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Escuchadme, grandes del pueblo,
jefes de la asamblea, prestad oído.
(Eclesiástico 33, 19) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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33. La Ley, La Sabiduría, Consejos al Padre de Familia.

Más sobre la Ley y el temor de Dios (32:28-33:1/6).
28 Quien atiende a la Ley guarda su alma, y quien confía en el Señor no sufrirá menoscabo. 33 1 Al que teme al Señor no le sobrevendrá la desgracia, y, si es puesto a prueba, el Señor le librará. 2 No es sabio quien no observa la Ley, y será agitado como nave en la tormenta. 3 El hombre sensato confía en la Ley, y la Ley es para él fidedigna como la respuesta de los urim. 4 Reflexiona antes de responder y serás escuchado; recoge tus pensamientos y responde. 5 Rueda de carro es el corazón del necio, y como eje que gira, su razonamiento. 6 El amigo burlón es como caballo semental: i relincha cualquiera que sea quien lo monte.

Volviendo a la Ley y los beneficios que su observancia reporta, repite el pensamiento precedente, añadiendo que quien pone su confianza en el Señor no sufrirá daño alguno, porque El es su protector, como afirma frecuentemente el salmista 1. Ciertamente que esa protección de Dios no le librará de pruebas y contrariedades; más aún, pudiera ser que se las enviara en más abundancia que al mismo pecador. Pero tales adversidades, lejos de venir a ser un mal para él, contribuirán a su mayor bien. Las virtudes se fortalecen en la lucha y en la contrariedad, y Dios, que quiere que el justo se justifique cada vez más 2, le permite esas pruebas y tentaciones, que, superadas con su ayuda, vienen a ser ocasión de mayor merecimiento y gloria para quienes le temen. Pero quien no observa la Ley porque no teme al Señor ni pone en El la confianza, no podrá tener la seguridad del justo en la protección de Yahvé ni esa fortaleza y serenidad ante las pruebas; cuando sea agitado por ellas, se encontrará sin un punto firme de apoyo, sin un refugio seguro, como la nave agitada por los vientos, que marcha a la deriva en medio del vendaval 3. Por eso, el hombre sensato pone su confianza en la Ley, que contiene la palabra y las promesas divinas y es para él tan fidedigna como la respuesta divina que Dios daba por medio de los urim y tummim 4.
Siguen un consejo y dos observaciones (v.4-6). Aquél recomienda la reflexión antes de hablar y responder, necesaria a todos, pero especialmente a quienes por vocación tienen que instruir a los demás con su palabra. Solamente así expondrás tus ideas con lucidez y claridad, tus respuestas serán acertadas y tus oyentes aprovecharán de tu ciencia y virtud. Las observaciones versan sobre el necio, y advierten su falta de solidez en sus ideas, que compara el sabio a la rueda o eje, que da continuamente vueltas sin mantenerse fija en un punto. La segunda se refiere al amigo burlón, a quien compara al caballo no domado, que relincha sea quien fuere el que lo montare; también él, llevado de sus instintos burlescos, hace befa de quien le presente la ocasión, sin distinción de personas.


Sección 2. (33:7-39:15).

Elogio de la Sabiduría.
Con un nuevo elogio de la sabiduría divina, a quien atribuye el autor la distinción de los días y de los tiempos, la diversa suerte de los hombres y los contrastes que cada día contemplamos en la naturaleza, se abre esta nueva sección, de características idénticas a las secciones precedentes. Los temas más importantes de la misma son: Dios protege al justo y castiga al malvado, el culto agradable al Señor, el hombre y la mujer, la verdadera y falsa sabiduría, el sincero amigo y el hipócrita, y otros temas diversos, como el médico, los sueños, el culto a los muertos, etc.

Dios, autor de las diferencias y contrastes en la creación (33:7-15).
7 ¿Por qué un día es distinto de otro día, mientras la luz todo el año procede del sol? 8 Es la sabiduría del Señor la que los diferencia, 9 y muda los tiempos y trae las fiestas. 10 A unos los distinguió y los santificó, i a otros los puso en el número de los días comunes. Todo hombre viene del polvo, y de la tierra fue creado Adán. 11 Pero con su gran sabiduría los distinguió el Señor y les fijó diferentes destinos. 12 A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y allegó a sí; a otros los maldijo y los humilló y los derribó de su lugar. 13 Como el barro en manos del alfarero, 14 que le señala el destino según su juicio, así son los hombres en las manos de su Hacedor, que hace de ellos según su voluntad. 15 Enfrente del mal está el bien, y enfrente de la muerte, la vida; así, enfrente del justo, el pecador. Considera de este modo todas las obras del Altísimo, de dos en dos una enfrente de la otra.

Con la pregunta acerca de la distinción de los días, alumbrados todos ellos por un mismo sol, introduce el arduo problema de la diversa condición de los hombres, que tienen un mismo origen. La sabiduría, contesta Ben Sirac, no el sol, creado como todas las cosas, ni causa otra alguna, es quien hace sucederse los días y las estaciones con sus características propias; ella también la que ha santificado unos días, dedicándolos al culto divino, -como el sábado 5 y los días festivos de Pascua, Pentecostés, etc., mientras que ha dejado los demás hábiles para el trabajo. Lo mismo ocurre con los hombres; todos están hechos del mismo barro, al que un día retornan. Sin embargo, vemos profundas diferencias entre ellos en los diversos aspectos: unos son justos y piadosos, otros malvados e impíos; unos son sabios, otros necios; unos ricos, otros pobres. Esta diferencia no proviene del origen y naturaleza del hombre, idénticos uno y otro en todos ellos, sino, como la de los días y tiempos, de la sabiduría divina, la cual, por designios muchas veces inescrutables para nosotros, ha creado las diversas condiciones de hombres. Y así Dios con su sabiduría bendijo y exaltó a Noé, a Abraham, a Jacob, a José, al pueblo de Israel, dándole un destino singular en la historia de la humanidad; y dentro de él santificó y exaltó de un modo particular a los sacerdotes y profetas. En cambio, maldijo y humilló a Caín, al Faraón, Coré, Datan y Abirón, etc.; a los cananeos, a quienes arrojó de su tierra para que fuese ocupada por su pueblo escogido. Opinan algunos comentaristas que Ben Sirac tiene ciertamente la intención de combatir las concepciones de los judíos helenistas, que quieren borrar las distinciones entre el pueblo escogido y el mundo pagano, y acentúa así el carácter nacional de la religión israelita 6.
Con la conocida comparación del barro en las manos del alfarero, que San Pablo empleará a propósito de la predestinación7, ilustra Ben Sirac el pensamiento anterior, constatando la absoluta dependencia del hombre respecto de su Creador (v.13-15). Del mismo modo que el alfarero, conforme a la finalidad que se propone, da una u otra forma al barro amasado, así Dios, conforme a sus designios, diferencia a los hombres, fijándole a cada uno su destino. La creación nos ofrece por todas partes, tanto en el orden físico como en el orden moral, toda una serie de contrastes y oposiciones en los que resplandece la sabiduría divina. La belleza o la bondad de una cosa resalta más cuando se la contrasta con su contrario. La luz del día se aprecia mejor al compararla con la oscuridad de la noche, y la salud, cuando se sufre una enfermedad. También el mal y el pecado, si bien no provienen de Dios, sino del ser humano 8, ponen más de relieve el resplandor, estima y mérito del bien y de la virtud 9.

Ben Sirac habla de sí y de su obra (33:16-19).
16 Y yo he llegado el último de todos, como quien anda al rebusco después de la vendimia. 17 Mas por la bendición del Señor me aventajé a otros, y llené, como los vendimiadores, mi lagar. 18 Ved que no trabajé para mí solo, sino para todos los que buscan la sabiduría. 19 Oídme, pues, los grandes del pueblo; los que presidís la asamblea, prestadme atención.

Hecha una mención implícita de los profetas y escritores de Israel, escogidos por Dios para comunicar su mensaje al pueblo israelita, Ben Sirac testifica que también él se ha sentido llamado a contribuir con su libro a la obra de instrucción de los israelitas. El ha venido después de ellos a penetrar en los secretos de la sabiduría, como quien después de la vendimia anda en rebusco de lo que dejaron los vendimiadores. Pero con tan notable éxito, debido a la bendición de Dios (v.17), que aventajó a otros muchos en sabiduría, viniendo a ser como un vendimiador que ha llenado de fruto su lagar. Entonces sintió la conciencia de la misión, a que Dios lo llamaba, de comunicar la sabiduría a los demás, y se decidió, como afirma en el prólogo su nieto, a escribir su libro, no para su propio provecho particular, sino para hacer a los demás partícipes de su doctrina, la cual les llevará a una vida ajustada a la Ley. Termina dirigiendo una exhortación a los círculos dirigentes de la vida social y religiosa a que estudien la sabiduría contenida en su obra. Las leyes sabias de los gobernantes y su buen ejemplo serán un poderoso estímulo para que también los subditos practiquen el bien.

Consejos al jefe de familia sobre sus bienes y siervos (33:20-32).
20 Ni a tu hijo, ni a tu mujer, ni a tu hermano, ni a tu amigo des poder sobre ti en toda tu vida, ni entregues a otro tus bienes, no sea que luego tengas que pedirles a ellos. 21 Mientras en ti hay aliento de vida, a nadie dejes tu puesto; 22 porque mejor es que te rueguen tus hijos que no verte a merced de ellos. 23 En todo lo que haces sé el dueño; 24 no eches manchas en tu honor. Al fin de los días de tu vida, al tiempo de la muerte, distribuye tu heredad. 25 El forraje, el palo y la carga para el asno; el pan, la corrección y el trabajo para el siervo. 26 Haz trabajar a tu siervo, y tendrás descanso; dale mano suelta, y buscará la libertad. 27 Como el yugo y las coyundas hacen doblar el cuello, 28 así al siervo malévolo el azote y la tortura. Hazle trabajar y no le dejes ocioso, 29 que la ociosidad enseña muchas maldades. 30 Impónle el trabajo según lo que convenga, y si no obedeciere, métele en el cepo. No te excedas con nadie y no hagas nada sin discreción. 31 Si tienes un siervo, trátale como a ti mismo; es para ti tan necesario como tú mismo. Si tienes un siervo, trátale como a ti mismo, no te enfurezcas contra tu propia sangre. 32 Si le maltratas y, maldiciéndote, huye, ¿por qué camino lo buscarás?

Ben Sirac da un sabio consejo al padre de familia, cuyo fiel cumplimiento le puede librar de muchos disgustos en los días de su vejez. Durante su vida, le recomienda, jamás deberá traspasar el dominio de sus bienes a sus herederos. Únicamente si lo hace cuando su muerte se aproxima obrará sabiamente. Sabido es cómo los hijos que formaron un nuevo hogar se preocupan con frecuencia más de su esposa e hijos que de sus padres, que tienen a veces que andar de casa en casa de éstos mendigando el sustento, lo que lleva consigo muchas veces la pérdida de la autoridad paterna y del honor y prestigio que el padre ha de conservar hasta el final de la vida. Pide el orden natural que sea él quien ordene y aconseje en los asuntos familiares, y los hijos quienes les estén subordinados.
En cuanto a la conducta que se ha de observar con los siervos, comienza con una comparación un poco dura - no tanto como suena a nuestros oídos, ya que en aquel entonces el asno era un animal mucho más estimado y mejor tratado que lo es entre nosotros -, que luego suaviza. Como se alimenta a este animal para que pueda prestar sus servicios y se le aplica con el palo el castigo oportuno si no se conduce conforme a las exigencias de su amo, del mismo modo hay que proporcionar al siervo el alimento necesario que requieren los trabajos duros que con frecuencia se le imponen y someterlo al castigo conveniente si se deja llevar de la haraganería. Falto de un motivo elevado en su trabajo, se deja vencer muchas veces por ella si no es obligado. Las solas palabras, como dice Proverbios, no bastan para inducirlo a él10. Sigue una experimentada constatación: siervo a quien se hace trabajar rinde en su trabajo y permanece con su señor, al que proporcionará horas de descanso; pero, si no vigilas su trabajo y lo dejas en libertad, buscará la manera de huir y lo perderás.
Ben Sirac señala después la conducta que se ha de observar con los siervos malos y con los siervos buenos. Para con los primeros (v.27-30) recomienda imponerles el trabajo proporcionado a sus fuerzas, sin permitirles jamás la ociosidad, que, si puede ser en cualquier persona madre de todos los vicios, mucho más en quienes sin ella ya son malos. Si no cumple con dicho trabajo, lo castigarás con toda severidad, pero sin excederte, procurando en su corrección no desfogar tu ira con castigos que traspasen los justos límites.
Para los siervos buenos, Ben Sirac recomienda una conducta que denota un espíritu que se eleva notablemente sobre el de la sociedad pagana, aunque no todavía el que informa a San Pablo en sus consejos sobre el particular 11. Al siervo bueno que cumple su deber, su señor deberá tratarlo como a sí mismo, conforme al mandamiento del amor al prójimo. Y esto por un doble motivo o consideración humana: en primer lugar, por la necesidad que de sus servicios tienes; si a todo prójimo has de amar como a ti mismo, con mayor razón a quien te sirve con fidelidad y proporciona tal vez pingües ganancias. En segundo lugar, porque tu siervo es algo tuyo, de tu casa, que has comprado con tu propio dinero; tratarlo mal, enfureciéndote con él, sería hacerlo contra algo tuyo. Ten en cuenta que, si por tratarlo mal, siendo él fiel, escapa de tu casa, no lo recobrarás después, ya que la Ley ordenaba no entregar a su amo un esclavo huido que se haya refugiado en tu casa.12
Sacy tiene a este propósito una preciosa observación para los señores y amos de nuestro tiempo: Si el sabio quiere que un esclavo fiel sea querido como nuestra propia vida y que lo tratemos como a nuestro hermano, ¡cuánto más debemos tener tales sentimientos para con aquellos que hoy nos sirven con fidelidad y con afecto y que son de una condición diversa de los esclavos! Debemos considerarlos, según el dicho de San Pablo, no sólo como partícipes de una misma naturaleza igual a la nuestra, sino como redimidos con la sangre del mismo Hijo de Dios y llamados a la misma gloria; por esto debemos tratarlos no con aspereza y con amenazas, sino con mansedumbre y con amor, conscientes de que somos juntamente con ellos siervos de un mismo señor que está en el cielo y que no tendrá consideración alguna a la diversa condición de las personas. 13

1 Sal 22:6; 91. - 2 Prov 12:21. - 3 Rev_22:11. - 4 Cf. Num_27:21; Deu_33:8; Sam 14:41; 28:6; Pro_16:33; Pro_18:18. - 5 Gen_2:3; Exo_20:21. - 6 Cf. Spicq, o.c., a 7:15 p.730. - 7 Rom_9:10-23; Ts 45:9; Jer_18:4-6. -Jer_8 15:11-21. - 9 Cf. P. Winter, Ben Sirac 33 (36), 7-15 and the Teaching ofthe Tuo Vcrys: VT Ü955) 315-318; S. Morenz, Eine weitere Spur der Weisheit Amenopes in der Bibel [Eco_33:13 graece; Sap 15:7]: ZAS 84 (1959) 795. - 10 29:19. - 11 Efe_6:5-9; Flm_1:8-20 - 13 Citado en Girotti, o.c., a 33:31-34 p.486. - 12 Deu_23:15.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXXIII.

1 The safety of him that feareth the Lord. 2 The wise and the foolish. 7 Times and seasons are of God. 10 Men are in his hands, as clay in the hands of the potter. 18 Cheefely regard thy selfe. 24 Of seruants.
1 There shall no euill happen vnto him that feareth the Lord, but in temptation euen againe he will deliuer him.
2 A wise man hateth not the Law, but he that is an hypocrite therein, is as a ship in a storme.
3 A man of vnderstanding trusteth in the Law, and the Law is faithfull vnto him, [ Or, as the asking of Vrim.] as an oracle.
4 Prepare what to say, and so thou shalt be heard, and binde vp instruction, and then make answere.
5 The [ Greek: bowels.] heart of the [ Sirach 21.16.] foolish is like a cartwheele: and his thoughts are like a rolling axeltree.
6 A stallion horse is as a mocking friend, hee neigheth vnder euery one that sitteth vpon him.
7 Why doth one day excell another? when as all the light of euery day in the yeere is of the Sunne.
8 By the knowledge of the Lord they were distinguished: and he altered seasons and feasts.
9 Some of them hath hee made high dayes, and hallowed them, and some of them hath hee [ Or, ordained for the number of dayes.] made ordinary dayes.
10 And all men are from the ground, and [ Gen_1:27; Gen_2:7.] Adam was created of earth.
11 In much knowledge the Lord hath diuided them, and made their wayes diuers.
12 Some of them hath hee blessed, and exalted, and some of them hath hee sanctified, and set neere himselfe: but some of them hath hee cursed, and brought low, and turned out of their [ Or, standings.] places.
13 [ Isa_45:9; Rom_9:20-21.] As the clay is in the potters hand to fashion it at his pleasure: so man is in the hand of him that made him, to render to them as liketh him best.
14 Good is set against euill, and life against death: so is the godly against the sinner, and the sinner against the godly.
15 So looke vpon all the workes of the most High, and there are two and two, one against another.
16 I awaked vp last of all, as one that [ Or, gleaneth.] gathereth after the grape-gatherers: by the blessing of the Lord I profited, and filled my wine-presse, like a gatherer of grapes.
17 [ Sirach 24.39.] Consider that I laboured not for my selfe onely, but for all them that seeke learning;
18 Heare me, O ye great men of the people, and hearken with your eares ye rulers of the Congregation:
19 Giue not thy sonne, and wife, thy brother and friend power ouer thee while thou liuest, and giue not thy goods to another, lest it repent thee: and thou intreat for the same againe.
20 As long as thou liuest and hast breath in thee, [ Or, sell not.] giue not thy selfe ouer to any.
21 For better it is that thy children should seeke to thee, then that thou shouldst [ Or, looke to their hands.] stand to their courtesie.
22 In all thy workes keepe to thy selfe the preheminence, leaue not a staine in thine honour.
23 At the time when thou shalt end thy dayes, and finish thy life, distribute thine inheritance.
24 Fodder, a wand, and burdens, are for the asse: and bread, correction, and worke for a seruant. [ Of seruants.]

25 If thou set thy seruant to labour, thou shalt finde rest: but if thou let him goe idle, he shall seeke libertie.
26 A yoke and a collar doe bow the necke: so are tortures and torments for an euill seruant.
27 Sende him to labour that hee be not idle: for idlenesse teacheth much euill.
28 Set him to worke, as is fit for him; if he be not obedient, put on more heauy fetters.
29 But be not excessiue toward any, and without discretion doe nothing.
30 [ Sirach 7.20.] If thou haue a seruant, let him bee vnto thee as thy selfe, because thou hast bought him [ Greek: in blood.] with a price.
31 If thou haue a seruant, intreate him as a brother: for thou hast neede of him, as of thine owne soule: if thou intreate him euill, and he runne from thee, which way wilt thou goe to seeke him?

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El autor. Ben Sirá se compara a sí mismo con el que va rebuscando detrás del vendimiador, es decir, recogiendo lo que va dejando el cosechero, para decir que ha dedicado su vida entera al estudio y a la profundización de las tradiciones de su pueblo. Al final de su vida puede decirlo como uno de sus grandes logros, la experiencia adquirida y la sabiduría acumulada, no son para sí mismo, ellas tienen sentido, lo mismo que sus infatigables esfuerzos, en tanto que sirven a los otros, a la generación venidera. La sabiduría, y en general todo cuanto de bueno y valioso puede cultivar el espíritu humano, tienen su verdadero valor en cuanto están al servicio de los demás.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

33:19 La sinagoga, donde los judíos piadosos se reunían para su instrucción.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

33:19 La sinagoga, donde los judíos piadosos se reunían para su instrucción.