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No te sometas ante el insensato,
ni tengas miramientos con el poderoso.
(Eclesiástico 4, 27) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;;;;;;;;;;;;;;;;


4. Deberes Con los Pobres y Elogio de la Sabiduría.

Deberes para con los pobres (4:1-11).
1 Hijo mío, no arrebates al pobre su sostén, no vuelvas tus ojos ante el necesitado. 2 Da al hambriento y satisfaz al hombre en su necesidad. 3No irrites al corazón ya irritado y no difieras socorrer al menesteroso. 4No desdeñes al suplicante atribulado y no vuelvas el rostro al pobre. 5 No apartes los ojos del necesitado y no des al hombre ocasión de maldecirte; 6 pues, si te maldice en la amargura de su alma, su Hacedor escuchará su oración. 7 Muéstrate afable con la congregación y humilla tu cabeza al potentado. 8 Inclina al pobre tu oído, y con mansedumbre respóndele palabras amables. 9 Arranca al oprimido del poder de su opresor y no te acobardes al hacer justicia. 10 Muéstrate padre para los huérfanos, cual marido para la madre de éstos. 11 Y serás como hijo del Altísimo y el hijo más amado de tu madre.

La perícopa contiene unas cuantas recomendaciones insistentes e insinuantes sobre los deberes de caridad y misericordia con los menesterosos, que encontramos con frecuencia en el Deuteronomio, en los profetas y en los libros sapienciales. San Agustín dice: Lo que ahorra el rico es necesario al pobre, y roba cosas ajenas el que lo retiene para sí.1 Las cosas en que algunos sobreabundan, por derecho natural deben ser entregadas para el sustento de los pobres 2. Y Sacy comenta que esta palabra hace ver que lo que se da a los pobres les pertenece, según la intención de Dios, y que les priva de lo que les es debido quien les niega la limosna; porque Dios ha dado los bienes a los ricos a fin de que fuesen legítimos dispensadores y no rehusasen su participación a quienes son, lo mismo que ellos, imagen y miembros de su Hijo 3. Triste espectáculo, por lo demás, contra el que se rebela todo sentimiento humano, el que sufran hambre y necesidad, incluso extremas, unos seres humanos mientras a otros sobra lo que remediaría aquéllos. Ello exaspera con razón al pobre, ya irritado por su indigencia. Y como el hambre es mala consejera, y las masas hambrientas capaces de las mayores barbaridades, el incumplimiento por parte de los ricos de los deberes indicados dará pie a las revoluciones sociales, cuyas fatales consecuencias es fácil entrever. Ben Sirac afirma que tal actitud puede inducir al indigente a maldecir a los potentados en su exasperación, y Dios, Señor de todos, en quien repercute el desprecio al pobre4, escuchará su imprecación y hará sentir sobre ellos su justa ira divina 5. Por lo demás, quien cierra sus oídos al pobre, tampoco, cuando él clame, hallará respuesta6.
Intercala Ben Sirac una sentencia (v.7) en que recomienda la afabilidad en las relaciones sociales y el respeto humilde a los superiores, para continuar con normas más concretas respecto de algunas clases de menesterosos, después de insistir en la benevolencia con que hay que atender al pobre y la mansedumbre y amabilidad con que hay que responder a sus demandas de misericordia, evitando la indiferencia para con ellos, y especialmente toda aspereza y desprecio7. En particular recomienda - el consejo parece dirigido al juez - la protección al oprimido, cuyos derechos impulsa a defender frente al opresor con valentía, sin ceder al terror de perder la gracia del potentado, y al huérfano y a la viuda, tipo por excelencia de seres indefensos, cuyos derechos fácilmente son conculcados si los jueces son débiles 8.
El premio que el autor promete a los que observen tal conducta es el honor de ser hijos del Altísimo, pues que imitan a Dios en aquel atributo que más resplandece en el Antiguo Testamento 9, Obtendrán, además, una predilección especial por parte de su madre, que sabrá estimar la grandeza de alma de su hijo. Clemente de Alejandría dice que el hombre que hace el bien a los otros hombres es imagen de Dios 10, y San Gregorio Nacianceno: Ninguna cosa tiene el hombre de divino como el hacer el bien. 11
Esta doctrina, aplicada a las relaciones para con los pobres - como advierte Eberharter -, eleva la sabiduría israelita a una altura hasta entonces desconocida y podía bien tener por fin demostrar su superioridad sobre las concepciones helenistas.12


Sección 2. (4:12-6:17).
Elogio de la Sabiduría.

Estimables ventajas de la misma (4:12-22).
12 La sabiduría exalta a sus hijos y acoge a los que la buscan. 13 El que la ama, ama la vida, y los que madrugan para salir a su encuentro, serán llenos de alegría. 14 El que la abraza heredará la gloria, y en su casa entrará la bendición del Señor. 15Los que la sirven, sirven al Santo, y el Señor ama a los que la aman. 16 El que la escucha juzgará a las naciones, y el que se allega a ella habitará confiado. 17Si te confías a ella, la tendrás por heredad, y tus descendientes la poseerán; 18porque en la tentación caminará con él, y le elegirá entre los primeros. 19Traerá sobre él el miedo y el temor; en su infancia le azotará hasta que se le confíe y le pruebe en sus preceptos. 20 Pero de nuevo se volverá a él I y le alegrará, 21 y le revelará sus secretos. 22 Mas, si se extraviase, le abandonará y le entregará a la ruina.

Un nuevo elogio de la sabiduría sirve de introducción a la presente sección. Expone los frutos que reporta a quienes la buscan y está destinada a suscitar su ardiente deseo en los hombres en orden al cumplimiento de sus enseñanzas.
En primer lugar, acogiendo benignamente a quienes buscan su instrucción, ya que ella tiene sus delicias en estar con los hijos de los hombres 13, da honor y autoridad a sus discípulos, ennobleciéndolos ante los demás. Amarla es amar la vida, porque ella es árbol de vida 14 que confiere la vida feliz y próspera 15, y los que se afanan por su consecución se verán llenos de alegría, porque ella trae consigo, además del honor y la gloria, el bienestar y las riquezas 16, porque Dios bendice la casa en que entra la sabiduría.
Los que la sirven sirven al Santo, título con que muy frecuentemente designa Isaías a Dios, y que vino a ser muy usado en la literatura rabí nica. La expresión se emplea hablando del sacerdocio levítico 17. El culto de la sabiduría viene a ser como una función sacerdotal; el sabio, en consecuencia, cuando enseña la sabiduría y practica sus dictámenes, ejercita una especie de sacerdocio. La razón es que la sabiduría está en Dios, y servirla a ella es servir a Dios. Y así, quien la ama es digno del amor de Dios. Juzgarán con verdad (v.16), porque la sabiduría les enseña a discernir entre lo bueno y lo malo y, además, a obrar conforme a ese conocimiento, y quien obra así puede vivir confiado, porque se conduce conforme a la voluntad de Dios, lo que le asegura el auxilio y protección 18. Y si te entregas plenamente a ella, de modo que venga a penetrar tu vida y dirigir todos tus pasos, y colocas en ella toda tu esperanza, vendrá a ser una herencia inamisible que transmitirás a tus descendientes. La experiencia dice que los padres buenos suelen transmitir a sus hijos, juntamente con la vida, una inclinación instintiva al bien y a la virtud, que es la mejor herencia que les pueden proporcionar.
Los últimos versos de la perícopa muestran la conducta que la sabiduría sigue con quienes a ella se confían, y que interesa conocer de antemano para no ser después desconcertados. Al principio conduce a su discípulo por sendas difíciles y tortuosas, sometiéndolo a pruebas y tentaciones, ante las cuales sentirá temor y miedo. Se mostrará severa y dura, como el padre y el educador, que no ahorran el castigo en la educación de su hijo. La razón de esta conducta la repiten con frecuencia los sabios: la virtud se purifica en la prueba, como el oro en el crisol. Quien en medio de ella ama sinceramente la sabiduría y persevera firme en sus enseñanzas y mandatos, obtendrá su confianza y le manifestará sus arcanos misterios, haciéndolo rico en tesoros de ciencia y prudencia, y le dará paz y felicidad. Pero, si el hombre no es fiel en la prueba, la sabiduría lo abandonará a su suerte, y sin su protección, que es la protección de Dios, la ruina es segura.
La perícopa, importante para la personificación de la sabiduría, especialmente en la forma del hebreo, donde la sabiduría habla en primera persona dirigiéndose a sus discípulos, pone de manifiesto su dignidad y autoridad divina. Servirla es servir a Dios, y su comunicación a los hombres sigue los caminos de Dios y de su gracia.

Consejos varios (4:23-36).
23 Espera tu tiempo y guárdate del mal. 24 Y no tendrás que avergonzarte de ti mismo. 25 Pues hay una confusión que es fruto del pecado y una confusión que trae consigo gloria y gracia. 26 No tengas respetos que sean en perjuicio de tu alma. 27 Y no te avergüences para ruina tuya. 27 No retengas la palabra salvadora y no ocultes tu sabiduría; 29 pues en el hablar se da a conocer la sabiduría, y la doctrina en las palabras de la lengua. 30 No hagas contradicción a la verdad y no te avergüences de tu falta de doctrina. 31 No te avergüences de confesar tus pecados] y no nades contra la corriente. 32 No te sometas al hombre necio y no tengas acepción por la persona del poderoso. 33 Lucha por la verdad hasta la muerte, y el Señor Dios combatirá por ti. 34 No seas duro en tus palabras, ni perezoso ni remiso en tus obras. 35 No seas como león en tu casa, ni te muestres caprichoso con tus servidores. 36 No sea tu mano abierta para recibir ni cerrada para dar.

Expuestas las ventajas de la sabiduría, pasa a dar consejos sobre diversos temas. Comienza con una advertencia general: presta atención al tiempo y mira cómo emplearlo en cada instante, de modo que te guardes siempre del mal. Si obras así, jamás sentirás la confusión y vergüenza que sigue al mal obrar.
Hay dos clases de vergüenza o confusión: una, la del que por respetos humanos quebranta la ley de Dios, anteponiendo la criatura al Creador; otra, la del que prefiere sufrir el desprecio de los hombres antes que desagradar al Señor. Aquélla, al fin, traerá confusión; ésta, gloria y honor. A quien me confesare ante los hombres - ha dicho Jesucristo -, también lo confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos; pero a todo el que me negare delante de los hombres, yo le negaré también delante de mi Padre, que está en los cielos. 19 El discípulo de la sabiduría debe ser siempre fiel a la ley que la conciencia le transmite, y jamás traicionar a la ley de Dios por agradar a los hombres. Ha de procurar siempre obedecer a Dios antes que a los hombres 20. Jamás deberá negar, por respetos o consideraciones humanas, su palabra en defensa del prójimo, a quien su sabiduría puede librar de la acusación que se le hace y poner de manifiesto su inocencia.
Sobre todo, el sabio ha de hacer honor a la verdad y por nada deberá contradecirla (í.30); si por ignorancia o falta de reflexión incurrió en error, reconocerlo es también sabiduría. Ni deberá avergonzarse de reconocer sus faltas o pecados en que haya incurrido; pretender ocultarlos con mentiras es como intentar detener la corriente; se consigue durante unos instantes; después el remanso de agua irrumpe y aquélla continúa su curso; durante cierto tiempo se detiene la verdad; después aquélla triunfa, con la consabida vergüenza para quien intentó ocultarla.
Sería un deshonor para el sabio adoptar por respetos humanos la conducta del necio, cuyo trato deberá evitar si no quiere incurrir en sus necedades, o dejarse llevar de preferencias por el poderoso por la utilidad que su amistad puede reportar, llegando tal vez a faltar al cumplimiento del deber para con los demás por complacerlos a ellos. La conducta del sabio ha de ser reflejo de la de Dios, que no tiene acepción de personas; y si por alguien las siente, ha de ser, como el Señor, por el pobre, el huérfano, el desvalido, que no tiene dónde poner su corazón ni en quién poder confiar. El sabio ha de ser paladín de la verdad y ha de rendirle honor en todo momento, y por su causa ha de estar dispuesto a dar la vida mi sma. Así lo hicieron los Macabeos, y la Iglesia cuenta en el cielo con miles de hijos suyos que prefirieron la muerte antes que traicionar la verdad y justicia de su fe.
La verdad se entiende en sentido amplio, de modo que comprende la fe, la práctica de la religión y sus virtudes. El Señor ayuda y combate con los valientes, como lo prometería después Jesucristo y lo realizaría con sus dones el Espíritu Santo 21.
Concluye el capítulo con unos consejos prácticos referentes al trato con los demás. Recomienda a su discípulo cómo deberá ser riguroso consigo mismo y condescendiente con los demás, no como quien siempre está dispuesto a mandar con exigencia a los demás y luego él apenas hace algo. Deberá practicar la amabilidad con los de casa, evitando ese carácter duro y soberbio que ante cualquier cosa se aira o irrita, haciendo sufrir a los demás. Y esto también con los servidores, que están para servirle a él, no a sus caprichos; más aún, estas personas, seres humanos con corazón y exigencias como sus señores, por lo mismo que trabajan para ellos, teniendo que privarse de muchas de las satisfacciones de que éstos gozan, merecen una consideración especial. La última sentencia condena el ansia que para recibir siente el avaro y recomienda la liberalidad que ha de caracterizar la conducta del sabio, ya que, conforme a la sentencia del Señor, es mejor dar que recibir 22. Spicq cita a este propósito la observación curiosa de R. Meir citado por I. Lévy. Guando el hombre viene al mundo, sus manos se cierran, como si quisiese decir: Todo el mundo me pertenece; y cuando muere, sus manos están extendidas, como si quisiese decir: No he tenido nada en posesión en este mundo 23.

1 In Ps 147. - 2 2-2 q.66 a.7. - 3 Citado por Spicq, o.c., 4:1 p.s86. - 4 Pro_17:5. - 5 Cf. Exo_22:22. - 6 Como interpretado así el v.7 interrumpe el tema de la perícopa, algunos interpretan, en conformidad con el contexto, la primera parte de la congregación de los pobres, para con los que recomienda amabilidad; la segunda, de quienes, habiendo perdido su posición social - cosa fácil en circunstancias revueltas como las de la época de Ben Sirac -, eran tal vez objeto de desprecio, y para con éstos aconseja la debida consideración. - 8 El Dt recomienda mucho la misericordia para con ellos:Pro_14:29; Pro_16:11.14; Pro_24:17.19-21; Pro_26:12, etc.; Exo_22:22; Job_26:11-113; Stg_1:27. - 9 Cf. Isa_49:15. - 10 Sírom. I. - 11 Or. 16. - 12 Spicq, o.c.,Isa_4:10 p.s88. - 13 Prov8:31. - 14 Sab_8:16. - 15 Pro_3:18. -Pro_16 1:20-21. - 17 Deu_10:8; Deu_17:12; Deu_21:5, etc. - 18 Sal q 1:1; Pro_28:1. El texto griego, en lugar de juzgara con verdad, lee: juzgará a las naciones, que no tiene aquí sentido. Significaría su dignidad (Sab_3:8), o que con su conducta recta condena la inicua de los impíos (1Co_6:2). - 19 Mat_10:32-33. - 20 Hec_5:29. - 21 Exo_14:14; 2Ma_13:14. - 22 Hec_20:35. - 23 O.c. 4:31 p.593.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

1 We may not despise the poore or fatherlesse, 11 but seeke for Wisedome, 20 and not be ashamed of some things, nor gainsay the trueth, 30 nor be as lyons in our houses.
1 My sonne, defraude not the poore of his liuing, and make not the needy eies to waite long.
2 Make not an hungry soule sorrowfull, neither prouoke a man in his distresse.
3 Adde not more trouble to an heart that is vexed, and deferre not to giue to him that is in neede.
4 Reiect not the supplication of the afflicted, neither turne away thy face from a poore man.
5 Turne not away thine eye from [ Or, him that asketh.] the needy, and giue him none occasion to curse thee:
6 For if he curse thee in the bitternesse of his soule, his prayer shall be heard of him that made him.
7 Get thy selfe the loue of the congregation, and bow thy head to a great man.
8 Let it not grieue thee to bowe downe thine eare to the poore, and giue him a friendly answere with meekenesse.
9 Deliuer him that suffreth wrong, from the hand of the oppressour, and be not faint hearted when thou sittest in iudgement.
10 Be as a father vnto the fatherlesse, and in stead of a husband vnto their mother, so shalt thou be as the sonne of the most high, and he shall loue thee more then thy mother doeth.
11 Wisedome exalteth her children, and layeth hold of them that seeke her.
12 He that loueth her, loueth life, and they that seeke to her earely, shall be filled with ioy.
13 He that holdeth her fast shall inherit glory, and wheresoeuer she entreth, the Lord will blesse.
14 They that serue her shall minister [ Or, in the sanctuary.] to the Holy one, and them that loue her, the Lord doth loue.
15 Who so giueth eare vnto her, shall iudge the nations, and he that attendeth vnto her, shall dwell securely.
16 If a man commit himselfe vnto her, he shall inherite her, and his generation shall hold her in possession.
17 For at the first she will walke with him by crooked wayes, and bring feare and dread vpon him, and torment him with her discipline, vntill she may trust his soule, and try him by her Lawes.
18 Then wil she returne the straight way vnto him, and comfort him, and shew him her secrets.
19 But if he goe wrong, she will forsake him, and giue him ouer to his owne ruine.
20 Obserue the opportunitie, and beware of euill, and be not ashamed when it concerneth thy soule.
21 For there is a shame that bringeth sinne, and there is a shame which is glorie and grace.
22 Accept no person against thy soule, and let not the reuerence of any man cause thee to fall:
23 And refraine not to speake, [ Greek: in time of sauing.] when there is occasion to doe good, and hide not thy wisedome in her beautie.
24 For by speach wisedome shall be knowen, and learning by the word of the tongue.
25 In no wise speake against the trueth, but be abashed of the errour of thine ignorance.
26 Bee not ashamed to confesse thy sinnes, [ Or, and striue not against the streame.] and force not the course of the riuer.
27 Make not thy selfe an vnderling to a foolish man, neither accept the person of the mighty.
28 Striue for the trueth vnto death, and the Lord shall fight for thee.
29 Be not hastie in thy tongue, and in thy deeds slacke and remisse.
30 Bee not as a Lion in thy house, nor franticke among thy seruants.
31 Let not thine hand bee stretched out to receiue, and shut when thou shouldest [ Or, giue.] repay.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Timidez. Este segmento contiene varias enseñanzas prácticas para la vida, el que busca sabiduría la debe ir adquiriendo y aplicando en su vida corriente: autenticidad de vida, seguridad en sí mismo, sin arrogancia ni soberbia; considerarse el más pequeño delante de Dios y mantener viva la conciencia de la propia pequeñez; reconocer con humildad y valentía los propios defectos; mantener esta autenticidad de vida personal en las relaciones con los demás y, sobre todo, tener conciencia de que lo que más nos acerca a Dios es la lucha por la justicia; finalmente, tener la actitud de recibir, pero también de dar.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— ni tengas preferencias con el poderoso: El texto hebreo dice: no te resistas a los que tienen poder (autoridad); y añade: no formes tribunal (lit. no te sientes) con un juez inicuo, pues hará que juzgues según su capricho.

Torres Amat (1825)



[6] Ex 22, 23.

[28] Por un falso respeto o consideración no dejes de reprender al prójimo.

[36] Hech 20, 35.