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Acelera la hora, recuerda el juramento,
y que se divulguen tus grandezas.
(Eclesiástico 36, 7) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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36. Implora la Restauración de Israel. Elección de Mujer.

Oración de Ben Sirac (36:1-19).
1 Ten piedad de nosotros, Señor, Dios del universo, y míranos; 2 infunde tu temor en todas las naciones; 3 levanta tu mano sobre los pueblos extraños y haz que sientan tu poder. 4 Como a su vista te santificaste en nosotros, así a vista nuestra santifícate en ellos, 5 para que te conozcan como nosotros te conocemos y sepan que no hay Dios, Señor, fuera de ti. 6 Renueva los antiguos prodigios y repite los portentos; 7 glorifica tu mano y tu brazo derecho; 8 despierta tu ira y derrama tu cólera; 9 destruye al adversario y aplasta al enemigo; 10 apresura el tiempo y acuérdate de tus promesas, y sean celebradas tus hazañas. 11 Sea devorado el que intenta escapar al fuego de tu cólera y caigan en la ruina los que maltratan a tu pueblo. 12 Aplasta las cabezas de los príncipes enemigos, que dicen: No hay nadie fuera de nosotros. 13Congrega a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como de antiguo. 14 Ten piedad, Señor, del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien hiciste tu primogénito. 15 Compadécete de tu ciudad santa, de Jerusalén, la ciudad de tu morada. 16 Llena a Sión de tu majestad, y el templo de tu gloria. 17 Da testimonio a los que te hiciste desde el principio y cumple las promesas hechas en tu nombre. 18 Da su recompensa a los que esperan en ti y sean hallados verdaderos tus profetas. Escucha, Señor, la plegaria de los que te invocan, 19 según la bendición de Arón sobre tu pueblo, y conozcan todos los moradores de la tierra que tú, Señor, eres Dios por los siglos.

Ben Sirac hace una fervorosa oración en favor de Israel en la que pide su restauración, con la consiguiente humillación de sus enemigos. Tiene forma de salmo y ha sido escogida por la liturgia cristiana para las laudes del sábado. Está dirigida al Señor, Dios del universo. Yahvé, Padre del pueblo escogido, es el dueño del universo, y le están sometidas todas las gentes que en él habitan. Y en ella el sabio apela a su piedad, fuente de cuantos beneficios nos concede.
Pide en la primera parte que infunda su temor en todas las gentes (v.2); no un temor que las extermine, como se pide otras veces para los enemigos del pueblo, sino que los humille y castigue si es preciso, a fin de que reconozcan su poder soberano. La conducta observada por Dios con Israel a través de su historia ofrece al autor un precioso parangón: Dios se ha manifestado santo, aborrecedor del mal y de la impiedad, ante las naciones gentiles al castigar a Israel y enviarlo al cautiverio por su infidelidad y pecados para con Dios. Ahora pide Ben Sirac que se manifieste santo ante Israel, haciendo alarde de su poder sobre las naciones que lo oprimen, castigándolos a fin de que pongan fin a su dominación sobre Israel y reconozcan también ellos que Yahvé es el único Dios verdadero l. Implora renueve los antiguos prodigios y portentos (v.6) con que un día dobló la cerviz de los egipcios y libró de su esclavitud a los israelitas, y, con las frases bíblicas tradicionales para pedir el castigo de los enemigos que oprimen a Israel 2, suplica con insistencia en su oración la destrucción de los gentiles que ahora dominan sobre él e intentan contaminarlo con su paganismo. Tal vez alude a Antíoco III el Grande, que recibió el castigo de su orgullo; vencido el 190 por los romanos en la batalla de Magnesia, verdadera catástrofe para los seléucidas, perdió la mayor parte de sus conquistas. Jeremías elevaba una súplica semejante sobre quienes habían devorado y consumido a Jacob y devastado sus campos 3. En estos mismos sentimientos abunda Isaías en la segunda parte de su libro. Semejantes imprecaciones no ofenden la inspiración del libro. Al pedir Ben Sirac el castigo para sus enemigos, lo hace, más que movido por el odio a los enemigos, impulsado, como los profetas y salmistas, por el celo de la gloria de Yahvé, que debe ser reconocido también por ellos como único Dios, y del amor al pueblo israelita, que desea ver libre de la dominación extranjera, la cual, con su persecución a veces, con sus costumbres paganas siempre, creaban un peligro y un obstáculo para la conservación y libre ejercicio de la religión yahvista. En medio de su oración por la humillación de los enemigos, el autor intercala (v.10) una ardiente súplica por el cumplimiento de las promesas de una era mesiánica en que Israel, libre de sus enemigos, pueda cantar con libertad y alegría las grandezas del Señor 4. La destrucción de los enemigos es una de las señales de la próxima venida del Mesías5.
En la segunda parte de su oración, Ben Sirac, siguiendo el estilo profético, eleva al Señor su plegaria por el pueblo escogido. Suplica en primer lugar la reunión de todas las tribus de Israel en la patria prometida (v.13). Los israelitas habían sido deportados a Asiría; los judíos, a Babilonia; muchos no volvieron a su patria; otros se hallaban dispersos por Egipto, Asia Menor; y los que vivían en Palestina estaban sometidos unas veces a Siria y otras a Egipto. Zacarías había anunciado que Dios repatriaría a los israelitas de oriente y occidente y habitarían en Jerusalén, siendo ellos su pueblo y Yahvé su Dios 6. Joel contempla a Israel disperso entre las gentes, y dice que Dios en los días mesiánicos hará justicia a los pueblos que lo han sometido a vejación, reunirá a todos los dispersos y llevará a cabo la restauración de Judá y Jerusalén 7. Isaías dice que al final de los tiempos llamará a los israelitas dispersos en Asur y Egipto y se prosternarán ante Yahvé en el monte santo de Jerusalén. 8 La reunión de las doce tribus iba unida a las esperanzas mesiánicas.
A la vez que multiplica las expresiones implorando misericordia y protección para Israel, va indicando los motivos por los que tiene que compadecerse de su pueblo. Este lleva su nombre (v.14): Israel significa Dios ve (raáh El); por lo demás, en la Escritura llevar el nombre significa ser propiedad de; Israel es el pueblo de Dios 9, escogido para los destinos mesiánicos. Es su pueblo primogénito, único a quien comunicó la revelación anticotestamentaria y el primero que experimentó las delicadezas de Dios en el Antiguo Testamento y recibió la predicación de la nueva evangélica 10. Jerusalén, capital del reino israelita, es la morada escogida por Dios para habitar en medio de su pueblo; en ella está el templo, que llenó su gloria el día de su inauguración 11. Ben Sirac pide la glorificación de Jerusalén y el templo, anunciada para los tiempos mesiánicos. Ageo predijo que en los tiempos mesiánicos Dios llenará de gloria el nuevo templo, de modo que la gloria de la segunda casa precederá a la primera 12; e Isaías, que el monte de la casa de Yahvé sería confirmado por cabeza de los montes y ensalzado sobre los collados, y subirían las gentes a la casa del Dios de Jacob a ser enseñados por El..., porque de Sión ha de salir la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahvé. 13 Finalmente, implora el cumplimiento de las profecías hechas por medio de sus patriarcas y profetas 14 al pueblo que escogió ya desde un principio en los patriarcas, formó en Egipto con la bajada de los hijos de Jacob e hizo su alianza con ellos en el Sinaí después de sacarlos de la esclavitud egipcia. El pueblo ha vivido siempre con la esperanza en un Mesías libertador. Dios tiene que cumplir esa esperanza, porque ha empeñado su palabra por medio de los profetas, y escuchar la plegaria de quienes tienen puesta en El su confianza conforme a la bendición de Aarón: Que el Señor os bendiga y os conserve; que haga brillar sobre vosotros la luz de su rostro y tenga piedad de vosotros; que El vuelva a vosotros su rostro y os dé la paz.15 El cumplimiento conduciría a la glorificación de Yahvé, pues todas las naciones conocerán que es su Dios el único y verdadero Dios 16.

Prudencia en la elección de mujer (36:20-28).
20 El estómago recibe todos los manjares, pero hay unos manjares mejores que otros. 21 El paladar distingue los manjares desabridos, y el corazón discreto las palabras mentirosas. 22 El corazón perverso causa dolor, pero el hombre muy probado lo calma. 23 La mujer acepta el marido que le dan, habiendo entre ellas unas mejores que otras. 24 La belleza de la mujer alegra el rostro al marido y aumenta en el hombre el deseo de poseerla. 25 Si tiene palabras amables y suaves, su marido es dichoso. 26 El que tiene una mujer tiene un gran bien, ayuda a él conveniente y columna en que apoyarse. 27 Donde no hay valla es depredada la hacienda, y donde no hay mujer anda el hombre gimiendo y errante. 28 ¿Quién se fía de banda armada, que corre de ciudad en ciudad? Así tampoco del hombre que no tiene hogar y duerme donde le coge la noche.

Después de esta fervorosa plegaria, Ben Sirac vuelve a los consejos de sabiduría práctica que interrumpió con la oración. Se refieren los primeros de la perícopa presente a la discriminación en general y a la elección de mujer los demás. Hay alimentos buenos saludables al organismo; otros, en cambio, no tan buenos e incluso perjudiciales; el estómago es quien los distingue y declara la naturaleza de cada uno en orden a la digestión y nutrición. Los hay sabrosos y los hay desabridos; el paladar descubre el gusto agradable o desagradable de cada uno. De la misma manera, hay palabras veraces y las hay mentirosas; el sabio conoce el corazón de los hombres y sabe discernir lo que hay en él de sinceridad y de hipocresía. Hay corazones malvados y los hay buenos y experimentados; los primeros hacen sufrir a los demás, los segundos conocen un montón de resortes para descubrir los engaños de aquéllos y preservar de su mal.
Lo mismo ocurre con las mujeres. Unas son mejores que otras en virtud, en belleza, en prudencia para el gobierno de una casa. La mujer ha de aceptar el marido que sus padres le proporcionan; eran éstos en los orientales quienes buscaban marido para sus hijas. El marido, en cambio, escoge, y al hacerlo deberá tener en cuenta las cualidades que hacen a la mujer una buena esposa y sabia administradora de casa. Si el matrimonio se mira - escribe Calmet - -con la finalidad única de unirse a una mujer y tener hijos, entonces no interesa tanto la elección, porque toda mujer está hecha para el hombre; pero, si se mira principalmente la sociedad y la dulzura de vida en esta unión, hay que atender sobre todo a las costumbres y cualidades de la que se elige para esposa.17 Ben Sirac señala la belleza, que suscita el atractivo sensible del marido y hace sobrellevar con alegría las preocupaciones y trabajos que lleva consigo el sostenimiento de.la casa. Si ella añade amabilidad y dulzura en su conversación y trato con su esposo, hallará una dicha extraordinaria que no todos encuentran en su hogar. Aludiendo al pensamiento de Gen_2:23-24, dice que tal mujer es una ayuda para su marido y un firme sostén en su esfuerzo por sostener la casa, en las dificultades y penalidades que ello lleva consigo.
Frente a la felicidad del hombre que encontró una mujer buena, presenta el autor dos pinceladas de la desdicha del solitario que no ha formado un hogar con una esposa. Si un campo no está rodeado de una valla que lo defienda, el sembrado es pisado por hombres y animales, y los frutos no se obtienen. Lo mismo le ocurre al que no ha edificado un hogar y carece de una mujer hacendosa a quien se confíe la administración de la casa: habrá de confiar a otros sus bienes y los tendrá expuestos a su codicia; deberá andarerrante y vagabundo, confiándose siempre a gente extraña, hoy aquí, mañana allí, sin la alegría y el apoyo de una esposa virtuosa. Y de gente errante que tiene que dormir donde la noche le sorprende, ¿quién se fía? Ben Sirac hace una velada invitación al matrimonio con una mujer virtuosa y de buenas cualidades, como preferible a una soltería vagabunda. No han llegado los tiempos en que Jesucristo proclame como camino más excelente la virginidad por el reino de los cielos.

1 Jer 16:21; Eze_28:22; Eze_38:22-23. - 2 1Re_19:17; Jer_48:45; Amo_5:19. - 3 10:25. - 4 Isa_5:19; Isa_5:60, Isa_5:22; Dan_8:19; Dan_11:27-35. El hebreo y la versión siríaca leen el lob: Pues ¿quién te dirá: Qué haces tú? Dios es el Señor de todo y nadie puede pedirle cuentas. Cf. Isa_45:9; Job_9:12; Ecl_8:4; Hec_1:7. - 5 Jl 3; Miq_7:7-20, etc. - 6 8:7-8. - 7 3:1-2. - 8 27:12-13; cf. Isa_40:11; Jer_3:18; Eze_36:9; Amo_9:14; Miq_7:14. - 9 Deu_28:10; 2Sa_9:28; Jer_15:16; Bar_4:5; Zac_8:7-8. - 10 Exo_4:22; Jer_31:9; Ose_11:1; Sab_18:13. - 11 1Re_8:11. - 12 Ag 2:Age_8:10. - 13 2:2-3. - 14 Isa_41:26; Isa_48:16; Luc_1:70. - 15 Num_6:24-26. - 16 Isa_52:10. - 17 Citado en Spicq., o.c., a 36:18-24 p.749.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXXVI.

1 A prayer for the Church against the enemies thereof. 18 A good heart and a froward. 21 Of a good wife.
1 Haue mercie vpon vs, O Lord God of all, and behold vs:
2 And send thy feare vpon all the nations that seeke not after thee.
3 [ Jer_10:25.] Lift vp thy hand [ Or, vpon.] against the strange nations, and let them see thy power.
4 As thou wast sanctified in vs before them: so be thou magnified among them before vs.
5 And let them know thee, as we haue knowen thee, that there is no God, but onely thou, O God.
6 Shew new signes, and make other strange wonders: glorifie thy hand and thy right arme, that they may set forth thy wonderous workes.
7 Raise vp indignation, and powre out wrath: take away the aduersarie and destroy the enemie.
8 Make the time short, remember the [ Gre, othe.] couenant, and let them declare thy wonderfull works.
9 Let him that escapeth, be consumed by the rage of the fire, and let them perish that oppresse the people.
10 Smite in sunder the heads of the rulers of the heathen, that say, There is none other but we.
11 Gather all the tribes of Iacob together, and inherit thou them, as from the beginning.
12 O Lord haue mercie vpon the people, that is called by thy name, and vpon Israel, [ Exo_4:22.] whom thou hast named thy first borne.
13 O bee mercifull vnto Ierusalem thy holy citie, the place of thy rest.
14 Fill Sion with [ Or, that it may magnifie thine oracles.] thine vnspeakable oracles, and thy people with thy glory.
15 Giue testimonie vnto those that thou hast possessed from the beginning, and raise vp [ Or, prophecies.] prophets that haue bin in thy name.
16 Reward them that wait for thee, and let thy prophets be found faithfull.
17 O Lord heare the prayer of thy [ Or, suppliants.] seruants, according to the [ Num_6:25.] blessing of Aaron ouer thy people, that all they which dwel vpon the earth, may know that thou art the Lord, the eternall God.
18 The belly deuoureth all meates, yet is one meat better then another.
19 [ Job_34:3.] As the palate tasteth diuers kinds of venison: so doth an heart of vnderstanding false speeches.
20 A froward heart causeth heauinesse: but a man of experience will recompense him.
21 A woman will receiue euery man, yet is one daughter better then another
22 The beautie of a woman cheareth the countenance, and a man loueth nothing better.
23 If there be kindnesse, meekenes, and comfort in her tongue, then is not her husband like [ Or, common.] other men.
24 He that getteth a wife, beginneth [ Or, to thriue.] a possession, a helpe like vnto himselfe, and a pillar of rest.
25 Where no hedge is, there the possession is spoiled: and he that hath no wife will wander vp and downe mourning.
26 Who will trust a thiefe well appointed, that skippeth from citie to citie? so [who will beleeue.] a man that hath no house? and lodgeth wheresoeuer the night taketh him?

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Oración por Israel. Esta oración de súplica al Señor se puede dividir en dos partes. La primera parte (1-12) pide a Dios que con urgencia intervenga contra los enemigos de Israel, contra los gentiles (2), aunque inmediatamente solicita que amenace con su mano «al pueblo extranjero» (3); se podría suponer que el autor está pensando en el imperio griego, incluso hay quienes piensan que en ese momento podría estar pensando en Antíoco III, rey seléucida que gobernó entre 223 y el 187 a.C. Pero bien, lo que importa es la situación de opresión por la que está pasando la porción del pueblo que vive en tierra judía sometido política y culturalmente a los seléucidas, quienes día a día presionan más para helenizar sus territorios lo cual va en detrimento de la mentalidad, la religión y la cultura judía. La prepotencia del opresor lo lleva a lanzar expresiones como: «no hay como nosotros» (12), a la cual, el que ora al Señor, confiesa con convicción «no hay Dios fuera de Ti» (5), convicción que implica creer que así como Dios castigó a Israel, también castigará a las demás naciones para demostrar su poder y su gloria. La segunda parte (13-22) se centra en el pueblo de Israel para el cual se pide su unificación. Hay que recordar que ya para la época del autor se habla de «judíos de la dispersión», esto es, colonias de judíos que vivían en muchas otras ciudades fuera de sus fronteras, dispersos por otros lugares del Cercano Oriente, como Mesopotamia y Egipto. Los anhelos del autor son volver a tener a todo el pueblo unificado y reunido en torno a los lugares más cargados de valor simbólico: Sión (Jerusalén) como ciudad propiedad de Dios, y el Templo como lugar concreto de su morada.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— recuerda tu juramento: Algún importante manuscrito griego dice: recuerda el plazo que has fijado.

— ... tus grandes hazañas: El texto hebreo dice: pues nadie te va a pedir cuenta de lo que haces.

Torres Amat (1825)



[12] Se refiere a los reyes de Egipto y la Siria. Dan 7, 25.

[14] Ex 4, 22; Is 47, 8-10.

[24] Se refiere a las prendas del alma.

[28] El sabio aconseja el matrimonio como remedio de muchos males del alma. Prov 18, 22.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

36:7 Hebr.: «apresura el fin, recuerda el plazo. Pues ¿quién te dirá: Qué haces?»

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

36:7 Hebr.: «apresura el fin, recuerda el plazo. Pues ¿quién te dirá: Qué haces?»