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No dejará escapar al pecador con su rapiña,
ni que le falle la paciencia al piadoso.
(Eclesiástico 16, 13) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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16. Virtud, Justicia, Sabiduría.

No son una bendición los hijos impíos (16:1-6).
1 No te agrades de tener muchos hijos inútiles para el bien, ni te complazcas en hijos malvados. Por muchos que tengas, no te alegres de ello, si no tienen temor del Señor. 2 No confíes en ellos ni tengas esperanza en su posteridad, 3 porque más vale uno bueno que mil malos, 4 y más morir sin hijos que tenerlos impíos. 5 Porque por un solo sensato prospera una ciudad, y una tribu de inicuos la devasta. 6 Mucho de esto he visto con mis ojos, y aun cosas más graves oyeron mis oídos.

Los judíos consideraban una bendición de Dios la prole numerosa i. El autor del libro precisa que es así cuando los hijos son virtuosos. Los hijos impíos, por numerosos que sean, no son una gloria para su padre, sino deshonor y fuente de disgusto. Ni se puede poner en ellos confianza; con frecuencia Dios acorta la vida y elimina de la tierra a los pecadores 2. Y en el caso de que viviesen en los días de tu ancianidad, con una posteridad semejante a ellos tal vez no podrás esperar de ellos otra cosa que amarguras y sufrimientos por sus maldades.
Es preferible la calidad al número. Es mejor uno que cumple la voluntad de Dios a diez mil pecadores, como dice San Jerónimo 3. Da más alegrías, más gloria y suele ser más útil a los padres un solo hijo bueno y virtuoso que muchos malos e impíos. La misma historia de Israel ofrecía ejemplos palpitantes. Abraham tuvo un hijo virtuoso y abnegado, que le dio una gran gloria y numerosa descendencia4. Acab tuvo una numerosa prole, y ninguno desús hijos subió al trono. Jehú dio muerte a todos ellos5. Más aún, la misma esterilidad, con todo el oprobio que esto significa para un matrimonio hebreo, que, por lo mismo, había de renunciar a la gloria tan anhelada de contarse en la descendencia del Mesías, es mejor, afirma el autor del Eclesiástico, a tener hijos malvados. Con ello da a entender hasta qué punto estima la virtud y el honor que de ella deriva por encima de otras glorias humanas acompañadas de impiedad e ignominia.
Un hombre virtuoso y sensato basta para hacer prosperar toda una nación. Abraham, Jacob y José; Moisés, Josué y David, Judas Macabeo, son algunos nada más de los ejemplos que ofrece la historia de Israel. Los impíos, en cambio, provocan la ira de Dios y llevan a los pueblos a la ruina. También sobre este particular abunda en ejemplos la historia bíblica, algunos de los cuales mencionará en la perícopa siguiente.

Dios castiga los pecados (16:7-15).
7 En la asamblea de los pecadores se encenderá el fuego y en la nación rebelde se inflama la ira. 8 No perdonó a los antiguos gigantes, que, confiados en su fuerza, se rebelaron. 9 Ni perdonó a los convecinos de Lot, que se atrajeron la cólera por sus abominaciones. 10 No se compadeció del pueblo destinado a la ruina, de los que por sus pecados fueron exterminados. 11 Ni de los seiscientos mil infantes que se dejaron llevar de su corazón rebelde. Uno solo que endurezca su cerviz, será maravilla si queda impune; 12 porque hay en él misericordia y cólera; aguanta y perdona, mas sobre los impíos derrama su ira. 13 Como es grande su misericordia, así es severo su castigo, y juzgará al hombre según sus obras. 14 No escapará el pecador con sus rapiñas, ni se frustrará la esperanza del justo. 15 Recompensa a todos los misericordiosos, y cada uno recibirá según sus obras.

Con hechos tomados de la historia de Israel, el autor confirma cómo se enciende la ira de Dios contra los malvados y los castiga con todo rigor. El v.7, si bien parece tener una perspectiva general y servir de introducción a los episodios que enumera, en sus expresiones parece alusión a las murmuraciones del pueblo y a la rebelión de Coré, Datan y Abirón, castigada por Dios con el exterminio de Coré y sus partidarios 6. Los cuatro episodios modelo de castigo de Dios para con los impíos son: el diluvio, que anegó en sus aguas a los habitantes prediluvianos, que se habían entregado a toda clase de desórdenes 7; la destrucción por el fuego de la ciudad de Sodoma a causa de la corrupción y orgullo de sus habitantes, que clamaba al cielo 8; el exterminio de los pueblos cananeos, condenados por Yahvé a la destrucción a causa de tan horribles pecados como los sacrificios humanos 9; el castigo de los mismos israelitas a causa de sus murmuraciones en el desierto, por lo que todos perecieron, sin entrar en la tierra prometida, excepto José y Caleb 10. Y si Dios no se detiene en castigar, y con dureza, a ciudades y naciones, menos dejará de hacerlo cuando se trata de uno solo. Dios es infinitamente misericordioso e infinitamente justo, y como perdona los más grandes pecados cuando hay arrepentimiento sincero, así castiga con todo rigor la obstinación en los mismos. Tan atributo divino es uno como el otro. Y como Dios todo lo ve y todo lo puede U, no dejará sin castigo las acciones malas de los impíos ni defraudará la esperanza de los justos. Pero ocurre que muchas veces Dios difiere el premio y el castigo, cuando a nosotros nos agrada verlo realizado en seguida. Entonces es preciso ejercitarse en la paciencia. Dios obra sabiamente, y dilata el premio para aumentar los méritos con la paciente espera, y retrasa una y otra vez el castigo para dar al pecador lugar a penitencia.

Dios lo ve todo
(16:16-23).
16 No digas: Me esconderé del Señor; allá en las alturas, ¿quién se acordará de mí? 17 Entre tantos pasaré inadvertido; ¿qué soy yo en medio de todos? 18Mira, el cielo y los cielos de los cielos, el abismo y la tierra tiemblan en su presencia. 19 Igualmente los montes y los cimientos de la tierra se estremecen cuando los mira EL 20 Nadie reflexiona sobre estas cosas, y ¿quién pone atención a mis caminos? 21 Si yo peco, ojo ninguno me ve; o, si yo miento en secreto, ¿quién lo sabrá? 22 Las obras justas, ¿quién las anunciará? ¿O qué esperanza voy a tener? Pues lejos está ya la alianza. 23 Así piensan los faltos de juicio, de esta manera piensa el hombre necio.

Podría venir al pecador la tentación de pensar que Dios tiene su morada allá en las alturas de los cielos, y no ve las acciones que él comete aquí abajo en los lugares escondidos de la tierra, o que en medio de la muchedumbre de los hombres puedan pasarle inadvertidas. El mismo lenguaje emplean los impíos en el libro de Eze-quiel12 y pone el autor de Job 13 en boca, de los malvados, que quisieran a toda costa sustraerse al castigo de sus impiedades.
El autor advierte al insensato que Dios lo ve todo y conoce todo y que ante su poder omnipotente tiemblan los cielos y la tierra, recordando los dos atributos divinos, omnisciencia y omnipotencia, que con frecuencia ponen de relieve las Sagradas Escrituras. Si dijere - exclama el salmista -: 'Las tinieblas me ocultarán, será la noche mi luz en torno mío', tampoco las tinieblas son densas para ti, y la noche luciría como el día, pues tinieblas y luz son iguales para ti. Porque tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre... Del todo conoces tú mi alma. No se te ocultaban mis huesos cuando secretamente era formado^ y en el misterio me plasmaban. Ya vieron tus ojos mis obras; escritas están todas en tu libro, y todos mis días aun antes de ser el primero de ellos. 14 Dios, pues, presente en todo, ve todas y cada una de las obras del hombre, y, omnipotente, puede premiarlas y castigarlas, y lo hará, como afirmó en la perícopa precedente.


Sección 5. (16:24-23:37).
Elogio de la Sabiduría.

Su papel en la creación (16:24-31).
24 Óyeme, hijo mío, y aprende sabiduría y pon dentro de tu corazón mis palabras. 25 Expondré con sensatez mis pensamientos, ponderadamente mi doctrina. 26 Cuando el Señor desde el principio hizo sus obras, desde el principio las distinguió. 27 las ordenó para siempre y les asignó su oficio según su naturaleza. No pasan hambre ni se fatigan y no interrumpen su trabajo. 28 Ninguno molesta al otro 29 y jamás desobedecerán sus mandatos. 30 Después de esto miró el Señor a la tierra, y la llenó de sus bienes. 31 Cubrió la superficie de la tierra de animales de toda especie, que a ella han de volver.

Corno todas las demás secciones, comienza también ésta con una recomendación de la sabiduría, que es esta vez brevísima, y se reduce a llamar la atención del lector sobre las enseñanzas en torno a la creación del universo y del hombre en particular en la perícopa siguiente, en las que resplandece maravillosamente la sabiduría divina. Tal vez fue sugerida por los razonamientos de los insensatos aducidos en la perícopa precedente. Frente a ellos afirma que Dios ha creado todas las cosas, y también al hombre, sobre quien dispensa una providencia especial y a quien ha impuesto mandamientos, con lo que queda asentado su poder, su ciencia, su bondad, su justicia 15.
Al principio del tiempo, antes del cual nada existía, sino sólo Dios, el Señor, con un acto de su voluntad soberana, creó aquella masa caótica, separó la luz de las tinieblas, las aguas superiores y las inferiores, separadas por el firmamento, según la concepción de los antiguos 16, y la tierra de los mares, con lo que quedó terminada la obra de separación. A cada una de esas regiones señaló sus respectivos habitantes, asignándoles una finalidad conforme a su naturaleza. Al firmamento lo pobló con los astros en multitud inmensa, que, girando con movimientos contrarios y rapidísimos, jamás se obstaculizarán en su marcha, observando cada uno de ellos con fidelidad inquebrantable las leyes que en el principio les imprimió el Creador, en las que resalta su sabiduría y poder. Isaías pone en boca de Yahvé: ¿A quién, pues, que me iguale me asemejaréis? Alzad a los cielos vuestros ojos y mirad... ¿Quién los creó? El que hace marchar su bien contado ejército y a cada uno llama por su nombre, y ninguno falta; tal es su inmenso poder y su gran fuerza.17
Después el Señor se ocupó de la tierra, haciendo también en ella manifestación de su poder y sabiduría, que pregonan los continentes y los mares, los montes y los valles, los ríos, las plantas y los animales de toda especie, que se van ininterrumpidamente renovando. Es preciso exclamar con el salmista: ¡Cuántas son tus obras, oh Yahvé, y cuan sabiamente ordenadas! Está llena la tierra de tus beneficios.18

1 Deu_28:4; Sal_127:3; Sal_128:3-4; Pro_17:6; Ecl_6:3. - 2 Job 24:24; Sal_54:24; Sab_3:6. - 3 Hom. 39 111 Genesim. - 4 Gen_15:5. - 5 2 Re 10. - 6 Num_11:1; Num_16:1. Cf. Sal_72:21; Sal_106:18. - 7 Gen_6:4; Sab_14:6. - 8 Gen_19:13-15; Eze_16:49. - 9 Exo_23:23; Exo_33:2; Deu_7:1; Sab_12:3-6. - 10 Exo_12:37; Num_14:15.23-30; Num_16:21; Num_21:5; Eco_46:10. Sobre la cifra 600.000 cf. comentario a Exo_12:37. Se trata de una hipérbole, género literario muy del gusto de los orientales, que idealizan con fines religiosos los datos históricos. - 11 15:19- - 12 9:9 - 13 22:14. - 14 139:8-16; cf. Jer_23:24; Job_9:5ss; Sal_17:7; Sal_57:9; Sal_103:32; Pro_16:9. - 15 Cf. 6:24; Sab_2:1; Sab_3:1, etc. - 16 Gen 1; Job_37:18; Sal_148:4. - 17 40:25-26. - 18 104:24.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XVI.

1 It is better to haue none then many lewd children. 6 The wicked are not spared for their number. 12 Both the wrath and the mercy of the Lord are great. 17 The wicked cannot be hid. 20 Gods workes are vnsearchable.
1 Desire not a multitude of vnprofitable children, neither delight in vngodly sonnes.
2 Though they multiply, reioyce not in them, except the feare of the Lord be with them.
3 Trust not thou in their life, neither respect their multitude: for one that is iust, is better then a thousand, and better it is to die without children, then to haue them that are vngodly.
4 For by one that hath vnderstanding, shall the city be replenished, but the [ Or, tribe.] kindred of the wicked, shall speedily become desolate.
5 Many such things haue I seene with mine eyes, and mine eare hath heard greater things then these.
6 [ Sirach 21.10.] In the congregation of the vngodly, shall a fire be kindled, and in a rebellious nation, wrath [ Or, hath bene.] is set on fire.
7 [ Gen_6:4.] Hee was not pacified towards the olde giants, who fell away in the strength of their foolishnesse.
8 [ Gen_19:24.] Neither spared he the place where Lot soiourned, but abhorred them for their pride.
9 Hee pitied not the people of perdition, who were taken away in their sinnes.
10 [ Num_14:15; Num_16:20; Num_20:51.] Nor the sixe hundreth thousand footmen, who were gathered together in the hardnesse of their hearts.
11 And if there be one stiffe-necked among the people, it is marueile, if he escape vnpunished; for [ Sirach 5.6.] mercy and wrath are with him, hee is mighty to forgiue, and to powre out displeasure.
12 As his mercy is great, so is his correction also: he iudgeth a man according to his workes.
13 The sinner shall not escape with his spoiles, and the patience of the godly shall not be frustrate.
14 Make way for euery worke of mercy: for euery man shall finde according to his workes.
15 The Lord hardened Pharaoh, that hee should not know him, that his powerfull workes might be knowen to the world.
16 His mercy is manifest to euery creature, and hee hath separated his light from the darkenesse with an [ Or, strong partition.] Adamant.
17 Say not thou, I will hide my selfe from the Lord: shall any remember me from aboue? I shall not be remembred among so many people: for what is my soule among such an infinite number of creatures?
18 [ 1Ki_8:17; 2Ch_6:18; 2Pe_3:10.] Behold, the heauen, and the heauen of heauens, the deepe and the earth, and all that therein is, shall be mooued when he shall visit.
19 The mountaines also, and foundations of the earth shall bee shaken with trembling, when the Lord looketh vpon them.
20 No heart can thinke vpon these things worthily: and who is able to conceiue his wayes?
21 It is a tempest, which no man can see: for the most part of his workes are hidde.
22 Who can declare the workes of his iustice? or who can endure them? for his Couenant is afarre off, and the triall of all things is in the ende.
23 He that wanteth vnderstanding, will thinke vpon vaine things: and a foolish man erring, imagineth follies.
24 My sonne, hearken vnto mee, and learne knowledge, and marke my words with thy heart.
25 I will shewe foorth doctrine in weight, and declare his knowledge exactly.
26 The works of the Lord are done in iudgement from the beginning: and from the time he made them, hee disposed the parts thereof.
27 Hee garnished his workes for euer, and in his hand are the [ Or, beginnings.] chiefe of them vnto all generations: they neither labour, nor are weary, nor cease from their workes.
28 None of them hindreth another, and they shall neuer disobey his word.
29 After this, the Lord looked vpon the earth, and filled it with his blessings.
30 With all maner of liuing things hath hee couered the face thereof, and they shall returne into it againe.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



6. Ver Num_16:1-35.

7. "Los antiguos gigantes": ver Gen_6:1-7.

8. Ver Gen_19:1-29.

9. Este versículo alude a los antiguos habitantes de Canaán.

10. Este pasaje se refiere a los israelitas que perecieron en el desierto y no entraron en la Tierra prometida. Ver Exo_12:37; Num_11:21; Num_14:20-23.

14. Algunos manuscritos añaden v. 15: "El Señor endureció al Faraón para que no lo reconociera, a fin de dar a conocer sus obras bajo el cielo. 16: Su misericordia se manifiesta a toda la creación; su luz y su oscuridad las repartió a los hijos de Adán".

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Dios castiga. En la época del Antiguo Testamento, todo el mundo aspiraba a tener una prole numerosa. Ser padre y madre de muchos hijos era un signo de bendición divina; con todo, en los versículos 1-4 Ben Sirá advierte que lo importante no es la cantidad de hijos, sino la calidad de esos hijos, «más vale uno que mil», «más vale morir estéril que tener descendientes arrogantes» (3). El criterio es el cumplimiento del deber que, en la mentalidad del autor, es lo mismo que amar y respetar al Señor y demostrarlo cumpliendo sus preceptos. Los versículos 5-16 son como una demostración de lo expuesto al inicio, con testimonios de su propio tiempo («lo que han visto mis ojos») y con argumentos históricos («lo que ha escuchado mi oído»). Ben Sirá hace ver cómo, distintos grupos del pasado se entregaron al mal, se rebelaron contra Dios y por eso fueron juzgados, porque Dios juzga a cada uno según sus acciones. En el fondo pues, lo que quiere enseñar el autor es que los padres actuales no se deben preocupar tanto de engendrar muchos hijos, sino de formar bien, por el camino recto a su generación aunque sea poca, pero que no repitan las mismas acciones de los antepasados.

Traducción En Lenguaje Actual Con Deuterocanonicos En Orden Alejandrino (2004)

[1] 16.13 El texto hebreo agrega los vv. 15 y 16, que faltan en la versión griega: Dios, para mostrar su poder, hizo que el faraón se pusiera terco, y que no lo obedeciera. Toda su creación sabe de su amor. Dios mismo se dio a conocer a los seres humanos para que lo alabaran.

Torres Amat (1825)



[1] La libertad es un don precioso para el hombre. La historia enseña que sobre él recae la responsabilidad de la elección entre el bien o el mal.

[11] Ex 12, 37.

[15] Rom 2, 6.

[19] Sal 104 (103), 32; Job 9, 5-6.