados. Y, después del asedio, la dispersión y el aniquilamiento en masa del pueblo elegido, antes tan numeroso (v.62). Como antes Yahvé había colmado de beneficios a su pueblo, así ahora se
gozara en castigarlos despiadadamente (v.63). La expresión es antropomórfica y refleja bien las exigencias inexorables de la justicia divina, que se ve obligada a enviar castigos al pueblo predilecto, objeto de tantas atenciones y beneficios en la historia10. Los israelitas se creían a salvo de la destrucción y la ruina porque creían que Yahvé, por su interés, se vería obligado a proteger a su pueblo.
Los profetas insisten en que Yahvé no necesita de nadie, y que las exigencias de la justicia divina están por encima de los intereses particulares de Israel. El lugar de la cautividad es
Egipto (v.68), que era el país de los terribles recuerdos de la esclavitud. Los israelitas serán vendidos como esclavos y llevados en
navios por los traficantes de esclavos fenicios, que los llevarán a la tierra de los faraones11. La situación de los israelitas en el país de la opresión será tan triste, que ni siquiera se los aceptará como esclavos (v.68). De este modo la nueva situación será peor que la antigua, ya que, al menos en los tiempos anteriores al éxodo, los israelitas eran afanosamente buscados para los oficios de esclavos12. La descripción es hiperbólica, para impresionar más a los israelitas infieles a los preceptos divinos.
El v.69 del TM corresponde al v.1 del c.29 de los LXX y Vg; puede ser una conclusión de lo que antecede o una introducción al nuevo discurso de Moisés. El deuteronomista insiste en la necesidad de cumplir las ordenaciones del Sinaí (Horeb) y en las nuevas leyes promulgadas en Moab. Puede, pues, considerarse el versículo como conclusión general del conjunto legislativo y parenético del libro.
1 Cf.
Exo_23:20-33;
Lev_26:3-46;
Deu_7:12-24;
Deu_11:13-17;
Deu_11:22-28. 2 En el
Código de Hammurabi se desean males para el que no cumpla sus leyes y se pide a Samas que maldiga su destino. 3 Cf.
Deu_7:6;
Deu_14:2;
Deu_26:19. 4 En las cartas de Tell-Amarna,
poner el nombre sobre un país equivale a dominarlo. 5 Cf.
Exo_19:4-6. 6 Cf.
Amo_5:11;
Miq_6:15. 7 Cf.
Ose_8:1;
Jer_48:40;
Hab_1:8;
Isa_28:11;
Isa_33:19. 8 Cf.
2Re_6:28-29;
Jer_19:9;
Eze_5:10. 9
Lam_4:6;
Lam_5:12-13;
Lam_2:20;
Lam_4:10;
Lev_26:29. 10 Cf.Jer 32:41- 11 Cf.
Amo_1:9;
Eze_27:13;
Joe_4:6. 12 Después de la destrucción de Jerusalén por Tito en el 70 d. de C., fueron enviados muchos judíos a Egipto como esclavos. Cf. Flavio Josefo,
De bello iud. VI 9,2.