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Como sal derrama la escarcha sobre la tierra,
y al helarse queda en forma de pinchos espinosos.
(Eclesiástico 43, 19) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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43. La Sabiduría de Dios en la Naturaleza.
Después del precedente himno a la Sabiduría de Dios en sus obras, se fija Ben Sirac en particular en aquellas de la naturaleza que más llaman la atención: el sol, la luna, las estrellas, los fenómenos meteorológicos, para concluir que las obras de Dios son tan admirables, que no hay alabanzas dignas de su grandeza,

El sol, la luna y las estrellas (43:1-11).
1 Magnífico es en las alturas del firmamento y es bellísimo el aspecto de los cielos. 2 Sale el sol e irradia su calor, criatura admirable, obra del Altísimo. 3 Al mediodía abrasa la tierra, ¿y quién puede resistir sus ardores? 4 Necesita el artesano soplar el horno para las obras que requieren fuego, pero tres veces más abrasa el sol los montes. Sus rayos abrasan el orbe, sus resplandores deslumhran los ojos. 5 Grande es el Señor, que le hizo; por su virtud acelera él su carrera. 6 También la luna brilla siempre a sus tiempos para señalar perpetuamente su sucesión. 7por la luna conocemos los días de fiesta, y mengua cuando ha llegado a su plenitud. 8 En la luna nueva, según su nombre, se renueva, y en sus varios cambios crece maravillosamente. 9 Es prenda escogida de los ejércitos de las alturas, al resplandecer en el firmamento de los cielos. 10 Hermosura del cielo es el resplandor de las estrellas, brillante adorno de las alturas del Señor. 11 Por la palabra del Santo guardan su ordenanza, y no se cansan de hacer la centinela.

Espectáculo grandioso y admirable el que ofrece a nuestros ojos el firmamento azul de los cielos con el esplendor y magnificencia de sus astros. Con razón exclama el salmista: Los cielos pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos.1 Como rey de los astros sale majestuoso el sol por el oriente y se lanza alegre a recorrer, cual gigante, su camino hasta llegar en su curso a los últimos confines, sin que nada pueda substraerse a su luz y calor.2 Su resplandor deslumbra nuestros ojos, incapaces de resistir su luz, y sus rayos benéficos derraman sobre la tierra su calor, que hace germinar las plantas. La tierra se siente abrasada por sus ardores estivales, pues su fuego supera en mucho a cualquier otro fuego de la tierra. Pues bien, el Señor ha sido quien ha hecho el sol, como testifica el autor del Génesis 3, y es El quien dirige su carrera de oriente a occidente por el firmamento de los cielos. Si así es la obra, ¡cuál no será la grandeza del artífice y cuan digno de alabanza! Cuando veas el sol, piensa en su autor; cuando lo contemples maravillado, alaba primero a su creador. Si el sol, simple criatura, resulta tan agradable, ¡cuan bueno será el sol de justicia! 4
Al sol sigue en magnitud, para los antiguos hebreos, y esplendor, la luna, que comparte con él la soberanía del firmamento de los cielos, apareciendo durante la noche como reina y señora del mismo. Está sometida a las cuatro fases que se suceden cada mes lunar en una sucesión continua, que para los antiguos resultaba una cosa misteriosa. Su misión para ellos, además de iluminar durante la noche, era la de señalar la sucesión de los tiempos 5. Con la regularidad de su curso, que se repite cada veintiocho días, y la sucesión inalterable de sus fases, señalaba el mes lunar con las cuatro semanas. Los judíos, que seguían el calendario lunar, se guiaban por ella para determinar sus fiestas. Así, la fiesta de la Neomenia o novilunio, coincidía con la luna nueva 6.
Finalmente, las estrellas. También ellas ofrecen un esplendor maravilloso, sobre todo en esas noches claras y transparentes de verano, diseminadas por todo el ámbito del firmamento. Son el ejército celestial del Señor, centinelas nocturnos, en actitud vigilante, siempre alerta para cumplir las órdenes de su Señor. Brillan los astros en sus atalayas, y en ello se complacen - escribe Baruc -. Los llama, y contestan: Henos aquí. Lucen alegremente en honor de quien los hizo. 7

Los fenómenos meteorológicos (43:12-28).
12 Pon la vista en el arco iris y bendice al que lo hizo. Qué hermoso es por su esplendor! 13 Con su círculo luminoso abarca el cielo; le tendieron las manos del Altísimo. 14 El poder de Dios dirige al rayo y hace volar sus saetas justicieras. 15 Para este fin abre el almacén de sus tesoros y hace volar como aves las nubes. 16 Con su poder las condensa y desmenuza las pedrezuelas del granizo. 17 A la voz de su trueno retiembla la tierra, 18 se estremecen los montes. A su orden sopla el viento solano, el aquilón y el torbellino. 19 Como turbiones de aves hace volar la nieve, que se posa en la tierra como la langosta, 20 y con su blancura deslumhra los ojos, y de verla caer el corazón se extasía. 21 Derrama como sal la escarcha, que se endurece como puntas de espino. 22 Hace soplar el viento frío del norte, y el agua se endurece y se convierte en cristal. Se forma en los estanques una costra, que los cubre cómo coraza. 23 Devora los montes y abrasa el desierto, y como fuego quema todo verdor. 24 Remedio pronto de estos males es una niebla, el rocío para empapar la tierra seca. 25 Hizo que el mar se hundiera; según su decisión, depositó en el fondo los abismos, y en medio de él las islas. 26 Los que navegan por el mar cuentan de su inmensidad, y al oírlos nos pasmamos. 27 Se ven allí obras de las más maravillosas y espantables, mil géneros de animales y monstruos marinos. 28 El Señor da a los navegantes buen suceso, y por su palabra tiene éxito el viaje. Todo lo ordena su voluntad.

Entre los fenómenos atmosféricos, causa admiración en primer lugar, por su esplendor y colorido, el arco iris. Para los judíos era, además, el recuerdo de la alianza con la humanidad, y en la variedad de sus colores puede verse una señal de la multiforme benignidad de Dios para con los hombres 8. Es obra admirable de Dios, recuerdo de su bondad, que debe impulsar a alabar al Creador a cuantos lo contemplan con sus ojos.
Manifestaciones igualmente maravillosas, a la vez que terribles algunas de ellas para el hombre, son los fenómenos atmosféricos que acompañan la tormenta. Las nubes, que los antiguos, ignorando su origen y formación, concebían como almacenadas por Dios en grandes depósitos o tesoros 9, de las que podía disponer a su libre albedrío y enviarlas como bandadas de aves a cubrir el firmamento de los cielos. De ellas se originan, en los momentos de tempestad, el granizo, que Dios forma condensando el agua de las nubes en piedrecitas capaces de arrasar los cultivos e incluso de hacer grave daño a los animales y al mismo hombre 10. El rayo, que ilumina con su fulgor repentino los espacios y es presentado con frecuencia en la Sagrada Escritura, a la inversa que el arco iris, como instrumento de la ira divina n. Al rayo sigue el trueno, que con su estrepitoso ruido hace retumbar los mismos montes, cumpliéndose el pensamiento del salmista: Mira Dios a la tierra, y tiembla; toca a los montes, y humean.12
Obedecen también las órdenes de Dios otros fenómenos meteorológicos: el viento en sus diversas clases: el solano, o viento del sur, que abochorna la tierra. 13 El viento del norte, que trae consigo el frío 14. Los mismos vientos huracanados, que destrozan a veces cuanto a su paso encuentran, no hacen más que cumplir designios de la justicia divina. La nieve era un fenómeno raro en Palestina; con dos comparaciones muy conocidas de los israelitas - bandadas de aves y enjambres de langostas que aparecían a veces en Palestina - pone el autor de relieve la abundancia y densidad de sus copos, que caen de las nubes y cubren de blancura la tierra para convertirse después en agua; triple espectáculo que, si causa a todos admiración y sorpresa, mucho más a quienes contemplan rara vez este fenómeno. La escarcha es también un fenómeno raro en Palestina, que el autor ilustra con dos comparaciones: semeja en la blancura y en la forma a la sal y aparece derramada sobre la tierra como se esparce ésta; y adherida a los árboles, a las hierbas, a los tejados de las casas, adquiere forma y dureza como puntas de espinos 15. Dios, autor de los fenómenos precedentes, es también quien hace soplar los vientos: el viento frío del norte, el cual produce un descenso de temperatura que hiela la superficie de las aguas, y el viento ardoroso del sur que seca la vegetación de los montes y abrasa las arenas del desierto, que Dios alivia mediante la niebla, que, interceptando los rayos del sol, libera de sus ardores, y el rocío, que, al ser en Palestina tan copioso que hace gotear los tejados, consigue que los cultivos estivales, especialmente la viña, puedan madurar sus frutos 16.
Pero Dios ha hecho otras maravillas más impresionantes aún: el inmenso océano, con su insondable profundidad e incontable número de animales que pueblan sus aguas. El hizo que las aguas se reuniesen en un lugar, haciendo que surgieran los continentes 17, y en medio de aquéllas estableció las islas. Los israelitas, pueblo no marítimo, sentían admiración y estupor cuando oían a los fenicios, audaces marineros, hablar de la inmensidad de los mares y de los grandes monstruos que en ellos viven 18. Resulta una atrevida aventura lanzarse al mar y surcar sus aguas, teniendo que sortear las olas y tempestades. Pero Dios, que creó también el mar para el hombre y colocó más allá de sus riberas riquezas maravillosas, da el éxito feliz a la navegación, pues todos los elementos obedecen a su palabra. Ben Sirac emplea una terminología parecida a la cristiana, que afirma haber sido creado todo por el Verbo, en el cual todo subsiste 19.

Las obras de Dios superan toda alabanza (43:29-37).
29 Mucho más diría y no acabaría, y el resumen de nuestro discurso será: El lo es todo. 30 Si quisiéramos dignamente alabarle, jamás llegaríamos, porque es mucho más grande que todas sus obras. 31Es terrible el Señor, muy grande, y su poder sobre toda admiración. 32 Cuantos alabáis al Señor alzad la voz cuanto podáis, que está muy por encima de vuestras alabanzas. 33-34 Los que le ensalzáis, cobrad nuevas fuerzas, no os rindáis, que nunca llegaréis al cabo. 35 ¿Quién le vio y puede darle a conocer, y quién puede engrandecerle tanto como El es? 36Lo escondido de El es mucho más que todo esto, pues lo que vemos de sus obras es muy poco. 37El Señor ha creado todas las cosas, y El dio la sabiduría a los justos.

Ben Sirac se detiene en la narración de las maravillas divinas. Aunque continuase largo rato, no llegaría a hacerlo cumplidamente. Por eso resume: Dios lo es todo; es decir, todo cuanto hay en los cielos y en la tierra, en el mar y en los abismos, grande o pequeños es obra de Dios. El está en todas las cosas, dirán los hagiógrafo-siguientes, como causa eficiente conservadora y final que las mueve, dirige y gobierna 20. Y si las obras que conocemos son tan terribles y admiradas, siendo nada más que la orla de sus obras, un leve susurro de su palabra 21, ¡qué serán las que no conocemos y, sobre todo, cuál será la grandeza y majestad del Creador! Además, a Dios nadie lo ha visto para poder manifestar un conocimiento capaz de inspirar una alabanza adecuada 22. De ahí que nuestra alabanza nunca será lo suficientemente digna de tan excelso Creador; lo cual, naturalmente, no nos dispensa de la alabanza imperfecta que nosotros podemos dar. Más aún, las precedentes consideraciones deberán inducir a una alabanza cada día mayor. Concluye la sección Ben Sirac como comenzó: afirmando la grandeza de Dios, su poder y sabiduría, agregando que El ha sido también quien ha dado a los justos sabiduría para descubrir a Dios a través de ellas, y por ello alabarle y temerle 23.


1 19:2 - 2 19:6-7. - 3 Gen_1:16. - 4 San Ambrosio, Hexam. 4:12. - 5 Gen_1:14; Sal_104:19. - 6 Num_28:11; Sam 20:5.24; Isa_1:13; Amo_8:5. - 7 Bar_3:34-35Bar_3:--8 Gen_9:12. - 9 Deu_28:12; Jer_51:16; Job_38:22. - 10 Jo 10:11; Eze_38:22. - 11 Hab_3:6-11; Sal_18:8-16; Sal_29:3-9; Sal_97:2-6. -Sal_12 104:32. - 13 Job_37:17; Lev_12:55. - 14 Job_37:9. - 15 El texto hebreo da una lección muy expresiva: hace resplandecer las flores como zajii os. - 16 Cf. Abel, Géograph. I 129. - 17 Gen_1:9. - 18 Sal_104:25-26; Sal_108:23-24. -Sal_19 1:5; Sal_42:15; Sab_1:7; Sab_7:22; Sab_8:1; Sab_12:1; Jua_1:3; Col_1:17; Hec_17:28; Heb_1:3. - 20 Hec_17:24-28; Col_1:17, etc. - 21 Job 26:14. - 22 Cf. P. Heinisch, Teol del V.T. p.35-36. - 23 El v.33, que está sólo en la Vulgata, dice: Bendecid al Señor y exaltadlo cuanto podáis, porque es mayor que toda alabanza. Repite con ligeras variantes el verso precedente. - 24 T. Maertens, L'éloge des Peres (Sir 44-50): Col. Lum. et Vie n.5 (Bruyes 1956); E. Jacob, L'Histoire d'hrael vue par Ben Sira: Mél. A. Robert (París 1957) 288-294; R. T. Siebeneck, May Their Bones Return to Life! Sirach's Preise ofthe Fathers: CB 9 21 (1959) 411-428.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XLIII.

1 The workes of God in heauen, and in earth, and in the sea, are exceeding glorious and wonderfull. 29 Yet God himselfe in his power and wisedome is aboue all.
1 The pride of the height, the cleare firmament, the beautie of heauen, with his glorious shew;
2 The Sunne when it appeareth, declaring at his rising, a marueilous [ Or, vessell.] instrument, the worke of the most High.
3 At noone it parcheth the country, and who can abide the burning heate thereof?
4 A man blowing a furnace is in works of heat, but the Sunne burneth the mountaines three times more; breathing out fiery vapours, and sending foorth bright beames, it dimmeth the eyes.
5 Great is the Lord that made it, and at his commandement [ Gr, hee stayed his course.] it runneth hastily.
6 [ Gen_1:16.] He made the Moone also to serue in her season, for a declaration of times, and a signe of the world.
7 [ Exo_12:2.] From the Moone is the signe of Feasts, a light that decreaseth in her perfection.
8 The moneth is called after her name, encreasing wonderfully in her changing, being an instrument of the armies aboue, shining in the firmament of heauen,
9 The beautie of heauen, the glory of the starres, an ornament giuing light in the highest places of the Lord.
10 At the commandement of the holy One, they will stand in their order, and neuer faint in their watches.
11 [ Gen_9:13.] Looke vpon the rainebow, and praise him that made it, very beautifull it is in the brightnesse thereof.
12 [ Isa_40:12.] It compasseth the heauen about with a glorious circle, and the hands of the most high haue bended it.
13 By his commandement hee maketh the snow to fall apace, and sendeth swiftly the lightnings of his iudgment.
14 Through this the treasures are opened, and clouds flie forth as foules.
15 By his great power hee maketh the cloudes firme, and the hailestones are broken small.
16 At his sight the mountaines are shaken, and at his will the South wind bloweth.
17 The noise of the thunder maketh the earth to [ Or, to grone as a woman in her trauaile.] tremble: so doth the Northren storme, and the whirlewinde: as birds flying he scattereth the snow, and the falling downe thereof, is as the lighting of grashoppers.
18 The eye marueileth at the beauty of the whitenesse thereof, and the heart is astonished at the raining of it.
19 The hoare frost also as salt hee powreth on the earth, and being congealed, [ Or, it is as the point of sharp stakes.] it lieth on the toppe of sharpe stakes.
20 Wheu the colde North-winde bloweth, and the water is congealed into yce, it abideth vpon euery gathering together of water, and clotheth the water as with a brestplate.
21 It deuoureth the mountaines, and burneth the wildernesse, and consumeth the grasse as fire.
22 A present remedy of all is a miste comming speedily: a dew comming [ Or, vpon the heat.] after heate, refresheth.
23 By his counsell he appeaseth the deepe, and planteth Ilands therein.
24 They that saile on the Sea, tell of the danger thereof, and when wee heare it with our eares, wee marueile thereat.
25 For therein be strange and wonderous workes, varietie of all kindes of beasts, and whales created. [ Psa_107:23.]

26 By him the ende of them hath prosperous successe, and by his word all things consist.
27 We may speake much, & yet come short: wherefore in summe, he is all.
28 How shall wee be able to magnifie him? for hee is great aboue all his workes.
29 [ Psa_96:42.] The Lord is terrible and very great, and marueilous is his power.
30 When you glorifie the Lord exalt him as much as you can: for euen yet wil he farre exceed, and when you exalt him, put foorth all your strength, and be not weary: for you can neuer goe farre enough.
31 [ Psalms 106:2; Joh_1:18.] Who hath seene him, that hee might tell vs? and who can magnifie him as he is?
32 There are yet hid greater things then these be, for wee haue seene but a few of his workes:
33 For the Lord hath made all things, and to the godly hath hee giuen wisedome.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La creación. Esta parte del himno de alabanza comenzado en 42,15 se centra en las maravillas celestes y la función armónica de cada una de esas criaturas que adornan el firmamento: la bóveda celeste (1); el sol y su función (2-5); la luna, que además de iluminar la noche, marca las fiestas y las fechas (6-8); las estrellas (9s); el arco iris (11s) y, en fin, los fenómenos naturales que tienen origen en el firmamento o bóveda celeste: el rayo y el trueno (13-16), la tormenta, el huracán y la nieve (17-21). Pero todo esto, visto con ojos de admiración, es para subrayar la grandeza del Creador: «Dios es todo», no en un sentido panteísta, sino en el sentido de Hacedor y Señor, como se entiende bíblicamente. Hay una clara conciencia de la incapacidad humana de abarcar la sabiduría con la que Dios creó todo, y lo mejor es alabar y bendecir al Señor por todas sus maravillas (32s).

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*42:15-43:33 Este himno es una bellísima alabanza de la soberanía y suprema sabiduría del Creador que se extiende por el universo entero. El discípulo que frecuenta la escuela del sabio debe aprender, entre otras cosas, a contemplar las innumerables huellas de Dios en la creación. Para Ben Sira, la contemplación del universo es un medio indispensable para progresar en la búsqueda de la auténtica sabiduría, es decir en la búsqueda de Dios, el único sabio.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— ... como puntas de espino: El texto hebreo dice: y la hace destellar (florecer) como zafiros.