Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
9. Protección Divina.
Yahvé Expulsará a los Cananeos (1-6).
1
Escucha, Israel: Estáis hoy para pasar el Jordán y marchar a la conquista de naciones más numerosas y más poderosas que tú; de grandes ciudades, cuyas murallas se levantan hasta el cielo; 2
de un pueblo numeroso, de elevada estatura, los hijos de Enaq, que ya conoces y de quienes has oído hablar. ¿Quién podrá resistir contra estos hijos de Enaq? 3
Has de saber desde hoy que Yahvé, tu Dios, irá El mismo delante de ti como fuego devorador, que los destruirá, los humillará ante ti, y tú los arrojarás y los destruirás pronto, como te lo ha dicho Yahvé. 4
No digas luego en tu corazón cuando Yahvé, tu Dios, los arroje de delante de ti: Por mi justicia me ha puesto Yahvé en posesión de esta tierra. Por la iniquidad de esos pueblos, Yahvé los arrojará de ante ti. 5
No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de esa tierra, sino por la maldad de esas naciones los expulsa Yahvé de delante de ti; para cumplir la palabra que con juramento dio a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6
Entiende que no por tu justicia te da Yahvé, tu Dios, la posesión de esa buena tierra; porque eres pueblo de dura cerviz.
El deuteronomista recalca insistentemente la idea de que la posesión de Canaán se debe únicamente al favor divino. Israel no debe temer a los enemigos que ha de expulsar, aunque sean descendientes de Enaq, gigantes de estatura, y sus ciudades amuralladas (v.1), porque la omnipotencia divina los extirpa
como fuego devorador (v.3), y los arrojará por sus
iniquidades, de forma que Israel no será instalado en su tierra por su
justicia o merecimientos, sino por pura benevolencia divina (v.4). Yahvé tiene empeñada su palabra con juramento, dada a los patriarcas, y ahora la va a cumplir1. Israel en realidad es un
pueblo de dura cerviz (v.5),
que soporta de mala gana el yugo de Yahvé2. Es contumaz y rebelde en sus caminos y sólo se doblega ante la fuerza e intervención divina.
La Prevaricación de Israel (7-29).
7
Acuérdate, no olvides cuánto has irritado a Yahvé, tu Dios, en el desierto; desde el día en que salisteis de la tierra de Egipto hasta que habéis llegado a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahvé. 8
Ya en Horeb provocasteis la ira de Yahvé, y Yahvé se irritó contra vosotros hasta querer destruiros. 9
Cuando subí yo a la cumbre de la montaña para recibir las tablas de la alianza que Yahvé hacía con vosotros, y estuve allí cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, 10
y me dio Yahvé las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios, que contenían todas las palabras que El os había dicho en la montaña, en medio del fuego, el día de la congregación;11
al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches me dio Yahvé las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,12
y me dijo entonces: Anda, baja presto de aquí, porque tu pueblo, el que has sacado de Egipto, se ha corrompido; pronto se ha apartado del camino que yo le mandé y se han hecho una imagen fundida. 13
Y me dijo Yahvé: Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz; 14
déjame que le destruya y que borre su nombre de debajo de los cielos, y te haré a ti una nación más poderosa y más nvimerosa que ese pueblo. 15
Yo me volví y bajé de la montaña, que estaba toda en fuego, trayendo en mis manos las dos tablas de la alianza; 16
miré y vi que habíais pecado contra Yahvé, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido, apartándoos bien pronto del camino que Yahvé os había prescrito;17
agarré entonces las dos tablas y con mis manos las tiré, rompiéndolas ante vuestros ojos. 18
Luego me postré en la presencia de Yahvé, como la primera vez, durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan y sin beber agua, por todos los pecados que vosotros habíais cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé, irritándole. 19
Yo estaba espantado de ver la cólera y el furor con que Yahvé estaba enojado contra vosotros, hasta querer destruiros; pero todavía esta vez me escuchó Yahvé. 20
Estaba Yahvé también fuertemente irritado contra Aarón, hasta el punto de querer hacerle perecer, y yo intercedí entonces por Aarón; 21
y tomé vuestro pecado, el que os habíais hecho, y lo arrojé al fuego, y desmenuzándolo bien hasta reducirlo a polvo, eché el polvo en el torrente que baja de la montaña. 22
En Taberá, en Masa y en Quibrot-at-tawah excitasteis también la cólera de Yahvé; 23
y cuando Yahvé os hizo subir de Cadesbarne, diciendo: Subid y tomad posesión de la tierra que os doy, fuisteis rebeldes a las órdenes de Yahvé, vuestro Dios; no tuvisteis confianza en El y no obedecisteis a su voz. 24
Habéis sido rebeldes a Yahvé desde el día en que El comenzó a poner en vosotros sus ojos. 25
Yo me postré ante Yahvé aquellos cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado, porque Yahvé hablaba de destruiros, 26
y le rogué, diciendo: ¡Señor, Yahvé!, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto con tu mano poderosa. 27
Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza, de este pueblo, a su perversidad y a su pecado; 28
que no puedan decir los de la tierra de que nos has sacado: Por no poder Yahvé hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los odiaba, los ha sacado fuera para hacerlos morir en el desierto. 29
Son tu pueblo, tu heredad, que con tu gran poder y brazo tendido has sacado fuera.
Siguiendo la idea de que Israel es un pueblo rebelde, de
dura cerviz, el profeta recuerda las prevaricaciones de aquél en el Sinaí con motivo de la promulgación de los diez mandamientos. Los hechos aludidos están narrados en el éxodo y en los Números, y están recordados libremente en estilo oratorio. En el momento más solemne de la historia de Israel, cuando se concluyó la
alianza y se establecieron
las bases religiosas y morales de la nueva teocracia, el pueblo elegido prevaricó construyéndose el becerro de oro (v.9)3. La violación del pacto era flagrante, ya que Yahvé había prohibido terminantemente toda representación animal de la divinidad; por eso está dispuesto a exterminarlo en su totalidad.
La intervención de Moisés salvó a su pueblo4. Rota la alianza, Moisés creyó inútiles los mandamientos grabados en piedra, y así rompió las dos tablas de la Ley. El profeta reacciona después, impetrando el perdón para el pueblo culpable y expiando con ayunos su pecado (v.16). Conseguido el perdón, Moisés destruyó el becerro de oro y arrojó sus cenizas a un torrente como cosa abominable que contaminaba el campamento5.
Los v.22-24 parece ser inserción posterior; en ellos se recuerdan otras apostasías y prevaricaciones de Israel durante su peregrinación en el desierto6.
Moisés apela a las promesas hechas a los patriarcas para que Yahvé no descargue su ira sobre el pueblo pecador (v.27) y al mismo tiempo recuerda el deshonor que para el nombre de Yahvé será cuando los paganos se enteren de que su Dios ha exterminado a su pueblo en el desierto, atribuyendo esto a su impotencia por dar cumplimiento de sus promesas de introducirlo en la tierra de Canaán7.
1 Cf.
Gen_12:6;
Gen_13:14-17;
Gen_15:19;
Gen_17:8. 2
Isa_48:4. 3
Exo_32:1-4. 4 Cf.
Exo_24:12;
Exo_34:28. 5
Exo_32:20. 6 Cf.
Num_11:1-3;
Exo_17:1-7;
Num_11:4-34. 7
Exo_32:12;
Num_14:16.