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Buena es la misericordia en tiempo de desgracia,
como nubes de lluvia en tiempo de sequía.
(Eclesiástico 35, 24) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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35. Mas Sobre los Sacrificios, La Oración de Israel.

El sacrificio agradable a Dios (35:1-15).
1 Quien observa la Ley, ése es el que ofrece ricas ofrendas. 2 El sacrificio saludable es guardar los preceptos. 3-4 Ser agradecido a Dios es ofrecer flor de harina, y practicar la limosna es ofrecer sacrificio de alabanza. 5 Se complace al Señor apartándose del mal, y se obtiene el perdón apartándose de la injusticia. 6 No te presentes ante el Señor con las manos vacías, 7 porque así te está mandado. 8 La ofrenda del justo hace pingüe el altar, y su buen olor llega ante el Altísimo. 9 El sacrificio del justo es acepto, y su memoria de recordación no será olvidada. 10 Honra al Señor con corazón generoso y no disminuyas las primicias de tus manos. 11 Ofrece todos tus dones con rostro alegre, y con alegría consagra los diezmos. 12 Da al Altísimo según lo que El te da, y da con ánimo generoso lo que puedas; 13 que el Señor es generoso en recompensar, y te pagará el séptuplo. 14 No pienses en sobornar al Señor, porque no recibirá tus dones. 15 Y no confíes en sacrificios injustos, porque justo es el Señor, y no hay en él aceptsón de personas.

Mediante el paralelismo que establece entre varios de los sacrificios judíos - la simple oblación, el sacrificio pacífico 1, la oblación de flor de harina 2 y el sacrificio de alabanza - y las virtudes - obediencia a la Ley y cumplimiento de sus preceptos, la acción de gracias y la misericordia -, que pone en parangón con aquéllos, Ben Sirac afirma que el verdadero sacrificio agradable a Dios es el cumplimiento de sus mandamientos y la práctica de las virtudes, sobre todo la gratitud para con Dios, autor de cuantos beneficios hemos recibido, y la misericordia para con el necesitado, tantas veces recomendada en la Ley. Dios se complace en quien se aparta del mal y de la injusticia, por lo que ello viene a ser incluso como un sacrificio de expiación por los pecados antes cometidos. El sabio inculca la doctrina de los profetas de que no agradan a Dios los sacrificios si no van acompañados de las debidas disposiciones interiores, del temor de Dios, que se manifiesta en el fiel cumplimiento de la Ley 3; tal vez contra el naciente espíritu farisaico, que, descuidando el aspecto moral de la misma, se preocupaba más del ceremonial.
Con las afirmaciones precedentes no pretende Ben Sirac que se prescinda de los sacrificios como actos exteriores de culto, sino que él mismo exhorta a ofrecerlos, conforme estaba preceptuado en la Ley, cuyo mandato repite textualmente (v.6)4. Poco después los aconsejará a los enfermos para conseguir de Dios la salud 5, y en el capítulo 50 del libro hace una entusiástica descripción del sacrificio del sumo sacerdote. En la Ley se insistía más en la parte exterior del culto, prescribiéndose los sacrificios rituales. Los profetas y autores sapienciales hacen más bien hincapié en las disposiciones interiores, justicia y santidad del oferente. Ambas cosas se complementan. La obediencia vale más que el sacrificio, pero quien no cumple el sacrificio falta con esto mismo a la obediencia (Girotti) 6. La memoria de recordación del justo, que no será olvidada, designa la porción de la ofrenda de flor de harina mezclada con el aceite y quemada con el incienso sobre el altar, como combustión, en memoria, en olor suave para Yahvé 7. Es, pues, preciso ofrecer al Señor, conforme a lo preceptuado en la Ley, sacrificios, las primicias 8, los diezmos 9. Y con las disposiciones indicadas, para que sean agradables al Señor. Ben Sirac añade (v. 11-13) Que los sacrificios han de ser ofrecidos con generosidad, conforme a lo que el Señor ha dado, sin escatimar nada en las ofrendas, lo que argüiría falta de agradecimiento, y con alegría, no como quien siente tener que desprenderse de sus dones. Dios ama al que da con alegría, dice San Pablo 10. Y San Agustín advierte que, si das el pan triste, el pan y el mérito perdiste. 11 A quien ofrece con esa generosidad y esa buena disposición, el Señor, que no puede dejarse vencer en liberalidad por sus criaturas, se lo recompensará muy abundantemente. El séptuplo, como el ciento por uno, son números o expresiones simbólicas para expresar una gran abundancia. Y no intentes sobornar al Señor con tus dones, advierte Ben Sirac, como si fuera un juez humano; o engañarle ofreciéndole lo que es fruto de injusticias, o víctimas con defectos, que no podían ofrecerse, conforme ordenaba la Ley 12, o sin las disposiciones necesarias. Dios es un juez infinitamente sabio, que ve y juzga conforme a la verdad y sinceridad, e infinitamente justo, que no puede aceptar los sacrificios de un corazón doble y malicioso. Y sobre todo no aceptará en modo alguno, como afirmó ya en la perícopa precedente, aquellos sacrificios cuyas ofrendas proceden de injusticias con los menesterosos. Dios no tiene acepción de personas 13 para aceptar las oblaciones de los ricos que violan los derechos de los pobres. Sus predilecciones están decididamente en favor de los pobres y humildes.

La oración del afligido (35:16-26).
16 No toma partido contra el pobre y escucha la oración del oprimido. 17 Jamás desdeña la súplica del huérfano ni de la viuda si ante El derrama sus quejas. 18 ¿No corren las lágrimas de la viuda por sus mejillas y su clamor no se dirige contra el que las hace correr? 19-20 El que sirve al Señor devotamente halla acogida y su oración subirá hasta las nubes. 21 La oración del humilde traspasa las nubes y no descansa hasta llegar a Dios, ni se retira hasta que el Altísimo fija en ella su mirada. Juzgará el Señor y ejecutará su fallo. 22 No se hará esperar, y sin misericordia, hasta aplastar a los opresores. 13 Y hará venganza en las gentes hasta aniquilar al ejército de los prepotentes y romper el cetro de los inicuos; 24 hasta dar al hombre según sus obras y remunerarle conforme a sus intenciones; 25 hasta defender la causa de su pueblo y alegrarlos con su misericordia. 26 Hermosa es la misericordia en el tiempo de la tribulación, como las nubes cargadas de agua en tiempo de sequía.

Continuando el pensamiento de la perícopa anterior, Ben Sirac manifiesta que Dios se pone siempre del lado de los pobres y de los humildes, seres indefensos expuestos a toda clase de injusticias por parte de los poderosos, y escucha los clamores y quejas contra quienes los oprimen 14. La oración del que sirve devotamente a Dios, la plegaria del pobre que se llega a El con sencillez y humildad de corazón, traspasa las nubes y llega hasta el trono de Dios, forzándole a otorgarle lo que en ella implora.
La protección de Dios sobre los pobres y afligidos que ha afirmado Ben Sirac, lo lleva a expresar su fe en la protección de Dios sobre su pueblo, afligido por la dominación extranjera, en la presente perícopa, a la que seguirá en el capítulo siguiente una larga oración por la restauración de Israel. En los días en que el autor escribe su libro, Israel se encuentra bajo la dominación de los seléucidas, reyes gentiles que dominaban sobre el pueblo teocrático y llevaban consigo la cultura helénica, y, por tanto, pagana, y a veces la persecución 15.
Dios tendrá misericordia de su pueblo, que clama a El día y noche, y le dará una alegría tanto mayor cuanto más dura y prolongada fuere la tribulación; castigará a los pueblos paganos que oprimieron a Israel no sólo según sus obras, sino según sus mismas intenciones, que Dios conoce con toda claridad. La promesa tiene cierto sabor mesiánico 16.

1 Lev_7:11-14, , - 2 Lev_2:1-3. - 3 Ose_6:6; Ose_14:3; Amo_5:11-27; Amo_8:4-10. - 4 Exo_23:15; Exo_34:20; Deu_16:16. -Deu_5 38:11. - 6 O.c., a 35:6-7 p.49O. - 7 Lev_2:2.9.16. - 8 Exo_23:16-19; Num_15:18-21; Deu_26:1. - 9 Deu_12:6; Deu_14:23; Deu_26:12. - 10 2Co_9:7. - 11 In Psalm. 42. - 12 Lev_22:22; Deu_16:19-20; Mal_1:7-8. - 13 V.1s; Sab_6:7; Hec_10:34; Rom_2:11; Gal_2:6, etc. - 14 Exo_22:22; Dt 10,18; Exo_14:29; Exo_16:11; Exo_24:17; Exo_26:12; Exo_27:19. El v.19 de la Vulgata insiste en el pensamiento de los versos anteriores: De sus mejillas suben hasta el cielo, y el Señor, que las oye, no se complacerá en ellas. - 15 El traductor debía pensar en Antíoco IV Epífanes (f 164), cuya persecución daría lugar al levantamiento de los Macabeos. - 16 Cf. Isa_45:8.


La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Los gritos del pobre. Las imágenes más hermosas y con toda seguridad, las que más se acercan a la verdadera imagen de Dios, son éstas donde aparece verdaderamente conmovido y dispuesto a intervenir en favor del pobre. Ya en Éxo_3:7-9 mostró esa faceta de su personalidad y es ésa la que tiene que alimentar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestros esfuerzos y luchas por una verdadera justicia entre nosotros. Con base en ella nosotros tenemos que desacreditar y desenmascarar a ese falso dios al que se dirigen los opresores y a quienes ellos creen que agradan con sus magnificas ofrendas, mientras sus manos están manchadas de injusticia. El verdadero Dios, el que se reveló a Moisés y a los esclavos hebreos, el que de tantas formas anunciaron los profetas y el que, en definitiva, nos reveló Jesús de Nazaret, es exactamente el mismo y no cambia ni cambiará, por tanto ése no tendrá una mano estirada al empobrecido y otra hacia el opresor e injusto; ambas manos están dispuestas a acoger al humilde, al marginado, al ignorado de este mundo; pero a nosotros nos compete y obliga luchar cada día por una mayor justicia para que nadie, ni siquiera el injusto si se convierte, quede excluido de esas manos acogedoras de Dios Padre-Madre.

Torres Amat (1825)



[5] Jer 7, 3; 26, 13.

[6] Ex 23, 15; 34, 20; Deut 16, 16.

[14] Lev 22, 21; Deut 15, 21.