Ver contexto
Su tiempo el rasgar,
y su tiempo el coser;
su tiempo el callar,
y su tiempo el hablar.
(Eclesiastés 3, 7) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

BHSEk - Biblia Hebraica Stuttgartensia (Enhanced; KJV versification)

עֵ֤ת‎(עֵת)

Hebrew|ʕˈēṯ|time

Part-of-speech: noun
Gender: unknown
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H6256] [p.dt.ac] [1650b]
[עת] [GES6164] [BDB6822] [HAL6754]

לִ‎(לְ)

Hebrew|li|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[l.aa.ab] [1063]
[ל] [GES3706] [BDB4135] [HAL4089]

קְרֹ֨ועַ֙‎(קָרַע)

Hebrew|qᵊrˈôₐʕ|tear

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: unknown
Person: unknown
State: absolute
Verbal tense: infinitive (construct)
Verbal stem: qal


[H7167] [s.di.aa] [2074]
[קרע] [GES7123] [BDB7841] [HAL7764]

וְ‎(וְ)

Hebrew|wᵊ|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

עֵ֣ת‎(עֵת)

Hebrew|ʕˈēṯ|time

Part-of-speech: noun
Gender: unknown
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H6256] [p.dt.ac] [1650b]
[עת] [GES6164] [BDB6822] [HAL6754]

לִ‎(לְ)

Hebrew|li|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[l.aa.ab] [1063]
[ל] [GES3706] [BDB4135] [HAL4089]

תְפֹּ֔ור‎(NLG)

Hebrew|ṯᵊppˈôr|sew

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: unknown
Person: unknown
State: absolute
Verbal tense: infinitive (construct)
Verbal stem: qal


[H8609] [w.bm.aa] [2537]

עֵ֥ת‎(עֵת)

Hebrew|ʕˌēṯ|time

Part-of-speech: noun
Gender: unknown
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H6256] [p.dt.ac] [1650b]
[עת] [GES6164] [BDB6822] [HAL6754]

לַ‎(לְ)

Hebrew|la|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[l.aa.ab] [1063]
[ל] [GES3706] [BDB4135] [HAL4089]

חֲשֹׁ֖ות‎(חָשָׁה)

Hebrew|ḥᵃšˌôṯ|be silent

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: unknown
Person: unknown
State: absolute
Verbal tense: infinitive (construct)
Verbal stem: qal


[H2814] [h.gs.aa] [768]
[חשה] [GES2704] [BDB3046] [HAL3021]

וְ‎(וְ)

Hebrew|wᵊ|and

Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[f.ab.aa] [519]
[ו] [GES1991] [BDB2226] [HAL2241]

עֵ֥ת‎(עֵת)

Hebrew|ʕˌēṯ|time

Part-of-speech: noun
Gender: unknown
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H6256] [p.dt.ac] [1650b]
[עת] [GES6164] [BDB6822] [HAL6754]

לְ‎(לְ)

Hebrew|lᵊ|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[l.aa.ab] [1063]
[ל] [GES3706] [BDB4135] [HAL4089]

דַבֵּֽר‎(דָּבַר)

Hebrew|ḏabbˈēr|speak

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: unknown
Person: unknown
State: absolute
Verbal tense: infinitive (construct)
Verbal stem: pi“el


[H1696] [d.ai.aa] [399]
[דבר] [GES1602] [BDB1811] [HAL1822]

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



3. Vanidad de los Esfuerzos Humanos.
E xiste en el mundo un orden establecido por Dios que el hombre no puede comprender, y hay en la sociedad injusticias manifiestas que él no puede evitar. Y así no le es posible ordenar sus esfuerzos con la seguridad de que serán coronados por el éxito. Por otra parte, el hombre siente la preocupación de los destinos del más allá, pero ignora lo que ocurre después de la muerte, por lo que no le queda otra cosa que gozar de los bienes de este mundo en la medida que Dios se lo conceda.

Todo a un Tiempo (3:1-8).
1 Todo tiene su tiempo, y cuanto nace debajo del sol su hora. 2 Hay tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de herir y tiempo de curar, tiempo de destruir y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; 5 tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas, tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; 6 tiempo de ganar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar; 7tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar; 8tiempo de amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra y tiempo de paz.

En está enumeración, San Jerónimo vio una descripción de la vanidad de las cosas humanas: todo es temporal y transitorio. Algunos aplicaron cada uno de sus términos a diversos episodios de la historia de Israel. La intención del autor en el contexto del libro es, sin duda, demostrar que los acontecimientos de la vida humana, los trascendentales y los de la vida ordinaria, dependen de la Providencia divina, no de la voluntad humana, por lo que no queda otra prudente actitud que la de someterse dócilmente a los designios de aquélla.
El nacer y el morir son los acontecimientos más importantes de nuestra vida, sobre los que Dios ha tendido misteriosos velos que la sabiduría humana no acierta a descorrer. Uno y otro tienen su momento señalado por Dios, y en ese mismo momento tendrán realización, sin que el hombre pueda adelantarlos o retrasarlos. En un pueblo agrícola como el hebreo, plantar y arrancar lo plantado es una de las ocupaciones más frecuentes. Dios, al disponer las diversas estaciones, ha establecido las condiciones atmosféricas que determinan el tiempo en el que el hombre debe llevar a cabo las diferentes faenas del campo. Acciones desagradables, como herir y, en consecuencia, curar; las mismas obras encaminadas a destruir y edificar están dentro de los planes de Dios, que en sus inescrutables designios ha permitido las circunstancias que determinaron tales hechos. No existe la casualidad, y atribuir a ella supuestos efectos es sencillamente reconocer nuestra ignorancia. De la misma manera, es Dios quien nos proporciona una veces alegrías, y entonces reímos y danzamos; otras motivos de tristeza, y entonces lloramos y nos lamentamos. Lo primero tenía lugar sobre todo en las fiestas de bodas; lo segundo, en los días de luto 2.
El v.5 contiene la expresión más oscura de la perícopa: hay tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas. Dado que los términos no son muy precisos y el contexto no da luz alguna, no es del todo claro a qué se refiere el autor. Los comentaristas suelen referirlo a la acción del enemigo, que esparce piedras por el campo para hacerlo estéril, y la del dueño, que las recoge para que pueda ser cultivado 3. También esto cae bajo la ordenación divina, que castiga cuando quiere por la acción del enemigo y dispone las condiciones atmosféricas que hacen oportuna la siembra, a que ha de preceder la escarda. Como también prepara las circunstancias que determinan la convivencia de los familiares o el viaje a tierras lejanas que impone la separación. Acciones involuntarias e importantes, de las que depende el ganar o el perder, están asimismo en la mano de Yahvé, que hace que el trabajo fructifique unas veces y se quede estéril otras; cosas tan insignificantes como el guardar y el tirar están reguladas por la divina Providencia, pues es Dios quien da a las cosas las propiedades que las hacen útiles y dignas de ser guardadas y quien ha puesto un límite a aquéllas, que hace se deterioren y resulten un día completamente inútiles.
Los verbos rasgar y coser del v.7 se refieren, sin duda, a la costumbre de los judíos de rasgar las vestiduras como manifestación exterior de los sentimientos internos causados por ciertos episodios desagradables. En los tiempos posteriores, la rasgadura era pequeña, y al final del duelo, al menos en la mayor parte de los casos, se cosía 4. Fue Yahvé quien permitió las circunstancias que motivaron tales hechos, y también quien ha establecido el tiempo en que se debe callar y las ocasiones en que se debe hablar, conforme transmite la prudencia humana. Saber hablar y callar a su debido tiempo es uno de los deberes y una de las recomendaciones más frecuentes de los sabios5. También los sentimientos más íntimos del hombre, como el amar y el aborrecer, y las mismas relaciones amistosas y hostiles de unos pueblos con otros, caen bajo los planes de la Providencia divina. Tal vez los términos del v.8 significan no los meros sentimientos que ellos expresan, sino toda la conducta o comportamiento de unos individuos con otros, de unas naciones con las otras, en cuyo caso tendríamos afirmado que la vida humana, en todas sus relaciones, depende de Dios.

Incertidumbre de lo por venir (3:9-15).
9 ¿Qué provecho saca el que se afana de aquello que hace? 10 Yo he mirado el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en él se ocupen. U Todo lo hace El apropiado a su tiempo, y ha puesto además en el alma la idea de perduración, sin que pueda el hombre descubrir la obra de Dios desde el principio hasta el fin. 12 Conocí que no hay para él otro bien que gozarse y procurarse el bienestar en su vida, 13pues el que uno coma, beba y se goce de su trabajo, don es de Dios. 14Conocí que cuanto hace Dios es permanente, y nada se le puede añadir, nada quitar, y hace así Dios que se le tema. 15 Lo que es, eso fue ya, y lo que fue, eso será, y Dios vuelve a traer lo que ya pasó.

Todo ocurre a su tiempo, determinado por Dios; pero nosotros desconocemos la hora que ha señalado a cada acontecimiento. De ahí que sea incierto al hombre el porvenir y no pueda disponer las cosas en orden a su propia utilidad. Cohelet ha estudiado el trabajo que Dios ha dado a los hombres (v.11); el estudio del gobierno divino respecto de la actividad humana con el fin de asegurar el éxito de las acciones; en el capítulo primero afirmó que su trabajo no había tenido el resultado apetecido, y añade ahora que la razón es debida a que aquél no depende de sus afanes, sino de las diversas circunstancias favorables o desfavorables que Dios en su providencia ha determinado, y que el hombre muchas veces ignora. Y así, el hombre no puede descubrir la obra de Dios desde el principio hasta el fin. Las cosas tienen lugar en el tiempo y circunstancias prefijadas por Dios; a los ojos de los hombres van apareciendo en el mundo como aisladas unas de otras, en el tiempo y en el espacio. El hombre siente el deseo lo ha puesto Dios en su corazón de conocerlas en su continuidad, es decir, anhela un conocimiento más profundo de las cosas que se eleve por encima del momento presente y pueda dar con las causas mismas de las cosas. Pero no puede el hombre comprender la obra de Dios en su conjunto, ni los principios o leyes por las que se rige, por lo que se ve obligado a obrar con esa incertidumbre que no le permite entrever un éxito seguro en el que pueda confiar y poner su corazón 6.
Dado que el hombre ignora los planes de Dios en el gobierno del mundo y no puede, por lo mismo, ordenar los acontecimientos con miras a asegurar el éxito de sus acciones, no le queda otra cosa más que gozar de esas pequeñas alegrías que cada día le proporciona Dios, y que él ha de buscar con la debida moderación, sin querer penetrar en los inaccesibles e inescrutables designios de Dios y sin ese afán desmedido de acumular riquezas que impide gozar de ellas. Cohelet afirma de nuevo que el gozo que las cosas de esta vida proporcionan es un don de Dios (v.13). Es el pensamiento Deu_2:24, a que llega por un razonamiento parecido. Lo advertimos entonces e insistimos ahora: esta afirmación bastaría para excluir toda sospecha de ateísmo o epicureismo en el Eclesiastés. Un autor no es ateo comenta Buzy si busca y halla a Dios en medio de su felicidad; no es epicúreo si recibe su dicha y goza de ella como venida de la mano de Dios. 7
Concluye la perícopa haciendo resaltar la impotencia del hombre frente al orden de cosas establecido por Dios. La afirmación de que cuanto Dios hace es permanente (v.14) quiere decir que aquél se realiza conforme a una leyes constantes que el hombre no puede alterar, el cual, en consecuencia, ha de buscar su felicidad dentro de esas disposiciones divinas respecto de las acciones humanas. Esa distancia inmensa que separa al hombre de Dios, frente a cuyo poder nada puede, ha de llevarle al reconocimiento de la majestad divina, a ese temor reverencial que implica respeto y veneración, a la práctica de la religión. No hay motivo suficiente para atribuir el pensamiento a un autor distinto de Cohelet. En quien, como él, está penetrado de la idea de Dios y de su majestad, es natural el pensamiento del temor de Dios. El último verso recuerda 1:9; como dijo allí, las cosas se suceden como persiguiéndose unas a otras, moviéndose en una especie de círculo; pero lo hacen conforme a unas leyes fijas e inmutables, que el hombre no puede disponer conforme a su provecho, no quedándole, como quedó indicado, otra actitud prudente que gozar de esas gotas de felicidad que cada día le caen de la mano de Dios.

Desórdenes sociales (3:16-17).
16 Otra cosa he visto debajo del sol: que en el puesto de la justicia está la injusticia, y en el lugar del derecho la iniquidad. 17 Por eso me dije: Dios juzgará al justo y al injusto, porque hay un tiempo destinado para todo y para toda obra.

Otra cosa ha llamado profundamente la atención de Cohelet: las injusticias que cada día contemplamos con nuestros ojos. Le ha impresionado en particular el que en el trono de la justicia y del derecho tengan tan frecuentemente asiento la injusticia y la tiranía. Esto plantea un enigma más a la mente humana y proporciona una desilusión más al corazón del hombre, que busca inquieto la felicidad 8. Esta constatación hace pensar a Cohelet que Dios juzgará al justo y al injusto. También para esto hay un tiempo determinado. Las injusticias reinantes están clamando la intervención de Dios como juez supremo. El bien debe ser premiado y el mal debe recibir su castigo. Las injusticias no pueden durar siempre. ¿De qué retribución se trata? No se trata directamente ni de la retribución final ni de la temporal en este mundo. Cohelet se contenta con afirmar que hay un tiempo determinado en el cual Dios juzgará a los justos y a los injustos y dará a cada uno su merecido, pero desconoce las circunstancias de modo y tiempo. El hecho de que las anomalías duren hasta el fin de la vida, hay buenos que mueren sin haber recibido en esta vida el premio de su virtud y malos que triunfan hasta el fin de sus días, debió hacer pensar a Cohelet en la retribución del más allá. Pero la revelación no había iluminado todavía las mentes israelitas sobre la diversa suerte de los justos y de los injustos después de la muerte, y Cohelet se contenta con afirmar la supervivencia de las almas en el seol 9. Intuye que Dios tiene que juzgar toda acción para darle su merecido, pero ignora cómo y cuándo 10.

La suerte del hombre, semejante a la de las bestias (3:18-22).
18 Díjeme también acerca del hombre: Dios quiere hacerles ver y conocer que de sí son como las bestias, 19 porque una misma es la suerte de los hijos de los hombres y la suerte de las bestias, y la muerte del uno es la muerte de las otras, y no hay más que un hálito para todos, y no tiene el hombre ventaja sobre la bestia, pues todo es vanidad. 20 Unos y otras van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo, y al polvo vuelven todos. 21 ¿Quién sabe si el hálito del nombre sube arriba, y el de la bestia baja abajo, a la tierra? 22 Y vi que no hay para el hombre nada mejor que gozar de su trabajo, pues ésa es su parte; ¿quién le dará a conocer lo que ha de venir después de él?

A la incomprensibilidad de las leyes con que Dios gobierna el mundo y a las injusticias sociales, muy frecuentes en los días de Cohelet, añade el autor otro hecho en esta perícopa, la más oscura de todo el libro, que contribuye a aumentar el triste cuadro de la condición del hombre sobre la tierra. Hay un conjunto de semejanzas entre el hombre y las bestias, a través de las cuales parece como que Dios ha querido convencer al hombre de su miseria. Cohelet se refiere al idéntico fin que espera a ambos: la muerte y la disolución del cuerpo en el polvo: la muerte del hombre es la muerte de las bestias y no hay más que un hálito para todos (v.19). Lo que ocurre al animal, que un día muere y le es retirado el hálito vital, sucede también al hombre. En lo que a este punto se refiere, no tiene el hombre ventaja alguna sobre los animales. El hálito es el aire que, entrando por la nariz, hincha los pulmones y vivifica nuestra sangre desde el primer instante de nuestra vida hasta que exhalamos el último suspiro. Y ese hálito es de la misma naturaleza en el hombre y en las bestias y termina igualmente en ambos el día de la muerte. Cohelet no compara la vida de uno y otras, sino la muerte, que les es común, y con la cual parecen terminar las ventajas que durante la vida aquél tenía sobre éstas. El v.20, continuando el mismo pensamiento, constata otra semejanza: ambos han salido del mismo polvo, y al polvo vuelven todos. Es una alusión a Gen_3:9, donde se afirma que Dios creó al hombre del polvo de la tierra. Terminado el curso de su vida, tanto el cuerpo del hombre como el de los animales quedan a los pocos días reducidos a polvo. Tampoco en esto tiene el hombre ventaja alguna sobre los animales. Idéntica, en consecuencia, es la suerte del hombre y la de la bestia en cuanto a la muerte y respecto de los que después de ella espera a los cuerpos. Pero los seres vivientes tienen, además del cuerpo, el hálito vital. ¿No será en este punto el hombre de mejor condición que los animales? Cohelet responde con una proposición, nada fácil de interpretar, en forma interrogativa: ¿quién sabe si el hálito del hombre sube arriba, y el de la bestia baja abajo, a la tierra? Comencemos advirtiendo que los antiguos hacían distinción entre el hálito vital (ruaj) y el alma (nefesh). Aquél es el soplo vital que entra y sale por la nariz, la fuerza vital por la que el hombre vive; el nefes es, en cambio, lo que constituye al hombre ser viviente racional, el alma individual y racional (Podechard). Cohelet, que habla conforme al lenguaje y concepciones de su tiempo, afirma que el alma, después de la muerte del hombre, baja al seol (Gen_9:10). En cuanto al hálito vital, pone en duda si el del hombre sube a los cielos y el de los animales baja a la tierra. El autor del libro de Job u y el salmista 12 decían que el hálito del hombre y el de las bestias subía a Dios. En los días del Eclesiastés, más bien parece se opinaba que el del los animales se perdía en la tierra, mientras que el del hombre, conforme parece requerir su dignidad, volvía a Dios. Cohelet se permite poner en duda esta manera de pensar y, en consecuencia, pone en tela de juicio el que exista, desde este punto de vista, diferencia entre el hombre y la bestia. Dado que al final del libro 13 el autor afirma que el espíritu del hombre retorna a Dios, tal vez la duda de Cohelet recaiga principalmente en si el espíritu de la bestia baja a la tierra o sube, como el del hombre, a Dios, conforme a la opinión de los autores sagrados antes mencionados, en cuyo caso la suerte del hombre y la de la bestia sería idéntica no sólo en cuanto a la muerte y la disolución del cuerpo en el polvo, sino también en cuanto al mismo hálito vital; triple constatación que pone al hombre de manifiesto su miseria 14.
Cohelet no toca la diferencia fundamental entre el animal y el hombre, que coloca a éste en un orden superior a aquél: la posesión por parte del hombre de un alma racional destinada a una inmortalidad del todo feliz. La razón es que el Eclesiastés intenta constatar, como indicamos, aquello que repercute más bien en detrimento de la dignidad del hombre, para lo que le interesa hacer resaltar, no lo que distingue y ennoblece al ser humano sobre los animales, sino lo que tiene de común con ellos.
El último verso presenta las conclusiones a que le llevaron ya las consideraciones precedentes 15. El ser humano no puede buscar la felicidad en los planes misteriosos de Dios, que no puede ordenar a su propio provecho, ni tampoco en el gobierno de los hombres, en aquel entonces lleno de injusticias. Sujeto, por otra parte, a la muerte como la bestia, su cuerpo vuelve a la tierra, el alma baja al seol, donde no hay distinción entre el bueno y el malo, y el espíritu, ¿quién sabe adonde va? No queda al hombre otra solución razonable que, dejando a un lado las preocupaciones especulativas y evitando los afanes y trabajos excesivos, gozar de los bienes que su trabajo moderado le proporcione. Tal gozo afirmó antes que es un don de Dios, pensamiento fundamental del libro sobre el que volverá más veces 16. El inciso de la segunda parte del verso, lo que ha de venir después de él, se refiere no a lo que acaecerá después de la muerte en el más allá, sino de lo que tendrá lugar después de la misma en la tierra respecto del fruto de su trabajo 17; la expresión hace siempre en el libro referencia a perspectivas terrestres, en las que, por lo demás, se mueve continuamente Cohelet, que jamás se preocupa de la suerte que le espera después de la muerte.

1 Algunos traducen matar en lugar de herir e interpretan de la venganza o de la pena de muerte impuesta por la autoridad pública. 2 Mt 9:14-15; 11:16-17. 3 2Re_3:19.25. 4 Mishna, Sanhedrin 7:5; Mo'ed qaton 3:17; Chabbath 13:3', F. Josefo, De bello iud. 2:15:2. 5 5:1; 10,14.20; Pro_17:27-28; Pro_21:23; Pro_17:27-28; Eco_7:15; Eco_9:25; Eco_9:2, Eco_9:5-6.8.13.20-22. 6 Algunos traducen el í. 11: y puso el mundo en el arbitrio del hombre, que interpretan o del estudio y conocimiento del mundo que Dios ha hecho posible al hombre (Edwald, Zapletal), o del amor del mundo (Efe_2:2; 1Jn_2:16) (Mendelssohn); pero el término hebreo (Olám) no tiene en la Biblia esta significación. Otros interpretan de la idea de la eternidad, que entienden no de la vida eterna en el sentido cristiano, a que nunca hace referencia Cohelet en sus reflexiones, sino de la idea misma de la eternidad por encima de ese conocimiento fragmentario de las cosas que pasan (Ginsburg, Delatre, Mcneile). 7 O.C., p.220. 8 Este "verso ayuda a resolver la cuestión del autor del libro en cuanto a la atribución salomónica. El rey sabio no pudo decir esto, ni de su reino ni del de su padre David, sin faltar a la verdad. La afirmación refleja una época posterior, en que reyes y ministros oprimían al pueblo. Cf. 4:1; 5:7; 8:10-14. 9 9:10. 10 La segunda parte del v.1y está incompleta. El texto hebreo dice: y sobre toda cosa allí. Algunos autores completan añadiendo el sustantivo zemdn (tiempo determinado; cf. 3:1), o mejor, mishpát (derecho, juicio; cf. 8:6; 11:9:12:14). 11 34.14-15 2:7; 7:1. L.onelet no hace en sus reflexiones referencia al más allá. 11 34.é4-é5- 12 10 4:29-30. 13 12:7. 14 Cf. Introducción: Supuestos errores de Cohelet: Materialismo p.86s 15 2:24; 3:12. 16 2:24; 3:I3; 5:17-16

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 By the necessary change of times, vanitie is added to humane trauaile. 11 There is an excellencie in Gods workes: 16 But as for man, God shall iudge his workes there, and here he shalbe like a beast.

[A time for all.]

1 To euery thing there is a season, and a time to euery purpose vnder the heauen.
2 A time [ Hebrew: to beare.] to be borne, and a time to die: a time to plant, and a time to pluck vp that which is planted.
3 A time to kill, and a time to heale: a time to breake downe, and a time to build vp.
4 A time to weepe, and a time to laugh: a time to mourne, and a time to dance.
5 A time to cast away stones, and a time to gather stones together: a time to imbrace, and a time [ Hebrew: to be farre from.] to refraine from imbracing.
6 A time to [ Or, seeke.] get, and a time to lose: a time to keepe, and a time to cast away.
7 A time to rent, and a time to sow: a time to keepe silence, and a time to speake.
8 A time to loue, and a time to hate: a time of warre, and a time of peace.
9 [ Ecc_1:3 .] What profite hath hee that worketh, in that wherein he laboureth?
10 I haue seene the trauaile which God hath giuen to the sonnes of men, to be exercised in it.
11 He hath made euery thing beautifull in his time: also hee hath set the world in their heart, so that no man can finde out the worke that God maketh from the beginning to the end.
12 I know that there is no good in them, but for a man to reioyce, and to doe good in his life.
13 And also that euery man should eate and drinke, and enioy the good of all his labour: it is the gift of God.
14 I know that whatsoeuer God doeth, it shalbe for euer: nothing can be put to it, nor any thing taken from it: and God doth it, that men should feare before him.
15 [ Ecc_1:9 .] That which hath beene, is now: and that which is to be, hath alreadie beene, and God requireth [ Hebrew: that which is driuen away.] that which is past.
16 And moreouer, I sawe vnder the Sunne the place of iudgement, that wickednesse was there; and the place of righteousnesse, that iniquitie was there.
17 I said in mine heart, God shall iudge the righteous and the wicked: for there is [ Vers. 1.] a time there, for euery purpose and for euery worke.
18 I said in my heart concerning the estate of the sonnes of men, [ Or, that they might deare God, and see, etc.] that God

[Man and beast.]

might manifest them, and that they might see that they themselues are beasts.
19 [ Psa_49:21 ; Ecc_2:16 .] For that which befalleth the sonnes of men, befalleth beastes, euen one thing befalleth them: as the one dieth, so dieth the other; yea they haue all one breath, so that a man hath no preheminence aboue a beast; for all is vanitie.
20 All goe vnto one place, all are of the dust, and all turne to dust againe.
21 Who knoweth the spirit [ Hebrew: of the sons of man.] of man that [ Hebrew: is ascending.] goeth vpward; and the spirit of the beast that goeth downeward to the earth?
22 [ Ecc_2:24 ; Ecc_5:17 .] Wherefore I perceiue that there is nothing better, then that a man should reioyce in his owne workes: for that is his portion; for who shall bring him to see what shalbe after him?

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El momento oportuno. Esta nueva sección del libro del Eclesiastés está claramente dividida en dos, un poema sobre el tiempo (1-8) y una parte en prosa (9-15).
El poema está desarrollado a partir de conceptos contrarios, sin una estructura clara. Así, en el versículo 1 se hace una afirmación general; en el 2 se habla de «nacer» y «morir»; los versículos 3-5 se centran en la vida social; 6s recogen acciones de la vida cotidiana; en el versículo 8 se habla de «amor» y «odio». Lo que da unidad a estos versos es el «tiempo» -expresión que se repite 28 veces- y la convicción de que el ser humano no puede hacer nada frente a él.
En cuanto a la parte en prosa, el tema central es Dios -cuyo nombre aparece seis veces-; se trata, por tanto, de una profunda reflexión teológica. Algunos versículos están relacionados con temas tratados anteriormente; el versículo 10 responde a 2,9; el versículo 11 parece un reflejo de 2,24; los versículos 14s recuerdan a 1,4-11. Otros resultan un tanto problemáticos; por ejemplo, el versículo 11 no cuadra bien con lo dicho en el 10 y, además, no todas las Biblias lo traducen de la misma forma.
En resumen, los temas teológicos tratados aquí son: el origen de todo está en Dios (10s; cfr. Éxo_7:3; Éxo_10:1.20.27; 2Sa_24:1); todas las cosas son hermosas (11; cfr. Gén_1:7.16.25.31); Dios tiene el señorío sobre el pasado, presente y futuro (15). En los tres casos están tratados bajo estos dos puntos de vista: 1. La imposibilidad del ser humano de conocer los caminos de Dios (11.14). 2. Disfrutar del trabajo es el don de Dios al que podemos aspirar.
Pero, ¿no resultan contradictorias todas estas ideas? Sí, desde un punto de vista lógico. Mas para comprender el Eclesiastés hay que situarse en su punto de partida -recordemos lo dicho al principio-: frente a la experiencia tradicional de que todo tiene su momento (Pro_15:23) y que lo negativo y la muerte son consecuencia del pecado, Qohelet afirma que no son sino la consecuencia de la debilidad de la condición humana, que nada tienen que ver con la virtud y la justicia.
La sabiduría más tradicional del Antiguo Testamento afirmaba que el sabio verdadero es el que conoce lo que hay que hacer en cada situación, aquél que sabía el momento oportuno. La vida, sin embargo, muestra que no todas las situaciones se resuelven de manera lógica; para el autor está claro que el ser humano no ha de afanarse por descubrir el sentido profundo de aquéllas, su tarea es más bien otra, buscar el don de Dios en las cosas cotidianas.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El control del tiempo por Dios. El propósito de esta sección es el de llamarnos a un concepto de la soberanía de Dios que asegura y a la vez modera al lector. Asegura por causa del control de Dios; y, sin embargo, modera porque el control de Dios permanece misterioso. 1 Hay propósito en la vida debido a la supervisión divina de sus estaciones (ver Sal. 31:15 En tus manos están mis tiempos). Tiempo quiere decir una ocasión o estación; todo lo que se quiere puede traducirse propósito y señala a lo que uno desea hacer. 2-8 El control del tiempo por Dios se impone sobre nosotros. El v. 2a trata del principio y fin de la vida (y por lo tanto todo lo incluido). Tres pares (2b, 3) tra tan de actividades que construyen o destruyen (los verbos son usados amplia y figurativamente). Luego vienen emociones (4), privadas (llorar ... reír) y públicas (estar de duelo ... bailar). Esparcir piedras y juntar se refiere probablemente a la agresión de arruinar campos, y a preparar la tierra para el cultivo (lo opuesto a 2 Rey. 3:25; en Isa. 62:10 se refiere a dar la bienvenida a un conquistador). Las fra ses en el v. 5 se refieren a enemistad y amistad, individual y colectiva. Luego (6, 7a) es reflexión sobre posesiones o ambiciones, empezando o abandonando la búsqueda de lo que uno quiere, conservando o despojándose de lo que uno tiene. Los vv. 7b, 8 se refieren al hablar (callar ... hablar) y a las relaciones, personales (amar ... aborrecer) y nacionales (guerra ... paz).

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.11 La idea de lo infinito: traducción probable de un término hebreo que significa eternidad o, con más exactitud, el tiempo que se prolonga indefinidamente hacia el pasado y el futuro. Aquí se refiere con mucha probabilidad, a la capacidad humana de abarcar con el pensamiento la totalidad de los acontecimientos pasados y futuros, y al irresistible deseo de comprender su sentido y su porqué.

[2] 3.15 Cf. Ec 1.9. Dios hace que el pasado se repita: sentido probable de una frase que, traducida literalmente, dice Dios busca lo que es perseguido.

[3] 3.19 Sal 49.12,20.

[4] 3.19 Nada de más tiene el hombre que el animal: El autor no identifica sin más a los hombres con los animales. Afirma, simplemente, que todos los seres vivientes están animados por el aliento vital que se manifiesta en la respiración (cf. Gn 2.7; 7.22), y que cuando Dios les retira ese aliento, todos, indistintamente, vuelven al polvo común (cf. Gn 3.19).

[5] 3.20-21 Ec 12.7.

Torres Amat (1825)



[2] La vida del hombre, la de las plantas y animales tienen su tiempo limitado.

[11] El hombre las convierte en malas, cuando no hace de ellas el uso apropiado.

[19] El cuerpo del hombre muere y se deshace como los animales y las plantas. En esta semejanza halla el alma del sabio un poderoso motivo para no fijar su corazón en los bienes terrenos. Gen 2, 7; Sal 104 (103), 29-30.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



11. Este versículo expresa una de las ideas centrales del Libro: Dios realiza su "obra" en el mundo, pero el sentido de esa obra divina constituye un enigma que ningún hombre puede descifrar (8. 17; 11. 5).